martes, 29 de junio de 2010

DOMINGO XIV DEL T. ORDINARIO -C-



PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de Isaías 66, 10‑14c
Yo haré derivar hacia ella, como un río, la paz
Festejad a Jerusalén, gozad con ella, todos los que la amáis,
alegraos de su alegría, los que por ella llevasteis luto.
Mamaréis a sus pechos y os saciaréis de sus consuelos, y apuraréis las delicias de sus ubres abundantes.
—Porque así dice el Señor:
«Yo haré derivar hacia ella, como un río, la paz,
como un torrente en crecida, las riquezas de las naciones.
Llevarán en brazos a sus criaturas y sobre las rodillas las acariciarán;
como a un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo, y en Jerusalén seréis consolados.
Al verlo, se alegrará vuestro corazón,
y vuestros huesos florecerán como un prado;
la mano del Señor se manifestará a sus siervos.»
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“LA ILUSIÓN NO ES BASE PARA LA ESPERANZA”

El pasaje que nos presenta la liturgia de hoy está enmarcado al final del libro de Isaías. Todo el libro ha venido manteniendo la esperanza del cumplimiento de una promesa de liberación. El pasaje corresponde al tercer Isaías, es decir: el pueblo ha vuelto del exilio de Babilonia (año 587-539 a.C.) y la alegría, el gozo, el consuelo… le hacen soñar, pero poco a poco empiezan a chocar con la realidad, pues se dan cuenta que hay que reconstruir todo lo que se había destruido: todo el tejido religioso y social; aquel desierto en el que habían vivido se había convertido de repente en un jardín, la entrada triunfal en la Jerusalén Nueva de los caps. 40-55 resulta que no es algo que se nos va a dar hecho como algo caído del cielo, sino que es algo que tenemos levantar, es algo que hay que hacerlo, lo que soñamos tenemos que construirlo y ahí empiezan a encontrarse con todos los hechos, las actitudes, los detalles de la gente que son desilusionantes que llevan al desánimo y a la decepción.
Se dan cuenta que los enemigos y las dificultades no están fuera, sino que permanecen dentro del pueblo y que son los mismos que hacen que retrase el cumplimiento de la promesa. Llega, incluso el momento en que gente siente la tentación de pensar que Dios no está en el pueblo, que los ha abandonado.
En medio de esta situación, Isaías apoya su esperanza en todos aquellos que han puesto su vida al servicio de la causa, porque Dios no los abandona y Él se ha comprometido con ellos.

Salmo responsorial Sal 65, 1‑3a. 4‑5. 16 y 20 (R.: 1)

R. Aclamad al Señor, tierra entera.
Aclamad al Señor, tierra entera;
tocad en honor de su nombre;
cantad himnos a su gloria;
decid a Dios: «¡Qué temibles son tus obras!» R.
R. Aclamad al Señor, tierra entera.
Que se postre ante ti la tierra entera,
que toquen en tu honor,
que toquen para tu nombre.
Venid a ver las obras de Dios,
sus temibles proezas en favor de los hombres. R.
R. Aclamad al Señor, tierra entera.
Transformó el mar en tierra firme,
a pie atravesaron el río.
Alegrémonos con Dios,
que con su poder gobierna eternamente. R.
R. Aclamad al Señor, tierra entera.
Fieles de Dios, venid a escuchar,
os contaré lo que ha hecho conmigo.
Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica,
ni me retiró su favor. R.
R. Aclamad al Señor, tierra entera.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 6, 14‑18
Yo llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús

Hermanos:
Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, en la cual el mundo está crucificado para mí, y yo para el mundo.
Pues lo que cuenta no es circuncisión o incircuncisión, sino una criatura nueva.
La paz y la misericordia de Dios vengan sobre todos los que se ajustan a esta norma; también sobre el Israel de Dios.
En adelante, que nadie me venga con molestias, porque yo llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús.
La gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con vuestro espíritu, hermanos. Amén.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“SER PERSONAS NUEVAS”

Venimos leyendo la carta de S. Pablo a los Gálatas en la que ha venido dando todas las razones y argumentos que sostienen el sentid nuevo que tiene todo y que ha llenado su vida y la dimensión de libertad que ha adquirido con Cristo muerto en rescate de todos y resucitado.
Ahora hace una síntesis de todo lo que ha venido diciendo y acentúa la idea la idea central de toda la carta: Jesús es el único que nos da la salvación; solo Él nos ha liberado de todas las leyes, por tanto, la cruz de Cristo es el único y supremo signo y referente de liberación.
Ya no importa estar o no circuncidado, pues la “circuncisión” ya no es signo de nada; de lo que se trata ahora es de aceptar a Cristo y vivir como una nueva creatura, esa es la única carta de identidad y pertenencia al nuevo pueblo.


