jueves, 27 de noviembre de 2008

DOMINGO -I- ADVIENTO -B-

Lectura del Profeta Isaías 63, 16b‑17; 64, 1. 3b‑8.
Tú, Señor, eres nuestro padre, tu nombre de siempre es *nuestro redentor y Señor, ¿por qué nos extravías de tus caminos y endureces nuestro corazón para que no te tema?
Vuélvete por amor a tus siervos y a las tribus de tu heredad.
¡Ojalá rasgases el cielo y bajases, derritiendo los montes con tu presencia!
Bajaste y los montes se derritieron con tu presencia. Jamás oído oyó ni ojo vio un Dios, fuera de ti, que hiciera tanto por el que espera en él.
Sales al encuentro del que practica la justicia y se acuerda de tus caminos.
Estabas airado y nosotros fracasamos: aparta nuestras culpas y seremos salvos.
Todos éramos impuros, nuestra justicia era un paño manchado; todos nos marchitábamos como follaje, nuestras culpas nos arrebataban como el viento.
Nadie invocaba tu nombre ni se esforzaba por aferrarse a ti; pues nos ocultabas tu rostro y nos entregabas al poder de nuestra culpa. Y, sin embargo, Señor, tú eres nuestro padre, nosotros la arcilla y tú el alfarero: somos todos obra de tu mano.
No te excedas en la ira, Señor, no recuerdes siempre nuestra culpa: mira que somos tu pueblo.

Palabra de Dios


REFLEXIÓN
¡OJALA BAJE EL SEÑOR!
Ha habido un tiempo en que el pueblo, alegremente se metió por un camino y avanzaba por un callejón sin salida despreciando, incluso, las advertencias que le hacían los profetas hasta que llegó al final y ahí se dio cuenta que ya no había salida, que el camino que había emprendido no tenía otro horizonte que el de la muerte y la destrucción.
Es en este momento cuando se encaja el texto que nos presenta la liturgia de hoy: el
Pueblo reacciona asumiendo su equivocación y su culpa, reconociendo su pecado: han
profanado el templo que es el signo máximo de de su identidad como pueblo, lo cual
indica que han renunciado a ser pueblo de Dios, lo que tienen no es más que el resultado
de su empecinamiento; ahora, hundido en lo más profundo del fango, sin fuerzas para
levantarse, ya no les queda otro asidero que volver a Dios a quien han despreciado para
decirle: “ Eres nuestro padre, ¿Por qué nos has dejado llegar a donde estamos? No te
excedas en la ira, Señor, no recuerdes siempre nuestra culpa: mira que somos tu
pueblo”. Cuando el pueblo ha reconocido su error, vuelve a desear lo que con tanta
alegría dejó: “¡Ojalá rasgases el cielo y bajases, derritiendo los montes con tu
presencia!”
La situación vuelve a cobrar una actualidad enorme: es impresionante ver cómo la
Gente obcecada por una moda a la que llaman progreso se precipita al vacío barriendo
de sus vidas todos los valores que le dieron sentido a la existencia de cientos de
generaciones y cierran los ojos a la evidencia del caos en el que se están metiendo a lo
que llaman “libertad” y “respeto a la persona”, entrando como borregos en un
pensamiento dirigido y único que es el que impone el régimen de turno echándose en
sus brazos y renunciando a todo lo que nos identificó ante el mundo; es exactamente lo
mismo que hizo el pueblo de Israel, esperamos que vuelva a repetirse la segunda parte:
darnos cuenta de la equivocación y volver a desear estar en el camino de Dios. Por el
momento –lo mismo que le ocurrió a Israel cuando advertían los profetas- no vemos la
equivocación, ni nos arrepentimos de los pasos dados, a pesar de haber visto cómo otros
pueblos se han precipitado, y los que nos vamos dando cuenta, volvemos la vista para
otro lado y nos callamos con lo que el silencio es el mayor signo de aprobación.
¿No será que nuestra generación está queriendo repetir los mismos errores que todavía
están pagando nuestras generaciones anteriores?
¡Ojalá rasgases el cielo, Señor, y bajases antes que nos demos de morros!




Salmo responsorial Sal 79, 2ac y 3b. 15‑16. 18‑19

V/. Señor, Dios nuestro, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.
R/. Señor, Dios nuestro, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.
V/. Pastor de Israel, escucha,
tú que te sientas sobre querubines, resplandece.
Despierta tu poder y ven a salvarnos.
R/. Señor, Dios nuestro, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve
V/. Dios de los ejércitos, vuélvete:
mira desde el cielo, fíjate,
ven a visitar tu viña,
la cepa que tu diestra plantó
y que tú hiciste vigorosa.
R/. Señor, Dios nuestro, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.
V/. Que tu mano proteja a tu escogido,
al hombre que tú fortaleciste.
No nos alejaremos de ti; danos vida,
para que invoquemos tu nombre.
R/. Señor, Dios nuestro, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 1, 3‑9

Hermanos:
La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo sean con vosotros.
En mi Acción de Gracias a Dios os tengo siempre presentes, por la gracia que Dios os ha dado en Cristo Jesús.
Pues por él habéis sido enriquecidos en todo: en el hablar y en el saber; porque en vosotros se ha probado el testimonio de Cristo.
De hecho, no carecéis de ningún don, vosotros que aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo.
El os mantendrá firmes hasta el final, para que no tengan de qué acusaros en el tribunal de Jesucristo Señor Nuestro.
Dios os llamó a participar en la vida de su Hijo, Jesucristo Señor Nuestro. (Y El es fiel!
Palabra de Dios


REFLEXIÓN
¡¡PROHIBIDO DORMIRSE!!

