jueves, 29 de mayo de 2008

DOMINGO NOVENO T. O. -A-

PRIMERA LECTURA
Mirad: os pongo delante maldición y bendición

Lectura del Libro del Deuteronomio 11, 18. 26‑28
Moisés habló al pueblo diciendo:
—Meteos mis palabras en el corazón y en al alma, atadlas a la muñeca como un signo y ponedlas de señal en vuestra frente.
Mirad: hoy os pongo delante maldición y bendición: la bendición, si escucháis los preceptos del Señor vuestro Dios que yo os mando hoy; la maldición, si no escucháis los preceptos del Señor vuestro Dios y os desviáis del camino que hoy os marco, yendo detrás de dioses extranjeros que no habíais conocido.

Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
Dios sale al encuentro del hombre, le indica el camino errado y le invita a entrar por el camino que le lleva a buen término, como esas señales que encontramos en la carretera o en las ciudades que te dicen: “dirección prohibida”, “calle sin salida”, “camino en mal estado”… Su palabra es fiable, no quiere que nos equivoquemos y perdamos la vida.
Por el contrario, indica también el camino que nos va a llevar a buen término: “si escucháis los preceptos del Señor vuestro Dios que yo os mando hoy, viviréis” y será vuestra bendición porque triunfaréis.
No obstante, siempre queda la libertad para plantearse frente a la indicación amorosa que Dios da: yo puedo despreciar las indicaciones que me hace Dios, y cuando me encuentre el camino en mal estado o el callejón sin salida de la vida… ¿entonces qué? ¿Me vuelvo a Dios llamándole injusto? ¿Me vuelvo a protestarle por el mal que existe diciéndole que por qué lo permite si es que es un Dios tan poderoso? Y vuelve a demostrarse la grandeza de Dios y su infinita misericordia cuando, a pesar de nuestro cinismo nos sigue manteniendo en la existencia y sigue cuidando de nosotros aguantando hasta que queramos volver la mirada a Él y reconozcamos que nos hemos equivocado y cambiemos.
Dios sabe que la vida se hace a base de elecciones y renuncias y cada paso que damos supone una toma de postura frente a la vida y esas decisiones llevan siempre consigo un cargar con las consecuencias de la decisión que hemos tomado, este es el riesgo del ejercicio de la libertad.
De todas formas Dios nos ha dejado un referente para las decisiones que nos pueden llevar a la felicidad: El ha apostado por la VIDA, por el AMOR, por la JUSTICIA, por la VERDAD, por la FRATERNIDAD…el resto está en nuestras manos.


Salmo responsorial Sal 30, 2‑3a. 3bc‑4. 17 y 25

V/. Sé la roca de mi refugio, Señor.

R/. Sé la roca de mi refugio, Señor.

V/. A ti, Señor, me acojo: no quede yo nunca defraudado; tú que eres justo, ponme a salvo; inclina tu oído hacia mí, ven aprisa a librarme.

R/. Sé la roca de mi refugio, Señor.

V/. Sé la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve, tú que eres mi roca y mi baluarte; por tu nombre dirígeme y guíame.

R/. Sé la roca de mi refugio, Señor.

V/. Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, sálvame por tu misericordia.
Sed fuertes y valientes de corazón, los que esperáis en el Señor.

R/. Sé la roca de mi refugio, Señor.


SEGUNDA LECTURA
El hombre es justificado por la fe, sin las obras de la Ley

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 3, 21‑25. 28

Hermanos:
Ahora, la justicia de Dios, atestiguada por la Ley y los Profetas, se ha manifestado independientemente de la Ley.
Por la fe en Jesucristo viene la justicia de Dios a todos los que creen, sin distinción alguna. Pues todos pecaron y todos están privados de la gloria de Dios, y son justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención de Cristo Jesús, a quien constituyó sacrificio de propiciación mediante la fe en su sangre.
Sostenemos, pues, que el hombre es justificado por la fe, sin las obras de la Ley.
Palabra de Dios

REFLEXIÓN
S. Pablo se plantea el tema de las decisiones del hombre: en un principio optó por darle la espalda a Dios y se destruyó a sí mismo, ya que apostó por el camino equivocado, frente a la propuesta de felicidad que Dios le hizo.
En ese camino equivocado no encontrará jamás la felicidad, por más leyes que establezca para arreglar el entuerto, pues eso es lo que hace la ley, ya que surge siempre para dar respuesta a un fallo cometido y evitar que se vuelva a dar, es algo así como poner un remiendo para que no se vea el roto.
Dios tiene que salir de nuevo al encuentro del hombre y le vuelve a proponer un “estado” completamente nuevo en Jesucristo: se trata de aceptarlo y seguir sus pasos, dejarse amar y salvar por Él. Esto es un regalo excepcional con el que se vuelve a poner en evidencia la voluntad salvadora de Dios.
Pero de la misma manera que al principio, vuelve a ponerse en evidencia la terquedad y el cinismo del hombre que se revuelve, desprecia, se opone y hasta persigue a Jesucristo considerándolo como su opositor.

Aleluya
Ver pags. 292-294 Si no se canta, puede omitirse

EVANGELIO
La casa edificada sobre roca y la casa edificada sobre arena
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 7, 21‑27

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—No todo el que me dice «Señor, Señor» entrará en el Reino de los Cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo.
Aquel día muchos dirán: Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y en tu nombre echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?
Yo entonces les declararé: Nunca os he conocido. Alejaos de mí, malvados.
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente.

