miércoles, 24 de septiembre de 2008

DOMINGO VEINTISEIS T. O. -A-




Lectura del profeta Ezequiel 18,25‑28
Cuando el malvado se convierte de su maldad, salva su vida

Así dice el Señor: "Comentáis: "No es justo el proceder del Señor." Escuchad, casa de Israel: ¿es injusto mi proceder?, ¿o no es vuestro proceder el que es injusto? Cuando el justo se aparta de su justicia, comete la maldad y muere, muere por la maldad que cometió. Y cuando el malvado se convierte de la maldad que hizo y practica el derecho y la justicia, él mismo salva su vida. Si recapacita y se convierte de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá."
Palabra de Dios

REFLEXIÓN

“MAL DE MUCHOS, CONSUELO DE TONTOS”

Al leer el pasaje de Ezequiel , nos solemos quedar tan tranquilos, e incluso lo vemos como la cosa más natural, pero es necesario ubicar en el contexto lo que dijo, ya que en ese tiempo la responsabilidad individual no se podía ni imaginar: la ley caía sobre el clan, sobre la familia y era el "jefe" el que respondía siempre; los fallos de uno los pagaba el clan, también los triunfos no eran de alguien particular, sino del clan o de la familia.
Ezequiel rompe la estructura y aplica a cada uno su responsabilidad ante los errores o ante los triunfos: Dios se va a enfrentar con cada uno y no con el caln y lo va a ensalzar o lo va a castigar, pues no tienen por qué sufrir los demás las irresponsabilidades de un particular.
Cada uno es responsable de su destino y no es excusable porque los demás le induzcan o le fuercen a hacer una cosa, cada uno tendrá que responder de lo que ha hecho, tanto bueno como malo.
A pesar del individualismo tan exagerado que hay establecido, sin embargo, en muchas cosas vemos hoy que hemos entrado en una situación parecida, no tanto en que alguien tenga que responder por nosotros, cuanto que en el fallo de los demás nos escudamos y creemos que como todos lo hacen, la cosa tiene menos fuerza y no es tan grave: como todos roban, yo también lo hago porque de lo contrario me van a llamar tonto; como los demás funcionan de una forma determinada, yo también funciono de esa forma porque no me voy a distinguir y al final sostenemos y aceptamos como válido y bueno el refrán de “mal de muchos, consuelo de tontos”.


Salmo responsorial: 24

Recuerda, Señor, que tu misericordia es eterna.
Señor, enséñame tus caminos, /
instrúyeme en tus sendas: /
haz que camine con lealtad; /
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador, /
y todo el día te estoy esperando.
Recuerda, Señor, que tu misericordia es eterna.
Recuerda, Señor, que tu ternura /
y tu misericordia son eternas; /
no te acuerdes de los pecados /
ni de las maldades de mi juventud; /
acuérdate de mí con misericordia, /
por tu bondad, Señor.
Recuerda, Señor, que tu misericordia es eterna.
El Señor es bueno y es recto, /
y enseña el camino a los pecadores; /
hace caminar a los humildes con rectitud, /
enseña su camino a los humildes.
Recuerda, Señor, que tu misericordia es eterna.

Lectura de la carta del apóstol S. Pablo a los Filipenses 2,1‑11
Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús

Hermanos: Si queréis darme el consuelo de Cristo y aliviarme con vuestro amor, si nos une el mismo Espíritu y tenéis entrañas compasivas, dadme esta gran alegría: manteneos unánimes y concordes con un mismo amor y un mismo sentir. No obréis por rivalidad ni por ostentación, dejaos guiar por la humildad y considerad siempre superiores a los demás. No os encerréis en vuestros intereses, sino buscad todo el interés de los demás. Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús.
[Él, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el "Nombre‑sobre‑todo‑nombre"; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.]
Palabra de Dios

REFLEXIÓN

“EL QUE VENGA DETRÁS QUE APRIETE”

