jueves, 26 de junio de 2008

DOMINGO TRECE DEL T. O. -A-


Lectura del segundo libro de los Reyes 4, 8‑11. 14‑16a
Ese hombre de Dios es un santo, se quedará aquí

Un día pasaba Eliseo por Sunam y una mujer rica lo invitó con insistencia a comer. Y, siempre que pasaba por allí, iba a comer a su casa. Ella dijo a su marido: "Me consta que ese hombre de Dios es un santo; con frecuencia pasa por nuestra casa. Vamos a prepararle una habitación pequeña, cerrada, en el piso superior; le ponemos allí una cama, una mesa, una silla y un candil, y así, cuando venga a visitarnos, se quedará aquí."
Un día llegó allí, entró en la habitación y se acostó. Dijo a su criado Guejazi: "¿Qué podríamos hacer por ella?" Guejazi comentó: "Qué sé yo. No tiene hijos, y su marido es viejo." Eliseo dijo: "Llámala." La llamó. Ella se quedó junto a la puerta, y Eliseo le dijo: "El año que viene, por estas fechas, abrazarás a un hijo."
Palabra de Dios

REFLEXIÓN

“DESCUBRIR LA PRESENCIA DE DIOS”

El pasaje del libro de los Reyes cuenta uno de los momentos en que Elías realiza uno de sus milagros como manifestación de Yavé en él, pero el tema no está en lo que Dios hace a través de Elías, sino en la actitud de esta mujer sunamita atenta a lo que ocurre y, sobre todo a la presencia de Dios: ella descubre a Dios allí donde se encuentra y le responde dando alojamiento a Elías, no oponiéndose a su mensaje sino facilitando la posibilidad de que se dé.
Yavé también responde a la actitud de esta mujer: no deja sin recompensa a quien lo busca o lo deja expresarse: en este caso sobrepasa todas las expectativas de la mujer y la llena de gozo y de sentido para su vida.
Dios es así: no hace falta ni siquiera que le pidamos, simplemente dejarlo actuar, no hacer oposición a su presencia, facilitar su actuación y sus beneficios son percibidos inmediatamente, llenando y sobrepasando nuestras expectativas. Algo así como dejar el aire que fluya sin contaminar, facilitar el hecho; sin buscar nada a cambio, sino dejar libertad sin hacer oposición; automáticamente salimos beneficiados de la pureza del aire que respiramos.
Lo peor que suele ocurrir es que muchas veces no solo no hacemos el bien, sino que tampoco dejamos que se haga, con lo que no solo hacemos daño a otros, sino que nos perjudicamos a nosotros mismos y eso, además de ser una estupidez, es un verdadero absurdo.


Salmo responsorial: 88
Cantaré eternamente las misericordias del Señor.
Cantaré eternamente las misericordias del Señor, /
Anunciaré tu fidelidad por todas las edades. /
Porque dije: "Tu misericordia es un edificio eterno, /
más que el cielo has afianzado tu fidelidad." R.
Cantaré eternamente las misericordias del Señor.
Dichoso el pueblo que sabe aclamarte: /
camina, oh Señor, a la luz de tu rostro; /
tu nombre es su gozo cada día, /
tu justicia es su orgullo. R.
Cantaré eternamente las misericordias del Señor.
Porque tú eres su honor y su fuerza, /
y con tu favor realzas nuestro poder. /
Porque el Señor es nuestro escudo, /
y el Santo de Israel nuestro rey. R.
Cantaré eternamente las misericordias del Señor.

Lectura de la carta de S. pablo a los Romanos 6,3‑4.8‑11
Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que andemos en una vida nueva

Hermanos: Los que por el bautismo nos incorporamos a Cristo fuimos incorporados a su muerte. Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva. Por tanto, si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él, pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él. Porque su morir fue un morir al pecado de una vez para siempre; y su vivir es un vivir para Dios. Lo mismo vosotros, consideraos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.
Palabra de Dios

REFLEXIÓN

“VIVIR AMANDO ES MORIR CON CRISTO”

Pablo reflexiona con la comunidad de Roma algo que es fundamental para cada uno de los que la componen: el bautismo ha supuesto una nueva creación, ha sido la MUERTE al hombre viejo, a la naturaleza dañada y la recuperación de la nueva naturaleza de la que Cristo ha tomado parte. BAUTIZARSE, por tanto, es incorporarse a esa nueva existencia que ha nacido con Cristo y que tiene su fin en la resurrección. Aceptar esta realidad tiene unas consecuencias inmediatas: es entrar en la dinámica de Cristo: la vida es un ir muriendo a cada momento hasta llegar al momento supremo que se expresa en la muerte física, la muerte total. Ese momento es la incorporación total a la resurrección, de ahí que tendríamos que decir que el momento del bautismo es la celebración de la muerte en la que hemos entrado para liberarnos definitivamente de ella el momento en que morimos físicamente que sería la liberación de ella y ese momento sería la celebración del triunfo: la resurrección.
Por otro lado, MORIR CON CRISTO es vivir amando, pues el AMOR no es más que un ir muriendo poco a poco en beneficio del otro, un ir dándome para que el otro crezca, un ir entregándome para que el otro viva y sea feliz, un ir dejando de ser yo para que sea el otro en mi… “no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mi”. De ahí que el momento de la muerte no es más que la exaltación del triunfo del AMOR.
Pablo es así como entiende esto y no puede admitir que habiendo muerto y metidos en la dinámica de la muerte, se siga viviendo para el pecado y muerto para Cristo: “consideraos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús”


