jueves, 26 de junio de 2008

DOMINGO TRECE DEL T. O. -A-


Lectura del segundo libro de los Reyes 4, 8‑11. 14‑16a
Ese hombre de Dios es un santo, se quedará aquí

Un día pasaba Eliseo por Sunam y una mujer rica lo invitó con insistencia a comer. Y, siempre que pasaba por allí, iba a comer a su casa. Ella dijo a su marido: "Me consta que ese hombre de Dios es un santo; con frecuencia pasa por nuestra casa. Vamos a prepararle una habitación pequeña, cerrada, en el piso superior; le ponemos allí una cama, una mesa, una silla y un candil, y así, cuando venga a visitarnos, se quedará aquí."
Un día llegó allí, entró en la habitación y se acostó. Dijo a su criado Guejazi: "¿Qué podríamos hacer por ella?" Guejazi comentó: "Qué sé yo. No tiene hijos, y su marido es viejo." Eliseo dijo: "Llámala." La llamó. Ella se quedó junto a la puerta, y Eliseo le dijo: "El año que viene, por estas fechas, abrazarás a un hijo."
Palabra de Dios

REFLEXIÓN

“DESCUBRIR LA PRESENCIA DE DIOS”

El pasaje del libro de los Reyes cuenta uno de los momentos en que Elías realiza uno de sus milagros como manifestación de Yavé en él, pero el tema no está en lo que Dios hace a través de Elías, sino en la actitud de esta mujer sunamita atenta a lo que ocurre y, sobre todo a la presencia de Dios: ella descubre a Dios allí donde se encuentra y le responde dando alojamiento a Elías, no oponiéndose a su mensaje sino facilitando la posibilidad de que se dé.
Yavé también responde a la actitud de esta mujer: no deja sin recompensa a quien lo busca o lo deja expresarse: en este caso sobrepasa todas las expectativas de la mujer y la llena de gozo y de sentido para su vida.
Dios es así: no hace falta ni siquiera que le pidamos, simplemente dejarlo actuar, no hacer oposición a su presencia, facilitar su actuación y sus beneficios son percibidos inmediatamente, llenando y sobrepasando nuestras expectativas. Algo así como dejar el aire que fluya sin contaminar, facilitar el hecho; sin buscar nada a cambio, sino dejar libertad sin hacer oposición; automáticamente salimos beneficiados de la pureza del aire que respiramos.
Lo peor que suele ocurrir es que muchas veces no solo no hacemos el bien, sino que tampoco dejamos que se haga, con lo que no solo hacemos daño a otros, sino que nos perjudicamos a nosotros mismos y eso, además de ser una estupidez, es un verdadero absurdo.


Salmo responsorial: 88
Cantaré eternamente las misericordias del Señor.
Cantaré eternamente las misericordias del Señor, /
Anunciaré tu fidelidad por todas las edades. /
Porque dije: "Tu misericordia es un edificio eterno, /
más que el cielo has afianzado tu fidelidad." R.
Cantaré eternamente las misericordias del Señor.
Dichoso el pueblo que sabe aclamarte: /
camina, oh Señor, a la luz de tu rostro; /
tu nombre es su gozo cada día, /
tu justicia es su orgullo. R.
Cantaré eternamente las misericordias del Señor.
Porque tú eres su honor y su fuerza, /
y con tu favor realzas nuestro poder. /
Porque el Señor es nuestro escudo, /
y el Santo de Israel nuestro rey. R.
Cantaré eternamente las misericordias del Señor.

Lectura de la carta de S. pablo a los Romanos 6,3‑4.8‑11
Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que andemos en una vida nueva

Hermanos: Los que por el bautismo nos incorporamos a Cristo fuimos incorporados a su muerte. Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva. Por tanto, si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él, pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él. Porque su morir fue un morir al pecado de una vez para siempre; y su vivir es un vivir para Dios. Lo mismo vosotros, consideraos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.
Palabra de Dios

REFLEXIÓN

“VIVIR AMANDO ES MORIR CON CRISTO”

Pablo reflexiona con la comunidad de Roma algo que es fundamental para cada uno de los que la componen: el bautismo ha supuesto una nueva creación, ha sido la MUERTE al hombre viejo, a la naturaleza dañada y la recuperación de la nueva naturaleza de la que Cristo ha tomado parte. BAUTIZARSE, por tanto, es incorporarse a esa nueva existencia que ha nacido con Cristo y que tiene su fin en la resurrección. Aceptar esta realidad tiene unas consecuencias inmediatas: es entrar en la dinámica de Cristo: la vida es un ir muriendo a cada momento hasta llegar al momento supremo que se expresa en la muerte física, la muerte total. Ese momento es la incorporación total a la resurrección, de ahí que tendríamos que decir que el momento del bautismo es la celebración de la muerte en la que hemos entrado para liberarnos definitivamente de ella el momento en que morimos físicamente que sería la liberación de ella y ese momento sería la celebración del triunfo: la resurrección.
Por otro lado, MORIR CON CRISTO es vivir amando, pues el AMOR no es más que un ir muriendo poco a poco en beneficio del otro, un ir dándome para que el otro crezca, un ir entregándome para que el otro viva y sea feliz, un ir dejando de ser yo para que sea el otro en mi… “no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mi”. De ahí que el momento de la muerte no es más que la exaltación del triunfo del AMOR.
Pablo es así como entiende esto y no puede admitir que habiendo muerto y metidos en la dinámica de la muerte, se siga viviendo para el pecado y muerto para Cristo: “consideraos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús”


Lectura del santo evangelio según S. Mateo 10,37‑42
El que no coge su cruz no es digno de mí. El que os recibe a vosotros me recibe a mí

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: "El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no coge su cruz y me sigue no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará. El que os recibe a vosotros me recibe a mí, y el que me recibe recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta tendrá paga de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo tendrá paga de justo. El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pobrecillos, sólo porque es mi discípulo, no perderá su paga, os lo aseguro."
Palabra del Señor

REFLEXIÓN

“CADA COSA EN SU SITIO”

Cuando oímos a Jesús ponerse en ese plan casi nos asusta pues automáticamente nos ubicamos en una situación desviada que nos hemos fabricado, pues siempre hemos entendido que la llamada de Jesús era cosa de religiosos o sacerdotes que lo dejan todo y se van con Él y poco más o menos hemos entendido que había que meterse en un convento de clausura o marcharse a lugares de misión de primera fila.
Jesús no está diciendo nada de eso, sino de establecer una jerarquía de valores que no debe romperse porque el momento que eso ocurre la vida queda a la deriva. Este es el gran problema actual: se han quitado los valores de referencia y todo lo hemos dejado al amparo del “me gusta” o “me disgusta” de tal forma que es bueno lo que me produce placer o es malo lo que me produce disgusto, pero puede ocurrir que algo que me produce placer en un momento puede producirme disgusto en otro, entonces nada es estable y todo depende del momento y de la situación que se vive, todo es relativo y no tiene más valor que el que subjetivamente me produce en un momento concreto.
Según esto, mi padre, mi madre, mi hijo, mis bienes… mi persona pueden en un momento sobreponerse a lo que es absoluto, en este caso EL REINO DE DIOS, y quien pone el REINO detrás de cualquier otra cosa, no es digno de ese REINO, pues el REINO es el que le da sentido a todo lo demás: “mi padre, mi madre, mi hijo, mis bienes… mi persona”.
Por esta causa: EL REINO, vale la pena jugárselo todo, pues en ese contexto van a encontrar sentido de eternidad todo lo que tengamos, y todo lo que hagamos, hasta la propia vida: el que se la juega por esta causa la recupera en plenitud y la llena de sentido, pero el que apuesta por la vida, por pasarlo de acuerdo a lo que me produce placer y pierde EL REINO del horizonte, ha hecho que la vida entera y todo lo que haga en ella pierda su sentido , pues le habrá cortado toda la dimensión de futuro y de trascendencia: “El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará”.
Por eso, cuando Jesús habla de la cruz, no está hablando del sufrimiento que nos hace pasarlo mal por el dolor que lleva consigo, sino por el sentido mismo de la vida que, indudablemente, es duro mantenerlo constantemente sin desfallecer

miércoles, 25 de junio de 2008

FESTIVIDAD DE S. PEDRO Y S. PABLO -O8-

Lectura del libro de los hechos 12,1-11
En aquellos días, el rey Herodes se puso a perseguir a algunos miembros de la iglesia. Hizo decapitar a Santiago, hermano de Juan. Al ver que esto agradaba a los judíos, mandó detener a Pedro. Era la semana de Pascua. Mandó prenderlo y meterlo en la cárcel, encargando su custodia a cuatro piquetes de cuatro soldados cada uno: tenía intención de ejecutarlo en público, pasadas las fiestas de Pascua. Mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la iglesia oraba insistentemente a Dios por él.
La noche antes de que lo sacara Heredas estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, atado a ellos con cadenas. Los centinelas hacían guardia a la puerta de la cárcel.
De repente se presentó el Ángel del Señor y le iluminó la celda. Tocó a Pedro en el hombro, lo despertó y dijo: “Date prisa, levántate.”
Las cadenas se le cayeron de las manos y el Ángel añadió: “Ponte el cinturón y las sandalias”
Obedeció y el Ángel le dijo: “Échate la capa y sígueme”.
Pedro salió detrás creyendo que lo que hacía el Ángel era una visión y no realidad. Atravesaron la primera y la segunda guardia, llegaron al portón de hierro que daba a la calle, y se abrió solo. Salieron y al final de la calle se marchó el Ángel.
Pedro recapacitó y dijo: Pues era verdad: el Señor ha enviado su Ángel para librarme de las manos de Herodes y de la expectación de los judíos.

