jueves, 29 de mayo de 2008

DOMINGO NOVENO T. O. -A-

PRIMERA LECTURA
Mirad: os pongo delante maldición y bendición

Lectura del Libro del Deuteronomio 11, 18. 26‑28
Moisés habló al pueblo diciendo:
—Meteos mis palabras en el corazón y en al alma, atadlas a la muñeca como un signo y ponedlas de señal en vuestra frente.
Mirad: hoy os pongo delante maldición y bendición: la bendición, si escucháis los preceptos del Señor vuestro Dios que yo os mando hoy; la maldición, si no escucháis los preceptos del Señor vuestro Dios y os desviáis del camino que hoy os marco, yendo detrás de dioses extranjeros que no habíais conocido.

Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
Dios sale al encuentro del hombre, le indica el camino errado y le invita a entrar por el camino que le lleva a buen término, como esas señales que encontramos en la carretera o en las ciudades que te dicen: “dirección prohibida”, “calle sin salida”, “camino en mal estado”… Su palabra es fiable, no quiere que nos equivoquemos y perdamos la vida.
Por el contrario, indica también el camino que nos va a llevar a buen término: “si escucháis los preceptos del Señor vuestro Dios que yo os mando hoy, viviréis” y será vuestra bendición porque triunfaréis.
No obstante, siempre queda la libertad para plantearse frente a la indicación amorosa que Dios da: yo puedo despreciar las indicaciones que me hace Dios, y cuando me encuentre el camino en mal estado o el callejón sin salida de la vida… ¿entonces qué? ¿Me vuelvo a Dios llamándole injusto? ¿Me vuelvo a protestarle por el mal que existe diciéndole que por qué lo permite si es que es un Dios tan poderoso? Y vuelve a demostrarse la grandeza de Dios y su infinita misericordia cuando, a pesar de nuestro cinismo nos sigue manteniendo en la existencia y sigue cuidando de nosotros aguantando hasta que queramos volver la mirada a Él y reconozcamos que nos hemos equivocado y cambiemos.
Dios sabe que la vida se hace a base de elecciones y renuncias y cada paso que damos supone una toma de postura frente a la vida y esas decisiones llevan siempre consigo un cargar con las consecuencias de la decisión que hemos tomado, este es el riesgo del ejercicio de la libertad.
De todas formas Dios nos ha dejado un referente para las decisiones que nos pueden llevar a la felicidad: El ha apostado por la VIDA, por el AMOR, por la JUSTICIA, por la VERDAD, por la FRATERNIDAD…el resto está en nuestras manos.


Salmo responsorial Sal 30, 2‑3a. 3bc‑4. 17 y 25

V/. Sé la roca de mi refugio, Señor.

R/. Sé la roca de mi refugio, Señor.

V/. A ti, Señor, me acojo: no quede yo nunca defraudado; tú que eres justo, ponme a salvo; inclina tu oído hacia mí, ven aprisa a librarme.

R/. Sé la roca de mi refugio, Señor.

V/. Sé la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve, tú que eres mi roca y mi baluarte; por tu nombre dirígeme y guíame.

R/. Sé la roca de mi refugio, Señor.

V/. Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, sálvame por tu misericordia.
Sed fuertes y valientes de corazón, los que esperáis en el Señor.

R/. Sé la roca de mi refugio, Señor.


SEGUNDA LECTURA
El hombre es justificado por la fe, sin las obras de la Ley

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 3, 21‑25. 28

Hermanos:
Ahora, la justicia de Dios, atestiguada por la Ley y los Profetas, se ha manifestado independientemente de la Ley.
Por la fe en Jesucristo viene la justicia de Dios a todos los que creen, sin distinción alguna. Pues todos pecaron y todos están privados de la gloria de Dios, y son justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención de Cristo Jesús, a quien constituyó sacrificio de propiciación mediante la fe en su sangre.
Sostenemos, pues, que el hombre es justificado por la fe, sin las obras de la Ley.
Palabra de Dios

REFLEXIÓN
S. Pablo se plantea el tema de las decisiones del hombre: en un principio optó por darle la espalda a Dios y se destruyó a sí mismo, ya que apostó por el camino equivocado, frente a la propuesta de felicidad que Dios le hizo.
En ese camino equivocado no encontrará jamás la felicidad, por más leyes que establezca para arreglar el entuerto, pues eso es lo que hace la ley, ya que surge siempre para dar respuesta a un fallo cometido y evitar que se vuelva a dar, es algo así como poner un remiendo para que no se vea el roto.
Dios tiene que salir de nuevo al encuentro del hombre y le vuelve a proponer un “estado” completamente nuevo en Jesucristo: se trata de aceptarlo y seguir sus pasos, dejarse amar y salvar por Él. Esto es un regalo excepcional con el que se vuelve a poner en evidencia la voluntad salvadora de Dios.
Pero de la misma manera que al principio, vuelve a ponerse en evidencia la terquedad y el cinismo del hombre que se revuelve, desprecia, se opone y hasta persigue a Jesucristo considerándolo como su opositor.

Aleluya
Ver pags. 292-294 Si no se canta, puede omitirse

EVANGELIO
La casa edificada sobre roca y la casa edificada sobre arena
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 7, 21‑27

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—No todo el que me dice «Señor, Señor» entrará en el Reino de los Cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo.
Aquel día muchos dirán: Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y en tu nombre echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?
Yo entonces les declararé: Nunca os he conocido. Alejaos de mí, malvados.
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente.

REFLEXIÓN

Jesús ha venido presentando todo el programa de vida para aquellos que quieren seguirlo; no es un programa basado en ideas, sino en vida, en realidades, lo que en argot popular decimos “obras son amores y no buenas razones”.
En este sentido sintoniza perfectamente con la mentalidad actual harta ya de palabras y deseosa de realidades a las que poder aferrarse.
Ya en tiempos anteriores a Jesús hubo momentos en los que ocurrió lo mismo ante el deterioro del culto y de la religión que derivó en afinar ideas y en establecer una depuración de los ritos, de manera que la vida se quedaba fuera y surge todo un movimiento en el que se acentúa el amor y la justicia por encima del culto y de las formas.
Algo muy parecido está ocurriendo en nuestro tiempo: la realidad se camufla con un lenguaje que hace que una cosa aparezca otra y lo que es blanco, después de darle unas cuantas vueltas resulta que es negro y viceversa y al final nos damos cuenta que nos quedamos en el vacío y a la deriva.
Ya los profetas de Israel arremetieron contra esta desviación que se había dado en la que el culto y la religiosidad se había puesto por encima de la construcción de una sociedad más justa, donde el espiritualismo y el intimismo se habían puesto por encima de una implicación real en la construcción de una sociedad fraterna, hasta el punto de llegar a decir el profeta Oseas: “Misericordia quiero y no sacrificios” o como diría también el profeta Isaías: “Estoy harto de vuestras fiestas, de vuestros sacrificios, de vuestras oraciones…” y pedía una vida honrada, sincera, solidaria..
Esta dimensión la recoge también Jesús y se decide por ella: “No todo el que me dice «Señor, Señor» entrará en el Reino de los Cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo.” Actuar así es construir sobre seguro y contra esa forma de vivir no habrá argumentos que la destruya

jueves, 22 de mayo de 2008

CORPUS CHRISTI -A- -O8-

PRIMERA LECTURA
Esta es la sangre de la alianza que hace el Señor con vosotros

Lectura del libro del Éxodo 24, 3‑8
En aquellos días, Moisés bajó y contó al pueblo todo lo que había dicho el Señor y todos sus mandatos; y el pueblo contestó a una:
—«Haremos todo lo que dice el Señor.»
Moisés puso por escrito todas las palabras del Señor. Se levantó temprano y edificó un altar en la falda del monte, y doce estelas, por las doce tribus de Israel. Y mandó a algunos jóvenes israelitas ofrecer al Señor holocaustos, y vacas como sacrificio de comunión. Tomó la mitad de la sangre, y la puso en vasijas, y la otra mitad la derramó sobre el altar. Después, tomó el documento de la alianza y se lo leyó en alta voz al pueblo, el cual respondió:
—«Haremos todo lo que manda el Señor y lo obedeceremos.»
Tomó Moisés la sangre y roció al pueblo, diciendo:
—«Ésta es la sangre de la alianza que hace el Señor con vosotros, sobre todos estos mandatos.»

Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

…Y VUELVE A TROPEZAR MIL VECES EN LA MISMA PIEDRA

Dios se adelanta al pueblo y sale al encuentro ante la situación que está viviendo: lo hizo cuando estaban en Egipto: allí vio cómo el pueblo era maltratado y le salió al encuentro enviando a Moisés que les llevaba la propuesta de salir de la esclavitud a cambio de que se unieran y empezasen a sentirse como hermanos; si ellos aceptaban la propuesta, Él los sacaría de Egipto del yugo del Faraón y les daría una tierra que mana leche y miel, los haría un pueblo libre y grande entre todas las naciones, siempre que ellos no se postrasen ni sirvieran a ningún otro dios.
Ahora, que ya habían experimentado cómo Dios no los deja solos, cómo los ha sacado con brazo fuerte y ha obrado prodigios para sacarlos de la esclavitud del faraón, les sale de nuevo al encuentro proponiéndoles un pacto que se sella con la sangre que es derramada sobre el altar y sobre el pueblo, indicando que el que rompa el pacto se hace reo de la sangre.
El pueblo contesta a la propuesta de Dios: —«Haremos todo lo que manda el Señor y lo obedeceremos” Pero no pasará mucho tiempo y los intereses, la desidia, la envidia, los celos, los prejuicios… se meterán en el pueblo lo mismo que entra la polilla en la madera y poco a poco va destruyendo todo lo valioso que hay en el pueblo y en cada persona hasta hacer que se olviden de su propia dignidad y consideran que Dios es un enemigo antes que un Padre y un amigo; el pueblo se olvide de la misericordia de Dios que ha venido demostrándole saliendo a su encuentro para ayudarle a salir de los atolladeros donde se ha metido jugándoselas todas por él.
La historia vuelve a repetirse como con un calco en cada etapa de la vida de la sociedad, de cada pueblo y de cada persona: volvemos a caer en las mismas tentaciones, volvemos a repetir las mismas bajezas y estupideces y volvemos a destruirnos con los mismos argumentos. Por algo se dice que el hombre es el único animal que tropieza dos (mil) veces en la misma piedra”

Salmo responsorial Sal 115 ,12‑13.15 y 16bc. 17‑18 (R/.:13)