Lectura del santo evangelio según S. Mateo 10,37‑42
El que no coge su cruz no es digno de mí. El que os recibe a vosotros me recibe a mí

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: "El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no coge su cruz y me sigue no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará. El que os recibe a vosotros me recibe a mí, y el que me recibe recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta tendrá paga de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo tendrá paga de justo. El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pobrecillos, sólo porque es mi discípulo, no perderá su paga, os lo aseguro."
Palabra del Señor

REFLEXIÓN

“CADA COSA EN SU SITIO”

Cuando oímos a Jesús ponerse en ese plan casi nos asusta pues automáticamente nos ubicamos en una situación desviada que nos hemos fabricado, pues siempre hemos entendido que la llamada de Jesús era cosa de religiosos o sacerdotes que lo dejan todo y se van con Él y poco más o menos hemos entendido que había que meterse en un convento de clausura o marcharse a lugares de misión de primera fila.
Jesús no está diciendo nada de eso, sino de establecer una jerarquía de valores que no debe romperse porque el momento que eso ocurre la vida queda a la deriva. Este es el gran problema actual: se han quitado los valores de referencia y todo lo hemos dejado al amparo del “me gusta” o “me disgusta” de tal forma que es bueno lo que me produce placer o es malo lo que me produce disgusto, pero puede ocurrir que algo que me produce placer en un momento puede producirme disgusto en otro, entonces nada es estable y todo depende del momento y de la situación que se vive, todo es relativo y no tiene más valor que el que subjetivamente me produce en un momento concreto.
Según esto, mi padre, mi madre, mi hijo, mis bienes… mi persona pueden en un momento sobreponerse a lo que es absoluto, en este caso EL REINO DE DIOS, y quien pone el REINO detrás de cualquier otra cosa, no es digno de ese REINO, pues el REINO es el que le da sentido a todo lo demás: “mi padre, mi madre, mi hijo, mis bienes… mi persona”.
Por esta causa: EL REINO, vale la pena jugárselo todo, pues en ese contexto van a encontrar sentido de eternidad todo lo que tengamos, y todo lo que hagamos, hasta la propia vida: el que se la juega por esta causa la recupera en plenitud y la llena de sentido, pero el que apuesta por la vida, por pasarlo de acuerdo a lo que me produce placer y pierde EL REINO del horizonte, ha hecho que la vida entera y todo lo que haga en ella pierda su sentido , pues le habrá cortado toda la dimensión de futuro y de trascendencia: “El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará”.
Por eso, cuando Jesús habla de la cruz, no está hablando del sufrimiento que nos hace pasarlo mal por el dolor que lleva consigo, sino por el sentido mismo de la vida que, indudablemente, es duro mantenerlo constantemente sin desfallecer

miércoles, 25 de junio de 2008

FESTIVIDAD DE S. PEDRO Y S. PABLO -O8-

Lectura del libro de los hechos 12,1-11
En aquellos días, el rey Herodes se puso a perseguir a algunos miembros de la iglesia. Hizo decapitar a Santiago, hermano de Juan. Al ver que esto agradaba a los judíos, mandó detener a Pedro. Era la semana de Pascua. Mandó prenderlo y meterlo en la cárcel, encargando su custodia a cuatro piquetes de cuatro soldados cada uno: tenía intención de ejecutarlo en público, pasadas las fiestas de Pascua. Mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la iglesia oraba insistentemente a Dios por él.
La noche antes de que lo sacara Heredas estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, atado a ellos con cadenas. Los centinelas hacían guardia a la puerta de la cárcel.
De repente se presentó el Ángel del Señor y le iluminó la celda. Tocó a Pedro en el hombro, lo despertó y dijo: “Date prisa, levántate.”
Las cadenas se le cayeron de las manos y el Ángel añadió: “Ponte el cinturón y las sandalias”
Obedeció y el Ángel le dijo: “Échate la capa y sígueme”.
Pedro salió detrás creyendo que lo que hacía el Ángel era una visión y no realidad. Atravesaron la primera y la segunda guardia, llegaron al portón de hierro que daba a la calle, y se abrió solo. Salieron y al final de la calle se marchó el Ángel.
Pedro recapacitó y dijo: Pues era verdad: el Señor ha enviado su Ángel para librarme de las manos de Herodes y de la expectación de los judíos.

