miércoles, 8 de abril de 2009

DOMINGO -I- DE PASCUA -B-




PRIMERA LECTURA

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 10, 34a. 37‑43
Nosotros hemos comido y bebido con él, después de su resurrección

En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: Hermanos: Vosotros conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo; porque Dios estaba con él.
Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver, no a todo el pueblo, sino a los testigos que él había designado: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su resurrección.
Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que los que creen en él reciben, por su nombre, el perdón de los pecados.
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN

“CRISTO NO ES UNA IDEA”

¡Por fin! Pedro fue capaz de superar el esquema estricto de la ley en el que se movía y que le impedía ver más allá de la letra muerta y fría que le obligaba a obedecer ciegamente y se da cuenta que, por encima de la ley está la vida, pues la letra de la ley es expresión interesada de hombres, mientras que la VIDA es la manifestación amorosa de Dios para los hombres; por la ley, los paganos están excluidos, pero por la VIDA todos los hombres recuperan su dignidad.
Cristo ha roto esta gran cadena que esclaviza: “Él pasó haciendo el bien” por encima de las normas políticas, sociales y religiosas, “curando a los oprimidos por el diablo”. Esto es lo que ha visto Pedro, esto es lo que ha oído y ha palpado y de esto es de lo que da testimonio, esto no son ideas discutibles ni normas que se imponen.
Pero al mismo tiempo que ha constatado esta realidad, también ha observado cómo a todo ese bien que se ha hecho se le ha respondido con la muerte; también ésta es otra realidad que ya no se puede cambiar ni justificar, esto es lo que él ha vivido y de esto habla: “Nosotros hemos vivido y comido con él” y nos ha encargado anunciar que ha traído la salvación, que ha conseguido el perdón para todos y ha sido establecido como juez de vivos y muertos.
El gran problema nuestro es que en una gran cantidad de momentos y en nuestra vida en general de cristianos, no hablamos de una “experiencia” de encuentro con Cristo Resucitado, al estilo de Pablo, o de tantos hombres y mujeres que les produjo un cambio radical en sus vidas, lo mismo que le ocurrió a Pedro; nosotros hablamos con frecuencia de unas ideas, de unas normas, de unas doctrinas… que en muchos casos ni nosotros mismos aceptamos, y es por eso que no somos capaces de convencer a nadie y menos aún de transmitir esperanza, alegría e ilusión.


Salmo responsorial Sal 117, 1‑ 2. 16ab‑17. 22‑23

V/. Este es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.
R/. Este es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.
V/. Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia.
R/. Este es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.
V/. La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa.
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
R/. Este es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.
V/. La piedra que desecharon los arquitectos,
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
R/. Este es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.


SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Colosenses 3, 1‑4.
Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo

Hermanos :
Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra.
Porque habéis muerto; y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros apareceréis, juntamente con él, en gloria.
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN

“VIVIR EN COHERENCIA”

Para Pablo hay algo que no tiene explicación: Si Cristo nos ha redimido y en el bautismo hemos sido renacidos como hombres nuevos, ¿cómo podemos seguir mirando atrás, estancados en viejos esquemas de muerte, vivir dándole vueltas a un pasado que ya no existe?.
Con la resurrección de Cristo, todo ha cogido un sentido completamente nuevo, todo ha sido “recreado”, ha nacido un orden nuevo con hombres nuevos… después de la resurrección ya nada es igual. Cristo es el nuevo Adán, la humanidad nueva.
Ya no es posible seguir enmarcados en los mismos esquemas: si hemos resucitado con Cristo ¿cómo es posible vivir como muertos y esclavos del pecado, pensando y buscando aquello que nos sigue esclavizando y manteniéndonos en la muerte y haciéndonos vivir sin esperanza? Si ciertamente creemos y nos sentimos unidos a Cristo resucitado, al bautizarnos tenemos la seguridad de haber sido insertados en la muerte de Cristo y participamos plenamente de su resurrección.
¿Cómo es posible no vivir ni orientar la vida hacia lo que es nuestro destino supremo? ¿Cómo se puede entender que una persona resucitada viva como un muerto?
Si somos miembros de un cuerpo cuya cabeza ha resucitado, tenemos la seguridad de que todo el cuerpo resucitará con la cabeza que es Cristo.
Pero esto que en teoría está tan claro, en la práctica es lo menos común, es más, lo contrario es lo que se impone como normal y vemos que la gente sigue unida a la muerte, sigue sosteniendo la esclavitud, apoyando a los que matan y aplastan al hombre deshumanizándolo… y después, tienen la cara dura de declararse cristianos.


