Lectura del profeta Zacarías 9,9‑10
Mira a tu rey que viene a ti modesto
Así dice el Señor: "Alégrate, hija de Sión; canta, hija de Jerusalén; mira a tu rey que viene a ti justo y victorioso; modesto y cabalgando en un asno, en un pollino de borrica. Destruirá los carros de Efraín, los caballos de Jerusalén, romperá los arcos guerreros, dictará la paz a las naciones; dominará de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra."
Palabra de Dios
REFLEXIÓN
“BUSCAMOS LA VERDAD”
El pueblo ha caído en una profunda decepción: ya no sueña con restaurar el templo ni con el esplendor de Israel ni la vuelta a otros tiempos… han sido momentos y situaciones que el pueblo ha desperdiciado y ha llegado a creerse autónomo hasta el punto de despreciar a Dios; está pagando cara su estupidez y en él empieza a surgir una nueva esperanza que no se basará en el poder ni en la fuerza de los carros de guerra, sino en el poder de Yavé que vendrá desde otro ángulo distinto del que el pueblo siempre ha soñado: “a ti justo y victorioso; modesto y cabalgando en un asno”, es desde la sencillez donde romperá de nuevo Dios a renovar todos los esquemas en los que ha caído el pueblo y con los que se ha hundido.
Aunque parezca una locura, hoy sigue siendo la misma esperanza la que subyace en el fondo de todos, aunque estemos atrapados por la hipocresía y la apariencia, pero en el fondo, nadie cree en eso, aunque sean los moldes que se nos han impuesto para vivir y aparentar en el tiempo en que vivimos. Todo el mundo anda huyendo y busca encontrarse con lo auténtico, con la naturaleza, con el silencio…
Salmo responsorial: 144
Mira a tu rey que viene a ti modesto
Así dice el Señor: "Alégrate, hija de Sión; canta, hija de Jerusalén; mira a tu rey que viene a ti justo y victorioso; modesto y cabalgando en un asno, en un pollino de borrica. Destruirá los carros de Efraín, los caballos de Jerusalén, romperá los arcos guerreros, dictará la paz a las naciones; dominará de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra."
Palabra de Dios
REFLEXIÓN
“BUSCAMOS LA VERDAD”
El pueblo ha caído en una profunda decepción: ya no sueña con restaurar el templo ni con el esplendor de Israel ni la vuelta a otros tiempos… han sido momentos y situaciones que el pueblo ha desperdiciado y ha llegado a creerse autónomo hasta el punto de despreciar a Dios; está pagando cara su estupidez y en él empieza a surgir una nueva esperanza que no se basará en el poder ni en la fuerza de los carros de guerra, sino en el poder de Yavé que vendrá desde otro ángulo distinto del que el pueblo siempre ha soñado: “a ti justo y victorioso; modesto y cabalgando en un asno”, es desde la sencillez donde romperá de nuevo Dios a renovar todos los esquemas en los que ha caído el pueblo y con los que se ha hundido.
Aunque parezca una locura, hoy sigue siendo la misma esperanza la que subyace en el fondo de todos, aunque estemos atrapados por la hipocresía y la apariencia, pero en el fondo, nadie cree en eso, aunque sean los moldes que se nos han impuesto para vivir y aparentar en el tiempo en que vivimos. Todo el mundo anda huyendo y busca encontrarse con lo auténtico, con la naturaleza, con el silencio…
Salmo responsorial: 144
Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
Te ensalzaré, Dios mío, mi rey; /
bendeciré tu nombre por siempre jamás. /
Día tras día, te bendeciré /
y alabaré tu nombre por siempre jamás. R.
Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
El Señor es clemente y misericordioso, /
lento a la cólera y rico en piedad; /
el Señor es bueno con todos, /
es cariñoso con todas sus criaturas. R.
Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, /
que te bendigan tus fieles; /
que proclamen la gloria de tu reinado, /
que hablen de tus hazañas. R.
Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
El Señor es fiel a sus palabras, /
bondadoso en todas sus acciones. /
El Señor sostiene a los que van a caer, /
endereza a los que ya se doblan. R.
Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
Lectura de la carta de S. Pablo a los Romanos 8,9.11‑13
Si con el Espíritu dais muerte a las obras del cuerpo, viviréis
Hermanos: Vosotros no estáis sujetos a la carne, sino al espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo.
Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros. Así, pues, hermanos, estamos en deuda, pero no con la carne para vivir carnalmente. Pues si vivís según la carne, vais a la muerte; pero si con el Espíritu dais muerte a las obras del cuerpo, viviréis
Palabra de Dios
REFLEXIÓN
“NI SÍ, NI NO, SINO TODO LO CONTRARIO”
S. Pablo sigue con la reflexión que hace a los cristianos de Roma: si se han bautizado, han muerto a la carne y ya no es la carne la que dicta la conducta de un cristiano, sino el espíritu, que es el que habita en ellos y les da vida.
Pablo no entiende que siendo el espíritu que resucitó a Jesús quien vivifica, sin embargo se siga actuando como si no se tuviera el Espíritu, pues quien actúa así es porque no ha muerto, no tiene el Espíritu de Jesús y si no lo tiene, lógicamente no es de Jesús, aunque esté bautizado, pues no se trata de estar apuntado, ni de haber realizado el rito, sino de haber muerto en realidad y haber dejado que el Espíritu del Señor lo posea.
