PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de la Sabiduría 11, 22—12, 2
Te compadeces, Señor, de todos, porque amas a todos los seres
Señor, el mundo entero es ante ti como grano de arena en la balanza, como gota de rocío mañanero que cae sobre la tierra.
Pero te compadeces de todos, porque todo lo puedes, cierras los ojos a los pecados de los hombres, para que se arrepientan.
Amas a todos los seres y no odias nada de lo que has hecho; si hubieras odiado alguna cosa, no la habrías creado.
Y ¿cómo subsistirían las cosas, si tú no lo hubieses querido?
¿Cómo conservarían su existencia, si tú no las hubieses llamado?
Pero a todos perdonas, porque son tuyos, Señor, amigo de la vida.
Todos llevan tu soplo incorruptible.
Por eso, corriges poco a poco a los que caen, les recuerdas su pecado y los reprendes, para que se conviertan y crean en ti, Señor.
Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
“UN AMOR A TODA PRUEBA”
Lectura del libro de la Sabiduría 11, 22—12, 2
Te compadeces, Señor, de todos, porque amas a todos los seres
Señor, el mundo entero es ante ti como grano de arena en la balanza, como gota de rocío mañanero que cae sobre la tierra.
Pero te compadeces de todos, porque todo lo puedes, cierras los ojos a los pecados de los hombres, para que se arrepientan.
Amas a todos los seres y no odias nada de lo que has hecho; si hubieras odiado alguna cosa, no la habrías creado.
Y ¿cómo subsistirían las cosas, si tú no lo hubieses querido?
¿Cómo conservarían su existencia, si tú no las hubieses llamado?
Pero a todos perdonas, porque son tuyos, Señor, amigo de la vida.
Todos llevan tu soplo incorruptible.
Por eso, corriges poco a poco a los que caen, les recuerdas su pecado y los reprendes, para que se conviertan y crean en ti, Señor.
Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
“UN AMOR A TODA PRUEBA”
Hay algo que choca frontalmente con nuestra manera de hacer: cuántas veces ocurre que llegamos a decir: “Si yo fuera Dios o yo tuviera en mis manos el poder para hacer las cosas, cambiaría de un plumazo la realidad” y nos quitaríamos de en medio a todos aquellos que, según nuestros esquemas, no responden a lo que pensamos y deseamos. Esto lo estamos viendo hasta la saciedad en todos aquellos que llegan a un nivel de poder, en el ámbito que sea, y barren con todo lo que había, no dejando en pie cualquier cosa que pueda tener relación con el anterior que estuvo en el cargo.
Dios, en cambio, da la sensación de que ni existiera, pues todo va lento, nada parece que cambia o si lo hace es con una lentitud inapreciable. Pero resulta que así es el ritmo de la vida entera: nada se ve, nada se precipita, pero todo va creciendo sin ruidos y sin grandes espavientos. Dios respeta y deja plena libertad incluso para que hagamos el mal, como si no le importara, y es que para Dios, lo que realmente cuenta y le interesa es el hombre pues quiere que el pecador se de cuenta de su camino errado, se convierta y cambie.
Por tanto, no es que a Dios no le importe la creación o el daño que el hombre va haciendo a todo aquello que El ha hecho y se lo ha regalado al hombre para que sea feliz, ¡claro que le importa! Esa creación es el hábitat, la casa donde el hombre ha de vivir, lo que le ocurre es que, por encima de todo, le importa el hombre que es lo que le da sentido a toda la creación.
El autor del libro de la Sabiduría intuye esta dimensión y ve como la bondad y la paciencia de Dios, que podría destruirlo todo y barrerlo de un solo golpe, se convierte en amor que “juzga con mansedumbre y gobierna con indulgencia” para que el pecador pueda encontrar la oportunidad de arrepentirse y cambiar.
Si existen los enemigos de Dios es porque su amor abarca a todos los hombres y no solo a su pueblo y los deja que vivan para que puedan encontrarlo y sentir que los quiere.
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Salmo responsorial Sal 144, 1‑2. 8‑9. 10‑11. 13cd‑14 (R.: cf. 1)
R. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;
bendeciré tu nombre por siempre jamás.
Día tras día, te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás. R.
R. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R.
R. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
Que todas tus criaturas te den gracias,
Señor, que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R.
R. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan. R.
R. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la 2ª carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 1, 11 ‑ 2,2
Que Cristo sea glorificado en vosotros, y vosotros en él
Hermanos:
Pedimos continuamente a Dios que os considere dignos de vuestra vocación, para que con su fuerza os permita cumplir buenos deseos y la tarea de la fe; para que así Jesús, nuestro Señor, sea glorificado en vosotros, y vosotros en él, según la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo.