Palabra de Dios


REFLEXIÓN

EL PODER COMO ÚNICO HORIZONTE”

“Al ver que esto agradaba a los judíos, mandó detener a Pedro” Para Herodes lo importante no es defender la justicia o mantener el orden, sino congraciarse con un grupo determinado de gente para que le aplaudan y lo mantengan en el poder, y si para eso tiene que atropellar a las personas y hasta matar no tiene dificultad en hacerlo.
Frente a la postura de Herodes aparece la de la iglesia solidaria que sufre y ora por el hermano, Pedro, que está siendo maltratado y atropellado.
Podemos observar cómo las escenas vuelven a repetirse con extremada similitud: Herodes sigue buscando el aplauso de otros grupos, de otras personas, sin importarle lo que tenga que atropellar, lo único que le interesa es mantenerse en el poder.
La otra parte suele tomar distintas posturas: 1ª la del que quiere ser fiel y sigue solidarizándose y actuando en el silencio con el que sufre y oponiendo resistencia pasiva ya que la única fuerza que tiene es la de la oración y la de la verdad y el amor y 2ª el otro sector que se convierte en aliado del poder callándose, volviendo la cara para no ver, no dándose por enterado, desentendiéndose e insolidarizándose, e incluso, acusando al que hace frente. Es el “Judas” que siempre está dentro del grupo y hace el juego sucio.
¿Pero cómo poder quedarse callados frente a la mentira, a la extorsión, el atropello y la corrupción? ¿Cómo decir que eso no nos interesa, y nos tapamos los ojos, volvemos la cabeza y hasta justificamos el mal que se hace sin sentirnos identificados con Herodes?
Herodes quería agradar al pueblo que lo mantiene en el poder y nosotros no queremos molestar al poder que nos mantiene en situaciones de privilegio o de “anestesia”. Al fin y al cabo no es más que extrapolación de factores, pero el producto es el mismo.


Salmo responsorial 33
R/ El Ángel del Señor librará a los que temen a Dios.

Lectura de la segunda carta de S. Pablo a Timoteo 4,6-8. 17-18
Querido hermano:
Yo estoy a punto de ser sacrificado y el momento de mi partida es inminente. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me queda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día; y no solo a mi, sino a todos los que tienen amor a su venida.
El Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles. El me libró de la boca del león. El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo. ¡A Él la gloria por los siglos de los siglos amén!
Palabra de Dios


REFLEXIÓN:

“LA ALEGRÍA DE LO BIEN HECHO”

EL “CAMINO” del seguimiento a Jesús, el camino de la fe, es como una pista de atletismo en la que cada uno hacemos nuestra carrera; aquí no se trata de competir con nadie para llegar el primero o el último, ni para ser más o menos que otro, aquí se trata de hacer el recorrido que tenemos marcado y llenarlo en el tiempo que tenemos establecido en la vida.
Lo más grande que nos podría ocurrir es sentir lo que dice Pablo: “He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe”. Si queremos, para ese camino, podríamos marcarnos algunos objetivos: “perder el menos tiempo posible en cosas que no merecen la pena”, “emplearse a fondo en todo aquello que llena de alegría y felicidad”, “mantenerse de pie sin caerse lo máximo posible” es que, mientras permanecemos caídos, es tiempo perdido y posibilidades desperdiciadas. Por último, si es que no somos capaces de otra cosa, también podríamos ponernos como objetivo el mantener siempre la dirección de nuestra vida orientada a Dios.
Lo más triste que nos puede ocurrir es que nos pongamos en dirección contraria a Dios, que perdamos la esperanza o que lleguemos a convencernos que es una estupidez confiar en Dios y dejarnos guiar por sus propuestas. Y encima creernos que estamos en lo cierto. En ese caso podremos convertirnos indiscutiblemente en unos herodes cualquiera que no se detienen ni ante la muerte.

Lectura del santo evangelio según S. Mateo. 16,13-19.

En aquel tiempo, llegó Jesús a la región de Cesárea de Felipe y preguntaba a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?
Ellos contestaron: “Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que jeremías o uno de los profetas”
Él les preguntó: “Y vosotros, ¿Quién decís que soy yo?
Simón Pedro tomó la palabra y dijo: “Tu eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.
Jesús le respondió: “¡Dichoso tú, simón, hijo de Jonás! Porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora yo te digo: Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi iglesia y el poder del infierno no la derrotará.
Te daré las llaves del Reino de los Cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo; lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo”.
Palabra del Señor


REFLEXIÓN

“ Y YO, ¿QUÉ PINTO EN TU VIDA?”

Hoy, Jesús sigue lanzándonos a todos la misma pregunta y cada uno, vamos dando, con nuestra vida, distintas respuestas; también la iglesia, como conjunto de todos los creyentes, va dando una respuesta a Jesús con sus acciones y con sus palabras que el mundo entero escucha y percibe.
“¿Quién dice la gente que soy yo?
Señor, cada uno dice lo que se le ocurre, cada cual habla de acuerdo a cómo le va el viaje: unos dicen que eres una idea que nos metieron desde pequeñitos para asustarnos; otros dicen que eres la excusa para esconder un complejo, para otros eres una represión fruto de una educación trasnochada, clerical y conventual basada en el miedo y en la represión; para otros no eres más que una utopía y un mito para excéntricos y locos, una idea sin consistencia; para otros eres un personaje histórico, interesante, como ha habido otros en la humanidad… Para otros eres la razón y el sentido de sus vidas.
“Y para ti… ¿Quién soy yo?
No se trata de que me des respuestas ya hechas, esas que te enseñaron en la catequesis y que te obligaron a aprender de memoria. No me contestes lo políticamente correcto, lo que manda la doctrina pura y verdadera, lo que manda la ley, lo que otros dicen que digas de mi… Dime lo que te nace del corazón: ¿Qué soy para ti? ¿Qué importancia tiene para ti el saber que puedes contar conmigo, que yo estoy siempre a tu lado, que me interesa lo tuyo?
¿Hasta qué punto cuento yo en tus decisiones?
No te lo olvides: sobre aquello que Pedro dijo salido de lo más hondo de su ser, yo edifiqué mi iglesia y la sigo sosteniendo; y sobre eso que sale de lo más hondo de tu ser yo sigo edificando mi proyecto de salvación y de felicidad contigo y con el mundo.
En esto suele muchas veces establecerse el problema: en decir lo políticamente correcto, lo que otros dicen que digas o en dejar que se exprese el corazón abiertamente. Lo triste es que a Jesús lo hemos aprendido desde la cabeza y no ha sido cogido desde el corazón, por eso es tan frecuente escuchar que se cree en Jesús pero no se cree en su iglesia con la que no se le encuentra conexión alguna.

