martes, 8 de septiembre de 2009

DOMINGO XXIV DEL T.ORDINARIO -B-

PRIMERA LECTURA


Lectura del libro de Isaías 50, 5‑9ª
Ofrecí la espalda a los que me apaleaban

El Señor me abrió el oído;
yo no resistí ni me eché atrás:
ofrecí la espalda a los que me apaleaban,
las mejillas a los que mesaban mi barba;
no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos.
El Señor me ayuda,
por eso no sentía los ultrajes;
por eso endurecí el rostro como pedernal,
sabiendo que no quedaría defraudado.
Tengo cerca a mi defensor,
¿quién pleiteará contra mí?
Comparezcamos juntos.
¿Quién tiene algo contra mí?
Que se me acerque.
Mirad, el Señor me ayuda,
¿quién me condenará?
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN


“CERRADOS A DIOS”

Anda por la red un cuento en el que se narra que un individuo veía cómo maltrataban a todos aquellos que se metían en política y entonces se dijo: “A mi no me interesa la política, que se las arreglen como puedan”. En otro momento vio cómo maltrataban a los inmigrantes y se dijo: “¡Bah!, yo no soy inmigrante, mejor es que no me meta en lo que no me incumbe”. Poco después vio que atacaban a la gente que se declaraba religiosa y se dijo: “Ellos verán sus cosas, a mi no me interesa la religión ni yo soy religioso”… Y esa misma actitud ira presentando con todos los que sufrían y eran atacados: él no quería saber nada de nada ni de nadie hasta que llegó el día en que lo echaron a la calle de la empresa que trabajaba y se quedó sin trabajo y sin nada y, además vio cómo le hacían injusticias y atropellos y esperaba que alguien se compadeciera y le echara una mano pero vio sorprendido cómo nadie lo tomó en cuenta para nada, todos decían lo mismo que él había venido diciendo siempre.
En el pasaje de hoy el profeta Isaías viene a presentar justamente lo contrario del cuento: se trata del hombre o del pueblo que no está dispuesto a pasar indiferente ante la injusticia, sino que, por el contrario da la cara y hace frente a la realidad de la injusticia, de la mentira, de la división y no permite ni acepta contemplar impasible el atropello de la paz, de la verdad y de la justicia y aunque el enemigo se ensañe con él no cede ni le da la batalla por perdida.
El hombre de fe tiene la certeza de que dios se pone siempre de parte de la justicia, de la verdad y de la paz y por eso, tiene la certeza de que al final, siempre saldrá victorioso, porque la verdad siempre triunfa.
El egoísmo y el individualismo son el cáncer y la sepultura de la persona y de un pueblo. La persona se centra en si y se pone ella misma como única meta y horizonte de la vida: yo, a mi, para mi, conmigo… El resultado final es la soledad más absoluta y la insolidaridad más radical.
El pueblo, el individuo o el sistema social que opta por esta forma de existencia, tiene firmada su propia sentencia de muerte y de negación de la felicidad.
Por el contrario, el pueblo, el individuo, la sociedad… que se pone en la onda de Dios, tiene asegurado el triunfo y el compromiso por parte de Dios de su permanencia que le dará toda la fuerza necesaria: “No verá decepcionada su confianza”… “El Señor le ayuda y le hace justicia”.


Salmo responsorial Sal 114, 1‑2. 3‑4. 5‑6. 8‑9

R/. Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida.
Amo al Señor, porque escucha mi voz suplicante,
porque inclina su oído hacia mí el día que lo invoco. R/.
R/. Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida.
Me envolvían redes de muerte,
me alcanzaron los lazos del abismo,
caí en tristeza y angustia.
Invoqué el nombre del Señor:
“Señor, salva mi vida.” R/.
R/. Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida.
EL Señor es benigno y justo,
nuestro Dios es compasivo;
el Señor guarda a los sencillos:
estando yo sin fuerzas, me salvó R/.
R/. Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida.
Arrancó mi alma de la muerte,
mis ojos de las lágrimas,
mis pies de la caída.
Caminaré en presencia del Señor
en el país de la vida. R/.
R/. Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida.


