martes, 30 de marzo de 2010

-I- DE PASCUA de RESURRECCIÓN -C-

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 10, 34a. 37‑43
Hemos comido y bebido con él después de su resurrección

En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo:
—«Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.
Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver, no a todo el pueblo, sino a los testigos que él había designado: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su resurrección.
Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que los que creen en él reciben, por su nombre, el perdón de los pecados.»
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“DIOS LE HA DADO LA RAZÓN”
Pedro comienza dando testimonio de su experiencia vital: él ha estado al lado de Jesús, lo ha visto cómo ha actuado, lo ha escuchado, ha sentido su cercanía, y ha visto cómo lo han matado injustamente; esto no se lo puede quitar nadie ni se lo pueden dibujar de otra manera, lo ha vivido él; ahora está viendo cómo Dios le ha dado la razón y se la ha quitado a todos los que lo traicionaron y lo mataron,: dios lo ha resucitado y lo ha levantado de la muerte.
Esto que él ha vivido y ha experimentado, no se lo puede arrebatar nadie y lo que dice no son historias que le han contado o que él ha aprendido, sino que lo que dice es lo que ha vivido y está viendo que es todo lo que anunciaron los profetas.
Pedro, junto con sus compañeros, ha visto cómo Jesús ha curado enfermos,, ha devuelto la vista a los ciegos, ha liberado del demonio a los poseídos, ha devuelto la paz y la dignidad a la gente… ha pasado haciendo el bien. Esta actitud en la vida ha sido aprobada por Dios aunque la hayan rechazado los hombres, pero Dios la ha aprobado y ha quedado al descubierto la maldad y la equivocación de los que lo mataron, pues Dios lo ha resucitado y ha firmado con su resurrección la sentencia del mal y el triunfo del bien y de la verdad.
Los apóstoles han recibido el encargo de proclamar esta verdad, de gritar a los cuatro vientos que el odio, el rencor, la mentira, la corrupción, la injusticia, el atropello… no tienen salida, su destino es la muerte y la destrucción.


Salmo responsorial Sal 117, 1‑2. 16ab‑17. 22‑23 (R.: 24)

R. Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia. R.
R. Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.
La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa.
No he de morir,
viviré para contar las hazañas del Señor. R.
R. Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente. R.
R. Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.



SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3, 1-4
Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo

Hermanos:
Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra.
Porque habéis muerto, y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros apareceréis, juntamente con él, en gloria.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN


“PARTÍCIPES DE LA RESURRECCIÓN”

Pablo ha captado en su totalidad el mensaje: si Cristo ha dado muerte al pecado y su resurrección ha ratificado que no tiene salida ni futuro una vida enmarcada en el pecado, entiende que es una perdida inútil persistir viviendo en la oscuridad para terminar en la muerte.
Lo que Cristo ha hecho tiene dimensiones cósmicas, por tanto, oponerse al regalo que nos ha hecho es ponerse en contra del universo entero, es colocarse al otro lado, en la más absoluta soledad, en donde me siento despreciado hasta por mi mismo y todo eso eternamente.
Dios tomó la naturaleza humana en Cristo, esta naturaleza ha sido restaurada y resucitada, ahora solo nos queda asumir y aceptar esta nueva realidad, el no hacerlo, es condenarnos a nosotros mismos, hundirnos. Aceptarlo, en cambio, comporta vivir una forma de vida nueva: no podemos seguir como si nada hubiera pasado, ha muerto el hombre viejo y nos hemos establecido en una situación nueva, somos seres gloriosos como él, por tanto, se trata de enmarcarnos en un contexto que, aunque vivamos en la tierra, lo que hagamos, lo que vivamos tenga resonancia eterna, porque vivimos en aquel que ya vive para siempre.


0 bien.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 5, 6b‑8
Quitad la levadura vieja para ser una masa nueva

Hermanos:
¿No sabéis que un poco de levadura fermenta toda la masa? Quitad la levadura vieja para ser una masa nueva, ya que sois panes ázimos. Porque ha sido inmolada nuestra víctima pascual: Cristo. Así, pues, celebremos la Pascua, no con levadura vieja (levadura de corrupción y de maldad), sino con los panes ázimos de la sinceridad y la verdad.
Palabra de Dios.