viernes, 20 de junio de 2008

DOMIGO DOCE DEL T. O. -A-

Lectura del profeta Jeremías 20,10‑13
Libró la vida del pobre de manos de los impíos

Dijo Jeremías: "Oía el cuchicheo de la gente: "Pavor en torno; delatadlo, vamos a delatarlo." Mis amigos acechaban mi traspié: "a ver si se deja seducir, y lo abatiremos, lo cogeremos y nos vengaremos de él." Pero el Señor está conmigo, como fuerte soldado; mis enemigos tropezarán y no podrán conmigo. Se avergonzarán de su fracaso con sonrojo eterno que no se olvidará.
Señor de los ejércitos, que examinas al justo y sondeas lo íntimo del corazón, que yo vea la venganza que tomas de ellos, porque a ti encomendé mi causa. Cantad al Señor, alabad al Señor, que libró la vida del pobre de manos de los impíos."

REFLEXIÓN

¡NO LOS DEJES QUE TRIUNFEN!
El Profeta siente que la realidad le es completamente adversa: todo le invita al pesimismo y a la desesperanza; a los que deberían ser sus amigos y sus hermanos los percibe como enemigos que le tienden trampas y esperan que caiga para destrozarlo.
Pero en medio de esta ambiente, también percibe que Dios está a su lado, que no lo abandona por nada, ni siquiera en el supuesto de que se venga abajo y caiga.
En esta confianza, el profeta levanta los ojos a Dios y le pide un consuelo: que por lo menos le dé la alegría de verlos derrotados, algo muy humano: “que yo vea la venganza que tomas de ellos”.
La situación vuelve a repetirse al pie de la letra: el ambiente que vivimos completamente tenso y negativo, esperando siempre la más mínima caída de algún creyente para sacarla en todos los medios de comunicación y generalizando su caída; se ha arrasado con todos los valores y se ha logrado convertir en algo obsoleto y caduco lo que siempre fue la base del respeto y la decencia; se nos quiere convencer de que no vale la pena luchar ni ir contra la corriente que se ha impuesto, pues está todo perdido… ¡de pura gana vamos a perder el tiempo y nos vamos a complicar la existencia!.
El individualismo que se ha establecido nos invita a cerrarnos y a no fiarnos de nadie, hasta la misma celebración de la fe se fuerza a reducirla al intimismo y a la soledad, haciendo que cuando se saca fuera se convierta en objeto de burla.
Si nos damos cuenta, vuelve a repetirse la misma situación que escenifica el profeta y se nos vuelven a presentar las mismas alternativas: 1ª- acomplejarnos y replegarnos asustados o la 2ª- establecer nuestra confianza en Dios y en la verdad, que al final siempre se impone, aunque cueste, y dar la cara sin miedo, aunque sea duro.
Al final, lo mismo que el profeta, también nos está permitido un deseo: “¡que yo vea la venganza que tomas de ellos, porque a ti encomendé mi causa!”

Salmo responsorial: 68
Que me escuche tu gran bondad, Señor.
Por ti he aguantado afrentas, /
la vergüenza cubrió mi rostro. /
Soy un extraño para mis hermanos, /
un extranjero para los hijos de mi madre; /
porque me devora el celo de tu templo, /
y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí. R
Que me escuche tu gran bondad, Señor. .
Pero mi oración se dirige a ti, /
Dios mío, el día de tu favor; /
que me escuche tu gran bondad, /
que tu fidelidad me ayude. /
Respóndeme, Señor, con la bondad de tu gracia; /
por tu gran compasión, vuélvete hacia mí. R.
Que me escuche tu gran bondad, Señor.
Miradlo, los humildes, y alegraos, /
buscad al Señor, y vivirá vuestro corazón. /
Que el Señor escucha a sus pobres, /
no desprecia a sus cautivos. /
Alábenlo el cielo y la tierra, /
las aguas y cuanto bulle en ellas. R.
Que me escuche tu gran bondad, Señor.