SEGUNDA LECTURA


Lectura de la carta del apóstol Santiago 2, 14‑18
La fe, si no tiene obras, está muerta

¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Es que esa fe lo podrá salvar?
Supongamos que un hermano o una hermana andan sin ropa y faltos del alimento diario, y que uno de vosotros les dice: “Dios os ampare; abrigaos y llenaos el estómago”, y no les dais lo necesario para el cuerpo; ¿ de qué sirve?
Esto pasa con la fe: si no tiene obras, por sí sola está muerta.
Alguno dirá: “Tú tienes fe, y yo tengo obras. Enséñame tu fe sin obras, y yo, por las obras, te probaré mi fe.”
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN


“FE MUERTA”
Santiago continúa en la misma dimensión que venimos escuchando estos domingos atrás: La fidelidad y la coherencia al principio que ha establecido: “La palabra consistencia y credibilidad el momento que se hace obras”.
La preocupación de Santiago es fuerte debido al peligro y a la tendencia tan grande que tenemos a quedarnos en las palabras bonitas, en la simple declaración de principios.
En un momento, dentro de la comunidad pudo existir el problema en la gente que se quedaba en la simple adhesión a la palabra. En la creencia intelectual, pero se daba una ruptura con la vida, lo mismo que al contrario y Santiago sale al frente, lo mismo que en otro momento en el que ocurre lo contrario, lo hará Pablo, pues está viendo que la vida cristiana la están convirtiendo en un humanismo por cuyo esfuerzo se gana la salvación y tiene que salir al paso indicando que no son las obras las que hacen merecedores a los hombres de la salvación, sino la fe en Dios que nos la ha regalado y, como respuesta agradecida se darán las obras.
Lo que Santiago viene a hacer es a clarificar justamente lo que ha indicado ya Pablo: alguien que se ha sentido amado de tal forma que ha visto cómo han dado la vida por él y le han regalado la salvación y el perdón de todas sus culpas y pecados, no tiene más remedio que responder con una actitud agradecida con obras de amor.
De alguna manera Santiago recoge lo que es norma y principio dentro de la comunidad cristiana y que el mismo Juan recoge en su primera carta (3,18) “Hijos míos, no amemos de palabra y con la boca, sino con hechos y de verdad” y es que una fe que no se expresa con hechos, está muerta, no es fe, lo mismo que las obras son las que dicen verdaderamente la fe que tenemos.

Aleluya Gal. 6,14
Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz del Señor,
en la cual el mundo está crucificado para mí, y yo para el mundo.


EVANGELIO


Lectura del santo evangelio según san Marcos 8, 27‑35
Tú eres el Mesías... El Hijo del hombre tiene que padecer mucho

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesárea de Felipe; por el camino, preguntó a sus discípulos:
-“¿Quién dice la gente que soy yo?”
Ellos le contestaron:
-“Unos, Juan Bautista; otros, Elías; y otros, uno de los profetas.”
EL les preguntó:
-“Y vosotros, ¿quién decís que soy?”
Pedro le contestó:
-“*Tú eres el Mesías.”
É1 les prohibió terminantemente decírselo a nadie.
Y empezó a instruirlos:
-“EL Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días.”
Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Jesús se volvió y, de cara a los discípulos, increpó a Pedro:
-“¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!”
Después llamó a la gente y a sus discípulos, y les dijo:
-“EL que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará.”
Palabra del Señor.