S. Pablo se encuentra con una comunidad recién fundada, con toda la alegría, la euforia y el ímpetu propio del que empieza entusiasmado una cosa y con un corazón abierto a cualquier llamada del Espíritu; es la actitud abierta del joven con un horizonte de esperanza.
Pablo intenta encauzar toda esta fuerza abriéndola hacia un horizonte de esperanza para que sea creadora de vida y la previene contra la tentación que acecha: “dormirse”.
El Espíritu nos da todos esos dones pero no es para que nos los guardemos dentro de la comunidad o para autocomplacerse individualmente, sino para ponerlos en práctica en la construcción del Reino.
Una fuente no se abre para guardarse el agua, sino para repartirla y que llegue al máximo número de sedientos.
Esta advertencia de Pablo sobre la tentación que acecha a la comunidad de Corinto creo que ha sido la gran equivocación nuestra: nos guardamos durante mucho tiempo el “agua” del Espíritu, nos dedicamos demasiado tiempo y esfuerzo a cuidar y adornar nuestra fuente; nos confiamos en que no era posible que surgieran otras fuentes que calmaran la sed de otra manera y nos sentimos dueños del “agua”.
Al final estamos viendo cómo se han ido horadando pozos y cuando hemos querido acordar nos hemos quedado con nuestra fuente muy bien adornada, con una liturgia exquisita, pero vacía, y con una estructura perfecta, pero sin vida. Creíamos tener guardada el agua pero se nos escapó pues estamos viendo que el venero está reventando por otros sitios, lejos de la estructura y ahora nos cuesta saber y reconocer cuál es la verdadera agua, pues no entra dentro de nuestra estructura.
Ahora no sabemos cómo recuperar esa agua que no está ni nace en nuestra estructura y volvemos a encontrar el peligro de ver que está siendo reconducida por otras estructuras, (pensemos por ejemplo en la solidaridad que se expresa en ONGs. y no se quiere aceptar la misma propuesta desde la iglesia) con lo que la historia sigue siendo el espacio de manifestación de Dios, independientemente de cualquier estructura que lo quiera atrapar, cuando ésta se queda mirándose a si misma y dando más importancia a su imagen que al mensaje que le da sentido. De esa manera sigue repitiéndose la historia: Dios sigue manifestándose y es reconocido por unos, manipulado por otros y despreciado o perseguido por otros.
¿En qué situación nos encontramos nosotros?
¿Qué posición es la que mantiene nuestra comunidad?
¿Cuáles son nuestras preocupaciones?



Aleluya, aleluya.
Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.
Aleluya.



Lectura del santo Evangelio según San Marcos 13, 33‑37.

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
CMirad, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento.
Es igual que un hombre que se fue de viaje, y dejó su casa y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara.
Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer: no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos.
Lo que os digo a vosotros, lo digo a todos: ¡velad!
Palabra del Señor

REFLEXIÓN

"NO PODEMOS BAJAR LA GUARDIA"


