PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Eclesiástico 3, 17‑18. 20. 28‑29
Hazte pequeño y alcanzarás el favor de Dios
Hijo mío, en tus asuntos procede con humildad y te querrán más que al hombre generoso.
Hazte pequeño en las grandezas humanas, y alcanzarás el favor de Dios;
porque es grande la misericordia de Dios, y revela sus secretos a los humildes.
No corras a curar la herida del cínico, pues no tiene cura, es brote de mala planta.
El sabio aprecia las sentencias de los sabios, el oído atento a la sabiduría se alegrará.
Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
“LO QUE HACE GRANDE AL HOMBRE”
Lectura del libro del Eclesiástico 3, 17‑18. 20. 28‑29
Hazte pequeño y alcanzarás el favor de Dios
Hijo mío, en tus asuntos procede con humildad y te querrán más que al hombre generoso.
Hazte pequeño en las grandezas humanas, y alcanzarás el favor de Dios;
porque es grande la misericordia de Dios, y revela sus secretos a los humildes.
No corras a curar la herida del cínico, pues no tiene cura, es brote de mala planta.
El sabio aprecia las sentencias de los sabios, el oído atento a la sabiduría se alegrará.
Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
“LO QUE HACE GRANDE AL HOMBRE”
La reflexión que el pueblo va haciendo de la vida desde el sentido común, se va percibiendo como la luz que Dios mantiene viva y que manifiesta su presencia dentro del pueblo.
Esta reflexión, desde el sentido común, se convierte en espiritualidad del pueblo que le ayuda a ir creando un esquema moral y ético para poder vivir con sentido y poder descubrir la presencia de Dios.
En el texto que nos trae la liturgia de hoy vemos que presenta un consejo y su puesta en practica llevará, como recompensa un bien. Las dos grandes virtudes que aportarán un gran bien son: la humildad y la generosidad.
La HUMILDAD es la base de la grandeza del hombre pues al reconocerse débil acepta a Dios y lo escucha y Dios lo acoge: “Dios acepta que los humildes lo honren”. Esta actitud hace grande al hombre ante Dios que lo acoge, lo escucha y lo ama colmándolo de su bendición, mientras que al soberbio lo mantiene a raya.
La segunda gran virtud que hace al hombre grande ante Dios y ante los hombres es la GENEROSIDAD, pues en ella demuestra la grandeza de su alma y l su calidad humana y por eso se perdonarán sus pecados, pues cuando Dios ve que alguien se apiada de sus hermanos, Él no se deja ganar en generosidad ya que la misericordia de Dios está por encima de todo.
Salmo responsorial Sal 67, 4‑5ac. 6‑7ab. 10‑11 (R.: cf. 11b)
R. Preparaste, oh Dios, casa para los pobres.
Los justos se alegran,
gozan en la presencia de Dios,
rebosando de alegría.
Cantad a Dios, tocad en su honor;
su nombre es el Señor. R.
R. Preparaste, oh Dios, casa para los pobres.
Padre de huérfanos, protector de viudas,
Dios vive en su santa morada.
Dios prepara casa a los desvalidos,
libera a los cautivos y los enriquece. R.
R. Preparaste, oh Dios, casa para los pobres.
Derramaste en tu heredad, oh Dios,
una lluvia copiosa,
aliviaste la tierra extenuada;
y tu rebaño habitó en la tierra que tu bondad,
oh Dios, preparó para los pobres. R.
R. Preparaste, oh Dios, casa para los pobres.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta a los Hebreos 12, 18‑19. 22‑24a
Os habéis acercado al monte Sión, ciudad del Dios vivo
Hermanos:
Vosotros no os habéis acercado a un monte tangible, a un fuego encendido, a densos nubarrones, a la tormenta, al sonido de la trompeta; ni habéis oído aquella voz que el pueblo, al oírla, pidió que no les siguiera hablando.
Vosotros os habéis acercado al monte de Sión, ciudad del Dios vivo, Jerusalén del cielo, a millares de ángeles en fiesta, a la asamblea de los primogénitos inscritos en el cielo, a Dios, juez de todos, a las almas de los justos que han llegado a su destino y al Mediador de la nueva alianza, Jesús.
Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
“LA CERCANÍA VITAL DE DIOS”
El autor de la carta a los hebreos parte de una realidad completamente nueva que no tiene nada que ver con lo que hasta ese momento se ha venido viviendo: hasta ahora han venido guiándose a través de signos misteriosos, pero las cosas han cambiado: Dios ha hecho una nueva alianza y se ha hecho visible , cercano, presente en la vida y en la historia del hombre; ya no caminamos en la oscuridad, sino en la certeza: Dios se ha bajado y se ha hecho vida nuestra, por tanto, no es algo distinto y externo a nuestros sentidos, de modo que se pueda tocar, palpar, oír… sino que es algo que se vive, que llena la vida de sentido y de fuerza.
Con Cristo se ha inaugurado esa nueva alianza, esta nueva era que nos hace vivir en un mismo espíritu.
Creer, por tanto, no es ese sentimiento raro, compuesto por el miedo y expectación ante algo incontrolable e impredecible, sino que es un sentimiento lleno de amor, confianza y seguridad ante alguien que tengo la certeza que me ama, me acoge, me entiende y me acepta; no se trata, pues, de algo que se puede tocar, sino de algo que llena la vida., es algo que se vive.
El autor de esta nueva situación es Cristo; por Él podemos llamar a Dios Padre y sentirlo de esa manera; en Él, Dios Padre nos ha hablado y se ha hecho presente; con Él se ha inaugurado una nueva etapa para la vida de los hombres.
Aleluya Mt 11, 29ab
Cargad con mi yugo y aprended de mí —dice el Señor—,
que soy manso y humilde de corazón.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 14, 1. 7‑14
El que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido
Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando.
Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola:
—«Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá:
"Cédele el puesto a éste."
Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto.
Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga:
"Amigo, sube más arriba."
Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales.
Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»
Y dijo al que lo había invitado:
—«Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado.
Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos.»
Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
“LA POBREZA, LUGAR PRIVILEGIADO DE LA PRESENCIA DE DIOS”
Ante la lectura del texto de S. Lucas, no se puede evitar el imaginar el momento, pues tuvo que ser tremendamente chocante, hasta el punto que a Jesús le llamó fuertemente la atención pues le hizo sentirse mal: como cuando a uno lo invitan a un sitio donde ves que no encajas en ese marco, pues allí empieza a llegar tipos que se sienten tan importante, que esperan que todos se acerquen a saludarlos y, poco más o menos, hay que darles las gracias porque han asistido. En cambio uno, se siente un pobre hombre de a pie, que no tiene nada de qué presumir ni ostentar y no sabe dónde sentarse, ni al lado de quién hacerlo y, siente el deseo, más bien, de que lo pongan en un rincón, al lado de los sirvientes, pues no se siente parte del cuadro que contiene aquel marco decepcionado, incluso, de que lo hayan invitado..
Jesús no desaprovechó el momento, y cuando le dejaron un espacio para intervenir, no salió contando un chiste para agradarles la velada y quedar como un tipo simpático, ni tampoco se puso a vender sus títulos y su poder, sino que les hizo reflexionar sobre el espectáculo que ellos mismos estaban protagonizando para que se dieran cuenta de lo que realmente es grande y de lo que Dios valora. A la fiesta que da Dios estamos todos invitados, y en ese banquete, que es el que realmente nos debe preocupar, no van a ser los títulos, los puestos, los honores, el dinero… la carta de presentación de los invitados, sino la grandeza de corazón que hayamos tenido, que nos haya hecho sentirnos hermanos y que, al mismo tiempo, se nos pueda sentir como tales.
Esto que lo tuvo tan claro Jesús y que quiso que fuera norma para su iglesia y su comunidad, parece que tiene sus altibajos: en un tiempo parecía que se había olvidado y el Concilio lo volvió a desempolvar, recordándonos que es base fundamental de la iglesia; hubo un tiempo que volvió a estar en actualidad y por todas partes se hablaba en la iglesia: “La Opción por los pobres” pues la voluntad de Jesús está muy clara: “Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos”, es decir, la gente que no tiene relevancia alguna en el mundo, que han sido despreciados, pues eso indica que los que han dado lugar a esta situación no han entendido que Dios es Padre de todos y no permite que entre sus hijos haya “clases”.
