martes, 26 de octubre de 2010

DOMINGO XXXI DEL TIEMPO ORDINARIO -C-

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de la Sabiduría 11, 22—12, 2
Te compadeces, Señor, de todos, porque amas a todos los seres

Señor, el mundo entero es ante ti como grano de arena en la balanza, como gota de rocío mañanero que cae sobre la tierra.
Pero te compadeces de todos, porque todo lo puedes, cierras los ojos a los pecados de los hombres, para que se arrepientan.
Amas a todos los seres y no odias nada de lo que has hecho; si hubieras odiado alguna cosa, no la habrías creado.
Y ¿cómo subsistirían las cosas, si tú no lo hubieses querido?
¿Cómo conservarían su existencia, si tú no las hubieses llamado?
Pero a todos perdonas, porque son tuyos, Señor, amigo de la vida.
Todos llevan tu soplo incorruptible.
Por eso, corriges poco a poco a los que caen, les recuerdas su pecado y los reprendes, para que se conviertan y crean en ti, Señor.
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN

“UN AMOR A TODA PRUEBA”

Hay algo que choca frontalmente con nuestra manera de hacer: cuántas veces ocurre que llegamos a decir: “Si yo fuera Dios o yo tuviera en mis manos el poder para hacer las cosas, cambiaría de un plumazo la realidad” y nos quitaríamos de en medio a todos aquellos que, según nuestros esquemas, no responden a lo que pensamos y deseamos. Esto lo estamos viendo hasta la saciedad en todos aquellos que llegan a un nivel de poder, en el ámbito que sea, y barren con todo lo que había, no dejando en pie cualquier cosa que pueda tener relación con el anterior que estuvo en el cargo.
Dios, en cambio, da la sensación de que ni existiera, pues todo va lento, nada parece que cambia o si lo hace es con una lentitud inapreciable. Pero resulta que así es el ritmo de la vida entera: nada se ve, nada se precipita, pero todo va creciendo sin ruidos y sin grandes espavientos. Dios respeta y deja plena libertad incluso para que hagamos el mal, como si no le importara, y es que para Dios, lo que realmente cuenta y le interesa es el hombre pues quiere que el pecador se de cuenta de su camino errado, se convierta y cambie.
Por tanto, no es que a Dios no le importe la creación o el daño que el hombre va haciendo a todo aquello que El ha hecho y se lo ha regalado al hombre para que sea feliz, ¡claro que le importa! Esa creación es el hábitat, la casa donde el hombre ha de vivir, lo que le ocurre es que, por encima de todo, le importa el hombre que es lo que le da sentido a toda la creación.
El autor del libro de la Sabiduría intuye esta dimensión y ve como la bondad y la paciencia de Dios, que podría destruirlo todo y barrerlo de un solo golpe, se convierte en amor que “juzga con mansedumbre y gobierna con indulgencia” para que el pecador pueda encontrar la oportunidad de arrepentirse y cambiar.
Si existen los enemigos de Dios es porque su amor abarca a todos los hombres y no solo a su pueblo y los deja que vivan para que puedan encontrarlo y sentir que los quiere.
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Salmo responsorial Sal 144, 1‑2. 8‑9. 10‑11. 13cd‑14 (R.: cf. 1)

R. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;
bendeciré tu nombre por siempre jamás.
Día tras día, te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás. R.
R. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R.
R. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.

Que todas tus criaturas te den gracias,
Señor, que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R.
R. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.

El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan. R.
R. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.


SEGUNDA LECTURA

Lectura de la 2ª carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 1, 11 ‑ 2,2
Que Cristo sea glorificado en vosotros, y vosotros en él

Hermanos:
Pedimos continuamente a Dios que os considere dignos de vuestra vocación, para que con su fuerza os permita cumplir buenos deseos y la tarea de la fe; para que así Jesús, nuestro Señor, sea glorificado en vosotros, y vosotros en él, según la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo.
Os rogamos, hermanos, a propósito de la venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra reunión con él, que no perdáis fácilmente la cabeza ni os alarméis por supuestas revelaciones, dichos o cartas nuestras, como si afirmásemos que el día del Señor está encima.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“LA TENTACIÓN DEL DESÁNIMO”
S. Pablo se dirige por segunda vez a la comunidad de Tesalónica, dándole gracias porque se siguen manteniendo firmes, a pesar de todas las dificultades y los contratiempos que están existiendo, pues hasta están llegando a la comunidad cartas falsas que perturban y confunden a la gente, diciendo que vienen de parte de él sosteniendo cosas que nunca ha dicho, con lo que se pone en peligro la unidad.
Ante este problema, Pablo les pide que se mantengan firmes y seguros en lo que oyeron de sus labios, que eso no ha cambiado, y no se dejen llevar de los sensacionalismos alarmistas que están llegando y se están metiendo aunque digan que es él quien lo está diciendo.
Él les ha mostrado un Dios Padre lleno de amor, tal como Cristo nos transmitió y no un Dios vengativo, lejano y justiciero. Eso es lo que deben creer y mantener como doctrina segura y en lo que han de centrar toda su esperanza y su identidad.
Frente a los rumores que andan de que se va a terminar el mundo, les invita a dejar de pensar en esas cosas y a que se impliquen en la lucha por ir cambiando cada día este mundo, a pesar de las dificultades que van apareciendo y a no evadirse, cayendo en la tentación de dejarse evitando todo esfuerzo, pensando que ya no vale la pena trabajar ni seguir luchando; hacer esto no es cristiano, pues la glorificación de Jesús viene por la implicación que el cristiano toma, por establecer el reino de Dios incluso teniendo que llegar a la cruz, si es que fuera necesario.