Pablo pide a la comunidad de Filipos que tenga bien presente el ejemplo de Cristo: Él, siendo Dios y no habiendo cometido pecado, cargó con el pecado de todos, se despojó de su condición y se hizo esclavo para levantarnos a todos, Él ha cargado con nosotros.
Esta imagen no la podemos perder de vista y nos ha de servir de modelo y de guía: cada uno de nosotros tenemos que ser apoyo y empuje para nuestros hermanos, por eso, el signo de que la comunidad vive y es testigo de Jesucristo, será la solidaridad de los unos con los otros, ese será el consuelo mayor que podrán darle, pues él mismo se sentirá tranquilo de ver que el mensaje que recibió, fue bien entendido y asimilado.
Esa petición que hace a los filioenses llega hasta nuestros días con una fuerza enorme: sigue sirviendo como principio el modelo que ha puesto: Jesucristo; Él no se ha desentendido del mundo, no le ha dado la espalda buscando sus intereses y no teniendo en cuenta los de los demás, sino que por el contrario, se ha jugado su vida por la salvación de todos.
Esta llamada de atención sigue siendo hoy un grito que rompe los tímpanos de todos los hombres: esa actitud que suele extenderse y tomar carta de ciudadanía de “El que venga detrás que apriete” es abiertamente un pecado que atenta en contra de nuestra misma naturaleza de personas y de cristianos; es que no vinimos para gozar y marcharnos dejándolo todo destruido, para que el que venga detrás vea cómo se las arregla, sino todo lo contrario: para cooperar a que el mundo vaya quedando cada vez mejor para el que viene detrás. Eso es vivir en solidaridad, en armonía…
Cuando la historia nos haga un juicio y Dios nos pida cuentas de todo lo que nos ha dado y hemos recibido de los demás, tendremos que dar cuentas del mundo y de la sociedad que dejamos como herencia a nuestros jóvenes y a nuestros niños.



Lectura del santo evangelio según S. Mateo 21,28‑32
Recapacitó y fue

En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: "¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acerco al primero y le dijo: "Hijo, ve hoy a trabajar en la viña." Él le contestó: "No quiero." Pero después recapacitó y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: "Voy, señor." Pero no fue. ¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?" Contestaron: "El primero." Jesús les dijo: "Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia, y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no recapacitasteis ni le creísteis."
Palabra del Señor

REFLEXIÓN

“NO SOMOS LO QUE DECIMOS, SINO LO QUE HACEMOS”

Creo que todos tenemos experiencia de algo que ocurre con una frecuencia enorme en la vida ordinaria: observamos que la persona buena, trabajadora, honrada, disponible, solidaria… jamás la vemos en el candelero, dando grandes discursos ni refiriendo grandes argumentos; incluso decimos: “Si tienes algo que hacer, encárgaselo a aquel que tiene más ocupaciones, porque el que no tiene nada, nunca tendrá tiempo”, y así resulta. En cambio, el que no arrima el hombro, el que no puedes contar con él para nada, lo veremos siempre dando ideas, diciendo lo que se tiene que hacer y criticando lo que se ha hecho o se ha dejado de hacer.
Esto mismo que vemos en la realidad de nuestra vida, ha ocurrido siempre: ya en la tradición judía se criticaba lo mismo y se decía que: “Los justos dicen poco y hacen mucho, en cambio los impíos dicen mucho y no hacen nada”.
También Jesús se hace eco de esta tradición y denuncia a los fariseos y a los dirigentes del pueblo: “Vosotros atáis fardos pesados sobre la espalda de los demás pero vosotros no los tocáis ni con un dedo” por eso les reprocha su imagen que aparece tan limpia pero que es un sepulcro: muy bonito por fuera pero podrido por dentro y es por eso que les dice que los publicanos y las prostitutas les llevan delantera en el reino de los cielos pues ellos no engañan.
Ellos no cesan de hablar de Dios y todo parece que está iluminado por la presencia de Dios, pero a la hora de la verdad, se han olvidado de lo que Dios quiere, hasta el punto que hay que repetirles: “Haced lo que dicen pero no hagáis lo que hacen”.
Por eso, ante este reproche que hace Jesús y que toda la tradición denuncia, no nos queda más remedio que plantearnos: ¿De qué vale que digamos que somos creyentes si luego nuestra vida es contraria a lo que confesamos? ¿Acaso nos va a salvar la palabra que decimos o la obra que hacemos? ¿ Acaso nos va a justificar y a salvar el hecho de que estemos apuntados en un libro del archivo de una parroquia? Nada de eso tiene consistencia si es que no está sostenido con una vida en coherencia
Tendríamos que plantearnos si no hemos llenado nuestra iglesia de palabras muy bonitas, de expresiones políticamente correctas, de doctrina impecable y exacta, de ritos perfectos… pero de una vida y unas obras que en nada se corresponden con todo eso que celebramos y confesamos. Sin embargo, hoy como ayer y como siempre, el verdadero mensaje de Jesús lo realizan aquellos que traducen en hechos las palabras y no basta ser políticamente correctos, sino llevar a cabo el mandato del amor que Jesús nos dejó como distintivo.