martes, 29 de junio de 2010

DOMINGO XIV DEL T. ORDINARIO -C-



PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de Isaías 66, 10‑14c
Yo haré derivar hacia ella, como un río, la paz
Festejad a Jerusalén, gozad con ella, todos los que la amáis,
alegraos de su alegría, los que por ella llevasteis luto.
Mamaréis a sus pechos y os saciaréis de sus consuelos, y apuraréis las delicias de sus ubres abundantes.
—Porque así dice el Señor:
«Yo haré derivar hacia ella, como un río, la paz,
como un torrente en crecida, las riquezas de las naciones.
Llevarán en brazos a sus criaturas y sobre las rodillas las acariciarán;
como a un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo, y en Jerusalén seréis consolados.
Al verlo, se alegrará vuestro corazón,
y vuestros huesos florecerán como un prado;
la mano del Señor se manifestará a sus siervos.»
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“LA ILUSIÓN NO ES BASE PARA LA ESPERANZA”

El pasaje que nos presenta la liturgia de hoy está enmarcado al final del libro de Isaías. Todo el libro ha venido manteniendo la esperanza del cumplimiento de una promesa de liberación. El pasaje corresponde al tercer Isaías, es decir: el pueblo ha vuelto del exilio de Babilonia (año 587-539 a.C.) y la alegría, el gozo, el consuelo… le hacen soñar, pero poco a poco empiezan a chocar con la realidad, pues se dan cuenta que hay que reconstruir todo lo que se había destruido: todo el tejido religioso y social; aquel desierto en el que habían vivido se había convertido de repente en un jardín, la entrada triunfal en la Jerusalén Nueva de los caps. 40-55 resulta que no es algo que se nos va a dar hecho como algo caído del cielo, sino que es algo que tenemos levantar, es algo que hay que hacerlo, lo que soñamos tenemos que construirlo y ahí empiezan a encontrarse con todos los hechos, las actitudes, los detalles de la gente que son desilusionantes que llevan al desánimo y a la decepción.
Se dan cuenta que los enemigos y las dificultades no están fuera, sino que permanecen dentro del pueblo y que son los mismos que hacen que retrase el cumplimiento de la promesa. Llega, incluso el momento en que gente siente la tentación de pensar que Dios no está en el pueblo, que los ha abandonado.
En medio de esta situación, Isaías apoya su esperanza en todos aquellos que han puesto su vida al servicio de la causa, porque Dios no los abandona y Él se ha comprometido con ellos.

Salmo responsorial Sal 65, 1‑3a. 4‑5. 16 y 20 (R.: 1)

R. Aclamad al Señor, tierra entera.
Aclamad al Señor, tierra entera;
tocad en honor de su nombre;
cantad himnos a su gloria;
decid a Dios: «¡Qué temibles son tus obras!» R.
R. Aclamad al Señor, tierra entera.
Que se postre ante ti la tierra entera,
que toquen en tu honor,
que toquen para tu nombre.
Venid a ver las obras de Dios,
sus temibles proezas en favor de los hombres. R.
R. Aclamad al Señor, tierra entera.
Transformó el mar en tierra firme,
a pie atravesaron el río.
Alegrémonos con Dios,
que con su poder gobierna eternamente. R.
R. Aclamad al Señor, tierra entera.
Fieles de Dios, venid a escuchar,
os contaré lo que ha hecho conmigo.
Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica,
ni me retiró su favor. R.
R. Aclamad al Señor, tierra entera.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 6, 14‑18
Yo llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús

Hermanos:
Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, en la cual el mundo está crucificado para mí, y yo para el mundo.
Pues lo que cuenta no es circuncisión o incircuncisión, sino una criatura nueva.
La paz y la misericordia de Dios vengan sobre todos los que se ajustan a esta norma; también sobre el Israel de Dios.
En adelante, que nadie me venga con molestias, porque yo llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús.
La gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con vuestro espíritu, hermanos. Amén.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“SER PERSONAS NUEVAS”

Venimos leyendo la carta de S. Pablo a los Gálatas en la que ha venido dando todas las razones y argumentos que sostienen el sentid nuevo que tiene todo y que ha llenado su vida y la dimensión de libertad que ha adquirido con Cristo muerto en rescate de todos y resucitado.
Ahora hace una síntesis de todo lo que ha venido diciendo y acentúa la idea la idea central de toda la carta: Jesús es el único que nos da la salvación; solo Él nos ha liberado de todas las leyes, por tanto, la cruz de Cristo es el único y supremo signo y referente de liberación.
Ya no importa estar o no circuncidado, pues la “circuncisión” ya no es signo de nada; de lo que se trata ahora es de aceptar a Cristo y vivir como una nueva creatura, esa es la única carta de identidad y pertenencia al nuevo pueblo.


Aleluya Col 3, 15a. 16a
Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; la palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza.


EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 10, 1‑12. 17‑20
Descansará sobre ellos vuestra paz,

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía:
—«La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies.
¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino.
Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa." Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros.
Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario.
No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el reino de Dios."
Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: "Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el reino de Dios."
Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo.»
Los setenta y dos volvieron muy contentos y le dijeron:
—«Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre.»
É1 les contestó:
—«Veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno.
Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo.»
Palabra del Señor.


REFLEXIÓN

“NO ES TIEMPO DE DISCUSIONES

El “camino” de Jesús es la “Subida a Jerusalén” donde entregará su vida; ahí va a parar, a concluir todo. Es en la subida cuando Jesús instruye a sus discípulos y les dice con lo que se van a encontrar al final.
El evangelista narra el camino que tiene que seguir la iglesia y todo cristiano: somos enviados por Él y nuestra vida es también una subida a Jerusalén, al calvario, para poder llegar a la resurrección; es, ni más ni menos, que realizar lo que en el bautismo está prefigurado y establecido: “Morir con Cristo para resucitar con Él” este es el verdadero camino de Cristo y de la iglesia; el cristiano no puede pensar en otra cosa.
Cuando S. Lucas presenta la misión de los doce en el cap. 9,1-6, este fragmento es un paralelo del otro, que recoge y amplia lo que ya había dicho antes.
En el cap. 10 los enviados son 72 recordándonos el grupo de los 70 ancianos del antiguo pueblo de Israel en el Sinaí (Ex. 24) a quienes se les dio el Espíritu que tenía Moisés, que a su vez representaba los 70 pueblos de la tierra -de lo que se conocía-
Lo que S. Lucas quiere mostrar a la comunidad es que el reino de Dios estaba destinado a todos los pueblos de la tierra y el evangelio es la clave y el fermento de esa unidad universal que Dios desea.
Jesús presenta la misión: “La mies es mucha”, está dispuesta para la siega, se necesitan obreros, ya ha llegado el momento, no podemos perder el tiempo…
Es el tiempo de la siega; después de Cristo no podemos andarnos ya con tonterías y disquisiciones dulcificando y enmascarando la verdad, tampoco podemos andar contemporizando con la mentira, la injusticia, el odio… de forma que el reino de Dios pueda ser confundido con otra cosa.
Y Jesús los envía y les da poder y autoridad para que realicen su misión: curar a los enfermos y expulsar a los demonios, es decir a todo lo que esté quitando la paz y la alegría entre la gente. La otra cosa será decir a la gente que Dios está cerca, que Él quiere que vivan felices y en paz. Ellos deben hacer lo que le han visto hacer a él; curar a las personas y mostrarles la cercanía de Dios.
La iglesia no tiene otro sentido de existencia que éste y cada vez que no aparece con claridad su cometido, sino que aparecen otras cosas, se convierte más bien en obstáculo para que el reino de Dios sea sentido como algo real y presente. Es un momento interesante para que nos preguntemos todos, si nuestras vidas y, sobre todo, nuestra práctica religiosa, está orientada a esta misión que Cristo deja a su iglesia.

O bien más breve:

Lectura del santo evangelio según san Lucas 10, 1‑9

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía:
—«La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies.
¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino.
Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa". Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros.
Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario.
No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el reino de Dios."»
Palabra del Señor.


REFLEXIÓN

¿POR QUÉ NOS HEMOS OLVIDADO?