Aleluya Jn 3, 16
Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único. Todo el que cree en él tiene vida eterna.


EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 19, 1‑10
El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido

En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad.
Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo:
—«Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.»
É1 bajó en seguida y lo recibió muy contento.
Al ver esto, todos murmuraban, diciendo:
—«Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.»
Pero Zaqueo se puso en pie y dijo al Señor:
—«Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.»
Jesús le contestó:
—«Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán.
Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.»
Palabra del Señor

REFLEXIÓN

“EL DIOS QUE NOS ESPERA”

Zaqueo es uno de los excluidos por la ley, un enemigo del pueblo y de Dios, un despreciado como traidor y apátrida vendido a los romanos… sin embargo, en el corazón de Zaqueo pervive el deseo de encontrarse con Dios y vivir en paz con Él, el deseo de ser tenido como persona, de ser aceptado y respetado en la comunidad…
Es interesante tener en cuenta algo que incide en este pasaje: Jericó es el signo de la liberación que Dios hizo a su pueblo: Josué rodeó sus murallas y las derribó, dando la victoria final del éxodo al pueblo. En Jericó se va a dar también la derrota de Jesús, el nuevo Josué, que va a realizar lo que aparentemente es imposible, tanto como el que entre un camello por el ojo de una aguja y es que un rico despegue su corazón de las riquezas y se salve.
Jesús lo consigue de Zaqueo: «Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.». en Jericó se presenta también la derrota al peor de los enemigos del hombre: la avaricia y la codicia que representan el culto a Mamón.
En el encuentro con Jesús, Zaqueo abre su casa y su corazón a los pobres y al perdón, a la reconciliación y a la justicia.
Sin embargo, vuelve a quedar en el aire la otra realidad que ya exponía en la parábola del hijo pródigo: el hermano mayor, el bueno, el que cumplía al pie de la letra la ley, no entró a la fiesta, no se quiso reconciliar, ni abrió su corazón a su hermano, sino que se quedó juzgando al padre y al hermano.
Aquí también los justos, los buenos, los cumplidores, de la ley se quedaron fuera criticando al ver que Jesús se ha acercado a Zaqueo y éste ha abierto su corazón a Dios.
La propuesta sigue estando en pie: ¿Quién está dispuesto a bajar las barreras, a sentir y reconocer su pecado y aceptar que Dios es un regalo para todos?
El reto de Jesús sigue siendo fuerte para todos y, fundamentalmente a la iglesia a la que le invita a seguir presentando el rostro de Dios “amor incondicional”, “acogida total” “escucha sin límites”

miércoles, 20 de octubre de 2010

DOMINGO XXX DEL TIEMPO ORDINARIO -C-

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del Eclesiástico 35, 12‑14. 16‑18
Los gritos del pobre atraviesan las nubes

El Señor es un Dios justo, que no puede ser parcial; no es parcial contra el pobre, escucha las súplicas del oprimido; no desoye los gritos del huérfano o de la viuda cuando repite su queja; sus penas consiguen su favor, y su grito alcanza las nubes; los gritos del pobre atraviesan las nubes y hasta alcanzar a Dios no descansan; no ceja hasta que Dios le atiende, y el juez justo le hace justicia.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“DIOS ES JUSTO”

El autor del libro del Eclesiástico, teniendo presente la sabiduría del pueblo que muestra con contundencia algo que se muestra tan evidente como la luz del sol y es que Dios es justo y no favorece a unos perjudicando a otros, ni deja pasar por alto las injusticias que causan daño a otros y, sobre todo si es que son pobres.
De la misma manera, Dios no tolera el atropello de los débiles y se pone siempre a su lado, ni deja de escuchar a los justos. Estas son verdades que no se pueden ni olvidar ni dejar aparcadas a un lado, pues son la base de nuestra esperanza y el pueblo ha de tener siempre presente.
Al final termina diciendo que la justicia de Dios no puede borrarla nadie y no cesa hasta que se realice, es decir: -con palabras nuestras- “la vida no se queda con nada de nadie y al final, cada cosa se pondrá en su sitio”.
Pero el problema se da cuando nosotros queremos poner las cosas en el sitio que creemos y entonces entramos en la misma dinámica del mal, respondiendo con la misma moneda, ahí ya no es la justicia la que funciona, sino la fuerza y la violencia dando siempre como resultado que el pez grande se come al pequeño.

Salmo responsorial Sal 33, 2‑3. 17‑18. 19 y 23 (R.: 7a)

R. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha.
Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R.
R. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha.
El Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias. R.
R. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha.
El Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
El Señor redime a sus siervos,
no será castigado quien se acoge a él. R.
R. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha.


