domingo, 16 de agosto de 2009

DOMINGO XXI DEL T.ORDINARIO -B-

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de Josué 24, 1‑2a. 15‑17. 18b
Nosotros serviremos al Señor: ¡es nuestro Dios!

En aquellos días, Josué reunió a las tribus de Israel en Siquén. Convocó a los ancianos de Israel, a los cabezas de familia, jueces y alguaciles, y se presentaron ante el Señor. Josué habló al pueblo:
-“Si no os parece bien servir al Señor, escoged hoy a quién queréis servir: a los dioses que sirvieron vuestros antepasados al este del Éufrates o a los dioses de los amorreos en cuyo país habitáis; yo y mi casa serviremos al Señor.”
El pueblo respondió:
-“¡Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a dioses extranjeros! El Señor es nuestro Dios; él nos sacó a nosotros y a nuestros padres de la esclavitud de Egipto; él hizo a nuestra vista grandes signos, nos protegió en el camino que recorrimos y entre todos los pueblos por donde cruzamos. También nosotros serviremos al Señor: ¡es nuestro Dios!”
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN

“NADA ES NUEVO SOBRE LA TIERRA”

Hay tres momentos muy importantes en el libro de Josué:
1º: cuando pasan el Jordán y entran en la tierra prometida: (cap. 1-12)
2º: El momento de la distribución de la tierra a las tribus; (cap. 13-21)
3º. Cuando Josué reúne a todas las tribus en Siquén y se despide: (cap. 22-24)
El proyecto de liberación se ha terminado, ya es un pueblo libre, ahora se trata de emprender un recorrido de hombres libres, de no repetir lo que han vivido.
La gente que ha llegado hasta aquí no fue la que salió de Egipto, ellos han recibido lo que otros han sudado, lo que otros han peleado, ellos están disfrutando de algo que les han regalado como herencia.
Ahora se trata de que el pueblo responda de lo que ha recibido y tome sus propias decisiones: la primera de ellas será el que cada uno de ellos determine a qué dios va a seguir: a Yahvé, que los ha traído hasta allí y ha hecho signos portentosos con ellos, demostrándoles que está a su lado, o prefieren irse con otros dioses.
Es el primer planteamiento que Josué le hace al pueblo para que se defina; por su parte, él determina públicamente delante de la asamblea: “yo y mi casa serviremos al Señor” Y allí la asamblea determinó seguir también a Yahvé: “¡Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a dioses extranjeros!” Y allí se ratifica la Alianza que se había hecho con el Señor en el Sinaí, pero quien la hace ahora son los descendientes de los que salieron de Egipto.
Al ver esto es imposible sustraerse de la realidad que estamos viviendo en nuestra generación: nuestros antepasados, en momentos muy críticos de sus vidas y de la historia que atravesaron, sintieron la presencia de Dios en sus vidas y sintieron la necesidad de dar gracias y levantaron templos, monumentos e hicieron consagraciones de lugares, de ciudades etc. Todo eso es parte de nuestra historia.
Esta generación quiere pasar por encima de todo eso, borrarlo todo, destruirlo y despreciarlo… da la sensación de que está reinventando el mundo, que no necesita de nada ni de nadie, que no necesita el pasado para nada, no le interesa, no tiene nada qué agradecer ni reconocer, todo es nuevo desde que cada uno empieza a vivir…
Hay errores grandes que puede cometer el hombre y éste es uno de los peores, porque el hombre que desconoce su historia, con toda seguridad vuelve a cometer los mismos errores que cometieron sus antepasados porque, excepto el día que Dios nos regala cada mañana, nada es nuevo sobre la tierra.


Salmo responsorial Sal 33, 2‑3. 16‑17. 18‑19. 20‑21. 22‑23

R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.
R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Los ojos del Señor miran a los justos,
sus oídos escuchan sus gritos;
pero el Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria. R/.
R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias;
el Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos. R/.
R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Aunque el justo sufra muchos males,
de todos lo libra el Señor;
él cuida de todos sus huesos,
y ni uno solo se quebrará. R/
R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
La maldad da muerte al malvado,
y los que odian al justo serán castigados.
El Señor redime a sus siervos,
no será castigado quien se acoge a él. R/.
R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor.


SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 5, 21‑32
Es éste un gran misterio: y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia

Hermanos:
Sed sumisos unos a otros con respeto cristiano.
Las mujeres, que se sometan a sus maridos como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la Iglesia; él, que es el salvador del cuerpo. Pues como la Iglesia se somete a Cristo, así también las mujeres a sus maridos en todo.
Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a su Iglesia.
Él se entregó a sl mismo por ella, para consagrarla, purificándola con el baño del agua y la palabra, y para colocarla ante sí gloriosa, la Iglesia, sin mancha ni arruga ni nada semejante, sino santa e inmaculada. Así deben también los maridos amar a sus mujeres, como cuerpos suyos que son.
Amar a su mujer es amarse a sí mismo. Pues nadie jamás ha odiado su propia carne, sino que le da alimento y calor, como Cristo hace con la Iglesia, porque somos miembros de su cuerpo.
"Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne."
Es éste un gran misterio: y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

IGUALDAD RADICAL”