REFLEXIÓN


“¿QUIÉN SOY YO PARA TI?”
S. Marcos presenta a Jesús, que ha venido hablando del reino, de lo que Él es en este proyecto y lo ha venido mostrando a través de signos que han dejado en evidencia la presencia del reino y su realidad transformadora.
Pero todo esto tiene trastornados a todos, empezando por los discípulos que están viendo la fuerza que tiene su palabra, cómo atrapa a la gente que no se cansa de escucharlo, los gestos que va haciendo dejan entusiasmado a todo el mundo…
Están escuchando un mensaje que es entusiasmante, pero no conocen las consecuencias que eso lleva consigo y lo que va a costar… están viviendo poco más o menos que un sueño; pero no se pueden entusiasmar con un sueño, no pueden comprometerse con una idea ni adherirse a una ilusión.
Jesús quiere comprobar directamente en los discípulos qué es lo que ellos han entendido y qué es lo que ellos mismos están viendo que la gente percibe y constata, lo que la gente espera: la venida de un líder que los libere de la situación en la que están; esperan un nuevo Moisés, un nuevo Elías que se peleen con los romanos, con los sumos sacerdotes… y Pedro, con todo este amasijo de ideas, coge la palabra en nombre de los apóstoles y confiesa que para ellos “Él es el Mesías Salvador que ha de venir”, aunque no tienen muy claro qué tipo de salvación es la que esperan, pues de hecho, cuando Jesús les plantea el tema, Pedro increpa a Jesús y le invita a que abandone el proyecto y es el mismo Jesús quien tiene que llamarle fuertemente la atención, pues ve que está en la misma onda de los demás, piensa como todos, más no como Dios y por primera y única vez, nos encontramos a Jesús fuertemente enojado, al ver que ni los suyos han entendido lo que trae y aquí no hay posturas intermedias: no estar en la dirección de Jesús, es estar en la lógica de Satanás.
Frente a este cuadro, no nos queda más remedio que personalizar la pregunta de Jesús: “¿Quién soy yo para ti?
Esta pregunta se la han venido haciendo a través de los siglos todos los hombres y mujeres y cada uno ha intentado dar la respuesta.
Ahora somos nosotros los discípulos que andamos con Él, ahora somos nosotros los que tenemos expectativas con respecto a Él ¿Qué buscamos en Él? ¿Qué pinta Jesús en nuestra vida, a la hora de hacer nuestro proyecto o tomar decisiones en ella?
Es muy fácil responder lo que aprendimos en el catecismo, pero esa misma repuesta la puede dar un no creyente, y también la podemos dar, pero ser una respuesta vacía, si es que no es algo que afecta a mi vida, algo que exprese un compromiso con Él.
Este es el gran problema que tenemos; hemos llenado nuestra cabeza de formulas y conceptos que repetimos hasta el punto que hemos dado por válido el que alguien confiese con la boca que “es creyente no practicante” aceptando la posibilidad de la cuadratura del círculo.
Tal vez nos hemos olvidado que “creer” no consiste en “saber” un número determinado de fórmulas que vamos repitiendo, ni tampoco consiste en aceptar un “credo” donde se exponen unas verdades que no entendemos; la FE consiste en encontrarse con la persona de Jesucristo y dejarnos tocar por ella hasta el punto que se llegue a hacer parte de nuestra existencia: en Él y con Él todo encuentra sentido y todas nuestras preguntas encuentran su respuesta.
Hoy estamos viendo cómo todo ha entrado en crisis: todas las ideologías y sistemas se han venido abajo y estamos viendo que hasta las ideas más geniales “hacen agua” por todas partes. Hoy no podemos ir a nadie vendiéndole ideologías, teorías, ideas… de eso se puede encontrar todo lo que se quiera en cantidades desorbitadas. El hombre de hoy está “harto” de todo, lo único que siente es la necesidad profunda de ser amado, acogido, escuchado… Eso no te lo da una teoría, ni una idea. Eso solo es posible que te de la respuesta una PERSONA y ésta es JESÚS.
Es triste ver cómo esto se nos ha olvidado a los cristianos, por eso hemos tenido tan poca dificultad en abandonar la fe, la iglesia y todos los valores cristianos y nos estamos quedando sin nada, pues hay en el mundo otras ideas, otras doctrinas, otras corrientes mucho más atractivas y fáciles con las que es posible ser actual y sentirse bien con el ambiente. Pero la soledad sigue siendo el denominador común.