miércoles, 25 de junio de 2008

FESTIVIDAD DE S. PEDRO Y S. PABLO -O8-

Lectura del libro de los hechos 12,1-11
En aquellos días, el rey Herodes se puso a perseguir a algunos miembros de la iglesia. Hizo decapitar a Santiago, hermano de Juan. Al ver que esto agradaba a los judíos, mandó detener a Pedro. Era la semana de Pascua. Mandó prenderlo y meterlo en la cárcel, encargando su custodia a cuatro piquetes de cuatro soldados cada uno: tenía intención de ejecutarlo en público, pasadas las fiestas de Pascua. Mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la iglesia oraba insistentemente a Dios por él.
La noche antes de que lo sacara Heredas estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, atado a ellos con cadenas. Los centinelas hacían guardia a la puerta de la cárcel.
De repente se presentó el Ángel del Señor y le iluminó la celda. Tocó a Pedro en el hombro, lo despertó y dijo: “Date prisa, levántate.”
Las cadenas se le cayeron de las manos y el Ángel añadió: “Ponte el cinturón y las sandalias”
Obedeció y el Ángel le dijo: “Échate la capa y sígueme”.
Pedro salió detrás creyendo que lo que hacía el Ángel era una visión y no realidad. Atravesaron la primera y la segunda guardia, llegaron al portón de hierro que daba a la calle, y se abrió solo. Salieron y al final de la calle se marchó el Ángel.
Pedro recapacitó y dijo: Pues era verdad: el Señor ha enviado su Ángel para librarme de las manos de Herodes y de la expectación de los judíos.

Palabra de Dios


REFLEXIÓN

EL PODER COMO ÚNICO HORIZONTE”

“Al ver que esto agradaba a los judíos, mandó detener a Pedro” Para Herodes lo importante no es defender la justicia o mantener el orden, sino congraciarse con un grupo determinado de gente para que le aplaudan y lo mantengan en el poder, y si para eso tiene que atropellar a las personas y hasta matar no tiene dificultad en hacerlo.
Frente a la postura de Herodes aparece la de la iglesia solidaria que sufre y ora por el hermano, Pedro, que está siendo maltratado y atropellado.
Podemos observar cómo las escenas vuelven a repetirse con extremada similitud: Herodes sigue buscando el aplauso de otros grupos, de otras personas, sin importarle lo que tenga que atropellar, lo único que le interesa es mantenerse en el poder.
La otra parte suele tomar distintas posturas: 1ª la del que quiere ser fiel y sigue solidarizándose y actuando en el silencio con el que sufre y oponiendo resistencia pasiva ya que la única fuerza que tiene es la de la oración y la de la verdad y el amor y 2ª el otro sector que se convierte en aliado del poder callándose, volviendo la cara para no ver, no dándose por enterado, desentendiéndose e insolidarizándose, e incluso, acusando al que hace frente. Es el “Judas” que siempre está dentro del grupo y hace el juego sucio.
¿Pero cómo poder quedarse callados frente a la mentira, a la extorsión, el atropello y la corrupción? ¿Cómo decir que eso no nos interesa, y nos tapamos los ojos, volvemos la cabeza y hasta justificamos el mal que se hace sin sentirnos identificados con Herodes?
Herodes quería agradar al pueblo que lo mantiene en el poder y nosotros no queremos molestar al poder que nos mantiene en situaciones de privilegio o de “anestesia”. Al fin y al cabo no es más que extrapolación de factores, pero el producto es el mismo.


Salmo responsorial 33
R/ El Ángel del Señor librará a los que temen a Dios.