Comenzamos este tiempo de adviento con dos invitaciones que nos lanza la palabra de Dios:
1ª- Estar con una actitud de “vigilancia”: esto lo repite al principio y al final de la lectura
2ª- Tener una actitud de “Constancia”: no sabemos cuándo va a llegar, por tanto, no nos podemos dormir, porque cualquier momento es bueno para que llegue.
La “Vigilancia no es una actitud pasiva, sino activa: se trata de ir construyendo lo que espero y deseo; voy poniendo todos los medios y lo mejor que tengo para que pueda realizarse eso que deseo: una carrera, un puesto de trabajo, el porvenir de un hijo, una casa que construyo… no puedo dejar para mañana que eso se vaya haciendo, solo porque el mañana no sé si llegará, no soy dueño del tiempo ni del futuro.
Por otro lado nos dice que “no sabemos cuándo es el momento preciso” por eso vivimos siempre en la inseguridad, no podemos estancarnos y dejar para mañana lo que debemos hacer hoy, porque lo que dejo hoy ya no es posible recuperar y el futuro no sé cómo vendrá.
La postura de brazos cruzados esperando que nos den hechas las cosas, instalados en la seguridad, es lo más anticristiano y equivocado que existe. Somos obreros del proyecto de Dios y en cada momento debemos saber cuidar, cultivar lo que se nos encomienda. No somos nosotros los que decidimos si ya es suficiente.
El tema no es de hoy, sino de muchos siglos, pertenece a la tendencia humana a dejar las cosas, a descuidarse creyendo que siempre habrá posibilidad de hacer lo que vamos dejando y en este tendencia también cae no solo la persona individual, sino la iglesia como comunidad y estructura: “Lo que os digo a vosotros a todos lo digo: velad” –dice Jesús-
Han pasado 2.000 años y estamos dándonos cuenta de que algo ha fallado: ¿Cómo se entiende que después de 20 siglos de fe y seguimiento de jesús resulta ahora que en dos días se viene todo abajo? ¿Cómo se puede explicar que en pueblos donde se ha venido predicando el mensaje de Jesús durante toda la vida se responda con violencia, con robos, con corrupción y en ello estén implicadas personas que de siempre se han llamado y se han enorgullecido de ser cristianas?
Sin lugar a duda tenemos que admitir que algo ha fallado, nos dormimos en los laureles hablando, discutiendo, escribiendo, teorizando de Jesucristo sin que su persona nos haya tocado y nos haya transformado. Nos hemos convertidos en teóricos de la fe de tal forma que cuando encontramos a alguien que vive, nos quedamos todos con la boca abierta. Este es un signo evidente de que hemos perdido la actitud de vigilancia, vivimos en una iglesia dormida y cuando empieza el “terremoto” seguimos durmiendo, creyendo que eso es un espejismo de unos cuantos exaltados. Y pensamos que como mejor estamos es callados, que es nuestro deber
Lo peor que nos puede ocurrir es no sentir la necesidad de despertar y nos molesta cuando alguien “hace un poco de ruido”, pues nos sentimos muy a gusto y no aceptamos que nadie remueva nuestra situación.
Al comenzar este adviento, creo que la mejor oración que podemos hacer es pedirle a Dios que venga, que nos despierte, que nos saque de la inercia en la que hemos caído y nos devuelva la esperanza, la alegría y el entusiasmo par seguir trabajando mientras esperamos.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

DOMINGO TREINTA Y CUATRO -CRISTO REY-

Lectura del profeta Ezequiel 34,11‑12.15‑17
A vosotras, mis ovejas, voy a juzgar entre oveja y oveja

Así dice el Señor Dios: "Yo mismo en persona buscaré a mis ovejas, siguiendo su rastro. Como sigue el pastor el rastro de su rebaño, cuando las ovejas se le dispersan, así seguiré yo el rastro de mis ovejas y las libraré, sacándolas de todos los lugares por donde se desperdigaron un día de oscuridad y nubarrones. Yo mismo apacentaré mis ovejas, yo mismo las haré sestear ‑oráculo del Señor Dios‑ Buscaré las ovejas perdidas, recogeré a las descarriadas; vendaré a las heridas; curaré a las enfermas: a las gordas y fuertes las guardaré y las apacentaré como es debido. Y a vosotras, mis ovejas, así dice el Señor: Voy a juzgar entre oveja y oveja, entre carnero y macho cabrío."
Palabra de Dios

REFLEXIÓN

“UN SUSPENSO PARA LOS PASTORES”
El profeta Ezequiel se enfrenta a los dirigentes del pueblo que lo han dejado en el caos, han abusado de él y lo han llevado a la ruina; El profeta utiliza la imagen del pastor empleada también por Jeremías y les acusa por haber dividido el rebaño y haberlo dispersado, ellos serán los culpables de todo lo que ocurra. Y Ezequiel anuncia un nuevo orden: no es que Dios vaya a cambiar unos dirigentes por otros, no, va a ser Dios mismos quien va a coger lasriendas y va a pastorear a su pueblo, va a buscar a sus ovejas, las va a sanar de las heridas que les han hecho, las va a cuidar y las va a apacentar como es debido. Y dirigiéndose a las ovejas, también les anuncia que va a establecer la justicia y va a juzgar entre oveja y oveja.
La realidad nueva que anuncia el profeta se cumplirá en Jesús que va a ser el nuevo pastor que pone como objetivo de su vida sus ovejas, el cuidado de ellas y de cada una en particular.
Esta actitud contrasta fuertemente con la de los anteriores pastores que se han engordado a costillas de las ovejas, que no les ha importado que se pierdan, que mueran, que queden heridas y que el rebaño se haya dividido y ya no se reconozcan como hermanos. Frente a esta forma de hacer, Cristo va a venir como el buen pastor que va a servir a sus ovejas y que les va a enseñar la práctica de la justicia, para que sean ellas mismas las que aprendan a conducirse sin necesidad de vivir sometidas a nadie.
El mensaje de Ezequiel es un grito de esperanza que, como en aquel tiempo, hoy tiene una resonancia especial, por la actualidad que tiene y por la necesidad tan semejante a la del pueblo de Israel: nuestro mundo busca un atisbo de luz y de esperanza al ver cómo los dirigentes están llevando al precipicio al pueblo, han logrado dividirlo y lo están metiendo en el caos y, encima tienen el cinismo de mentir descaradamente haciéndole ver que es un perfecto idiota

Salmo responsorial: 22
El Señor es mi pastor, nada me falta.
El Señor es mi pastor, nada me falta: /
en verdes praderas me hace recostar.
El Señor es mi pastor, nada me falta..
Me conduce hacia fuentes tranquilas /
y repara mis fuerzas; /
me guía por el sendero justo, /
por el honor de su nombre.
El Señor es mi pastor, nada me falta..
Preparas una mesa ante mí, /
enfrente de mis enemigos; /
me unges la cabeza con perfume, /
y mi copa rebosa.
El Señor es mi pastor, nada me falta..
Tu bondad y tu misericordia me acompañan /
todos los días de mi vida, /
y habitaré en la casa del Señor /
por años sin término.
El Señor es mi pastor, nada me falta..


