PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de la Sabiduría 7, 7‑11
En comparación de la sabiduría, tuve en nada la riqueza
Supliqué, y se me concedió la prudencia; invoqué, y vino a mí el espíritu de sabiduría.
La preferí a cetros y tronos, y, en su comparación, tuve en nada la riqueza.
No le equiparé la piedra más preciosa, porque todo el oro, a su lado, es un poco de arena, y, junto a ella, la plata vale lo que el barro.
La quise más que la salud y la belleza, y me propuse tenerla por luz, porque su resplandor no tiene ocaso.
Con ella me vinieron todos los bienes juntos, en sus manos había riquezas incontables.
Palabra de Dios.
COMENTARIO:
“LA VERDADERA SABIDURÍA”
El autor del libro de la Sabiduría intenta dar un testimonio de la sabiduría como la expresión más genuina de la presencia de Dios en medio del pueblo. Esta sabiduría que no es el resultado de un cúmulo de éxitos y consensos humanos, sino de la constatación de momentos concretos en los que Dios se hace presente en la sensatez del hombre y en la bondad natural de su corazón.
El texto recoge aquella actitud que tuvo el rey Salomón que prefirió la sabiduría y la rectitud de corazón antes que los cetros, los tronos, la riqueza, el oro, la plata, la salud, la belleza y la misma luz de los ojos; Dios se sintió tan complacido por aquel gesto de sensatez, que junto a la sabiduría le regaló todo el resto de cosas que Salomón había puesto en un segundo plano.
El texto está escrito para los judíos que viven en la diáspora y que tienen el peligro de perderse en medio de tantas ideas y culturas y modas existentes, el principal peligro será el que se les llene la mente de “cosas” y lleguen a creer que la felicidad está en “Tener” y llenarse bienes mientras van perdiendo la fraternidad.
El pasaje adquiere una actualidad enorme para nosotros que vivimos una realidad muy parecida en la que la mentira se ha puesto como bandera e instrumento de poder haciendo que tanta gente viva confundida huyendo del dolor, del sufrimiento, del compromiso y embarcados en un viaje hacia el absurdo, como es el vivir la vida sin ilusión y sin esperanza y en la insaciable agonía de acumular cosas, pues nos instalamos en un camino que no lleva a ningún sitio.
El hombre más realizado y feliz no es, como todo el mudo cree, aquél que logra hacer una fortuna y toda su vida se la pasa pensando cómo acumular más, sino quien sabe vivir como amigo y hermano de aquellos que le rodean. En cambio, cuando una persona renuncia a vivir en fraternidad y construyendo la alegría entre los que le rodean, lo vemos que se va encerrando y convirtiéndose en enemigo de todos, pues llega a creer que todos le atacan y se refugia en su riqueza creyendo que eso le basta; al final termina fracasado como persona.
Sabio no es el que Asabe muchas cosas, es avezado en los negocios del mundo y hábil para salir siempre victorioso. Desde esta mentalidad, un Asabio se encontraría siempre en una constante confrontación con el mundo y por eso necesita de todos los recursos para atacar y defenderse.
Por el contrario, Asabio para Dios es aquel que se siente parte integrante de este mundo y hace suyos los sufrimientos y alegrías de sus hermanos y su vida la convierte en un aporte positivo para la felicidad de este mundo, hasta el punto que él mismo se convierte en parte esencial de esa felicidad. Sentir y vivir así, es más valioso que todos los tesoros del mundo juntos.
La invitación que nos hace la palabra de Dios es a hacer nuestra la actitud de Salomón y presentar al Señor nuesstra petición: “Danos, Señor, un corazón puro, un espíritu fuerte y capaz de discernir entre el bien y el mal, que no nos dejemos guiar por lo fácil, por lo placentero, sino sino por la verdad y la justicia, que son el único bien supremo.
Salmo responsorial Sal 89, 12‑13.14‑15. 16‑17
R/. Sácianos de tu misericordia, Señor. y toda nuestra vida será alegría.
Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuando?
Ten compasión de tus siervos. R/.
