martes, 20 de octubre de 2009

DOMINGO XXX DEL T.ORDINARIO -B-

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de Jeremías 31, 7‑9
Guiaré entre consuelos a los ciegos y cojos

Así dice el Señor:
*Gritad de alegría por Jacob, regocijaos por el mejor de los pueblos;
proclamad, alabad y decid: El Señor ha salvado a su pueblo, al resto de Israel.
Mirad que yo os traeré del país del norte, os congregaré de los confines de la tierra.
Entre ellos hay ciegos y cojos, preñadas y paridas: una gran multitud retorna.
Se marcharon llorando, los guiaré entre consuelos;
los llevaré a torrentes de agua, por un camino llano en que no tropezarán.
Seré un padre para Israel, Efraín será mi primogénito.+
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“DIVIDE Y VENCERÁS”

El pueblo ha caído en lo más profundo, ha tocado fondo: se ha dividido en dos partes : el reino del norte y el del sur y ha sido llevado al exilio; este ha sido el resultado del desorden en el que se ha entrado. Cuando las esperanzas parecen perdidas, cuando ya no se ve solución, pues nadie sabe cómo va a salir del hueco donde se han metido, los pobres tienen todas las esperanzas perdidas y se sienten sin fuerzas, ellos claman al cielo y Dios no se deja insistir, ahí suena su voz con el profeta Jeremías anunciando la liberación y el retorno de la alegría; Dios va a hacer una alianza que garantizará la libertad y la prosperidad, pero esto no va a venir de aquellos que han hundido al pueblo, ni de los poderosos que no sienten deseo de liberación, ellos lo tienen todo y no van a poner las bases para que se les venga abajo su estatus de privilegio; la liberación va a venir de ese pequeño grupo que se ha mantenido fiel al Señor, que siente que le han quitado la voz, esos que han sufrido en silencio y que no tenían ni autoridad ni fuerza para nada, por ellos se salvará Israel y ADios será un Padre para ellos y Efraín será su hijo primogénito@
El profeta invita a levantar los ánimos, que será la base para que renazca la esperanza. Con un pueblo hundido y desmotivado no se puede pensar en nada. Dios se ha puesto de su parte, ellos tendrán que responder arrimando el hombro.
La situación vuelve a repetirse y el problema vuelve a ser el mismo: frente al poderoso, la masa de los débiles se agacha, se inhibe, se asusta y se humilla dejándose que le hagan lo que quieran, incluso llegan a pensar que no vale la pena luchar, que mejor es unirse y apoyar al enemigo.
El profeta viene a plantear la lucha contra esa postura de pérdida de la esperanza, como lo más negativo que puede ocurrir. Dios se acerca para hacer ver a este pueblo humillado y roto que la salvación la tiene en sus manos, basta que recuperen la confianza en ellos mismos, en que restablezcan la solidariddad y destruyan la competencia, eso solo lo puede hacer el pueblo, los tiranos no lo van a hacer de ninguna forma, a ellos no les interesa y por eso nos inducirán como borregos a lo contrario.
Un ejemplo claro lo tenemos en momentos de crisis como el actual, que estamos viviendo: vemos que cada uno va a solucionar “su” problema sin importarle el de los demás y jamás se arregla nada.
Basta con que cada uno arrime su hombro y piense en el bien de todos antes que en el suyo propio y, sobre todo, no cometan la estupidez de poner en la cabeza a alguien que no esté en esta onda.
La utopía se hizo realidad muchas veces en muchos sitios y esta actitud logró sacar del caos a muchos pueblos, pues en es dinamica de solidaridad Dios se compromete y lucha junto al pueblo.


Salmo responsorial Sal 125, 1‑2ab. 2cd‑3. 4‑5. 6

R/. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar: la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares. R/.
R/. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Hasta los gentiles decían:
“El Señor ha estado grande con ellos.”
El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. R/.
R/. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares. R/.
R/. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Al ir, iba llorando, llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas. R/.
R/. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta a los Hebreos 5, 1‑6
Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec

Hermanos:
Todo sumo sacerdote, escogido entre los hombres, está puesto para representar a los hombres en el culto a Dios: para ofrecer dones y sacrificios por los pecados.
Él puede comprender a los ignorantes y extraviados, ya que él mismo está envuelto en debilidades.
A causa de ellas, tiene que ofrecer sacrificios por sus propios pecados, como por los del pueblo.
Nadie puede arrogarse este honor: Dios es quien llama, como en el caso de Aarón. Tampoco Cristo se confirió a sí mismo la dignidad de sumo sacerdote, sino aquel que le dijo: “Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy”, o, como dice otro pasaje de la Escritura: “Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.”
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN

CRISTO MEDIADOR Y SACERDOTE UNICO”