SEGUNDA LECTURA

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 4, 6‑8. 16‑18
Ahora me aguarda la corona merecida

Querido hermano:
Yo estoy a punto de ser sacrificado, y el momento de mi partida es inminente.
He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe.
Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día; y no sólo a mí, sino a todos los que tienen amor a su venida.
La primera vez que me defendí, todos me abandonaron, y nadie me asistió. Que Dios los perdone.
Pero el Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles. Él me libró de la boca del león.
El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo.
A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“LA DIDELIDAD AL CARISMA ORIGINAL”

S. Pablo hace una confesión de su vida a su amigo Timoteo, cuando se encuentra la final de sus años: Pablo tiene el presentimiento que las cosas han llegado a su fin y lo expresa utilizando dos imágenes muy interesantes: la primera la coge de lo que suele hacerse en el culto: su vida ha sido sacrificada por la causa de Jesús, no ha sido por algo inútil, sino por una causa noble y lo ha hecho sabiendo lo que hacía: es una carrera que él ha hecho, en la que ha puesto su vida y se siente orgulloso de haber corrido bien la carrera, de haber llegado a la meta manteniendo intacto el mensaje que se encomendó.
Reconoce también que no se ha sentido solo: el Señor ha estado a su lado dándole las fuerzas que necesitaba para resistir el combate, pues ha supuesto una lucha fuerte contra todos los elementos.
Compara su vida con la de Jesús y ve que ha seguido los mismos pasos: ha sido traicionado de la misma manera que lo fue Jesús: “La primera vez que me defendí, todos me abandonaron, y nadie me asistió”

Aleluya 2 Co 5, 19
Dios estaba en Cristo, reconciliando al mundo consigo, y a nosotros nos ha confiado la palabra de la reconciliación.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 18, 9‑14
El publicano bajó a su casa justificado, y el fariseo no

En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola:
—«Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior:
"¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo."
El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo:
"¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador."
Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»
Palabra del Señor.


REFLEXIÓN

“YO NO SOY COMO ESOS”

El pasaje de este domingo, que todos nosotros conocemos como la parábola del fariseo y el publicano, más que una parábola, que pudiera servir de referente para una comparación, es la narración de un hecho real que se daba a cada momento quitándole los nombres y apellidos. De alguna manera viene a completar lo que nos decía el domingo pasado sobre la necesidad que tenemos de confiar en Dios para poder acercarnos a Él
Hoy nos presenta la foto de lo que a diario podemos encontrar: nos muestra dos personajes que viven dos situaciones distintas y que, por tanto, interiormente tienen sentimientos distintos frente a Dios.
Estas dos imágenes tienen una traducción perfecta en nuestros días y pueden servir de narración para hoy casi con las mismas palabras.
1º- Aparece el fariseo, que la sociedad, la ley, la estructura, la religión… lo han colocado en el marco de los “buenos” y él responde de acuerdo al papel social que se le ha impuesto: según la ley, por fuerza, obligadamente Dios ha de estar en deuda con esa estructura social, los pertenecientes a ella tienen asegurada la salvación y por eso, allí delante, frente a frente, casi de tú a tú le saca a relucir para que no se le vaya a olvidar todo lo que hace: “Yo ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo… yo no soy ladrón ni injusto, ni adúltero…” por tanto, casi le exige a Dios que esté agradecido y, por eso mismo, se atreve a juzgar al otro: “Yo no soy como ese publicano”
El 2º personaje es el pecador, el publicano, el excluido y despreciado por todos; la ley lo considera un enemigo del pueblo, un ser despreciable. Delante de Dios, aunque siente que su conciencia no le reprocha, pero intuye que Dios está con los otros y no se atreve a dar un paso hacia delante, se queda atrás, en un rincón, sin atreverse ni siquiera a ponerse de pie, se queda prosternado, con la vista al suelo, golpeándose el pecho y pidiendo a dios que tenga compasión de él y lo perdone, sabiendo que todo lo que reciba, incluso la atención de Dios, no es más que un rtegalo del amor y de la misericordia de Dios, a lo que él no le queda más remedio que responder de la misma forma.
Al contemplar esta imagen no podemos evitar el traer a la escena, lo mismo que lo hizo Jesús, lo que a cada momento estamos haciendo: desde mirar y medir a la persona con el código de derecho, sin acercarnos a su vida, a su realidad… hasta terminar diciendo, no solo a Dios, sino a los cuatro vientos: “Yo no soy como esos” y haciendo el mismo juicio que el fariseo.

martes, 12 de octubre de 2010

DOMINGO XXIX DEL TIEMPO ORDINARIO -C-

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del Éxodo 17, 8‑13
Mientras Moíses tenía en alto la mano, vencía Israel