Os rogamos, hermanos, a propósito de la venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra reunión con él, que no perdáis fácilmente la cabeza ni os alarméis por supuestas revelaciones, dichos o cartas nuestras, como si afirmásemos que el día del Señor está encima.
Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
“LA TENTACIÓN DEL DESÁNIMO”
S. Pablo se dirige por segunda vez a la comunidad de Tesalónica, dándole gracias porque se siguen manteniendo firmes, a pesar de todas las dificultades y los contratiempos que están existiendo, pues hasta están llegando a la comunidad cartas falsas que perturban y confunden a la gente, diciendo que vienen de parte de él sosteniendo cosas que nunca ha dicho, con lo que se pone en peligro la unidad.
Ante este problema, Pablo les pide que se mantengan firmes y seguros en lo que oyeron de sus labios, que eso no ha cambiado, y no se dejen llevar de los sensacionalismos alarmistas que están llegando y se están metiendo aunque digan que es él quien lo está diciendo.
Él les ha mostrado un Dios Padre lleno de amor, tal como Cristo nos transmitió y no un Dios vengativo, lejano y justiciero. Eso es lo que deben creer y mantener como doctrina segura y en lo que han de centrar toda su esperanza y su identidad.
Frente a los rumores que andan de que se va a terminar el mundo, les invita a dejar de pensar en esas cosas y a que se impliquen en la lucha por ir cambiando cada día este mundo, a pesar de las dificultades que van apareciendo y a no evadirse, cayendo en la tentación de dejarse evitando todo esfuerzo, pensando que ya no vale la pena trabajar ni seguir luchando; hacer esto no es cristiano, pues la glorificación de Jesús viene por la implicación que el cristiano toma, por establecer el reino de Dios incluso teniendo que llegar a la cruz, si es que fuera necesario.
Aleluya Jn 3, 16
Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único. Todo el que cree en él tiene vida eterna.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 19, 1‑10
El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido
En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad.
Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo:
—«Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.»
É1 bajó en seguida y lo recibió muy contento.
Al ver esto, todos murmuraban, diciendo:
—«Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.»
Pero Zaqueo se puso en pie y dijo al Señor:
—«Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.»
Jesús le contestó:
—«Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán.
Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.»
Palabra del Señor
REFLEXIÓN
“EL DIOS QUE NOS ESPERA”
Zaqueo es uno de los excluidos por la ley, un enemigo del pueblo y de Dios, un despreciado como traidor y apátrida vendido a los romanos… sin embargo, en el corazón de Zaqueo pervive el deseo de encontrarse con Dios y vivir en paz con Él, el deseo de ser tenido como persona, de ser aceptado y respetado en la comunidad…
Es interesante tener en cuenta algo que incide en este pasaje: Jericó es el signo de la liberación que Dios hizo a su pueblo: Josué rodeó sus murallas y las derribó, dando la victoria final del éxodo al pueblo. En Jericó se va a dar también la derrota de Jesús, el nuevo Josué, que va a realizar lo que aparentemente es imposible, tanto como el que entre un camello por el ojo de una aguja y es que un rico despegue su corazón de las riquezas y se salve.
Jesús lo consigue de Zaqueo: «Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.». en Jericó se presenta también la derrota al peor de los enemigos del hombre: la avaricia y la codicia que representan el culto a Mamón.
En el encuentro con Jesús, Zaqueo abre su casa y su corazón a los pobres y al perdón, a la reconciliación y a la justicia.
Sin embargo, vuelve a quedar en el aire la otra realidad que ya exponía en la parábola del hijo pródigo: el hermano mayor, el bueno, el que cumplía al pie de la letra la ley, no entró a la fiesta, no se quiso reconciliar, ni abrió su corazón a su hermano, sino que se quedó juzgando al padre y al hermano.
Aquí también los justos, los buenos, los cumplidores, de la ley se quedaron fuera criticando al ver que Jesús se ha acercado a Zaqueo y éste ha abierto su corazón a Dios.
La propuesta sigue estando en pie: ¿Quién está dispuesto a bajar las barreras, a sentir y reconocer su pecado y aceptar que Dios es un regalo para todos?
El reto de Jesús sigue siendo fuerte para todos y, fundamentalmente a la iglesia a la que le invita a seguir presentando el rostro de Dios “amor incondicional”, “acogida total” “escucha sin límites”