Lectura de la carta de S. Pablo a los Romanos 5,12‑15
No hay proporción entre el delito y el don

Hermanos: Lo mismo que por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, porque todos pecaron. Pero, aunque antes de la Ley había pecado en el mundo, el pecado no se imputaba porque no había Ley. A pesar de eso, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, incluso sobre los que no habían pecado con una transgresión como la de Adán, que era figura del que había de venir. Sin embargo, no hay proporción entre el delito y el don: si por la transgresión de uno murieron todos, mucho más, la gracia otorgada por Dios, el don de la gracia que correspondía a un solo hombre, Jesucristo, sobró para la multitud.


REFLEXIÓN.

“NO SE PUEDE PEDIR MENOS NI DAR MAS”
S. Pablo quiere dar una respuesta a los cristianos de Roma de las razones de su esperanza y ve que está en muchas mejores condiciones que los antiguos para confiar en Dios y dejarse en sus manos sabiendo que no es perdido nada de lo que hace y sufra.
Se remonta a los orígenes en donde se puede ver la actitud de Dios frente a las decisiones del hombre y observa la trayectoria que se ha venido dando, en la que se demuestra la actitud de Dios: Adán rompe el orden establecido y mete a la humanidad en una dinámica de perdición y de muerte; cambió el rumbo de las cosas, la dirección del mundo: en lugar de caminar hacia Dios se puso en dirección contraria, abocando de esa manera al mundo a la muerte y al sin sentido.
Estando en esa situación, Dios apuesta por el hombre y ha de cambiar la dirección y el movimiento: ha de hacer que la humanidad deje lo que ha hecho y vuelva al camino para desandar lo que ha andado. Ha de darse una conversión y una vuelta.
La propuesta de Dios es pasar la página, romperla y volver a empezar si es que el hombre está dispuesto a volver su cara a Dios.
Pero todo esto ya se dio, ahora estamos en una situación nueva: Cristo ha recorrido todo el camino, ha hecho todo el proceso que pedía Dios, solo basta aceptar para nosotros lo que Él ha hecho, solo nos exige aceptar el regalo. Ni se puede pedir menos, ni a cambio se puede dar más.

Lectura del santo evangelio según S. Mateo 10,26‑33
No tengáis miedo a los que matan el cuerpo

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: "No tengáis miedo a los hombres, porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse; nada hay escondido que no llegue a saberse. Lo que os digo de noche decidlo en pleno día, y lo que escuchéis al oído pregonadlo desde la azotea. No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. No, temed al que puede destruir con el fuego alma y cuerpo. ¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin embargo, ni uno solo cae al suelo sin que lo disponga vuestro Padre. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados. Por eso, no tengáis miedo; no hay comparación entre vosotros y los gorriones.
Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo. Y si uno me niega ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre del cielo."


REFLEXIÓN

“LA TRAMPA DEL MIEDO”
Las palabras de Jesús “No tengáis miedo” ni a los hombres ni a los que nos pueden quitar la vida… tienen hoy un eco especial lo mismo que lo pudo tener en aquel momento en el que estaban todos indecisos, sin saber a dónde les llevaría aquella aventura en la que se estaban embarcando.
Hoy el panorama está clarísimo: se nos ha impuesto un ambiente y un sistema que juega con nuestros sentimientos y parte de nuestros mismos instintos para hacer su juego y tenernos bajo su dominio: parte de nuestra inseguridad natural y, por consiguiente de nuestro instinto de buscar la seguridad a costa de lo que sea.
Va activando cada uno de nuestros instintos de los que se sirve para tenernos siempre en esa misma inseguridad que produce un miedo terrible a la vida, a las normas, al ambiente, a la gente, al futuro… a Dios con lo que percibimos como el peor de nuestros enemigos todo lo que nos rodea y en consecuencia dejamos de ser nosotros mismos por miedo a perder esos pequeños niveles de “seguridad” que vamos consiguiendo, por lo que renunciamos a la libertad que es lo más grande que tenemos.
El dios dinero se presenta como la respuesta a toda esa inseguridad que su mismo culto se ha encargado de meter en nuestras mentes y en nuestros corazones y como la respuesta a todas las necesidades que ha ido creando para llenar todos nuestros apetitos y expectativas.
El dios dinero se sostiene en el miedo, su sentimiento religioso es la misma inseguridad, su liturgia la alienta el miedo y su religiosidad es la angustia y la competición. En este culto no tienen cabida la solidaridad, la fraternidad, el amor, la amistad… ni siquiera el derecho a soñar y a vivir.
Frente a esta dinámica en la que ha entrado el mundo fabricada por el hombre, Cristo grita a su pueblo: ¡¡ Despertad, cambiad la forma de vivir, que es posible hacerlo de otra forma, no tengáis miedo, confiad en Dios, confiad también en vosotros mismos!!
¡¡ Ni la misma muerte tiene ya poder sobre vosotros!! ; Lo peor que nos puede ocurrir es que nos dejemos coger por la trampa de aquellos que nos convencen de que no es posible vivir de otra forma, pero la trampa se sostiene y triunfa porque nosotros la mantenemos.
Cristo alienta a perder el miedo y a dejarse guiar por la confianza en Dios, Él se va a comprometer con nosotros y hará que encontremos el camino, pues si no abandona a un gorrión o a una flor del campo, ¡cuánto más no hará con uno de sus hijos!
El problema está en que nosotros seguimos confiando más en una chequera que en el amor de Dios.

jueves, 12 de junio de 2008

DOMINGO UNDECIMO -T.O. - -A-

Lectura del libro del Éxodo 19,2‑6a

"Seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa"
En aquellos días, los israelitas llegaron al desierto del Sinaí y acamparon allí, frente al monte. Moisés subió hacia Dios. El Señor lo llamó desde el monte, diciendo: "Así dirás a la casa de Jacob, y esto anunciarás a los israelitas: "Ya habéis visto lo que he hecho con los egipcios, y cómo a vosotros os he llevado sobre alas de águila y os he traído a mí. Ahora, pues, si de veras escucháis mi voz y guardáis mi alianza, vosotros seréis mi propiedad personal entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra; seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa.