En aquellos días, Amalec vino y atacó a los israelitas en Rafidín.
Moisés dijo a Josué:
—«Escoge unos cuantos hombres, haz una salida y ataca a Amalec. Mañana yo estaré en pie en la cima del monte, con el bastón maravilloso de Dios en la mano.»
Hizo Josué lo que le decía Moisés, y atacó a Amalec; mientras Moisés, Aarón y Jur subían a la cima del monte.
Mientras Moisés tenía en alto la mano, vencía Israel; mientras la tenía baja, vencía Amalec. Y, como le pesaban las manos, sus compañeros cogieron una piedra y se la pusieron debajo, para que se sentase; mientras Aarón y Jur le sostenían los brazos, uno a cada lado.
Así sostuvo en alto las manos hasta la puesta del sol.
Josué derrotó a Amalec y a su tropa, a filo de espada.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“SERÉIS SAL Y LUZ PARA EL MUNDO”

Moisés es el hombre que está en contacto con Dios, que permanece fiel a su amistad y esto le convierte en el intercesor y el intermediario entre Dios y el pueblo. Él es el que el pueblo elige para que se dirija a Dios, porque el pueblo tiene miedo de encontrarse cara a cara con Dios. Al mismo tiempo, Moisés se convierte en el intermediario a través del cual Dios se comunica con el pueblo.
La misión que Dios ha encomendado al pueblo es dura y difícil, sin Él será imposible que la pueda llevar adelante. La actitud de Moisés va a ser clave en el éxito o en el fracaso del pueblo
La imagen de Moisés con los brazos levantados expresa de alguna manera el hecho de mantener la línea abierta con Dios: mientras ésta se mantiene así, el pueblo triunfa, el momento en que decae o se cierra, el pueblo se viene abajo, se desconcierta y es vencido.
En el mundo en que vivimos la iglesia es la figura que ocupa el puesto de Moisés en el nuevo pueblo; de la fidelidad a Dios, a su mensaje y a su amistad va a depender el triunfo o el retraso que pueda sufrir la implantación del proyecto de Jesús que es el reino de Dios.
Pero la iglesia no es un “ente” abstracto sino una realidad concreta que se expresa en cada comunidad particular, en cada individuo; de nuestra fidelidad a Jesucristo va a depender la credibilidad de su mensaje.

Salmo responsorial Sal 120, 1‑2. 3‑4. 5‑6. 7‑8 (R.: 2)

R El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra. R.
R El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa el guardián de Israel. R.
R El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche. R.
R El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.
El Señor te guarda de todo mal, el guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre. R.
R El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra.


SEGUNDA LECTURA

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 3, 14 ‑ 4,2
El hombre de Dios estará perfectamente equipado para toda obra buena

Querido hermano:
Permanece en lo que has aprendido y se te ha confiado, sabiendo de quién lo aprendiste y que desde niño conoces la sagrada Escritura; ella puede darte la sabiduría que, por la fe en Cristo Jesús, conduce a la salvación.
Toda Escritura inspirada por Dios es también útil para enseñar, para reprender, para corregir, para educar en la virtud; así el hombre de Dios estará perfectamente equipado para toda obra buena.
Ante Dios y ante Cristo Jesús, que ha de juzgar a vivos y muertos, te conjuro por su venida en majestad: proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, reprocha, exhorta, con toda paciencia y deseo de instruir.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“ ES NECESARIO TENER CLARO EL ORIGEN”

S. Pablo parece estar preocupado del peligro que puede haber de tergiversar las cosas y cambiarlas por otro mensaje que no sea el de Jesús, pues en definitiva sería apostar por otro proyecto que nos llevaría a la muerte.
Ya en el cap. 2º le recuerda a Timoteo lo que por nada del mundo debe permitir que se cambie, pues en la fidelidad a ese mensaje está la certeza del triunfo y, ahora, de nuevo vuelve a insistir en la fidelidad al mensaje original, que es el fundamento de todo, para lo que encuentra en la sagrada escritura argumentos, razones e ideas “para enseñar, para reprender, para corregir, para educar en la virtud;” a quien lo necesite.
S. Pablo sabe que está siempre constante y presente la charlatanería de aquellos que lo embrollan todo: los falsos profetas que destruyen la unidad y la paz dentro de la comunidad, pues para ellos el único interés es destruir el rebaño.
Por todo ello, Pablo invita a Timoteo que no deje que esto se rompa y por eso le pide que no cese de exponerlo a tiempo y a destiempo, pues de su escucha y puesta en práctica va a depender la salvación, que es el éxito o el fracaso del proyecto de Jesús.
Ante esta llamada fuerte que nos hace la Palabra de Dios, es imposible sustraerse y volver la vista hacia otro lado ante la gran cantidad de cosas que seguimos manteniendo y que no se corresponden con el mensaje del evangelio, sabiendo que, en definitiva, es lo único que queda ante la vista de las gentes, de ahí que la imagen que la iglesia presenta en tantas ocasiones y la que queda en la retina de la gente, no sea justamente la que predicó Jesús, sino un “apaño” religioso que deja mucho que desear.


Aleluya Hb 4, 12
La palabra de Dios es viva y eficaz; juzga los deseos e intenciones del corazón.

EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 18, 1‑8
Dios hará justicia a sus elegidos que le gritan

En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola:
—«Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres.
En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle:
"Hazme justicia frente a mi adversario."
Por algún tiempo se negó, pero después se dijo:
"Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara."»
Y el Señor añadió:
—«Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?»
Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

¿CUANÁNDO LLEGARÁ EL MOMENTO?

S. Lucas está siempre atento a mostrar con fuerza aquellos rasgos que caracterizan la realidad de Dios entre los hombres hasta el punto que no se pueden dejar de tener en cuenta a la hora de hablar de Dios, como es la misericordia, la acogida, y en este caso de hoy la escucha: Dios siempre está atento a las necesidades y situación del hombre, aunque éste se encuentre de forma inadecuada: cuanta gente que no va a la iglesia para nada, la liturgia le trae sin cuidado, pero en el fondo de su corazón está convencido que sólo Dios es su único asidero y vuelve la vista a Él en los momentos duros de la vida…
Pienso en esas chicas que han sido arrolladas por el sistema, que se dejaron llevar y a la hora de la verdad se han quedado en la cuneta de la vida, sin trabajo, sin defensa de ningún tipo, burladas, sin familia, con un hijo… ¿Cómo no va a escuchar Dios su llanto?
Pienso en el padre de familia que honradamente trabajaba para sacar su hogar adelante y de golpe, a una edad avanzada se encuentra sin trabajo, con hijos para educar, sin recursos y sin posibilidades de ningún tipo…¿Cómo podemos imaginar que Dios permanezca indiferente a su dolor y a su impotencia?
Aparentemente el pasaje de hoy viene a decirnos la importancia que tiene la oración, cosa que es verdad, pero lo que fundamentalmente muestra, es la actitud de Dios con respecto a quien se dirige a Él: Dios atiende la súplica, o cualquier cosa que el hombre le plantea y para que lo entendamos, lo hace contraponiendo el modelo del juez inicuo que, a pesar de ser un hombre injusto, ante la insistencia de quien no le importa para nada, accede a escucharle, para quitarse la molestia. Pues si él, que siendo injusto lo hace, para quitarse de encima la carga, cuánto más lo hará Dios para quien le importamos y ocupamos el centro de su corazón.
Esta convicción es fundamental para sostener nuestra fe: de la misma manera que un niño siente la seguridad en su padre, aunque en muchos momentos el niño pide cosas intranscendentes o inadecuadas y el padre le da aquello que realmente le hace bien, aunque el niño no se lo haya pedido, y busca siempre para él lo mejor, sin tomarle en cuenta las pataletas y los enfados al hijo.
Dios nos invita a que no perdamos la confianza, que estemos seguros que él está a nuestro lado y cuando ya el hombre esté decidido a dejarle un espacio Él ha de jacer justicia. La pregunta que nos queda a todos es siempre la misma: ¿Cuándo llegará ese momento?
Pero también late en el aire otra pregunta que es la misma de Jesús: ¿Cuándo llegue ese momento, habrá gente que lo quiera reconocer? Basta recordar los leprosos del domingo pasado: solo uno fue capaz de reconocerlo.

miércoles, 6 de octubre de 2010

DOMINGO XXVIII DEL TIEMPO ORDINARIO -C-

PRIMERA LECTURA

Lectura del segundo libro de los Reyes 5, 14‑17
Volvió Naamán al profeta y alabó al Señor

En aquellos días, Naamán de Siria bajó al Jordán y se bañó siete veces, como había ordenado el
profeta Eliseo, y su carne quedó limpia de
la lepra, como la de un niño.
Volvió con su comitiva y se presentó al profeta, diciendo:
—«Ahora reconozco que no hay dios en toda la tierra más que el de
Israel. Acepta un regalo de tu servidor.»
Eliseo contestó:
—«¡Vive Dios, a quien sirvo! No aceptaré nada.»
Y aunque le insistía, lo rehusó.
Naamán dijo:
—«Entonces, que a tu servidor le dejen llevar tierra, la carga de un
par de mulas; porque en adelante tu servidor no ofrecerá holocaustos
ni sacrificios a otros dioses fuera del Señor.»
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“ABRIRSE A LA PRESENCIA DE DIOS”

