PRIMERA LECTURA
Lectura del libro del Eclesiástico 3, 2‑6. 12‑14
El que teme al Señor honra a sus padres
Dios hace al padre más respetable que a los hijos y afirma la autoridad de la madre sobre su prole.
El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros;
el que honra a su padre se alegrará de sus hijos y, cuando rece, será escuchado; el que respeta a su padre tendrá larga vida, al que honra a su madre el Señor lo escucha.
Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones mientras vivas; aunque chochee, ten indulgencia, no lo abochornes mientras vivas.
La limosna del padre no se olvidará, será tenida en cuenta para pagar tus pecados.
Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
“GOZAR POR ENCIMA DE AMAR”
El pasaje del libro del Eclesiástico es un comentario formidable al 4º Mandamiento del Código de la Alianza (Ex. 20,12).
Es un principio fundamental basado en el respeto y el cariño que debemos a aquellos que nos dieron la vida, nos enseñaron a andar y a hablar y a ser personas. Es un principio básico y elemental de la humanidad, es algo que pertenece a la naturaleza de la humanidad y está por encima de cualquier religión o sistema que se establezca, es algo; fallar en esto, es tener perdidos completamente los papeles.
El texto deja claro la estrecha relación que existe entre honrar a Dios y honrar a los padres, pues ellos son la imagen más cercana que tenemos de Dios ya que, como base, está el amor que los padres tienen a los hijos. No apiadarse de los padres, despreciarlos, o abandonarlos en un momento de dificultad es despreciar a Dios y, al mismo tiempo establecer las reglas de juego que queremos para nosotros.
El respeto, el honor y el cariño que un hijo debe a sus padres tiene una gama enorme que va desde la obediencia y la sumisión que le debe en la niñez y en la juventud, pasando por el respeto que le ha de tener en la época de madurez y el cuidado y cariño que le debe en la etapa en que el padre es anciano.
Tener esto claro es un acto de adoración a Dios y de dignidad de la persona que indica su sensatez y su cordura; esto es algo que nunca se olvida y servirá como “reparación de los pecados”.
Cuando miramos esto, que pertenece a la sabiduría y a la lógica más elemental humana, que está enganchado, incluso, en la misma ley natural, no puedes evitar el volver la vista hacia la realidad que estamos viviendo, en donde se nos quiere decir y demostrar que todo esta mentalidad que pertenece a los principios más elementales de humanidad, no son más que prejuicios caducos impuestos por una religión y un fanatismo y a cambio se nos quiere presentar como una gran liberación y un paso de progreso y reivindicación de los derechos más grandes de la persona el que una madre pueda matar a su hijo en su vientre o el que un hijo pueda matar a su padre cuando éste le estorbe para sus planes o lo vea ya enfermo o caduco.
Que se nos quiera convencer que todo esto que venimos sosteniendo del respeto a la vida, a la persona en todas sus fases de la vida, el amor, la paciencia que nos hemos de tener, la comprensión, el cariño, el perdón… porque todo esto es parte de nuestra existencia y de nuestra vida y lo necesitamos para vivir como el aire que respiramos, se nos quiera demostrar que no es más que prejuicios religiosos, que la vida es un derecho que tenemos a gozarla y que no puede haber nada que nos lo impida… es insultante que nos quieran engañar con todas estas falacias cuando estamos viendo que el “gozo” que nos quieren presentar está condicionado por la posesión del dinero que por otro lado te impiden su consecución abocándonos a un vacío existencial y a una insatisfacción constante en nuestra vida.
Salmo responsorial Sal 127, 1‑2. 3. 4‑5 (R.: cf. 1)
R. Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.
Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R.
R. Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.
Tu mujer, como parra fecunda, en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R.
R. Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.
Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R.
R. Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3, 12‑21
La vida de familia vivida en el Señor
Hermanos:
Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión.
Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro.
El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo.
Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada.
Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo.
Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente.
Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados.
Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él.
Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le gusta al Señor.
Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos.
Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
“FAMILIA CRISTIANA VS. FAMILIA `PROGRE´ "
En esta misma onda, desde los niveles más elementales de convivencia humana, Pablo sostiene un código de convivencia pacífica familiar, que será la base sobre la que se pueda después edificar para cualquier tipo de comunidad cristiana: estos son los principios básicos: el respeto entre los cónyuges y el amor, la obediencia de los hijos a los padres y el respeto de los padres hacia los hijos no abusando de su situación de privilegio.