El texto pertenece a una serie de consejos que Pablo da a los efesios de cara a su comportamiento como cristianos, teniendo como referente el ejemplo que ha puesto de la iglesia como un cuerpo en el que cada miembro actúa en función del resto y ninguno puede prescindir del otro porque ninguno es algo sin el otro.
Es muy probable que Pablo salga al paso y responda a algunas acusaciones que le están haciendo de que la práctica cristiana está dando al traste con todos los esquemas sociales, en cuanto ha introducido una idea que lo rompe todo: proclama la igualdad absoluta de todos los hombres en los que no hay “ni judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer…” Todos somos iguales ante Dios. Esto escandalizaba a la sociedad que tiene dividido al ser humano en todas esas escalas.
Pablo responde a esta crítica desde el marco referencial que ha puesto del cuerpo: todos son iguales en dignidad, porque todos pertenecen al mismo cuerpo, aunque cada uno ejerza su función, pero todos participan de la misma misión, del mismo proyecto; Cristo es la cabeza del cuerpo y la cabeza tiene una unión total con el resto del cuerpo y lo mismo al contrario. Nadie es independiente y nadie es algo sin el otro, por eso nada tiene sentido si es que no es vivido en el amor y la unidad con el cuerpo.
Desde esa perspectiva se dirige a la relación entre el hombre y la mujer en el matrimonio y en cualquier estamento social y utiliza el mismo ejemplo del cuerpo como referente.
Pero es triste ver cómo hemos desviado otra vez las cosas a donde estaban antes y hacemos una lectura feminista del pasaje, sacando todas las cosas del contexto, volviendo atrás y ubicándonos en la misma postura de aquellos que se escandalizan cuando ven que los cristianos sostienen la igualdad.
Hecha la lectura desde la clave de S. Pablo, rompe con todos los “ismos” y se establece el plano de igualdad que da el amor. La ignorancia de esta dimensión ha vuelto a poner a las mujeres y a los hombres encontrados, divididos y enfrentados en una lucha de poderes.


Aleluya Jn. 6, 63c. 68c

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida;
tú tienes palabras de vida eterna.

EVANGELIO


Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 60‑69
¿A quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna

En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron:
-“Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?”
Adivinando Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo:
-“¿Esto os hace vacilar?, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El espíritu es quien da vida; la carne no sirve de nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Y con todo, algunos de vosotros no creen.”
Pues Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a entregar. Y dijo:
-“Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede.”
Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y no volvieron a ir con él.
Entonces Jesús les dijo a los Doce:
-“¿También vosotros queréis marcharos?”
Simon Pedro le contestó:
-“Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios.”
Palabra del Señor


REFLEXIÓN

“EL LISTÓN DE LA VERDAD NO TIENE REBAJAS”

Jesús ha dado de comer a la gente, pero no han captado otra cosa más que el hecho de que les ha llenado el estómago y les ha resuelto el problema del hambre sin esfuerzo por parte de ellos; esto les ha fascinado y por eso lo buscan para hacerlo rey, porque este es el tipo que les interesa: el que les da todo y no les exige esfuerzo alguno.
Jesús les hace caer en la cuenta que la vida es más que un estómago, aunque eso sea importante: “no solo de pan vive el hombre” pero ellos se han quedado en lo inmediato. Jesús comienza a abrirles los ojos para que vean otra dimensión y lleguen a sentir “hambre del verdadero pan que da la VIDA”.
Pero si no han sido capaces de ver en lo que ha ocurrido más allá de lo inmediato, ahora se escandalizan de lo que oyen: no pueden aceptar que Jesús les diga que su cuerpo lo hace pan para que se alimenten y no tengan más hambre, porque Él es el Pan de Vida… y si esto les escandaliza, ¿cómo se sentirán si lo ven elevarse hasta el trono de Dios? Con toda seguridad dirían que es un fantasma, que es de locura lo que están viviendo.
Ante esto, muchos de los que lo seguían empezaron a dar marcha atrás; eran cosas y actitudes, las que estaban viendo y oyendo, muy raras, pero sobre todo comprometidas, que obligaban a cambiar la vida y esto ya era “harina de otro costal”, eso repugnaba a la razón.
Pero Jesús no cambia el discurso ni lo suaviza, la verdad no se puede ni se debe camuflar, por eso, en lugar de rebajar el listón, lo ratifica: se dirige a los apóstoles y les dice: “¿También vosotros queréis marcharos?” Indicando que la puerta está abierta, pero la verdad no se va a cambiar lo más mínimo. Aquí no puede haber nadie forzado, Dios no soporta ser aceptado a la fuerza.
Pero esta propuesta de Jesús es dura y desconcertante; significa hacerse pan para los demás, dejarse amasar, triturar, cambiar… para los demás; significa entregarse, romperse, partirse, repartirse y no tener otro horizonte en la vida que el convertirse en un bien: fuerza, alimento y vida para los demás…
Claro que esto es escandaloso, inaguantable, irracional… para un mundo en el que la norma es: “primero yo, después yo, y si sobra algo para mi”
Pero lo que más escandaloso resulta hoy es, ver cómo esto que dejó tan claro Jesús y que se negó a cambiarlo, y todas las implicaciones que tenía, que escandalizaron a los apóstoles y que Él ratificó, hoy hemos tenido todo el arte de reducirlo a un rito cargado de normas litúrgicas que nadie entiende y se acepta que no tenga que ver nada con la vida y con el compromiso que debemos tener con ella.