R/. Alzaré la copa de la salvación,
invocando el nombre del Señor.
¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación, invocando su nombre. R/.
R/. Alzaré la copa de la salvación,
Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo, hijo de tu esclava;
rompiste mis cadenas. R/.
R/. Alzaré la copa de la salvación,
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo. R/.
R/. Alzaré la copa de la salvación,

SEGUNDA LECTURA
La sangre de Cristo podrá purificar nuestra conciencia

Lectura de la carta a los Hebreos 9, 11‑15
Hermanos:
Cristo ha venido como sumo sacerdote de los bienes definitivos. Su tabernáculo es más grande y más perfecto: no hecho por manos de hombre, es decir, no de este mundo creado.
No usa sangre de machos cabríos ni de becerros, sino la suya propia; y así ha entrado en el santuario una vez para siempre, consiguiendo la liberación eterna.
Si la sangre de machos cabríos y de toros y el rociar con las cenizas de una becerra tienen el poder de consagrar a los profanos, devolviéndoles la pureza externa, cuánto más la sangre de Cristo, que, en virtud del Espíritu eterno, se ha ofrecido a Dios como sacrificio sin mancha, podrá purificar nuestra conciencia de las obras muertas, llevándonos al culto del Dios vivo.
Por esa razón, es mediador de una alianza nueva: en ella ha habido una muerte que ha redimido de los pecados cometidos durante la primera alianza; y así los llamados pueden recibir la promesa de la herencia eterna.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

"CUANDO EL RITO SUPLANTA A DIOS"

Cristo se presenta como contrapunto al ritualismo del templo: para los judíos el templo es el espacio donde se encuentra Dios, el lugar donde su presencia lo llena todo y lo santifica todo, pero esa presencia y esa acción de Dios está sometida al imperio de unas leyes y unas normas estrictas que no tienen en cuenta para nada a la persona y ésta desaparece para que resplandezca la norma, el rito. La sangre de los machos cabrios comprados en el templo, o la forma de rociar la ceniza de esos animales sacrificados, se le daba la fuerza de limpiar los pecados, con lo que el mismo rito o la misma ceniza suplantaban a Dios.
Cristo viene y da un cambio radical a todo esto: se entiende que un rito es para aplacar, dar gracias pedir o bendecir a Dios, pero cuando es el mismo Dios el que realiza esa acción para el hombre, el rito pierde toda su fuerza y solo tiene consistencia en tanto en cuanto está íntimamente conectado con el sentir de Dios y la vida del hombre.
El mismo tema que plantea la carta a los Hebreos vuelve a tener una actualidad enorme en nuestros días:
¿Qué es lo que perdona los pecados, la forma cómo pedimos perdón o Dios Padre, lento a la cólera y rico en misericordia que viendo el arrepentimiento de sus hijos y los deseos de salir de su situación levantan sus ojos a Él, a quien perciben, como Padre amoroso?
¿Qué es lo que llega a Dios, una liturgia hecha a la perfección y cuidada hasta el extremo o la vida sincera de una comunidad que se expresa ante su Padre y comparte entre los HERMANOS sus alegrías, sus penas, sus triunfos y sus fracasos?
Es posible que ambas posturas que deben ir juntas, se disocien y entonces caemos en abusos en un extremo o en otro de forma que hacemos de la liturgia y del rito un teatro vacío y sin sentido, y convertimos la celebración de la Eucaristía o cualquier otro sacramento en una especie de “sustituto” que tranquiliza nuestra conciencia y nos dispensa de seguir a Jesús en el día a día.
O también podemos llegar a comulgar a Cristo ritualmente sin llevarnos a comulgar con los hermanos; comer el pan eucarístico volviendo la cabeza para no ver el hambre de los millones de hermanos y el atropello de su dignidad; cerrando los ojos ante todo el abuso que existe, que está llevando a la cruz a millones de personas, o darnos la paz sin eliminar de nuestros corazones los resentimientos, las críticas, los prejuicios… esa forma de hacer es comer el cuerpo ritualmente, pero no es reconocer lo que el Señor nos dejó.

Aleluya Jn 6, 51
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo
—dice el Señor‑;
el que coma de este pan vivirá para siempre.

EVANGELIO
Esto es mi cuerpo. Ésta es mi sangre

Lectura del santo evangelio según san Marcos 14, 12‑16. 22‑26
El primer día de los Azimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos:
—«¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?»
Él envió a dos discípulos, diciéndoles:
—«Id a la ciudad, encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo y, en la casa en que entre, decidle al dueño: "El Maestro pregunta: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?"
Os enseñará una sala grande en el piso de arriba, arreglada con divanes. Preparadnos allí la cena.»
Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la cena de Pascua.
Mientras comían, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio, diciendo:
—«Tomad, esto es mi cuerpo.»
Cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias, se la dio, y todos bebieron.
Y les dijo:
—«Ésta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos. Os aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios.»
Después de cantar el salmo, salieron para el monte de los Olivos.
Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

PAN QUE SE DEJA AMASAR Y UVA QUE SE DEJA TRITURAR

Jesús solía reunirse constantemente con sus discípulos y con otros amigos para comer y en torno a la mesa fue fortificando sus relaciones. Cada encuentro en la mesa con Jesús era un encuentro salvador, creador de amistad, de fraternidad, de compromiso; ese había sido su estilo, y ese fue el estilo que quiso para sus amigos.
Ahora era consciente que se trataba de la última vez que se sentaría a la mesa con ellos para hablarles del reino, de su proyecto de salvación y de libertad, quería que recordasen toda su vida este momento, que se les quedase grabado cómo era Él, qué era lo que sentía y cómo había enfrentado su vida para que se convirtiese en referente para ellos:
Los ha querido tanto, le duele tanto su pueblo, que quiere ser la fuerza que los mantenga en pie, la alegría el coraje y la esperanza que les haga arremeter contra las dificultades
La máxima expresión de lo que se puede hacer por alguien a quien se quiere la realiza en esta cena: se ha hecho PAN, es decir alimento, fuerza, vida, se ha hecho bebida, vino, que calma la sed y deja la alegría y la paz de Dios.
Los símbolos que nos deja para expresar la realidad que ha hecho son enormemente elocuentes:
EL PAN es de un trigo que se ha dejado moler, aplastar hasta hacerse harina y una harina que se ha dejado amasar, golpear, mezclar, revolver, fermentar... hasta llegar a tomar el gusto y la forma que le conviene al panadero para que esté al gusto del consumidor... ese PAN es Jesús, esa ha sido la voluntad del Padre que ya no ha podido hacer más por el hombre y esto es lo que ha hecho Jesús: se ha dejado en las manos del hombre para que él lo modele, lo amase, lo identifique con su vida, con sus sentimientos y lo convierta en el alimento de su cuerpo.
EL VINO: todos tenemos una idea perfecta de cómo se hace el vino: una uva que se deja pisar, triturar, estrujar hasta que le sale la última gota de su jugo, una uva que deja perder su imagen hermosa para hacerse liquido que calma la sed o que se deja fermentar hasta adquirir los grado que el hombre necesita para sentir el calor y el ardor de su fuerza, una uva que acepta perderlo todo para convertirse en alegría para el hombre. Ese es Cristo, eso es lo que le ha pedido el Padre y eso es lo que Él ha hecho, es el gran regalo que nos ha dejado, es la oferta que nos ha hecho en su nueva alianza, más no se puede dar, más no se puede pedir.
Ahora nos toca a cada uno de nosotros aceptar el regalo y llenarnos de toda su grandeza y hacer de nuestras vidas un nuevo “pan” y un nuevo “vino” o pasar de largo y despreciarlo; de hecho hoy se aboga por despreciarlo como algo inútil, como algo trasnochado que no está a la altura del mundo que vivimos, pues el hombre actual se considera tan grande, que no necesita de un regalo de este tipo y tan orgulloso de si mismo, que lo último que haría es rebajarse a estos niveles, como para hacerse trigo que se muele y harina que se deja amasar o uva que se deja triturar y estrujar para que otros vivan y sean felices a su costa.

jueves, 15 de mayo de 2008

" SANTÍSIMA TRINIDAD" - A-

Domingo después de Pentecostés


PRIMERA LECTURA
El Señor es el único Dios, allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro

Lectura del libro del Deuteronomio 4, 32‑34. 39‑40
Moisés habló al pueblo, diciendo:
—«Pregunta, pregunta a los tiempos antiguos, que te han precedido, desde el día en que Dios creó al hombre sobre la tierra: ¿hubo jamás, desde un extremo al otro del cielo, palabra tan grande como ésta?; ¿se oyó cosa semejante?; ¿hay algún pueblo que haya oído, como tú has oído, la voz del Dios vivo, hablando desde el fuego, y haya sobrevivido?; ¿algún dios intentó jamás venir a buscarse una nación entre las otras por medio de pruebas, signos, prodigios y guerra, con mano fuerte y brazo poderoso, por grandes terrores, como todo lo que el Señor, vuestro Dios, hizo con vosotros en Egipto, ante vuestros ojos?
Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón, que el Señor es el único Dios, allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro. Guarda los preceptos y mandamientos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz, tú y tus hijos después de ti, y prolongues tus días en el suelo que el Señor, tu Dios, te da para siempre.»

Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
Una de las grandes preocupaciones que el hombre de todos los tiempos ha tenido, ha sido el acercare al misterio de Dios; el poder dominarlo y controlarlo, pero es siempre algo que se escapa a sus posibilidades y excede a todas sus expectativas. Pero lo más triste es que siempre el hombre ha sentido a Dios como el que está en el otro lado haciéndole la competencia, obstaculizándole el camino y cada vez que se ha sentido así y ha intentado defenderse o tenerlo como un rival, ha terminado destruyéndose a si mismo
Y es que a Dios no se le puede encuadrar en los esquemas y moldes humanos; a Dios no se le ve con los ojos de la cara, sino con el corazón, lo mismo que todas las cosas grandes, no se pueden observar ni medir con esquemas materiales, permanecen siempre ocultas. A Dios solo se le puede “ver” con los ojos del corazón.
Los maestros de espiritualidad y de teología de la edad Media decían que “donde hay amor, allí hay unos ojos que son capaces de ver” más allá de lo que aparece a la vista. Por eso, cuando un cristiano habla de Dios no expone pruebas deductivas de las que puedas concluir en verdades matemáticas, sino que habla de intimidad, de una experiencia entrañable, de algo que pertenece a un ser tan querido que es inabarcable e inexplicable.
Dios no es una idea oscura y abstracta, ni una energía oculta o una fuerza peligrosa que tengo en frente y que me puede destruir en cuanto me descuide; tampoco es un ser solitario oscuro y huraño que se molesta por cualquier cosa que yo hago; ni un ser sin rostro, frió e indiferente con lo que a mi me ocurra… Dios es ternura, alegría, amistad que se desborda y goza con mi alegría y está a mi lado ofreciéndome siempre su mano para que me sirva de apoyo. Dios es unos brazos abiertos esperando siempre para darme el abrazo de acogida cuando he caído, cuando me siento hundido, cuando las cosas no me han salido como yo deseaba, cuando la vida se me volvió en contra y me dio un revés.

