martes, 12 de enero de 2010

DOMINGO -II- DEL T. ORDINARIO -C-





PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de Isaías 62, 1‑5
La alegría que encuentra el esposo con su esposa, la encontrara tu Dios contigo

Por amor de Sión no callaré, por amor de Jerusalén no descansaré,
hasta que rompa la aurora de su justicia, y su salvación llamee como antorcha.
Los pueblos verán tu justicia, y los reyes tu gloria;
te pondrán un nombre nuevo, pronunciado por la boca del Señor.
Serás corona fúlgida en la mano del Señor y diadema real en la palma de tu Dios.
Ya no te llamarán “Abandonada”, ni a tu tierra “Devastada”;
a ti te llamarán “Mi favorita”, y a tu tierra “Desposada”,
porque el Señor te prefiere a ti, y tu tierra tendrá marido.
Como un joven se casa con su novia, así te desposa el que te construyó;
la alegría que encuentra el marido con su esposa, la encontrará tu Dios contigo.
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN


“LA FIDELIDAD DE DIOS FRENTE A LA TERQUEDAD DEL PUEBLO”
El momento histórico se sitúa en el año 538 a. C. en el que Ciro da un edicto por el que se concede la libertad a todos los exiliados israelitas y se les permite la vuelta a su tierra y la reconstrucción del templo.
El profeta hace una interpretación de este acontecimiento como una manifestación clarísima de Dios que ha puesto su mano en el corazón de Ciro para que conceda la libertad a los israelitas.
Es un gesto que indica el perdón que Dios ha dado a su pueblo, quien, como mujer adúltera, lo ha abandonado y Dios lo acoge de nuevo y borra todos sus pecados.
El hecho lo describe como una escena de boda en la que el novio a coge a la novia y la desposa como su mujer amada y preferida, sin tenerle en cuenta ninguna de sus equivocaciones del pasado.
En el pasaje hay algo que es interesante: no aparece ningún movimiento de arrepentimiento, de conversión, de cambio, de gratitud como respuesta por parte del pueblo, ni tampoco su fidelidad, su reconocimiento… lo que aquí queda claro y patente es el amor gratuito y total por parte de Dios que sigue dispuesto a brindar de nuevo su alianza de amor con su pueblo.
El profeta presenta con toda claridad la fidelidad de Dios, su amor incondicional; la fidelidad y la respuesta del pueblo será otra historia muy distinta, es más: la grandeza y la gloria de Dios no será reconocida por el pueblo, sino por otros pueblos extranjeros y por otros reyes que quedarán maravillados por los portentos que Dios hace con su pueblo, pero no por el reconocimiento que el pueblo hace del bien recibido.
El tema sigue candente, como si fuera la asignatura pendiente del ser humano: la incapacidad de reconocer el bien que ha recibido y responder con gestos de agradecimiento y lealtad, siendo capaz de asumir su propia ruina antes que dar su brazo a torcer.

Salmo responsorial 95, 1‑2a. 2b‑3. 7‑8a. 9‑10a y c (R.: 3)

R. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre.
R. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Proclamad día tras día su victoria,
contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones.
R. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor.
R. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Postraos ante el Señor en el atrio sagrado,
tiemble en su presencia la tierra toda.
Decid a los pueblos: *El Señor es rey,
él gobierna a los pueblos rectamente.+
R. Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.


SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12, 4‑11
El mismo y único Espíritu reparte a cada uno como a él le parece

Hermanos:
Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos.
En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.
Y así uno recibe del Espíritu el hablar con sabiduría; otro, el hablar con inteligencia, según el mismo Espíritu.
Hay quien, por el mismo Espíritu, recibe el don de la fe; y otro, por el mismo Espíritu, don de curar. A éste le han concedido hacer milagros; a aquél, profetizar. A otro, distinguir los buenos y malos espíritus. A uno, la diversidad de lenguas; a otro, el don de interpretarlas.
El mismo y único Espíritu obra todo esto, repartiendo a cada uno en particular como a él le parece.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“LA TENTACION DE LA AUTOSUFICIENCIA”

Pablo se dirige a la comunidad de Corinto, que es una iglesia viva y pujante, en la que los carismas tienen una fuerza enorme y cada uno es responsable de lo suyo convirtiéndose la comunidad en un referente para otras comunidades eclesiales.
No obstante, acecha el peligro y la tentación de la autosuficiencia: creerse cada uno de sus miembros poseedor exclusivo del Espíritu y, por tanto, único experto en su materia y pueden olvidarse de algo que es clave: los carismas no son bienes particulares, sino del Espíritu, que es quien los reparte según conviene al cuerpo, que es la iglesia, y no al individuo; por tanto, para que un don pueda considerarse signo de la presencia viva del Espíritu Santo, ha de estar en conexión y en función del resto del cuerpo, para el bien común y no en contra de este o para el bien privado.
Un carisma que no ayuda al crecimiento del resto, no es expresión del Espíritu Santo. La verdadera caridad, el signo de la verdadera presencia del Espíritu Santo, está en la capacidad de colaboración entre los creyentes, que hacen lo posible para hacer crecer al cuerpo entero.
Esto tiene una importancia enorme en nuestros días, ante la multitud de expertos que creen tener cada uno la receta de la verdad y, sobre todo, saben siempre cómo deben actuar los demás pero jamás se enteran de cómo han de actuar ellos.


