jueves, 26 de junio de 2008

DOMINGO TRECE DEL T. O. -A-


Lectura del segundo libro de los Reyes 4, 8‑11. 14‑16a
Ese hombre de Dios es un santo, se quedará aquí

Un día pasaba Eliseo por Sunam y una mujer rica lo invitó con insistencia a comer. Y, siempre que pasaba por allí, iba a comer a su casa. Ella dijo a su marido: "Me consta que ese hombre de Dios es un santo; con frecuencia pasa por nuestra casa. Vamos a prepararle una habitación pequeña, cerrada, en el piso superior; le ponemos allí una cama, una mesa, una silla y un candil, y así, cuando venga a visitarnos, se quedará aquí."
Un día llegó allí, entró en la habitación y se acostó. Dijo a su criado Guejazi: "¿Qué podríamos hacer por ella?" Guejazi comentó: "Qué sé yo. No tiene hijos, y su marido es viejo." Eliseo dijo: "Llámala." La llamó. Ella se quedó junto a la puerta, y Eliseo le dijo: "El año que viene, por estas fechas, abrazarás a un hijo."
Palabra de Dios

REFLEXIÓN

“DESCUBRIR LA PRESENCIA DE DIOS”

El pasaje del libro de los Reyes cuenta uno de los momentos en que Elías realiza uno de sus milagros como manifestación de Yavé en él, pero el tema no está en lo que Dios hace a través de Elías, sino en la actitud de esta mujer sunamita atenta a lo que ocurre y, sobre todo a la presencia de Dios: ella descubre a Dios allí donde se encuentra y le responde dando alojamiento a Elías, no oponiéndose a su mensaje sino facilitando la posibilidad de que se dé.
Yavé también responde a la actitud de esta mujer: no deja sin recompensa a quien lo busca o lo deja expresarse: en este caso sobrepasa todas las expectativas de la mujer y la llena de gozo y de sentido para su vida.
Dios es así: no hace falta ni siquiera que le pidamos, simplemente dejarlo actuar, no hacer oposición a su presencia, facilitar su actuación y sus beneficios son percibidos inmediatamente, llenando y sobrepasando nuestras expectativas. Algo así como dejar el aire que fluya sin contaminar, facilitar el hecho; sin buscar nada a cambio, sino dejar libertad sin hacer oposición; automáticamente salimos beneficiados de la pureza del aire que respiramos.
Lo peor que suele ocurrir es que muchas veces no solo no hacemos el bien, sino que tampoco dejamos que se haga, con lo que no solo hacemos daño a otros, sino que nos perjudicamos a nosotros mismos y eso, además de ser una estupidez, es un verdadero absurdo.


Salmo responsorial: 88
Cantaré eternamente las misericordias del Señor.
Cantaré eternamente las misericordias del Señor, /
Anunciaré tu fidelidad por todas las edades. /
Porque dije: "Tu misericordia es un edificio eterno, /
más que el cielo has afianzado tu fidelidad." R.
Cantaré eternamente las misericordias del Señor.
Dichoso el pueblo que sabe aclamarte: /
camina, oh Señor, a la luz de tu rostro; /
tu nombre es su gozo cada día, /
tu justicia es su orgullo. R.
Cantaré eternamente las misericordias del Señor.
Porque tú eres su honor y su fuerza, /
y con tu favor realzas nuestro poder. /
Porque el Señor es nuestro escudo, /
y el Santo de Israel nuestro rey. R.
Cantaré eternamente las misericordias del Señor.

Lectura de la carta de S. pablo a los Romanos 6,3‑4.8‑11
Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que andemos en una vida nueva

Hermanos: Los que por el bautismo nos incorporamos a Cristo fuimos incorporados a su muerte. Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva. Por tanto, si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él, pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él. Porque su morir fue un morir al pecado de una vez para siempre; y su vivir es un vivir para Dios. Lo mismo vosotros, consideraos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.
Palabra de Dios

REFLEXIÓN

“VIVIR AMANDO ES MORIR CON CRISTO”