Salmo responsorial 32, 4‑5. 6 y 9. 18‑19. 20 y 22 (R/.: 12b)
R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.

La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R/.
R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.

La palabra del Señor hizo el cielo;
el aliento de su boca, sus ejércitos,
porque él lo dijo, y existió, él lo mandó, y surgió. R/.
R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R/.
R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.

Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
que tu misericordia, Señor,
venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R/.
R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.


SEGUNDA LECTURA
Habéis recibido un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: «¡Abba!» (Padre)

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 14‑17
Hermanos:
Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios.
Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: «¡Abba!» (Padre).
Ese Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos de Dios; y, si somos hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, ya que sufrimos con él para ser también con él glorificados.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
S. Pablo se dirige a los cristianos de Roma con un argumento de esos que llaman de “cajón”: “hemos sido hechos hijos, en consecuencia somos herederos de Dios junto con Cristo; en el bautismo hemos muerto para nacer a la vida de los hijos de Dios; por lógica contundente: si es que en nosotros vive el Espíritu Santo, hemos de ser testigos de esa vida que llevamos y dar los signos propios de ella.
Pero eso que aparece tan evidente, cuando observamos en la realidad nos damos cuenta que la evidencia no solo se pierde, sino que resulta tremendamente complicado y difícil; pero lo que más difícil resulta es querer demostrar que es de día en plena noche, algo así como demostrar la cuadratura del círculo: decir que somos hijos y que nos mueve el Espíritu de Dios cuando renegamos de esa filiación y vivimos contrariamente a ella, pero sin embargo confesamos que somos los mejores hijos, que amamos a Dios más que nadie, aunque a nuestra manera y, sobre todo, que estamos dispuestos a recibir la herencia que nos regala ¡cómo no! Algo a sí como el hijo que rompe con su padre, lo desprecia… y a la hora de la verdad asoma para recoger lo que le pertenece. Esta forma de ser y de actuar tiene otro nombre en el argot popular: “cara dura”
Y somos unos caras duras cuando el principio que Cristo nos dejó como norma para que se reconociese su iglesia en el mundo lo hemos cambiado por la ley y hemos hecho compatible el ser cristiano con la acomodación a todas las leyes del mundo que nos permiten contemporizar con la injusticia, con la mentira, con la violencia, con el comercio, con el atropello… y luego se arregla todo de modo que parezca bueno, santo y bendito.

Aleluya Ap 1, 8
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,
al Dios que es, que era y que viene.

EVANGELIO
Bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo
Lectura del santo evangelio según san Mateo 28, 16‑20
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
—«Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra.
Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.»

Palabra del Señor.

REFLEXIÓN
Ha llegado la “Hora de Dios”. Hasta este momento los hombres habían pensado siempre en un Dios solo, justiciero, lejano, inaccesible, iracundo, siempre sediento de sacrificios expiatorios por fallos cometidos, una especie de ogro implacable.
La propuesta de Jesús derriba todas las barreras que por siglos habían tenido separado al hombre de Dios: “sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” Decid esto a todos los hombres de todos los tiempos y de todos los lugares, enseñadles lo que habéis visto y oído durante el tiempo que habéis estado a mi lado, invitadlos a que se dejen amar en el nombre del que solo puede AMAR.
Cuando esto no lo hemos comprendido, es lógico que nos acerquemos a Dios con otros intereses y con otro tipo de relación interesada pues intentamos comprar su poder para nuestro bien. O cuando nos olvidamos que Dios es Amor, entonces nos fabricamos otra cosa, un dios falso lleno de poder o de otra cosa con la que nosotros podamos manipular y nos inventamos una religión que está más cerca de la magia que de la fe cristiana.
El momento en que uno siente desde la fe que Dios es sólo AMOR y se da cuenta que no puede ser otra cosa que eso: AMOR, vivo y palpitante en lo más hondo de nuestra vida, que hace que la persona se transforme y se eleve por encima de todas las dificultades y contradicciones, entonces se entiende que eso de la Trinidad no es un cuento ni una quimera, sino una realidad que salta por encima de toda experiencia. Es ahí donde se entiende todo el misterio del amor de Dios manifestado en Cristo.

jueves, 8 de mayo de 2008

DOMINGO DE PENTECOSTÉS -A-


PRIMERA LECTURA
Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 2, 1‑11

Todos los discípulos estaban juntos el día de Pentecostés. De repente un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería.
Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos preguntaban:
—¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿como es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa?
Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
Cuando nos disponemos a hablar del Espíritu Santo nos ocurre algo así como si nos ponemos a hablar de la VIDA, es algo tan grande, tan complejo y a la vez tan simple que no sabes por dónde empezar o por dónde seguir, porque por cualquier sitio que intentes te encuentras inundado.
El pasaje del libro de los Hechos es tan elocuente que cada una de sus palabras está cargada de un significado enorme: El marco donde el Espíritu llega es justamente en el momento en el que el pueblo celebra la donación de la Ley que hace Dios a Moisés en el Sinaí; el Espíritu Santo es la superación de la Ley antigua por la Nueva Alianza en la que Dios estará presente no en una ley escrita, sino siendo vida, fuerza, luz y aliento para su pueblo.
Cuando S. Lucas tiene que describir esa presencia del Espíritu lo hace con unas imágenes que fácilmente nos pueden ayudar a entender su acción, pues de Dios no podemos describir cómo es, sino que lo distinguimos por sus rastros, por lo que hace y su acción es como la del fuego, algo volátil, simple, incontrolable pero que donde se acerca purifica, cambia, destruye, transforma todo lo que encuentra sin que haya algo que se le resista.
La misma cosa ocurre con el viento: no se ve, no se puede coger, solamente se percibe que está ahí, pues se siente, vivifica, nos da aliento… pero cuando arrecia es imparable e incontenible y arrolla todo lo que encuentra sin que haya algo que lo pueda contener.
La misma cosa ocurre con un terremoto: es una fuerza tan impresionante que lo trastorna todo, que lo cambia todo y lo hace todo nuevo, destruyendo todo lo que hay; una fuerza imposible de controlar.
El Espíritu Santo es como todo eso y cuando entra en una persona la purifica, la cambia, la transforma, la vivifica, le da una fuerza que aunque físicamente esté acabada es tan poderosa espiritualmente que no se le resiste nada.
En esta experiencia vital no interviene la ley que queda superada por el Espíritu pues la ley no puede transformar ni purificar ni hacer santos ni dar la libertad.
Pero además, esta presencia del Espíritu queda marcada por otro signo que tiene un eco en el Antiguo Testamento: cuando los hombres se enfrentaron a Dios y quisieron echarle un pulso, instituyeron Babel que es el signo de la discordia en donde los hombres se incapacitaron para ponerse de acuerdo para otra cosa que no sea para hacer el mal. El Espíritu Santo es el único que es capaz de organizar al hombre para el bien y su lenguaje lo entiende todo el mundo, hasta los animales y las plantas, es el lenguaje del AMOR, de la JUSTICIA y de la VERDAD.
Aunque suene a disparate lo que digo, hoy estamos necesitando un NUEVO PENTECOSTÉS, y suena a disparate porque el espíritu vive entre nosotros, pero estamos tan ciegos que el afán de dinero ha cegado el corazón de los hombres y se ha incapacitado para ver la presencia del Espíritu. Cuando esto ocurre la miseria ha invadido el corazón del hombre y necesita un revulsivo tan fuerte que haga los efectos del fuego, del terremoto o del volcán en el corazón del hombre.
Una señal clara de lo que estoy diciendo la podemos ver en uno de los pecados del siglo que indica cómo los hombres vamos retrocediendo: los nacionalismos que nos impiden el que los hombres nos entendamos y vamos acotando hasta que nos ahoguemos en nuestra miseria y estupidez.
Dice el libro de los Hechos que “todos escuchaban en su propio idioma” es decir todos se entendían, en el mundo actual cada vez nos cerramos y nos entendemos menos




Salmo responsorial Sal 103, 1ab y 24ac. 29bc‑30. 31 y 34

V/. Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra. (o, Aleluya)

R/. Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de 1a tierra.

V/. Bendice, alma mía, al Señor. ¡Dios mío que grande eres !
Cuántas son tus obras, Señor; la tierra está llena de tus criaturas.
R/. Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.

V/. Les retiras el aliento, y expiran, y vuelven a ser polvo;
envías tu aliento y los creas, y repueblas la faz de la tierra.

R/. Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.

V/. Gloria a Dios para siempre, goce el Señor con sus obras.
Que le sea agradable mi poema, y yo me alegraré con el Señor.

R/. Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.


SEGUNDA LECTURA

Hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 12, 3b‑7. 12‑13

Hermanos:
Nadie puede decir «Jesús es Señor», si no es bajo la acción del Espíritu Santo.
Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de servicios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos.
En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.
Porque, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.
Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.


REFLEXIÓN
Uno de los signos más claros de la presencia del Espíritu Santo es cuando empieza a darse la UNIDAD, pues aunque el Espíritu da una riqueza enorme, porque diversifica, pero toda esa diversidad es lo que enriquece la unidad, pues todo se da para todos, en beneficio del conjunto.
S. Pablo, cuando le habla a los Corintios de la acción del Espíritu Santo les dice que es LA VIDA del Cuerpo, que es la iglesia, y ese cuerpo tiene infinidad de miembros y es la misma VIDA la que los vivifica a todos, para que cada uno ejerza su función en beneficio del resto.
Ningún miembro puede considerarse ni más ni menos importante que los demás, porque todos se necesitan y todos se apoyan, y el momento en que falle uno repercute en todos.
Es el principio máximo de solidaridad por el que el ser humano se dignifica SIRVIENDO a los demás, que es la máxima expresión del amor y por el que se demuestra nuestra grandeza: el hombre es grande no por lo que tiene, sino por lo que sirve, por la capacidad de hacer que los demás se sientan bien por su causa.
Puede plantearse una pregunta: ¿Cómo saber si un don viene del Espíritu Santo o si se hace en nombre del mismo Espíritu? La respuesta se presenta inmediata: el Espíritu es siempre creador de UNIDAD, por lo tanto, todo don o acción que divide y distorsiona la vida de la comunidad, sin lugar a duda, no viene ni se realiza con la fuerza del Espíritu, sino con otra fuerza, con otro “espíritu”.
Para poder ver la autenticidad de ese don, es cuestión de observar los efectos que produce de crecimiento del resto del cuerpo o si, por el contrario, entorpece su crecimiento

Secuencia

Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre
si tu le faltas por dentro;
mira el poder del pecado
cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones
según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.
Amén.