Juan Bautista fue enviado para que fuera por delante preparando el camino del Señor, Ahora Jesús envía a 72 para que vayan también a las aldeas donde iba a ir Él, para que fueran preparando el camino; los envía de dos en dos, pues siempre una noticia atestiguada por varios tiene mucha más fuerza que si la da uno solo y, de esa manera, también podrán apoyarse el uno en el otro; les da unas normas de cómo han de llegar a la gente: no les pide que vayan como suelen hacer los maestros de la ley, los filósofos o los mismos esenios: con un bastón para defenderse de los perros o de la fieras y hasta de los posibles enemigos. No, ellos han de presentarse en todo momento como gente de paz y de bien, que donde lleguen la gente sienta que está con personas buenas, de confianza. Les pide que no lleven alforja, se supone que para meter lo que les den, como hacen los mendigos; ellos no son mendigos, aunque confían en la bondad de la gente a la que prestan un servicio: curándola, llevándole la paz y la alegría, que es lo que los ha de distinguir del resto de gente que llega.
Les pide que se presente como gente pobre y sencilla: sin sandalias, sin dinero, sin túnica de repuesto, como van los pobres, identificados totalmente con ellos, como lo han visto siempre a Él, no les dice que lleven ningún otro distintivo, sino que sus personas sean “reflejo” del reino que llevan y que anuncian: que el que se los encuentre, sienta que se ha encontrado con el reino de Dios.
Constantemente me pregunto: ¿Qué ha pasado para que cambien tanto las cosas, hasta el punto que se ponga tanto énfasis en formas, distintivos, actitudes… que Cristo mismo desechó, mientras olvidamos otras que Él mismo estableció?

martes, 15 de junio de 2010

DOMINGO XII DEL T. ORDINARIO -C-



PRIMERA LECTURA

Lectura de la profecía de Zacarías 12, 10‑11; 13, 1
Mirarán al que atravesaron

Así dice el Señor:
«Derramaré sobre la dinastía de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de gracia y de clemencia.
Me mirarán a mí, a quien traspasaron, harán llanto como llanto por el hijo único, y llorarán como se llora al primogénito.
Aquel día, será grande el luto en Jerusalén, como el luto de Hadad‑Rimón en el valle de Meguido.»
Aquel día, se alumbrará un manantial, a la dinastía de David y a los habitantes de Jerusalén, contra pecados e impurezas.
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN

“FALSAS SEGURIDADES”

El momento es crítico: a Jerusalén se le han subido los humos y como respuesta, está siendo atacada y denigrada por la gente de su misma provincia, Judá: ha entrado la división y se discute, incluso, la capitalidad debido, tal vez, al orgullo de la ciudad que ha llegado a creerse la sede del mismo Dios y sus habitantes se sienten poco más o menos que sus ministros, e instintivamente nace la actitud de desprecio a sus mismos hermanos.
El profeta Zacarías sale al frente de este error y, desde una conversión profunda, que se va a dar desde las mismas familias, hará que Jerusalén vuelva a ser la ciudad admirada y deseada en la que estuvo David, el referente para todo el pueblo, pero Dios no va a permitir el hundimiento de Jerusalén
Algo que parece tan lejano en el tiempo y en el espacio, es impresionante ver cómo se repite en nuestros días y vuelven a reverdecer los desprecios y a crearse la incomunicación entre los pueblos.
Pero también es curioso ver cómo el mal y los fallos se repiten con tanta exactitud, pero no lo hacen lo mismo los gestos que engrandecen, como el arrepentimiento y el cambio, que hacen que una ciudad vuelva a su esplendor y a su grandeza.

Salmo responsorial Sal 62, 2. 3‑4. 5‑6. 8‑9 (R.: 2b)

R. Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma esta sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua. R
R. Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios. R.
R. Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos. R.
R. Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
Porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene. R.
R. Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 3, 26‑29
Los que habéis sido bautizados os habéis revestido de Cristo

Hermanos:
Todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús.
Los que os habéis incorporado a Cristo por el bautismo os habéis revestido de Cristo.
Ya no hay distinción entre judíos y gentiles, esclavos y libres, hombres y mujeres, porque todos sois uno en Cristo Jesús.
Y, si sois de Cristo, sois descendencia de Abrahán y herederos de la promesa.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“PROCLAMACIÓN DE PRINCIPIOS”
El texto es una proclamación abierta de la dignidad de la persona: por Cristo hemos sido hechos hijos de Dios y esa filiación nos ha hecho iguales ante la ley y ante el mundo; ante esa igualdad, se rompen todas la barreras de lengua, raza, cultura, nación y sexo… “porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y, si sois de Cristo, sois descendencia de Abrahán y herederos de la promesa”.
El orgullo de Jerusalén, la seguridad de los dirigentes, el templo y sus empleados, la misma religión no son nada, pasan a segundo o tercer lugar, frente a la nueva realidad que Cristo nos ha conseguido.
¡Qué bueno sería que leyéramos constantemente este texto dentro de la iglesia, para que a nadie se nos suban los humos y nos creamos estupideces, como le pasó a Jerusalén.
El nacimiento a esta nueva realidad se realiza con el bautismo, con el que nos identificamos con Cristo, morimos al hombre viejo y nos revestimos del Espíritu de Cristo, que es el que nos hará llamar a Dios “Abba”.
Las diferencias humanas: lengua, raza, cultura, sexo… no quedan anuladas, son superadas y, por tanto, se integran en esa nueva realidad que es el cuerpo de Cristo, al que enriquecen con todas estas singularidades, pero no lo dañan, ni lo desfiguran; y es que nuestra realidad individual deja de ser el centro del universo y se coloca en la periferia, en función de los demás, con lo que así demuestra su grandeza y valía y es elemento de riqueza.
Cristo dio la vuelta por completo a la concepción de la vida y de las cosas, pero nosotros, constantemente vamos volviéndolas a su estado anterior: a colocarnos en el centro, a proclamarnos dioses de nosotros mismos, a considerar a los demás inferiores y a utilizarlos como medios para sostener nuestros intereses.

Aleluya Jn 10, 27
Mis ovejas escuchan mi voz —dice el Señor—,
y yo las conozco, y ellas me siguen.


EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 9, 18‑24
Tú eres el Mesías de Dios. El Hijo del hombre tiene que padecer mucho

Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les preguntó:
—«¿Quién dice la gente que soy yo?»
Ellos contestaron:
—«Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.»
Él les preguntó:
—«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Pedro tomó la palabra y dijo:
— «El Mesías de Dios.»
É1 les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y añadió:
— «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día.»
Y, dirigiéndose a todos, dijo:
— «El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará.»
Palabra del Señor.


REFLEXIÓN

Y TÚ, ¿ME QUIERES?

El momento en que Jesús hace la pregunta a los apóstoles es muy interesante: estaba muy reciente el momento de la multiplicación de los panes y los peces en el que habían comido una gran cantidad de gente y en Cristo habían visto un posible liberador de la situación que estaban viviendo; por otro lado, los discípulos estaban viendo cómo hablaba Jesús y cómo la gente se entusiasmaba con Él; cuando Jesús hace la pregunta, no dudan en contestarle que Él es el Mesías que esperan, ellos también lo ven así, pero no entienden el alcance que tiene lo que están diciendo; por eso, inmediatamente les anuncia que va a ir a Jerusalén y que allí lo van a matar; eso no entra ya en los planes de los discípulos ni en la confesión que acaban de hacer.
Tampoco entra el que, “Seguir a Cristo” significa “coger la cruz” y emplearse a fondo en la causa del reino y seguirlo en el camino dispuestos a salirse del centro y estar dispuestos a entregar la vida. Por eso, cuando Pedro contestó tan decidido, Jesús le prohibió que fuera divulgando aquello que había dicho, ya que era una confesión muy débil, pues no entendía todavía lo que decía y podría llevar a la confusión.
La confesión verdadera será el momento en que Cristo le pregunta después de resucitar: “Simón, me quieres? Y lo hace por tres veces seguidas, después que lo había negado otras tres.
Nosotros estamos en una situación completamente diferente y, por supuesto, en mejores condiciones, conocemos perfectamente por donde va Jesús, sabemos su propuesta y tenemos perfecto conocimiento de lo que Él quiere y por dónde va.
La pregunta vuelve a plantearse de nuevo y las respuestas vuelven a sucederse: “Tú eres el Mesías de Dios”, “Tú eres el Hijo de Dios”, “Tú eres nuestro Señor y Salvador”… Palabras todas muy bonitas e importantes, pero es necesario que sea respaldadas por una vida en coherencia que tendrá que revisar si en verdad estamos convencidos que Cristo es nuestro salvador o es, en cambio, el dinero, el puesto que ocupo, el prestigio, la fama, la imagen que he construido.
Tendremos que revisar si aceptamos el “Dios” que él nos mostró o nuestro dios es otro por el que vivimos, nos movemos y a quien servimos; tendremos que revisar si en verdad es Cristo nuestro Señor o tenemos otros señores a quienes servimos con nuestra vida y nuestros bienes.
El momento en que una comunidad o la misma iglesia, no tiene claro esto, ese mismo instante entra en la deriva y termina vendiéndose al mejor postor, exactamente igual que hacen todos aquellos que quitan a Dios del horizonte

jueves, 10 de junio de 2010

DOMINGO -XI- DEL T. ORDINARIO -C-


PRIMERA LECTURA

Lectura del segundo libro de Samuel 12, 7‑10. 13
El Señor ha perdonado ya tu pecado, no morirás