Aleluya Col 3, 15a. 16a
Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; la palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza.


EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 10, 1‑12. 17‑20
Descansará sobre ellos vuestra paz,

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía:
—«La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies.
¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino.
Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa." Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros.
Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario.
No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el reino de Dios."
Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: "Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el reino de Dios."
Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo.»
Los setenta y dos volvieron muy contentos y le dijeron:
—«Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre.»
É1 les contestó:
—«Veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno.
Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo.»
Palabra del Señor.


REFLEXIÓN

“NO ES TIEMPO DE DISCUSIONES

El “camino” de Jesús es la “Subida a Jerusalén” donde entregará su vida; ahí va a parar, a concluir todo. Es en la subida cuando Jesús instruye a sus discípulos y les dice con lo que se van a encontrar al final.
El evangelista narra el camino que tiene que seguir la iglesia y todo cristiano: somos enviados por Él y nuestra vida es también una subida a Jerusalén, al calvario, para poder llegar a la resurrección; es, ni más ni menos, que realizar lo que en el bautismo está prefigurado y establecido: “Morir con Cristo para resucitar con Él” este es el verdadero camino de Cristo y de la iglesia; el cristiano no puede pensar en otra cosa.
Cuando S. Lucas presenta la misión de los doce en el cap. 9,1-6, este fragmento es un paralelo del otro, que recoge y amplia lo que ya había dicho antes.
En el cap. 10 los enviados son 72 recordándonos el grupo de los 70 ancianos del antiguo pueblo de Israel en el Sinaí (Ex. 24) a quienes se les dio el Espíritu que tenía Moisés, que a su vez representaba los 70 pueblos de la tierra -de lo que se conocía-
Lo que S. Lucas quiere mostrar a la comunidad es que el reino de Dios estaba destinado a todos los pueblos de la tierra y el evangelio es la clave y el fermento de esa unidad universal que Dios desea.
Jesús presenta la misión: “La mies es mucha”, está dispuesta para la siega, se necesitan obreros, ya ha llegado el momento, no podemos perder el tiempo…
Es el tiempo de la siega; después de Cristo no podemos andarnos ya con tonterías y disquisiciones dulcificando y enmascarando la verdad, tampoco podemos andar contemporizando con la mentira, la injusticia, el odio… de forma que el reino de Dios pueda ser confundido con otra cosa.
Y Jesús los envía y les da poder y autoridad para que realicen su misión: curar a los enfermos y expulsar a los demonios, es decir a todo lo que esté quitando la paz y la alegría entre la gente. La otra cosa será decir a la gente que Dios está cerca, que Él quiere que vivan felices y en paz. Ellos deben hacer lo que le han visto hacer a él; curar a las personas y mostrarles la cercanía de Dios.
La iglesia no tiene otro sentido de existencia que éste y cada vez que no aparece con claridad su cometido, sino que aparecen otras cosas, se convierte más bien en obstáculo para que el reino de Dios sea sentido como algo real y presente. Es un momento interesante para que nos preguntemos todos, si nuestras vidas y, sobre todo, nuestra práctica religiosa, está orientada a esta misión que Cristo deja a su iglesia.

O bien más breve:

Lectura del santo evangelio según san Lucas 10, 1‑9

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía:
—«La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies.
¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino.
Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa". Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros.
Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario.
No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el reino de Dios."»
Palabra del Señor.


REFLEXIÓN

¿POR QUÉ NOS HEMOS OLVIDADO?

Juan Bautista fue enviado para que fuera por delante preparando el camino del Señor, Ahora Jesús envía a 72 para que vayan también a las aldeas donde iba a ir Él, para que fueran preparando el camino; los envía de dos en dos, pues siempre una noticia atestiguada por varios tiene mucha más fuerza que si la da uno solo y, de esa manera, también podrán apoyarse el uno en el otro; les da unas normas de cómo han de llegar a la gente: no les pide que vayan como suelen hacer los maestros de la ley, los filósofos o los mismos esenios: con un bastón para defenderse de los perros o de la fieras y hasta de los posibles enemigos. No, ellos han de presentarse en todo momento como gente de paz y de bien, que donde lleguen la gente sienta que está con personas buenas, de confianza. Les pide que no lleven alforja, se supone que para meter lo que les den, como hacen los mendigos; ellos no son mendigos, aunque confían en la bondad de la gente a la que prestan un servicio: curándola, llevándole la paz y la alegría, que es lo que los ha de distinguir del resto de gente que llega.
Les pide que se presente como gente pobre y sencilla: sin sandalias, sin dinero, sin túnica de repuesto, como van los pobres, identificados totalmente con ellos, como lo han visto siempre a Él, no les dice que lleven ningún otro distintivo, sino que sus personas sean “reflejo” del reino que llevan y que anuncian: que el que se los encuentre, sienta que se ha encontrado con el reino de Dios.
Constantemente me pregunto: ¿Qué ha pasado para que cambien tanto las cosas, hasta el punto que se ponga tanto énfasis en formas, distintivos, actitudes… que Cristo mismo desechó, mientras olvidamos otras que Él mismo estableció?