Aleluya
Si no se canta, puede omitirse

Aleluya, aleluya.
Ven, Espíritu Santo,
llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos la llama de tu amor.
Aleluya.

EVANGELIO
Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Recibid el Espíritu Santo

Lectura del santo Evangelio según San Juan 20, 19‑23.

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas, por miedo a los judíos. En esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
—Paz a vosotros.
Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
—Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.
Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
—Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.


REFLEXIÓN
S. Juan describe el momento supremo de Jesús de otra forma distinta a como lo hace S. Lucas: En todo el evangelio ha venido destacando en muchos momentos la “Hora” de Jesús. Este es el momento, la “hora” a la que Jesús se refería y en el que hace entrega de su Espíritu, de la misma manera que el Padre se lo ha dado a Él, ahora entrega la misión a sus discípulos para que construyan la PAZ que Él ha traído y que ha comenzado, ahora ellos deberán entregar al mundo.
Esta es la “hora” de la PAZ, el momento en que empieza definitivamente una nueva era de la historia de la humanidad en la que Dios se queda con el hombre y asume la misma historia de los hombres; desde este momento la historia se convierte en lugar de encuentro con el Dios Vivo.
El Espíritu que entrega Jesús es un Espíritu de PAZ de Perdón de Reconciliación: “a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.”
El Espíritu que distinguirá a la iglesia ha de ser siempre éste y no es posible confundirlo con un espíritu que aliente la guerra, el odio, la división, la exclusión, el miedo, la insolidaridad, el terror, o la angustia.
Si antes hablábamos de formas de distinguir el verdadero Espíritu, es cuestión de mirar los efectos que produce y cualquier espíritu que en la persona no produzca estos efectos, no es el Espíritu del Señor resucitado que nos llena de alegría y de liberación, sino otro espíritu que destruye y envenena o confunde, rompiendo la PAZ y la UNIDAD.

jueves, 1 de mayo de 2008

ASCENSIÓN DEL SEÑOR - Dom. VII Pascua -A-

PRIMERA LECTURA
Se elevó a la vista de ellos

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 1, 1‑11

En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo, y: enseñando hasta el día, en que dio instrucciones a los apóstoles, que había escogido movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo. Se les presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo y, apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del reino de Dios.
Una vez que comían juntos les recomendó:
—No os alejéis de Jerusalén; aguardad que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo os he hablado. Juan bautizó con agua, dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo.
Ellos lo rodearon preguntándole:
—Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar la soberanía de Israel?
Jesús contestó:
—No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los confines del mundo.
Dicho esto, lo vieron levantarse hasta que una nube se lo quitó de la vista. Mientras miraban fijos al cielo, viéndole irse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron:
—Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo, volverá como le habéis visto marcharse.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 46, 2‑3. 6‑7. 8‑9

V/. Dios asciende entre aclamaciones, el Señor, al son de trompetas. (o, Aleluya).

R/. Dios asciende entre aclamaciones, el Señor, al son de trompetas.

V/. Pueblos todos batid palmas, aclamad a Dios con gritos de júbilo; porque el Señor es sublime y terrible, emperador de toda la tierra.

R/. Dios asciende entre aclamaciones, el Señor, al son de trompetas.

V/. Dios asciende entre aclamaciones, el Señor, al son de trompetas; tocad para Dios, tocad, tocad para nuestro Rey, tocad.

R/. Dios asciende entre aclamaciones, el Señor, al son de trompetas.

V/. Porque Dios es el rey del mundo; tocad con maestría. Dios reina sobre las naciones, Dios se sienta en su trono sagrado.

R/. Dios asciende entre aclamaciones, el Señor, al son de trompetas.

REFLEXIÓN
Cuando Jesús salió de su tierra, de Galilea y se fue al Jordán donde se bautizó y decidió dar un cambio a su vida, se fue al desierto durante 40 días (una cuaresma, un tiempo de preparación para un acontecimiento: entregarse a la causa del reino), después reunió a los discípulos y con ellos comenzó a vivir esa nueva dimensión del reino que predicaba.
Cuando muere y resucita se da una nueva situación: los discípulos se han decepcionado y hay que recomenzar recuperando la confianza perdida y Jesús pasa 40 días, otra cuaresma, preparando la nueva etapa que va a comenzar con la venida del Espíritu Santo: algo completamente nuevo en donde los discípulos van a experimentar una presencia nueva de Jesús en medio de ellos, presencia que va a hacer que cambien completamente sus vidas, cosa que no había podido ser durante el tiempo que Jesús estuvo con ellos.
Será el Espíritu quien les de fuerza para transformarse, para ser hombres nuevos y para ser capaces de dar el testimonio de Jesucristo hasta los confines del mundo “Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los confines del mundo.” Sin el Espíritu Santo será imposible seguir los pasos a Jesús, por eso decía constantemente que era necesario que viniera el Espíritu, solo con Él iban a entender todo y a ser capaces de todo.
La pregunta que hoy sigue en pie es siempre la misma: ¿Qué ocurre hoy que el Espíritu parece que está callado y ausente? La respuesta pienso que es evidente: el hombre actual se cree que lo sabe todo, que lo puede todo, y no necesita de nadie; mientras no acepte que es un pobre ciego ignorante, no logrará captar la grandeza de la vida y del hombre y del universo para poder valorarlo y amarlo, tampoco el Espíritu del Señor puede actuar allí donde el hombre no lo deja.


SEGUNDA LECTURA
Lo sentó a su derecha en el cielo

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Efesios 1, 17‑23

Hermanos:
Que el Dios del Señor nuestro Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro.
Y todo lo puso bajo sus pies y lo dio a la Iglesia, como Cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo, en todos.
Palabra de Dios




REFLEXIÓN
No se puede desear un regalo más grande para la persona que el que S. Pablo pide para los efesios: que Dios Padre “os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da”. Es la bendición que pide para la comunidad
Efectivamente, el regalo más grande que Dios les puede hacer es que puedan tener una visión clara de la verdad y un espíritu fuerte para seguirla; al contrario, no puede haber desgracia mayor en la vida que ser un ignorante y encima creer que se lo sabe todo y que está en posesión de la verdad. El hombre que llega a esta situación es un cadáver andando y lo que deja a su paso es la muerte, pues al creerse que lo sabe todo, que está en posesión de la verdad, desprecia a los otros, los manipula, los somete y les quita la libertad convirtiéndose en un déspota y en un elemento peligroso. Esto dio lugar a que los judíos cayeran en el error que cayeron y mataron al autor de la vida, o que Hitler llegara a cometer los atropellos que cometió, o a este tipo que nos ha traído la prensa estos días con el secuestro de su hija durante 24 años y los disparates que ha cometido… y este es el gran error que hoy se está cometiendo en la humanidad al poner como única meta del hombre el dinero y por él se está condenando el planeta a su destrucción o poner la muerte como un derecho que se justifica con una ley. No se puede llegar a un grado de estupidez mayor. Pero hasta nos sentimos orgullosos de haberlo logrado.



Aleluya Mt 28, 19 y 20
Si no se canta, puede omitirse

Aleluya, aleluya.
Id y haced discípulos de todos los pueblos, dice el Señor.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.
Aleluya.

EVANGELIO
Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra

Final del santo Evangelio según San Mateo 28, 16‑20
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
Al verlo ellos se postraron, pero algunos vacilaban.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
—Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra.
Id y haced discípulos de todos los pueblos bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.

REFLEXIÓN
S. Mateo narra la conclusión de la misión de Jesús y el comienzo de la de los apóstoles. Hasta ahora han estado a su lado, le han ido viendo y contemplando todo lo que ha hecho, desde ahora en adelante son ellos los que tendrán que realizar todo lo que han visto y oído, comenzando de nuevo por Galilea hasta los confines del mundo enseñando a guardar todo lo que Él les ha mandado.
Pero Jesús se queda con ellos: de ahora en adelante será su Espíritu el que les impulsará, les animará, los fortalecerá, los iluminará para que hagan lo que Él ha hecho.
La obra que Jesús inició será ahora la iglesia la que la continúe con la fuerza de su Espíritu. La iglesia será la imagen nueva y visible de la presencia de Cristo resucitado en la tierra.
Será la iglesia la que hará presente en el mundo los gestos, las actitudes, el mensaje que Cristo comenzó. Quien vea la iglesia debe ver o percibir la presencia de Cristo resucitado, quien se acerque a la iglesia debe notar que la fuerza salvadora y liberadora de Jesucristo le ha tocado.
La promesa de Cristo es real: “yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” El sigue caminando en su iglesia y es fácilmente constatable en aquellos lugares, momentos y situaciones en donde la iglesia responde a su originalidad y se presenta con su rostro limpio y no acepta asumir aquello que no es suyo.
El problema se da cuando la iglesia en su camino va cogiendo cosas que no son suyas y se las pone, cuando quiere acordar aparece como un fantasma que se parece a otra cosa y no a Jesucristo.
Hay una pregunta que siempre me hago y me cuesta dar la respuesta: ¿Por qué a la iglesia se la identifica con el poder, con la prepotencia, con el dinero… y no con los pobres, los abandonados, los marginados…? A Cristo se le persiguió por estar vinculado a este sector de la humanidad y por su compromiso con él. También a la iglesia se la persigue en muchas partes del mundo por lo mismo y eso es lo que le da su verdadero ros
tro.

jueves, 24 de abril de 2008

-VI- DOMINGO DE PASCUA -A-


PRIMERA LECTURA

Les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 8, 5‑8. 14‑17
En aquellos días, Felipe bajó a la ciudad de Samaría y predicaba allí a Cristo. El gentío escuchaba con aprobación lo que decía Felipe, porque habían oído hablar de los signos que hacía y los estaban viendo: de muchos poseídos salían los espíritus inmundos lanzando gritos, y muchos paralíticos y lisiados se curaban. La ciudad se llenó de alegría.
Cuando los apóstoles, que estaban en Jerusalén, se enteraron de que Samaría había recibido la palabra de Dios, enviaron a Pedro y a Juan; ellos bajaron hasta allí y oraron por los fieles, para que recibieran el Espíritu Santo; aún no había bajado sobre ninguno, estaban solo bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN.