Lectura de la 1ª carta del apóstol S. Pablo a los Corintios 15,20‑26.28
Devolverá a Dios Padre su reino, y así Dios lo será todo para todos

Hermanos: Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos. Si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha venido la resurrección. Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida. Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como primicia; después, cuando él vuelva, todos los que son de Cristo; después los últimos, cuando Cristo devuelva a Dios Padre su reino, una vez aniquilado todo principado, poder y fuerza. Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies. El último enemigo aniquilado será la muerte. Y, cuando todo esté sometido, entonces también el Hijo se someterá a Dios, al que se lo había sometido todo. Y así Dios lo será todo para todos.
Palabra de Dios


REFLEXIÓN

“LOS PLANES DE DIOS SON IRREVERSIBLES”

Dios, como expresión de su amor, creó el mundo en condiciones magníficas e ideales para que el hombre viviera toda la grandeza de la que había sido dotado, y cuando el hombre se da cuenta de lo grande que es, se cree tan autosuficiente que puede prescindir de Dios y monta él su proyecto: un mundo nuevo, distinto al mundo en paz, en armonía, en justicia, en verdad, en libertad, en fraternidad…que Dios le había regalado: El hombre realiza su proyecto y como resultado obtiene la muerte, el caos, la envidia la división, la guerra, el odio, la mentira, la corrupción… Y desde entonces sigue con su arrogancia queriendo demostrar que esa forma es mejor que la de Dios, y son siempre los pobres, los indefensos, los desposeídos los que tienen que pagar todas las consecuencias, pues son los que tienen que sufrir el dolor y la opresión.
Pero Dios no ha cesado de amar al hombre y ofrecerle su puesto y su grandeza: se ha bajado a la tierra, ha tomado la naturaleza de hombre y le ha demostrado a los hombres que se puede ser feliz, que el camino está abierto, que el triunfo está asegurado y que al final, el universo entero, creado por Dios como expresión de su amor, ha de realizar el proyecto que su creador estableció, y no el del hombre que quiso hacer en competencia. “Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies”
Nuestra fe nos dice que la suerte está echada, ya no hay vuelta atrás, el hombre podrá decidir sobre su vida, pero no podrá cambiar los planes de Dios.





Lectura del santo evangelio según S. Mateo 25,31‑46
Se sentará en el trono de su gloria y separará a unos de otros

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.
Entonces dirá el rey a los de su derecha: "Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme." Entonces los justos le contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?" Y el rey les dirá: "Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis."
Y entonces dirá a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de deber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis." Entonces también éstos contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?" Y él replicará: "Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo." Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna."
Palabra del Señor


REFLEXIÓN

“CUANDO MÁS TE NECESITÉ, ESTABAS A MI LADO”

En la primera lectura, Ezequiel nos ha dicho que Dios prepara un nuevo orden que no va a estar dependiendo de unos dirigentes, que ya está demostrado que no les interesa el pueblo; va a ser Él mismo quien va a enseñar a dirigirse a su pueblo y va a hacer su juicio entre oveja y oveja, entre carnero y macho cabrío. De tal forma que cuando nos encontremos con Él, nos va a pedir cuentas de esta misma capacidad que nos ha dado y de cómo la hemos empleado.
Podríamos detenernos en cada una de las cosas por las que dice que nos va a juzgar, yo me quiero detener en una de ellas que más nos está afectando: “Venid, benditos de mi Padre, porque estuve enfermo y me visitasteis…”
Y cuando fuimos a visitarlo, fue a darle consuelo, a darle lo que estaba necesitando: de la compañía, de apoyo, frente al momento duro que supone ver que se te debilitan las fuerzas, que tienes que aceptar ser dependiente de los demás, que ya no vas a poder seguir tus planes, que se te vienen abajo tus proyectos, que no te responde tu cuerpo, que empiezas a ser una molestia para los demás, que ves cómo se va tu vida y te has dejado un montón de cosas por hacer, y ya no hay vuelta atrás; que quisieras pedir perdón por todas las equivocaciones que has cometido y poder remediar el daño causado…
En esos momentos no es fácil estar al lado del enfermo, no se trata de decirle tonterías, sino de estar atentos a lo que está viviendo, demostrarle que no está solo, que se le sigue queriendo, que sus amigos y sus familiares no le han dado la espalda cuando más los necesita. Él sabe bien que ninguno de los que le rodean puede hacer que recupere su salud, lo único que está necesitando es sentirse apoyado frente al miedo que tiene, sentir que su vida no ha sido inútil.
Estar a su lado es apoyarle para que se sienta tranquilo y en paz consigo mismo y con todos, no se trata de engañarle cuando está viendo que todo va mal, sino de ayudarle a recuperar la paz con gestos, con caricias, con la misma presencia y abriéndole a que tenga confianza en Dios Padre que lo ama y lo acoge con los brazos abiertos…
Esta situación no es agradable para nadie, pero es lo que todo ser humano quisiera encontrar al final de su vida, y cuando esto no se da, es lógico que sienta la amargura más grande al ver que en el momento más importante de su vida está solo, es un incordio para la gente, y percibe que se sienten fastidiados con su presencia. Esto es algo así como constatar que no ha valido su vida
Jesús está al tanto de estos momentos importantes de la persona, que es cuando más necesita y, por tanto, es ahí donde decimos lo que una persona ha sido para nosotros y cuando sentimos lo que hemos sido valorados. Cuando pedimos la muerte es porque todo esto ha fallado, y quien la apoya, es porque rehúye enfrentarse a este momento.
Yo ando buscando dónde me dice Jesús: “Venid benditos porque cuando estaba enfermo, me quitaste de en medio para que no sufriera ni diera más molestias, ni produjera gastos a la seguridad social, que fui pagando durante toda mi vida; ni fuera una carga para los presupuestos del estado…”
NOTA/ hemos creado una hoja para la parroquia. Puedes conectarte en ella en esta dirección:
parroquiasanjoselinares.blogspot.com