La reflexión de S. Pablo, llena de lógica, tiene una actualidad enorme y es incomprensible que se la tenga tan marginada, pues hay algo que él no entiende de ninguna manera, porque no se puede entender, el que hayamos maquillado, le hayamos buscado otros sentidos y le hayamos dado otras explicaciones a la realidad, cuando no tiene más que una sola explicación: no puedes encontrar algo en un lugar donde no está.
La reflexión la podemos llevar más allá: Pablo está hablando del bautismo que es la puerta de entrada en la vida cristiana, pero si esa puerta no se ha abierto, en consecuencia no se ha entrado y si no se ha entrado ¿Cómo es que podemos dar, recibir, celebrar y hasta compartir… lo que nunca hemos tenido ni vivido? A no ser que hayamos montado un chiringuito paralelo en el que se “vendan” imitaciones, ya que esto está hoy de moda.
Lectura del santo evangelio según S. Mateo 11,25‑30
Soy manso y humilde de corazón
En aquel tiempo, exclamó Jesús: "Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera."
Palabra del Señor
REFLEXION
“ESO NO VA CON NOSOTROS”
Las palabras de Jesús “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados” parece que están dichas justo en el momento más adecuado y ante la situación que todos vivimos: estamos justamente al comienzo de unas vacaciones, en el momento en que todo el mundo sueña con levantar el pie del acelerador de la vida y salir huyendo a donde nadie nos moleste, a donde nos podamos desconectar del ritmo trepidante en el que estamos inmersos. La oferta de Jesús es exactamente lo que buscamos “encontraréis vuestro descanso”
Pero como siempre ocurre: cuando oímos la palabra de Dios creemos que se refiere a otra cosa, a algo que está fuera de la realidad, que no tiene que ver con nuestra vida y seguimos buscando y nos morimos de sed al lado de la fuente.
Hemos montado un sistema de vida en el que somos piezas que lo mantienen y que solo tienen sentido en función de él, cuando debería ser al contrario: vivimos acelerados, nos falta tiempo para todo, hemos montado un sistema que obliga a hacer el doble de cosas para poder mantenerse, no importa la persona ni el ritmo de la vida. Vivimos en función del TENER y nunca llegamos a poseer todo lo necesario para responder al modelo que se nos impone.
Vivimos sometidos a un ritmo de actividades que está por encima de nuestras posibilidades: ya desde niños no se nos deja vivir la infancia, ni la adolescencia ni la juventud… algo así como cuando la fruta la hacemos crecer a base de hormonas y se la madura en las cámaras frigoríficas, todo va atropellado y miramos a nuestra agenda y todo está saturado de reuniones, de citas, de encuentros, de comidas, de eventos y funcionamos a golpe de reloj y de teléfono y como no nos da tiempo a responder a todo tenemos que poner un contestador y nos obligan a estar siempre localizables y conectados al sistema.
Y si no tenemos bastante con todo lo que nos rodea, nos encontramos con nosotros mismos que somos para nosotros una eterna fuente de insatisfacción, pues no nos salen las cosas como nos gustaría, no llegamos a dar la talla que quisiéramos, andamos mintiendo y solo nosotros nos damos cuenta lo falsos y limitados que somos y por eso vamos manteniendo una imagen que a nosotros mismos nos repugna…
Y vivimos el año entero esperando que lleguen 15 días o un mes mágico de vacaciones en donde vamos a salir huyendo de todo y esperamos reponernos de todo lo que nos tiene agobiados, pero cada año nos ocurre lo mismo y en ciertos momentos estamos deseando que pasen las “vacaciones” para poder descansar pues las vacaciones no dan el descanso ni la paz interior ni la tranquilidad de espíritu que necesitamos y que deseamos como algo vital pues lo único que hicimos fue meter todos los problemas en la maleta, cargarlos en el coche y llevárnoslos a la playa para que les de el sol unos días y después empezar con más fuerza.
No es una tontería lo que el Señor nos está diciendo ni es algo que esté fuera de nuestro ambiente: necesitamos reconciliarnos con la vida, con nosotros mismos, sentirnos bien con nosotros, satisfechos de lo que hemos hecho, disfrutar de lo que hemos hecho y adquirido, vivir con sentido el regalo de la vida, de la gente que está a mi lado; dedicarle el tiempo y la atención que se merece la persona que me quiere y que me está necesitando. Necesito hacer la paz en mi interior, sentirme bien conmigo mismo y con la gente que me rodea, dedicar un espacio a limpiarme de tantos sinsabores, de rencillas, de resentimientos… Necesito gozar de todo aquello bueno que tengo y que Dios me regaló para que lo comparta con los que quiero… necesito sentirme amado y amar como yo sé sin miedos ni reglas que me atormenten. Necesito saber y experimentar que yo soy más importante que todo el dinero que pueda ganar, que todas las cosas que pueda almacenar o los puestos que pueda ocupar… Y esto, solo Dios me lo puede dar en plenitud. Por eso, no se equivoca Jesús cuando nos dice: “yo os aliviaré”