Palabra de Dios


REFLEXIÓN

EL PODER COMO ÚNICO HORIZONTE”

“Al ver que esto agradaba a los judíos, mandó detener a Pedro” Para Herodes lo importante no es defender la justicia o mantener el orden, sino congraciarse con un grupo determinado de gente para que le aplaudan y lo mantengan en el poder, y si para eso tiene que atropellar a las personas y hasta matar no tiene dificultad en hacerlo.
Frente a la postura de Herodes aparece la de la iglesia solidaria que sufre y ora por el hermano, Pedro, que está siendo maltratado y atropellado.
Podemos observar cómo las escenas vuelven a repetirse con extremada similitud: Herodes sigue buscando el aplauso de otros grupos, de otras personas, sin importarle lo que tenga que atropellar, lo único que le interesa es mantenerse en el poder.
La otra parte suele tomar distintas posturas: 1ª la del que quiere ser fiel y sigue solidarizándose y actuando en el silencio con el que sufre y oponiendo resistencia pasiva ya que la única fuerza que tiene es la de la oración y la de la verdad y el amor y 2ª el otro sector que se convierte en aliado del poder callándose, volviendo la cara para no ver, no dándose por enterado, desentendiéndose e insolidarizándose, e incluso, acusando al que hace frente. Es el “Judas” que siempre está dentro del grupo y hace el juego sucio.
¿Pero cómo poder quedarse callados frente a la mentira, a la extorsión, el atropello y la corrupción? ¿Cómo decir que eso no nos interesa, y nos tapamos los ojos, volvemos la cabeza y hasta justificamos el mal que se hace sin sentirnos identificados con Herodes?
Herodes quería agradar al pueblo que lo mantiene en el poder y nosotros no queremos molestar al poder que nos mantiene en situaciones de privilegio o de “anestesia”. Al fin y al cabo no es más que extrapolación de factores, pero el producto es el mismo.


Salmo responsorial 33
R/ El Ángel del Señor librará a los que temen a Dios.

Lectura de la segunda carta de S. Pablo a Timoteo 4,6-8. 17-18
Querido hermano:
Yo estoy a punto de ser sacrificado y el momento de mi partida es inminente. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me queda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día; y no solo a mi, sino a todos los que tienen amor a su venida.
El Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles. El me libró de la boca del león. El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo. ¡A Él la gloria por los siglos de los siglos amén!
Palabra de Dios


REFLEXIÓN:

“LA ALEGRÍA DE LO BIEN HECHO”

EL “CAMINO” del seguimiento a Jesús, el camino de la fe, es como una pista de atletismo en la que cada uno hacemos nuestra carrera; aquí no se trata de competir con nadie para llegar el primero o el último, ni para ser más o menos que otro, aquí se trata de hacer el recorrido que tenemos marcado y llenarlo en el tiempo que tenemos establecido en la vida.
Lo más grande que nos podría ocurrir es sentir lo que dice Pablo: “He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe”. Si queremos, para ese camino, podríamos marcarnos algunos objetivos: “perder el menos tiempo posible en cosas que no merecen la pena”, “emplearse a fondo en todo aquello que llena de alegría y felicidad”, “mantenerse de pie sin caerse lo máximo posible” es que, mientras permanecemos caídos, es tiempo perdido y posibilidades desperdiciadas. Por último, si es que no somos capaces de otra cosa, también podríamos ponernos como objetivo el mantener siempre la dirección de nuestra vida orientada a Dios.
Lo más triste que nos puede ocurrir es que nos pongamos en dirección contraria a Dios, que perdamos la esperanza o que lleguemos a convencernos que es una estupidez confiar en Dios y dejarnos guiar por sus propuestas. Y encima creernos que estamos en lo cierto. En ese caso podremos convertirnos indiscutiblemente en unos herodes cualquiera que no se detienen ni ante la muerte.

Lectura del santo evangelio según S. Mateo. 16,13-19.

En aquel tiempo, llegó Jesús a la región de Cesárea de Felipe y preguntaba a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?
Ellos contestaron: “Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que jeremías o uno de los profetas”
Él les preguntó: “Y vosotros, ¿Quién decís que soy yo?
Simón Pedro tomó la palabra y dijo: “Tu eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.
Jesús le respondió: “¡Dichoso tú, simón, hijo de Jonás! Porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora yo te digo: Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi iglesia y el poder del infierno no la derrotará.
Te daré las llaves del Reino de los Cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo; lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo”.
Palabra del Señor


REFLEXIÓN

“ Y YO, ¿QUÉ PINTO EN TU VIDA?”

Hoy, Jesús sigue lanzándonos a todos la misma pregunta y cada uno, vamos dando, con nuestra vida, distintas respuestas; también la iglesia, como conjunto de todos los creyentes, va dando una respuesta a Jesús con sus acciones y con sus palabras que el mundo entero escucha y percibe.
“¿Quién dice la gente que soy yo?
Señor, cada uno dice lo que se le ocurre, cada cual habla de acuerdo a cómo le va el viaje: unos dicen que eres una idea que nos metieron desde pequeñitos para asustarnos; otros dicen que eres la excusa para esconder un complejo, para otros eres una represión fruto de una educación trasnochada, clerical y conventual basada en el miedo y en la represión; para otros no eres más que una utopía y un mito para excéntricos y locos, una idea sin consistencia; para otros eres un personaje histórico, interesante, como ha habido otros en la humanidad… Para otros eres la razón y el sentido de sus vidas.
“Y para ti… ¿Quién soy yo?
No se trata de que me des respuestas ya hechas, esas que te enseñaron en la catequesis y que te obligaron a aprender de memoria. No me contestes lo políticamente correcto, lo que manda la doctrina pura y verdadera, lo que manda la ley, lo que otros dicen que digas de mi… Dime lo que te nace del corazón: ¿Qué soy para ti? ¿Qué importancia tiene para ti el saber que puedes contar conmigo, que yo estoy siempre a tu lado, que me interesa lo tuyo?
¿Hasta qué punto cuento yo en tus decisiones?
No te lo olvides: sobre aquello que Pedro dijo salido de lo más hondo de su ser, yo edifiqué mi iglesia y la sigo sosteniendo; y sobre eso que sale de lo más hondo de tu ser yo sigo edificando mi proyecto de salvación y de felicidad contigo y con el mundo.
En esto suele muchas veces establecerse el problema: en decir lo políticamente correcto, lo que otros dicen que digas o en dejar que se exprese el corazón abiertamente. Lo triste es que a Jesús lo hemos aprendido desde la cabeza y no ha sido cogido desde el corazón, por eso es tan frecuente escuchar que se cree en Jesús pero no se cree en su iglesia con la que no se le encuentra conexión alguna.

viernes, 20 de junio de 2008

DOMIGO DOCE DEL T. O. -A-

Lectura del profeta Jeremías 20,10‑13
Libró la vida del pobre de manos de los impíos

Dijo Jeremías: "Oía el cuchicheo de la gente: "Pavor en torno; delatadlo, vamos a delatarlo." Mis amigos acechaban mi traspié: "a ver si se deja seducir, y lo abatiremos, lo cogeremos y nos vengaremos de él." Pero el Señor está conmigo, como fuerte soldado; mis enemigos tropezarán y no podrán conmigo. Se avergonzarán de su fracaso con sonrojo eterno que no se olvidará.
Señor de los ejércitos, que examinas al justo y sondeas lo íntimo del corazón, que yo vea la venganza que tomas de ellos, porque a ti encomendé mi causa. Cantad al Señor, alabad al Señor, que libró la vida del pobre de manos de los impíos."

REFLEXIÓN

¡NO LOS DEJES QUE TRIUNFEN!
El Profeta siente que la realidad le es completamente adversa: todo le invita al pesimismo y a la desesperanza; a los que deberían ser sus amigos y sus hermanos los percibe como enemigos que le tienden trampas y esperan que caiga para destrozarlo.
Pero en medio de esta ambiente, también percibe que Dios está a su lado, que no lo abandona por nada, ni siquiera en el supuesto de que se venga abajo y caiga.
En esta confianza, el profeta levanta los ojos a Dios y le pide un consuelo: que por lo menos le dé la alegría de verlos derrotados, algo muy humano: “que yo vea la venganza que tomas de ellos”.
La situación vuelve a repetirse al pie de la letra: el ambiente que vivimos completamente tenso y negativo, esperando siempre la más mínima caída de algún creyente para sacarla en todos los medios de comunicación y generalizando su caída; se ha arrasado con todos los valores y se ha logrado convertir en algo obsoleto y caduco lo que siempre fue la base del respeto y la decencia; se nos quiere convencer de que no vale la pena luchar ni ir contra la corriente que se ha impuesto, pues está todo perdido… ¡de pura gana vamos a perder el tiempo y nos vamos a complicar la existencia!.
El individualismo que se ha establecido nos invita a cerrarnos y a no fiarnos de nadie, hasta la misma celebración de la fe se fuerza a reducirla al intimismo y a la soledad, haciendo que cuando se saca fuera se convierta en objeto de burla.
Si nos damos cuenta, vuelve a repetirse la misma situación que escenifica el profeta y se nos vuelven a presentar las mismas alternativas: 1ª- acomplejarnos y replegarnos asustados o la 2ª- establecer nuestra confianza en Dios y en la verdad, que al final siempre se impone, aunque cueste, y dar la cara sin miedo, aunque sea duro.
Al final, lo mismo que el profeta, también nos está permitido un deseo: “¡que yo vea la venganza que tomas de ellos, porque a ti encomendé mi causa!”

Salmo responsorial: 68
Que me escuche tu gran bondad, Señor.
Por ti he aguantado afrentas, /
la vergüenza cubrió mi rostro. /
Soy un extraño para mis hermanos, /
un extranjero para los hijos de mi madre; /
porque me devora el celo de tu templo, /
y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí. R
Que me escuche tu gran bondad, Señor. .
Pero mi oración se dirige a ti, /
Dios mío, el día de tu favor; /
que me escuche tu gran bondad, /
que tu fidelidad me ayude. /
Respóndeme, Señor, con la bondad de tu gracia; /
por tu gran compasión, vuélvete hacia mí. R.
Que me escuche tu gran bondad, Señor.
Miradlo, los humildes, y alegraos, /
buscad al Señor, y vivirá vuestro corazón. /
Que el Señor escucha a sus pobres, /
no desprecia a sus cautivos. /
Alábenlo el cielo y la tierra, /
las aguas y cuanto bulle en ellas. R.
Que me escuche tu gran bondad, Señor.

Lectura de la carta de S. Pablo a los Romanos 5,12‑15
No hay proporción entre el delito y el don

Hermanos: Lo mismo que por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, porque todos pecaron. Pero, aunque antes de la Ley había pecado en el mundo, el pecado no se imputaba porque no había Ley. A pesar de eso, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, incluso sobre los que no habían pecado con una transgresión como la de Adán, que era figura del que había de venir. Sin embargo, no hay proporción entre el delito y el don: si por la transgresión de uno murieron todos, mucho más, la gracia otorgada por Dios, el don de la gracia que correspondía a un solo hombre, Jesucristo, sobró para la multitud.