martes, 11 de noviembre de 2008

DOMINGO TREINTA Y TRES T. O. -A-






Lectura del libro de los Proverbios 31,10‑13.19‑20.30‑31
Trabaja con la destreza de sus manos

Una mujer hacendosa, ¿quién la hallará? Vale mucho más que las perlas. Su marido se fía de ella, y no le faltan riquezas. Le trae ganancias y no pérdidas todos los días de su vida. Adquiere lana y lino, los trabaja con la destreza de sus manos. Extiende la mano hacia el huso, y sostiene con la palma de rueca. Abre sus manos al necesitado y extiende el brazo al pobre. Engañosa es la gracia, fugaz la hermosura, la que teme al Señor merece alabanza. Cantadle por el éxito de su trabajo, que sus obras la alaben en la plaza.
Palabra de Dios

REFLEXIÓN

“LLAMADOS A SER FELICES JUNTOS”

El autor del libro de los Proverbios le pone rostro a la Sabiduría y lo acopla a la belleza de la mujer que se engrandece cuando se adorna con las cualidades que la acompañan: el trabajo, el equilibrio, su buen juicio, la ternura y la prudencia. Estas cualidades en una madre y esposa, son la imagen humana más hermosa de la verdadera sabiduría que refleja al mundo a Dios.
El hombre que se siente premiado con una mujer así, representa al ser humano que ha sido llenado de la sabiduría de Dios: se sentirá seguro en la vida, feliz, tranquilo, su hogar rebosa felicidad y paz. Esa esposa y madre (la sabiduría) engrandece a todo ser humano.
Desgraciadamente, la lectura de este poema, hoy es desviada al terreno machista por aquellas personas ciegas por prejuicios que no llegan a entender que el hombre con la mujer son una misma realidad, que al dejarse iluminar por esta SABIDURÍA se convierten en una manifestación viva de la realidad de Dios.
Es aquí justamente donde está el problema: No se acepta que hombre y mujer son una misma realidad de amor, y al quitar a Dios de sus vidas y romperle este marco, desaparece esta realidad de amor y aparecen dos seres en competición, y la misma fuerza de necesidad que el uno tiene hacia el otro lo convierten en competencia y en oposición y, ya ninguno es causa de felicidad para el otro, sino todo lo contrario.
Y lo más triste de esta realidad es que, viéndolo y constatándolo, seguimos empecinados en querer demostrar que ese es el verdadero camino para el hombre y para la mujer: llamados a destruirse en lugar de: a ser felices juntos.


Salmo responsorial: 127
Dichoso el que teme al Señor.
Dichoso el que teme al Señor /
y sigue sus caminos. /
Comerás del fruto de tu trabajo, /
serás dichoso, te irá bien.
Dichoso el que teme al Señor. .
Tu mujer, como parra fecunda, /
en medio de tu casa; /
tus hijos, como renuevos de olivo, /
alrededor de tu mesa.
Dichoso el que teme al Señor. .
Ésta es la bendición del hombre /
que teme al Señor. /
Que el Señor te bendiga desde Sión, /
que veas la prosperidad de Jerusalén /
todos los días de tu vida.
Dichoso el que teme al Señor. .