martes, 15 de junio de 2010

DOMINGO XII DEL T. ORDINARIO -C-



PRIMERA LECTURA

Lectura de la profecía de Zacarías 12, 10‑11; 13, 1
Mirarán al que atravesaron

Así dice el Señor:
«Derramaré sobre la dinastía de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de gracia y de clemencia.
Me mirarán a mí, a quien traspasaron, harán llanto como llanto por el hijo único, y llorarán como se llora al primogénito.
Aquel día, será grande el luto en Jerusalén, como el luto de Hadad‑Rimón en el valle de Meguido.»
Aquel día, se alumbrará un manantial, a la dinastía de David y a los habitantes de Jerusalén, contra pecados e impurezas.
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN

“FALSAS SEGURIDADES”

El momento es crítico: a Jerusalén se le han subido los humos y como respuesta, está siendo atacada y denigrada por la gente de su misma provincia, Judá: ha entrado la división y se discute, incluso, la capitalidad debido, tal vez, al orgullo de la ciudad que ha llegado a creerse la sede del mismo Dios y sus habitantes se sienten poco más o menos que sus ministros, e instintivamente nace la actitud de desprecio a sus mismos hermanos.
El profeta Zacarías sale al frente de este error y, desde una conversión profunda, que se va a dar desde las mismas familias, hará que Jerusalén vuelva a ser la ciudad admirada y deseada en la que estuvo David, el referente para todo el pueblo, pero Dios no va a permitir el hundimiento de Jerusalén
Algo que parece tan lejano en el tiempo y en el espacio, es impresionante ver cómo se repite en nuestros días y vuelven a reverdecer los desprecios y a crearse la incomunicación entre los pueblos.
Pero también es curioso ver cómo el mal y los fallos se repiten con tanta exactitud, pero no lo hacen lo mismo los gestos que engrandecen, como el arrepentimiento y el cambio, que hacen que una ciudad vuelva a su esplendor y a su grandeza.

Salmo responsorial Sal 62, 2. 3‑4. 5‑6. 8‑9 (R.: 2b)

R. Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma esta sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua. R
R. Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios. R.
R. Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos. R.
R. Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
Porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene. R.
R. Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 3, 26‑29
Los que habéis sido bautizados os habéis revestido de Cristo

Hermanos:
Todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús.
Los que os habéis incorporado a Cristo por el bautismo os habéis revestido de Cristo.
Ya no hay distinción entre judíos y gentiles, esclavos y libres, hombres y mujeres, porque todos sois uno en Cristo Jesús.
Y, si sois de Cristo, sois descendencia de Abrahán y herederos de la promesa.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“PROCLAMACIÓN DE PRINCIPIOS”
El texto es una proclamación abierta de la dignidad de la persona: por Cristo hemos sido hechos hijos de Dios y esa filiación nos ha hecho iguales ante la ley y ante el mundo; ante esa igualdad, se rompen todas la barreras de lengua, raza, cultura, nación y sexo… “porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y, si sois de Cristo, sois descendencia de Abrahán y herederos de la promesa”.
El orgullo de Jerusalén, la seguridad de los dirigentes, el templo y sus empleados, la misma religión no son nada, pasan a segundo o tercer lugar, frente a la nueva realidad que Cristo nos ha conseguido.
¡Qué bueno sería que leyéramos constantemente este texto dentro de la iglesia, para que a nadie se nos suban los humos y nos creamos estupideces, como le pasó a Jerusalén.
El nacimiento a esta nueva realidad se realiza con el bautismo, con el que nos identificamos con Cristo, morimos al hombre viejo y nos revestimos del Espíritu de Cristo, que es el que nos hará llamar a Dios “Abba”.
Las diferencias humanas: lengua, raza, cultura, sexo… no quedan anuladas, son superadas y, por tanto, se integran en esa nueva realidad que es el cuerpo de Cristo, al que enriquecen con todas estas singularidades, pero no lo dañan, ni lo desfiguran; y es que nuestra realidad individual deja de ser el centro del universo y se coloca en la periferia, en función de los demás, con lo que así demuestra su grandeza y valía y es elemento de riqueza.
Cristo dio la vuelta por completo a la concepción de la vida y de las cosas, pero nosotros, constantemente vamos volviéndolas a su estado anterior: a colocarnos en el centro, a proclamarnos dioses de nosotros mismos, a considerar a los demás inferiores y a utilizarlos como medios para sostener nuestros intereses.