REFLEXIÓN

Jesús ha venido presentando todo el programa de vida para aquellos que quieren seguirlo; no es un programa basado en ideas, sino en vida, en realidades, lo que en argot popular decimos “obras son amores y no buenas razones”.
En este sentido sintoniza perfectamente con la mentalidad actual harta ya de palabras y deseosa de realidades a las que poder aferrarse.
Ya en tiempos anteriores a Jesús hubo momentos en los que ocurrió lo mismo ante el deterioro del culto y de la religión que derivó en afinar ideas y en establecer una depuración de los ritos, de manera que la vida se quedaba fuera y surge todo un movimiento en el que se acentúa el amor y la justicia por encima del culto y de las formas.
Algo muy parecido está ocurriendo en nuestro tiempo: la realidad se camufla con un lenguaje que hace que una cosa aparezca otra y lo que es blanco, después de darle unas cuantas vueltas resulta que es negro y viceversa y al final nos damos cuenta que nos quedamos en el vacío y a la deriva.
Ya los profetas de Israel arremetieron contra esta desviación que se había dado en la que el culto y la religiosidad se había puesto por encima de la construcción de una sociedad más justa, donde el espiritualismo y el intimismo se habían puesto por encima de una implicación real en la construcción de una sociedad fraterna, hasta el punto de llegar a decir el profeta Oseas: “Misericordia quiero y no sacrificios” o como diría también el profeta Isaías: “Estoy harto de vuestras fiestas, de vuestros sacrificios, de vuestras oraciones…” y pedía una vida honrada, sincera, solidaria..
Esta dimensión la recoge también Jesús y se decide por ella: “No todo el que me dice «Señor, Señor» entrará en el Reino de los Cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo.” Actuar así es construir sobre seguro y contra esa forma de vivir no habrá argumentos que la destruya

jueves, 22 de mayo de 2008

CORPUS CHRISTI -A- -O8-

PRIMERA LECTURA
Esta es la sangre de la alianza que hace el Señor con vosotros

Lectura del libro del Éxodo 24, 3‑8
En aquellos días, Moisés bajó y contó al pueblo todo lo que había dicho el Señor y todos sus mandatos; y el pueblo contestó a una:
—«Haremos todo lo que dice el Señor.»
Moisés puso por escrito todas las palabras del Señor. Se levantó temprano y edificó un altar en la falda del monte, y doce estelas, por las doce tribus de Israel. Y mandó a algunos jóvenes israelitas ofrecer al Señor holocaustos, y vacas como sacrificio de comunión. Tomó la mitad de la sangre, y la puso en vasijas, y la otra mitad la derramó sobre el altar. Después, tomó el documento de la alianza y se lo leyó en alta voz al pueblo, el cual respondió:
—«Haremos todo lo que manda el Señor y lo obedeceremos.»
Tomó Moisés la sangre y roció al pueblo, diciendo:
—«Ésta es la sangre de la alianza que hace el Señor con vosotros, sobre todos estos mandatos.»

Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

…Y VUELVE A TROPEZAR MIL VECES EN LA MISMA PIEDRA

Dios se adelanta al pueblo y sale al encuentro ante la situación que está viviendo: lo hizo cuando estaban en Egipto: allí vio cómo el pueblo era maltratado y le salió al encuentro enviando a Moisés que les llevaba la propuesta de salir de la esclavitud a cambio de que se unieran y empezasen a sentirse como hermanos; si ellos aceptaban la propuesta, Él los sacaría de Egipto del yugo del Faraón y les daría una tierra que mana leche y miel, los haría un pueblo libre y grande entre todas las naciones, siempre que ellos no se postrasen ni sirvieran a ningún otro dios.
Ahora, que ya habían experimentado cómo Dios no los deja solos, cómo los ha sacado con brazo fuerte y ha obrado prodigios para sacarlos de la esclavitud del faraón, les sale de nuevo al encuentro proponiéndoles un pacto que se sella con la sangre que es derramada sobre el altar y sobre el pueblo, indicando que el que rompa el pacto se hace reo de la sangre.
El pueblo contesta a la propuesta de Dios: —«Haremos todo lo que manda el Señor y lo obedeceremos” Pero no pasará mucho tiempo y los intereses, la desidia, la envidia, los celos, los prejuicios… se meterán en el pueblo lo mismo que entra la polilla en la madera y poco a poco va destruyendo todo lo valioso que hay en el pueblo y en cada persona hasta hacer que se olviden de su propia dignidad y consideran que Dios es un enemigo antes que un Padre y un amigo; el pueblo se olvide de la misericordia de Dios que ha venido demostrándole saliendo a su encuentro para ayudarle a salir de los atolladeros donde se ha metido jugándoselas todas por él.
La historia vuelve a repetirse como con un calco en cada etapa de la vida de la sociedad, de cada pueblo y de cada persona: volvemos a caer en las mismas tentaciones, volvemos a repetir las mismas bajezas y estupideces y volvemos a destruirnos con los mismos argumentos. Por algo se dice que el hombre es el único animal que tropieza dos (mil) veces en la misma piedra”