“LA ALEGRÍA, FRUTO DE LA POSESIÓN DEL ESPÍRITU”

El domingo pasado leíamos en el pasaje de los Hechos de los Apóstoles que nos traía la liturgia, que al presentarse una necesidad, la comunidad se reunió y eligieron siete diáconos para que realizaran el servicio de las mesas y pudieran los apóstoles dedicarse a lo suyo; uno de aquellos siete diáconos era Felipe a quien vemos hoy que ha sufrido las consecuencias de la persecución y ha tenido que marcharse a Samaría, tierra despreciada por los judíos, cosa que estaba en el programa de Jesús, pues les dijo que debían ir a Samaría para llevar el evangelio y hasta el último confín de la tierra.
Con la persecución comienza a cumplirse el encargo de Jesús y es Felipe, uno de estos diáconos, el que llega en la huida a Samaría y se encuentra con este pueblo despreciado por los judíos, pero ávido de la Palabra de Dios. Felipe empieza a dar testimonio y “la gente lo escuchaba con aprobación”. El texto termina diciendo que “la ciudad se llenó de alegría” y su gente aceptó a Jesucristo y su mensaje bautizándose. Pasaron a ser seguidores de Jesús, abrieron su corazón a su mensaje.
Al enterarse los apóstoles, que estaban en Jerusalén, enviaron a Pedro y a Juan para que les impusieran el Espíritu Santo, los confirmaran en la fe, ellos eran los garantes de esa fe que había dado Felipe, con lo que los samaritanos quedaban engarzados en la misma fe, en la misma familia, la iglesia, por el mismo Espíritu a través de los apóstoles.
Es la misma dinámica que ha seguido siempre la iglesia hasta nuestros días: las comunidades se extendieron por todo el mundo, pero la fe sigue siendo la misma y la unidad es perfecta, porque es el mismo Espíritu el que la sustenta.
El problema surge el momento en que la “voz del pastor” no se conoce, o el pastor no entra por “la puerta”, es decir: no es el Espíritu de Jesús el que mueve la iglesia, sino otros intereses de poder, de política, de prestigio, económicos o de trastorno de valores (asfixia de carismas por el excesivo protagonismo de los ministros o entender el ministerio como opción de poder y no de servicio) cuando esto ocurre, la división entra en el redil, las ovejas se desconciertan y los pastores ya no se rigen por lo que manda Jesús, cada uno se convierte en “Sumo Pastor” y nadie puede entrar o salir tranquilo porque no sabe a lo que se expone.
Lógicamente esta situación no da lugar a la alegría que caracteriza siempre a la recepción del mensaje y a la posesión del Espíritu. ¡Hace tanto tiempo que se perdió esta alegría en la iglesia!
Se necesita una fuerte revisión para poder recuperar algo que es nuestro y que probablemente esté obstaculizado por habernos apoderado de lo que no nos pertenece y habernos instalado en una situación que no es sostenible entre nosotros.

Salmo responsorial Sal 65, 1‑3a. 4‑5. 6‑7a. 16 y 20
V/. Aclamad al Señor, tierra entera. (o, Aleluya ).

R/. Aclamad al Señor, tierra entera.

V/. Aclamad al Señor, tierra entera;
tocad en honor de su nombre, cantad himnos a su gloria.
Decid a Dios: «Qué temibles son tus obras.»

R/. Aclamad al Señor, tierra entera.

V/. Que se postre ante ti la tierra entera, que toquen en tu honor,
que toquen para tu nombre.
Venid a ver las obras de Dios,
sus temibles proezas en favor de los hombres.

R/. Aclamad al Señor, tierra entera.

V/. Transformó el mar en tierra firme, a pie atravesaron el río.
Alegrémonos con Dios,
que con su poder gobierna eternamente.

R/. Aclamad al Señor, tierra entera.

V/. Fieles de Dios, venid a escuchar;
os contaré lo que ha hecho conmigo.
Bendito sea Dios que no rechazó mi súplica.

R/. Aclamad al Señor, tierra entera.

SEGUNDA LECTURA

Murió en la carne, pero volvió a la vida por el Espíritu

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pedro 3, 15‑18

Hermanos:
Glorificad en vuestros corazones a Cristo Señor y estad siempre prontos para dar razón de vuestra esperanza a todo el que os la pidiere; pero con mansedumbre y respeto y en buena conciencia, para que en aquello mismo en que sois calumniados queden confundidos los que denigran vuestra buena conducta en Cristo; que mejor es padecer haciendo el bien, si tal es la voluntad de Dios, que padecer haciendo el mal.
Porque también Cristo murió una vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios. Murió en la carne, pero volvió a la vida por el Espíritu.
Palabra de Dios


REFLEXIÓN

“LIBERTAD vs. ESCLAVITUD”

Dice el principio filosófico: “Nadie da lo que no tiene”, eso es verdad. Pero también puede ocurrir –y en el momento en que vivimos se está convirtiendo en algo normal- el que revistamos de una apariencia las cosas y cuando nos acercamos a ellas nos llevamos el gran fracaso, ya que no se trata de SER sino de aparentar y así nos encontramos que hay quienes dan una apariencia concreta para aquello que se necesita en un momento y otra según convenga en otro, más aún en un sistema en el que la vida del individuo está seccionada y dividida en compartimentos estancos de tal forma que, cada uno es independiente y nada tiene que ver con el otro.
La llamada de Pedro a la comunidad tiene hoy una complicación especial: se trata de tener lleno el corazón de Dios para poder darle gloria y al mismo tiempo saber dar razón de lo que siento, de lo que llevo dentro, de mi experiencia y de lo que creo, pero cuando todo está tan diluido, tan seccionado, de forma que no hay una integridad de la persona, entonces la cosa se hace difícil, pues en una cosa podemos ser calumniados y en otra alabados y como ninguna sección tiene que ver con la otra, la postura se complica.
De todas formas, aunque esa sea la propuesta que el mundo presenta frente a la propuesta de integridad que da Cristo, no queda más remedio que apostar y definirse, pues no podemos estar “sirviendo a dos señores” aunque el servir a uno nos acarree el ser sacados de la cancha y no permitírsenos tocar la pelota para hacer nuestra jugada.
Entonces qué… ¿Estamos llamados a recluirnos, a callarnos, a dar por perdida la batalla? ¡De ninguna manera! Los cristianos primeros tuvieron la misma situación y la respuesta que dieron no fue dar por perdida la batalla, sino emprender ellos una nueva, plantear una propuesta frente a la del sistema y dar una razón clara de ella apoyada no solo con sus principios y convicciones, sino con su vida que se convertía en la razón más clara y convincente: la LIBERTAD frente a la ESCLAVITUD.
Se trata de plantear la batalla de la Libertad contra la Esclavitud y aquí no caben medias tintas: no se puede seguir llamando “diplomacia” a la mentira y aguantarse con que la camuflen con otras palabras vg. Al asesinato de un niño se le llama interrupción del embarazo.
Tampoco se puede tolerar y llegar a convencernos que es así la vida y entramos en el juego cambiándole el nombre a la “explotación” por el de negocio o llamarle “tolerancia” a la irresponsabilidad… y nos quedamos tranquilos viendo cómo se impone el disparate por encima de la verdad.
Un cristiano tiene que ser valiente y dar razón de su fe: no puede llamar “AMOR”, que es el principio de su identificación, a dar rienda suelta a la sensualidad que se ha convertido en un verdadero negocio.
Un cristiano tiene que imponerse y demostrar que ser libre no es hacer lo que le viene en gana y, menos aún, llamar sinceridad a la falta de respeto.
La propuesta es clara: mientras el mundo nos propone el vivir desde el TENER el APARENTAR y el PODER, y esto le permite hacer todos esos cambios no solo en el lenguaje, sino en la práctica de la realidad, el cristiano se “planta” a vivir desde el AMOR y desde el SER: su gloria y su orgullo no está en tener ni en aparentar mucho poder para imponerse sobre los demás, sino en SER hermano y solidario con los demás, compartiendo y siendo honrado, caminando de cara a la verdad.
Esta actitud de vida va dando una espontaneidad en la que el hombre se siente libre, y la verdad en la que vive, le da un estilo inconfundible de vida que lo enfrenta inmediatamente a la mentira y a la corrupción, a la que da lugar el sistema de la “esclavitud”.



Aleluya Jn 14, 23
Si no se canta, puede omitirse

Aleluya, aleluya.
Si alguno me ama guardará mi palabra
—Dice el Señor—, y mi Padre lo amará y vendremos a él.
Aleluya.


EVANGELIO

Yo le pediré al Padre que os dé otro Defensor

U Lectura del santo Evangelio según San Juan 14, 15‑21

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Yo le pediré al Padre que os dé otro Defensor que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis porque vive con vosotros y está con vosotros.
No os dejaré desamparados, volveré. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis, y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy con mi Padre, vosotros conmigo y yo con vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama; al que me ama, lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él.