En aquellos días, Natán dijo a David:
—«Así dice el Señor, Dios de Israel:
"Yo te ungí rey de Israel, te libré de las manos de Saúl, te entregué la casa de tu señor, puse sus mujeres en tus brazos, te entregué la casa de Israel y la de Judá, y, por si fuera poco, pienso darte otro tanto.
¿Por qué has despreciado tú la palabra del Señor, haciendo lo que a él le parece mal? Mataste a espada a Urías, el hitita, y te quedaste con su mujer. Pues bien, la espada no se apartará nunca de tu casa; por haberme despreciado, quedándote con la mujer de Urías."»
David respondió a Natán:
—«¡He pecado contra el Señor!»
Natán le dijo:
— «El Señor ha perdonado ya tu pecado, no morirás.»
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN

“RECONOCER EL ERROR, PRIMER PASO DE CONVERSIÓN”

El pasaje está enmarcado en el contexto del pecado de David, que abusa de su poder e induce a la muerte a uno de sus mejores servidores para apoderarse de su mujer. Este abuso de poder le costará caro: “la espada no se apartará nunca de tu casa”
David rompió su amistad con Dios: cometió adulterio, trató de esconder su pecado. Mató a Urías y metió a Betsabé en el palacio… es decir: le hizo cara a Dios, hasta que Dios le tuvo que parar en seco y plantearle la situación: o Él o la actitud que estaba tomando.
David reconoce su fallo ante la llamada de atención de Natán: efectivamente, él tiene capacidad para ocultar lo ocurrido y seguir en la situación que ha montado; pero a Dios no lo puede engañar, y es Natán quien, contándole un relato sencillo le hace sentirse retratado: un hombre riquísimo con grandes rebaños y a su lado un vecino con una sola oveja, que es lo único que tiene; llega una visita a casa del hombre rico y para brindarle al huésped una comida, le roba la oveja al pobre. “David se indignó contra el rico” y Natán le pidió que analizase lo que él había hecho con Urías.
David se siente cogido entre la espada y la pared; tenía poder para despedir y destruir si hubiera querido a Natán y hubiera seguido ocultando su pecado, pero en cambio lo escuchó y no se defendió, sino que reconoció su error y su actitud frente al Señor: «¡He pecado contra el Señor!».
A partir de aquí, David restaura su vida y pone orden en su relación con Dios y con su pueblo, pues se estaba enrareciendo el ambiente debido a su postura.
Esta experiencia de pecado y de perdón le hace recuperar a David un rostro más humano, misericordioso y cercano, pues él ha padecido la debilidad, la humillación y el perdón y esto será lo que le libre de la muerte.
El peor de los errores que podemos cometer es el empecinarnos en nuestra metedura de pata, justificarla y sostenerla; en definitiva, eso es mantener la muerte sobre la vida sin más justificación que el orgullo y la soberbia.

Salmo responsorial Sal 31, 1‑2. 5. 7. 11 (R.: cf. 5c)

R. Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado.
Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor
no le apunta el delito. R.
R. Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado.
Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»,
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R.
R. Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado.
Tú eres mi refugio,
me libras del peligro,
me rodeas de cantos de liberación. R.
R. Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado.
Alegraos, justos, y gozad con el Señor;
aclamadlo, los de corazón sincero. R.
R. Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 2, 16. 19‑21
Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí

Hermanos:
Sabemos que el hombre no se justifica por cumplir la Ley, sino por creer en Cristo Jesús.
Por eso, hemos creído en Cristo Jesús, para ser justificados por la fe de Cristo y no por cumplir la Ley.
Porque el hombre no se justifica por cumplir la Ley.
Para la Ley yo estoy muerto, porque la Ley me ha dado muerte; pero así vivo para Dios.
Estoy crucificado con Cristo: vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí.
Y, mientras vivo en esta carne, vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó hasta entregarse por mí.
Yo no anulo la gracia de Dios.
Pero, si la justificación fuera efecto de la Ley, la muerte de Cristo sería inútil.
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN

“VIVIR EN COHERENCIA”

El encuentro de Pablo con Cristo marcará de ahora en adelante su existencia entera: hasta entonces ha sido un seguidor fanático de la ley, pues la consideraba la expresión de la voluntad expresa de Dios, pero cuando se da cuenta que, antes que la misma ley está el hombre que ha roto con el proyecto de Dios y, la ley ha venido después para evitar más daños al hombre, pero no para distanciar más al hombre ni entablar una relación de igualdad con Dios, hasta el punto de poner la ley como norma, incluso por encima de Dios a la que Él mismo se tiene que atener.
Cuando Pablo descubre lo que ha ocurrido en Cristo: Él ha superado toda ley, Él ha elevado al hombre a la categoría de “Hijo de Dios”, Él nos ha regalado la filiación, Él nos ha conseguido el gran regalo de la salvación….
El bautismo será el SÍ a toda esta nueva dimensión que Cristo nos ha abierto y, el dejar definitivamente el hombre viejo, los esquemas caducos, la mentalidad legalista… y abrirse a una nueva naturaleza que nos ha conseguido Cristo y que Dios nos ha consagrado con su Espíritu.
Por tanto, no es la ley la que establece la relación, sino la nueva realidad que Cristo ha conseguido; de ahí que exclame: “vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí.”; lo único que salva es vivir en coherencia con esta nueva realidad, con este regalo que se nos ha hecho y que hemos aceptado en el bautismo.
Al vivir esta nueva dimensión, es la misma vida de Cristo la que llena a cada persona, aunque cada creyente no deja de ser un individuo concreto, con sus defectos y sus virtudes y, sobre todo su libertad para poder responder como crea conveniente.
El momento en que entendamos esto, será como una luz impresionante que ilumina todo nuestro ser y nos hace cambiar toda nuestra realidad.



Aleluya 1 Jn 4, 10b
Dios nos amó y nos envió a su Hijo
como víctima de propiciación por nuestros pecados.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 7, 36—8, 3
Sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor

En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él. Jesús, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. Y una mujer de la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino con un frasco de perfume y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con sus lágrimas, se los enjugaba con sus cabellos, los cubría de besos y se los ungía con el perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo:
—«Si éste fuera profeta, sabía quién es esta mujer que lo está tocando y lo que es: una pecadora.»
Jesús tomó la palabra y le dijo:
—«Simón, tengo algo que decirte.»
Él respondió:
—«Dímelo, maestro.»
Jesús le dijo:
—«Un prestamista tenía dos deudores; uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos. ¿Cuál de los dos lo amará más?»
Simón contestó:
—«Supongo que aquel a quien le perdonó más.»
Jesús le dijo:
—«Has juzgado rectamente.»
Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón:
—«¿Ves a esta mujer? Cuando yo entré en tu casa, no me pusiste agua para los pies; ella, en cambio, me ha lavado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con su pelo. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo: sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor; pero al que poco se le perdona, poco ama.»
Y a ella le dijo:
—«Tus pecados están perdonados.»
Los demás convidados empezaron a decir entre sí:
—«¿Quién es éste, que hasta perdona pecados?»
Pero Jesús dijo a la mujer:
—«Tu fe te ha salvado, vete en paz.»
Después de esto iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, predicando el Evangelio del reino de Dios; lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que él había curado de malos espíritus y enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, intendente de Herodes; Susana y otras muchas que le ayudaban con sus bienes.
Palabra del Señor.


REFLEXIÓN

“LA LEY MATA”

El relato presenta a dos personajes: Simón, un fariseo, cumplidor acérrimo de la ley y, por tanto, orgulloso de si mismo, creyéndose con todos los derechos a que Dios le escuche. El no siente la obligación ni la necesidad de darle gracias a nadie, él cumple la ley y, por tanto, se merece la salvación y todo lo que le den, Dios debe estar agradecido con él y está obligado a responderle.
Efectivamente, Simón cumple todo lo mandado, pero la ley le ha secado el corazón y se le ha endurecido hasta el punto que los demás le importan un bledo; según él, lo que todos tienen que hacer es ajustarse a la ley, lo mismo que hace él, todo lo demás, son contemplaciones inútiles.
El otro personaje es una mujer que anda fuera de la ley, probablemente ni la conoce, aunque ella está arrepentida y deseosa de poder vivir en paz con Dios, con ella misma y con el mundo, pero no se siente ni con fuerza ni tiene posibilidades para poder hacerlo. Ella, lo único que posee es un corazón deseoso de amar y de ser amado; lo que le den, ella lo considera un regalo.
En Jesús ha encontrado a alguien que la ha hecho sentirse persona, que la ha tomado en cuenta y, sintiéndose inmerecedora de tal regalo, reconoce y da las gracias con lo que tiene: derrama su perfume en los pies de Jesús y los unge, besándolos y secándolos con sus cabellos.
La gran diferencia entre los dos personajes está en el reconocimiento del amor de Dios que cada uno hace: para uno es un puro regalo y mueve a responder con la misma actitud, para el otro: Simón, no entiende esto y se cree merecedor de lo que Dios le hace, no siente necesidad de dar gracias de nada, lo que tiene es lo que en justicia se merece, porque se lo ha ganado.
La mujer entiende que todo lo que le hagan es un regalo que no ha merecido y, por tanto, se siente agradecida; reconoce el amor de Dios expresado con el perdón lo siente como un gran regalo que agradece y corresponde amando.
Dios nos ama, se dirige a nosotros desde el amor y el hombre responde amando; a partir de ahí, se va dando un cambio profundo en el corazón, que es la base de toda conversión.
Pero cuando el hombre no tiene la experiencia de sentirse pecador, perdonado y acogido, más bien se siente un juez con derecho a reclamar, incluso a Dios.