Salmo responsorial Sal 115 ,12‑13.15 y 16bc. 17‑18 (R/.:13)

R/. Alzaré la copa de la salvación,
invocando el nombre del Señor.
¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación, invocando su nombre. R/.
R/. Alzaré la copa de la salvación,
Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo, hijo de tu esclava;
rompiste mis cadenas. R/.
R/. Alzaré la copa de la salvación,
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo. R/.
R/. Alzaré la copa de la salvación,

SEGUNDA LECTURA
La sangre de Cristo podrá purificar nuestra conciencia

Lectura de la carta a los Hebreos 9, 11‑15
Hermanos:
Cristo ha venido como sumo sacerdote de los bienes definitivos. Su tabernáculo es más grande y más perfecto: no hecho por manos de hombre, es decir, no de este mundo creado.
No usa sangre de machos cabríos ni de becerros, sino la suya propia; y así ha entrado en el santuario una vez para siempre, consiguiendo la liberación eterna.
Si la sangre de machos cabríos y de toros y el rociar con las cenizas de una becerra tienen el poder de consagrar a los profanos, devolviéndoles la pureza externa, cuánto más la sangre de Cristo, que, en virtud del Espíritu eterno, se ha ofrecido a Dios como sacrificio sin mancha, podrá purificar nuestra conciencia de las obras muertas, llevándonos al culto del Dios vivo.
Por esa razón, es mediador de una alianza nueva: en ella ha habido una muerte que ha redimido de los pecados cometidos durante la primera alianza; y así los llamados pueden recibir la promesa de la herencia eterna.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

"CUANDO EL RITO SUPLANTA A DIOS"

Cristo se presenta como contrapunto al ritualismo del templo: para los judíos el templo es el espacio donde se encuentra Dios, el lugar donde su presencia lo llena todo y lo santifica todo, pero esa presencia y esa acción de Dios está sometida al imperio de unas leyes y unas normas estrictas que no tienen en cuenta para nada a la persona y ésta desaparece para que resplandezca la norma, el rito. La sangre de los machos cabrios comprados en el templo, o la forma de rociar la ceniza de esos animales sacrificados, se le daba la fuerza de limpiar los pecados, con lo que el mismo rito o la misma ceniza suplantaban a Dios.
Cristo viene y da un cambio radical a todo esto: se entiende que un rito es para aplacar, dar gracias pedir o bendecir a Dios, pero cuando es el mismo Dios el que realiza esa acción para el hombre, el rito pierde toda su fuerza y solo tiene consistencia en tanto en cuanto está íntimamente conectado con el sentir de Dios y la vida del hombre.
El mismo tema que plantea la carta a los Hebreos vuelve a tener una actualidad enorme en nuestros días:
¿Qué es lo que perdona los pecados, la forma cómo pedimos perdón o Dios Padre, lento a la cólera y rico en misericordia que viendo el arrepentimiento de sus hijos y los deseos de salir de su situación levantan sus ojos a Él, a quien perciben, como Padre amoroso?
¿Qué es lo que llega a Dios, una liturgia hecha a la perfección y cuidada hasta el extremo o la vida sincera de una comunidad que se expresa ante su Padre y comparte entre los HERMANOS sus alegrías, sus penas, sus triunfos y sus fracasos?
Es posible que ambas posturas que deben ir juntas, se disocien y entonces caemos en abusos en un extremo o en otro de forma que hacemos de la liturgia y del rito un teatro vacío y sin sentido, y convertimos la celebración de la Eucaristía o cualquier otro sacramento en una especie de “sustituto” que tranquiliza nuestra conciencia y nos dispensa de seguir a Jesús en el día a día.
O también podemos llegar a comulgar a Cristo ritualmente sin llevarnos a comulgar con los hermanos; comer el pan eucarístico volviendo la cabeza para no ver el hambre de los millones de hermanos y el atropello de su dignidad; cerrando los ojos ante todo el abuso que existe, que está llevando a la cruz a millones de personas, o darnos la paz sin eliminar de nuestros corazones los resentimientos, las críticas, los prejuicios… esa forma de hacer es comer el cuerpo ritualmente, pero no es reconocer lo que el Señor nos dejó.

Aleluya Jn 6, 51
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo
—dice el Señor‑;
el que coma de este pan vivirá para siempre.

EVANGELIO
Esto es mi cuerpo. Ésta es mi sangre

Lectura del santo evangelio según san Marcos 14, 12‑16. 22‑26
El primer día de los Azimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos:
—«¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?»
Él envió a dos discípulos, diciéndoles:
—«Id a la ciudad, encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo y, en la casa en que entre, decidle al dueño: "El Maestro pregunta: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?"
Os enseñará una sala grande en el piso de arriba, arreglada con divanes. Preparadnos allí la cena.»
Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la cena de Pascua.
Mientras comían, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio, diciendo:
—«Tomad, esto es mi cuerpo.»
Cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias, se la dio, y todos bebieron.
Y les dijo:
—«Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos. Os aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios.»
Después de cantar el salmo, salieron para el monte de los Olivos.
Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

