martes, 7 de diciembre de 2010

DOMINGO III ADVIENTO -A-

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de Isaías 35, 1-6a. 10
Dios viene en persona y os salvará

El desierto y el yermo se regocijarán,
se alegrarán el páramo y la estepa,
florecerá como flor de narciso,
se alegrará con gozo y alegría.
Tiene la gloria del Líbano
la belleza del Carmelo y del Sarión.
Ellos verán la gloria del Señor,
la belleza de nuestro Dios.
Fortaleced las manos débiles,
robusteced las rodillas vacilantes;
decid a los cobardes de corazón:
«Sed fuertes, no temáis.
Mirad a vuestro Dios,
que trae el desquite;
viene en persona, resarcirá y os salvará.»
Se despegarán los ojos del ciego,
los oídos del sordo se abrirán,
saltará como un ciervo el cojo,
la lengua del mudo cantará,
y volverán los rescatados del Señor.
Vendrán a Sión con cánticos:
en cabeza, alegría perpetua;
siguiéndolos, gozo y alegría.
Pena y aflicción se alejarán.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“SECAR LAS RAÍCES DEL BIEN”

Frente al desierto y al yermo por el que está atravesando el pueblo, el profeta Isaías anuncia una transformación total y radical, que va a ser observada, no solo por el pueblo de Israel, sino por todos los pueblos de la tierra. El profeta pone la imagen de la estepa y el yermo transformados en jardín para que puedan imaginarse lo que puede hacer Dios.
Pero no esta transformación que anuncia, no son ellos los que la van a hacer, sino que va a ser Dios mismo quien la realice; Él solo pide la confianza y el que lo dejen actuar y no se opongan, por eso pide que pierdan el miedo, que confíen en Él, que los cobardes no se echen atrás… “Dios mismo viene en persona a salvarlos”, Él viene dispuesto a ponerse del lado del pobre y a hacer justicia: “Trae la venganza y el desquite”.
Dios va a tener en cuenta todo lo que se ha hecho con buena voluntad, no va a dejar sin recompensa a nadie.
Esta situación va a hacer que se recupere la confianza que se ha perdido, que se fortalezcan aquellos que estaban desanimados y que se afiancen los que ya estaban seguros. Todo esto va a dar lugar a que se despeje el horizonte y se abra un camino por el que van a poder caminar todos: los ciegos, los cojos, los sordos… sin que sea excluido nadie, y por el que puedan conducirse todos sin miedo y en completa libertad.
La verdad es que, cuando hoy leemos esto e intentamos traducirlo a nuestra realidad, cuesta mucho encajarlo, debido a que la gente no tiene ganas de cambiar, se siente muy a gusto como está y con lo que tiene, se consideran autosuficientes y no le ven más transcendencia a la vida; desprecian a Dios y lo consideran un estorbo para su existencia.
Y es que nos han quitado la capacidad de reacción, han secado las raíces de la solidaridad y de la fraternidad y han borrado el futuro del hombre centrándolo todo en el estómago y lo han cegado para la injusticia, la mentira, la corrupción… aceptando que esa es la forma más correcta y posible de vivir.


Salmo responsorial Sal 145, 7. 8-9a. 9bc-10 (R.: cf. Is 35, 4)

R. Ven, Señor, a salvarnos

El Señor mantiene su fidelidad perpetuamente,
hace justicia a los oprimidos,
da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos. R.
R. Ven, Señor, a salvarnos
El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos,
el Señor guarda a los peregrinos. R:
R. Ven, Señor, a salvarnos
Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente;
tu Dios, Sión, de edad en edad. R.
R. Ven, Señor, a salvarnos

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol Santiago 5, 7‑10
Manteneos firmes, porque la venida del Señor está cerca