REFLEXIÓN.

“NO SE PUEDE PEDIR MENOS NI DAR MAS”
S. Pablo quiere dar una respuesta a los cristianos de Roma de las razones de su esperanza y ve que está en muchas mejores condiciones que los antiguos para confiar en Dios y dejarse en sus manos sabiendo que no es perdido nada de lo que hace y sufra.
Se remonta a los orígenes en donde se puede ver la actitud de Dios frente a las decisiones del hombre y observa la trayectoria que se ha venido dando, en la que se demuestra la actitud de Dios: Adán rompe el orden establecido y mete a la humanidad en una dinámica de perdición y de muerte; cambió el rumbo de las cosas, la dirección del mundo: en lugar de caminar hacia Dios se puso en dirección contraria, abocando de esa manera al mundo a la muerte y al sin sentido.
Estando en esa situación, Dios apuesta por el hombre y ha de cambiar la dirección y el movimiento: ha de hacer que la humanidad deje lo que ha hecho y vuelva al camino para desandar lo que ha andado. Ha de darse una conversión y una vuelta.
La propuesta de Dios es pasar la página, romperla y volver a empezar si es que el hombre está dispuesto a volver su cara a Dios.
Pero todo esto ya se dio, ahora estamos en una situación nueva: Cristo ha recorrido todo el camino, ha hecho todo el proceso que pedía Dios, solo basta aceptar para nosotros lo que Él ha hecho, solo nos exige aceptar el regalo. Ni se puede pedir menos, ni a cambio se puede dar más.

Lectura del santo evangelio según S. Mateo 10,26‑33
No tengáis miedo a los que matan el cuerpo

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: "No tengáis miedo a los hombres, porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse; nada hay escondido que no llegue a saberse. Lo que os digo de noche decidlo en pleno día, y lo que escuchéis al oído pregonadlo desde la azotea. No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No, temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo. ¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo; no hay comparación entre vosotros y los gorriones.
Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo."


REFLEXIÓN

“LA TRAMPA DEL MIEDO”
Las palabras de Jesús “No tengáis miedo” ni a los hombres ni a los que nos pueden quitar la vida… tienen hoy un eco especial lo mismo que lo pudo tener en aquel momento en el que estaban todos indecisos, sin saber a dónde les llevaría aquella aventura en la que se estaban embarcando.
Hoy el panorama está clarísimo: se nos ha impuesto un ambiente y un sistema que juega con nuestros sentimientos y parte de nuestros mismos instintos para hacer su juego y tenernos bajo su dominio: parte de nuestra inseguridad natural y, por consiguiente de nuestro instinto de buscar la seguridad a costa de lo que sea.
Va activando cada uno de nuestros instintos de los que se sirve para tenernos siempre en esa misma inseguridad que produce un miedo terrible a la vida, a las normas, al ambiente, a la gente, al futuro… a Dios con lo que percibimos como el peor de nuestros enemigos todo lo que nos rodea y en consecuencia dejamos de ser nosotros mismos por miedo a perder esos pequeños niveles de “seguridad” que vamos consiguiendo, por lo que renunciamos a la libertad que es lo más grande que tenemos.
El dios dinero se presenta como la respuesta a toda esa inseguridad que su mismo culto se ha encargado de meter en nuestras mentes y en nuestros corazones y como la respuesta a todas las necesidades que ha ido creando para llenar todos nuestros apetitos y expectativas.
El dios dinero se sostiene en el miedo, su sentimiento religioso es la misma inseguridad, su liturgia la alienta el miedo y su religiosidad es la angustia y la competición. En este culto no tienen cabida la solidaridad, la fraternidad, el amor, la amistad… ni siquiera el derecho a soñar y a vivir.
Frente a esta dinámica en la que ha entrado el mundo fabricada por el hombre, Cristo grita a su pueblo: ¡¡ Despertad, cambiad la forma de vivir, que es posible hacerlo de otra forma, no tengáis miedo, confiad en Dios, confiad también en vosotros mismos!!
¡¡ Ni la misma muerte tiene ya poder sobre vosotros!! ; Lo peor que nos puede ocurrir es que nos dejemos coger por la trampa de aquellos que nos convencen de que no es posible vivir de otra forma, pero la trampa se sostiene y triunfa porque nosotros la mantenemos.
Cristo alienta a perder el miedo y a dejarse guiar por la confianza en Dios, Él se va a comprometer con nosotros y hará que encontremos el camino, pues si no abandona a un gorrión o a una flor del campo, ¡cuánto más no hará con uno de sus hijos!
El problema está en que nosotros seguimos confiando más en una chequera que en el amor de Dios.

jueves, 12 de junio de 2008

DOMINGO UNDECIMO -T.O. - -A-

Lectura del libro del Éxodo 19,2‑6a

"Seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa"
En aquellos días, los israelitas llegaron al desierto del Sinaí y acamparon allí, frente al monte. Moisés subió hacia Dios. El Señor lo llamó desde el monte, diciendo: "Así dirás a la casa de Jacob, y esto anunciarás a los israelitas: "Ya habéis visto lo que he hecho con los egipcios, y cómo a vosotros os he llevado sobre alas de águila y os he traído a mí. Ahora, pues, si de veras escucháis mi voz y guardáis mi alianza, vosotros seréis mi propiedad personal entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra; seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa.

REFLEXIÓN
"LA CERTEZA DE LA PRESENCIA DE DIOS"

El pueblo ha tenido la experiencia de la travesía del desierto y de la salida de Egipto; ha podido experimentar cómo Dios ha estado a su lado sin dejarlos un momento; tienen motivos sobrados para confiar en Él… De todas formas Dios quiere que se les quede bien claro y grabado que está a su lado si es que ellos quieren contar con su ayuda y su presencia y por eso pide a Moisés que les recuerde todo lo que ha pasado: “Ya habéis visto lo que he hecho con los egipcios, y cómo a vosotros os he llevado sobre alas de águila y os he traído a mí.” No quiere que quede la menor duda de su actitud: Él va por delante y ofrece la salvación al pueblo, le da la oportunidad de poder dirigirse personalmente a Dios, sin intermediarios, lo quiere hacer un pueblo de sacerdotes, una nación santa. La oferta es sencillamente fascinante, la respuesta será cosa completamente personal del pueblo, lo mismo que las consecuencias.
Cuando esta situación la trasladamos a nuestros días y vamos sacando todos los flecos de su entramado podemos escuchar las mismas palabras que tienen una actualidad impresionante en momentos de nuestra vida:
-En el sacramento del matrimonio Dios se hace presente para hacer una alianza de amor ofreciéndonos la posibilidad de ser familia santa, sacerdotal, con acceso directo a Dios y a su obra, con la promesa de “llevarnos sobre alas de águila” y hacernos fuertes en las dificultades.
- En el bautismo y en la confirmación, Él nos escoge, nos consagra y nos da su fuerza para que podamos arremeter contra todas las dificultades…
-En la Eucaristía y el perdón se nos ofrece como alimento, como fuerza, como esperanza en la lucha sabiendo que ni las caídas harán que Dios retroceda.
¿Qué más podemos pedir? ¿Qué tendría que hacernos para que nos convenzamos y nos fiemos de Él?


Salmo responsorial: 99

Nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.

Aclama al Señor, tierra entera, /
Servid al Señor con alegría, /
entrad en su presencia con vítores, R.
Nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.

Sabed que el Señor es Dios: /
que él nos hizo y somos suyos, /
su pueblo y ovejas de su rebaño. R.
Nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.

El Señor es bueno, /
su misericordia es eterna, /
su fidelidad por todas las edades. R.
Nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.

Lectura de la carta del apóstol S Pablo a los Romanos 5,6‑11
"Si fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón seremos salvados por su vida! "

Hermanos: Cuando nosotros todavía estábamos sin fuerza, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos; en verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atrevería uno a morir; mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros. ¡Con cuánta más razón, pues, justificados ahora por su sangre, seremos por él salvos del castigo! Si, cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, estando ya reconciliados, seremos salvos por su vida! Y no sólo eso, sino que también nos gloriamos en Dios, por nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido ahora la reconciliación.

REFLEXIÓN
"NO HAY OTRO CAMINO"
S. Pablo vuelve a recoger el mismo tema que expresa el libro del Éxodo: es importante que no se olvide lo que Dios ha hecho con nosotros: ha actuado hasta de una forma completamente ilógica y contraria a nuestros esquemas, con lo que queda patente el amor tan grande que tiene por el hombre: cuando estábamos en situación de pecado y de oposición a Dios, cuando lo único que merecíamos era el desprecio y el castigo, pues no hicimos méritos para otra cosa, estando así, Dios apostó por nosotros y entregó a su Hijo Único a la muerte para rescatarnos. Mayor prueba de amor no se puede pensar.
Es importante que no olvidemos esto, lo mismo que era importante para los israelitas el que no olvidasen cómo los había sacado de Egipto, pero no obstante, la gente se olvida e incluso llama “salvador” a aquel que, incluso le trajo la muerte y, en cambio, desprecia a Dios.
La situación sigue repitiéndose con la misma actualidad: S. Pablo se lo recuerda a los romanos porque con mucha facilidad lo olvidan todo y se dejan en manos de otras fuerzas, de otros intereses que les traen la muerte y el hundimiento y se olvidan de Dios.
Hoy, todo el mundo busca la felicidad y anda indagando por un lado y por otro, queriendo encontrar en los rincones y recovecos de la vida lo que está en medio de la plaza y a plena luz del día: la Paz y la FELICIDAD es imposible encontrarla y construirla si no es a base de la práctica de la justicia, del amor y de la verdad, y esto no se puede hacer de espaldas y en oposición a Dios.

Lectura del santo evangelio según S. Mateo 9,36‑10,8
"Llamando a sus doce discípulos, los envió"
En aquel tiempo, al ver Jesús a las gentes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: "La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies." Y llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia. Éstos son los nombres de los doce apóstoles: el primero, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo, el publicano; Santiago el Alfeo, y Tadeo; Simón el Celote, y Judas Iscariote, el que lo entregó. A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones: "No vayáis a tierra de gentiles, ni entréis en las ciudades de Samaria, sino id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis."