REFLEXIÓN
"LA CERTEZA DE LA PRESENCIA DE DIOS"

El pueblo ha tenido la experiencia de la travesía del desierto y de la salida de Egipto; ha podido experimentar cómo Dios ha estado a su lado sin dejarlos un momento; tienen motivos sobrados para confiar en Él… De todas formas Dios quiere que se les quede bien claro y grabado que está a su lado si es que ellos quieren contar con su ayuda y su presencia y por eso pide a Moisés que les recuerde todo lo que ha pasado: “Ya habéis visto lo que he hecho con los egipcios, y cómo a vosotros os he llevado sobre alas de águila y os he traído a mí.” No quiere que quede la menor duda de su actitud: Él va por delante y ofrece la salvación al pueblo, le da la oportunidad de poder dirigirse personalmente a Dios, sin intermediarios, lo quiere hacer un pueblo de sacerdotes, una nación santa. La oferta es sencillamente fascinante, la respuesta será cosa completamente personal del pueblo, lo mismo que las consecuencias.
Cuando esta situación la trasladamos a nuestros días y vamos sacando todos los flecos de su entramado podemos escuchar las mismas palabras que tienen una actualidad impresionante en momentos de nuestra vida:
-En el sacramento del matrimonio Dios se hace presente para hacer una alianza de amor ofreciéndonos la posibilidad de ser familia santa, sacerdotal, con acceso directo a Dios y a su obra, con la promesa de “llevarnos sobre alas de águila” y hacernos fuertes en las dificultades.
- En el bautismo y en la confirmación, Él nos escoge, nos consagra y nos da su fuerza para que podamos arremeter contra todas las dificultades…
-En la Eucaristía y el perdón se nos ofrece como alimento, como fuerza, como esperanza en la lucha sabiendo que ni las caídas harán que Dios retroceda.
¿Qué más podemos pedir? ¿Qué tendría que hacernos para que nos convenzamos y nos fiemos de Él?


Salmo responsorial: 99

Nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.

Aclama al Señor, tierra entera, /
Servid al Señor con alegría, /
entrad en su presencia con vítores, R.
Nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.

Sabed que el Señor es Dios: /
que él nos hizo y somos suyos, /
su pueblo y ovejas de su rebaño. R.
Nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.

El Señor es bueno, /
su misericordia es eterna, /
su fidelidad por todas las edades. R.
Nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño.

Lectura de la carta del apóstol S Pablo a los Romanos 5,6‑11
"Si fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón seremos salvados por su vida! "

Hermanos: Cuando nosotros todavía estábamos sin fuerza, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos; en verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atrevería uno a morir; mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros. ¡Con cuánta más razón, pues, justificados ahora por su sangre, seremos por él salvos del castigo! Si, cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, estando ya reconciliados, seremos salvos por su vida! Y no sólo eso, sino que también nos gloriamos en Dios, por nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido ahora la reconciliación.

REFLEXIÓN
"NO HAY OTRO CAMINO"
S. Pablo vuelve a recoger el mismo tema que expresa el libro del Éxodo: es importante que no se olvide lo que Dios ha hecho con nosotros: ha actuado hasta de una forma completamente ilógica y contraria a nuestros esquemas, con lo que queda patente el amor tan grande que tiene por el hombre: cuando estábamos en situación de pecado y de oposición a Dios, cuando lo único que merecíamos era el desprecio y el castigo, pues no hicimos méritos para otra cosa, estando así, Dios apostó por nosotros y entregó a su Hijo Único a la muerte para rescatarnos. Mayor prueba de amor no se puede pensar.
Es importante que no olvidemos esto, lo mismo que era importante para los israelitas el que no olvidasen cómo los había sacado de Egipto, pero no obstante, la gente se olvida e incluso llama “salvador” a aquel que, incluso le trajo la muerte y, en cambio, desprecia a Dios.
La situación sigue repitiéndose con la misma actualidad: S. Pablo se lo recuerda a los romanos porque con mucha facilidad lo olvidan todo y se dejan en manos de otras fuerzas, de otros intereses que les traen la muerte y el hundimiento y se olvidan de Dios.
Hoy, todo el mundo busca la felicidad y anda indagando por un lado y por otro, queriendo encontrar en los rincones y recovecos de la vida lo que está en medio de la plaza y a plena luz del día: la Paz y la FELICIDAD es imposible encontrarla y construirla si no es a base de la práctica de la justicia, del amor y de la verdad, y esto no se puede hacer de espaldas y en oposición a Dios.