SECUENCIA
(Es obligatorio decirla hoy; los días dentro de la Octava es potestativo)

Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.
Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.
Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.
«¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?»
«A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!
Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua.»
Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.
Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.

Aleluya 1 Co 5, 7b‑8a

Ha sido inmolada nuestra víctima pascual: Cristo.
Así, pues, celebremos la Pascua en el Señor.


EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 1‑9
Él había de resucitar de entre los muertos

El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo:
—«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.»
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró.
Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.
Palabra del Señor.


En las misas vespertinas, puede también leerse el siguiente evangelio:


EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 24, 13‑35
Quédate con nosotros, Señor, porque atardece

Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.
Él les dijo:
—«¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?»
Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó:
—«¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado allí estos días?»
Él les preguntó:
—«¿Qué?»
Ellos le contestaron:
—«Lo de Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves: hace dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron.»
Entonces Jesús les dijo:
—«¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?»
Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura.
Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron, diciendo:
—«Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída.»
Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció.
Ellos comentaron:
—«¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?»
Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:
—«Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón.»
Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Palabra del Señor.


REFLEXIÓN

“RESUCITARÉ Y ME QUEDARÉ CON VOSOTROS”

Jesús les había dicho muchas veces que iba a resucitar, pero nunca entendieron lo que quería decir. Ahora, ante la noticia de las mujeres, todo se pone más confuso: María Magdalena, al amanecer se va al sepulcro y se lo encuentra abierto, Jesús no está allí.
Los apóstoles van y constatan que ha desaparecido; en el sepulcro solo quedan restos de su presencia: unas vendas de linos que han estado envolviendo un cuerpo que ya no existe, se ha esfumado, un paño que le habían puesto en la cabeza enrollado, por allí en un rincón… pero Él no estaba.
¿Qué había ocurrido? Ahí salta inmediatamente la palabra que tantas veces les había dicho y que no habían entendido: “Al tercer día resucitaré” . Todo coincidía. Y empiezan a tener unas experiencias de encuentro espiritual jamás tenidas por nadie y compartidas por todos.
El relato de Juan está muy bien expresado indicando que lo que ha ocurrido es algo completamente nuevo:
“El domingo por la mañana” Cristo es el nuevo día de la nueva creación, en Él se inaugura un nuevo amanecer para la humanidad.
“Muy temprano, antes que salga el sol” Es el tiempo de la nueva vida que ha nacido con el nuevo sol que es Cristo resucitado para inaugurar y establecer el tiempo de la salvación.
Juan presenta a María Magdalena como la imagen de la nueva creatura que ha sido redimida del hundimiento en el que estaba metida, la mujer, que no merecía la más mínima atención, ahora se presenta como la imagen nueva de la fidelidad, que es encargada de dar la noticia al grupo, mientras antes a la mujer se la consideraba mentirosa por naturaleza, ahora es enviada a dar la noticia de la resurrección.
La figura de Pedro es realzada indicando la misión que va a tener de ahora en adelante siendo signo y sacramente de unidad para sus hermanos, a quienes ha de confirmar en la fe y en la unidad de todos los creyentes.
Es la nueva presencia de Dios en la tierra, que se prolonga en su iglesia vivificada por su Espíritu. Lo antiguo ha pasado, la ley ha dado paso al Espíritu que anima, fortalece y da vida.
La iglesia tiene que romper las barreras, quitarse el miedo y dar paso al Espíritu que la abra a una nueva dimensión, no puede estar anquilosada ni permanecer con las puertas cerradas por miedo a nadie.
Es interesante observar que todo está basado en un hecho constatable: Cristo no está en el sepulcro y, la respuesta a esta ausencia inexplicable, solo se encuentra en su palabra: “Resucitaré y me quedaré con vosotros hasta el final de los tiempos” y ante esto no hay más que una postura: o te lo crees y lo aceptas y experimentas su grandeza o te cierras y lo desprecias y te quedas en la oscuridad sin entender nada.