REFLEXIÓN

"UNA FORMA DIFERENTE DE HACER Y DE SER"
Jesús mira la realidad de su pueblo y lo ve perdido, desorientado, explotado, hundido… un pueblo al que le han robado la dignidad y lo han convertido en una masa informe a la que cada uno le da la forma que le conviene y siente una pena enorme. No condena al pueblo, sino que invita a los apóstoles y a los discípulos a que abran los ojos y vean lo que está pasando y la necesidad imperiosa que existe.
Jesús envía a sus discípulos a llevar la esperanza al pueblo: “Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca”, pero hay que hacerlo no con demagogia, con intereses, con proselitismo, sino con la verdad y la sencillez que resulta cuando es el amor lo que dirige las cosas y eso se traduce en hechos consoladores: “Curad enfermos” es decir: liberar a las personas de todo aquello que las tiene paralizadas, sometidas, angustiadas, hundidas. Hoy la gente vive llena de todo, pero enferma del alma. Con el sentido de la vida perdido, deprimida.
“Resucitar muertos”: El ambiente actual es de muerte y hay gente instalada en ella, que en su alma ha llegado a creer que la muerte es un bien y hasta un derecho que se tiene. Da una tristeza enorme ver cómo hay gente que se ríe de la esperanza,
“Limpiar leprosos”: La peor de las lepras humanas es aquella en la que la mentira entra en el corazón y es apoyada por la avaricia que te pone la codicia como motor y como horizonte el dinero; la persona la reducimos a monedas y a cheques bancarios. Cuando esto ocurre el corazón del hombre es invadido por la miseria que es la peor de las lepras y la más infecciosa y difícil de de limpiar. La misión de la iglesia será el ayudar a las gentes a vivir con más verdad, sencillez y honradez.
Todo esto solo tiene una forma de hacerse: Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis.

jueves, 5 de junio de 2008

DOMINGO DÉCIMO -T.O- -A-

Lectura del profeta Oseas 6,3‑6
Quiero misericordia, y no sacrificios

Esforcémonos por conocer al Señor: su amanecer es como la aurora, y su sentencia surge como la luz. Bajará sobre nosotros como lluvia temprana, como lluvia tardía que empapa la tierra. "¿Qué haré de ti, Efraín? ¿Qué haré de ti, Judá? Vuestra piedad es como nube mañanera, como rocío de madrugada que se evapora. Por eso os herí por medio de los profetas, os condené con la palabra de mi boca. Quiero misericordia, y no sacrificios; conocimiento de Dios, más que holocaustos."

REFLEXIÓN
"DIOS PERMANECE FIEL A SU PALABRA"
El profeta Oseas pregona abiertamente la misericordia del Señor, actitud que se expresa con la paciencia que está teniendo con el pueblo que constantemente le es infiel; su relación no es sincera, es algo que se desvanece con gran facilidad, como le ocurre a la niebla o al rocío de la mañana: con los primeros rayos del sol desaparece todo, sin embargo la misericordia del Señor es como lluvia temprana que empapa la tierra y la llena de su amor, pero el pueblo no responde lo mismo: todo lo arregla con cuatro sacrificios, ritos vacíos, actos de cumplido creyendo que de esa forma van a contentar a Dios y para Él lo único que lo conforma es un cambio radical de corazón que haga responder con la misma misericordia que Él tiene para con el pueblo: “Quiero misericordia, y no sacrificios; conocimiento de Dios, más que holocaustos."
Estas palabras cobran una actualidad extraordinaria entre nosotros cuando estamos tendemos con tanta facilidad a llenarlo todo de “formulismos”, a preparar grandes escenarios, concentraciones multitudinarias, signos de grandeza, expresiones de poder… y luego nos falta tiempo, capacidad, ternura para dirigirnos a una persona que nos está necesitando y lo único que necesita es que alguien le haga un gesto que le indique que cuenta como persona.


Salmo responsorial: 49

Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.
El Dios de los dioses, el Señor, habla: /
convoca la tierra de oriente a occidente. /
"No te reprocho tus sacrificios, /
pues siempre están tus holocaustos ante mí." R.
Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.
"Si tuviera hambre, no te lo diría; /
pues el orbe y cuento lo llena es mío. /
¿Comeré yo carne de toros, /
beberé sangre de cabritos?" R.
Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.
"Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza, /
cumple tus votos al Altísimo / e invócame el día del peligro: /
yo te libraré, y tú me darás gloria." R.
Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.

Lectura de la carta del apóstol S. pablo a los Romanos 4,18‑25
Se hizo fuerte en la fe, dando con ello gloria a Dios

Hermanos: Abrahán, apoyado en la esperanza, creyó, contra toda esperanza, que llegaría a ser padre de muchas naciones, según lo que se le había dicho: Así será tu descendencia. No vaciló en la fe, aun dándose cuenta de que su cuerpo estaba medio muerto ‑tenía unos cien años, y estéril el seno de Sara. Ante la promesa no fue incrédulo, sino que se hizo fuerte en la fe, dando con ello gloria a Dios, al persuadirse de que Dios es capaz de hacer lo que promete, por lo cual le valió la justificación. Y no sólo por él está escrito: "Le valió", sino también por nosotros, a quienes nos valdrá si creemos en el que resucitó de entre los muertos a nuestro Señor Jesús, que fue entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación.

REFLEXIÓN
"LA GRANDEZA DE FIARSE"

Abrahán se fió de la promesa que Dios le había hecho, aunque a la vista de los hombres fuera algo imposible: él tenía cerca de 100 años y Sara ya anciana y estéril. Abrahán acepta el imposible humano de ser el origen de un gran pueblo, cuando todo le dice que es un disparate lo que está pensando. Sin embargo, se dejó conducir por Dios y aceptó el camino que le presentó… al final ocurrió lo que nadie podía imaginar: ese pueblo hoy llena la tierra y ha traspasado las barreras de la cultura, de la lengua, de la raza y de la misma geografía.
Las promesas de Jesús siguen hoy en pie y resuenan como un eco en la vida del pueblo (de la iglesia) “Yo estaré con vosotros hasta el final de los tiempos…” “No tengáis miedo, yo he vencido al mundo…” “Yo os daré el ciento por uno…” “Yo os daré mi Espíritu que responderá por vosotros…” “No os dejaré solos…”
Esa presencia prometida, ese apoyo no solo prometido, sino demostrado en millones de personas que confiaron en su palabra y se dejaron en sus manos, nada de eso nos sirve como prueba de evidencia y queremos contabilizarlo, comprobarlo y controlarlo… pero cuando eso es así, ya no es fe, ya no es confianza, ya no es creer en su palabra ni fiarse de ella, lógicamente, nos convertimos en obstáculos para la acción salvadora de Dios.



Lectura del santo evangelio según S. Mateo 9,9‑13
No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores


En aquel tiempo, vio Jesús al pasar a un hombre llamado Mateo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: "Sígueme." Él se levantó y lo siguió. Y, estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: "¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?" Jesús lo oyó y dijo: "No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa "misericordia quiero y no sacrificios": que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores."

REFLEXIÓN.
"DEFINITIVAMENTE ESTAMOS EN OTRA ONDA"
Frente a la forma que tiene Jesús de hacer las cosas, choca enormemente lo que nosotros hacemos y cómo lo concebimos: Jesús no excluye a nadie de la posibilidad de su amistad y cuando se encuentra con alguien, celebra el encuentro con una comida: hoy nos lo presenta el evangelio participando en la fiesta que da Mateo cuando se siente llamado por Jesús a seguirlo y Mateo invita a todos sus amigos, publicanos y pecadores a la fiesta en la que Jesús se siente a gusto con ellos mientras la gente lo critica.
En otro momento se encuentra con Zaqueo, otro publicano (pecador público) y el mismo Jesús se hace invitar a su casa y en la sobremesa se da el encuentro y la apertura a la salvación por parte de Zaqueo. La gente, mientras lo critica.
En otro momento Jesús acepta la invitación que le hace un alto dignatario fariseo quien rompe el protocolo con Jesús, tal vez queriendo hacerse el “progre”, pero no fue capaz de soportar la apertura de Jesús que acoge a una mujer de mala reputación que entró a la casa a saludarlo, rompiendo también las reglas. Y Simón se escandaliza.
Si miramos toda la trayectoria de Jesús vemos que su misión la realizó fundamentalmente en el tú a tú con las personas y esos encuentros los corroboraba con una comida, indicando que de la mesa nunca se puede salir indiferente.
Es curioso que su NUEVA ALIANZA la haga también en una comida en la que El mismo es el cordero que se comparte, pero es tremendamente triste que la hayamos cambiado tanto de sentido, que de la Eucaristía lo último que salimos es AMIGOS y HERMANOS, personas nuevas, con una visión completamente distinta del otro; y lo que es mas triste todavía: hasta renegamos, si es que alguien nos invita a participar de algo que le inquiete o celebre en su día: pensemos en sacramentos, bodas, bautizos, funerales… donde cada uno se cuece sus sentimientos, se come su comida y le importa un bledo lo que le ocurre al hermano, que es lo último como lo consideramos.
En aquel momento criticaban a Jesús por hacer las cosas así y hoy seguimos haciendo exactamente lo mismo, aunque disfrazado con otras formas.
El día en que la Eucaristía sea la comida de los amigos que comparten la alegría del encuentro con Jesús y deje de ser un rito de cumplido social o de una norma; el día en que la Eucaristía sea el banquete de la comunidad creyente que celebra la alegría de la lucha por la instauración del reino y no vive pendiente del cumplimiento exacto de unas formulas que tienen un significado tan profundo que nadie entiende ni están en conexión con la vida… ese momento, cada “Cena” será “Lacena del Señor” que transforma la vida del mundo y de todos los que la comparten.

jueves, 29 de mayo de 2008

DOMINGO NOVENO T. O. -A-

PRIMERA LECTURA
Mirad: os pongo delante maldición y bendición

Lectura del Libro del Deuteronomio 11, 18. 26‑28
Moisés habló al pueblo diciendo:
—Meteos mis palabras en el corazón y en al alma, atadlas a la muñeca como un signo y ponedlas de señal en vuestra frente.
Mirad: hoy os pongo delante maldición y bendición: la bendición, si escucháis los preceptos del Señor vuestro Dios que yo os mando hoy; la maldición, si no escucháis los preceptos del Señor vuestro Dios y os desviáis del camino que hoy os marco, yendo detrás de dioses extranjeros que no habíais conocido.

Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
Dios sale al encuentro del hombre, le indica el camino errado y le invita a entrar por el camino que le lleva a buen término, como esas señales que encontramos en la carretera o en las ciudades que te dicen: “dirección prohibida”, “calle sin salida”, “camino en mal estado”… Su palabra es fiable, no quiere que nos equivoquemos y perdamos la vida.
Por el contrario, indica también el camino que nos va a llevar a buen término: “si escucháis los preceptos del Señor vuestro Dios que yo os mando hoy, viviréis” y será vuestra bendición porque triunfaréis.
No obstante, siempre queda la libertad para plantearse frente a la indicación amorosa que Dios da: yo puedo despreciar las indicaciones que me hace Dios, y cuando me encuentre el camino en mal estado o el callejón sin salida de la vida… ¿entonces qué? ¿Me vuelvo a Dios llamándole injusto? ¿Me vuelvo a protestarle por el mal que existe diciéndole que por qué lo permite si es que es un Dios tan poderoso? Y vuelve a demostrarse la grandeza de Dios y su infinita misericordia cuando, a pesar de nuestro cinismo nos sigue manteniendo en la existencia y sigue cuidando de nosotros aguantando hasta que queramos volver la mirada a Él y reconozcamos que nos hemos equivocado y cambiemos.
Dios sabe que la vida se hace a base de elecciones y renuncias y cada paso que damos supone una toma de postura frente a la vida y esas decisiones llevan siempre consigo un cargar con las consecuencias de la decisión que hemos tomado, este es el riesgo del ejercicio de la libertad.
De todas formas Dios nos ha dejado un referente para las decisiones que nos pueden llevar a la felicidad: El ha apostado por la VIDA, por el AMOR, por la JUSTICIA, por la VERDAD, por la FRATERNIDAD…el resto está en nuestras manos.


Salmo responsorial Sal 30, 2‑3a. 3bc‑4. 17 y 25

V/. Sé la roca de mi refugio, Señor.

R/. Sé la roca de mi refugio, Señor.

V/. A ti, Señor, me acojo: no quede yo nunca defraudado; tú que eres justo, ponme a salvo; inclina tu oído hacia mí, ven aprisa a librarme.

R/. Sé la roca de mi refugio, Señor.

V/. Sé la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve, tú que eres mi roca y mi baluarte; por tu nombre dirígeme y guíame.

R/. Sé la roca de mi refugio, Señor.

V/. Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, sálvame por tu misericordia.
Sed fuertes y valientes de corazón, los que esperáis en el Señor.

R/. Sé la roca de mi refugio, Señor.


SEGUNDA LECTURA
El hombre es justificado por la fe, sin las obras de la Ley

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 3, 21‑25. 28

Hermanos:
Ahora, la justicia de Dios, atestiguada por la Ley y los Profetas, se ha manifestado independientemente de la Ley.
Por la fe en Jesucristo viene la justicia de Dios a todos los que creen, sin distinción alguna. Pues todos pecaron y todos están privados de la gloria de Dios, y son justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención de Cristo Jesús, a quien constituyó sacrificio de propiciación mediante la fe en su sangre.
Sostenemos, pues, que el hombre es justificado por la fe, sin las obras de la Ley.
Palabra de Dios

REFLEXIÓN
S. Pablo se plantea el tema de las decisiones del hombre: en un principio optó por darle la espalda a Dios y se destruyó a sí mismo, ya que apostó por el camino equivocado, frente a la propuesta de felicidad que Dios le hizo.
En ese camino equivocado no encontrará jamás la felicidad, por más leyes que establezca para arreglar el entuerto, pues eso es lo que hace la ley, ya que surge siempre para dar respuesta a un fallo cometido y evitar que se vuelva a dar, es algo así como poner un remiendo para que no se vea el roto.
Dios tiene que salir de nuevo al encuentro del hombre y le vuelve a proponer un “estado” completamente nuevo en Jesucristo: se trata de aceptarlo y seguir sus pasos, dejarse amar y salvar por Él. Esto es un regalo excepcional con el que se vuelve a poner en evidencia la voluntad salvadora de Dios.
Pero de la misma manera que al principio, vuelve a ponerse en evidencia la terquedad y el cinismo del hombre que se revuelve, desprecia, se opone y hasta persigue a Jesucristo considerándolo como su opositor.

Aleluya
Ver pags. 292-294 Si no se canta, puede omitirse

EVANGELIO
La casa edificada sobre roca y la casa edificada sobre arena
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 7, 21‑27

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—No todo el que me dice «Señor, Señor» entrará en el Reino de los Cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo.
Aquel día muchos dirán: Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y en tu nombre echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?
Yo entonces les declararé: Nunca os he conocido. Alejaos de mí, malvados.
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente.

REFLEXIÓN

Jesús ha venido presentando todo el programa de vida para aquellos que quieren seguirlo; no es un programa basado en ideas, sino en vida, en realidades, lo que en argot popular decimos “obras son amores y no buenas razones”.
En este sentido sintoniza perfectamente con la mentalidad actual harta ya de palabras y deseosa de realidades a las que poder aferrarse.
Ya en tiempos anteriores a Jesús hubo momentos en los que ocurrió lo mismo ante el deterioro del culto y de la religión que derivó en afinar ideas y en establecer una depuración de los ritos, de manera que la vida se quedaba fuera y surge todo un movimiento en el que se acentúa el amor y la justicia por encima del culto y de las formas.
Algo muy parecido está ocurriendo en nuestro tiempo: la realidad se camufla con un lenguaje que hace que una cosa aparezca otra y lo que es blanco, después de darle unas cuantas vueltas resulta que es negro y viceversa y al final nos damos cuenta que nos quedamos en el vacío y a la deriva.
Ya los profetas de Israel arremetieron contra esta desviación que se había dado en la que el culto y la religiosidad se había puesto por encima de la construcción de una sociedad más justa, donde el espiritualismo y el intimismo se habían puesto por encima de una implicación real en la construcción de una sociedad fraterna, hasta el punto de llegar a decir el profeta Oseas: “Misericordia quiero y no sacrificios” o como diría también el profeta Isaías: “Estoy harto de vuestras fiestas, de vuestros sacrificios, de vuestras oraciones…” y pedía una vida honrada, sincera, solidaria..
Esta dimensión la recoge también Jesús y se decide por ella: “No todo el que me dice «Señor, Señor» entrará en el Reino de los Cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo.” Actuar así es construir sobre seguro y contra esa forma de vivir no habrá argumentos que la destruya

jueves, 22 de mayo de 2008

CORPUS CHRISTI -A- -O8-

PRIMERA LECTURA
Esta es la sangre de la alianza que hace el Señor con vosotros

Lectura del libro del Éxodo 24, 3‑8
En aquellos días, Moisés bajó y contó al pueblo todo lo que había dicho el Señor y todos sus mandatos; y el pueblo contestó a una:
—«Haremos todo lo que dice el Señor.»
Moisés puso por escrito todas las palabras del Señor. Se levantó temprano y edificó un altar en la falda del monte, y doce estelas, por las doce tribus de Israel. Y mandó a algunos jóvenes israelitas ofrecer al Señor holocaustos, y vacas como sacrificio de comunión. Tomó la mitad de la sangre, y la puso en vasijas, y la otra mitad la derramó sobre el altar. Después, tomó el documento de la alianza y se lo leyó en alta voz al pueblo, el cual respondió:
—«Haremos todo lo que manda el Señor y lo obedeceremos.»
Tomó Moisés la sangre y roció al pueblo, diciendo:
—«Ésta es la sangre de la alianza que hace el Señor con vosotros, sobre todos estos mandatos.»

Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

…Y VUELVE A TROPEZAR MIL VECES EN LA MISMA PIEDRA

Dios se adelanta al pueblo y sale al encuentro ante la situación que está viviendo: lo hizo cuando estaban en Egipto: allí vio cómo el pueblo era maltratado y le salió al encuentro enviando a Moisés que les llevaba la propuesta de salir de la esclavitud a cambio de que se unieran y empezasen a sentirse como hermanos; si ellos aceptaban la propuesta, Él los sacaría de Egipto del yugo del Faraón y les daría una tierra que mana leche y miel, los haría un pueblo libre y grande entre todas las naciones, siempre que ellos no se postrasen ni sirvieran a ningún otro dios.
Ahora, que ya habían experimentado cómo Dios no los deja solos, cómo los ha sacado con brazo fuerte y ha obrado prodigios para sacarlos de la esclavitud del faraón, les sale de nuevo al encuentro proponiéndoles un pacto que se sella con la sangre que es derramada sobre el altar y sobre el pueblo, indicando que el que rompa el pacto se hace reo de la sangre.
El pueblo contesta a la propuesta de Dios: —«Haremos todo lo que manda el Señor y lo obedeceremos” Pero no pasará mucho tiempo y los intereses, la desidia, la envidia, los celos, los prejuicios… se meterán en el pueblo lo mismo que entra la polilla en la madera y poco a poco va destruyendo todo lo valioso que hay en el pueblo y en cada persona hasta hacer que se olviden de su propia dignidad y consideran que Dios es un enemigo antes que un Padre y un amigo; el pueblo se olvide de la misericordia de Dios que ha venido demostrándole saliendo a su encuentro para ayudarle a salir de los atolladeros donde se ha metido jugándoselas todas por él.
La historia vuelve a repetirse como con un calco en cada etapa de la vida de la sociedad, de cada pueblo y de cada persona: volvemos a caer en las mismas tentaciones, volvemos a repetir las mismas bajezas y estupideces y volvemos a destruirnos con los mismos argumentos. Por algo se dice que el hombre es el único animal que tropieza dos (mil) veces en la misma piedra”

Salmo responsorial Sal 115 ,12‑13.15 y 16bc. 17‑18 (R/.:13)