PAN QUE SE DEJA AMASAR Y UVA QUE SE DEJA TRITURAR

Jesús solía reunirse constantemente con sus discípulos y con otros amigos para comer y en torno a la mesa fue fortificando sus relaciones. Cada encuentro en la mesa con Jesús era un encuentro salvador, creador de amistad, de fraternidad, de compromiso; ese había sido su estilo, y ese fue el estilo que quiso para sus amigos.
Ahora era consciente que se trataba de la última vez que se sentaría a la mesa con ellos para hablarles del reino, de su proyecto de salvación y de libertad, quería que recordasen toda su vida este momento, que se les quedase grabado cómo era Él, qué era lo que sentía y cómo había enfrentado su vida para que se convirtiese en referente para ellos:
Los ha querido tanto, le duele tanto su pueblo, que quiere ser la fuerza que los mantenga en pie, la alegría el coraje y la esperanza que les haga arremeter contra las dificultades
La máxima expresión de lo que se puede hacer por alguien a quien se quiere la realiza en esta cena: se ha hecho PAN, es decir alimento, fuerza, vida, se ha hecho bebida, vino, que calma la sed y deja la alegría y la paz de Dios.
Los símbolos que nos deja para expresar la realidad que ha hecho son enormemente elocuentes:
EL PAN es de un trigo que se ha dejado moler, aplastar hasta hacerse harina y una harina que se ha dejado amasar, golpear, mezclar, revolver, fermentar... hasta llegar a tomar el gusto y la forma que le conviene al panadero para que esté al gusto del consumidor... ese PAN es Jesús, esa ha sido la voluntad del Padre que ya no ha podido hacer más por el hombre y esto es lo que ha hecho Jesús: se ha dejado en las manos del hombre para que él lo modele, lo amase, lo identifique con su vida, con sus sentimientos y lo convierta en el alimento de su cuerpo.
EL VINO: todos tenemos una idea perfecta de cómo se hace el vino: una uva que se deja pisar, triturar, estrujar hasta que le sale la última gota de su jugo, una uva que deja perder su imagen hermosa para hacerse liquido que calma la sed o que se deja fermentar hasta adquirir los grado que el hombre necesita para sentir el calor y el ardor de su fuerza, una uva que acepta perderlo todo para convertirse en alegría para el hombre. Ese es Cristo, eso es lo que le ha pedido el Padre y eso es lo que Él ha hecho, es el gran regalo que nos ha dejado, es la oferta que nos ha hecho en su nueva alianza, más no se puede dar, más no se puede pedir.
Ahora nos toca a cada uno de nosotros aceptar el regalo y llenarnos de toda su grandeza y hacer de nuestras vidas un nuevo “pan” y un nuevo “vino” o pasar de largo y despreciarlo; de hecho hoy se aboga por despreciarlo como algo inútil, como algo trasnochado que no está a la altura del mundo que vivimos, pues el hombre actual se considera tan grande, que no necesita de un regalo de este tipo y tan orgulloso de si mismo, que lo último que haría es rebajarse a estos niveles, como para hacerse trigo que se muele y harina que se deja amasar o uva que se deja triturar y estrujar para que otros vivan y sean felices a su costa.

jueves, 15 de mayo de 2008

" SANTÍSIMA TRINIDAD" - A-

Domingo después de Pentecostés


PRIMERA LECTURA
El Señor es el único Dios, allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro

Lectura del libro del Deuteronomio 4, 32‑34. 39‑40
Moisés habló al pueblo, diciendo:
—«Pregunta, pregunta a los tiempos antiguos, que te han precedido, desde el día en que Dios creó al hombre sobre la tierra: ¿hubo jamás, desde un extremo al otro del cielo, palabra tan grande como ésta?; ¿se oyó cosa semejante?; ¿hay algún pueblo que haya oído, como tú has oído, la voz del Dios vivo, hablando desde el fuego, y haya sobrevivido?; ¿algún dios intentó jamás venir a buscarse una nación entre las otras por medio de pruebas, signos, prodigios y guerra, con mano fuerte y brazo poderoso, por grandes terrores, como todo lo que el Señor, vuestro Dios, hizo con vosotros en Egipto, ante vuestros ojos?
Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón, que el Señor es el único Dios, allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro. Guarda los preceptos y mandamientos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz, tú y tus hijos después de ti, y prolongues tus días en el suelo que el Señor, tu Dios, te da para siempre.»

Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
Una de las grandes preocupaciones que el hombre de todos los tiempos ha tenido, ha sido el acercare al misterio de Dios; el poder dominarlo y controlarlo, pero es siempre algo que se escapa a sus posibilidades y excede a todas sus expectativas. Pero lo más triste es que siempre el hombre ha sentido a Dios como el que está en el otro lado haciéndole la competencia, obstaculizándole el camino y cada vez que se ha sentido así y ha intentado defenderse o tenerlo como un rival, ha terminado destruyéndose a si mismo
Y es que a Dios no se le puede encuadrar en los esquemas y moldes humanos; a Dios no se le ve con los ojos de la cara, sino con el corazón, lo mismo que todas las cosas grandes, no se pueden observar ni medir con esquemas materiales, permanecen siempre ocultas. A Dios solo se le puede “ver” con los ojos del corazón.
Los maestros de espiritualidad y de teología de la edad Media decían que “donde hay amor, allí hay unos ojos que son capaces de ver” más allá de lo que aparece a la vista. Por eso, cuando un cristiano habla de Dios no expone pruebas deductivas de las que puedas concluir en verdades matemáticas, sino que habla de intimidad, de una experiencia entrañable, de algo que pertenece a un ser tan querido que es inabarcable e inexplicable.
Dios no es una idea oscura y abstracta, ni una energía oculta o una fuerza peligrosa que tengo en frente y que me puede destruir en cuanto me descuide; tampoco es un ser solitario oscuro y huraño que se molesta por cualquier cosa que yo hago; ni un ser sin rostro, frió e indiferente con lo que a mi me ocurra… Dios es ternura, alegría, amistad que se desborda y goza con mi alegría y está a mi lado ofreciéndome siempre su mano para que me sirva de apoyo. Dios es unos brazos abiertos esperando siempre para darme el abrazo de acogida cuando he caído, cuando me siento hundido, cuando las cosas no me han salido como yo deseaba, cuando la vida se me volvió en contra y me dio un revés.