Lectura del santo evangelio según S. Mateo 9,36‑10,8
"Llamando a sus doce discípulos, los envió"
En aquel tiempo, al ver Jesús a las gentes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: "La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies." Y llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia. Éstos son los nombres de los doce apóstoles: el primero, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo, el publicano; Santiago el Alfeo, y Tadeo; Simón el Celote, y Judas Iscariote, el que lo entregó. A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones: "No vayáis a tierra de gentiles, ni entréis en las ciudades de Samaria, sino id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis."

REFLEXIÓN

"UNA FORMA DIFERENTE DE HACER Y DE SER"
Jesús mira la realidad de su pueblo y lo ve perdido, desorientado, explotado, hundido… un pueblo al que le han robado la dignidad y lo han convertido en una masa informe a la que cada uno le da la forma que le conviene y siente una pena enorme. No condena al pueblo, sino que invita a los apóstoles y a los discípulos a que abran los ojos y vean lo que está pasando y la necesidad imperiosa que existe.
Jesús envía a sus discípulos a llevar la esperanza al pueblo: “Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca”, pero hay que hacerlo no con demagogia, con intereses, con proselitismo, sino con la verdad y la sencillez que resulta cuando es el amor lo que dirige las cosas y eso se traduce en hechos consoladores: “Curad enfermos” es decir: liberar a las personas de todo aquello que las tiene paralizadas, sometidas, angustiadas, hundidas. Hoy la gente vive llena de todo, pero enferma del alma. Con el sentido de la vida perdido, deprimida.
“Resucitar muertos”: El ambiente actual es de muerte y hay gente instalada en ella, que en su alma ha llegado a creer que la muerte es un bien y hasta un derecho que se tiene. Da una tristeza enorme ver cómo hay gente que se ríe de la esperanza,
“Limpiar leprosos”: La peor de las lepras humanas es aquella en la que la mentira entra en el corazón y es apoyada por la avaricia que te pone la codicia como motor y como horizonte el dinero; la persona la reducimos a monedas y a cheques bancarios. Cuando esto ocurre el corazón del hombre es invadido por la miseria que es la peor de las lepras y la más infecciosa y difícil de de limpiar. La misión de la iglesia será el ayudar a las gentes a vivir con más verdad, sencillez y honradez.
Todo esto solo tiene una forma de hacerse: Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis.

jueves, 5 de junio de 2008

DOMINGO DÉCIMO -T.O- -A-

Lectura del profeta Oseas 6,3‑6
Quiero misericordia, y no sacrificios

Esforcémonos por conocer al Señor: su amanecer es como la aurora, y su sentencia surge como la luz. Bajará sobre nosotros como lluvia temprana, como lluvia tardía que empapa la tierra. "¿Qué haré de ti, Efraín? ¿Qué haré de ti, Judá? Vuestra piedad es como nube mañanera, como rocío de madrugada que se evapora. Por eso os herí por medio de los profetas, os condené con la palabra de mi boca. Quiero misericordia, y no sacrificios; conocimiento de Dios, más que holocaustos."

REFLEXIÓN
"DIOS PERMANECE FIEL A SU PALABRA"
El profeta Oseas pregona abiertamente la misericordia del Señor, actitud que se expresa con la paciencia que está teniendo con el pueblo que constantemente le es infiel; su relación no es sincera, es algo que se desvanece con gran facilidad, como le ocurre a la niebla o al rocío de la mañana: con los primeros rayos del sol desaparece todo, sin embargo la misericordia del Señor es como lluvia temprana que empapa la tierra y la llena de su amor, pero el pueblo no responde lo mismo: todo lo arregla con cuatro sacrificios, ritos vacíos, actos de cumplido creyendo que de esa forma van a contentar a Dios y para Él lo único que lo conforma es un cambio radical de corazón que haga responder con la misma misericordia que Él tiene para con el pueblo: “Quiero misericordia, y no sacrificios; conocimiento de Dios, más que holocaustos."
Estas palabras cobran una actualidad extraordinaria entre nosotros cuando estamos tendemos con tanta facilidad a llenarlo todo de “formulismos”, a preparar grandes escenarios, concentraciones multitudinarias, signos de grandeza, expresiones de poder… y luego nos falta tiempo, capacidad, ternura para dirigirnos a una persona que nos está necesitando y lo único que necesita es que alguien le haga un gesto que le indique que cuenta como persona.


Salmo responsorial: 49

Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.
El Dios de los dioses, el Señor, habla: /
convoca la tierra de oriente a occidente. /
"No te reprocho tus sacrificios, /
pues siempre están tus holocaustos ante mí." R.
Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.
"Si tuviera hambre, no te lo diría; /
pues el orbe y cuento lo llena es mío. /
¿Comeré yo carne de toros, /
beberé sangre de cabritos?" R.
Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.
"Ofrece a Dios un sacrificio de alabanza, /
cumple tus votos al Altísimo / e invócame el día del peligro: /
yo te libraré, y tú me darás gloria." R.
Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios.