Aleluya 2 Ts 2, 14
Dios nos llamó por medio del Evangelio, para que sea nuestra gloria la de nuestro Señor Jesucristo.

EVANGELIO


Lectura del santo evangelio según san Juan 2, 1‑11
En Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos

En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.
Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo:
-“o les queda vino.”
Jesús le contestó:
-“Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora.”
Su madre dijo a los sirvientes:
-“Haced lo que él diga.”
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.
Jesús les dijo:
-“Llenad las tinajas de agua.”
Y las llenaron hasta arriba.
Entonces les mandó:
-“Sacad ahora y llevádselo al mayordomo.”
Ellos se lo llevaron.
El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo:
-“Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora.”
Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en él.
Palabra del Señor

REFLEXIÓN


“JESÚS ES EL VINO DE LA NUEVA ALIANZA”

El domingo anterior veíamos como Dios Padre hace la presentación de Jesús en el Jordán: Él es “Su Hijo amado”
Ahora, en Caná de Galilea es Jesús mismo quien se manifiesta e indica por dónde va su “mesianismo”: no es un político de esos iluminados que van por el mundo dándoselas de mesías salvador del pueblo.
Para S. Juan este es un momento muy importante en el que va a exponer cómo es el modelo de todos los signos o manifestaciones que Jesús hará de la presencia del reino de Dios entre nosotros.
Lo importante de cada uno de los signos que hace Jesús será siempre: la manifestación de la gloria de Dios y la oferta de la fe, de forma que: si no es percibido así, no produce efecto en la persona; de hecho, mucha gente vio cosas maravillosas en Jesús y en lugar de creer en la presencia de Dios en aquellas manifestaciones, salieron escandalizados.
Todo el contexto del milagro de Cana nos está hablando del programa de Jesús: El ha venido a realizar la Nueva Alianza de Dios con los hombres con la que va a cambiar radicalmente la situación del hombre. Para esta manifestación aparece el ecenario de una boda, con clarísima resonancia bíblica: un matrimonio es una alianza de amor. En este matrimonio se acaba el vino que es el instrumento que anima la alegría de la boda y aparece un vino nuevo que ha sustituído al agua de las purificaciones rituales; Cristo ha roto todos los protocolos y se ha convertido en el vino nuevo, en el único motivo de alegría, en el único que purifica.
En este escenario aparece María, atenta a las necesidades de los contrayentes e intercediendo para que no se acabe la alegría… Ella es la imagen visible de la iglesia, la esposa de Cristo, sujeto de la Nueva Alianza que confía plenamente en su esposo y se deja en sus manos: “Haced lo que Él os diga”.
Este es el marco en el que Jesús encuadra también una de las realidades humanas más importantes: la unión del hombre y de la mujer que nacieron y fueron creados para amarse y como fruto del amor generar la vida y en ella la imagen de Dios a semejanza de cómo Él lo hace.
El pasaje de hoy y todo la trama que nos presenta la palabra de Dios: el afán de busqueda del hombre, como el padre o la madre que no se conforma con dejar desamparado a su hijo y hace todos los posibles por recuperarlo y reconducirlo a la felicidad… necesariamente nos acerca a la realidad de la familia, del matrimonio actual en donde tantas veces existen desestabilizaciones (se acaba el vino) y cuando esto ocurre entra el desorden y el caos; lo que estaba llamado a ser una fiesta en la que la alegría es la base de toda las relaciones, se convierte en un problema y cada uno acusa al otro de tener la culpa y de ser el causante del desastre.
En esta situación el camino fácil es la ruptura, pero no es precisamente el más eficaz ni el que devuelve la alegría y la estabilidad a la “fiesta”.
Con frecuencia se olvida que a esta fiesta fue invitado Jesús y María que ambos la hacen suya y se implican hasta el punto que en el momento en que entra el problema, cuando éste llega al esposo ya está resuelto. N
o deja de doler el ver cómo algo tan grande y sagrado que Dios toma para que sea signo de su amor y su presencia entre los hombres, hayamos sacado a Dios de él y lo hayamos degradado hasta ponerlo muy por debajo del nivel primario de los animales convirtiéndose en intrumento no de vida, sino de opresión y degradación humana y hasta en instrumento de comercio y explotación.