martes, 1 de junio de 2010

DOMINGO -X- DEL T. ORDINARIO -C-

SOLEMNIDAD DEL SANTÍSIMO
CUERPO Y SANGRE DE CRISTO




PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del Génesis 14, 18‑20
Sacó pan y vino

En aquellos días, Melquisedec, rey de Salen, sacerdote del Dios altísimo, sacó pan y vino y bendijo a Abrán, diciendo:
—«Bendito sea Abrán por el Dios altísimo, creador de cielo y tierra; bendito sea el Dios altísimo, que te ha entregado tus enemigos.»
Y Abrán le dio un décimo de cada cosa.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“DESCUBRIR LA VERDAD”

Siguiendo la trayectoria de la vida de Abrahán, nos encontramos con este pasaje en el que aparece un personaje: Melquisedec que, aparentemente no tiene nada que ver con la trama de la vida de Abrahán, sin embargo, su figura ha trascendido en el tiempo hasta nuestros días, ¿a qué se debe esto?
Hay varios detalles que vale la pena tener en cuenta y que nos van a ubicar, para tener una comprensión más amplia y al mismo tiempo, nos van a ayudar a ver cómo Dios se va metiendo en la trama de la historia de las formas más inesperadas e insólitas, de tal forma que la convierte para el hombre en el lugar de encuentro con Él.
Lot ha caído prisionero en una de las batallas contra un rey y le roban el botín que él le había quitado a su vez al rey de Sodoma. Abrahán logra liberarlo y recuperar el botín, por lo que Lot quiere tener un gesto de agradecimiento a Abrahán.
Ahora, como tema de comparación, aparece Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que no tiene que ver nada con Israel y se presenta ante Abrahán teniéndole un gesto de acogida y le presenta el pan, como signo de los frutos que la tierra da, con el esfuerzo del hombre y el vino, como signo de la alegría y de la apertura del corazón, gesto que recoge la actitud de este hombre, pero además le ofrece otros dones y le bendice.
Ya conocemos lo que significa la “bendición” en Israel: es una acción que lleva consigo dar la posibilidad de vivir en paz, de convertirse en una persona grande y próspera, el ser acogido, apoyado y aceptado. Quien ha sido bendecido, se encuentra en capacidad de bendecir a su vez a Dios y a su gente: familia, amigos, pueblo, hogar…
El encuentro de Abrahán con Melquisedec se convierte en signo de lo que será la bendición que al final de los tiempos Dios dará al Nuevo Pueblo Y Jesús es el signo visible de ella.
Melquisedec se convierte en el signo del cumplimiento de una promesa de Dios, que ha prometido no abandonar el pueblo y que en la cumbre de los tiempos realiza en Jesucristo, que es el cumplimiento de todas las promesas.
Abrahán fue capaz de descubrir en el gesto de Melquisedec la presencia de Dios; el problema hoy está en saber descubrir esa presencia, cuando hay gestos y situaciones que aparentan una cosa y luego son otra muy distinta. No obstante, sigue en pie la importancia de la fuerza del Espíritu Santo que es quien nos da discernimiento para descubrir dónde está la VERDAD y lo que no es, sino una tentación peligrosa y un engaño.

Salmo responsorial Sal 109, 1. 2. 3. 4 (R.: 4bc)

R. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.
Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos estrado de tus pies.» R.
R. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos. R.
R. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré,
como rocío, antes de la aurora.» R
R. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.» R
R. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.
.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 11, 23‑26
Cada vez que coméis y bebéis, proclamáis la muerte del Señor

Hermanos:
Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido:
Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó un pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo:
—«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía.»
Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo:
—«Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía.»
Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN


“LA EUCARISTÍA SANTO Y SEÑA DEL CRISTIANO”

S. Pablo recuerda a la comunidad lo que él ha recibido y que es lo que lo une a toda la iglesia y le hace sentirse parte de ella: “Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó un pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo:
—«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía.»
Precisamente, el mantener intacta esta tradición y mantenerse fiel a ella, será lo que le da autoridad y autenticidad.
Es muy importante que no se rompa esa cadena, porque el día que se pierda el sentido, entonces se habrá acabado todo: la comunidad no se reunirá a celebrar su liberación, sino una fiesta, o lo que sea, que no tiene que ver nada con Jesucristo, ni con la Pascua, ni la Alianza que Él ha hecho.
La fidelidad al sentido que le dio Jesús, es lo que va identificar a la comunidad, que renueva en cada Eucaristía la Alianza que Dios hace con su pueblo: —«Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía.»
Cuando rompemos este sentido, la Eucaristía ya no es la “Cena del Señor”, la celebración de la Alianza, sino otra cosa.
Conservar la memoria de Jesús es: Escuchar su palabra, celebrar la cena, compartir el pan, unirse a Él en su oración y compartir con Él su entrega… Esto es lo que nos identifica como cristianos, por eso S. Pablo coge todo esto, que es el meollo de nuestra fe y lo pone como su carnet de identidad: a partir de ahí recuperará el sentido todo lo que existe.
Cuando hablamos de la puesta al día de la iglesia, efectivamente, deberíamos hacerlo, es decir: deberíamos renovar exactamente lo que hizo Jesús y no en lo que hemos convertido la Eucaristía, que no se parece en nada ni tiene referencia a nada de lo que hizo Jesús.

Aleluya Jn 6, 51
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo —dice el Señor—;
el que coma de este pan vivirá para siempre.

EVANGELIO


Lectura del santo evangelio según san Lucas 9, 11b‑17
Comieron todos y se saciaron

En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar al gentío del reino de Dios y curó a los que lo necesitaban.
Caía la tarde, y los Doce se le acercaron a decirle:
—«Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado.»
Él les contestó:
—«Dadles vosotros de comer.»
Ellos replicaron:
—«No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para todo este gentío.»
Porque eran unos cinco mil hombres.
Jesús dijo a sus discípulos:
—«Decidles que se echen en grupos de unos cincuenta.»
Lo hicieron así, y todos se echaron.
Él, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y cogieron las sobras: doce cestos.
Palabra del Señor.


REFLEXIÓN

“MANTENER VIVA LA MEMORIA DE JESÚS”

Cada evangelista narra el acontecimiento desde su punto de vista, podríamos decir que cada uno narra las cosas desde un ángulo distinto aunque todos se refieran a la misma realidad.
S. Lucas interpreta el signo como una de las formas que Dios tiene de cumplir las promesas que vino haciendo en el A.T. en donde promete el alimento para todos los necesitados (IIReg. 4,42-44) : en aquel momento Eliseo da de comer a cien personas con 20 panes de cebada, aquello sería un signo de lo que ocurriría en los tiempos de la promesa: ya no serán cien personas, sino cien grupos de cincuenta. Aquella acción de Eliseo sería un signo de la nueva realidad; aquel signo nos remite a la iglesia, en la que el pan repartido y compartido será el signo de la acogida, de la comunión y del servicio que la iglesia realiza: ante la situación que vive la gente, Jesús y los apóstoles salen al encuentro, para afrontar las necesidades del grupo; tranquilamente se podrían haber desatendido. En esta actitud se da el signo de reconocimiento de Jesús.
El hecho está narrado con un gran paralelismo con la escena de Emaus: cae la tarde y no tienen nada qué comer y quieren invitarlos a que se vayan a las aldeas cercanas. En Emaus, es también la tarde caída y Jesús hace ademán de seguir el camino, ellos le invitan a cenar. En ambos momentos, al partir el pan reconocen la presencia de Dios; la solidaridad es signo que nos identifica y nos hace reconocibles ante el mundo, es el AMOR que se manifiesta y se hace palpable: “En esto reconocerán que sois de los míos”
Hoy ha cambiado enormemente la sociedad y, la estructura en la que nos desenvolvemos es completamente diferente, desde la concepción y el empleo del tiempo hasta las formas de convivencia, sin embargo, la solidaridad, la necesidad de encontrarnos, de sentirnos amados, acogidos y escuchados sigue siendo tan fuerte y necesaria para vivir como siempre, la propuesta de Jesús sigue siendo también la misma, la forma será cuestión nuestra, para ir viendo cómo seguimos manteniendo viva la memoria de Jesús.

miércoles, 26 de mayo de 2010

DOMINGO -IX- DEL T. ORDINARIO - C-

SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de los Proverbios 8, 22‑31
Antes de comenzar la tierra, la sabiduría fue engendrada