REFLEXIÓN

NECISITAMOS EL ESPÍRITU”

Los apóstoles habían vivido una experiencia extraordinaria al lado de Jesús y esto los mantuvo y les siguió dando coraje para continuar caminando. Esta experiencia la fueron transmitiendo y mucha gente quiso vivirla y lo intentó viviendo momentos con mayor o menor fervor. Es lo que ocurre siempre, y cada uno empieza a darle forma a esa experiencia y a querer hacerla “absoluta”: como lo mejor, como lo más grande, lo único… y viene el proselitismo y la exclusión del que no entra por donde yo. Esto ocurre cuando nos olvidamos de Jesús y empezamos a interpretarlo más que a vivirlo.
También suele ocurrirnos una cosa: queremos hacer tan perfecta una cosa que cuando no nos sale como pensamos nos venimos abajo y llegamos al desaliento al ver que no alcanzamos el ideal que queremos; de la misma manera Jesús ha desaparecido del horizonte y nos hemos instalado queriendo hacer absoluta una experiencia, mientras que la experiencia del afecto, del cariño, del respeto y del amor no tiene normas ni complica las cosas, sencillamente vive y basta.
Para el cristiano no hay más maestro que Jesús, pero Él desapareció de nuestra vista, no es posible imitarlo, no queda más remedio que seguir sus pasos y en ese seguimiento nos vienen todas esas tentaciones o dificultades que en ciertos momentos hasta nos pueden desviar del sendero. Necesitamos, como necesidad vital, el que alguien nos vaya recordando que Cristo está vivo, que Él camina a nuestro lado, que tenemos que seguir mirándolo a Él y no a otra cosa o a otra idea que a mi se me antoja. Por eso tenía tanto interés en que se dieran cuenta que necesitaban un “Defensor” para que los cuidara y un “Consolador” para que no se vinieran abajo cuando las cosas no salieran como ellos pensaban.
El Espíritu de Jesús resucitado posibilita que nos mantengamos con el corazón y la mente abiertos para no estancarnos en nada, para no absolutizar en la tierra nada que nos pueda hacer excluyentes, intolerantes e incapaces de escuchar y descubrir por donde puede haber un rayo de luz de la verdad. Esto es imposible si es que no nos guía y nos sostiene su Espíritu.

jueves, 17 de abril de 2008

-V- DOMINGO DE PASCUA -A-

PRIMERA LECTURA
Escogieron a siete hombres llenos de Espíritu Santo

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 6, 1‑7

En aquellos días, al crecer el número de los discípulos, los de lengua griega se quejaron contra los de lengua hebrea, diciendo que en el suministro diario no atendían a sus viudas. Los apóstoles convocaron al grupo de los discípulos y les dijeron:
No nos parece bien descuidar la Palabra de Dios para ocuparnos de la administración. Por tanto, hermanos, escoged a siete de vosotros, hombres de buena fama, llenos de espíritu de sabiduría, y los encargaremos de esta tarea; nosotros nos dedicaremos a la oración y al servicio de la palabra.
La propuesta les pareció bien a todos y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y de Espíritu Santo, a Felipe, Prócoro, Nicanor, Simón, Parmenas y Nicolás, prosélito de Antioquía. Se los presentaron a los apóstoles y ellos les impusieron las manos orando.
La Palabra de Dios iba cundiendo y en Jerusalén crecía mucho el número de discípulos; incluso muchos sacerdotes aceptaban la fe.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

VOLVER A LA FUENTE”

La lección que nos deja hoy el texto de los Hechos de los Apóstoles es fantástica y de una actualidad enorme, no por su realización sino por su ausencia.
Los apóstoles, en un primer momento se convierten en el eje de las comunidades (de las ecclesias), son ellos los que han estado al lado del MAESTRO, los testigos directos, los mejores interpretes, todo el mundo desea oírlos, hablar con ellos, escuchar de sus labios el mensaje, pues son los que han estado directamente con Jesús. Es la misión principal que tienen: ser transmisores de la experiencia de vida con Jesús, pero a medida que va pasando el tiempo, van surgiendo nuevas necesidades que al ser muchas, van desplazando lo fundamental y cuando quieren acordar están en todo menos en lo que deben estar.
En cuanto existe la necesidad, automáticamente surge también el carisma que capacitará para el ministerio (servicio) que de respuesta a la necesidad. Así fue siempre y no tiene sentido que sea de otra manera.
Los apóstoles no se apoltronan en su autoridad y dejan paso a los carismas para que se puedan solucionar las necesidades de la comunidad y todos son atendidos. “escoged a siete de vosotros, hombres de buena fama, llenos de espíritu de sabiduría, y los encargaremos de esta tarea; nosotros nos dedicaremos a la oración y al servicio de la palabra”.
Pero las cosas las hemos cambiado: los carismas ya no responden a la necesidad, ni tampoco el ministerio mira a resolverla. La dinámica ya no es el servicio como expresión del amor que da respuesta a la necesidad de la comunidad.
Es que EL AMOR fue sustituido por la ley y, en consecuencia, la autoridad se convirtió en poder y el ministerio en servicio al poder. Al final, la comunidad, por desgracia, es la última de la fila que tiene que aguantar con lo que venga desde arriba sin que se la tome en cuenta para nada.
Ciertamente, esto se parece bien poco a lo que salió de las manos de Cristo y, en consecuencia es muy difícil que se repitan en estos nuevos esquemas aquello que pertenece a la base y origen de nuestra fe.



Salmo responsorial Sal 32, 1‑2. 4‑5. 18‑19

V/. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. (o, Aleluya).

R/. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como esperamos de ti.

V/. Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos; dad gracias al Señor con la cítara, tocad en su honor el arpa de diez cuerdas.

R/. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.

V/. La palabra del Señor es sincera y todas sus acciones son leales; él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra.

R/. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.

V/. Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre.

R/. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.

SEGUNDA LECTURA
Vosotros sois una raza elegida, un sacerdocio real

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pedro 2, 4‑9

Queridos hermanos:
Acercándoos al Señor, la piedra viva desechada por los hombres, pero escogida y preciosa ante Dios, también vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción del templo del Espíritu, formando un sacerdocio sagrado para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por Jesucristo.
Dice la Escritura:
«Yo coloco en Sión una piedra angular, escogida y preciosa; el que crea en ella no quedará defraudado.»
Para vosotros, los creyentes, es de gran precio, pero para los incrédulos es la piedra que desecharon los constructores: ésta se ha convertido en piedra angular, en piedra de tropezar y en roca de estrellarse.
Y ellos tropiezan al no creer en la palabra: ése es su destino.
Vosotros, en cambio, sois, una raza elegida, un sacerdocio real, una nación consagrada, un pueblo adquirido por Dios para proclamar las hazañas del que nos llamó a salir de las tinieblas y a entrar en su luz maravillosa.
Palabra de Dios

REFLEXIÓN

“LA ÚNICA Y VERDADERA DIGNIDAD DEL SER HUMANO”

El apóstol Pedro presenta a la comunidad lo que Dios ha hecho: de ser el hombre “algo” que ha perdido todo su valor, lo ha convertido en “alguien” a quien le ha dado la categoría de ser "Hijo" suyo con todas las atribuciones de un hijo. A la comunidad, además, la ha hecho partícipe de algo tan grande como es el poder formar parte del proyecto de Dios de salvación del mundo y cada cristiano bautizado pasa a formar parte de ese templo que mantendrá viva la presencia de la salvación del mundo. De ser “algo” sin importancia, Dios ha constituido al hombre en “alguien” que se levanta por encima de todo lo creado.
Por más que el ser humano quisiera, jamás podría alcanzar a valorar esta dignidad de la que ha sido investido, dignidad que se le ha regalado por Jesucristo. Sin embargo, el hombre sigue queriendo ser el arquitecto de su propia felicidad y sigue despreciando a Dios, quitándolo y hasta considerándolo como el obstáculo que le impide ser feliz.
Al final, siempre le ha pasado lo mismo, desde los mismos comienzos de la humanidad: cuando el hombre desprecia a Dios, que es el único referente de su proyecto de hombre, se destruye a sí mismo y solo volviendo a Él recupera de nuevo su imagen y su dignidad.
Pero también, desgraciadamente, siempre ocurre lo mismo y cada generación repite la misma historia y necesita venirse abajo, morder tierra, para darse cuenta que lejos de Él tiene todos los horizontes perdidos y termina en la muerte y en su propia destrucción. Es justamente lo que Pedro quiere hacerle ver a la comunidad: los hombres por naturaleza tienden a despreciar a Dios porque lo creen su barrera para ser “dioses” y no se dan cuenta hasta que se han perdido que la clave o la piedra angular que sostiene la grandeza del hombre es justamente Dios.
Cuando miramos el momento actual que vivimos en el que vimos que en Europa estorbaba hasta el nombre de Dios en la constitución, ahora lo estamos viendo que se está dando el mismo proceso en todos los países latinoamericanos… como si es que ese fuera el gran problema que impide el respeto entre las culturas, como si el que es el Padre de todos fuera el que está impidiendo que los hombres se respeten y se establezca la justicia y se reconozca la dignidad de sus hijos y se respete la cultura de cada uno… y nadie atropelle lo que es sagrado en cada persona.
Pero como ha ocurrido en cada ciclo de hundimiento de la humanidad, cuando a los hombres les estorba DIOS , es porque la persona ha perdido todo su valor para ellos y se entró en un ciclo de muerte que ya es irreversible. Dios se quita porque estorba para atropellar y destruir la humanidad, pues DIOS es el único que frena al hombre para el mal, pero jamás para el bien.



Aleluya Jn 14, 5

Si no se canta, puede omitirse
Aleluya, aleluya.
Yo soy el camino y la verdad y la vida
—dice el Señor.
Nadie va al Padre, sino por mí.
Aleluya.

EVANGELIO
Yo soy el camino y la verdad y la vida

U Lectura del santo Evangelio según San Juan 14, 1‑12

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
—No perdáis la calma, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias si no, os lo habría dicho, y me voy a prepararos sitio. Cuando vaya y os prepare sitio volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino.
Tomás le dice:
—Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo podemos saber el camino?
Jesús le responde:
—Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto.
Felipe le dice:
—Señor, muéstranos al Padre y nos basta.
Jesús le replica:
—Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: «Muéstranos al Padre?» ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, creed a las obras. Os lo aseguro: el que cree en mí, también el hará las obras que yo hago, y aun mayores. Porque yo me voy al Padre.




