viernes, 11 de abril de 2008

IV DOMINGO DE PASCUA -A-

PRIMERA LECTURA
Dios lo ha constituido Señor y Mesías

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 2, 14a. 36‑41

El día de Pentecostés se presentó Pedro con los once, levantó la voz y dirigió la palabra:
—Todo Israel esté cierto de que al mismo Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías.
Estas palabras les traspasaron el corazón, y preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles:
— ¿Qué tenemos que hacer, hermanos?
Pedro les contestó:
—Convertíos y bautizaos todos en nombre de Jesucristo para que se os perdonen los pecados, y recibiréis el Espíritu Santo. Porque la promesa vale para vosotros y para vuestros hijos y, además, para todos los que llame el Señor Dios nuestro, aunque estén lejos.
Con éstas y otras muchas razones les urgía y los exhortaba diciendo:
—Escapad de esta generación perversa.
Los que aceptaron sus palabras se bautizaron, y aquel día se les agregaron unos tres mil.
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN

“OFERTA GRATIS DE LA FELICIDAD”

Pedro se da cuenta del error tan grave que el pueblo ha cometido y en el que está instalado, hasta el punto de considerar la verdad como una blasfemia y en cambio, acepta el error y la muerte como una posibilidad de salvación.
Lo que ha acontecido con Jesús es la prueba más fuerte de la equivocación en la que están y lo que Dios ha hecho con Jesús es la prueba más evidente de la condenación que merecen. Es una generación perversa, que ha pervertido todos los valores, hasta el punto de no reconocer la verdad Pero cualquier instante de la vida es un momento bueno para reconocer y rectificar volviendo a la luz y a la verdad, pues Cristo no ha venido a condenar, sino a recuperar lo que estaba perdido y a salvar.
De todas formas, esto no es una imposición que se establece contra la voluntad de alguien, sino una oferta de salvación que Dios hace, la acogida es completamente libre por parte de cada uno.
Dando un salto hacia adelante y aterrizando en 2008 podríamos actualizar el discurso de Pedro y las denuncias que hace por la realidad que está viviendo: Cristo ha venido a establecer la verdad, la paz, el respeto a la persona, la acogida a los débiles, la dignidad de la persona por encima de cualquier otro valor o interés personal, la libertad basada en la verdad como marco de referencia desde el que se pueden establecer unas relaciones de amistad y fraternidad entre los hombres... y las autoridades, junto con el pueblo, han preferido a un asesino, en lugar de Cristo que ha pasado haciendo el bien; al Cesar que les saca el jugo de sus vidas, la sumisión y la esclavitud antes que la libertad.
Cuando miramos esto, da la sensación que no hubieran pasado dos mil años, pues vuelven a repetirse los mismos esquemas y se siguen teniendo las mismas posturas y se sigue dando la misma perversión de valores hasta el punto de preferir la muerte a la vida.
No obstante, de la misma manera que en el tiempo de Jesús, la oferta está en pie, la acogida es cosa de cada uno.

Salmo responsorial Sal 22, 1‑3a. 3b‑4. 5. 6

V/. El Señor es mi pastor, nada me falta. (o, Aleluya).

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.

V/. El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar, me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.

V/. Me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.

V/. Preparas una mesa ante mí enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.

V/. Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término.

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.

SEGUNDA LECTURA
Habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras vidas

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pedro 2, 20b‑25

Queridos hermanos:
Si obrando el bien soportáis el sufrimiento, hacéis una cosa hermosa ante Dios, pues para esto habéis sido llamados, ya que también Cristo padeció su pasión por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas.
El no cometió pecado ni encontraron engaño en su boca; cuando lo insultaban, no devolvía el insulto; en su pasión no profería amenazas; al contrario, se ponía en manos del que juzga justamente.
Cargado con nuestros pecados subió al leño, para que, muertos al pecado, vivamos para la justicia. Sus heridas os han curado.
Andabais descarriados como ovejas, pero ahora habéis vuelto al pastor y guardián de vuestras vidas.
Palabra de Dios

REFLEXIÓN

"CON LA CABEZA BIEN ALTA"