Lectura de la carta del apóstol S. pablo a los Romanos 4,18‑25
Se hizo fuerte en la fe, dando con ello gloria a Dios

Hermanos: Abrahán, apoyado en la esperanza, creyó, contra toda esperanza, que llegaría a ser padre de muchas naciones, según lo que se le había dicho: Así será tu descendencia. No vaciló en la fe, aun dándose cuenta de que su cuerpo estaba medio muerto ‑tenía unos cien años, y estéril el seno de Sara. Ante la promesa no fue incrédulo, sino que se hizo fuerte en la fe, dando con ello gloria a Dios, al persuadirse de que Dios es capaz de hacer lo que promete, por lo cual le valió la justificación. Y no sólo por él está escrito: "Le valió", sino también por nosotros, a quienes nos valdrá si creemos en el que resucitó de entre los muertos a nuestro Señor Jesús, que fue entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación.

REFLEXIÓN
"LA GRANDEZA DE FIARSE"

Abrahán se fió de la promesa que Dios le había hecho, aunque a la vista de los hombres fuera algo imposible: él tenía cerca de 100 años y Sara ya anciana y estéril. Abrahán acepta el imposible humano de ser el origen de un gran pueblo, cuando todo le dice que es un disparate lo que está pensando. Sin embargo, se dejó conducir por Dios y aceptó el camino que le presentó… al final ocurrió lo que nadie podía imaginar: ese pueblo hoy llena la tierra y ha traspasado las barreras de la cultura, de la lengua, de la raza y de la misma geografía.
Las promesas de Jesús siguen hoy en pie y resuenan como un eco en la vida del pueblo (de la iglesia) “Yo estaré con vosotros hasta el final de los tiempos…” “No tengáis miedo, yo he vencido al mundo…” “Yo os daré el ciento por uno…” “Yo os daré mi Espíritu que responderá por vosotros…” “No os dejaré solos…”
Esa presencia prometida, ese apoyo no solo prometido, sino demostrado en millones de personas que confiaron en su palabra y se dejaron en sus manos, nada de eso nos sirve como prueba de evidencia y queremos contabilizarlo, comprobarlo y controlarlo… pero cuando eso es así, ya no es fe, ya no es confianza, ya no es creer en su palabra ni fiarse de ella, lógicamente, nos convertimos en obstáculos para la acción salvadora de Dios.



Lectura del santo evangelio según S. Mateo 9,9‑13
No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores


En aquel tiempo, vio Jesús al pasar a un hombre llamado Mateo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: "Sígueme." Él se levantó y lo siguió. Y, estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: "¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?" Jesús lo oyó y dijo: "No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa "misericordia quiero y no sacrificios": que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores."

REFLEXIÓN.
"DEFINITIVAMENTE ESTAMOS EN OTRA ONDA"
Frente a la forma que tiene Jesús de hacer las cosas, choca enormemente lo que nosotros hacemos y cómo lo concebimos: Jesús no excluye a nadie de la posibilidad de su amistad y cuando se encuentra con alguien, celebra el encuentro con una comida: hoy nos lo presenta el evangelio participando en la fiesta que da Mateo cuando se siente llamado por Jesús a seguirlo y Mateo invita a todos sus amigos, publicanos y pecadores a la fiesta en la que Jesús se siente a gusto con ellos mientras la gente lo critica.
En otro momento se encuentra con Zaqueo, otro publicano (pecador público) y el mismo Jesús se hace invitar a su casa y en la sobremesa se da el encuentro y la apertura a la salvación por parte de Zaqueo. La gente, mientras lo critica.
En otro momento Jesús acepta la invitación que le hace un alto dignatario fariseo quien rompe el protocolo con Jesús, tal vez queriendo hacerse el “progre”, pero no fue capaz de soportar la apertura de Jesús que acoge a una mujer de mala reputación que entró a la casa a saludarlo, rompiendo también las reglas. Y Simón se escandaliza.
Si miramos toda la trayectoria de Jesús vemos que su misión la realizó fundamentalmente en el tú a tú con las personas y esos encuentros los corroboraba con una comida, indicando que de la mesa nunca se puede salir indiferente.
Es curioso que su NUEVA ALIANZA la haga también en una comida en la que El mismo es el cordero que se comparte, pero es tremendamente triste que la hayamos cambiado tanto de sentido, que de la Eucaristía lo último que salimos es AMIGOS y HERMANOS, personas nuevas, con una visión completamente distinta del otro; y lo que es mas triste todavía: hasta renegamos, si es que alguien nos invita a participar de algo que le inquiete o celebre en su día: pensemos en sacramentos, bodas, bautizos, funerales… donde cada uno se cuece sus sentimientos, se come su comida y le importa un bledo lo que le ocurre al hermano, que es lo último como lo consideramos.
En aquel momento criticaban a Jesús por hacer las cosas así y hoy seguimos haciendo exactamente lo mismo, aunque disfrazado con otras formas.
El día en que la Eucaristía sea la comida de los amigos que comparten la alegría del encuentro con Jesús y deje de ser un rito de cumplido social o de una norma; el día en que la Eucaristía sea el banquete de la comunidad creyente que celebra la alegría de la lucha por la instauración del reino y no vive pendiente del cumplimiento exacto de unas formulas que tienen un significado tan profundo que nadie entiende ni están en conexión con la vida… ese momento, cada “Cena” será “Lacena del Señor” que transforma la vida del mundo y de todos los que la comparten.