Según la ley antigua, el que cometía un pecado debía pagar una multa y, saldada ésta, quedaba libre de la pena y recuperaba su estado de libertad. Esta multa se pagaba con un animal en perfectas condiciones y con características especiales de perfección establecidas por la ley.
Este animal era entregado al templo como primicia y después era comprado en el templo para el sacrificio que se hacía para expiación por el pecado cometido.
Una vez al año, el Sumo sacerdote entraba en el santuario para ofrecer el sacrificio expiatorio por los pecados del pueblo, pero antes debía ofrecer él un sacrificio para limpiarse de sus propios pecados y así poder ofrecer el sacrificio por el pecado de los demás.
Este era el esquema antiguo a través del cual la persona podía recuperar su estado de “ciudadano”
Cristo es presentado como el Sumo y eterno Sacerdote de la Nueva Alianza, puesto y llamado por Dios Padre, el que ha de recibir la alabanza y la expiación de los pecados, pero El es AEl Cordero puro y santo que no ha conocido el pecado ni ha sido manchado por él@. Su sacrificio y entrega en favor de los hombres se convierte en la abolición de todos los sacrificios anteriores; por él queda regenerado y santificado todo para siempre.
Con el sacrificio de Cristo el hombre ha recuperado para siempre su dignidad de “ciudadano del Pueblo de Dios” de Hijo de Dios.


Aleluya cf. 2 Tm 1, 10
Nuestro Salvador Jesucristo destruyó la muerte y sacó a la luz la vida, por medio del Evangelio.

EVANGELIO


Lectura del santo evangelio según san Marcos 10, 46‑52
Maestro, haz que pueda ver

En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar:
-“Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí.”
Muchos lo regañaban para que se callara. Pero él gritaba más:
-“Hijo de David, ten compasión de mí.”
Jesús se detuvo y dijo:
-“Llamadlo.”
Llamaron al ciego, diciéndole:
-“ánimo, levántate, que te llama.”
Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús.
Jesús le dijo:
-“¿ Qué quieres que haga por ti?”
El ciego le contestó:
-“Maestro, que pueda ver.”
Jesús le dijo:
-“Anda, tu fe te ha curado.”
Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.
Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

“NO SEGUIMOS A UN DESCONOCIDO”

En estos domingos nos viene presentando la liturgia varios episodios que suceden en el camino, mientras Jesús va hacia Jerusalén: uno se le acerca para preguntarle qué es lo que tiene que hacer para entrar en la vida eterna; Santiago y Juan que se le acercan para pedirle que les ubique en el mejor puesto del reino, a ambos les aclara el tema, pues ninguno está dispuesto a liberarse del prestigio que da el poder y, en definitiva, es esto lo que buscan.
Hoy aparece un ciego, Bartimeo, que se encuentra a la orilla del camino, en la soledad y en la exclusión, ciego: sin posibilidades de levantarse; le pide a Jesús recuperar la vista y cuando Bartimeo se encuentra con Jesús de un salto se incorpora y lo sigue. No ocurrió así con el otro que tenía mucho dinero.
La noticia de la presencia de Jesús hace nacer el deseo de conocerlo y da posibilidad para reconocer las expectativas y hasta las esperanzas de la gente: unos quieren compaginar lo irreconciliable, otros buscan equivocadamente algo que no es posible y otros, como el ciego, poniendo su esperanza en el único que puede devolver el sentido de la vida, se levantan y lo siguen. Pero ha sido necesario un anuncio de su presencia.
Bartimeo se aferra a Jesús como su única esperanza, pues ante los demás se encuentra en la marginación total, Jesús es el único que puede tener compasión de él, pues ve que los que se sienten seguros hasta le reprochan que pronuncie el nombre de Jesús y le impiden que se levante; ellos pasan de largo a su lado y piensan que su sitio es la marginalidad.
Pero Jesús no es indiferente y se detiene ante su grito: pide que lo llamen y el ciego salta de alegría al percibir que Jesús le ha tomado en cuenta. El encuentro con Jesús le colma todas sus expectativas y Bartimeo se convierte en su discípulo: oye hablar de Jesús, se encuentra con Él y lo sigue en el camino.
El gran problema nuestro hoy es que tenemos reparo en hablar de Jesús, y estamos privando de una gran cantidad de posibilidades que podrían darse a todos los niveles: suscitar el deseo de conocerlo, posibilitar un encuentro y, lógicamente, abrir cauces para que la gente se abra al reino, pero al faltar esto, no hay deseos de encuentro, no se da la posibilidad de un conocimiento y lógicamente, tampoco habrá seguimiento. Lo triste es que a esa situación de rechazo de la propuesta de Jesús le llamamos “seguimiento de Cristo”.