Aleluya Jn 10, 27
Mis ovejas escuchan mi voz —dice el Señor—,
y yo las conozco, y ellas me siguen.


EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 9, 18‑24
Tú eres el Mesías de Dios. El Hijo del hombre tiene que padecer mucho

Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les preguntó:
—«¿Quién dice la gente que soy yo?»
Ellos contestaron:
—«Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.»
Él les preguntó:
—«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Pedro tomó la palabra y dijo:
— «El Mesías de Dios.»
É1 les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y añadió:
— «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día.»
Y, dirigiéndose a todos, dijo:
— «El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará.»
Palabra del Señor.


REFLEXIÓN

Y TÚ, ¿ME QUIERES?

El momento en que Jesús hace la pregunta a los apóstoles es muy interesante: estaba muy reciente el momento de la multiplicación de los panes y los peces en el que habían comido una gran cantidad de gente y en Cristo habían visto un posible liberador de la situación que estaban viviendo; por otro lado, los discípulos estaban viendo cómo hablaba Jesús y cómo la gente se entusiasmaba con Él; cuando Jesús hace la pregunta, no dudan en contestarle que Él es el Mesías que esperan, ellos también lo ven así, pero no entienden el alcance que tiene lo que están diciendo; por eso, inmediatamente les anuncia que va a ir a Jerusalén y que allí lo van a matar; eso no entra ya en los planes de los discípulos ni en la confesión que acaban de hacer.
Tampoco entra el que, “Seguir a Cristo” significa “coger la cruz” y emplearse a fondo en la causa del reino y seguirlo en el camino dispuestos a salirse del centro y estar dispuestos a entregar la vida. Por eso, cuando Pedro contestó tan decidido, Jesús le prohibió que fuera divulgando aquello que había dicho, ya que era una confesión muy débil, pues no entendía todavía lo que decía y podría llevar a la confusión.
La confesión verdadera será el momento en que Cristo le pregunta después de resucitar: “Simón, me quieres? Y lo hace por tres veces seguidas, después que lo había negado otras tres.
Nosotros estamos en una situación completamente diferente y, por supuesto, en mejores condiciones, conocemos perfectamente por donde va Jesús, sabemos su propuesta y tenemos perfecto conocimiento de lo que Él quiere y por dónde va.
La pregunta vuelve a plantearse de nuevo y las respuestas vuelven a sucederse: “Tú eres el Mesías de Dios”, “Tú eres el Hijo de Dios”, “Tú eres nuestro Señor y Salvador”… Palabras todas muy bonitas e importantes, pero es necesario que sea respaldadas por una vida en coherencia que tendrá que revisar si en verdad estamos convencidos que Cristo es nuestro salvador o es, en cambio, el dinero, el puesto que ocupo, el prestigio, la fama, la imagen que he construido.
Tendremos que revisar si aceptamos el “Dios” que él nos mostró o nuestro dios es otro por el que vivimos, nos movemos y a quien servimos; tendremos que revisar si en verdad es Cristo nuestro Señor o tenemos otros señores a quienes servimos con nuestra vida y nuestros bienes.
El momento en que una comunidad o la misma iglesia, no tiene claro esto, ese mismo instante entra en la deriva y termina vendiéndose al mejor postor, exactamente igual que hacen todos aquellos que quitan a Dios del horizonte

jueves, 10 de junio de 2010

DOMINGO -XI- DEL T. ORDINARIO -C-


PRIMERA LECTURA

Lectura del segundo libro de Samuel 12, 7‑10. 13
El Señor ha perdonado ya tu pecado, no morirás