Pues esto que estaba tan claro, vuelve otra vez a tenerse oscuro y hasta se considera un lenguaje peligroso el hablar de los pobres, de los lisiados, de los marginados.
Nos resistimos a querer mirar a Jesús en donde Él se ubicó y a ver las cosas desde donde Él las miró, porque el momento que las miramos desde ese ángulo, la realidad cambia radicalmente. Y el día que la iglesia se olvide de mirar desde donde miró Jesús y de ponerse donde Él se puso, ese mismo día ha terminado de ser un signo para el mundo de la presencia del Padre.
El que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido
Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando.
Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola:
—«Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá:
"Cédele el puesto a éste."
Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto.
Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga:
"Amigo, sube más arriba."
Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales.
Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»
Y dijo al que lo había invitado:
—«Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado.
Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos.»
Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
“LA POBREZA, LUGAR PRIVILEGIADO DE LA PRESENCIA DE DIOS”
Ante la lectura del texto de S. Lucas, no se puede evitar el imaginar el momento, pues tuvo que ser tremendamente chocante, hasta el punto que a Jesús le llamó fuertemente la atención pues le hizo sentirse mal: como cuando a uno lo invitan a un sitio donde ves que no encajas en ese marco, pues allí empieza a llegar tipos que se sienten tan importante, que esperan que todos se acerquen a saludarlos y, poco más o menos, hay que darles las gracias porque han asistido. En cambio uno, se siente un pobre hombre de a pie, que no tiene nada de qué presumir ni ostentar y no sabe dónde sentarse, ni al lado de quién hacerlo y, siente el deseo, más bien, de que lo pongan en un rincón, al lado de los sirvientes, pues no se siente parte del cuadro que contiene aquel marco decepcionado, incluso, de que lo hayan invitado..
Jesús no desaprovechó el momento, y cuando le dejaron un espacio para intervenir, no salió contando un chiste para agradarles la velada y quedar como un tipo simpático, ni tampoco se puso a vender sus títulos y su poder, sino que les hizo reflexionar sobre el espectáculo que ellos mismos estaban protagonizando para que se dieran cuenta de lo que realmente es grande y de lo que Dios valora. A la fiesta que da Dios estamos todos invitados, y en ese banquete, que es el que realmente nos debe preocupar, no van a ser los títulos, los puestos, los honores, el dinero… la carta de presentación de los invitados, sino la grandeza de corazón que hayamos tenido, que nos haya hecho sentirnos hermanos y que, al mismo tiempo, se nos pueda sentir como tales.
Esto que lo tuvo tan claro Jesús y que quiso que fuera norma para su iglesia y su comunidad, parece que tiene sus altibajos: en un tiempo parecía que se había olvidado y el Concilio lo volvió a desempolvar, recordándonos que es base fundamental de la iglesia; hubo un tiempo que volvió a estar en actualidad y por todas partes se hablaba en la iglesia: “La Opción por los pobres” pues la voluntad de Jesús está muy clara: “Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos”, es decir, la gente que no tiene relevancia alguna en el mundo, que han sido despreciados, pues eso indica que los que han dado lugar a esta situación no han entendido que Dios es Padre de todos y no permite que entre sus hijos haya “clases”.
Pues esto que estaba tan claro, vuelve otra vez a tenerse oscuro y hasta se considera un lenguaje peligroso el hablar de los pobres, de los lisiados, de los marginados.
Nos resistimos a querer mirar a Jesús en donde Él se ubicó y a ver las cosas desde donde Él las miró, porque el momento que las miramos desde ese ángulo, la realidad cambia radicalmente. Y el día que la iglesia se olvide de mirar desde donde miró Jesús y de ponerse donde Él se puso, ese mismo día ha terminado de ser un signo para el mundo de la presencia del Padre.