R/. Sácianos de tu misericordia, Señor. y toda nuestra vida será alegría.
Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Dános alegría, por los días en que nos afligiste,
por los años en que sufrimos desdichas. R/.
R/. Sácianos de tu misericordia, Señor. y toda nuestra vida será alegría.
Que tus siervos vean tu acción,
y sus hijos tu gloria.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos. R/.
R/. Sácianos de tu misericordia, Señor. y toda nuestra vida será alegría.
El texto recoge aquella actitud que tuvo el rey Salomón que prefirió la sabiduría y la rectitud de corazón antes que los cetros, los tronos, la riqueza, el oro, la plata, la salud, la belleza y la misma luz de los ojos; Dios se sintió tan complacido por aquel gesto de sensatez, que junto a la sabiduría le regaló todo el resto de cosas que Salomón había puesto en un segundo plano.
El texto está escrito para los judíos que viven en la diáspora y que tienen el peligro de perderse en medio de tantas ideas y culturas y modas existentes, el principal peligro será el que se les llene la mente de “cosas” y lleguen a creer que la felicidad está en “Tener” y llenarse bienes mientras van perdiendo la fraternidad.
El pasaje adquiere una actualidad enorme para nosotros que vivimos una realidad muy parecida en la que la mentira se ha puesto como bandera e instrumento de poder haciendo que tanta gente viva confundida huyendo del dolor, del sufrimiento, del compromiso y embarcados en un viaje hacia el absurdo, como es el vivir la vida sin ilusión y sin esperanza y en la insaciable agonía de acumular cosas, pues nos instalamos en un camino que no lleva a ningún sitio.
El hombre más realizado y feliz no es, como todo el mudo cree, aquél que logra hacer una fortuna y toda su vida se la pasa pensando cómo acumular más, sino quien sabe vivir como amigo y hermano de aquellos que le rodean. En cambio, cuando una persona renuncia a vivir en fraternidad y construyendo la alegría entre los que le rodean, lo vemos que se va encerrando y convirtiéndose en enemigo de todos, pues llega a creer que todos le atacan y se refugia en su riqueza creyendo que eso le basta; al final termina fracasado como persona.
Sabio no es el que Asabe muchas cosas, es avezado en los negocios del mundo y hábil para salir siempre victorioso. Desde esta mentalidad, un Asabio se encontraría siempre en una constante confrontación con el mundo y por eso necesita de todos los recursos para atacar y defenderse.
Por el contrario, Asabio para Dios es aquel que se siente parte integrante de este mundo y hace suyos los sufrimientos y alegrías de sus hermanos y su vida la convierte en un aporte positivo para la felicidad de este mundo, hasta el punto que él mismo se convierte en parte esencial de esa felicidad. Sentir y vivir así, es más valioso que todos los tesoros del mundo juntos.
La invitación que nos hace la palabra de Dios es a hacer nuestra la actitud de Salomón y presentar al Señor nuesstra petición: “Danos, Señor, un corazón puro, un espíritu fuerte y capaz de discernir entre el bien y el mal, que no nos dejemos guiar por lo fácil, por lo placentero, sino sino por la verdad y la justicia, que son el único bien supremo.
Salmo responsorial Sal 89, 12‑13.14‑15. 16‑17
R/. Sácianos de tu misericordia, Señor. y toda nuestra vida será alegría.
Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuando?
Ten compasión de tus siervos. R/.
R/. Sácianos de tu misericordia, Señor. y toda nuestra vida será alegría.
Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Dános alegría, por los días en que nos afligiste,
por los años en que sufrimos desdichas. R/.
R/. Sácianos de tu misericordia, Señor. y toda nuestra vida será alegría.
Que tus siervos vean tu acción,
y sus hijos tu gloria.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos. R/.
R/. Sácianos de tu misericordia, Señor. y toda nuestra vida será alegría.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta a los Hebreos 4, 12‑13
La palabra de Dios juzga los deseos e intenciones del corazón
La palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, penetrante hasta el punto donde se dividen alma y espíritu, coyunturas y tuétanos. Juzga los deseos e intenciones del corazón.