Como cristianos, se parte de esos mismos presupuestos, pero además hemos de sentirnos miembros de un pueblo elegido y llamado a ser la “familia de los hijos de Dios” que ha de tener unas virtudes y unas actitudes que lo han de distinguir de cualquier otra sociedad humana con las virtudes de la bondad, de la paciencia, de la mansedumbre, de la humildad, del perdón, de la comprensión y como base y fundamento de todo el AMOR que es lo que le da consistencia a todo y crea la unidad haciendo de la familia, como de la comunidad cristiana, un solo cuerpo, con una fuerza que lo ilumina todo que es la palabra de Dios, como la luz que lo guía.
El pasaje de Colosenses presenta la imagen que Pablo tiene de la familia como la 1ª célula de la sociedad y de la iglesia, donde se desarrollan todas las actitudes que ha de tener un ciudadano y un cristiano.
En la familia cristiana (iglesia familiar) vive la iglesia entera como cuerpo místico de Cristo, donde se desarrollan las imágenes de la madre que es la imagen del cuerpo, que es la iglesia, donde se engendra la vida y se sostienen los hijos y, la cabeza que es cristo (el padre y esposo) que le da consistencia y dirige. La una y la otra parte se necesitan vitalmente, pues ninguna es algo sin la otra
Al encontrarnos con esta imagen de la familia que nos deja S. Pablo y que es la que la iglesia viene sosteniendo y, ver cómo hoy se la rechaza queriendo demostrar que es un reducto de una cultura ancestral cavernaria, basada en prejuicios religiosos y presentar la alternativa de otro tipo de familia, en la que desaparecen todos estos valores que se han venido sosteniendo y que, pertenecen a la misma naturaleza humana, y se lo quiere querer sustituir por otros esquemas artificiales y basados en el dinero, en ideologías, la mayoría de ellas basadas en intereses económicos, uno se queda con una tristeza profunda, al ver cómo a la persona se la ha cosificado y se la ha retirado del horizonte de la vida y de la sociedad para ponerla al servicio de intereses concretos, convirtiendo al ser humano en medio y no en fin.
Aleluya Col 3, 15a. 16a
Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; la palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 2, 41‑52
Los padres de Jesús lo encuentran en medio de los maestros
Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua.
Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.
Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca.
A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.
Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:
-“Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.»
Él les contestó:
-“¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa
de mi Padre?”
Pero ellos no comprendieron lo que quería decir.
Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad.
Su madre conservaba todo esto en su corazón.
Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres.
Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
“VIVIR EN FAMILIA”
S. Lucas narra una escena familiar representando uno de los acontecimientos que suelen vivir todas las familias piadosas judías: cada año, la familia, como pide la ley, van a Jerusalén para celebrar la Pascua (Dt. 16,16)
Al terminar la celebración, se vuelven a su casa, las mujeres por un lado y los hombres por otro; los niños podían hacerlo con uno u otro, según la costumbre.
Cuando al final se encuentran María y José, se dan cuenta que Jesús no se ha ido con ninguno de los dos, se ha quedado en Jerusalén ¿dónde? ¿Con quién?
Ya podemos imaginar el momento y la desesperación de ambos… ¡Dónde podría estar?
El encuentro de Jesús en el templo es aleccionador: a la pregunta de María Jesús le responde recordándole que tiene obligación de estar allí; y cuando le indica que su padre y ella lo buscaban angustiados le deja bien claro quién es su padre. A José, aquella respuesta de Jesús tuvo que estremecerle las entrañas: ¿Quién le habría dicho a Jesús todo lo que pasó entre María y él?
Jesús deja claro que por encima de la obligación familiar esté el responder a la llamada que hace Dios a la misión que no puede ser interferida ni por los padres.
Los hijos no son propiedad privada, son un don que Dios regala para que se cuiden y se preparen para su reino, de ahí la atención y la responsabilidad que los padres tienen de prepararlos. Los hijos se convierten en el quehacer de los padres preparando sus personas para el reino de Dios.
Pero en cambio, cuando miramos la realidad nos quedamos sorprendidos al ver cómo hemos cambiado los valores, los medios los hemos hecho fines y, al final, la persona ha quedado reducida a un medio con el que jugamos y utilizamos para conseguir unos fines. ¿Qué es lo que esperan los padres de los hijos?
¿Para qué los preparan?
¿Qué buscan para ellos?
¿Qué consideran lo mejor para ellos?