En aquellos días, Natán dijo a David:
—«Así dice el Señor, Dios de Israel:
"Yo te ungí rey de Israel, te libré de las manos de Saúl, te entregué la casa de tu señor, puse sus mujeres en tus brazos, te entregué la casa de Israel y la de Judá, y, por si fuera poco, pienso darte otro tanto.
¿Por qué has despreciado tú la palabra del Señor, haciendo lo que a él le parece mal? Mataste a espada a Urías, el hitita, y te quedaste con su mujer. Pues bien, la espada no se apartará nunca de tu casa; por haberme despreciado, quedándote con la mujer de Urías."»
David respondió a Natán:
—«¡He pecado contra el Señor!»
Natán le dijo:
— «El Señor ha perdonado ya tu pecado, no morirás.»
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN

“RECONOCER EL ERROR, PRIMER PASO DE CONVERSIÓN”

El pasaje está enmarcado en el contexto del pecado de David, que abusa de su poder e induce a la muerte a uno de sus mejores servidores para apoderarse de su mujer. Este abuso de poder le costará caro: “la espada no se apartará nunca de tu casa”
David rompió su amistad con Dios: cometió adulterio, trató de esconder su pecado. Mató a Urías y metió a Betsabé en el palacio… es decir: le hizo cara a Dios, hasta que Dios le tuvo que parar en seco y plantearle la situación: o Él o la actitud que estaba tomando.
David reconoce su fallo ante la llamada de atención de Natán: efectivamente, él tiene capacidad para ocultar lo ocurrido y seguir en la situación que ha montado; pero a Dios no lo puede engañar, y es Natán quien, contándole un relato sencillo le hace sentirse retratado: un hombre riquísimo con grandes rebaños y a su lado un vecino con una sola oveja, que es lo único que tiene; llega una visita a casa del hombre rico y para brindarle al huésped una comida, le roba la oveja al pobre. “David se indignó contra el rico” y Natán le pidió que analizase lo que él había hecho con Urías.
David se siente cogido entre la espada y la pared; tenía poder para despedir y destruir si hubiera querido a Natán y hubiera seguido ocultando su pecado, pero en cambio lo escuchó y no se defendió, sino que reconoció su error y su actitud frente al Señor: «¡He pecado contra el Señor!».
A partir de aquí, David restaura su vida y pone orden en su relación con Dios y con su pueblo, pues se estaba enrareciendo el ambiente debido a su postura.
Esta experiencia de pecado y de perdón le hace recuperar a David un rostro más humano, misericordioso y cercano, pues él ha padecido la debilidad, la humillación y el perdón y esto será lo que le libre de la muerte.
El peor de los errores que podemos cometer es el empecinarnos en nuestra metedura de pata, justificarla y sostenerla; en definitiva, eso es mantener la muerte sobre la vida sin más justificación que el orgullo y la soberbia.

Salmo responsorial Sal 31, 1‑2. 5. 7. 11 (R.: cf. 5c)

R. Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado.
Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor
no le apunta el delito. R.
R. Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado.
Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»,
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R.
R. Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado.
Tú eres mi refugio,
me libras del peligro,
me rodeas de cantos de liberación. R.
R. Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado.
Alegraos, justos, y gozad con el Señor;
aclamadlo, los de corazón sincero. R.
R. Perdona, Señor, mi culpa y mi pecado.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 2, 16. 19‑21
Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí

Hermanos:
Sabemos que el hombre no se justifica por cumplir la Ley, sino por creer en Cristo Jesús.
Por eso, hemos creído en Cristo Jesús, para ser justificados por la fe de Cristo y no por cumplir la Ley.
Porque el hombre no se justifica por cumplir la Ley.
Para la Ley yo estoy muerto, porque la Ley me ha dado muerte; pero así vivo para Dios.
Estoy crucificado con Cristo: vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí.
Y, mientras vivo en esta carne, vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó hasta entregarse por mí.
Yo no anulo la gracia de Dios.
Pero, si la justificación fuera efecto de la Ley, la muerte de Cristo sería inútil.
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN

“VIVIR EN COHERENCIA”