No hay criatura que escape a su mirada. Todo está patente y descubierto a los ojos de aquel a quien hemos de rendir cuentas.
Palabra de Dios.
COMENTARIO:
“LA VERDADE MEDICINA PARA LA FELICIDAD”
Todavía resuena en mis oídos el grito enfurecido de una chica jóven que me atacaba por dcir que abortar es un crimen y me gritaba diciendo que me callara, que “le hacían daño mis palabras, que no quería oírme…” Y se tapaba los oídos.
Después vino a protestarme su madre diciéndome que yo no tenía derecho a herir la sensibilidad de nadie ni a trastornar su conciencia.
¡Hasta esos niveles estamos llegando! Y cuando estamos ahí, lógicamente, la palabra de Dios es una espada cortante e hiriente, lo mismo que lo es el bisturí de un cirujano que separa la carne sana de la dañada. La estupidez más grande es no aceptar que hay que quitar la carne podrida que nos lleva a la muerte; cualquiera puede cometer un fallo en su vida, pero lo que no se puede aceptar es quedarse instalado en él asumiendolo como la mejor situación, eso es optar por la muerte como unico horizonte de la vida.
La palabra de Dios es esa espada afilada, porque delante de Dios no hay engaño, todo está al desnudo y la luz de la verdad, como la del sol, no podemos taparla por mucho que nos escondamos en la oscuridad de la mentira.
El pueblo de Israel se separó torpemente de la sabiduría divina expresada en la sensatez y en el sentido común de la persona, cayendo en el absurdo y en aberraciones; será necesario que vuelva a estos principios elementales para que pueda recuperar la vida de nuevo.
En este mundo que nos hemos inventado, en el que llegamos a estupideces tan grandes como el decir que lo que hay en el vientre de una mujer no es un ser humano y esto lo sostenemos en aras a justificar otros disparates como es el perderle el respeto a la vida en aras del placer y del bienestar material, a partir de ahí podemos imaginar todo lo imaginable.
Los “brotes verdes” –de los que hoy se habla- han de empezar por recuperar el conocimiento y el sentido común y en estas circunstancias, la palabra de Dios es el bisturí que corta por lo sano y purifica.
Aunque sigan empecinados, no podemos dejar de admitir que de la corrupción y la podredumbre moral solo se puede esperar, porque eso es lo que genera, la muerte y la destrucción, pero jamás la vida y la felicidad.
El gran peligro que siempre nos acecha es el de intentar coger el camino de enmedio y vemos la lucha que constantemente mantenemos por defender la imagen y los intereses que a cada uno nos conviene y para ello hacemos todos los malabarismos posibles buscando argumentos que convenzan a los demás y a nosotros mismos. Pero al final siempre volvemos a nuestro propio interior que es el que nos aprueba o nos reprocha. La Palabra de Dios es como el espejo interior ante el que nos miramos y no hay posibilidad de esconder o camuflar nada. La Palabra de Dios es la VERDAD y es la única alternativa de felicidad y de libertad.
Aceptar a Dios, aunque cueste romper y cortar con el mal, siempre será optar por la esperanza y cuando nuestra vida se ve iluminada por la Palabra de Dios y nos sentimos en consonancia con ella, es lo único que nos hace recuperar la paz, la alegría, la estabilidad y la felicidad.
Aleluya Mt 5, 3
Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 10, 17‑30
Vende lo que tienes y sígueme
En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: -“Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?”
Jesús le contestó: -“¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios.
Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre.”
El replicó: -“Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño.”
Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: -“Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme.”
A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico.
Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: -“¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!”
Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió: -“Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.”
Ellos se espantaron y comentaban: -“Entonces, ¿quién puede salvarse?”
Jesús se les quedó mirando y les dijo: -“Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo.”
Pedro se puso a decirle: -“Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.”
Jesús dijo: -“Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más -casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones- y en la edad futura, vida eterna."
Palabra del Señor.
O bien mas breve:
Lectura del santo evangelio según san Marcos 10, 17‑27
En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: -“Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?”
