viernes, 8 de enero de 2010

DOMINGO -I- DEL T. ORDINARIO -Bautismo del Señor- C-




PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de (Isaías 42, 1‑4. 6‑7
Mirad a mi siervo, a quien prefiero

Así dice el Señor:
“Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero.
Sobre él he puesto mi espíritu, para que traiga el derecho a las naciones.
No gritará, no clamará, no voceará por las calles.
La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará.
Promoverá fielmente el derecho, no vacilará ni se quebrará,
hasta implantar el derecho en la tierra, y sus leyes que esperan las islas.
Yo, el Señor, te he llamado con justicia, te he cogido de la mano,
te he formado, y te he hecho alianza de un pueblo, luz de las naciones.
Para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión,
y de la mazmorra a los que habitan las tinieblas.”
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN

“EL PODER DEL AMOR”

La imagen que nos presenta aquí el profeta Isaías es la de un siervo que sufre y que encarna la situación por la que atraviesa el pueblo o también la de algunas personas que sufren y que luchan para librar al pueblo de la situación en la que se encuentra.
En el N.T. la imagen de este siervo que sufre y que lucha es aplicada a Jesús.
El “Siervo” que presenta la lectura es la persona a la que se le ha encargado la misión de levantar al pueblo de la postración en la que se encuentra y la de restaurar la alianza con Dios rota por el pueblo.
Para poder hacer todo esto, es necesario una persona especial escogida por Dios y llena de su Espíritu capaz de realizar esta empresa.
El pasaje nos muestra la actitud cómo se ha de presentar para realizar esta misión, por supuesto, de una forma completamente diferente a como lo haríamos nosotros: sus armas no son la violencia, el poder, las armas, la opresión, la guerra, la imposición... sino todo lo contario: serán la sencillez, la bondad, la humildad, la escucha, la paciencia, el perdón...
Pero este “Siervo” aparece dotado de una gran capacidad de aguante del sufrimiento y de paciencia. Las armas que utilizará serán las de la paz.
Él va a restaurar al hombre caído restaurando su naturaleza humana y recuperando la libertad de los hijos de Dios para todos.


Salmo responsorial 28, la y 2. 3ac4. 3b y 9b‑10 (R.: 11b)

R. El Señor bendice a su pueblo con la paz.
Hijos de Dios, aclamad al Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor,
postraos ante el Señor en el atrio sagrado.
R. El Señor bendice a su pueblo con la paz.
La voz del Señor sobre las aguas,
el Señor sobre las aguas torrenciales.
La voz del Señor es potente,
la voz del Señor es magnífica.
R. El Señor bendice a su pueblo con la paz. .
El Dios de la gloria ha tronado.
En su templo un grito unánime: «¡Gloria!»
El Señor se sienta por encima del aguacero,
el Señor se sienta como rey eterno.
R. El Señor bendice a su pueblo con la paz. .


SEGUNDA LECTURA

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 10, 34‑38
Ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo

En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo:
-“Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea. Envió su palabra a los israelitas, anunciando la paz que traería Jesucristo, el Señor de todos.
Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.”
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN

“EL BAUTISMO, SELLO DE IDENTIDAD”

El pasaje del libro de los Hechos nos muestra el momento en que Pedro va a bautizar a Cornelio en Cesarea y hace referencia al bautismo de Juan como algo que sirve de preparación para lo que traería Jesús: mientras Juan no realiza más que un rito penitencial, Jesús ha roto todos los esquemas y con su bautismo ha restaurado la naturaleza humana con lo que ya no hay barreras y todos los hombres participan de su salvación; es por lo que encuentra sentido el bautismo de Cornelio: todos los hombres de todas las razas, lenguas y culturas están llamados a la salvación sin diferencia ni distinción.
Jesús ha hecho de la humanidad un único pueblo de hijos de Dios. Esto ha sido un anuncio de salvación para toda la humanidad.
Frente a esta realidad que Cristo nos trae, derribando todo tipo de barreras, incluso las más fuertes, como podría ser la barrera entre Dios y los hombres, frente a esta actitud por parte de Dios, contrasta la de los hombres que no hacen otra cosa que levantar barreras con el racismo, los nacionalismos...

Aleluya . Mc 9, 7
Se abrió el cielo, y se oyó la voz del Padre:
«Éste es mi Hijo amado; escuchadlo.»


EVANGELIO


Lectura del santo evangelio según san Lucas 3, 15‑16. 21‑22
Jesús se bautizó. Mientras oraba, se abrió el cielo

En aquel tiempo, el pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos:
-“Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego.”
En un bautismo general, Jesús también se bautizó. Y, mientras oraba, se abrió el cielo, bajó el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma, y vino una voz del cielo:
-“Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto.”
Palabra del Señor.

“CADA UNO EN SU SITIO”

S. Lucas quiere dejar bien claro cuál es la diferencia entre el bautismo de Juan y el de Jesús: Lo que Juan hace no es más que un rito de purificación que expresa el arrepentimiento y la conversión de los pecados; el Bautismo de Jesús significa la transformación total de la persona que ha sido llenada por el Espíritu Santo y hecha hija de Dios.
Otra cosa que quiere dejar clara es la figura de cada uno: Juan no es más que el que viene preparando la venida del que ha sido anunciado por todos los profetas, el no hace sino preparar el camino para que entre Jesús; lo que hace, su bautismo, no es más que una preparación para poder recibir el que trae Jesús; él mismo se considera indigno de desatar la correa de la sandalia de Jesús.
Jesús, en cambio, es el esperado, el anunciado por los profetas, el que tenía que venir y el momento de su bautismo se convierte en la presentación ante el pueblo por parte de Dios Padre de Jesús como el Mesías ungido y lleno del Espíritu Santo: “Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto.”.
La aclaración que hace S. Lucas no es gratuita ni algo que responda a unos intereses particulares, sino a algo que fue necesario aclarar ya que en los primeros momentos de la vida de la iglesia ya hubo problemas por este tema: los discípulos de Juan comenzaron a oponerse a los de Jesús porque sostenían la primacía de Juan sobre Jesús ya que Éste se había dejado bautizar por Juan y, por tanto, se había hecho discípulo suyo.
En otro orden y de otras formas, la controversia sigue hasta nuestros días: hay gente que sigue identificando el bautismo de Jesús con el de Juan, es decir: vemos que ni aquellos primeros, ni después de 2000 años los siguientes, siguen sin interesarse ni asumir lo que ocurrió con la venida de Jesús y seguimos midiéndonos en cotas de poder en lugar de mirar a Juan y a Jesús.