Pablo reflexiona con la comunidad de Roma algo que es fundamental para cada uno de los que la componen: el bautismo ha supuesto una nueva creación, ha sido la MUERTE al hombre viejo, a la naturaleza dañada y la recuperación de la nueva naturaleza de la que Cristo ha tomado parte. BAUTIZARSE, por tanto, es incorporarse a esa nueva existencia que ha nacido con Cristo y que tiene su fin en la resurrección. Aceptar esta realidad tiene unas consecuencias inmediatas: es entrar en la dinámica de Cristo: la vida es un ir muriendo a cada momento hasta llegar al momento supremo que se expresa en la muerte física, la muerte total. Ese momento es la incorporación total a la resurrección, de ahí que tendríamos que decir que el momento del bautismo es la celebración de la muerte en la que hemos entrado para liberarnos definitivamente de ella el momento en que morimos físicamente que sería la liberación de ella y ese momento sería la celebración del triunfo: la resurrección.
Por otro lado, MORIR CON CRISTO es vivir amando, pues el AMOR no es más que un ir muriendo poco a poco en beneficio del otro, un ir dándome para que el otro crezca, un ir entregándome para que el otro viva y sea feliz, un ir dejando de ser yo para que sea el otro en mi… “no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mi”. De ahí que el momento de la muerte no es más que la exaltación del triunfo del AMOR.
Pablo es así como entiende esto y no puede admitir que habiendo muerto y metidos en la dinámica de la muerte, se siga viviendo para el pecado y muerto para Cristo: “consideraos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús”


Lectura del santo evangelio según S. Mateo 10,37‑42
El que no coge su cruz no es digno de mí. El que os recibe a vosotros me recibe a mí

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: "El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no coge su cruz y me sigue no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará. El que os recibe a vosotros me recibe a mí, y el que me recibe recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta porque es profeta tendrá paga de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo tendrá paga de justo. El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pobrecillos, sólo porque es mi discípulo, no perderá su paga, os lo aseguro."
Palabra del Señor

REFLEXIÓN

“CADA COSA EN SU SITIO”

Cuando oímos a Jesús ponerse en ese plan casi nos asusta pues automáticamente nos ubicamos en una situación desviada que nos hemos fabricado, pues siempre hemos entendido que la llamada de Jesús era cosa de religiosos o sacerdotes que lo dejan todo y se van con Él y poco más o menos hemos entendido que había que meterse en un convento de clausura o marcharse a lugares de misión de primera fila.
Jesús no está diciendo nada de eso, sino de establecer una jerarquía de valores que no debe romperse porque el momento que eso ocurre la vida queda a la deriva. Este es el gran problema actual: se han quitado los valores de referencia y todo lo hemos dejado al amparo del “me gusta” o “me disgusta” de tal forma que es bueno lo que me produce placer o es malo lo que me produce disgusto, pero puede ocurrir que algo que me produce placer en un momento puede producirme disgusto en otro, entonces nada es estable y todo depende del momento y de la situación que se vive, todo es relativo y no tiene más valor que el que subjetivamente me produce en un momento concreto.
Según esto, mi padre, mi madre, mi hijo, mis bienes… mi persona pueden en un momento sobreponerse a lo que es absoluto, en este caso EL REINO DE DIOS, y quien pone el REINO detrás de cualquier otra cosa, no es digno de ese REINO, pues el REINO es el que le da sentido a todo lo demás: “mi padre, mi madre, mi hijo, mis bienes… mi persona”.
Por esta causa: EL REINO, vale la pena jugárselo todo, pues en ese contexto van a encontrar sentido de eternidad todo lo que tengamos, y todo lo que hagamos, hasta la propia vida: el que se la juega por esta causa la recupera en plenitud y la llena de sentido, pero el que apuesta por la vida, por pasarlo de acuerdo a lo que me produce placer y pierde EL REINO del horizonte, ha hecho que la vida entera y todo lo que haga en ella pierda su sentido , pues le habrá cortado toda la dimensión de futuro y de trascendencia: “El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará”.
Por eso, cuando Jesús habla de la cruz, no está hablando del sufrimiento que nos hace pasarlo mal por el dolor que lleva consigo, sino por el sentido mismo de la vida que, indudablemente, es duro mantenerlo constantemente sin desfallecer