martes, 18 de enero de 2011

DOMINGO II DEL TIEMPO ORDINARIO -A-

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de Isaías 49, 3. 5 6
Te hago luz de las naciones para que seas mi salvación

«Tú eres mi siervo (Israel) de quien estoy orgulloso.»
Y ahora habla el Señor, que desde el vientre me formó siervo suyo, para que le trajese a Jacob, para que le reuniese a Israel, —tanto me honró el Señor y mi Dios fue mi fuerza—:
Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel; te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN


“EL ENCARGO DE JESÚS”

El profeta Isaías ve en su visión de futuro para Israel a alguien que va a romper todos los moldes en los que están estancados y que no les deja avanzar: alguien –que no se sabe quién es- va a ser puesto por Dios para que sea signo y luz ante todos los hombres de todas las razas y pueblos de la salvación que Dios trae para todos. Este “alguien” puede ser el pueblo de Israel a quien Dios le ha dado una misión y que no acaba de entender; puede ser también un consagrado por Dios, pero en quien se cumple con toda claridad la profecía es en Jesús; todos los que vendrán antes que Él no son más que imágenes de lo que será Él definitivamente.
Todos hablaron, todos esperaron, pero todos se quedaron reducidos a una dimensión política, temporal, marcada por intereses nacionalistas y partidistas. En Cristo se rompen todas las fronteras y en Él aparece con toda claridad la dimensión que anuncia el profeta, con un alcance mucho mayor de lo que el mismo profeta previó. “; te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra”.
Cristo ya vino, en Él se dio cumplimiento a todas las profecías y la misión que inauguró y puso en marcha continúa; hoy es la iglesia, que nació de esa semilla que Él plantó, la que ha de continuar la misma misión de hacer crecer y desarrollarse el reino que Cristo introdujo hasta hacer que llene el universo entero. Esta es también la misión que tiene todo cristiano bautizado y creyente en Jesús.


Salmo responsorial Sal 39, 2 y 4ab, 7 8a. 8b 9. 10

V/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
V/. Yo esperaba con ansia al Señor:
él se inclinó y escucho mi grito;
me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios.
R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
V/. Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y en cambio me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio,
entonces yo digo: «Aquí estoy.»
R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
V/. Como está escrito en mi libro: «para hacer tu voluntad.»
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas.
R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
V/. He proclamado tu salvación ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios:
Señor, tú lo sabes.
R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.


SEGUNDA LECTURA

Comienzo de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 1, 1 3
Gracias y paz os dé Dios nuestro Padre y Jesucristo nuestro Señor

Yo, Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo, por voluntad de Dios, y Sóstenes, nuestro hermano, escribimos a la Iglesia de Dios en Corinto, a los consagrados por Jesucristo, al pueblo santo que el llamó y a todos los demás que en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo Señor nuestro y de ellos.
La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo sean con vosotros.
Palabra de Dios


REFLEXIÓN


“LA ENVIDIA Y LOS PROTAGONISMOS”

Nos encontramos con el comienzo de la carta que S. Pablo escribe a los cristianos de Corinto y es curioso que, al mismo comienzo reivindique su autoridad para escribir, dándose el título de “apóstol” en igualdad con los doce, pues parece que ya hay también en Corinto gente que anda haciendo problemas y diciendo que Pablo es un intruso, que se está apropiando lo que no le pertenece y lo consideran como un advenedizo, en cambio él se considera perfectamente formado e informado, ya que ha recibido directamente de Jesús el mensaje que tiene y nadie se lo ha dado, de la misma manera que le ha ocurrido al resto de los apóstoles. Él ha visto a Jesús, se ha encontrado con Él y le ha encargado evangelizar, de lo que la misma comunidad de Corinto es testigo. A pesar de todo, en otro momento, cuando estuvo en Corinto, ya alguien le discutió su autoridad para hacerlo y, por eso, ahora lo deja bien claro al empezar la carta.
Pablo conoce perfectamente cuáles son sus derechos, aunque renuncia a llevarlos a la práctica, pero esto no quita de que deje bien claro a todos que, lo que hace, tiene autoridad para hacerlo; de esa manera evitará que alguien salga diciendo tonterías, como de hecho ya ocurrió anteriormente.
Es interesante ver otro aspecto de la carta: La comunidad de Corinto es la única que existe en la región, por tanto, ella es el exponente vivo de la presencia de la iglesia universal y, el saludo que Pablo hace, no es solo a la comunidad concreta, sino a la iglesia universal: “a los consagrados por Jesucristo, al pueblo santo que él llamó y a todos los demás que en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo Señor nuestro y de ellos.”.
Es el problema de siempre cuando en una comunidad se empieza a caminar y hay gente que siente las cosas como algo suyo y se entrega con alma y vida; inmediatamente aparecen los que no saben hacer otra cosa que poner “peros”, pues es la única arma que ellos tienen para escurrir el hombro y jamás te los encontrarás dispuestos a colaborar en algo, pero sí han de estar poniendo trabas, pues no soportan el que alguien sea protagonista de algo interesante.
A Pablo tuvo que costarle enormemente superar el lastre de su pasado, pues fue lo que constantemente salió a relucir como el gran problema que lo tenía enmarcado.