REFLEXIÓN

“SER CRISTIANO ES SEGUIR EL CAMINO”

El diálogo de Jesús con el grupo de los apóstoles en un momento en el que se encuentran desconcertados cobrará pleno sentido años después cuando la comunidad se encuentra en dificultades.
Los apóstoles han estado viviendo a su lado poco más de dos años y han podido experimentar algo que estaba fuera del ambiente que había establecido: a su lado habían podido vivir sintiéndose hermanos y amigos, apoyándose unos a otros, sosteniéndose unos en otros, atentos a la vida de los otros… amándose y rompiendo un montón de prejuicios que había montados.
Pero no solo esta experiencia de vida, sino habían aprendido a encontrarle sentido a todo lo que hacían, a diferenciar el bien del mal, a tener un criterio, a descubrir la verdad… es decir, habían aprendido a ser libres, a ser personas. Jesús los había hecho hombres libres. Esta experiencia era irrefutable; a partir de aquí nada era igual.
Jesús no les había enseñado un sistema religioso ni filosófico, como hacían los maestros; les había enseñado un modo nuevo de vivir en libertad.
Cuando muere Jesús y ellos tienen que seguir viviendo, siguen asustados y desconcertados, pero tienen muy claro que no es posible vivir como antes lo hacían y casi por inercia siguen reuniéndose, apoyándose, y viviendo bajo la influencia de Jesús.
Las dos o tres primeras generaciones de cristianos, no tienen conciencia de haber comenzado una religión ni un sistema de nada. Ellos viven de una manera determinada en un ambiente hostil, contrario, y beligerante a todo aquello que pueda suponer el desestabilizar lo establecido por el imperio: no se tolera el que un pobre se declare libre. Ellos se reúnen y a su reunión le llaman “iglesia” que era lo que significaba en griego la palabra (“reunión= ecclesia”)
Cuando ellos tienen que definirse en la vida se dan cuenta que no hay otra forma de vivir en libertad que la que ha dejado Jesús y es ahí donde se entiende aquello que les decía: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”, es la única y gran verdad, todo lo demás que aparece en la vida son atajos que no llevan a ningún sitio, son mentiras o verdades a medias que no aclaran nada.
Frente a esto no queda más alternativa que: organizo mi vida en la onda de Jesús y cuentan los demás en mi vida haciéndome solidario, compartiendo alegrías y tristezas, sintiéndome hermano de los hombres y no enemigo, luchando por hacer un mundo más humano en el que quepamos todos y tengamos lo suficiente para vivir, teniendo una actitud abierta y acogedora o me olvido de Dios Padre y me convierto en un individuo excluyente e intolerante que no acepto sino aquellos que son de los míos y entro en la onda del “bienestar y la competición en el tener” buscando mis intereses por encima de la vida de los demás y convierto la existencia en un anticipo del infierno condenado al fatalismo.
Dando un salto de dos mil años hacia delante vemos cuánto han cambiado las cosas: ya no es una experiencia vital la que nos reúne, sino un mandato, ya no es la necesidad vital la que nos empuja a encontrarnos para celebrar, sino una religión que establece unas normas y en la que nos podemos sentir extraños los unos a los otros, pero podemos ser religiosos y hasta se nos permite sentirnos buenos.

viernes, 11 de abril de 2008

IV DOMINGO DE PASCUA -A-

PRIMERA LECTURA
Dios lo ha constituido Señor y Mesías

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 2, 14a. 36‑41

El día de Pentecostés se presentó Pedro con los once, levantó la voz y dirigió la palabra:
—Todo Israel esté cierto de que al mismo Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías.
Estas palabras les traspasaron el corazón, y preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles:
— ¿Qué tenemos que hacer, hermanos?
Pedro les contestó:
—Convertíos y bautizaos todos en nombre de Jesucristo para que se os perdonen los pecados, y recibiréis el Espíritu Santo. Porque la promesa vale para vosotros y para vuestros hijos y, además, para todos los que llame el Señor Dios nuestro, aunque estén lejos.
Con éstas y otras muchas razones les urgía y los exhortaba diciendo:
—Escapad de esta generación perversa.
Los que aceptaron sus palabras se bautizaron, y aquel día se les agregaron unos tres mil.
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN

“OFERTA GRATIS DE LA FELICIDAD”

Pedro se da cuenta del error tan grave que el pueblo ha cometido y en el que está instalado, hasta el punto de considerar la verdad como una blasfemia y en cambio, acepta el error y la muerte como una posibilidad de salvación.
Lo que ha acontecido con Jesús es la prueba más fuerte de la equivocación en la que están y lo que Dios ha hecho con Jesús es la prueba más evidente de la condenación que merecen. Es una generación perversa, que ha pervertido todos los valores, hasta el punto de no reconocer la verdad Pero cualquier instante de la vida es un momento bueno para reconocer y rectificar volviendo a la luz y a la verdad, pues Cristo no ha venido a condenar, sino a recuperar lo que estaba perdido y a salvar.
De todas formas, esto no es una imposición que se establece contra la voluntad de alguien, sino una oferta de salvación que Dios hace, la acogida es completamente libre por parte de cada uno.
Dando un salto hacia adelante y aterrizando en 2008 podríamos actualizar el discurso de Pedro y las denuncias que hace por la realidad que está viviendo: Cristo ha venido a establecer la verdad, la paz, el respeto a la persona, la acogida a los débiles, la dignidad de la persona por encima de cualquier otro valor o interés personal, la libertad basada en la verdad como marco de referencia desde el que se pueden establecer unas relaciones de amistad y fraternidad entre los hombres... y las autoridades, junto con el pueblo, han preferido a un asesino, en lugar de Cristo que ha pasado haciendo el bien; al Cesar que les saca el jugo de sus vidas, la sumisión y la esclavitud antes que la libertad.
Cuando miramos esto, da la sensación que no hubieran pasado dos mil años, pues vuelven a repetirse los mismos esquemas y se siguen teniendo las mismas posturas y se sigue dando la misma perversión de valores hasta el punto de preferir la muerte a la vida.
No obstante, de la misma manera que en el tiempo de Jesús, la oferta está en pie, la acogida es cosa de cada uno.

Salmo responsorial Sal 22, 1‑3a. 3b‑4. 5. 6

V/. El Señor es mi pastor, nada me falta. (o, Aleluya).

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.

V/. El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar, me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.

V/. Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.

V/. Preparas una mesa ante mí enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.

V/. Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.

SEGUNDA LECTURA
Habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras vidas

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pedro 2, 20b‑25

Queridos hermanos:
Si obrando el bien soportáis el sufrimiento, hacéis una cosa hermosa ante Dios, pues para esto habéis sido llamados, ya que también Cristo padeció su pasión por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas.
El no cometió pecado ni encontraron engaño en su boca; cuando lo insultaban, no devolvía el insulto; en su pasión no profería amenazas; al contrario, se ponía en manos del que juzga justamente.
Cargado con nuestros pecados subió al leño, para que, muertos al pecado, vivamos para la justicia. Sus heridas os han curado.
Andabais descarriados como ovejas, pero ahora habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras vidas.
Palabra de Dios

REFLEXIÓN

"CON LA CABEZA BIEN ALTA"

Sufrir un castigo por haber cometido un daño es comprensible y normal, puesto que eso es para lo que hemos hecho méritos. Eso se trata de un tema de pura justicia retributiva: "El que la hace, la paga".
Pero se trata de cambiar las cosas, de tener una mentalidad distinta: tú haces un bien y merecías un premio pero en cambio recibes el castigo, y entonces, rompiendo la lógica, en lugar de revolverte contra el que te lo impone lo asumes como la prueba evidente de la fuerza que tienes frente a su sin razón, que queriéndote doblar por la fuerza no consigue quitarte la dignidad, con lo que es en la adversidad donde con más fuerza brilla la libertad y la fuerza del hombre de Dios que a semejanza de Cristo, ni la misma muerte en cruz, que injustamente le impusieron, lograron que Él diera marcha atrás o que se defendiera, con lo que la misma muerte que le dieron se convirtió en la peor de las denuncias que se ha podido hacer a un pueblo y que ha quedado evidenciada a través de todos los siglos como signo de la derrota del que apuesta por el mal y la sin razón.
Pedro coge el ejemplo de Cristo, no como el modelo de aguante, sino como el signo de la victoria que va más allá de la muerte, es la victoria de la verdad y de la justicia que ni la muerte la pueden destruir y es en esa victoria en la que Cristo nos ha vinculado y nos ha dado la libertad suprema.
Por eso sigue manteniendo la misma propuesta: hemos de tomarnos en serio lo que somos y lo que confesamos, hemos de levantar la cabeza y proclamar con orgullo que somos libres, que ni la muerte nos detiene.
Sin embargo, cuando miramos a la realidad que vivimos, observamos con tristeza cómo se ha borrado esta actitud del rostro de la cistiandad y lo que ha quedado es otra cosa: una imagen de derrota, de inutilidad, de beatos, de reaccionarios… algo de lo que nos da vergüenza declarar y confesar públicamente. Y cuando nos acercamos a la práctica, podemos observar que, con frecuencia hay cristianos que no solo no se distinguen de los que no tienen fe, sino que son bastante peores, convirtiéndose en verdadero escándalo para la humanidad.


Aleluya Jn 10, 14

Si no se canta, puede omitirse


Aleluya, aleluya.
Yo soy el buen Pastor dice el Señor,
conozco a mis ovejas
y las mías me conocen.
Aleluya.

EVANGELIO
Yo soy la puerta de las ovejas

Lectura del santo Evangelio según San Juan 10, 1‑10

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:
—Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz: a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús: Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon.
Yo soy la puerta: quien entre por mí sé salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos.
El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante.
Palabra del Señor


REFLEXIÓN

“ANDAR A DOS AGUAS”
El mensaje de Jesús fue claro y tajante, no admite ambigüedades, su radicalidad echó siempre a mucha gente para atrás: “O conmigo o en contra mía”, “El que no siembra conmigo desparrama”, “El que pone las manos en el arado y echa la vista atrás no sirve para el reino”, “El que ama a su padre… mas que a mi no es digno del reino...” etc. Y cuando los mismos apóstoles le dijeron que tenía un lenguaje fuerte, que costaba asumirlo, no dulcificó las cosas y les dijo: “¿También vosotros queréis dejarme? Es que no había vuelta de hoja, las cosas son como son y la verdad no se puede disfrazar.
Sus ovejas son de Él y lo siguen a Él y no a otro pastor; sus ovejas reconocen su voz y no la confunden con la de otro pastor. Sus ovejas no funcionan a dos caras, ni se sienten de dos dueños dependiendo de las conveniencias.
De la misma manera los pastores que quieren pastorear con Él, siguen sus mandatos y sus directrices, van caminando bajo su guía y llevan sus ovejas a dónde Él establece que vayan y no a otro sitio.
Sin embargo, la tentación está acechando constantemente a todos: a pastores y a ovejas: a los pastores porque con frecuencia no son servidores que aman a las ovejas, que hacen del servicio su vida y disfrutan y son felices realizando esa misión, sino que por el contrario, son asalariados que se sirven de las ovejas para sus intereses y, -como decía el profeta Isaías – “se engordan a costillas de las ovejas” Estos pastores, como no les interesa la vida de las ovejas hacen estragos en el redil (estos pastores pueden ser: padres, sacerdotes, políticos, maestros, gobernantes, líderes sindicales o de cualquier otra función) Cuando un pastor llega y no piensa en las ovejas, sino en sus intereses, en su situación, se convierte en el peor de los lobos, es más, en momentos concretos es capaz, incluso de pactar con el lobo para comerse las ovejas a medias. Esto lo estamos viendo con una frecuencia lamentablemente grande.
Pero también está la otra parte: las ovejas, que en lugar de tener una postura coherente prefieren coger el camino de en medio y andan a dos aguas: cuando conviene van de una manera y cuando no, van de otra; en un momento parece que oyen la voz de Jesús y, a la vuelta de la esquina, resulta que se van con otro pastor que les ha ofrecido otro pasto. O lo que es más común: estar confesándose de un pastor y en la realidad estar “haciéndole el agosto al otro” Esta postura es mucho más peligrosa todavía. Si queremos un ejemplo concreto queda perfectamente retratado en Judas: mientras está comulgando en la mesa del Maestro, está pactando con los enemigos para entregarlo.

