martes, 6 de abril de 2010

DOMINGO -II- DE PASCUA -C-

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 5, 12‑16
Crecía el número de los creyentes, hombres y mujeres, que se adherían al Señor

Los apóstoles hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo.
Los fieles se reunían de común acuerdo en el pórtico de Salomón; los demás no se atrevían a juntárseles, aunque la gente se hacía lenguas de ellos; más aún, crecía el número de los creyentes, hombres y mujeres, que se adherían al Señor.
La gente sacaba los enfermos a la calle, y los ponía en catres y camillas, para que, al pasar Pedro, su sombra, por lo menos, cayera sobre alguno.
Mucha gente de los alrededores acudía a Jerusalén, llevando a enfermos y poseídos de espíritu inmundo, y todos se curaban.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“TESTIGOS DE JESÚS”

El pasaje presenta una situación muy tensa: ha ocurrido algo muy extraño, quisieron acabar con Jesús eliminándolo y, a todos los creyentes en Él, los expulsaron de la sinagoga.
Todos los expulsados empiezan a reunirse donde pueden; el pueblo está desorientada. pues ven que esta gente es buena, no hacen daño a nadie, al contrario, hacen el bien a todo el mundo, son gente de paz… pero las autoridades los persiguen sin ningún motivo que lo justifique; esto hace que empiece a darse la reacción contraria: “El pueblo los tenía en gran estima” y la gran mayoría empezó a ponerse a su favor, con lo que empieza a darse una identificación clara de la primera comunidad frente a la religión oficial establecida.
Es interesante ver cómo en el pasaje se resalta la figura de los apóstoles, en torno a los que se reúne la comunidad y en ellos, se apoya la confianza y la fe de los creyentes.
Como podemos ver, en estos primeros momentos empiezan a perfilarse los rasgos que van a definir a la iglesia: en ella el apóstol es el testigo que se convierte en signo de la presencia viva de Jesucristo; a él se van uniendo nuevos miembros por el poder del Espíritu Santo que los apóstoles confirman en la fe.
Esta ha sido desde el principio la práctica de la iglesia, cuya misión se ha realizado en el testimonio directo de los apóstoles. El problema surge el momento en que el apóstol ya no es un “testigo” que transmite su experiencia, sino un funcionario al servicio de una institución a la que hay que sostener sus estructuras, pero no se presenta a Jesucristo, entonces interesan más las leyes, las normas, la doctrina que la persona, empezando por Jesús.
Este es el gran problema, incluso de nuestra catequesis, de nuestra predicación y de nuestra vida: estamos instalados en normas, en leyes… pero no tenemos una experiencia de vida de encuentro con Jesús, que es lo único que nos sostiene.

Salmo responsorial Sal 117, 2‑4. 22‑24. 25‑27a (R.: 1)

R. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia. R.
R. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo.
R. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
R. Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios, él nos ilumina. R.
R. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.


SEGUNDA LECTURA

Lectura del libro del Apocalipsis 1, 9‑11a. 12‑13. 17‑19
Estaba muerto y, ya ves, vivo por los siglos de los siglos

Yo, Juan, vuestro hermano y compañero en la tribulación, en el reino y en la constancia en Jesús, estaba desterrado en la isla de Patmos, por haber predicado la palabra de Dios, y haber dado testimonio de Jesús.
Un domingo caí en éxtasis y oí a mis espaldas una voz potente que decía:
—«Lo que veas escríbelo en un libro, y envíaselo a las siete Iglesias de Asia.»
Me volví a ver quién me hablaba, y, al volverme, vi siete candelabros de oro, y en medio de ellos una figura humana, vestida de larga túnica, con un cinturón de oro a la altura del pecho.
Al verlo, caí a sus pies como muerto.
Él puso la mano derecha sobre mí y dijo:
—«No temas: Yo soy el primero y el último, yo soy el que vive. Estaba muerto y, ya ves, vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del abismo.
Escribe, pues, lo que veas: lo que está sucediendo y lo que ha de suceder más tarde.»
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“LA FE SE VIVE EN COMUNIDAD”

