PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Isaías 43, 18‑19. 21‑22. 24b‑25
Por mi cuenta borraba tus crímenes
Así dice el Señor:
—«No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo;
mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis?
Abriré un camino por el desierto, ríos en el yermo,
para apagar la sed del pueblo que yo formé, para que proclamara mi alabanza.
Pero tú no me invocabas, Jacob, ni te esforzabas por mi, Israel; me avasallabas con tus pecados y me cansabas con tus culpas.
Yo, yo era quien por mi cuenta borraba tus crímenes y no me acordaba de tus pecados.»
Palabra de Dios
REFLEXIÓN
“ES HUMANO EQUIVOCARSE, PERO ES DE SABIOS RECTIFICAR”
El profeta Isaías escribe desde el exilio: el pueblo está pasando una experiencia muy amarga que le está haciendo tomar conciencia de su error: no quisieron oír la voz de los profetas que les decían que el camino que habían emprendido les llevaría a la perdición y los mataron; se metieron en un ritmo de desprecio de Dios y de sus principios y cayeron en una situación de inconsciencia e irresponsabilidad enorme; cuando quieren acordar se encuentran que han perdido toda la fuerza, ya no hay pueblo, ni intereses comunes que los sostengan y van a parar a la esclavitud.
Ahora se sienten frustrados, traicionados y hay un resentimiento y un odio grande contra ellos mismos, por ser tan estúpidos y contra sus dirigentes que los abocaron a esta situación.
Ahora recuerdan al profeta Jeremías por sus insistentes llamadas de atención, a quien no quisieron hacer caso, cuando les decía que abrieran los ojos y se dieran cuanta lo que estaban haciendo y a dónde se estaban precipitando.
Ahora hay un sentimiento de culpa colectivo, pues se ha cumplido todo lo previsto y se sienten culpables y confundidos.
No obstante, es interesante un dato: están siendo capaces de reconocer su error, que han sido ellos quienes han metido la pata y esto es el primer signo de esperanza; lo peor sería que se cerraran, no reconocieran su error o se dedicaran a echar la culpa unos a otros.
Un enfermo, para poder someterse a un plan de recuperación, lo primero que tiene que admitir es que está enfermo y que quiera curarse.
En esta situación de confusión se alza la voz del profeta Isaías invitándoles a levantar la cabeza y los ánimos. Dios está dispuesto a pasar la página, si es que ellos están dispuestos a hacer lo mismo: “No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo”, dejen a un lado todo eso que les está amargando y que no lleva ya a ningún sitio. sino a hundirse más de lo que están.
Dios está dispuesto a ponerse a su lado y como en otro tiempo, les hará volver a su tierra: no pueden permanecer hundidos, postrados; han de sacudirse el yugo y establecer una nueva forma de pensar. Su reconocimiento del error y su arrepentimiento es el signo de que esto ya está en marcha: “mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis?” Se trata ahora de rectificar la forma de pensar y la forma de actuar.
Cuando leemos despacio estos textos y los proyectamos sobre nosotros, es imposible sustraerse a la reflexión sobre nuestra realidad:
Hace muchísimo tiempo que venimos dándonos cuenta y hay muchísima gente que viene advirtiéndonos que el camino que cogimos no llevaba a ningún sitio; esa forma de hacer, de pensar y de vivir era un callejón sin salida; no necesitábamos ningún Jeremías que viniera a decírnoslo, lo estábamos viendo… pero preferimos meternos en la marcha creyendo que se podría aguantar indefinidamente el estar sacando de la caja sin miedo, pero sin preocuparnos de ir reponiendo existencias o el ir tirando por la ventana todo lo que teníamos y rompiendo la casa en la que vivíamos, sin pensar que luego habría que levantarla y volver a llenarla.
Ya estamos llegando al final del callejón y ¿Ahora qué? Todavía tenemos una pequeña esperanza, pues nos queda el techo que nos cobija: el euro, pero ¿cuánto aguantará? Lo hemos roto todo, ¿Cómo podremos recuperar la confianza, la fraternidad, la solidaridad, la capacidad de perdonar...?
Faltan unos cuantos golpecitos de corrupción para que se nos caiga todo. ¿Seguiremos diciendo que Dios, la iglesia, la religión… son los culpables de todo lo que nos hemos buscado? o ¿Seremos lo suficientemente sensatos –como le ocurrió al pueblo de Israel- que reconozcamos nuestro error?
Lo más triste que nos puede ocurrir es que sigamos echándonos la culpa unos a otros, nos dividamos y los que organizaron el aquelarre se lo pasan en grande tranquilos, viendo que mientras tanto nosotros nos peleamos, ellos pueden seguir en esa situación viviendo seguros.