Lectura de la 1ª carta del apóstol S. Pablo a los Tesalonicenses 5,1‑6
Que el día del Señor no os sorprenda como un ladrón

En lo referente al tiempo y las circunstancias no necesitáis, hermanos, que os escriba. Sabéis perfectamente que el día del Señor llegará como un ladrón en la noche. Cuando estén diciendo: "Paz y seguridad", entonces, de improviso, les sobrevendrá la ruina, como los dolores de parto a la que está encinta, y no podrán escapar. Pero vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas, para que ese día no os sorprenda como un ladrón, porque todos sois hijos de la luz e hijos del día; no lo sois de la noche ni de las tinieblas. Así, pues, no durmamos como los demás, sino estemos vigilantes y despejados.
Palabra de Dios



REFLEXIÓN

“LA SOBRIEDAD PARA TIEMPOS DE DESPISTE”

Hay una realidad que es ineludible: no tenemos comprada la vida, vinimos sin haberlo pedido, sin esperarlo ni imaginarlo: de repente, en un instante, surgió la vida y nos trajeron a este mundo.
La otra cara de esta gran realidad es lo mismo: cuando menos lo esperemos, de la forma que menos podamos imaginar, cuando tal vez estemos queriendo otra cosa… ocurrirá el acontecimiento, nos iremos.
Pero el Señor no quiere que nos coja desprevenidos, porque ahora tenemos el peligro de perdernos, por eso nos avisa para que no nos distraigamos con aquellas cosas que nos pueden apartar del objetivo principal para el que vinimos, y perdamos un tiempo precioso que después es irrecuperable.
Lo peor que nos puede ocurrir es que, cuando ya no hay posibilidad, nos arrepintamos de lo hecho o de lo dejado de hacer y, ya no hay vuelta atrás para deshacer lo hecho o hacer lo que dejamos en el olvido o en la indiferencia. Eso debe ser un fracaso muy grande, por eso Dios avisa y nos invita a “no dormirnos como hacen los demás, sino a vigilar y vivir sobriamente” para poder dar razón de lo que se nos encomendó.
S. Pablo invita a mantener viva la “Sobriedad” que es la virtud que hace que nos abstengamos de todo aquello que nos puede hacer perder el juicio o cegarnos la mente.



Lectura del santo evangelio según S. Mateo 25,14‑30
Has sido fiel en lo poco, pasa al banquete de tu señor

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: "Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno; a cada cual según su capacidad; luego se marchó. [El que recibió cinco talentos fue en seguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.]
Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos empleados y se puso a ajustar las cuentas con ellos. Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: "Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco." Su señor le dijo: "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor."
[Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo: "Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos." Su señor le dijo: "Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor."
Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y dijo: "Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces; tuve miedo y fui a esconder mi talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo." El señor le respondió: "Eres un empleado negligente y holgazán. ¿Conque sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Y a ese empleado inútil echadlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes.""]
Palabra del Señor


REFLEXIÓN

“SOMOS BUSCADORES Y NO GUARDAS”

El evangelio de hoy nos hace una llamada fuerte a un replanteamiento fuerte de nuestra vida frente a Dios: cuando miramos nuestra vida y la enfrentamos al evangelio, da la sensación que todavía vivimos en el esquema primitivo, del hombre que vive asustado, temiendo enfadar a Dios y, por tanto, procurando no hacer alguna cosa que pueda enfadarle, con lo cual convierte su vida en una eterna preocupación por guardar lo establecido, lo políticamente correcto, la ley al pie de la letra y deja de vivir el don de la vida que ha recibido.
No podemos seguir engañándonos, ese Dios al que tememos no es el que nos reveló Jesús. Quien anda escondiéndose y protegiéndose de Dios no lo quiere, le tiene miedo, no se fía de Él y teme que en cualquier momento le caiga con toda la fuerza y, por tanto, no tiene idea de la grandeza de su misericordia.
El Dios que nos ha revelado Jesús es un Padre que nos ha regalado la vida para que la arriesguemos, para que gocemos con Él haciendo un mundo mejor, aunque en esa “empresa” nos equivoquemos; quien no se equivoca nunca, es que no hace nada.
Jesús no imagina a sus seguidores como un grupo de observantes escrupulosos de una ley y de una religión, sino como gente nueva que teniendo la espalda cubierta por el Padre del universo, se arriesga a perder hasta la vida por establecer en el mundo la voluntad de su Padre. Jesús lo deja bien claro con el tercer siervo de la parábola: no se trata de devolverle intacta a Dios la vida que le dio. Es un verdadero fracaso devolver la vida a Dios sin habernos arriesgado a amar hasta donde seamos capaces de llegar.
Hemos de preguntarnos qué es lo que ha pasado para que, en tan poco tiempo se haya hundido y haya desaparecido y hasta aparezca desprestigiado todo lo que hasta hace muy poco se cuidaba con tanto esmero… ahora no queda nada y su recuerdo produce repulsa; podemos pensar en la familia, en el magisterio de la iglesia en la autoridad, la tradición… eran cosas sagradas, intocables, tabúes y se han venido por los suelos. ¿No será que hemos hecho de ellas algo muerto que se guarda como un monumento en lugar de hacerlas como una fuerza dinamizadora de la vida?
Esta situación está dando como reacción la vuelta de muchos a posiciones radicales de intolerancia y cerrazón, en las que vuelve a aparecer la imagen del Dios terrorífico que va a destruir a todos los que se desmadraron y se dedican a conservar lo de siempre, pero de todas formas, sigue en pie el reto del tercer siervo: no está permitido invalidar el don recibido y devolverlo intacto, se nos ha dado para que lo pongamos incluso en riesgo por seguir los pasos a Jesús.
Ser cristiano, creyente y seguidor de Jesús, es algo mucho más grande y fascinante que emplear la vida en guardar intactas unas leyes; es enfrentarse a un riesgo más que instalarse en una seguridad
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martes, 4 de noviembre de 2008

DOMINGO TREINTA Y DOS -T.O- -A-

DEDICACIÓN DE LA BASÍLICA DE LETRÁN


Lectura de la profecía de EZEQUIEL 47,1-2.8-9.12
En aquellos días, el ángel me hizo volver a la entrada del templo.