Cristo ha resucitado y los creyentes que han vivido la experiencia del encuentro con Él, sufren la persecución, lo mismo que la ha sufrido Jesús. El que no vive esta experiencia de fe no entiende nada; en cambio, el que la tiene, es capaz de entrar en el mundo espiritual y comprende el lenguaje con el que se expresa dicha vivencia a través de símbolos, signos… experiencia de vida que se salen de lo normal.
Es importante enmarcar el libro del Apocalipsis donde Juan lo hace: está prisionero, sufriendo, lo mismo que los demás hermanos, la persecución por la fe y por predicar a Jesucristo. Utiliza el lenguaje que solo ellos pueden entender, para darles ánimo en el momento tan duro por el que están atravesando.
Para Juan, el referente para su vida es la comunidad, que se reúne el día del Señor para celebrar la nueva Alianza, que recuerda al Sinaí y le invita a la conversión, a volver a la fuente.
Cristo aparece en medio de 7 candelabros con 7 brazos, indicando que Él es desde ahora el centro de todo el culto, el templo de Jerusalén se ha desplazado a Jesús.
Es importante que no perdamos de vista esto que resuena como un eco de las palabras de Jesús a la mujer samaritana: ha llegado la hora en que “ Los verdaderos adoradores del Padre, tal como él mismo los quiere, deben adorarlo en espíritu y en verdad.» (Jn 4,24), es decir: el templo de Dios es el corazón de cada persona que cree en Él y lo ama y si esto es así



Aleluya Jn 20, 29
Porque me has visto, Tomás, has creído,
—dice el Señor—.Dichosos los que crean sin haber visto.


EVANGELIO


Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 19‑31
A los ocho días, llegó Jesús

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
—«Paz a vosotros.»
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
—«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.»
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
—«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:
—«Hemos visto al Señor.»
Pero él les contestó:
—«Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.»
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
—«Paz a vosotros.»
Luego dijo a Tomás:
— «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.»
Contestó Tomás:
—«¡Señor mío y Dios mío!»
Jesús le dijo:
—«¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.»
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.
Palabra del Señor.


REFLEXIÓN

“LA EUCARISTÍA, LUGAR PRIVILEGIADO DE ENCUENTRO CON JESÚS

Después de la muerte de Jesús, los apóstoles quedan desconcertados y con una sensación de fracaso impresionante; ha sido un sueño el que han vivido, que ha terminado con una auténtica pesadilla: toda la belleza, la ilusión, la esperanza del primer año, ahora se ha convertido en un problema que les puede costar la vida, lo mismo que le ha ocurrido a Jesús y no saben cómo salir del atolladero.
Era un domingo por la tarde y, estaban reunidos, escondidos, con las puertas cerradas, por miedo a los judíos”. Describe el texto una situación bien difícil y tensa.
Jesús rompe todas esas barreras y se planta en medio de ellos, con su saludo acostumbrado: “LA PAZ ESTÉ (que equivale a “Está”, pero Él desea que también ellos lo sientan así) CON VOSOTROS”.
Cristo se presenta como LA PAZ que rompe todos los obstáculos, quita todos los miedos y los lanza hacia fuera con una misión: ser portadores de esa misma paz, que restablece la dignidad de la persona a través del perdón de los pecados, con la fuerza del Espíritu Santo.
Es importante que veamos en lo que el evangelio pone el acento: “Es Domingo” “Estaban reunidos”… indicando que es en la comunidad y en la celebración, donde se da el lugar privilegiado del encuentro con el Señor; de hecho, a Tomás que no estaba en ese momento, se le podía haber presentado a él solo en otro lugar y en otro momento y, lo hace al domingo siguiente, “cuando se hallaban de nuevo reunidos en casa y Tomás con ellos”, ahí Jesús vuelve de la misma manera.
Jesús es LA PAZ, que pone todo en su sitio, da la calma, quita el miedo y fortifica la fe; Tomás, que se reíste a creer, porque quiere una prueba tangible, Cristo se la da y le arranca la confesión de fe más perfecta: “Señor mío, y Dios mío”, es decir: aplica a Jesús los dos nombres bíblicos que se le dan a Dios: Yahvé y Elohim.
Al leer hoy este pasaje desde la fe, es imposible evitar el aterrizarlo en nuestras vidas, y concretamente en nuestras eucaristías: ¿Hasta qué punto es referente la Eucaristía de nuestra fe en Jesús? ¿Tiene relación nuestra creencia en Jesús con la eucaristía que nos dejó, como lugar privilegiado de encuentro con Jesús Resucitado? ¿Es nuestra Eucaristía referente de paz, de amistad, de vivencia de fe comunitaria?