Jesús le contestó: -“¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios.
Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre.”
EL replicó: -“Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño.”
Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: -“Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme.”
A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico.
Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: -“¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!”
Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió: -“Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.”
Ellos se espantaron y comentaban: -“Entonces, ¿quién puede salvarse?”
Jesús se les quedó mirando y les dijo: -“Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo.”
Palabra de1 Señor
COMENTARIO:
¿POR QUÉ SE HUYE DE CRISTO?
El personaje que nos muestra S. Marcos es genial, pues en él nos vemos todos retratados: comienza diciendo que se le acercó “UNO”, es un indefinido, por lo que podemos ser tú, yo, cualquiera… Ese “Uno” es la persona que se plantea el tema de su vida: ¿Qué hacer y cómo hacer para vivir en paz , con alegría y ser feliz por haber realizado la misión para la que nacimos?
La pregunata se la plantea a Jesús “UNO” a quien, sin titubear, Jesús le da como respuesta los principios básicos sobre los que se ha de construir todo el proyecto de acción y formación de una PERSONA: los DIEZ MANDAMIENTOS, que son los fundamentos naturales sobre los que se apoya la vida de la PERSONA. Estas Diez Palabras son los ejes en torno a los que gira la actuación de alguien que se desarrolla y actúa como tal con otras personas, con el universo y con Dios.
Cuando el individuo que ha preguntado a Jesús, escucha la respuesta que le da, feliz responde contento que todo eso lo conoce y lo ha cumplido desde pequeño. Jesús se siente feliz de encontarse con una “PERSONA” que se ha tomado en serio su dignidad, tiene las bases y cimientos para poder pensar en otro proyecto superior: “Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, … y luego sígueme”. Condición básica que pone Jesús: “Ser persona” y sobre eso vendrá el paso siguiente: “Ven y sígueme”
El individuo cambió su gesto cuando escuchó que debía ahora liberarse de aquello que le tenía amarrado el corazón: “sus muchos bienes”, ante este reto, prefirió quedarse como “buena persona” antes que aceptar el proyecto del reino que le plantea Jesús.
Hay algo que Jesús tiene clarísimo y que se lo plantea: la vida no se nos ha dado para que acumulemos dinero o cosas, sino para que la vivamos como hermanos. Esto no lo tenía muy claro el individuo que había querido tapar el vacío que tenía con el cumplimiento exacto de unas normas.
Si nos damos cuenta, esta es la situación que constanemente se repite, pero lo más triste es ver cómo queremos cambiar las cosas y compaginar lo irreconciliable: la avaricia que llevamos enganchada en el corazón, que nos lleva necesariamente a la codicia, al egoísmo, a la insolidaridad, al atropello…con la solidaridad, la gratuidad, la fraternidad…y se hacen malabarismos para demostar que se puede ser persona renunciando al principio básico que Dios ha establecido como ley natural e incluso, se pretende militar en el proyecto de Jesús, no solo prescindiendo de la base, sino teniendo el corazón amarrado al dinero, al poder y a otros intereses contrarios, incluso, al mismo reino.
Es el gran problema que estamos viendo en nuestras comunidades cristianas: nos instalamos cómodamente en nuestra practica religiosas, con nuestras devociones, nuestros ritos y nos fastidia escuchar el evangelio “crudo” que nos reta a cambiar nuestra vida.
Nuestra vivencia cristiana la hemos convertido en algo que no nos exige cambiar; constantemente vamos rebajando el listón de tal forma que cada vez ponemos más bajos lo mínimos y nos damos cuenta que cada vez nos sentimos más vacíos y la vivencia del cristianismo no es fuente de alegría, de consuelo y de esperanza.
La pregunta de Jesús sigue siendo hoy la misma: ¿Conoces y cumples los mandamientos primeros? Que dicho con otras palabras sería: ¿Vives y actúas como una persona con dignidad?.
Lo que ya no podemos asegurar, por haber rebajado tanto el listón, es si seríamos capaces de responder con la misma alegría que respondió el “individuo”: “Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño.”. El resto… ya podemos imaginarlo.