El relato que nos presenta el libro de los Reyes con la figura de Naamán puede orientarnos en la comprensión de varios aspectos: el 1º es el “bautismo”, el 2º es el significado del milagro.
El hecho es el siguiente: Naamán, es el ministro del ejército de Aron, enemigo mortal de Israel. Una de sus esclavas, que era hebrea, ante la enfermedad de la lepra que le ha caído, aconseja a su amo que vaya a Samaria a visitar a Eliseo, un profeta de Israel que, en nombre de Yahvé, cura a los enfermos.
La propuesta para Naamán es fuerte, pues esto significa ir a arrodillarse ante el enemigo para pedirle un favor y reconocer que la verdad está en Israel.
Naamán se opone rotundamente a la propuesta, pero ante la realidad de la lepra que lo devora no le queda más alternativa: o baja su cabeza y somete su orgullo, o se muere con su lepra. Al final accede a presentarse ante Eliseo; cuando éste le dice que vaya a lavarse 7 veces al Jordán, cree que se están burlando de él, pues le cuesta creer que algo tan simple le pueda devolver su salud, ¿acaso en Siria no hay ríos más importantes que el Jordán? Y contrariado decide volverse; entonces, por consejo de sus siervos, sigue las ordenes de Eliseo y obtiene el gran regalo de un cambio radical en su persona: se le limpió la lepra y su piel se renueva completamente quedando como la de un niño.
Esta es exactamente la acción del bautismo: el hombre es sanado desde lo más profundo de su ser y restablecido como una criatura completamente nueva.
Naamán sale decidido a no adorar a nadie más que a Yahvé y su vida estará siempre en su presencia, por eso se lleva la tierra de Israel, pues sabe que Dios habita en esa tierra.
Por otro lado –como decíamos al principio- el acontecimiento presenta las características propias de lo que es un milagro: Dios se manifiesta de forma gratuita y su presencia produce hechos sorprendentes, que hacen que sea reconocida su presencia, cosa que produce un cambio radical en la vida. Pero esta acción puede ser anulada en cada persona dependiendo de la actitud que tenga. De hecho Dios se manifiesta constantemente y se están produciendo hechos sorprendentes, pero no todo el mundo los ve, ni los interpreta, ni los acepta como presencia de Dios y, por tanto, tampoco estos hechos cambian la existencia del que no los ve.

Salmo responsorial Sal 97, 1. 2‑3ab. 3cd‑4 (R.: cf. 2b)

R. El Señor revela a las naciones su salvación.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R.
R. El Señor revela a las naciones su salvación.
El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R.
R. El Señor revela a las naciones su salvación.
Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera,
gritad, vitoread, tocad. R.
R. El Señor revela a las naciones su salvación.


SEGUNDA LECTURA

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 2, 8‑13
Si perseveramos, reinaremos con Cristo

Querido hermano:
Haz memoria de Jesucristo, resucitado de entre los muertos, nacido del linaje de David.
Éste ha sido mi Evangelio, por el que sufro hasta llevar cadenas, como un malhechor; pero la palabra de Dios no está encadenada.
Por eso lo aguanto todo por los elegidos, para que ellos también alcancen la salvación, lograda por Cristo Jesús, con la gloria eterna.
Es doctrina segura: Si morimos con él, viviremos con él. Si perseveramos, reinaremos con él. Si lo negamos, también él nos negará. Si somos infieles, él permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo.
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN

“VIIVIR AMANDO”
S. Pablo le recuerda a Timoteo algo que es innegociable y que por nada del mundo puede perder: él es transmisor de un mensaje que ha recibido y lo ha de hacer a costa, incluso, de la persecución y de la muerte, tal como le ocurrió a Jesús y como él mismo está sufriendo.
Para tener fuerzas y enfrentar el reto, le invita a que mire a Jesús y a nadie más; se cerciore y reconozca que resucitó, pues Él es el anunciado por los profetas. Ha de quedar claro que Cristo es la Palabra de Dios, que nadie puede encadenar con ningún interés, que Él es la expresión máxima del amor y de la fidelidad.
Si nos unimos a Él, si seguimos sus pasos, si morimos con Él, correremos la misma suerte de resucitar con Él.
Morir con Cristo es vivir amando, pues amar es darse, entregarse, para que el otro crezca y sea feliz “el grano de trigo que se entierra y se pudre para que nazca una espiga”.
Sufrir con Cristo es vivir en solidaridad con el mundo y con los hombres para que en ellos se realice el reino de Dios, por tanto, situarse en esta lucha es participar ya del triunfo que Cristo ha obtenido, pero en cambio, si lo negamos, si lo traicionamos, le estamos planteando lo que en justicia le pedimos que haga con nosotros.
De todas formas, aunque nosotros lo neguemos, o le hagamos lo que queramos, Él también lo va a hacer y lo que Él hace es ser fiel a si mismo: al Amor, a la Verdad, a la Justicia… porque eso es ÉL y no puede negarse a sí mismo.


Aleluya 1 Ts 5, 18
Dad gracias en toda ocasión: ésta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto de vosotros.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 17, 11‑19
¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?

Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían:
—«Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.»
Al verlos, les dijo:
—«Id a presentaros a los sacerdotes.»
Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias.
Éste era un samaritano.
Jesús tomó la palabra y dijo:
—«¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?»
Y le dijo:
—«Levántate, vete; tu fe te ha salvado.»
Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

“RECONOCER EL BIEN QUE SE NOS HACE”