Así dice la sabiduría de Dios:
«El Señor me estableció al principio de sus tareas, al comienzo de sus obras antiquísimas.
En un tiempo remotísimo fui formada, antes de comenzar la tierra.
Antes de los abismos fui engendrada, antes de los manantiales de las aguas.
Todavía no estaban aplomados los montes, antes de las montañas fui engendrada.
No había hecho aún la tierra y la hierba, ni los primeros terrones del orbe.
Cuando colocaba los cielos, allí estaba yo; cuando trazaba la bóveda sobre la faz del abismo;
cuando sujetaba el cielo en la altura, y fijaba las fuentes abismales.
Cuando ponía un limite al mar, cuyas aguas no traspasan su mandato;
cuando asentaba los cimientos de la tierra, yo estaba junto a él, como aprendiz,
yo era su encanto cotidiano, todo el tiempo jugaba en su presencia:
jugaba con la bola de la tierra, gozaba con los hijos de los hombres.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“EL VERDADERO SABIO”
En la antigüedad, cuando se empieza a hacer la reflexión sobre Dios, su presencia se la percibe en la actitud o capacidad que una persona tiene para ordenar su vida y sus relaciones con los demás, de forma que puede llegar a alcanzar la felicidad; a esa fuerza interior o actitud, se la llama SABIDURÍA y a esto se lo identifica con Dios
“Sabio”, pues, no es el que sabe muchas cosas, sino el que sabe dirigirse en la vida con rectitud y sentido común -que diríamos hoy- de manera que es capaz de aconsejar y orientar a los otros , porque él mismo camina honrada y rectamente.
Quien posee estas cualidades, se le considera una persona sensata que participa de la sabiduría divina, que no tiene límites, pues lo abarca todo en el espacio y en el tiempo: es la sabiduría que ha puesto el orden en las estaciones del tiempo, el movimiento de los astros, la vida en los mares y en todo el universo.
Esta sabiduría de la que participa el hombre, es inteligente, es persona distinta al hombre, es… como el rostro visible en el que el hombre puede reconocer a Dios
El hombre es grande en tanto en cuanto más se deja llenar de esa sabiduría, porque adquiere cada vez una comprensión más grande y amplia de todo el universo; por el contrario, a medida en que se erige como sabedor absoluto, en contraposición a la SABIDURÍA, se autodestruye y se cierra en sus fanatismos, individualismos, nacionalismos, racismos, ostracismos y todos los “ismos” imaginables que no son sino manifestaciones grotescas de la estupidez del hombre.
Esta cerrazón a la sabiduría se ve cada vez con más claridad en lo que llamamos el “mundo civilizado” que basa su poder en la razón y en la técnica y pierde por completo la capacidad de leer los signos de la vida, el lenguaje simbólico de las personas y de las cosas, los detalles del amor y la belleza… y todo lo hace pasar por el filtro del dinero que coloca como canon de valoración de todo.


Salmo responsorial Sal 8, 4‑5. 6‑7a. 7b‑9. (R.: 2a)

R. Señor, dueño nuestro, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos,
la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él,
el ser humano, para darle poder? R.
R. Señor, dueño nuestro, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos. R.
R. Señor, dueño nuestro, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
Todo lo sometiste bajo sus pies:
rebaños de ovejas y toros, y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por el mar. R.
R. Señor, dueño nuestro, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra!


SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5, 1‑5
A Dios, por medio de Cristo, en el amor derramado con el Espíritu

Hermanos:
Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo.
Por él hemos obtenido con la fe el acceso a esta gracia en que estamos; y nos gloriamos, apoyados en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios.
Más aún, hasta nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce constancia, la constancia, virtud probada, la virtud, esperanza, y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN


“EL GRAN REGALO DE JESUCRISTO”

Para S. Pablo, hay algo que lo ha cambiado todo: la situación en la que nos ha dejado Jesús es un privilegio tan grande que ya le importa todo un bledo: ni el dolor, ni la enfermedad, ni la muerte podrán con él, pues tiene seguro el triunfo y eso no va a lograr quitárselo nadie; entonces, una situación adversa, no le va a robar a él el regalo que Dios le ha hecho, por tanto, se trata de aprovechar cualquier situación, del tipo que sea, para sacar de ella lo mejor y fortificar la paciencia que va a necesitar; pues la vida le va a presentar constantemente dificultades y en ellas, la “tribulación produce constancia, la constancia, virtud probada, la virtud, esperanza” y la virtud sólida es la única que fortifica la esperanza.
Ya no necesitamos hacer un esfuerzo para conseguir la santidad, esto es un regalo que Cristo nos lo ha conseguido, basta con aceptarlo y vivir en coherencia, despreocupados de todo, con lo que viviendo en esa coherencia estaremos anunciando la grandeza de Dios. Cristo nos ha conseguido la máxima libertad, ya no estamos bajo el peso de la ley y las cosas las hacemos, no porque nos vengan impuestas, sino porque nacen de nuestra propia conciencia y de nuestra relación con Dios.
Sabiendo que el triunfo está asegurado, es cuestión de jugárselo todo sin restricciones de ningún tipo y sin miedo alguno al fracaso
Para llegar a esta situación de libertad plena, hay un camino que es necesario recorrer: se trata del camino del dolor, de las dificultades e incluso de la persecución que hemos de atravesar y que es lo que, en definitiva, va a probar la autenticidad de nuestra fe y de la esperanza de cada uno, pues sabemos que la vida es lucha y dolor, por tanto, se trata de prepararse para lo que nos vamos a encontrar y no estar pensando en un sueño de color de rosa que jamás vamos a tener.
Siendo esta la realidad, es impresionante ver cómo nos hemos apartado del camino de la felicidad de la forma más tonta imaginable: solo se prepara para el triunfo, huimos constantemente del dolor y de la dificultad, se evita lo desagradable para que no tengamos “traumas” y, hasta de la misma práctica religiosa estamos queriendo quitar la cruz y solo pensamos en la gloria. Es curioso ver cómo se quiere quitar hasta la posibilidad del infierno.


Aleluya Ap 1, 8

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,
al Dios que es, que era y que viene.


EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Juan 16, 12‑15
Todo lo que tiene el Padre es mío; el Espíritu tomará de lo mío y os lo anunciará

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir.
É1 me glorificará, porque recibirá de mi lo que os irá comunicando.
Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que tomará de lo mio y os lo anunciará.»
Palabra del Señor.

REFLEXIÓN


“DAR UNA DE CAL Y OTRA DE ARENA”
Jesús se despide de sus discípulos y viene a decirles que todo esto que han empezado juntos y en lo que han puesto sus vidas, su ilusión, su fuerza,… esto no se va a parar ni se va a destruir; toda esa vida que ha comenzado en ellos ha sido la suya propia y también la del Espíritu Santo que se ha metido en el mismo proyecto y Él no se echa atrás, esto seguirá su curso frente a todas las dificultades que se van a ir presentando; el Padre será coherente y no abandonará lo que ha comenzado. Lo único que se nos pide es la fidelidad y no apartarnos del proyecto (la vid y los sarmientos- Jn. 15-), permanecer unidos al tronco es garantía de éxito. Romper la unidad es aceptar el juicio de condena (Jn. 16,11)
Es curioso ver cómo Jesús no se detiene en darles unas clases teóricas para que tengan ideas de Dios, sino que se dedica a vivir en coherencia con lo que es: “Hijo de Dios” y, como tal vive, no lo puede hacer de otra manera y lo que les enseña es un estilo de vida que nace del Padre y que lo alienta el ESPIRITU SANTO.
“Cuando venga el Espíritu de la Verdad, Él os iluminará”: se trata, pues de una toma de postura en la vida, en la que a medida que vivan entenderán pues en ella nos lo jugamos todo: me pongo a favor o en contra de la verdad; entro en el reino de la luz o me quedo en la oscuridad… todo esto es algo que tiene explicación: o se vive o no se entiende.
No quedará más remedio que definirse y se sabrá quiénes son los suyos y quienes son sus enemigos..
El problema sigue siendo el de siempre: nuestro empeño en compaginar el mandamiento del Señor con los artilugios de la religión, o dicho de otra forma: coger la vía de en medio, con la que intentamos vivir a dos caras: un día en la luz y otro en las tinieblas, convivir con la mentira mientras proclamamos la verdad, tapando la corrupción con ritos y devociones; vivir en la injusticia y encubrirla con limosnas; dicho también de otra forma más fuerte: creando pobres para poder practicar la “caridad” y coger de esa manera una imagen de “buenos”. Soy de Dios, pero convivo y contemporizo con el diablo.
Creo que éste es uno de los problemas más grandes que tenemos los humanos y que ya el mismo Santiago denunciaba en su tiempo, pero que seguimos justificándolo y decimos que para poder vivir tenemos que ir dando una de cal y otra de arena y de esa manera el edificio se nos cae pues nunca llegamos a saber quiénes somos.