Salmo responsorial 32, 4‑5. 6 y 9. 18‑19. 20 y 22 (R/.: 12b)
R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.

La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R/.
R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.

La palabra del Señor hizo el cielo;
el aliento de su boca, sus ejércitos,
porque él lo dijo, y existió, él lo mandó, y surgió. R/.
R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R/.
R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
que tu misericordia, Señor,
venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R/.
R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.


SEGUNDA LECTURA
Habéis recibido un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: «¡Abba!» (Padre)

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 14‑17
Hermanos:
Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios.
Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: «¡Abba!» (Padre).
Ese Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos de Dios; y, si somos hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, ya que sufrimos con él para ser también con él glorificados.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
S. Pablo se dirige a los cristianos de Roma con un argumento de esos que llaman de “cajón”: “hemos sido hechos hijos, en consecuencia somos herederos de Dios junto con Cristo; en el bautismo hemos muerto para nacer a la vida de los hijos de Dios; por lógica contundente: si es que en nosotros vive el Espíritu Santo, hemos de ser testigos de esa vida que llevamos y dar los signos propios de ella.
Pero eso que aparece tan evidente, cuando observamos en la realidad nos damos cuenta que la evidencia no solo se pierde, sino que resulta tremendamente complicado y difícil; pero lo que más difícil resulta es querer demostrar que es de día en plena noche, algo así como demostrar la cuadratura del círculo: decir que somos hijos y que nos mueve el Espíritu de Dios cuando renegamos de esa filiación y vivimos contrariamente a ella, pero sin embargo confesamos que somos los mejores hijos, que amamos a Dios más que nadie, aunque a nuestra manera y, sobre todo, que estamos dispuestos a recibir la herencia que nos regala ¡cómo no! Algo a sí como el hijo que rompe con su padre, lo desprecia… y a la hora de la verdad asoma para recoger lo que le pertenece. Esta forma de ser y de actuar tiene otro nombre en el argot popular: “cara dura”
Y somos unos caras duras cuando el principio que Cristo nos dejó como norma para que se reconociese su iglesia en el mundo lo hemos cambiado por la ley y hemos hecho compatible el ser cristiano con la acomodación a todas las leyes del mundo que nos permiten contemporizar con la injusticia, con la mentira, con la violencia, con el comercio, con el atropello… y luego se arregla todo de modo que parezca bueno, santo y bendito.

Aleluya Ap 1, 8
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,
al Dios que es, que era y que viene.

EVANGELIO
Bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo
Lectura del santo evangelio según san Mateo 28, 16‑20
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
—«Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra.
Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.»

Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
Ha llegado la “Hora de Dios”. Hasta este momento los hombres habían pensado siempre en un Dios solo, justiciero, lejano, inaccesible, iracundo, siempre sediento de sacrificios expiatorios por fallos cometidos, una especie de ogro implacable.
La propuesta de Jesús derriba todas las barreras que por siglos habían tenido separado al hombre de Dios: “sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” Decid esto a todos los hombres de todos los tiempos y de todos los lugares, enseñadles lo que habéis visto y oído durante el tiempo que habéis estado a mi lado, invitadlos a que se dejen amar en el nombre del que solo puede AMAR.
Cuando esto no lo hemos comprendido, es lógico que nos acerquemos a Dios con otros intereses y con otro tipo de relación interesada pues intentamos comprar su poder para nuestro bien. O cuando nos olvidamos que Dios es Amor, entonces nos fabricamos otra cosa, un dios falso lleno de poder o de otra cosa con la que nosotros podamos manipular y nos inventamos una religión que está más cerca de la magia que de la fe cristiana.
El momento en que uno siente desde la fe que Dios es sólo AMOR y se da cuenta que no puede ser otra cosa que eso: AMOR, vivo y palpitante en lo más hondo de nuestra vida, que hace que la persona se transforme y se eleve por encima de todas las dificultades y contradicciones, entonces se entiende que eso de la Trinidad no es un cuento ni una quimera, sino una realidad que salta por encima de toda experiencia. Es ahí donde se entiende todo el misterio del amor de Dios manifestado en Cristo.