El encuentro de Pablo con Cristo marcará de ahora en adelante su existencia entera: hasta entonces ha sido un seguidor fanático de la ley, pues la consideraba la expresión de la voluntad expresa de Dios, pero cuando se da cuenta que, antes que la misma ley está el hombre que ha roto con el proyecto de Dios y, la ley ha venido después para evitar más daños al hombre, pero no para distanciar más al hombre ni entablar una relación de igualdad con Dios, hasta el punto de poner la ley como norma, incluso por encima de Dios a la que Él mismo se tiene que atener.
Cuando Pablo descubre lo que ha ocurrido en Cristo: Él ha superado toda ley, Él ha elevado al hombre a la categoría de “Hijo de Dios”, Él nos ha regalado la filiación, Él nos ha conseguido el gran regalo de la salvación….
El bautismo será el SÍ a toda esta nueva dimensión que Cristo nos ha abierto y, el dejar definitivamente el hombre viejo, los esquemas caducos, la mentalidad legalista… y abrirse a una nueva naturaleza que nos ha conseguido Cristo y que Dios nos ha consagrado con su Espíritu.
Por tanto, no es la ley la que establece la relación, sino la nueva realidad que Cristo ha conseguido; de ahí que exclame: “vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí.”; lo único que salva es vivir en coherencia con esta nueva realidad, con este regalo que se nos ha hecho y que hemos aceptado en el bautismo.
Al vivir esta nueva dimensión, es la misma vida de Cristo la que llena a cada persona, aunque cada creyente no deja de ser un individuo concreto, con sus defectos y sus virtudes y, sobre todo su libertad para poder responder como crea conveniente.
El momento en que entendamos esto, será como una luz impresionante que ilumina todo nuestro ser y nos hace cambiar toda nuestra realidad.



Aleluya 1 Jn 4, 10b
Dios nos amó y nos envió a su Hijo
como víctima de propiciación por nuestros pecados.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 7, 36—8, 3
Sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor

En aquel tiempo, un fariseo rogaba a Jesús que fuera a comer con él. Jesús, entrando en casa del fariseo, se recostó a la mesa. Y una mujer de la ciudad, una pecadora, al enterarse de que estaba comiendo en casa del fariseo, vino con un frasco de perfume y, colocándose detrás junto a sus pies, llorando, se puso a regarle los pies con sus lágrimas, se los enjugaba con sus cabellos, los cubría de besos y se los ungía con el perfume. Al ver esto, el fariseo que lo había invitado se dijo:
—«Si éste fuera profeta, sabía quién es esta mujer que lo está tocando y lo que es: una pecadora.»
Jesús tomó la palabra y le dijo:
—«Simón, tengo algo que decirte.»
Él respondió:
—«Dímelo, maestro.»
Jesús le dijo:
—«Un prestamista tenía dos deudores; uno le debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, los perdonó a los dos. ¿Cuál de los dos lo amará más?»
Simón contestó:
—«Supongo que aquel a quien le perdonó más.»
Jesús le dijo:
—«Has juzgado rectamente.»
Y, volviéndose a la mujer, dijo a Simón:
—«¿Ves a esta mujer? Cuando yo entré en tu casa, no me pusiste agua para los pies; ella, en cambio, me ha lavado los pies con sus lágrimas y me los ha enjugado con su pelo. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con ungüento; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por eso te digo: sus muchos pecados están perdonados, porque tiene mucho amor; pero al que poco se le perdona, poco ama.»
Y a ella le dijo:
—«Tus pecados están perdonados.»
Los demás convidados empezaron a decir entre sí:
—«¿Quién es éste, que hasta perdona pecados?»
Pero Jesús dijo a la mujer:
—«Tu fe te ha salvado, vete en paz.»
Después de esto iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, predicando el Evangelio del reino de Dios; lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que él había curado de malos espíritus y enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, intendente de Herodes; Susana y otras muchas que le ayudaban con sus bienes.
Palabra del Señor.


REFLEXIÓN

“LA LEY MATA”

El relato presenta a dos personajes: Simón, un fariseo, cumplidor acérrimo de la ley y, por tanto, orgulloso de si mismo, creyéndose con todos los derechos a que Dios le escuche. El no siente la obligación ni la necesidad de darle gracias a nadie, él cumple la ley y, por tanto, se merece la salvación y todo lo que le den, Dios debe estar agradecido con él y está obligado a responderle.
Efectivamente, Simón cumple todo lo mandado, pero la ley le ha secado el corazón y se le ha endurecido hasta el punto que los demás le importan un bledo; según él, lo que todos tienen que hacer es ajustarse a la ley, lo mismo que hace él, todo lo demás, son contemplaciones inútiles.
El otro personaje es una mujer que anda fuera de la ley, probablemente ni la conoce, aunque ella está arrepentida y deseosa de poder vivir en paz con Dios, con ella misma y con el mundo, pero no se siente ni con fuerza ni tiene posibilidades para poder hacerlo. Ella, lo único que posee es un corazón deseoso de amar y de ser amado; lo que le den, ella lo considera un regalo.
En Jesús ha encontrado a alguien que la ha hecho sentirse persona, que la ha tomado en cuenta y, sintiéndose inmerecedora de tal regalo, reconoce y da las gracias con lo que tiene: derrama su perfume en los pies de Jesús y los unge, besándolos y secándolos con sus cabellos.
La gran diferencia entre los dos personajes está en el reconocimiento del amor de Dios que cada uno hace: para uno es un puro regalo y mueve a responder con la misma actitud, para el otro: Simón, no entiende esto y se cree merecedor de lo que Dios le hace, no siente necesidad de dar gracias de nada, lo que tiene es lo que en justicia se merece, porque se lo ha ganado.
La mujer entiende que todo lo que le hagan es un regalo que no ha merecido y, por tanto, se siente agradecida; reconoce el amor de Dios expresado con el perdón lo siente como un gran regalo que agradece y corresponde amando.
Dios nos ama, se dirige a nosotros desde el amor y el hombre responde amando; a partir de ahí, se va dando un cambio profundo en el corazón, que es la base de toda conversión.
Pero cuando el hombre no tiene la experiencia de sentirse pecador, perdonado y acogido, más bien se siente un juez con derecho a reclamar, incluso a Dios.