Sabemos la mentalidad del pueblo de la Biblia sobre la enfermedad: Dios es la Vida, si ésta se deteriora es porque hemos actuado en contra de Dios y la enfermedad es la manifestación del pecado que hemos cometido.
La lepra era considerada como un castigo grave, de forma que, el leproso era un maldito de Dios y de la sociedad, por tanto, quedaba marginado de todo y recluido a vivir fuera de la ciudad, sin poder acercarse a nadie.
Jesús va de camino a Jerusalén y se le acercan 10 leprosos, a la distancia que marcaba la ley y, a gritos, le piden: “¡Ten piedad de nosotros”! Esta era la súplica que todo judío piadoso le dirigía a Yahvé para que se acordase del pobre.
Los leprosos se atreven a decirle a Jesús lo mismo, pues saben que nadie más que Dios puede librarlos de lo que les ha caído ya que la ley, que es la última instancia, los rechaza y los condena, por tanto no tienen salvación.
Jesús realiza la sanación total: les sana la “ofensa” que pueden haber hecho a Dios y que es la raíz de la enfermedad y les indica que vayan al sacerdote para que compruebe que están limpios y de esa manera puedan recuperar también la dignidad que la ley les ha quitado y puedan recuperarla junto con su ciudadanía..
Cuando van de camino se dan cuenta que han quedado limpios, con lo que comprueban que Jesús es el Mesías Esperado y anunciado en todos los profetas, pero tan solo uno vuelve a dar las gracias por el regalo recibido y Jesús muestra su decepción al ver cómo responde su pueblo, representado esta vez por los 9 leprosos que no han sido capaces de reconocer el bien que se les ha hecho y el cariño que Dios les tiene: el que ha vuelto es un extranjero, los otros que son judíos parece que se lo merecen todo, el hecho de pertenecer al pueblo parece que les da todos los derechos, hasta el de ser ingratos y desagradecidos, el creerse que son superiores a todo el mundo, que son los mejores, que no le deben a nadie nada…
Esta es la actitud de mucha gente que ha perdido por completo el sentido de la gratuidad. Lo estamos viendo a diario cómo es considerado una estupidez el sentido de compasión y de gratuidad y se sustituye por la desconfianza y los prejuicios hasta el punto que no nos fiamos de nada ni de nadie.
Jesús rompe el esquema establecido por las leyes: se detiene, escucha. Deja que se le acerquen, los atiende gratuitamente y les sana de raíz interior y exteriormente.

viernes, 1 de octubre de 2010

DOMINGO XXVII DEL TIEMPO ORDINARIO -C-

PRIMERA LECTURA

Lectura de la profecía de Habacuc 1 2‑3; 2, 2‑4
El justo vivirá por su fe

¿Hasta cuándo clamaré, Señor, sin que me escuches?
¿Te gritaré: «Violencia», sin que me salves?
¿Por qué me haces ver desgracias, me muestras trabajos, violencias y catástrofes, surgen luchas, se alzan contiendas?
El Señor me respondió así:
«Escribe la visión, grábala en tablillas, de modo que se lea de corrido.
La visión espera su momento, se acerca su término y no fallará;
si tarda, espera, porque ha de llegar sin retrasarse.
El injusto tiene el alma hinchada, pero el justo vivirá por su fe.»
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN
¿HASTA CUÁNDO?... ¿POR QUÉ?
Las palabras del profeta podemos trasladarlas perfectamente al momento que vivimos: ¿Quién de nosotros no se hace constantemente las mismas preguntas?: ¿Hasta cuándo, Señor, va a seguir todo esto? ¿Por qué da lugar Dios a que ocurran las injusticias que se vienen dando?
No me refiero a las catástrofes naturales, pues la naturaleza sigue su ritmo natural que a lo sumo responde cuando se le agrede queriendo cambiarlo; nos referimos a lo mismo que se refiere el profeta: “¿Por qué me haces ver desgracias, me muestras trabajos, violencias y catástrofes, surgen luchas, se alzan contiendas?”… la maldad que realizan los hombres.
Es, en definitiva, la pregunta por la causa del mal en el mundo y la pregunta por la aparente actitud de desinterés e indiferencia por parte de Diosa quien nos dirigimos ante la injusticia, pero vemos que Dios permanece en silencio, se hace el sordo y deja campar a sus anchas a los malhechores.
Pero Dios rompe el silencio aparente y le hace ver claro al profeta invitándole a escribir para que quede constancia ante su pueblo de que no es indiferente a lo que ocurre, que está bien atento y que no ha de dejar las cosas sin su respuesta.
Únicamente hay algo que no debemos olvidar: nuestro tiempo no es el de Dios, ni nuestros esquemas son los suyos, pero su justicia es inapelable y cada uno pagará lo que ha hecho, la vida no se queda con nada de nadie.


Salmo responsorial Sal 94, 1‑2. 6‑7. 8‑9 (R.: 8)

R. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R.
R. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. R.
R. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.» R.
R. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 1, 6‑8. 13‑14
No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor

Querido hermano:
Reaviva el don de Dios, que recibiste cuando te impuse las manos; porque Dios no nos ha dado un espíritu cobarde, sino un espíritu de energía, amor y buen juicio.
No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor y de mí, su prisionero.
Toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según la fuerza de Dios.
Ten delante la visión que yo te di con mis palabras sensatas y vive con fe y amor en Cristo Jesús.
Guarda este precioso depósito con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
“EL SILENCIO DE LOS BUENOS”