jueves, 8 de mayo de 2008

DOMINGO DE PENTECOSTÉS -A-


PRIMERA LECTURA
Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 2, 1‑11

Todos los discípulos estaban juntos el día de Pentecostés. De repente un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería.
Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos preguntaban:
—¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿como es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa?
Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
Cuando nos disponemos a hablar del Espíritu Santo nos ocurre algo así como si nos ponemos a hablar de la VIDA, es algo tan grande, tan complejo y a la vez tan simple que no sabes por dónde empezar o por dónde seguir, porque por cualquier sitio que intentes te encuentras inundado.
El pasaje del libro de los Hechos es tan elocuente que cada una de sus palabras está cargada de un significado enorme: El marco donde el Espíritu llega es justamente en el momento en el que el pueblo celebra la donación de la Ley que hace Dios a Moisés en el Sinaí; el Espíritu Santo es la superación de la Ley antigua por la Nueva Alianza en la que Dios estará presente no en una ley escrita, sino siendo vida, fuerza, luz y aliento para su pueblo.
Cuando S. Lucas tiene que describir esa presencia del Espíritu lo hace con unas imágenes que fácilmente nos pueden ayudar a entender su acción, pues de Dios no podemos describir cómo es, sino que lo distinguimos por sus rastros, por lo que hace y su acción es como la del fuego, algo volátil, simple, incontrolable pero que donde se acerca purifica, cambia, destruye, transforma todo lo que encuentra sin que haya algo que se le resista.
La misma cosa ocurre con el viento: no se ve, no se puede coger, solamente se percibe que está ahí, pues se siente, vivifica, nos da aliento… pero cuando arrecia es imparable e incontenible y arrolla todo lo que encuentra sin que haya algo que lo pueda contener.
La misma cosa ocurre con un terremoto: es una fuerza tan impresionante que lo trastorna todo, que lo cambia todo y lo hace todo nuevo, destruyendo todo lo que hay; una fuerza imposible de controlar.
El Espíritu Santo es como todo eso y cuando entra en una persona la purifica, la cambia, la transforma, la vivifica, le da una fuerza que aunque físicamente esté acabada es tan poderosa espiritualmente que no se le resiste nada.
En esta experiencia vital no interviene la ley que queda superada por el Espíritu pues la ley no puede transformar ni purificar ni hacer santos ni dar la libertad.
Pero además, esta presencia del Espíritu queda marcada por otro signo que tiene un eco en el Antiguo Testamento: cuando los hombres se enfrentaron a Dios y quisieron echarle un pulso, instituyeron Babel que es el signo de la discordia en donde los hombres se incapacitaron para ponerse de acuerdo para otra cosa que no sea para hacer el mal. El Espíritu Santo es el único que es capaz de organizar al hombre para el bien y su lenguaje lo entiende todo el mundo, hasta los animales y las plantas, es el lenguaje del AMOR, de la JUSTICIA y de la VERDAD.
Aunque suene a disparate lo que digo, hoy estamos necesitando un NUEVO PENTECOSTÉS, y suena a disparate porque el espíritu vive entre nosotros, pero estamos tan ciegos que el afán de dinero ha cegado el corazón de los hombres y se ha incapacitado para ver la presencia del Espíritu. Cuando esto ocurre la miseria ha invadido el corazón del hombre y necesita un revulsivo tan fuerte que haga los efectos del fuego, del terremoto o del volcán en el corazón del hombre.
Una señal clara de lo que estoy diciendo la podemos ver en uno de los pecados del siglo que indica cómo los hombres vamos retrocediendo: los nacionalismos que nos impiden el que los hombres nos entendamos y vamos acotando hasta que nos ahoguemos en nuestra miseria y estupidez.
Dice el libro de los Hechos que “todos escuchaban en su propio idioma” es decir todos se entendían, en el mundo actual cada vez nos cerramos y nos entendemos menos




Salmo responsorial Sal 103, 1ab y 24ac. 29bc‑30. 31 y 34

V/. Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra. (o, Aleluya)

R/. Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de 1a tierra.

V/. Bendice, alma mía, al Señor. ¡Dios mío que grande eres !
Cuántas son tus obras, Señor; la tierra está llena de tus criaturas.
R/. Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.

V/. Les retiras el aliento, y expiran, y vuelven a ser polvo;
envías tu aliento y los creas, y repueblas la faz de la tierra.

R/. Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.

V/. Gloria a Dios para siempre, goce el Señor con sus obras.
Que le sea agradable mi poema, y yo me alegraré con el Señor.

R/. Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.


SEGUNDA LECTURA

Hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 12, 3b‑7. 12‑13

Hermanos:
Nadie puede decir «Jesús es Señor», si no es bajo la acción del Espíritu Santo.
Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de servicios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos.
En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.
Porque, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.
Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.