martes, 1 de junio de 2010

DOMINGO -X- DEL T. ORDINARIO -C-

SOLEMNIDAD DEL SANTÍSIMO
CUERPO Y SANGRE DE CRISTO




PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del Génesis 14, 18‑20
Sacó pan y vino

En aquellos días, Melquisedec, rey de Salen, sacerdote del Dios altísimo, sacó pan y vino y bendijo a Abrán, diciendo:
—«Bendito sea Abrán por el Dios altísimo, creador de cielo y tierra; bendito sea el Dios altísimo, que te ha entregado tus enemigos.»
Y Abrán le dio un décimo de cada cosa.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“DESCUBRIR LA VERDAD”

Siguiendo la trayectoria de la vida de Abrahán, nos encontramos con este pasaje en el que aparece un personaje: Melquisedec que, aparentemente no tiene nada que ver con la trama de la vida de Abrahán, sin embargo, su figura ha trascendido en el tiempo hasta nuestros días, ¿a qué se debe esto?
Hay varios detalles que vale la pena tener en cuenta y que nos van a ubicar, para tener una comprensión más amplia y al mismo tiempo, nos van a ayudar a ver cómo Dios se va metiendo en la trama de la historia de las formas más inesperadas e insólitas, de tal forma que la convierte para el hombre en el lugar de encuentro con Él.
Lot ha caído prisionero en una de las batallas contra un rey y le roban el botín que él le había quitado a su vez al rey de Sodoma. Abrahán logra liberarlo y recuperar el botín, por lo que Lot quiere tener un gesto de agradecimiento a Abrahán.
Ahora, como tema de comparación, aparece Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que no tiene que ver nada con Israel y se presenta ante Abrahán teniéndole un gesto de acogida y le presenta el pan, como signo de los frutos que la tierra da, con el esfuerzo del hombre y el vino, como signo de la alegría y de la apertura del corazón, gesto que recoge la actitud de este hombre, pero además le ofrece otros dones y le bendice.
Ya conocemos lo que significa la “bendición” en Israel: es una acción que lleva consigo dar la posibilidad de vivir en paz, de convertirse en una persona grande y próspera, el ser acogido, apoyado y aceptado. Quien ha sido bendecido, se encuentra en capacidad de bendecir a su vez a Dios y a su gente: familia, amigos, pueblo, hogar…
El encuentro de Abrahán con Melquisedec se convierte en signo de lo que será la bendición que al final de los tiempos Dios dará al Nuevo Pueblo Y Jesús es el signo visible de ella.
Melquisedec se convierte en el signo del cumplimiento de una promesa de Dios, que ha prometido no abandonar el pueblo y que en la cumbre de los tiempos realiza en Jesucristo, que es el cumplimiento de todas las promesas.
Abrahán fue capaz de descubrir en el gesto de Melquisedec la presencia de Dios; el problema hoy está en saber descubrir esa presencia, cuando hay gestos y situaciones que aparentan una cosa y luego son otra muy distinta. No obstante, sigue en pie la importancia de la fuerza del Espíritu Santo que es quien nos da discernimiento para descubrir dónde está la VERDAD y lo que no es, sino una tentación peligrosa y un engaño.