miércoles, 19 de mayo de 2010

DOMINGO DE PENTECOSTÉS -C-

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 2, 1‑11
Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar

Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería.
Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos, preguntaban:
—«¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa?
Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua.»
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“EL LENGUAJE DEL ESPÍRITU”
El hombre separado de Dios ha vivido perdido; con la venida del Espíritu Santo cambia completamente la relación de Dios con nosotros y la nuestra propia: Cristo se ha quedado con nosotros, su Espíritu vive en el corazón de cada hombre, su presencia es como el fuego que purifica, destruye, ablanda y destruye todas las impurezas, al que no se le resiste nada que obstaculice la paz, el amor, la justicia, la verdad… por más fuerte que sea
Esta presencia del Espíritu en el corazón del hombre es como un terremoto que lo trastorna todo y que no lo deja estancarse en nada ni quedarse dormido en el odio, en la mentira, en la injusticia…
Es una presencia que nos hace poder entendernos con todo el mundo con el lenguaje del amor, de la paz y de la fraternidad, que es la lengua del Espíritu, llegando a crear la UNIDAD
La presencia del Espíritu hace que los que se abren a Él pierdan el miedo a la violencia, al ridículo y a todos los prejuicios que se pueden montar y que muchas veces nos impiden ser testigos de Jesús y del reino.
La palabra es, sin lugar a duda, la nota más importante que hace al hombre distinto al resto de seres de la tierra, pues le da la capacidad de comunicarse y salir de él mismo y poder ponerse en el lugar del otro capacitándolo para presentar su verdad y comprender la del otro No hay cosa más hermosa que el poder comunicarse. Por lo mismo no hay cosa más retrógrada e inhumana que empecinarse en crear barreras para la comprensión de los seres humanos.



Salmo responsorial Sal 103, 1ab y 24ac. 29bc‑30. 31 y 34 (R.: cf. 30)

R. Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.
Bendice, alma mía, al Señor:
¡Dios mío, qué grande eres!
Cuántas son tus obras, Señor;
la tierra está llena de tus criaturas. R.
R. Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.
Les retiras el aliento, y expiran
y vuelven a ser polvo;
envías tu aliento, y los creas,
y repueblas la faz de la tierra. R.
R. Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.
Gloria a Dios para siempre,
goce el Señor con sus obras.
Que le sea agradable mi poema,
y yo me alegraré con el Señor. R.
R. Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12, 3b‑7. 12‑13
Hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo

Hermanos:
Nadie puede decir: «Jesús es Señor», si no es bajo la acción del Espíritu Santo.
Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.
Porque, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.
Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
“EL ESPÍRITU CREA LA UNIDAD”

Cristo se ha quedado con nosotros; su Espíritu anima y vive en el corazón de cada uno. Este Espíritu es la fuerza y la vida de cada cristiano, nadie escapa a él y todo está movido por Él.
¿Cómo podremos reconocer la presencia del Espíritu en una persona? Fundamentalmente será por la fe y por el sentido que le da a todo lo que hace; cuando esa acción o forma de actuar está guiada por el Espíritu, los resultados son la paz, la unidad, la alegría y la fraternidad y la comprensión mutua; por el contrario, la primera nota que nos indica que el Espíritu del Señor está ausente de una persona o de una comunidad cuando en ella se cultiva la división y el distanciamiento.
De la misma manera, una comunidad que se deja guiar por el Espíritu del Señor, el primer signo que presenta es la UNIDAD, que es el resultado de la puesta en práctica del amor, de la justicia y de la verdad. El Espíritu no puede dividir su cuerpo.
Esta UNIDAD se construye a través de la puesta en practica de los carismas (dones) que el mismo Espíritu da a cada uno de los miembros del cuerpo para que los ponga al servicio del resto, pues cada miembro vela por la vida de los demás y, ninguno que se sienta lleno del Espíritu Santo actúa en beneficio propio.
Para reconocer la autenticidad del Espíritu, S. Pablo propone un signo: “En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común”. Es decir: descubrimos la autenticidad viendo la finalidad con la que actuamos.

SECUENCIA

Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hambre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia,
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.

Aleluya
Ven, Espíritu Santo,
llena los corazones de tus fieles
enciende en ellos la llama de tu amor.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 19‑23
Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.
Recibid el Espíritu Santo

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
—«Paz a vosotros.»
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
—«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.»
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
—«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidas.»
Palabra del Señor.


REFLEXIÓN

“TODOS OÍAN HABLAR EN SU LENGUA”

Toda la vida y obra de Jesús ha venido mirando a este momento: es la HORA de Jesús que tanto tiempo ha esperado.
El proyecto de Dios, desde el principio de los siglos era éste: quedarse a vivir con los hombres, siendo el motor, la fuerza y la vida de este universo que ha creado; Cristo entrega su Espíritu a sus discípulos y con Él su paz, su misión, su autoridad y ellos van a ser de ahora en adelante el instrumento visible ante el mundo de la presencia invisible y viva de Dios.
S. Lucas describía este momento de la entrega del Espíritu Santo con los signos de la lengua, el fuego, el terremoto… que eran formas de decir lo que producía la presencia del Espíritu en cada persona; S. Juan expresa lo mismo de esta forma: el Espíritu del Señor ha sido derramado sobre los apóstoles, que son la célula primera de la iglesia, y con Él se ha dado el perdón y la reconciliación con Dios, que Jesús ha realizado con la inmolación de su cuerpo en la cruz.
La PAZ que Cristo trae es el resultado de la puesta en práctica del amor, de la justicia y de la verdad.
Su acción salvífica ha traído la PAZ a todos los hombres y ahora se continúa con la iglesia a través de cada uno de sus miembros que se han llenado de la vida de su Espíritu.
A partir de ahora todo queda marcado con el signo de la salvación y la esperanza de la resurrección: Todo ha sido asumido por Dios en Cristo, todo tiene ya un destino eterno: ser parte de un mismo cuerpo vivificado por un mismo Espíritu; por tanto, ninguna parte de este cuerpo podrá hacer nada si no es por la fuerza y la vida del cuerpo
Pero de la misma manera que ocurre en el cuerpo humano (físico): un miembro puede enfermarse, mutilarse y morir; de la misma manera en este cuerpo místico, un miembro (persona, institución o colectivo) puede mutilarse y oponerse a la PAZ con lo que se hace portador y constructor de muerte, lo mismo que una célula cancerígena en el cuerpo, puede ir matando a todo el que se le acerque a su alrededor.
Con frecuencia ocurre dentro de sectores de la iglesia que la PAZ se debilita y la UNIDAD se rompe, eso no es obra del Espíritu Santo que siempre buscará la vida y el fortalecimiento de la UNIDAD, sino de aquellos otros miembros particulares que se separan y atentan contra la VIDA.
Este peligro que acecha a la iglesia es una realidad patente y lacerante en la sociedad: podemos pensar en el problema de la lengua actualmente con el empecinamiento de algunos políticos de impedir la comunicación entre los seres humanos y por ella se le impide vivir a muchas familias y se cortan las esperanzas y los sueños a muchos jóvenes. ¿Podremos soñar con un mundo nuevo con estas condiciones que quieren imponer unas minorías acomplejadas?
Cuando vemos la forma de actuar los políticos nos da la sensación que se quiere establecer de nuevo la estructura de Babel antes que el acontecimiento de pentecostés en el que todos oían el mensaje en su propia lengua, es decir todos se podían entender y comunicar, porque el Espíritu rompe todas las barreras.

martes, 11 de mayo de 2010

DOMINGO VII PASCUA -C-

"ASCENSIÓN DEL SEÑOR"


PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 1, 1—11
Lo vieron levantarse

En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo y enseñando hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles, que había escogido, movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo. Se les presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, y, apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del reino de Dios.
Una vez que comían juntos, les recomendó:
—«No os alejéis de Jerusalén; aguardad que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo os he hablado. Juan bautizó con agua, dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo.» Ellos lo rodearon preguntándole:
—«Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?»
Jesús contestó:
—«No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines del mundo.»
Dicho esto, lo vieron levantarse, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Mientras miraban fijos al cielo, viéndolo irse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron:
—«Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse.»
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“NO SOMOS DUEÑOS DEL PROYECTO”
Con este prólogo al libro de los Hechos, S, Lucas lo pone en conexión con el evangelio, vendría a ser como la segunda parte del mismo evangelio en donde se hace una síntesis de todo el ministerio de Jesús, de lo que los apóstoles han sido testigos presenciales de todo lo que ha dicho, hecho y padecido y ahora resucitado; ha sido con ellos con quienes ha compartido y a quienes ha dado el encargo, por tanto, son ellos los únicos que están autorizados, por el mismo Cristo, a dar una explicación de todo lo que ha ocurrido y de establecer los fundamentos para su iglesia.
De todas formas, queda bien claro algo: el proyecto es de Jesús y no de los apóstoles, a quienes no toca ni conocer ni determinar lo que el Padre tiene ya fijado con su poder; a ellos les encomienda que sean testigos de lo que han vivido y, es para eso para lo que los ha elegido y para lo que les enviará; la fuerza del Espíritu Santo será con lo que podrán llevar el mensaje hasta el fin del mundo.
Está claro que el reino que Jesús quiere establecer, no coincide con el concepto que ellos tienen, ni con los intereses que les mueven; es por eso que Jesús les da la misión de proclamar el mensaje, pero el proyecto no lo deja en sus manos, no es de ellos, sino del Padre; a ellos solo les pide que estén disponibles para el Espíritu.
La disponibilidad al Espíritu los va a desestabilizar: los va a sacar de su tierra, como en otro tiempo hizo con Abraham y les va a cambiar su situación de comodidad: “¿Qué hacéis ahí mirando al cielo?” La misión urge, no es momento de perder el tiempo en contemplaciones.
El tema sigue siendo de una actualidad enorme, pues estamos en las mismas condiciones: queriendo manipular y condicionar el mensaje a un montón de situaciones para que responda al esquema que hemos preestablecido, pero sigue escapándosenos de nuestros cálculos.