R/. Alzaré la copa de la salvación,
invocando el nombre del Señor.
¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación, invocando su nombre. R/.
R/. Alzaré la copa de la salvación,
Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo, hijo de tu esclava;
rompiste mis cadenas. R/.
R/. Alzaré la copa de la salvación,
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo. R/.
R/. Alzaré la copa de la salvación,

SEGUNDA LECTURA
La sangre de Cristo podrá purificar nuestra conciencia

Lectura de la carta a los Hebreos 9, 11‑15
Hermanos:
Cristo ha venido como sumo sacerdote de los bienes definitivos. Su tabernáculo es más grande y más perfecto: no hecho por manos de hombre, es decir, no de este mundo creado.
No usa sangre de machos cabríos ni de becerros, sino la suya propia; y así ha entrado en el santuario una vez para siempre, consiguiendo la liberación eterna.
Si la sangre de machos cabríos y de toros y el rociar con las cenizas de una becerra tienen el poder de consagrar a los profanos, devolviéndoles la pureza externa, cuánto más la sangre de Cristo, que, en virtud del Espíritu eterno, se ha ofrecido a Dios como sacrificio sin mancha, podrá purificar nuestra conciencia de las obras muertas, llevándonos al culto del Dios vivo.
Por esa razón, es mediador de una alianza nueva: en ella ha habido una muerte que ha redimido de los pecados cometidos durante la primera alianza; y así los llamados pueden recibir la promesa de la herencia eterna.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

"CUANDO EL RITO SUPLANTA A DIOS"

Cristo se presenta como contrapunto al ritualismo del templo: para los judíos el templo es el espacio donde se encuentra Dios, el lugar donde su presencia lo llena todo y lo santifica todo, pero esa presencia y esa acción de Dios está sometida al imperio de unas leyes y unas normas estrictas que no tienen en cuenta para nada a la persona y ésta desaparece para que resplandezca la norma, el rito. La sangre de los machos cabrios comprados en el templo, o la forma de rociar la ceniza de esos animales sacrificados, se le daba la fuerza de limpiar los pecados, con lo que el mismo rito o la misma ceniza suplantaban a Dios.
Cristo viene y da un cambio radical a todo esto: se entiende que un rito es para aplacar, dar gracias pedir o bendecir a Dios, pero cuando es el mismo Dios el que realiza esa acción para el hombre, el rito pierde toda su fuerza y solo tiene consistencia en tanto en cuanto está íntimamente conectado con el sentir de Dios y la vida del hombre.
El mismo tema que plantea la carta a los Hebreos vuelve a tener una actualidad enorme en nuestros días:
¿Qué es lo que perdona los pecados, la forma cómo pedimos perdón o Dios Padre, lento a la cólera y rico en misericordia que viendo el arrepentimiento de sus hijos y los deseos de salir de su situación levantan sus ojos a Él, a quien perciben, como Padre amoroso?
¿Qué es lo que llega a Dios, una liturgia hecha a la perfección y cuidada hasta el extremo o la vida sincera de una comunidad que se expresa ante su Padre y comparte entre los HERMANOS sus alegrías, sus penas, sus triunfos y sus fracasos?
Es posible que ambas posturas que deben ir juntas, se disocien y entonces caemos en abusos en un extremo o en otro de forma que hacemos de la liturgia y del rito un teatro vacío y sin sentido, y convertimos la celebración de la Eucaristía o cualquier otro sacramento en una especie de “sustituto” que tranquiliza nuestra conciencia y nos dispensa de seguir a Jesús en el día a día.
O también podemos llegar a comulgar a Cristo ritualmente sin llevarnos a comulgar con los hermanos; comer el pan eucarístico volviendo la cabeza para no ver el hambre de los millones de hermanos y el atropello de su dignidad; cerrando los ojos ante todo el abuso que existe, que está llevando a la cruz a millones de personas, o darnos la paz sin eliminar de nuestros corazones los resentimientos, las críticas, los prejuicios… esa forma de hacer es comer el cuerpo ritualmente, pero no es reconocer lo que el Señor nos dejó.

Aleluya Jn 6, 51
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo
—dice el Señor‑;
el que coma de este pan vivirá para siempre.

EVANGELIO
Esto es mi cuerpo. Ésta es mi sangre

Lectura del santo evangelio según san Marcos 14, 12‑16. 22‑26
El primer día de los Azimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos:
—«¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?»
Él envió a dos discípulos, diciéndoles:
—«Id a la ciudad, encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo y, en la casa en que entre, decidle al dueño: "El Maestro pregunta: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?"
Os enseñará una sala grande en el piso de arriba, arreglada con divanes. Preparadnos allí la cena.»
Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la cena de Pascua.
Mientras comían, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio, diciendo:
—«Tomad, esto es mi cuerpo.»
Cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias, se la dio, y todos bebieron.
Y les dijo:
—«Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos. Os aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios.»
Después de cantar el salmo, salieron para el monte de los Olivos.
Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

PAN QUE SE DEJA AMASAR Y UVA QUE SE DEJA TRITURAR

Jesús solía reunirse constantemente con sus discípulos y con otros amigos para comer y en torno a la mesa fue fortificando sus relaciones. Cada encuentro en la mesa con Jesús era un encuentro salvador, creador de amistad, de fraternidad, de compromiso; ese había sido su estilo, y ese fue el estilo que quiso para sus amigos.
Ahora era consciente que se trataba de la última vez que se sentaría a la mesa con ellos para hablarles del reino, de su proyecto de salvación y de libertad, quería que recordasen toda su vida este momento, que se les quedase grabado cómo era Él, qué era lo que sentía y cómo había enfrentado su vida para que se convirtiese en referente para ellos:
Los ha querido tanto, le duele tanto su pueblo, que quiere ser la fuerza que los mantenga en pie, la alegría el coraje y la esperanza que les haga arremeter contra las dificultades
La máxima expresión de lo que se puede hacer por alguien a quien se quiere la realiza en esta cena: se ha hecho PAN, es decir alimento, fuerza, vida, se ha hecho bebida, vino, que calma la sed y deja la alegría y la paz de Dios.
Los símbolos que nos deja para expresar la realidad que ha hecho son enormemente elocuentes:
EL PAN es de un trigo que se ha dejado moler, aplastar hasta hacerse harina y una harina que se ha dejado amasar, golpear, mezclar, revolver, fermentar... hasta llegar a tomar el gusto y la forma que le conviene al panadero para que esté al gusto del consumidor... ese PAN es Jesús, esa ha sido la voluntad del Padre que ya no ha podido hacer más por el hombre y esto es lo que ha hecho Jesús: se ha dejado en las manos del hombre para que él lo modele, lo amase, lo identifique con su vida, con sus sentimientos y lo convierta en el alimento de su cuerpo.
EL VINO: todos tenemos una idea perfecta de cómo se hace el vino: una uva que se deja pisar, triturar, estrujar hasta que le sale la última gota de su jugo, una uva que deja perder su imagen hermosa para hacerse liquido que calma la sed o que se deja fermentar hasta adquirir los grado que el hombre necesita para sentir el calor y el ardor de su fuerza, una uva que acepta perderlo todo para convertirse en alegría para el hombre. Ese es Cristo, eso es lo que le ha pedido el Padre y eso es lo que Él ha hecho, es el gran regalo que nos ha dejado, es la oferta que nos ha hecho en su nueva alianza, más no se puede dar, más no se puede pedir.
Ahora nos toca a cada uno de nosotros aceptar el regalo y llenarnos de toda su grandeza y hacer de nuestras vidas un nuevo “pan” y un nuevo “vino” o pasar de largo y despreciarlo; de hecho hoy se aboga por despreciarlo como algo inútil, como algo trasnochado que no está a la altura del mundo que vivimos, pues el hombre actual se considera tan grande, que no necesita de un regalo de este tipo y tan orgulloso de si mismo, que lo último que haría es rebajarse a estos niveles, como para hacerse trigo que se muele y harina que se deja amasar o uva que se deja triturar y estrujar para que otros vivan y sean felices a su costa.

jueves, 15 de mayo de 2008

" SANTÍSIMA TRINIDAD" - A-

Domingo después de Pentecostés


PRIMERA LECTURA
El Señor es el único Dios, allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro

Lectura del libro del Deuteronomio 4, 32‑34. 39‑40
Moisés habló al pueblo, diciendo:
—«Pregunta, pregunta a los tiempos antiguos, que te han precedido, desde el día en que Dios creó al hombre sobre la tierra: ¿hubo jamás, desde un extremo al otro del cielo, palabra tan grande como ésta?; ¿se oyó cosa semejante?; ¿hay algún pueblo que haya oído, como tú has oído, la voz del Dios vivo, hablando desde el fuego, y haya sobrevivido?; ¿algún dios intentó jamás venir a buscarse una nación entre las otras por medio de pruebas, signos, prodigios y guerra, con mano fuerte y brazo poderoso, por grandes terrores, como todo lo que el Señor, vuestro Dios, hizo con vosotros en Egipto, ante vuestros ojos?
Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón, que el Señor es el único Dios, allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro. Guarda los preceptos y mandamientos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz, tú y tus hijos después de ti, y prolongues tus días en el suelo que el Señor, tu Dios, te da para siempre.»

Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
Una de las grandes preocupaciones que el hombre de todos los tiempos ha tenido, ha sido el acercare al misterio de Dios; el poder dominarlo y controlarlo, pero es siempre algo que se escapa a sus posibilidades y excede a todas sus expectativas. Pero lo más triste es que siempre el hombre ha sentido a Dios como el que está en el otro lado haciéndole la competencia, obstaculizándole el camino y cada vez que se ha sentido así y ha intentado defenderse o tenerlo como un rival, ha terminado destruyéndose a si mismo
Y es que a Dios no se le puede encuadrar en los esquemas y moldes humanos; a Dios no se le ve con los ojos de la cara, sino con el corazón, lo mismo que todas las cosas grandes, no se pueden observar ni medir con esquemas materiales, permanecen siempre ocultas. A Dios solo se le puede “ver” con los ojos del corazón.
Los maestros de espiritualidad y de teología de la edad Media decían que “donde hay amor, allí hay unos ojos que son capaces de ver” más allá de lo que aparece a la vista. Por eso, cuando un cristiano habla de Dios no expone pruebas deductivas de las que puedas concluir en verdades matemáticas, sino que habla de intimidad, de una experiencia entrañable, de algo que pertenece a un ser tan querido que es inabarcable e inexplicable.
Dios no es una idea oscura y abstracta, ni una energía oculta o una fuerza peligrosa que tengo en frente y que me puede destruir en cuanto me descuide; tampoco es un ser solitario oscuro y huraño que se molesta por cualquier cosa que yo hago; ni un ser sin rostro, frió e indiferente con lo que a mi me ocurra… Dios es ternura, alegría, amistad que se desborda y goza con mi alegría y está a mi lado ofreciéndome siempre su mano para que me sirva de apoyo. Dios es unos brazos abiertos esperando siempre para darme el abrazo de acogida cuando he caído, cuando me siento hundido, cuando las cosas no me han salido como yo deseaba, cuando la vida se me volvió en contra y me dio un revés.