Salmo responsorial Sal 109, 1. 2. 3. 4 (R.: 4bc)

R. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.
Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos estrado de tus pies.» R.
R. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos. R.
R. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré,
como rocío, antes de la aurora.» R
R. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.» R
R. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.
.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 11, 23‑26
Cada vez que coméis y bebéis, proclamáis la muerte del Señor

Hermanos:
Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido:
Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó un pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo:
—«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía.»
Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo:
—«Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía.»
Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN


“LA EUCARISTÍA SANTO Y SEÑA DEL CRISTIANO”

S. Pablo recuerda a la comunidad lo que él ha recibido y que es lo que lo une a toda la iglesia y le hace sentirse parte de ella: “Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó un pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo:
—«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía.»
Precisamente, el mantener intacta esta tradición y mantenerse fiel a ella, será lo que le da autoridad y autenticidad.
Es muy importante que no se rompa esa cadena, porque el día que se pierda el sentido, entonces se habrá acabado todo: la comunidad no se reunirá a celebrar su liberación, sino una fiesta, o lo que sea, que no tiene que ver nada con Jesucristo, ni con la Pascua, ni la Alianza que Él ha hecho.
La fidelidad al sentido que le dio Jesús, es lo que va identificar a la comunidad, que renueva en cada Eucaristía la Alianza que Dios hace con su pueblo: —«Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía.»
Cuando rompemos este sentido, la Eucaristía ya no es la “Cena del Señor”, la celebración de la Alianza, sino otra cosa.
Conservar la memoria de Jesús es: Escuchar su palabra, celebrar la cena, compartir el pan, unirse a Él en su oración y compartir con Él su entrega… Esto es lo que nos identifica como cristianos, por eso S. Pablo coge todo esto, que es el meollo de nuestra fe y lo pone como su carnet de identidad: a partir de ahí recuperará el sentido todo lo que existe.
Cuando hablamos de la puesta al día de la iglesia, efectivamente, deberíamos hacerlo, es decir: deberíamos renovar exactamente lo que hizo Jesús y no en lo que hemos convertido la Eucaristía, que no se parece en nada ni tiene referencia a nada de lo que hizo Jesús.

Aleluya Jn 6, 51
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo —dice el Señor—;
el que coma de este pan vivirá para siempre.

EVANGELIO


Lectura del santo evangelio según san Lucas 9, 11b‑17
Comieron todos y se saciaron

En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar al gentío del reino de Dios y curó a los que lo necesitaban.
Caía la tarde, y los Doce se le acercaron a decirle:
—«Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado.»
Él les contestó:
—«Dadles vosotros de comer.»
Ellos replicaron:
—«No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para todo este gentío.»
Porque eran unos cinco mil hombres.
Jesús dijo a sus discípulos:
—«Decidles que se echen en grupos de unos cincuenta.»
Lo hicieron así, y todos se echaron.
Él, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y cogieron las sobras: doce cestos.
Palabra del Señor.


REFLEXIÓN

“MANTENER VIVA LA MEMORIA DE JESÚS”

Cada evangelista narra el acontecimiento desde su punto de vista, podríamos decir que cada uno narra las cosas desde un ángulo distinto aunque todos se refieran a la misma realidad.
S. Lucas interpreta el signo como una de las formas que Dios tiene de cumplir las promesas que vino haciendo en el A.T. en donde promete el alimento para todos los necesitados (IIReg. 4,42-44) : en aquel momento Eliseo da de comer a cien personas con 20 panes de cebada, aquello sería un signo de lo que ocurriría en los tiempos de la promesa: ya no serán cien personas, sino cien grupos de cincuenta. Aquella acción de Eliseo sería un signo de la nueva realidad; aquel signo nos remite a la iglesia, en la que el pan repartido y compartido será el signo de la acogida, de la comunión y del servicio que la iglesia realiza: ante la situación que vive la gente, Jesús y los apóstoles salen al encuentro, para afrontar las necesidades del grupo; tranquilamente se podrían haber desatendido. En esta actitud se da el signo de reconocimiento de Jesús.
El hecho está narrado con un gran paralelismo con la escena de Emaus: cae la tarde y no tienen nada qué comer y quieren invitarlos a que se vayan a las aldeas cercanas. En Emaus, es también la tarde caída y Jesús hace ademán de seguir el camino, ellos le invitan a cenar. En ambos momentos, al partir el pan reconocen la presencia de Dios; la solidaridad es signo que nos identifica y nos hace reconocibles ante el mundo, es el AMOR que se manifiesta y se hace palpable: “En esto reconocerán que sois de los míos”
Hoy ha cambiado enormemente la sociedad y, la estructura en la que nos desenvolvemos es completamente diferente, desde la concepción y el empleo del tiempo hasta las formas de convivencia, sin embargo, la solidaridad, la necesidad de encontrarnos, de sentirnos amados, acogidos y escuchados sigue siendo tan fuerte y necesaria para vivir como siempre, la propuesta de Jesús sigue siendo también la misma, la forma será cuestión nuestra, para ir viendo cómo seguimos manteniendo viva la memoria de Jesús.