Salmo responsorial Sal 46, 2‑3. 6‑7. 8‑9 (R.: 6)

R. Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.
Pueblos todos batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor es sublime y terrible,
emperador de toda la tierra. R.
R. Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.
Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas;
tocad para Dios, tocad,
tocad para nuestro Rey, tocad. R.
R. Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.
Porque Dios es el rey del mundo;
tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado. R.
R. Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.


SEGUNDA LECTURA


Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 1, 17‑23
Lo sentó a su derecha en el cielo

Hermanos:
Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os de espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cual es la esperanza a la que os llama, cual la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cual la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro.
Y todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia como cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todos.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“EL CAMPO DE LUCHA”
El comienzo de la carta es una bendición a la comunidad, en la que pide que Dios conceda el Espíritu de sabiduría a cada uno, para que pueda conocer toda la grandeza que Dios nos ha regalado en Cristo.
Conocer todo lo que Cristo nos ha conseguido y nos ha regalado, la esperanza a la que nos ha abierto, la herencia de la que nos ha hecho partícipes, la grandeza a la que nos ha elevado, es uno de los regalos más grandes que nos ha podido hacer, por lo que, S. Pablo hace una alabanza a Dios y una acción de gracias por habernos hecho partícipes.
Tener conciencia plena de esta dimensión, es iluminar toda nuestra existencia, encontrarle sentido a toda nuestra vida, abrirnos a un horizonte de esperanza.
Tenemos la experiencia de aquellas personas que se abrieron al Espíritu y se dejaron iluminar por esta luz, cómo sus vidas cogieron una dimensión universal, que rompe las estructuras y las barreras del espacio y del tiempo.
Sin embargo, siempre nos movemos como entre dos campos magnéticos, que nos atraen con una gran fuerza: un campo nos atrae hacia si diciéndonos: “No sueñes, vive, goza, aprovéchate, pues de tejas para arriba nadie ha venido a contar cómo se vive” y nos hace que desemboquemos en una vida a ras de tierra.
La otra fuerza nos atrae hacia si invitándonos a levantarnos, a mirar al horizonte, a ir más allá de lo que vemos y tocamos, a fiarnos, a dejarnos en sus manos, aunque no entendamos muchas veces, no podamos controlar los resultados: es la fe, que nos abre a la confianza y a la esperanza.
Es el campo de lucha en el que nos movemos a diario y en el que nos jugamos el sentido de nuestra existencia.

Aleluya Mt 28, 19. 20
Id y haced discípulos de todos los pueblos —dice el Señor—
yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.


EVANGELIO
Conclusión del santo evangelio según san Lucas 24, 46‑53
Mientras los bendecía, iba subiendo al cielo

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén.
Vosotros sois testigos de esto. Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido; vosotros quedaos en la ciudad, hasta que os revistáis de la fuerza de lo alto.»
Después los sacó hacia Betania y, levantando las manos, los bendijo.
Y mientras los bendecía se separó de ellos, subiendo hacia el cielo.
Ellos se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.
Palabra del Señor.


REFLEXIÓN

“VIVIR REGALÁNDOSE”

Como podemos observar, el relato que hace S. Lucas en el cap. 24 es la primera parte del que retoma después en el libro de los Hechos
Hay algunos detalles que vale la pena subrayar: el momento lo ubica inmediatamente después de la Pascua, con lo que nos está mostrando que se trata de un único acontecimiento que comienza con la vida y termina con la resurrección, es decir: la victoria de Cristo sobre la muerte coincide con su exaltación: “mientras los bendecía se separó de ellos, y fue llevado al cielo” (Jn. 24,51)
En este momento los discípulos entendieron que todo lo que Jesús había hecho y dijo, era parte de un mismo proyecto que ha terminado aquí y que, ahora, les toca continuar a ellos certificándoles que el mismo fin que ha tenido él, es el que les espera a ellos: el triunfo.
Es importante tener esto en cuenta: Jesús pasó haciendo el bien, bendiciendo, entregando su vida, gastándosela poco a poco, por eso al final, no hace sino completar lo que ha venido haciendo: entregar su vida, no es lo mismo morir entregando la vida que sentir que te la han robado: Su momento final no es un desastre, sino un triunfo.
El día de la “Entrada triunfal” suben a Jerusalén y Jesús les va anunciando su muerte, ahora han cambiado las cosas: les envía para que den testimonio de su resurrección; ellos vuelven llenos de alegría, no para esconderse, sino para dar un testimonio abierto. Aunque sepan que el camino que iniciaron con Él terminará en la resurrección, sin desechar la posibilidad de la cruz.
Nuestro gran problema actual, es el no aceptar que el camino hay que hacerlo, mantener la tensión de muerte (ir gastándose, regalándose, dándose, bendiciendo y no maldiciendo), como la forma más eficaz de construir un mundo nuevo.
Planteada la vida así, Jesús viene a mostrarnos cuál es el final de este camino. Ese es el sentido que celebramos en esta fiesta de la Ascensión del Señor.

miércoles, 5 de mayo de 2010

DOMINGO -VI- DE PASCUA -C-


PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 15, 1‑2. 22‑29
Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas que las indispensables

En aquellos días, unos que bajaron de Judea se pusieron a enseñar a los hermanos que, si no se circuncidaban conforme a la tradición de Moisés, no podían salvarse. Esto provocó un altercado y una violenta discusión con Pablo y Bernabé; y se decidió que Pablo, Bernabé y algunos más subieran a Jerusalén a consultar a los apóstoles y presbíteros sobre la controversia.
Los apóstoles y los presbíteros con toda la Iglesia acordaron entonces elegir algunos de ellos y mandarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé. Eligieron a Judas Barsabá y a Silas, miembros eminentes entre los hermanos, y les entregaron esta carta:
«Los apóstoles y los presbíteros hermanos saludan a los hermanos de Antioquía, Siria y Cilicia convertidos del paganismo.
Nos hemos enterado de que algunos de aquí, sin encargo nuestro, os han alarmado e inquietado con sus palabras. Hemos decidido, por unanimidad, elegir algunos y enviároslos con nuestros queridos Bernabé y Pablo, que han dedicado su vida a la causa de nuestro Señor Jesucristo. En vista de esto, mandamos a Silas y a Judas, que os referirán de palabra lo que sigue: Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas que las indispensables: que os abstengáis de carne sacrificada a los ídolos, de sangre, de animales estrangulados y de la fornicación. Haréis bien en apartaros de todo esto. Salud.»
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“VIVIR EN LA FE Y LA FRATERNIDAD”