Salmo responsorial Sal 40, 2‑3. 4‑5. 13‑14 (R/: 5b)
R/. Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.
Dichoso el que cuida del pobre y desvalido;
en el día aciago lo pondrá a salvo el Señor.
El Señor lo guarda y lo conserva en vida,
para que sea dichoso en la tierra,
y no lo entrega a la saña de sus enemigos. R/.
R/. Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.
El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor,
calmará los dolores de su enfermedad.
Yo dije: «Señor, ten misericordia, sáname,
porque he pecado contra ti.» R/.
R/. Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.
A mí, en cambio, me conservas la salud,
me mantienes siempre en tu presencia.
Bendito el Señor, Dios de Israel,
ahora y por siempre. Amén. Amén. R/.
R/. Sáname, Señor, porque he pecado contra ti.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1, 18‑22
Jesús no fue primero «sí» y luego «no»; en él todo se ha convertido en un «si»
Hermanos:
¡Dios me es testigo!
La palabra que os dirigimos no fue primero «sí» y luego «no».
Cristo Jesús, el Hijo de Dios, el que Silvano, Timoteo y yo os hemos anunciado, no fue primero «sí» y luego «no»; en él todo se ha convertido en un «sí»; en él todas las promesas han recibido un «sí». Y por él podemos responder: «Amén» a Dios, para gloria suya.
Dios es quien nos confirma en Cristo a nosotros junto con vosotros.
Él nos ha ungido, él nos ha sellado, y ha puesto en nuestros corazones, como prenda suya, el Espíritu.
Palabra de Dios
REFLEXIÓN
“NO CONFUNDAMOS LAS COSAS”
Hay un momento en el que los corintios acusan a Pablo de cambiar constantemente sus planes y ponen en duda el mensaje que está predicando, diciendo si en la fe también un día es una cosa y otro es otra.
Pablo sale al paso de los problemas que están haciendo y deja claro que una cosa son los proyectos que se tienen sobre la evangelización, como es el viaje que tenía proyectado a Macedonia desde hacía ya mucho tiempo y para el que tenía motivaciones pastorales fuertes, viaje que no había hecho a la ligera, ni con intereses particulares, sino que había sido muy bien preparado, y otra cosa es el mensaje y la verdad que les está transmitiendo, que no es algo suyo, sino algo que ha recibido y ya se cuida muy mucho de no cambiarlo ni en una coma.
Pablo les hace distinguir entre estos proyectos, que no siempre salen tal como se tenían planificado, y la validez de la doctrina: no se trata de un sí hoy y mañana un no, sino que todo está centrado en el SÍ de Cristo que es el SÍ eterno de Dios y que eso es inmutable.
De la misma manera que el SÍ de Cristo es inmutable, porque es el SÍ de Dios, lo que él les está dando es el SÍ de Cristo, por tanto, no es ahora sí y mañana no. En esto pone Pablo toda la fuerza de su mensaje.
No deja de ser tremendamente interesante y actual esta postura de Pablo en los tiempos que vivimos, en los que se quieren borrar todos los referentes eternos y se nos quiere inculcar que todo es relativo: que lo que en este momento puede ser sí, en otro puede ser no y en otro… depende: todo queda dependiendo de la situación que vivamos, con lo que la fe, la verdad, la justicia. El amor… todo depende de cómo me levante una mañana y cada día puede ser algo distinto dependiendo de la situación que vivamos.
La VERDAD, la JUSTICIA, la HONRADEZ, la FIDELIDAD… no son hoy válidas y mañana inválidas, no son valores que están a merced de lo que establezcan los intereses del político, del dirigente de turno o de la situación que cada uno vive en particular.
Aleluya Lc 4, 18
El Señor me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres,
para anunciar a los cautivos la libertad.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Marcos 2, 1‑12
El Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados
Cuando a los pocos días volvió Jesús a Cafarnaún, se supo que estaba en casa.
Acudieron tantos que no quedaba sitio ni a la puerta. Él les proponía la palabra.
Llegaron cuatro llevando un paralítico y, como no podían meterlo, por el gentío, levantaron unas tejas encima de donde estaba Jesús, abrieron un boquete y descolgaron la camilla con el paralítico.
Viendo Jesús la fe que tenían, le dijo al paralítico:
—«Hijo, tus pecados quedan perdonados.»
Unos escribas, que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros:
—« ¿Por qué habla éste así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, fuera de Dios?»
Jesús se dio cuenta de lo que pensaban y les dijo:
—« ¿Por qué pensáis eso? ¿Qué es más fácil: decirle al paralítico "tus pecados quedan perdonados,” o decirle "levántate, coge la camilla y echa a andar"? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados...»
Entonces le dijo al paralítico:
—«Contigo hablo: Levántate, coge ‑tu camilla y vete a tu casa.»