Secuencia

Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.

Lucharon vida y muerte
en singular batalla
y, muerto el que es Vida,
triunfante se levanta.

¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?
A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,

los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua.

Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.
Amén. Aleluya.




Aleluya 1 Cor 5, 7b‑8a
Si no se canta, puede omitirse


Aleluya Aleluya.
Ha sido inmolada nuestra víctima pascual:
Cristo. Así pues, celebremos la Pascua. Aleluya.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según San Juan 20, 1‑9.
El había de resucitar de entre los muertos

El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien quería Jesús, y les dijo:
CSe han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo: pero no entró.
Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: Vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos .
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

DESCUBRIR LAS HUELLAS DE CRISTO”
No habían entendido lo que les dijo; cuando María vuelve donde estaban los discípulos escondidos y les anuncia que Cristo ha resucitado, no la creen y tienen que constatarlo ellos: van al sepulcro, pero lo único que se encuentran son las huellas de Jesús, Él no está entre los muertos, ahora habrá que encontrarlo en la VIDA.
No lo han reconocido cuando “comía y bebía con ellos”, de Él solo le quedan las huellas: el bien que hizo. Ahora se inaugura una “nueva presencia” que es más fuerte que la física, pero que de la misma manera, hay que estar abiertos a ella y eso solo podrá hacerse desde la fe.
Nos quedarán rastros, huellas para poder seguir el camino pero habrá que ser capaces de reconocerlas e interpretarlas.
Pedro y Juan llegan al sepulcro pero allí no está Jesús, allí comprueban que quedan sus huellas: las vendas y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, pero Él no está, habrá que descubrirlo vivo; este será el camino que de ahora en adelante nos tocará ir haciendo: constatando sus huellas, seguirlas. El problema estará en no confundirnos pues puede ocurrir con frecuencia que la constatación que hagamos sea equivocada y lo que son las huellas de la muerte las confundamos con las de la VIDA y el bien lo confundimos con el mal y el mal lleguemos a considerarlo bien.
Este es justamente el gran problema del mundo: los dueños del tinglado tienen todo el poder para romper la capacidad crítica de la gente, la incapacitan para pensar y valorar; ellos tienen en sus manos los medios de comunicación y pueden distorsionar la verdad, al final tienen capacidad para presentar el mal como un bien y viceversa y es muy frecuente ver cómo el crimen, el chantaje, el robo, la mentira, el atropello, el desorden, el desmadre, el hundimiento de los pobres… se le llega a considerar como progreso y liberación mientras que la JUSTICIA, la HONRADEZ , la VERDAD, la FRATERNIDAD, la SOLIDARIDAD… la VIDA son consideradas como actitudes caducas, trasnochadas, reaccionarias y oscurantistas, como “lacras de la humanidad” –utilizando palabras textuales de un progre a ultranza-
De todas formas, independientemente de todas nuestras peleas dialécticas, CRISTO vive y no está entre los muertos de ninguna tendencia bien sea entre los ,“progres” o los “retros”: unos negarán sus huellas y las distorsionarán y otros las aceptarán, pero la realidad está ahí: Dios resucitó al que ellos habían crucificado y, digamos lo que digamos, no hay más que una prueba: sus huellas las encontramos en aquellos que están crucificados por la justicia, por la verdad, por el amor, por la libertad y por la paz y para ellos es la esperanza de la resurrección y no para los verdugos ni para los que contemplan desde fuera instalados en una postura de olvido y de indiferencia frente a los problemas del mundo; la esperanza de resurrección no es para los que no quieren saber ni meterse en políticas porque se encuentran muy a gusto enganchados en el pesebre y no les importa el dolor de los excluidos, de los pobres y de los indefensos. Significa tener una cara dura espantosa el estar esperando que otros hayan conseguido el triunfo y apuntarse a participar cuando no se ha estado dispuesto a arrimar el hombro.