Sufrir un castigo por haber cometido un daño es comprensible y normal, puesto que eso es para lo que hemos hecho méritos. Eso se trata de un tema de pura justicia retributiva: "El que la hace, la paga".
Pero se trata de cambiar las cosas, de tener una mentalidad distinta: tú haces un bien y merecías un premio pero en cambio recibes el castigo, y entonces, rompiendo la lógica, en lugar de revolverte contra el que te lo impone lo asumes como la prueba evidente de la fuerza que tienes frente a su sin razón, que queriéndote doblar por la fuerza no consigue quitarte la dignidad, con lo que es en la adversidad donde con más fuerza brilla la libertad y la fuerza del hombre de Dios que a semejanza de Cristo, ni la misma muerte en cruz, que injustamente le impusieron, lograron que Él diera marcha atrás o que se defendiera, con lo que la misma muerte que le dieron se convirtió en la peor de las denuncias que se ha podido hacer a un pueblo y que ha quedado evidenciada a través de todos los siglos como signo de la derrota del que apuesta por el mal y la sin razón.
Pedro coge el ejemplo de Cristo, no como el modelo de aguante, sino como el signo de la victoria que va más allá de la muerte, es la victoria de la verdad y de la justicia que ni la muerte la pueden destruir y es en esa victoria en la que Cristo nos ha vinculado y nos ha dado la libertad suprema.
Por eso sigue manteniendo la misma propuesta: hemos de tomarnos en serio lo que somos y lo que confesamos, hemos de levantar la cabeza y proclamar con orgullo que somos libres, que ni la muerte nos detiene.
Sin embargo, cuando miramos a la realidad que vivimos, observamos con tristeza cómo se ha borrado esta actitud del rostro de la cistiandad y lo que ha quedado es otra cosa: una imagen de derrota, de inutilidad, de beatos, de reaccionarios… algo de lo que nos da vergüenza declarar y confesar públicamente. Y cuando nos acercamos a la práctica, podemos observar que, con frecuencia hay cristianos que no solo no se distinguen de los que no tienen fe, sino que son bastante peores, convirtiéndose en verdadero escándalo para la humanidad.


Aleluya Jn 10, 14

Si no se canta, puede omitirse


Aleluya, aleluya.
Yo soy el buen Pastor dice el Señor,
conozco a mis ovejas
y las mías me conocen.
Aleluya.

EVANGELIO
Yo soy la puerta de las ovejas

Lectura del santo Evangelio según San Juan 10, 1‑10

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:
—Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz: a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús: Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon.
Yo soy la puerta: quien entre por mí sé salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos.
El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante.
Palabra del Señor


REFLEXIÓN

“ANDAR A DOS AGUAS”
El mensaje de Jesús fue claro y tajante, no admite ambigüedades, su radicalidad echó siempre a mucha gente para atrás: “O conmigo o en contra mía”, “El que no siembra conmigo desparrama”, “El que pone las manos en el arado y echa la vista atrás no sirve para el reino”, “El que ama a su padre… mas que a mi no es digno del reino...” etc. Y cuando los mismos apóstoles le dijeron que tenía un lenguaje fuerte, que costaba asumirlo, no dulcificó las cosas y les dijo: “¿También vosotros queréis dejarme? Es que no había vuelta de hoja, las cosas son como son y la verdad no se puede disfrazar.
Sus ovejas son de Él y lo siguen a Él y no a otro pastor; sus ovejas reconocen su voz y no la confunden con la de otro pastor. Sus ovejas no funcionan a dos caras, ni se sienten de dos dueños dependiendo de las conveniencias.
De la misma manera los pastores que quieren pastorear con Él, siguen sus mandatos y sus directrices, van caminando bajo su guía y llevan sus ovejas a dónde Él establece que vayan y no a otro sitio.
Sin embargo, la tentación está acechando constantemente a todos: a pastores y a ovejas: a los pastores porque con frecuencia no son servidores que aman a las ovejas, que hacen del servicio su vida y disfrutan y son felices realizando esa misión, sino que por el contrario, son asalariados que se sirven de las ovejas para sus intereses y, -como decía el profeta Isaías – “se engordan a costillas de las ovejas” Estos pastores, como no les interesa la vida de las ovejas hacen estragos en el redil (estos pastores pueden ser: padres, sacerdotes, políticos, maestros, gobernantes, líderes sindicales o de cualquier otra función) Cuando un pastor llega y no piensa en las ovejas, sino en sus intereses, en su situación, se convierte en el peor de los lobos, es más, en momentos concretos es capaz, incluso de pactar con el lobo para comerse las ovejas a medias. Esto lo estamos viendo con una frecuencia lamentablemente grande.
Pero también está la otra parte: las ovejas, que en lugar de tener una postura coherente prefieren coger el camino de en medio y andan a dos aguas: cuando conviene van de una manera y cuando no, van de otra; en un momento parece que oyen la voz de Jesús y, a la vuelta de la esquina, resulta que se van con otro pastor que les ha ofrecido otro pasto. O lo que es más común: estar confesándose de un pastor y en la realidad estar “haciéndole el agosto al otro” Esta postura es mucho más peligrosa todavía. Si queremos un ejemplo concreto queda perfectamente retratado en Judas: mientras está comulgando en la mesa del Maestro, está pactando con los enemigos para entregarlo.