S. Pablo previene a Timoteo ante los ataques que puede sufrir: ser testigo de Jesús y de su reino le va a suponer enfrentarse justamente a aquellos que son contrarios y la tentación de bajar la guardia, de no complicarse, de no ofrecer resistencia, va a ser constante.
Es la misma situación nuestra en la actualidad: frente a los ataques, a los insultos, a las barbaridades que se proclaman y se gritan a los cuatro vientos, la actitud del silencio y la condescendencia, nos hacen cómplices; pero lo grave no está en no querer entrar en debate, lo peor es que, al final, el silencio es signo claro de la participación consciente y la aceptación del mal en la práctica. Podemos poner un ejemplo que nos escenifica lo que decimos: frente al robo descarado y el saqueo al pueblo de los políticos… ¿quién no los imita haciendo sus chanchullos? Así, todos somos cómplices en mayor o menor grado de una corrupción generalizada.
Pablo le pide a Timoteo que no condescienda y que mantenga siempre su cara y sus manos limpias, para poder dar un testimonio claro de Jesucristo, es que de otra forma el “testimonio” puede convertirse en una burla.
El gran problema que muchas veces tenemos los cristianos es justamente éste: que tampoco tenemos nuestras manos limpias y, lógicamente, cada uno nos convertimos en una especie de mancha que va ensuciando el rostro de la iglesia.


Aleluya 1 P 1, 25
La palabra del Señor permanece para siempre;
y esa palabra es el Evangelio que os anunciamos.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 17, 5‑10
¡Si tuvierais fe...!

En aquel tiempo, los apóstoles le pidieron al Señor:
—«Auméntanos la fe.»
El Señor contestó:
—«Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera:
"Arráncate de raíz y plántate en el mar."
Y os obedecería.
Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice:
"En seguida, ven y ponte a la mesa"?
¿No le diréis:
"Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú"?
¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado?
Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid:
"Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer."»
Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

“DEJAR LIBRE EL ESPACIO A DIOS”
En el cap. 17 S. Lucas recoge una serie de “dichos” del Señor sobre diferentes temas y hoy, concretamente, recoge una expresión de Jesús sobre la fe a cuento de la constatación que los apóstoles hacen de la pequeñez de la suya, para acometer la misión que Jesús les ha encomendado; ante este problema que ellos tienen, le piden que les aumente la fe.
Jesús, en lugar de darles la solución, les da una respuesta que los deja desconcertados, pues les dice que una fe pequeñita, sería capaz de hacer cosas imposibles, con lo que los deja fuera de juego, ellos que se creen capacitados y los mejores…
Ellos creen en un montón de cosas, tienen un sistema de creencias perfectamente establecido, sin embargo, algo falla pues no logran dar el verdadero sentido a la vida; y es que no se trata de creer más cosas, sino hacerlo de otra forma
A continuación les hace caer en la cuenta que hay que empezar por algo que es básico antes de pensar en grandezas: cumplir con la obligación que cada uno tiene y gozar con lo que hace bien hecho; no se trata, por tanto, de cantidad de cosas en las que hay que creer, sino en una forma nueva de mirar y de ver las cosas y la vida.
La primera condición que pide Jesús es tener una actitud de profunda humildad y no tener pretensiones, para que a nadie se le suban los humos a la cabeza; a partir de ahí aparecerá clara la disponibilidad a Dios y a dejarle libre el espacio, entendiendo que somos instrumentos en sus manos: el lápiz no se siente orgulloso de lo que ha escrito, ni tampoco dice que lo ha hecho él, debe más bien sentirse feliz y orgulloso porque el dueño se ha servido de él para hacerlo y él ha dado lo mejor que tenía, él solo ha hecho lo que debía.
Cuando esto se da, es cuando estamos capacitados para poder ver la grandeza de Dios en nuestras vidas y en la de los demás, es cuando comenzamos a ver lo que Dios es capaz de hacer a través de nosotros.
Desde esta perspectiva ¡cuánto necesitaríamos pedir a Dios que “aumente nuestra fe” fiándonos de Él y dejando el campo libre de nuestros protagonismos, de nuestro orgullo, de nuestros intereses… para que sea Él quien se exprese.
“Que aumente nuestra fe” y no nos deje confundir ni mezclar en ella intereses particulares de todo tipo que buscan otros fines distintos al evangelio.
“Que aumente nuestra fe” de manera que tengamos una relación distinta con Él y, en consecuencia, con los hermanos.
“Que aumente nuestra fe” para que seamos capaces de contagiar a los demás como lo hicieron todos aquellos que pasaron antes que nosotros y dejaron el entusiasmo por Jesús y por su causa.
“Que aumente nuestra fe”, para que seamos capaces de poner su reino por encima de cualquier otro interés que nos presenta este mundo en el que vivimos.
“Que aumente nuestra fe”, para que no nos dejemos invadir por el ambiente que se propone hacer desaparecer la cruz de la vida y nos convierte en verdaderos fugitivos y en eternos insatisfechos, ya que nuestra ansia de placer jamás se ve saciada.
“Que aumente nuestra fe” para que no nos conformemos con mantener un sistema de “creencias”, sino una actitud de unión y amistad con Jesucristo, de manera que quien se acerque a nosotros se encuentre siempre con Él.