Del zaguán del templo manaba agua hacia levante -el templo miraba a levante-. El agua iba bajando por el lado derecho del templo, al mediodía del altar.
Me sacó por la puerta septentrional y me llevó a la puerta exterior que miraba a levante. El agua iba co­rriendo por el lado derecho.
Me dijo:
-Estas aguas fluyen hacia la comarca levantina, bajarán hasta la estepa, desembocarán en el mar de las aguas salobres, y lo sanearán. Todos los seres vi­vos que bullan allí donde desemboque la corriente tendrán vida; y habrá peces en abundancia. Al desembocar allí estas aguas, quedará saneado el mar y habrá vida dondequiera que llegue la corriente.
A la vera del río, en sus dos riberas, crecerán toda clase de frutales; no se marchitarán sus hojas ni sus frutos se acabarán; darán cosecha nueva cada luna, porque los riegan aguas que manan del santuario; su fruto será comestible y sus hojas medicinales.
Palabra de Dios


REFLEXIÓN

“DIOS ES LA ÚNICA FUENTE DE VIDA”

El profeta Ezequiel utiliza la imagen de su tierra para expresar el cambio que Dios piensa hacer con su pueblo: Ve aquel arrollo que nace de la fuente de Siloé y corre por todo el valle convertido en el río Jordán dándole vida y acabándose en el Mar Muerto donde todo se extingue y muere.
Ezequiel piensa en el nuevo Israel cuya grandeza va a estar basada en la sabiduría que nace del templo y que riega como un torrente impetuoso todo el país convirtiendo en campo fecundo, incluso los salitrales del mar Muerto.
La vida que nace de Dios llenará la tierra y lo saneará todo, cambiará la faz del pueblo y la paz, la fraternidad y la justicia llenarán la tierra.
Sin embargo, todo esto que el profeta soñó para su pueblo no llegó; a darse a pesar de que hubo repatriación, de que volvieron a ser cultivados los montes, de que se reconstruyó el templo físico… pero la ley del Señor no la pusieron en práctica y el país no se llenó de la paz y la fraternidad que auguró.
Para los cristianos, el pasaje de Ezequiel es como un preludio de Pentecostés en la iglesia: el espíritu del Señor llenó la tierra pero su fuerza y sus dones no llegaron a regar y vivificar los corazones de todos los hombres.
El sueño de Ezequiel seguimos constantemente teniéndolo todos, lo que ocurre es que cada uno lo dirige hacia una dirección y la felicidad no la ponemos en que se llene la tierra de fraternidad y de paz; la JUSTICIA no es precisamente el agua viva que deseamos que riegue la tierra, sino que cada vez aumenta el caudal de avaricia y esto hace que cada uno nos convirtamos en una especie de mar muerto donde todo acaba por perderse: el mar muerto es un gran lago a casi 400 m. por debajo del nivel del mar. Recibe las aguas que vienen del lago de Tiberiades o mar de Galilea y que a su paso van regando un gran valle que produce la riqueza de Israel; cuando estas aguas llegan al Mar Muerto, allí se quedan estancadas y en su fondo y a su orilla no se produce vida alguna. Ese es el gran peligro que tenemos en el mundo actual que nos invita y nos empuja a vivir aislados en un individualismo absoluto en donde muere toda ilusión, toda esperanza y toda posibilidad de vida. Nos vamos convirtiendo en un salitral.


Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los CORINTIOS 3,9c-11.16-17

Hermanos:
Sois edificio de Dios. Conforme al don que Dios me ha dado, yo, como hábil arquitecto, coloqué el cimiento, otro levanta el edificio. Mire cada uno cómo construye.
Nadie puede poner otro cimiento fuera del ya puesto, que es Jesucristo.
¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?
Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque el templo de Dios es santo: ese templo sois vosotros.
Palabra de Dios

REFLEXIÓN

“PIEDRAS VIVAS DEL TEMPLO DEL ESPÍRITU SANTO”