Aleluya

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según San Juan 1, 29 34
Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo

En aquel tiempo, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó: —Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquél de quien yo dije: «Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo.» Yo no lo conocía, pero ha salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel.
Y Juan dio testimonio diciendo:
—He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma y se posó sobre él.
Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: Aquél sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el que ha de bautizar con Espíritu Santo.
Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios.
Palabra del Señor


REFLEXIÓN

“VOLVER LOS OJOS A CRISTO”

En la historia del pueblo de Israel se han venido sucediendo grandes hombres: profetas, jueces, reyes… que han venido sosteniendo la esperanza del pueblo para que no tire la toalla y siga caminado, con la seguridad de que Dios está a su lado y es fiel a todo lo que les ha prometido.
Pero todo esto no es más que “una promesa”, algo que, cuando echan la vista atrás, se dan cuenta que, efectivamente, Dios ha estado ahí, pero en el momento presente han tenido que afrontarlo basados en la fe pura, y cuando tienen que dar razón de esa esperanza y esa fe, presentan una imagen totalmente equivocada del “Mesías” y de la misma salvación; podríamos decir que cada uno presenta una imagen a medida de sus “esperanzas” completamente mediatizada por sus necesidades: si lo está pasando mal desea y espera que alguien venga y lo saque de esta situación. Incluso la religiosidad está orientada en este sentido: la relación con “El Ser Superior” es “interesada”: te doy para que me des, o para que no me castigues y me sostengas… si es que esto no se da, no quiero saber nada de dios ni da otra cosa.
Este problema no es único de los tiempos de Jesús, sigue manteniéndose hasta nuestros días y, estamos viendo cómo mucha gente abandona la iglesia, o se mete en movimientos religiosos, decepcionados o en busca de “algo” que dé respuesta a sus expectativas, que no encuentra en la iglesia. Es el problema que se ha dado en muchos momentos o épocas en la iglesia: se ha presentado un sistema de verdades que hay que creer, unos ritos que hay que hacer (por ejemplo el bautizo), unas normas que hay que cumplir, (el “oír” misa”)… pero nos hemos olvidado de lo fundamental: PRESENTAR A JESÚS, pues cuando se le conoce, el resto ya se cae por su peso.
Juan derriba el tinglado y le hace ver a la gente que lo que él está haciendo, no tiene sentido si es que no se fundamenta en el Mesías, y en ese momento hace una presentación de Jesús:
“Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” Y el evangelio de Juan se encarga de dar tres afirmaciones que lo identifican totalmente:
1º- “Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” en contraposición a todos los ritos que se están haciendo en el templo, incluso lo que él mismo está haciendo en el Jordán: él está bañando con agua que limpia por fuera la suciedad del cuerpo, pero Jesús baña por dentro y limpia el pecado y devuelve la vida nueva que es la del Espíritu Santo de Dios.
2º. “El Espíritu que bajaba del cielo como una paloma y se posó sobre él”: Jesús ha sido llenado del Espíritu de Dios y, ese Espíritu, es el que hará la renovación del hombre que se ha bautizado en Jesús. No se trata, pues de un rito, sino de un nuevo nacimiento, de una transformación de la persona.
3º- “Es el Hijo de Dios”: Juan hace una presentación de Jesús e invita a adherirse a Él, pues esto será lo único que devolverá la paz, la alegría y la felicidad al hombre; no van a ser los ritos, las normas… ni siquiera el hecho de pertenecer a una institución concreta, como puede ser el pueblo de Israel.
La liturgia de hoy nos invita a todos los cristianos y a la iglesia entera, a volver nuestros ojos a Jesús, a su persona, a su proyecto, a su reto de amor y, cuando hemos sido enganchados por ÉL, la realidad entera empieza a cambiar a nuestro alrededor; mientras tanto, seguiremos metidos en la onda de la decepción, de la angustia y del vacío existencial, pues no encontraremos algo que pueda saciar nuestra sed de felicidad.