Lo mismo que venimos viendo en el libro de los hechos, cómo se van configurando los rasgos que definirán a la iglesia a través de los siglos, de la misma manera van apareciendo los problemas que, desgraciadamente, se irán repitiendo en todas las generaciones.
Cristo había dejado un solo mandamiento: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”. Todo lo demás es secundario; pero para algunos, hay también otras cosas, sin las cuales no son capaces de sostenerse y, poco a poco tienen que ir estableciéndose cosas para que ese amor pueda vivirse en sana convivencia.
Uno de los problemas más fuertes que siempre ha tenido la iglesia ha sido el compaginar el mandamiento de Jesús con las normas de la religión. Fue con lo primero que se topó la comunidad primera, salida de las manos de Jesús: con la “Torá” ¿Qué hacer con ella? ¿Cómo evitar entrar en colisión?
Esto da lugar al primer concilio de la iglesia naciente en Jerusalén, donde los responsables de la iglesia se sientan para ponerse de acuerdo en el camino que deberían seguir, con algo que no podían eludir y que dependía del buen criterio que utilizasen, para que no se rompiera la unidad y la comunión interna.
El problema surge en Antioquia, entre los judíos convertidos al cristianismo y los que vienen de otras religiones. Los judíos no aceptan dejar sus leyes mosaicas y, exigen imponérselas a los paganos; pero al mismo tiempo, quieren compaginarlas con el mandato y el seguimiento a Jesús.
Se reúnen y, Pablo y Bernabé presentan a la asamblea las maravillas que Dios está haciendo entre los gentiles, que no provienen del judaísmo, que no tienen la ley judía y el Espíritu actúa en ellos de la misma manera, eso no se puede despreciar; en cambio, se encuentran con que los provenientes del judaísmo quieren seguir en lo mismo que estaban y se lo quieren imponer a quienes no tienen que ver nada con el judaísmo.
Después de las discusiones, prevalece el criterio sensato de Santiago, que era responsable de la comunidad de Jerusalén, en comunión con los de las demás comunidades y, bajo la fuerza del Espíritu Santo establecen el camino: No se pueden imponer las normas judías a los pueblos paganos. Cristo ha dejado una norma que salta por encima de todas las que venían teniéndose y las asume todas y está por encima de toda norma cultual. Lo principal es establecer un camino de conversión y de muerte al pecado para todos. Todo lo demás es accidental, secundario. Lo importante es ponernos de acuerdo en lo fundamental, para que respetándose, cada uno vaya haciendo su camino sin problemas que le engan impuestos por los demás. Se establecen algunas normas que todos deben acatar, para no diluirse entre los paganos, pues hay el peligro de terminar siendo completamente iguales, con lo que todo da igual: no se debe participar de la carne que se sacrifica a los ídolos, pues estarían diciendo que también ellos los aceptan. Se ha de guardar el respeto a la sangre y se establece la fidelidad y la honradez en el matrimonio como signos que los distinguirán entre los paganos.
Cuando intentamos pasar esta manera de enfrentarse y resolver los problemas y la actitud para aceptar las consignas y las normas de convivencia dentro de la iglesia, y lo comparamos a nuestra vivencia de hoy, es imposible evitar el desconcierto que nos crea al ver a dónde hemos llegado: cada uno se convierte en norma de si mismo y se cree con el derecho a levantarse con la verdad absoluta, cuando la mayoría de las veces ocurre que, vive incluso, completamente apartado de la vida de la comunidad.


Salmo responsorial Sal 66, 2‑3. 5. 6 y 8 (R.: 4)

R. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R.
R. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra. R.
R. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga;
que le teman hasta los confines del orbe. R.
R. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.


SEGUNDA, LECTURA

Lectura del libro del Apocalipsis 21, 10‑14. 22‑23
Me enseñó la ciudad santa, que bajaba del cielo

El ángel me transportó en éxtasis a un monte altísimo, y me enseñó la ciudad santa, Jerusalén, que bajaba del cielo, enviada por Dios, trayendo la gloria de Dios.
Brillaba como una piedra preciosa, como jaspe traslúcido.
Tenía una muralla grande y alta y doce puertas custodiadas por doce ángeles, con doce nombres grabados: los nombres de las tribus de Israel.
A oriente tres puertas, al norte tres puertas, al sur tres puertas, y a occidente tres puertas.
La muralla tenía doce basamentos que llevaban doce nombres: los nombres de los apóstoles del Cordero.
Santuario no vi ninguno, porque es su santuario el Señor Dios todopoderoso y el Cordero.
La ciudad no necesita sol ni luna que la alumbre, porque la gloria de Dios la ilumina y su lámpara es el Cordero.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“¿RELIGIÓN O FE?”

Con esta visión concluye S. Juan el libro del Apocalipsis: aparece la Jerusalén celestial, en contraposición a la Babilonia maldita que ha presentado en el cap. 17 como el prototipo del mal.
En esta “Nueva Jerusalén”, la ciudad santa, se va a expresar la belleza y la luz de Dios. Ya no necesita sol ni luna para que la ilumine, pues brilla con luz propia, es la VERDAD, el AMOR, la JUSTICIA, la PAZ, la LIBERTAD que se imponen con una fuerza extraordinaria, de tal forma que invaden el universo entero y tienen una fuerza y una seguridad como la más fuerte de las murallas.
Pero esta nueva realidad no está cerrada: tiene puertas abiertas a los cuatro puntos cardinales, por donde tienen entrada todos los pueblos de la tierra. Los pilares de esta nueva ciudad son los doce apóstoles, sobre los que se apoya toda la estructura.
En esta nueva ciudad ya no hay un templo que lo centralice todo, pues el verdadero templo es Dios, que habita en el corazón de cada hombre.
Como podemos ver, la descripción que hace Juan no se parece en nada a los mensajes que nos presentan del libro del Apocalipsis, todos los que lo utilizan para asustar a la gente; por el contrario, nos presenta una imagen ideal de lo que ha de ser la iglesia, en la que tienen cabida todos los hombres de la tierra.
El problema seguirá estando en encajar la nueva realidad: Dios habita en el corazón de cada hombre y cada uno se ha de ir convirtiendo en una de esas piedras que constituyen el nuevo templo; pero es más fácil quedarse mirando y cuidando las piedras, los ladrillos, el cemento, las obras de arte… que las piedras vivas. El mismo problema de siempre: ¿Religión o fe?


Aleluya Jn 14, 23
El que me ama guardará mi palabra —dice el Señor—,
y mi Padre lo amará, y vendremos a él.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Juan 14, 23‑29
El Espíritu Santo os irá recordando todo lo que os he dicho

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
— «El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él.
El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.
Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho.
La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: "Me voy y vuelvo a vuestro lado." Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, sigáis creyendo.»
Palabra del Señor.


REFLEXIÓN

“EL ESPÍRITU, LA NUEVA PRESENCIA DE JESÚS”

Jesús se encuentra en los momentos finales de su vida, lo vemos dando las últimas instrucciones a sus discípulos, los comentaristas llaman a este pasaje “El discurso de la despedida”; es un momento de tensión muy fuerte, pues los discípulos presienten que Jesús va a desaparecer: Lo que Él les ha hablado es lo que el Padre le ha dicho, por tanto, su palabra es la del Padre. Escucharlo a Él es escuchar al Padre, amarlo a Él es amar al Padre y, amarlo a Él consiste en cumplir todo lo que les ha venido diciendo y que, ahora resume en un mandato: “Amaos los unos a los otros”
Por tanto, en el amor a los otros se encuentra la presencia de Dios; esto es estar en comunión con Dios y vivir en el Espíritu del Señor.
El momento por el que atraviesan es duro, pues Jesús se va y sienten miedo porque no saben qué hacer; ahora se trata de que demuestren todo lo que dicen: que lo quieren y que están de acuerdo con Él. Jesús les deja claro lo que tienen que hacer: «El Defensor, el Espíritu Santo... será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho».
Pero Jesús no se va, se lo repite varias veces, Él se queda como fuerza, como vida, como esperanza y sentido de todo lo que hacen. Su nueva presencia es VIDA. No los abandona ni los deja huérfanos y desamparados; pero sí ha llegado la hora en que cada uno ha de tomar su decisión y tendrá que definirse, dejándose llenar por su nueva presencia: esta vez no es física, sino espiritual, una presencia a la que hemos de abrir nuestro corazón al misterio divino y dejarnos llenar por él y confiar en él, esto les ayudará a conocer lo que es la PAZ.
De esta forma, Cristo sigue vivo y estando presente en el tiempo y en la historia de los hombres y, su palabra sigue teniendo actualidad y sirve de orientación y de luz.
Este es el cumplimiento de la promesa: Dios se queda con nosotros (Enmanuel): nos deja “SU” paz, que es Él mismo y que, no es igual que la paz que da el mundo, no es una paz como la que solemos experimentar, inspirada y construida en la mentira y en la injusticia, que se circunscribe a un presente acomodado, “SU” paz consiste en la actuación del Espíritu Santo, que es el Espíritu de la Verdad y la Justicia y esto da seguridad:«Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde».
. Cristo es LA PAZ, que se fundamenta en una esperanza de futuro, que nos certifica que nuestra morada está segura en el cielo.
Pero quien no cree nada de esto, cierra su corazón y su mente a la transcendencia, no le interesan los mandatos de Dios, sino los de sus intereses, se incapacita para descubrirlo, no percibe a Dios en el corazón del otro, sino que lo considera su enemigo…Es ahí donde encuentran explicación las palabras de S. Juan:
“La condenación consiste en no creer ni aceptar a Jesús” (Jn. 3,36)
Quizás el gran problema que nos está haciendo temblar hoy en la iglesia, es que no es el Espíritu Santo el que hemos puesto como motor y guía de nuestras vidas, sino los mismos intereses del mundo y, hemos perdido la paz, porque el mundo también la tiene perdida y, cuando esto ocurre, no es posible recuperarla si no es volviendo a Él; no nos queda más remedio que convertirnos a “SU” VERDAD y actuar de cara a ella.