jueves, 3 de abril de 2008

DOMINGO TERCERO DE PASCUA -A-


PRIMERA LECTURA
No era posible que la muerte lo retuviera bajo su dominio

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 2, 14. 22‑28

El día de Pentecostés, se presentó Pedro con los once, levantó la voz y dirigió la palabra:
Escuchadme, israelitas: Os hablo de Jesús Nazareno, el hombre que Dios acreditó ante vosotros realizando por su medio los milagros, signos y prodigios que conocéis. Conforme al plan previsto y sancionado por Dios, os lo entregaron, y vosotros, por mano de paganos, lo matasteis en una cruz. Pero Dios lo resucitó rompiendo las ataduras de la muerte; no era posible que la muerte lo retuviera bajo su dominio, pues David dice:
Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré.
Por eso se me alegra el corazón, exulta mi lengua y mi carne descansa esperanzada.
Porque no me entregarás a la muerte ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
Me has enseñado el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia.

Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
A parte de toda la estructura del discurso de Pedro y de su composición literaria, hay algo que resalta a primera vista: Pedro, con los demás compañeros ha vivido una experiencia que le ha dejado marcado: al lado de Jesús él ha visto cómo ha pasado haciendo el bien, curando a los enfermos, acogiendo a todo el mundo, apoyando a los caídos… ha visto y ha estado al lado de Jesús cuando se las ha jugado por la gente que estaba acorralada y ha salido al frente de los que no podían defenderse. Todas esas cosas están fuera de cualquier contemplación o interpretación política y ellos, como respuesta, le han dado la cru; ni siquiera han sido capaces de enfrentarse cara a cara y lo han puesto en manos de paganos, pues no han sido capaces de enfrentarse a la verdad y han actuado no solo de forma criminal, sino como auténticos cobardes.
Esta experiencia vivida a dos niveles: el que ha experimentado con Jesús y el que ha visto en la gente, del que él mismo ha participado negándolo. Esto le ha golpeado tan fuerte que es lo primero que suelta; no se mete en contemplaciones teológicas ni filosóficas, ve como en un cara-cruz la actuación de Cristo y la del pueblo, que también ha sido la suya, lógicamente Dios se ha puesto del lado de Jesús, no podía ser menos, ellos merecen el desprecio de Dios y de los hombres.
Ante esta realidad que grita, no caben excusas ni justificaciones ni pretextos de ningún tipo, lo valiente, lo honrado, lo correcto es reconocer la verdad, que nos hemos equivocado y alegrarnos de que la verdad se imponga por encima de nuestras equivocaciones e intereses.
Pedro no se lanza a hacer demostraciones de ningún tipo, sino a exponer realidades patentes, eso que todos han estado viendo y experimentando y, a pesar de todo, fueron capaces de negarlo y optar por la muerte.
Quizás el grave problema que tenemos la iglesia y los cristianos en general, es la gran preocupación por demostrar la teoría que nos identifica, mientras que Jesús no dejó ningún sistema de ideas ni principios, sino la vida vivida en la entrega del amor y eso no tiene teorías de ningún tipo. Y es por eso que mientras buscamos argumentos y justificaciones, seguimos matando, atropellando y desconociendo a Jesús.

Salmo responsorial Sal 15, 1‑2a y 5. 7‑8. 9‑10. 11

V/. Señor, me enseñarás el sendero de la vida.
(o, Aleluya).

R/. Señor, me enseñarás el sendero de la vida.

V/. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa, mi suerte está en tu mano.

R/. Señor, me enseñarás el sendero de la vida.

V/. Bendeciré al Señor que me aconseja; hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré.

R/. Señor, me enseñarás el sendero de la vida.

V/. Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena:
porque no me entregarás a la muerte
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.

R/. Señor, me enseñarás el sendero de la vida.

V/. Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.

R/. Señor, me enseñarás el sendero de la vida.

SEGUNDA LECTURA
Habéis sido redimidos con la sangre de Cristo, el cordero sin defecto

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pedro 1, 17‑21

Queridos hermanos:
Si llamáis Padre al que juzga a cada uno, según sus obras, sin parcialidad, tomad en serio vuestro proceder en esta vida.
Ya sabéis con qué os rescataron de ese proceder inútil recibido de vuestros padres: no con bienes efímeros, con oro o plata, sino a precio de la sangre de Cristo, el cordero sin defecto ni mancha, previsto antes de la creación del mundo y manifestado al final de los tiempos por nuestro bien.
Por Cristo vosotros creéis en Dios, que lo resucitó y le dio gloria, y así habéis puesto en Dios vuestra fe y vuestra esperanza.

Palabra de Dios

REFLEXIÓN
S. Pedro comienza su carta de exhortación a los cristianos recordando algo que debe estar en la mente de todos como punto de partida: estábamos bajo el dominio del rey de las tinieblas, éramos su patrimonio, le pertenecíamos.
Dios Padre ha querido rescatarnos y arrancarnos de su dominio, ha tenido que pagar un precio y mediante ese pago hemos pasado a ser propiedad suya, dominio suyo, y no pertenecemos al rey de las tiniebla sino a Dios Padre.
El precio que ha tenido que pagar por nosotros ha sido la sangre de su Hijo Jesucristo. Con su muerte ha rescatado al hombre y al mundo del dominio del mal. No puede entenderse que vivamos como si estuviéramos bajo el poder de enemigo, sometidos al mal y a la violencia.
No obstante la experiencia nos muestra que el ser humano prefiere vivir en la oscuridad de la muerte antes que en la paz de la luz y de la vida: los hombres prefieren un sistema de explotación en el que uno aplaste y atropelle a mil, en el que se viva la insolidaridad, el odio, el chantaje, la mentira, la corrupción… y si a alguien se le ocurre decir la verdad o gritar contra ese sistema de muerte, los mismos que lo sufren se revelan, de la misma forma que hicieron con Jesús; es una de las grandes contradicciones del ser humano.
Pedro ve que esta es una especie de fuerza innata en el ser humano e invita a la comunidad a estar alerta frente a esta presión interna que llevamos dentro, pues cuando esto no se controla y no se está muy alerta, con facilidad divide y destruye la comunidad



Aleluya Lc 24, 32

Si no se canta, puede omitirse

Aleluya, aleluya.
Señor Jesús, explícanos las Escrituras.
Enciende nuestro corazón mientras nos hablas. Aleluya.

EVANGELIO
Le reconocieron al partir el pan

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 24, 13‑35

Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.
El les dijo:
— ¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?
Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó:
— ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabes lo que ha pasado allí estos días?
El les preguntó:
— ¿Qué?
Ellos le contestaron:
—Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras ante Dios y todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves, hace dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no le vieron.
Entonces Jesús les dijo:
—¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?
Y comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura.
Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir adelante, pero ellos le apremiaron diciendo:
—Quédate con nosotros porque atardece y el día va de caída.
Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció.
Ellos comentaron:
—¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?
Y levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los once con sus compañeros, que estaban diciendo: Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón. Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Palabra del Señor


REFLEXIÓN
Constantemente nos encontramos a gente que está preocupada en explicar cómo fue eso de las apariciones de Jesús: ¿se presentó?, ¿no se presentó?, ¿comió?, ¿no comió?, ¿podía comer?, ¿si comía era material?, ¿si lo pudieron tocar?, ¿se podía ver?... y nos empeñamos en establecer un marco demostrativo lo mismo que hacemos con los elementos químicos o con los experimentos de física en el laboratorio, y es que nos cuesta ir un poco más allá.
Cristo no está encerrado en el esquema de un laboratorio de experimentación, de forma que, dándose los mismos elementos, en una persona se produce una reacción y en otra se produce otra bien distinta. El encuentro con Jesús en la fe es algo completamente incodificable e inexplicable, de la misma manera que es inexplicable el que una persona siga amando con locura a otra que la está explotando y haciéndole la vida imposible.
El texto de S. Lucas expresa con toda claridad lo que decimos: los dos discípulos anduvieron todo el camino con Jesús, les fue explicando las escrituras, estuvieron a su lado toda la tarde y fue en un momento cuando se les abrieron los ojos, se dieron cuenta y les desapareció.
Todo siguió exactamente igual: el camino, la aldea, la gente, la mesa, el pan, el trabajo… sin embargo ya nada se veía igual, todo había cambiado de luminosidad, la vida tenía otro sentido, las cosas tenían otro valor, la historia se leía desde otra perspectiva. ¿Qué ha pasado? Es algo que no se puede explicar. Y cada uno le dará la forma que se le ocurre, pero ninguna explicación es capaz de ajustarse a la realidad.
¿Qué es lo que puede ocurrir en la persona que en un momento ve con claridad algo que le hace orientar su vida en una dimensión y jugarse su existencia sin titubear?
¿Qué sentiría y experimentaría Teresa de Calcuta para ver con tanta claridad el rostro de Jesús en cada hambriento que se muere en las calles de Delhi?
¿Qué experimentaría Francisco de Asís que vive una vida placentera y tiene en sus manos todas las posibilidades para vivir a todo tren y lo abandona todo y se dedica a vivir en las más absoluta pobreza?
¿Qué sintieron tantos millones de hombres y mujeres que fueron capaces de dejarlo todo, incluso las cosas más intimas y entregaron sus vidas fascinados por la causa del reino? ¿Es posible que haya tantos locos en el mundo y que a todos les de por lo mismo?
Y los que se llaman cuerdos… ¿Es que son más felices y construyen un mundo en paz y en solidaridad? Porque lo que se ve con mucha tristeza es que resulta una cordura aquella forma que tenemos de ser, actuar y pensar orientadas para el mal y para la infelicidad.