viernes, 17 de diciembre de 2010

DOMINGO IV ADVIENTO -A-

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de Isaías 7, 10‑14
Mirad: la virgen está encinta

En aquellos días, el Señor habló a Acaz:
—«Pide una señal al Señor, tu Dios:
en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo.»
Respondió Acaz:
—«No la pido, no quiero tentar al Señor.»
Entonces dijo Dios:
—«Escucha, casa de David: ¿no os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará una señal:
Mirad:
la virgen está encinta y da a luz un hijo,
y le pondrá por nombre Emmanuel
que significa: “Dios‑con‑nosotros”.»
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN:


“CUANDO EL PUEBLO PIERDE EL HORIZONTE”
El momento que nos presenta Isaías es crítico: los reyes vecinos quieren implicar en la guerra a Acaz y éste tiene miedo; entonces, busca una alianza justamente con el enemigo, el rey de Asiria con lo que se somete al dominio asirio.
El profeta Isaías le ataja invitándole a tener fe, a fiarse de Dios y le propone pedir una prueba para que se sienta seguro, a lo que Acaz, asustado no quiere pedir nada, y dora la respuesta diciendo que no quiere tentar a Dios, pero lo que hay en el fondo es desconfianza. Entonces Isaías le ofrece una señal que Dios le va a dar: “una niña está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel que significa: “Dios‑con‑nosotros”.»
Efectivamente, parece una tontería que una joven dé a luz y que el niño que nace sea el signo de un nuevo orden… esto es algo que, para una persona sin fe no dice nada. Pero para el creyente tiene una fuerza enorme, pues le está diciendo que Dios ha optado por su pueblo y que no nos abandona, que la fuerza del mal no podrá contra nosotros…” y todo esto nos da confianza y nos abre a un horizonte nuevo de esperanza.
Es muy probable que sea justamente ésta la causa de nuestro problema: hemos perdido la capacidad de leer los signos que Dios nos va presentando de su presencia entre nosotros y hemos perdido la esperanza en la posibilidad de que se abra otro horizonte en nuestras vidas.


Salmo responsorial Sal 23, 1‑2. 3‑4ab. 5‑6 (R.: cf. 7c y 10b)

R. Va entrar el Señor, él es el Rey de la gloria.
Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos. R.
R. Va entrar el Señor, él es el Rey de la gloria.
¿Quien puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes
y puro de corazón,
que no confía en los ídolos. R.
R. Va entrar el Señor, él es el Rey de la gloria.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 1, 1‑7
Jesucristo, de la estirpe de David, Hijo de Dios

Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado a ser apóstol, escogido para anunciar el Evangelio de Dios.
Este Evangelio, prometido ya por sus profetas en las Escrituras santas, se refiere a su Hijo, nacido, según la carne, de la estirpe de David; constituido, según el Espíritu Santo, Hijo de Dios, con pleno poder por su resurrección de la muerte: Jesucristo, nuestro Señor.
Por él hemos recibido este don y esta misión: hacer que todos los gentiles respondan a la fe, para gloria de su nombre. Entre ellos estáis también vosotros, llamados por Cristo Jesús.
A todos los de Roma, a quienes Dios ama y ha llamado a formar parte de los santos, os deseo la gracia y la paz de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN


“¿CON QUIÉN NOS PODRÁN IDENTIFICAR?

Pablo comienza la cara a los romanos presentándose y no lo hace dando sus datos personales ni presentando sus títulos, sino indicando que ha sido llamado a dar testimonio de Jesucristo, Hijo Único de Dios, nacido de la estirpe de David, en cuanto humano y constituido por Dios como juez de vivos y muertos… Es decir: para presentarse él, hace la presentación de Jesucristo, que es lo que le da sentido a su misma presencia que él considera un instrumento que Cristo ha determinado utilizar para proclamar su proyecto de salvación.
Pablo entiende que su vida y su persona únicamente tienen sentido insertados en Cristo y su proyecto.
Al leer esta presentación de Pablo a los cristianos de roma, no podemos dejar de referirla a la iglesia entera y a cualquier comunidad particular: cómo nos presentamos, qué ofrecemos, qué proclamamos, al servicio de qué y de quién nos presentamos, con quién nos pueden identificar…?

Aleluya Mt 1, 23

Aleluya, aleluya.
Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo
y le pondrá por nombre Emmanuel,
Dios‑con‑nosotros.
Aleluya.

EVANGELIO


Lectura del santo Evangelio según san Mateo 1, 18‑24
Jesús nacerá de María, desposada con José, hijo de David

El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
—«José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.»
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el profeta:
Mirad:
la Virgen concebirá y dará a luz un hijo
y le pondrá por nombre Emmanuel
que significa “Dios‑con‑nosotros”.»
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.
Palabra de Dios


“EL PENSAMIENTO DE DIOS NO ES EL DEL HOMBRE”

El pasaje es la continuación de la genealogía de Jesús con la que se quiere insistir en que Jesús es Dios, que se ha insertado en la historia humana, haciéndose hombre y asumiendo todas las consecuencias del hecho.
Desde este momento, a Dios no es posible buscarlo ni encontrarlo en otro lado; es la historia un lugar privilegiado de encuentro con Dios, porque Él mismo así lo decidió en su plan de salvación.
Independientemente de todos los problemas dialécticos que podamos montar y que puedan acarrear el intento de dar una explicación mínimamente razonable y comprensible, este es el meollo del misterio del amor de Dios, que es capaz de jugárselo todo por el hombre.
¿Es tan grande el hombre que Dios hace por él lo que excede a la capacidad que el mismo hombre tiene de comprensión y de imaginación?
Sin embargo, frente a esto, nos encontramos la contradicción del mismo hombre: ¿Es posible que el hombre sea tan sumamente estúpido que coloque al ser humano por debajo de una simple hierba o una alimaña?