Se levantó inmediatamente, cogió la camilla y salió a la vista de todos. Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo:
—«Nunca hemos visto una cosa igual.»
Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
“EL REINO DE LOS CIELOS YA ESTÁ AQUÍ”
Esta sección de S. Marcos que nos viene presentando la liturgia en estos domingos es lo que llaman los estudiosos “Sección de Controversias”. El evangelista S. Marcos presenta a Jesús diciendo y haciendo cosas que manifiestan la presencia del reino y que chocan frontalmente con el “régimen” legalista y cerrado que tenían establecido los dirigentes del pueblo.
Esta actitud y esta forma de hacer y decir de Jesús, rompe todos los esquemas y revoluciona el orden establecido, por ejemplo: Se encuentra con un leproso, se acerca a él, le da la mano, lo coge y lo levanta, lo cura y le restablece su dignidad enviándolo ante el sacerdote para ofrecer el sacrificio que ordena la ley. Esto estaba rigurosamente prohibido, pero Él tiene que decir que eso no lo aprueba Dios, que Dios no margina a nadie y la única forma de que lo entiendan es haciendo este gesto de acogida, aunque resulte escandaloso.
En el pasaje actual lo vemos de nuevo con la misma actitud que deja asombrada a la gente: «Nunca hemos visto una cosa igual.»: jamás se le había ocurrido a alguien enfrentarse frontalmente contra la costumbre y lo que la ley ordena, por eso los dirigentes se escandalizan y no asumen la verdad que están constatando.
Para Marcos la enfermedad proviene del pecado, por eso Jesús, cuando cura a alguien no solo le cura la enfermedad, sino que sana de raíz su situación de rechazo social, le hace recuperar toda su dignidad de persona excluida de la sociedad, lo limpia del estigma con que se le ha marcado: «Hijo, tus pecados quedan perdonados.»
Para un judío, solo tiene autoridad para perdonar los pecados Dios, por tanto, atreverse a decirle a un enfermo: “Tus pecados están perdonados” es declararse abiertamente Dios; esto lo consideran una blasfemia intolerable y ofuscados no son capaces de ver el signo que ha ocurrido delante de sus ojos: que un paralítico se levante y salga con su camilla o que un muerto resucite.
Por otro lado, Jesús pone a prueba otro mecanismo que hace saltar todos los esquemas: pone la fe por encima de la ley, pues ella, tanto la fe del individuo como la de los acompañantes, es capaz de romper todas las barreras y opresiones físicas del hombre, como ha sido el romper el tejado y descolgarlo por el agujero o las barreras internas como ha sido el recibir el perdón de los pecados y aceptarlo consiguiendo la sanación total.
Nunca, nadie había tenido la osadía de atribuirse el poder de perdonar los pecados, pues esto era exclusivo de Dios. Jesús demuestra que Dios está presente y su reino de perdón y de paz está actuando. Esto hay unos que lo ven y saltan de alegría alabando a Dios, mientras otros se escandalizan y empiezan a tramar la muerte.
Esta situación tiene hoy una impresionante actualidad: hay mucha gente postrada en su camilla del abatimiento, de la impotencia, de no saber por dónde tirar en la vida, amarrados a la camilla de la dependencia de drogas, del alcohol, del juego, del ambiente… que nos impide levantar cabeza y lo peor es que no le vemos solución, cosa que se agrava si es que nos encontramos con gente que todavía nos hunde más en el abismo, al contrario de aquellos vecinos que cogieron al paralítico y se propusieron romper todas las barreras y presentarlo frente a Jesús, pues estaban seguros que la presencia de Jesús transforma, pero no siempre encontramos esta ayuda y nos quedamos eternamente en la camilla.
También hay otra situación de postración, no en una camilla, pero sí sufriendo la misma situación de muerte por creernos que lo sabemos todo y que nada nos puede desestabilizar de la situación en la que nos hemos asentado, como le ocurría a aquellos doctores de la ley: ellos no creen que pueda haber perdón, pues conocen todo lo que se puede saber sobre Dios, y se incapacitan para valorar, incluso lo que están haciendo aquellos hombres que rompen el tejado y todas las barreras que puedan impedir el acercamiento a Jesús. Lo saben todo sobre Dios, pero no han experimentado jamás su amor. O aquellos otros escépticos que se burlan de todo y permanecen eternamente en la ignorancia; son formas de estar postrados, enfermos que necesitan alguien que rompa todas las barreras y todas las ataduras en las que se encuentran amarrados.
De todas formas, hay algo que es sorprendente: el encuentro con Jesús, la experiencia del amor de Dios que se hace perdón, levanta al hombre y lo convierte en un ser completamente nuevo, aunque unos sigan tan enfermos que ni eso son capaces de verlo.