S. Pablo dirigiéndose a la comunidad de Corinto, para explicarles la iglesia utiliza una imagen que tiene resonancia en el antiguo testamento: la imagen del constructor que pone los cimientos y sobre ellos va construyendo, en esta imagen pone de relieve algo que ellos no deben olvidar jamás: el protagonismo de Dios: es él quien construye y es Él quien se pone como cimientos de esa construcción; nosotros somos las piedras que van armando todo el edificio, pero es Él quien lo construye y nadie puede apropiarse la autoridad de de construir lo que es suyo: “Nadie puede poner otro cimiento fuera del ya puesto, que es Jesucristo.”
Es muy importante que esto se tenga bien claro, de esta forma evitaremos afirmaciones y atribuciones indebidas: no podemos atribuir a la iglesia el capricho o el interés concreto de una persona o de un grupo que les interesa una acción concreta o una posición en una determinada situación.
La iglesia, al ser construcción de Dios, se convierte en templo de su Espíritu Santo y en ella se dan los signos visibles de la Paz, del Amor, de la Justicia, de la Verdad, de la Libertad, la caridad, la alegría, la comprensión de los demás, la generosidad, la bondad, la fidelidad, la mansedumbre y dominio de sí mismo. (Gal. 5,22-23)
Estos son los frutos del Espíritu que mora dentro de la iglesia y estos son los signos que indudablemente la distinguen frente al resto de instituciones que puede haber en este mundo… La pregunta constante que nos tenemos que hacer es esta: ¿Son estos los signos que distinguen a nuestra iglesia?
Lo triste y lo lamentable es que la percepción que tiene la gente es completamente distinta y lo que no podemos hacer, de ninguna manera, es decir que los demás están ciegos u obsesionados o incapacitados para ver. No es posible que todo el mundo esté ciego, en cambio sí es posible que algún barro se nos vaya pegando por el camino que puede hacer que se distorsione la imagen y hasta desaparezcan los signos.

Lectura del santo evangelio según san JUAN 2,13-22

Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedo­res de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambis­tas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo:
-Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora».
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: -¿Qué signos nos muestras para obrar así? Jesús contestó:
-Destruir este templo, y en tres días lo levantaré. Los judíos replicaron:
-Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?
Pero El hablaba del templo de su cuerpo. Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.
Palabra de Dios

REFLEXIÓN:

“DENUNCIA DEL CULTO Y DEL DINERO”
S. Juan, de forma distinta a como lo hacen los otros evangelistas, sitúa el encuentro de Jesús con la realidad del templo al comienzo de su evangelio, como indicando que va a ser una de las acciones programáticas de toda la vida de Jesús: el templo era el símbolo principal de Israel, el cambio del templo suponía el cambio de la realidad de Israel.
De la misma manera, el episodio está puesto en un momento festivo de Pascua, que recuerda el paso de la esclavitud a la libertad.
El momento que se vive socialmente es tenso; es un momento de opresión y se está ansiando la liberación, la gente está cansada, no puede más. Esta va a ser la perspectiva que se abre del evangelio de Juan.
La imagen del templo en esos momentos de peregrinación presentaba un aspecto parecido a todo menos a la casa de encuentro con el Padre que trae la salvación para todos y, más bien, viene a resultar el centro donde se encuentra la clave de todo el hundimiento en el que están metidos.
El encuentro de Jesús con el templo tiene una resonancia profética extraordinaria que recuerda a Isaías (56,7) a Jeremías (7,11) y a Zacarías (14,21) y que está indicando que aquello que anunciaron los profetas ha llegado ya a su fin:
Jesús ataca frontalmente la liturgia vacía e hipócrita del templo judío. Criticar la estructura del templo basada en el poder y en la explotación del pueblo judío: Jesús encuentre el templo lleno de vendedores, de cambistas, de gente que no busca a Dios, sino el negocio. Esto es un pecado, ahí no puede estar Dios, no es el lugar donde todos se deben sentir acogidos como en la casa del Padre, donde se pueda vivir la experiencia de la fraternidad.
La actitud de Jesús es un referente para nosotros que debemos coger para hacer la crítica a nuestra liturgia y a la imagen que han de representar nuestros templos: qué se hace en ellos, qué se celebra.
Hemos de ser valientes y enfrentarnos a nuestra realidad… ¿No merecería nuestra práctica un gesto profético al estilo de Jesús que rompiese la dinámica en la que nos estamos metiendo complaciendo otros criterios que nada tienen que ver con los de Dios?
Vivimos en una sociedad cuyo pensamiento y cuyo criterio de grandeza no es la dignidad de la persona, sino lo que posee. Algunos sociólogos sostienen que el símbolo identificativo de nuestra civilización es el dinero a lo que se rinde un verdadero culto y al que se le sacrifica la misma vida y en torno a él se hace girar todo, hasta el mismo culto que se debe a Dios. Es curioso que los fieles pregunten, cuando estos días piden que se tenga presente a sus familiares en la Eucaristía “¿Cuánto vale?
Aunque para el mundo el dinero puede comprarlo todo, para los creyentes sabemos que lo único que cierra la puerta de nuestro corazón a Dios es el dinero.
Ese templo antiguo, centro de corrupción, ha desaparecido para dar paso a un nuevo templo que será el corazón de cada hombre.
Nuestros templos y nuestra iglesia dejan de ser espacio de encuentro entre los hermanos con Dios Padre el momento en que el dinero entra como condición indispensable y suplanta la fraternidad y la solidaridad; desde esos parámetros es imposible entender el amor