REFLEXIÓN
Uno de los signos más claros de la presencia del Espíritu Santo es cuando empieza a darse la UNIDAD, pues aunque el Espíritu da una riqueza enorme, porque diversifica, pero toda esa diversidad es lo que enriquece la unidad, pues todo se da para todos, en beneficio del conjunto.
S. Pablo, cuando le habla a los Corintios de la acción del Espíritu Santo les dice que es LA VIDA del Cuerpo, que es la iglesia, y ese cuerpo tiene infinidad de miembros y es la misma VIDA la que los vivifica a todos, para que cada uno ejerza su función en beneficio del resto.
Ningún miembro puede considerarse ni más ni menos importante que los demás, porque todos se necesitan y todos se apoyan, y el momento en que falle uno repercute en todos.
Es el principio máximo de solidaridad por el que el ser humano se dignifica SIRVIENDO a los demás, que es la máxima expresión del amor y por el que se demuestra nuestra grandeza: el hombre es grande no por lo que tiene, sino por lo que sirve, por la capacidad de hacer que los demás se sientan bien por su causa.
Puede plantearse una pregunta: ¿Cómo saber si un don viene del Espíritu Santo o si se hace en nombre del mismo Espíritu? La respuesta se presenta inmediata: el Espíritu es siempre creador de UNIDAD, por lo tanto, todo don o acción que divide y distorsiona la vida de la comunidad, sin lugar a duda, no viene ni se realiza con la fuerza del Espíritu, sino con otra fuerza, con otro “espíritu”.
Para poder ver la autenticidad de ese don, es cuestión de observar los efectos que produce de crecimiento del resto del cuerpo o si, por el contrario, entorpece su crecimiento

Secuencia

Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre
si tu le faltas por dentro;
mira el poder del pecado
cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones
según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.
Amén.



Aleluya
Si no se canta, puede omitirse

Aleluya, aleluya.
Ven, Espíritu Santo,
llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos la llama de tu amor.
Aleluya.

EVANGELIO
Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Recibid el Espíritu Santo

Lectura del santo Evangelio según San Juan 20, 19‑23.

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas, por miedo a los judíos. En esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
—Paz a vosotros.
Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
—Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.
Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
—Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.


REFLEXIÓN
S. Juan describe el momento supremo de Jesús de otra forma distinta a como lo hace S. Lucas: En todo el evangelio ha venido destacando en muchos momentos la “Hora” de Jesús. Este es el momento, la “hora” a la que Jesús se refería y en el que hace entrega de su Espíritu, de la misma manera que el Padre se lo ha dado a Él, ahora entrega la misión a sus discípulos para que construyan la PAZ que Él ha traído y que ha comenzado, ahora ellos deberán entregar al mundo.
Esta es la “hora” de la PAZ, el momento en que empieza definitivamente una nueva era de la historia de la humanidad en la que Dios se queda con el hombre y asume la misma historia de los hombres; desde este momento la historia se convierte en lugar de encuentro con el Dios Vivo.
El Espíritu que entrega Jesús es un Espíritu de PAZ de Perdón de Reconciliación: “a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.”
El Espíritu que distinguirá a la iglesia ha de ser siempre éste y no es posible confundirlo con un espíritu que aliente la guerra, el odio, la división, la exclusión, el miedo, la insolidaridad, el terror, o la angustia.
Si antes hablábamos de formas de distinguir el verdadero Espíritu, es cuestión de mirar los efectos que produce y cualquier espíritu que en la persona no produzca estos efectos, no es el Espíritu del Señor resucitado que nos llena de alegría y de liberación, sino otro espíritu que destruye y envenena o confunde, rompiendo la PAZ y la UNIDAD.

jueves, 1 de mayo de 2008

ASCENSIÓN DEL SEÑOR - Dom. VII Pascua -A-

PRIMERA LECTURA
Se elevó a la vista de ellos

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 1, 1‑11

En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo, y: enseñando hasta el día, en que dio instrucciones a los apóstoles, que había escogido movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo. Se les presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo y, apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del reino de Dios.
Una vez que comían juntos les recomendó:
—No os alejéis de Jerusalén; aguardad que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo os he hablado. Juan bautizó con agua, dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo.
Ellos lo rodearon preguntándole:
—Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar la soberanía de Israel?
Jesús contestó:
—No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los confines del mundo.
Dicho esto, lo vieron levantarse hasta que una nube se lo quitó de la vista. Mientras miraban fijos al cielo, viéndole irse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron:
—Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo, volverá como le habéis visto marcharse.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 46, 2‑3. 6‑7. 8‑9

V/. Dios asciende entre aclamaciones, el Señor, al son de trompetas. (o, Aleluya).

R/. Dios asciende entre aclamaciones, el Señor, al son de trompetas.

V/. Pueblos todos batid palmas, aclamad a Dios con gritos de júbilo; porque el Señor es sublime y terrible, emperador de toda la tierra.

R/. Dios asciende entre aclamaciones, el Señor, al son de trompetas.

V/. Dios asciende entre aclamaciones, el Señor, al son de trompetas; tocad para Dios, tocad, tocad para nuestro Rey, tocad.

R/. Dios asciende entre aclamaciones, el Señor, al son de trompetas.

V/. Porque Dios es el rey del mundo; tocad con maestría. Dios reina sobre las naciones, Dios se sienta en su trono sagrado.

R/. Dios asciende entre aclamaciones, el Señor, al son de trompetas.