Salmo responsorial 32, 4‑5. 6 y 9. 18‑19. 20 y 22 (R/.: 12b)
R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.

La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R/.
R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.

La palabra del Señor hizo el cielo;
el aliento de su boca, sus ejércitos,
porque él lo dijo, y existió, él lo mandó, y surgió. R/.
R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R/.
R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
que tu misericordia, Señor,
venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R/.
R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.


SEGUNDA LECTURA
Habéis recibido un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: «¡Abba!» (Padre)

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 14‑17
Hermanos:
Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios.
Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: «¡Abba!» (Padre).
Ese Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos de Dios; y, si somos hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, ya que sufrimos con él para ser también con él glorificados.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
S. Pablo se dirige a los cristianos de Roma con un argumento de esos que llaman de “cajón”: “hemos sido hechos hijos, en consecuencia somos herederos de Dios junto con Cristo; en el bautismo hemos muerto para nacer a la vida de los hijos de Dios; por lógica contundente: si es que en nosotros vive el Espíritu Santo, hemos de ser testigos de esa vida que llevamos y dar los signos propios de ella.
Pero eso que aparece tan evidente, cuando observamos en la realidad nos damos cuenta que la evidencia no solo se pierde, sino que resulta tremendamente complicado y difícil; pero lo que más difícil resulta es querer demostrar que es de día en plena noche, algo así como demostrar la cuadratura del círculo: decir que somos hijos y que nos mueve el Espíritu de Dios cuando renegamos de esa filiación y vivimos contrariamente a ella, pero sin embargo confesamos que somos los mejores hijos, que amamos a Dios más que nadie, aunque a nuestra manera y, sobre todo, que estamos dispuestos a recibir la herencia que nos regala ¡cómo no! Algo a sí como el hijo que rompe con su padre, lo desprecia… y a la hora de la verdad asoma para recoger lo que le pertenece. Esta forma de ser y de actuar tiene otro nombre en el argot popular: “cara dura”
Y somos unos caras duras cuando el principio que Cristo nos dejó como norma para que se reconociese su iglesia en el mundo lo hemos cambiado por la ley y hemos hecho compatible el ser cristiano con la acomodación a todas las leyes del mundo que nos permiten contemporizar con la injusticia, con la mentira, con la violencia, con el comercio, con el atropello… y luego se arregla todo de modo que parezca bueno, santo y bendito.

Aleluya Ap 1, 8
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,
al Dios que es, que era y que viene.

EVANGELIO
Bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo
Lectura del santo evangelio según san Mateo 28, 16‑20
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
—«Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra.
Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.»

Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
Ha llegado la “Hora de Dios”. Hasta este momento los hombres habían pensado siempre en un Dios solo, justiciero, lejano, inaccesible, iracundo, siempre sediento de sacrificios expiatorios por fallos cometidos, una especie de ogro implacable.
La propuesta de Jesús derriba todas las barreras que por siglos habían tenido separado al hombre de Dios: “sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” Decid esto a todos los hombres de todos los tiempos y de todos los lugares, enseñadles lo que habéis visto y oído durante el tiempo que habéis estado a mi lado, invitadlos a que se dejen amar en el nombre del que solo puede AMAR.
Cuando esto no lo hemos comprendido, es lógico que nos acerquemos a Dios con otros intereses y con otro tipo de relación interesada pues intentamos comprar su poder para nuestro bien. O cuando nos olvidamos que Dios es Amor, entonces nos fabricamos otra cosa, un dios falso lleno de poder o de otra cosa con la que nosotros podamos manipular y nos inventamos una religión que está más cerca de la magia que de la fe cristiana.
El momento en que uno siente desde la fe que Dios es sólo AMOR y se da cuenta que no puede ser otra cosa que eso: AMOR, vivo y palpitante en lo más hondo de nuestra vida, que hace que la persona se transforme y se eleve por encima de todas las dificultades y contradicciones, entonces se entiende que eso de la Trinidad no es un cuento ni una quimera, sino una realidad que salta por encima de toda experiencia. Es ahí donde se entiende todo el misterio del amor de Dios manifestado en Cristo.

jueves, 8 de mayo de 2008

DOMINGO DE PENTECOSTÉS -A-


PRIMERA LECTURA
Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 2, 1‑11

Todos los discípulos estaban juntos el día de Pentecostés. De repente un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería.
Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos preguntaban:
—¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿como es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa?
Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
Cuando nos disponemos a hablar del Espíritu Santo nos ocurre algo así como si nos ponemos a hablar de la VIDA, es algo tan grande, tan complejo y a la vez tan simple que no sabes por dónde empezar o por dónde seguir, porque por cualquier sitio que intentes te encuentras inundado.
El pasaje del libro de los Hechos es tan elocuente que cada una de sus palabras está cargada de un significado enorme: El marco donde el Espíritu llega es justamente en el momento en el que el pueblo celebra la donación de la Ley que hace Dios a Moisés en el Sinaí; el Espíritu Santo es la superación de la Ley antigua por la Nueva Alianza en la que Dios estará presente no en una ley escrita, sino siendo vida, fuerza, luz y aliento para su pueblo.
Cuando S. Lucas tiene que describir esa presencia del Espíritu lo hace con unas imágenes que fácilmente nos pueden ayudar a entender su acción, pues de Dios no podemos describir cómo es, sino que lo distinguimos por sus rastros, por lo que hace y su acción es como la del fuego, algo volátil, simple, incontrolable pero que donde se acerca purifica, cambia, destruye, transforma todo lo que encuentra sin que haya algo que se le resista.
La misma cosa ocurre con el viento: no se ve, no se puede coger, solamente se percibe que está ahí, pues se siente, vivifica, nos da aliento… pero cuando arrecia es imparable e incontenible y arrolla todo lo que encuentra sin que haya algo que lo pueda contener.
La misma cosa ocurre con un terremoto: es una fuerza tan impresionante que lo trastorna todo, que lo cambia todo y lo hace todo nuevo, destruyendo todo lo que hay; una fuerza imposible de controlar.
El Espíritu Santo es como todo eso y cuando entra en una persona la purifica, la cambia, la transforma, la vivifica, le da una fuerza que aunque físicamente esté acabada es tan poderosa espiritualmente que no se le resiste nada.
En esta experiencia vital no interviene la ley que queda superada por el Espíritu pues la ley no puede transformar ni purificar ni hacer santos ni dar la libertad.
Pero además, esta presencia del Espíritu queda marcada por otro signo que tiene un eco en el Antiguo Testamento: cuando los hombres se enfrentaron a Dios y quisieron echarle un pulso, instituyeron Babel que es el signo de la discordia en donde los hombres se incapacitaron para ponerse de acuerdo para otra cosa que no sea para hacer el mal. El Espíritu Santo es el único que es capaz de organizar al hombre para el bien y su lenguaje lo entiende todo el mundo, hasta los animales y las plantas, es el lenguaje del AMOR, de la JUSTICIA y de la VERDAD.
Aunque suene a disparate lo que digo, hoy estamos necesitando un NUEVO PENTECOSTÉS, y suena a disparate porque el espíritu vive entre nosotros, pero estamos tan ciegos que el afán de dinero ha cegado el corazón de los hombres y se ha incapacitado para ver la presencia del Espíritu. Cuando esto ocurre la miseria ha invadido el corazón del hombre y necesita un revulsivo tan fuerte que haga los efectos del fuego, del terremoto o del volcán en el corazón del hombre.
Una señal clara de lo que estoy diciendo la podemos ver en uno de los pecados del siglo que indica cómo los hombres vamos retrocediendo: los nacionalismos que nos impiden el que los hombres nos entendamos y vamos acotando hasta que nos ahoguemos en nuestra miseria y estupidez.
Dice el libro de los Hechos que “todos escuchaban en su propio idioma” es decir todos se entendían, en el mundo actual cada vez nos cerramos y nos entendemos menos




Salmo responsorial Sal 103, 1ab y 24ac. 29bc‑30. 31 y 34

V/. Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra. (o, Aleluya)

R/. Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de 1a tierra.

V/. Bendice, alma mía, al Señor. ¡Dios mío que grande eres !
Cuántas son tus obras, Señor; la tierra está llena de tus criaturas.
R/. Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.

V/. Les retiras el aliento, y expiran, y vuelven a ser polvo;
envías tu aliento y los creas, y repueblas la faz de la tierra.

R/. Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.

V/. Gloria a Dios para siempre, goce el Señor con sus obras.
Que le sea agradable mi poema, y yo me alegraré con el Señor.

R/. Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.


SEGUNDA LECTURA

Hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 12, 3b‑7. 12‑13

Hermanos:
Nadie puede decir «Jesús es Señor», si no es bajo la acción del Espíritu Santo.
Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de servicios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos.
En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.
Porque, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.
Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.