Jesús le contestó: -“¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios.
Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre.”
EL replicó: -“Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño.”
Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: -“Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme.”
A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico.
Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: -“¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!”
Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió: -“Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.”
Ellos se espantaron y comentaban: -“Entonces, ¿quién puede salvarse?”
Jesús se les quedó mirando y les dijo: -“Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo.”
Palabra de1 Señor
COMENTARIO:
¿POR QUÉ SE HUYE DE CRISTO?
El personaje que nos muestra S. Marcos es genial, pues en él nos vemos todos retratados: comienza diciendo que se le acercó “UNO”, es un indefinido, por lo que podemos ser tú, yo, cualquiera… Ese “Uno” es la persona que se plantea el tema de su vida: ¿Qué hacer y cómo hacer para vivir en paz , con alegría y ser feliz por haber realizado la misión para la que nacimos?
La pregunata se la plantea a Jesús “UNO” a quien, sin titubear, Jesús le da como respuesta los principios básicos sobre los que se ha de construir todo el proyecto de acción y formación de una PERSONA: los DIEZ MANDAMIENTOS, que son los fundamentos naturales sobre los que se apoya la vida de la PERSONA. Estas Diez Palabras son los ejes en torno a los que gira la actuación de alguien que se desarrolla y actúa como tal con otras personas, con el universo y con Dios.
Cuando el individuo que ha preguntado a Jesús, escucha la respuesta que le da, feliz responde contento que todo eso lo conoce y lo ha cumplido desde pequeño. Jesús se siente feliz de encontarse con una “PERSONA” que se ha tomado en serio su dignidad, tiene las bases y cimientos para poder pensar en otro proyecto superior: “Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, … y luego sígueme”. Condición básica que pone Jesús: “Ser persona” y sobre eso vendrá el paso siguiente: “Ven y sígueme”
El individuo cambió su gesto cuando escuchó que debía ahora liberarse de aquello que le tenía amarrado el corazón: “sus muchos bienes”, ante este reto, prefirió quedarse como “buena persona” antes que aceptar el proyecto del reino que le plantea Jesús.
Hay algo que Jesús tiene clarísimo y que se lo plantea: la vida no se nos ha dado para que acumulemos dinero o cosas, sino para que la vivamos como hermanos. Esto no lo tenía muy claro el individuo que había querido tapar el vacío que tenía con el cumplimiento exacto de unas normas.
Si nos damos cuenta, esta es la situación que constanemente se repite, pero lo más triste es ver cómo queremos cambiar las cosas y compaginar lo irreconciliable: la avaricia que llevamos enganchada en el corazón, que nos lleva necesariamente a la codicia, al egoísmo, a la insolidaridad, al atropello…con la solidaridad, la gratuidad, la fraternidad…y se hacen malabarismos para demostar que se puede ser persona renunciando al principio básico que Dios ha establecido como ley natural e incluso, se pretende militar en el proyecto de Jesús, no solo prescindiendo de la base, sino teniendo el corazón amarrado al dinero, al poder y a otros intereses contrarios, incluso, al mismo reino.
Es el gran problema que estamos viendo en nuestras comunidades cristianas: nos instalamos cómodamente en nuestra practica religiosas, con nuestras devociones, nuestros ritos y nos fastidia escuchar el evangelio “crudo” que nos reta a cambiar nuestra vida.
Nuestra vivencia cristiana la hemos convertido en algo que no nos exige cambiar; constantemente vamos rebajando el listón de tal forma que cada vez ponemos más bajos lo mínimos y nos damos cuenta que cada vez nos sentimos más vacíos y la vivencia del cristianismo no es fuente de alegría, de consuelo y de esperanza.
La pregunta de Jesús sigue siendo hoy la misma: ¿Conoces y cumples los mandamientos primeros? Que dicho con otras palabras sería: ¿Vives y actúas como una persona con dignidad?.
Lo que ya no podemos asegurar, por haber rebajado tanto el listón, es si seríamos capaces de responder con la misma alegría que respondió el “individuo”: “Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño.”. El resto… ya podemos imaginarlo.