REFLEXIÓN
Cuando Jesús salió de su tierra, de Galilea y se fue al Jordán donde se bautizó y decidió dar un cambio a su vida, se fue al desierto durante 40 días (una cuaresma, un tiempo de preparación para un acontecimiento: entregarse a la causa del reino), después reunió a los discípulos y con ellos comenzó a vivir esa nueva dimensión del reino que predicaba.
Cuando muere y resucita se da una nueva situación: los discípulos se han decepcionado y hay que recomenzar recuperando la confianza perdida y Jesús pasa 40 días, otra cuaresma, preparando la nueva etapa que va a comenzar con la venida del Espíritu Santo: algo completamente nuevo en donde los discípulos van a experimentar una presencia nueva de Jesús en medio de ellos, presencia que va a hacer que cambien completamente sus vidas, cosa que no había podido ser durante el tiempo que Jesús estuvo con ellos.
Será el Espíritu quien les de fuerza para transformarse, para ser hombres nuevos y para ser capaces de dar el testimonio de Jesucristo hasta los confines del mundo “Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los confines del mundo.” Sin el Espíritu Santo será imposible seguir los pasos a Jesús, por eso decía constantemente que era necesario que viniera el Espíritu, solo con Él iban a entender todo y a ser capaces de todo.
La pregunta que hoy sigue en pie es siempre la misma: ¿Qué ocurre hoy que el Espíritu parece que está callado y ausente? La respuesta pienso que es evidente: el hombre actual se cree que lo sabe todo, que lo puede todo, y no necesita de nadie; mientras no acepte que es un pobre ciego ignorante, no logrará captar la grandeza de la vida y del hombre y del universo para poder valorarlo y amarlo, tampoco el Espíritu del Señor puede actuar allí donde el hombre no lo deja.


SEGUNDA LECTURA
Lo sentó a su derecha en el cielo

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Efesios 1, 17‑23

Hermanos:
Que el Dios del Señor nuestro Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro.
Y todo lo puso bajo sus pies y lo dio a la Iglesia, como Cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo, en todos.
Palabra de Dios




REFLEXIÓN
No se puede desear un regalo más grande para la persona que el que S. Pablo pide para los efesios: que Dios Padre “os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da”. Es la bendición que pide para la comunidad
Efectivamente, el regalo más grande que Dios les puede hacer es que puedan tener una visión clara de la verdad y un espíritu fuerte para seguirla; al contrario, no puede haber desgracia mayor en la vida que ser un ignorante y encima creer que se lo sabe todo y que está en posesión de la verdad. El hombre que llega a esta situación es un cadáver andando y lo que deja a su paso es la muerte, pues al creerse que lo sabe todo, que está en posesión de la verdad, desprecia a los otros, los manipula, los somete y les quita la libertad convirtiéndose en un déspota y en un elemento peligroso. Esto dio lugar a que los judíos cayeran en el error que cayeron y mataron al autor de la vida, o que Hitler llegara a cometer los atropellos que cometió, o a este tipo que nos ha traído la prensa estos días con el secuestro de su hija durante 24 años y los disparates que ha cometido… y este es el gran error que hoy se está cometiendo en la humanidad al poner como única meta del hombre el dinero y por él se está condenando el planeta a su destrucción o poner la muerte como un derecho que se justifica con una ley. No se puede llegar a un grado de estupidez mayor. Pero hasta nos sentimos orgullosos de haberlo logrado.



Aleluya Mt 28, 19 y 20
Si no se canta, puede omitirse

Aleluya, aleluya.
Id y haced discípulos de todos los pueblos, dice el Señor.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.
Aleluya.

EVANGELIO
Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra

Final del santo Evangelio según San Mateo 28, 16‑20
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
Al verlo ellos se postraron, pero algunos vacilaban.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
—Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra.
Id y haced discípulos de todos los pueblos bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.

REFLEXIÓN
S. Mateo narra la conclusión de la misión de Jesús y el comienzo de la de los apóstoles. Hasta ahora han estado a su lado, le han ido viendo y contemplando todo lo que ha hecho, desde ahora en adelante son ellos los que tendrán que realizar todo lo que han visto y oído, comenzando de nuevo por Galilea hasta los confines del mundo enseñando a guardar todo lo que Él les ha mandado.
Pero Jesús se queda con ellos: de ahora en adelante será su Espíritu el que les impulsará, les animará, los fortalecerá, los iluminará para que hagan lo que Él ha hecho.
La obra que Jesús inició será ahora la iglesia la que la continúe con la fuerza de su Espíritu. La iglesia será la imagen nueva y visible de la presencia de Cristo resucitado en la tierra.
Será la iglesia la que hará presente en el mundo los gestos, las actitudes, el mensaje que Cristo comenzó. Quien vea la iglesia debe ver o percibir la presencia de Cristo resucitado, quien se acerque a la iglesia debe notar que la fuerza salvadora y liberadora de Jesucristo le ha tocado.
La promesa de Cristo es real: “yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” El sigue caminando en su iglesia y es fácilmente constatable en aquellos lugares, momentos y situaciones en donde la iglesia responde a su originalidad y se presenta con su rostro limpio y no acepta asumir aquello que no es suyo.
El problema se da cuando la iglesia en su camino va cogiendo cosas que no son suyas y se las pone, cuando quiere acordar aparece como un fantasma que se parece a otra cosa y no a Jesucristo.
Hay una pregunta que siempre me hago y me cuesta dar la respuesta: ¿Por qué a la iglesia se la identifica con el poder, con la prepotencia, con el dinero… y no con los pobres, los abandonados, los marginados…? A Cristo se le persiguió por estar vinculado a este sector de la humanidad y por su compromiso con él. También a la iglesia se la persigue en muchas partes del mundo por lo mismo y eso es lo que le da su verdadero ros
tro.