Tened paciencia, hermanos, hasta la venida del Señor.
El labrador aguarda paciente el fruto valioso de la tierra, mientras recibe la lluvia temprana y tardía.
Tened paciencia también vosotros, manteneos firmes, porque la venida del Señor está cerca.
No os quejéis, hermanos, unos de otros para no ser condenados. Mirad que el juez está ya a la puerta.
Tomad, hermanos, como ejemplo de sufrimiento y de paciencia a los profetas, que hablaron en nombre del Señor.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“DEJAR QUE NAZCA EL REINO”

El apóstol Santiago tiene bien presente toda la tradición judía cargada de sabiduría popular que le dice que hay que mantenerse en una actitud positiva y no dejarse amilanar ni vencer por las dificultades que presenta la vida y al mismo tiempo, tiene presente el referente de Jesús que es el modelo perfecto, pues se mantuvo integro frente a todas las presiones que el ambiente de su tiempo le presentó: el reino que Él ha traído es algo irreversible, ya no hay vuelta atrás, es algo por lo que vale la pena jugarse la vida, como lo hizo Él; es algo que se ha sembrado y ya solo se espera la cosecha.
Santiago pone el ejemplo del agricultor, que goza con el simple hecho de sembrar y no duda de que la semilla germinará y, por lo mismo, hace todo lo posible para facilitar el crecimiento y la maduración; esa misma actitud es la que nosotros debemos tener de cara al reino de Dios facilitando la justicia, la verdad, el amor y la paz.
El momento en que la iglesia entiende esto, se convierte en un instrumento eficaz de esperanza; cuando, por el contrario, busca otros intereses, se convierte en el obstáculo que va sembrando semillas que dañan la cosecha y aminora la energía.

Aleluya Lc 4, 18

Aleluya, aleluya.
El Espíritu del Señor está sobre mí;
me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres.
Aleluya.


EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Mateo 11, 2‑11
¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?

En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, le mandó a preguntar por medio de sus discípulos:
—«¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?»
Jesús les respondió:
—«Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo:
los ciegos ven, y los inválidos andan;
los leprosos quedan limpios, y los sordos oyen;
los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio.
¡Y dichoso el que no se escandalice de mí!»
Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan:
—«¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué fuisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta?
Sí, os digo, y más que profeta; él es de quien está escrito:
“Yo envío mi mensajero delante de ti, para que prepare el camino ante ti.”
Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él.»

Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

“ESTAR ABIERTOS AL CAMBIO”
Juan Bautista se presenta como el modelo del hombre que espera el cambio y está dispuesto a incorporarse a él.
Ve que el pueblo ha llegado a cotas lamentables de destrucción: han llegado a pensar que es así como se tiene que vivir, que es inútil esperar otra cosa, que la injusticia ha existido siempre y que unos han de estar encima, aplastando a los otros.
Juan entiende que el cambio no va a empezar por lo alto, por los dirigentes; es un absurdo pensar que estos se conviertan y pongan las cosas de forma que, se sientan perjudicados en sus intereses, eso es una utopía que no va a ocurrir nunca, por eso, de forma distinta a como hace Isaías, y el resto de profetas, en lugar de irse al templo y fustigar a los poderosos, se va al desierto, allí donde el hombre se encuentra consigo mismo, donde puede escuchar a Dios que le habla y donde no tiene más remedio que responderle. El cambio ha de empezar desde abajo, enderezando todo lo que hay torcido en el corazón.
Juan está seguro que ha llegado la hora, que no se puede continuas en esa actitud pasiva en la que viven y envía una comisión a preguntar a Jesús si Él es el Mesías esperado y cuál es el camino que hay que seguir, pues él se está jugando la vida por una causa en la que cree: está convencido que hay que abrir el corazón a la propuesta de Dios.
Jesús le responde no con una receta ideológica, sino con lo que Él está haciendo, indicándole signos que se están dando, y que indican que, eso mismo que Juan espera ya está aquí, es cuestión de que abra los ojos.Jesús sabe que alguien que tiene la actitud de Juan, sabe interpretar perfectamente la realidad y, por tanto, la misma respuesta que le da, es ya una invitación a Juan a dejar la imagen y la esperanza que en un momento ha podido tener del Mesías y de los deseos de grandeza de Israel