REFLEXIÓN
Uno de los signos más claros de la presencia del Espíritu Santo es cuando empieza a darse la UNIDAD, pues aunque el Espíritu da una riqueza enorme, porque diversifica, pero toda esa diversidad es lo que enriquece la unidad, pues todo se da para todos, en beneficio del conjunto.
S. Pablo, cuando le habla a los Corintios de la acción del Espíritu Santo les dice que es LA VIDA del Cuerpo, que es la iglesia, y ese cuerpo tiene infinidad de miembros y es la misma VIDA la que los vivifica a todos, para que cada uno ejerza su función en beneficio del resto.
Ningún miembro puede considerarse ni más ni menos importante que los demás, porque todos se necesitan y todos se apoyan, y el momento en que falle uno repercute en todos.
Es el principio máximo de solidaridad por el que el ser humano se dignifica SIRVIENDO a los demás, que es la máxima expresión del amor y por el que se demuestra nuestra grandeza: el hombre es grande no por lo que tiene, sino por lo que sirve, por la capacidad de hacer que los demás se sientan bien por su causa.
Puede plantearse una pregunta: ¿Cómo saber si un don viene del Espíritu Santo o si se hace en nombre del mismo Espíritu? La respuesta se presenta inmediata: el Espíritu es siempre creador de UNIDAD, por lo tanto, todo don o acción que divide y distorsiona la vida de la comunidad, sin lugar a duda, no viene ni se realiza con la fuerza del Espíritu, sino con otra fuerza, con otro “espíritu”.
Para poder ver la autenticidad de ese don, es cuestión de observar los efectos que produce de crecimiento del resto del cuerpo o si, por el contrario, entorpece su crecimiento

Secuencia

Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre
si tu le faltas por dentro;
mira el poder del pecado
cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones
según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.
Amén.



Aleluya
Si no se canta, puede omitirse

Aleluya, aleluya.
Ven, Espíritu Santo,
llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos la llama de tu amor.
Aleluya.

EVANGELIO
Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Recibid el Espíritu Santo

Lectura del santo Evangelio según San Juan 20, 19‑23.

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas, por miedo a los judíos. En esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
—Paz a vosotros.
Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
—Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.
Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
—Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.


REFLEXIÓN
S. Juan describe el momento supremo de Jesús de otra forma distinta a como lo hace S. Lucas: En todo el evangelio ha venido destacando en muchos momentos la “Hora” de Jesús. Este es el momento, la “hora” a la que Jesús se refería y en el que hace entrega de su Espíritu, de la misma manera que el Padre se lo ha dado a Él, ahora entrega la misión a sus discípulos para que construyan la PAZ que Él ha traído y que ha comenzado, ahora ellos deberán entregar al mundo.
Esta es la “hora” de la PAZ, el momento en que empieza definitivamente una nueva era de la historia de la humanidad en la que Dios se queda con el hombre y asume la misma historia de los hombres; desde este momento la historia se convierte en lugar de encuentro con el Dios Vivo.
El Espíritu que entrega Jesús es un Espíritu de PAZ de Perdón de Reconciliación: “a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.”
El Espíritu que distinguirá a la iglesia ha de ser siempre éste y no es posible confundirlo con un espíritu que aliente la guerra, el odio, la división, la exclusión, el miedo, la insolidaridad, el terror, o la angustia.
Si antes hablábamos de formas de distinguir el verdadero Espíritu, es cuestión de mirar los efectos que produce y cualquier espíritu que en la persona no produzca estos efectos, no es el Espíritu del Señor resucitado que nos llena de alegría y de liberación, sino otro espíritu que destruye y envenena o confunde, rompiendo la PAZ y la UNIDAD.

jueves, 1 de mayo de 2008

ASCENSIÓN DEL SEÑOR - Dom. VII Pascua -A-

PRIMERA LECTURA
Se elevó a la vista de ellos

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 1, 1‑11

En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo, y: enseñando hasta el día, en que dio instrucciones a los apóstoles, que había escogido movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo. Se les presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo y, apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del reino de Dios.
Una vez que comían juntos les recomendó:
—No os alejéis de Jerusalén; aguardad que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo os he hablado. Juan bautizó con agua, dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo.
Ellos lo rodearon preguntándole:
—Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar la soberanía de Israel?
Jesús contestó:
—No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los confines del mundo.
Dicho esto, lo vieron levantarse hasta que una nube se lo quitó de la vista. Mientras miraban fijos al cielo, viéndole irse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron:
—Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo, volverá como le habéis visto marcharse.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 46, 2‑3. 6‑7. 8‑9

V/. Dios asciende entre aclamaciones, el Señor, al son de trompetas. (o, Aleluya).

R/. Dios asciende entre aclamaciones, el Señor, al son de trompetas.

V/. Pueblos todos batid palmas, aclamad a Dios con gritos de júbilo; porque el Señor es sublime y terrible, emperador de toda la tierra.

R/. Dios asciende entre aclamaciones, el Señor, al son de trompetas.

V/. Dios asciende entre aclamaciones, el Señor, al son de trompetas; tocad para Dios, tocad, tocad para nuestro Rey, tocad.

R/. Dios asciende entre aclamaciones, el Señor, al son de trompetas.

V/. Porque Dios es el rey del mundo; tocad con maestría. Dios reina sobre las naciones, Dios se sienta en su trono sagrado.

R/. Dios asciende entre aclamaciones, el Señor, al son de trompetas.

REFLEXIÓN
Cuando Jesús salió de su tierra, de Galilea y se fue al Jordán donde se bautizó y decidió dar un cambio a su vida, se fue al desierto durante 40 días (una cuaresma, un tiempo de preparación para un acontecimiento: entregarse a la causa del reino), después reunió a los discípulos y con ellos comenzó a vivir esa nueva dimensión del reino que predicaba.
Cuando muere y resucita se da una nueva situación: los discípulos se han decepcionado y hay que recomenzar recuperando la confianza perdida y Jesús pasa 40 días, otra cuaresma, preparando la nueva etapa que va a comenzar con la venida del Espíritu Santo: algo completamente nuevo en donde los discípulos van a experimentar una presencia nueva de Jesús en medio de ellos, presencia que va a hacer que cambien completamente sus vidas, cosa que no había podido ser durante el tiempo que Jesús estuvo con ellos.
Será el Espíritu quien les de fuerza para transformarse, para ser hombres nuevos y para ser capaces de dar el testimonio de Jesucristo hasta los confines del mundo “Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los confines del mundo.” Sin el Espíritu Santo será imposible seguir los pasos a Jesús, por eso decía constantemente que era necesario que viniera el Espíritu, solo con Él iban a entender todo y a ser capaces de todo.
La pregunta que hoy sigue en pie es siempre la misma: ¿Qué ocurre hoy que el Espíritu parece que está callado y ausente? La respuesta pienso que es evidente: el hombre actual se cree que lo sabe todo, que lo puede todo, y no necesita de nadie; mientras no acepte que es un pobre ciego ignorante, no logrará captar la grandeza de la vida y del hombre y del universo para poder valorarlo y amarlo, tampoco el Espíritu del Señor puede actuar allí donde el hombre no lo deja.


SEGUNDA LECTURA
Lo sentó a su derecha en el cielo

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Efesios 1, 17‑23

Hermanos:
Que el Dios del Señor nuestro Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro.
Y todo lo puso bajo sus pies y lo dio a la Iglesia, como Cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo, en todos.
Palabra de Dios




REFLEXIÓN
No se puede desear un regalo más grande para la persona que el que S. Pablo pide para los efesios: que Dios Padre “os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da”. Es la bendición que pide para la comunidad
Efectivamente, el regalo más grande que Dios les puede hacer es que puedan tener una visión clara de la verdad y un espíritu fuerte para seguirla; al contrario, no puede haber desgracia mayor en la vida que ser un ignorante y encima creer que se lo sabe todo y que está en posesión de la verdad. El hombre que llega a esta situación es un cadáver andando y lo que deja a su paso es la muerte, pues al creerse que lo sabe todo, que está en posesión de la verdad, desprecia a los otros, los manipula, los somete y les quita la libertad convirtiéndose en un déspota y en un elemento peligroso. Esto dio lugar a que los judíos cayeran en el error que cayeron y mataron al autor de la vida, o que Hitler llegara a cometer los atropellos que cometió, o a este tipo que nos ha traído la prensa estos días con el secuestro de su hija durante 24 años y los disparates que ha cometido… y este es el gran error que hoy se está cometiendo en la humanidad al poner como única meta del hombre el dinero y por él se está condenando el planeta a su destrucción o poner la muerte como un derecho que se justifica con una ley. No se puede llegar a un grado de estupidez mayor. Pero hasta nos sentimos orgullosos de haberlo logrado.



Aleluya Mt 28, 19 y 20
Si no se canta, puede omitirse

Aleluya, aleluya.
Id y haced discípulos de todos los pueblos, dice el Señor.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.
Aleluya.

EVANGELIO
Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra

Final del santo Evangelio según San Mateo 28, 16‑20
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
Al verlo ellos se postraron, pero algunos vacilaban.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
—Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra.
Id y haced discípulos de todos los pueblos bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.

REFLEXIÓN
S. Mateo narra la conclusión de la misión de Jesús y el comienzo de la de los apóstoles. Hasta ahora han estado a su lado, le han ido viendo y contemplando todo lo que ha hecho, desde ahora en adelante son ellos los que tendrán que realizar todo lo que han visto y oído, comenzando de nuevo por Galilea hasta los confines del mundo enseñando a guardar todo lo que Él les ha mandado.
Pero Jesús se queda con ellos: de ahora en adelante será su Espíritu el que les impulsará, les animará, los fortalecerá, los iluminará para que hagan lo que Él ha hecho.
La obra que Jesús inició será ahora la iglesia la que la continúe con la fuerza de su Espíritu. La iglesia será la imagen nueva y visible de la presencia de Cristo resucitado en la tierra.
Será la iglesia la que hará presente en el mundo los gestos, las actitudes, el mensaje que Cristo comenzó. Quien vea la iglesia debe ver o percibir la presencia de Cristo resucitado, quien se acerque a la iglesia debe notar que la fuerza salvadora y liberadora de Jesucristo le ha tocado.
La promesa de Cristo es real: “yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” El sigue caminando en su iglesia y es fácilmente constatable en aquellos lugares, momentos y situaciones en donde la iglesia responde a su originalidad y se presenta con su rostro limpio y no acepta asumir aquello que no es suyo.
El problema se da cuando la iglesia en su camino va cogiendo cosas que no son suyas y se las pone, cuando quiere acordar aparece como un fantasma que se parece a otra cosa y no a Jesucristo.
Hay una pregunta que siempre me hago y me cuesta dar la respuesta: ¿Por qué a la iglesia se la identifica con el poder, con la prepotencia, con el dinero… y no con los pobres, los abandonados, los marginados…? A Cristo se le persiguió por estar vinculado a este sector de la humanidad y por su compromiso con él. También a la iglesia se la persigue en muchas partes del mundo por lo mismo y eso es lo que le da su verdadero ros
tro.