Lectura de la segunda carta de S. Pablo a Timoteo 4,6-8. 17-18
Querido hermano:
Yo estoy a punto de ser sacrificado y el momento de mi partida es inminente. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me queda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día; y no solo a mi, sino a todos los que tienen amor a su venida.
El Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles. El me libró de la boca del león. El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo. ¡A Él la gloria por los siglos de los siglos amén!
Palabra de Dios


REFLEXIÓN:

“LA ALEGRÍA DE LO BIEN HECHO”

EL “CAMINO” del seguimiento a Jesús, el camino de la fe, es como una pista de atletismo en la que cada uno hacemos nuestra carrera; aquí no se trata de competir con nadie para llegar el primero o el último, ni para ser más o menos que otro, aquí se trata de hacer el recorrido que tenemos marcado y llenarlo en el tiempo que tenemos establecido en la vida.
Lo más grande que nos podría ocurrir es sentir lo que dice Pablo: “He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe”. Si queremos, para ese camino, podríamos marcarnos algunos objetivos: “perder el menos tiempo posible en cosas que no merecen la pena”, “emplearse a fondo en todo aquello que llena de alegría y felicidad”, “mantenerse de pie sin caerse lo máximo posible” es que, mientras permanecemos caídos, es tiempo perdido y posibilidades desperdiciadas. Por último, si es que no somos capaces de otra cosa, también podríamos ponernos como objetivo el mantener siempre la dirección de nuestra vida orientada a Dios.
Lo más triste que nos puede ocurrir es que nos pongamos en dirección contraria a Dios, que perdamos la esperanza o que lleguemos a convencernos que es una estupidez confiar en Dios y dejarnos guiar por sus propuestas. Y encima creernos que estamos en lo cierto. En ese caso podremos convertirnos indiscutiblemente en unos herodes cualquiera que no se detienen ni ante la muerte.

Lectura del santo evangelio según S. Mateo. 16,13-19.

En aquel tiempo, llegó Jesús a la región de Cesárea de Felipe y preguntaba a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?
Ellos contestaron: “Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que jeremías o uno de los profetas”
Él les preguntó: “Y vosotros, ¿Quién decís que soy yo?
Simón Pedro tomó la palabra y dijo: “Tu eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.
Jesús le respondió: “¡Dichoso tú, simón, hijo de Jonás! Porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora yo te digo: Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi iglesia y el poder del infierno no la derrotará.
Te daré las llaves del Reino de los Cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo; lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo”.
Palabra del Señor


REFLEXIÓN

“ Y YO, ¿QUÉ PINTO EN TU VIDA?”

Hoy, Jesús sigue lanzándonos a todos la misma pregunta y cada uno, vamos dando, con nuestra vida, distintas respuestas; también la iglesia, como conjunto de todos los creyentes, va dando una respuesta a Jesús con sus acciones y con sus palabras que el mundo entero escucha y percibe.
“¿Quién dice la gente que soy yo?
Señor, cada uno dice lo que se le ocurre, cada cual habla de acuerdo a cómo le va el viaje: unos dicen que eres una idea que nos metieron desde pequeñitos para asustarnos; otros dicen que eres la excusa para esconder un complejo, para otros eres una represión fruto de una educación trasnochada, clerical y conventual basada en el miedo y en la represión; para otros no eres más que una utopía y un mito para excéntricos y locos, una idea sin consistencia; para otros eres un personaje histórico, interesante, como ha habido otros en la humanidad… Para otros eres la razón y el sentido de sus vidas.
“Y para ti… ¿Quién soy yo?
No se trata de que me des respuestas ya hechas, esas que te enseñaron en la catequesis y que te obligaron a aprender de memoria. No me contestes lo políticamente correcto, lo que manda la doctrina pura y verdadera, lo que manda la ley, lo que otros dicen que digas de mi… Dime lo que te nace del corazón: ¿Qué soy para ti? ¿Qué importancia tiene para ti el saber que puedes contar conmigo, que yo estoy siempre a tu lado, que me interesa lo tuyo?
¿Hasta qué punto cuento yo en tus decisiones?
No te lo olvides: sobre aquello que Pedro dijo salido de lo más hondo de su ser, yo edifiqué mi iglesia y la sigo sosteniendo; y sobre eso que sale de lo más hondo de tu ser yo sigo edificando mi proyecto de salvación y de felicidad contigo y con el mundo.
En esto suele muchas veces establecerse el problema: en decir lo políticamente correcto, lo que otros dicen que digas o en dejar que se exprese el corazón abiertamente. Lo triste es que a Jesús lo hemos aprendido desde la cabeza y no ha sido cogido desde el corazón, por eso es tan frecuente escuchar que se cree en Jesús pero no se cree en su iglesia con la que no se le encuentra conexión alguna.