lunes, 27 de julio de 2009

DOMINGO XVIII DEL T.ORDINARIO -B-

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del Éxodo 16, 2‑4. 12‑15
Yo haré llover pan del cielo

En aquellos días, la comunidad de los israelitas protestó contra Moisés y Aarón en el desierto, diciendo:
-“¡Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor en Egipto, cuando nos sentábamos junto a la olla de carne y comíamos pan hasta hartarnos! Nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta comunidad.”
El Señor dijo a Moisés:
-“Yo haré llover pan del cielo: que el pueblo salga a recoger la ración de cada día; lo pondré a prueba a ver si guarda mi ley o no. He oído las murmuraciones de los israelitas. Diles: ´ Hacia el crepúsculo comeréis carne, por la mañana os saciaréis de pan; para que sepáis que yo soy el Señor, vuestro Dios.´”
Por la tarde, una banda de codornices cubrió todo el campamento; por la mañana, había una capa de rocío alrededor del campamento. Cuando se evaporó la capa de rocío, apareció en la superficie del desierto un polvo fino, parecido a la escarcha. Al verlo, los israelitas se dijeron:
- “¿Qué es esto?”
Pues no sabían lo que era. Moisés les dijo:
- “Es el pan que el Señor os da de comer.”
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN

“EL INDIVIDUALISMO NO ES SOLUCIÓN”

Los israelitas se entusiasman con la idea de Moisés y de Aarón de sacudirse el yugo de la esclavitud de Egipto y se lanzan a la obra, sin pensar que después de la liberación hay que continuar en la libertad: comienzan la pelea con el Faraón, empiezan los encontronazos hasta la violencia, pero todo esto les anima y llegan a conseguir salir de Egipto.
Pero, como siempre ocurre, es fácil enardecerse y hacer una proeza, pero lo realmente importante es lo que viene después: yo me he quitado de encima lo que me molestaba, pero a continuación tengo que crear un orden nuevo más coherente, más humano, más justo, más respetuoso, más libre… donde se respete la dignidad y los derechos del hombre, donde se pueda vivir en paz y encontrar la felicidad…
Antes habían vivido bajo la seguridad de la esclavitud, bajo el régimen del Faraón, ahora se trataba de aprender a vivir en la responsabilidad de la libertad y esto empezó a resultarles mucho más duro y difícil.
En el desierto se encontraron con la dificultad de la falta de agua, de comida y gritaron pidiendo que otros les resolvieran el problema; Dios sale al encuentro con su ayuda y les da el maná y codornices y les hace brotar agua de una roca. Se encontraron también con la dificultad de la gente a donde llegaban que se les oponían cuando invadían su tierra y tuvieron que entrar en peleas, como les ocurrió con los amalecitas (Ex. 17,8-16).
Pero la peor dificultad fue el desánimo y la duda que les entró en la que empezaron a sentirse engañados, que Dios no estaba con ellos, sin ser capaces de interpretar todo lo que Dios había hecho con ellos y le piden que haga un signo portentoso. Empiezan a decir que aquello había sido una fanfarronada de Moisés y empezaron a hablar mal de él y de Dios…
Pero Dios va saliendo al paso a cada momento para que resuelvan los problemas, y los israelitas llegan a preferir vivir en la esclavitud y añoran todo lo que dejaron en Egipto.
Esta es exactamente la misma situación que constantemente estamos viviendo a todos los niveles: cada uno busca su propia comodidad, arreglar su problema y busca, si es posible, que se lo den todo hecho y cuando esto no se da, se dedican a agredir a sus mismos compañeros; no nos importa el bien común, se busca siempre el bien propio y se rompe la solidaridad; al final salimos todos mal.
Creo que la situación que vivimos en la actualidad es la lección más evidente: un individualismo exagerado que nos lleva a gritar: “¡Sálvese quien pueda!” y a como dé lugar. Con lo cual, lo único que socializa, porque alcanza a la gran mayoría, es el problema y la dificultad, pero la solución cada uno busca la suya. Lo triste y lo vergonzoso es que todo esto que hay montado, lo llaman “socialismo” cuando es la imagen más triste, grotesca y funesta del individualismo y del egoísmo.

Salmo responsorial Sal 77, 3 y 4bc. 23‑24. 25 y 54 (R/.: 24b)

R/. El Señor les dio un trigo celeste.

Lo que oímos y aprendimos,
lo que nuestros padres nos contaron,
lo contaremos a la futura generación:
las alabanzas del Señor, su poder. R/.
R/. El Señor les dio un trigo celeste.
Dio orden a las altas nubes,
abrió las compuertas del cielo:
hizo llover sobre ellos maná,
les dio un trigo celeste. R/.
R/. El Señor les dio un trigo celeste.
Y el hombre comió pan de ángeles,
les mandó provisiones hasta la hartura.
Los hizo entrar por las santas fronteras,
hasta el monte que su diestra había adquirido. R/.
R/. El Señor les dio un trigo celeste.


SEGUNDA LECTURA



Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 4, 17. 20‑24
Vestíos de la nueva condición humana, creada a imagen de Dios

Hermanos:
Esto es lo que digo y aseguro en el Señor: que no andéis ya como los gentiles, que andan en la vaciedad de sus criterios.
Vosotros, en cambio, no es así como habéis aprendido a Cristo, si es que es él a quien habéis oído y en él fuisteis adoctrinados, tal como es la verdad en Cristo Jesús; es decir, a abandonar el anterior modo de vivir, el hombre viejo corrompido por descos seductores, a renovaros en la mente y en el espíritu y a vestiros de la nueva condición humana, creada a imagen de Dios: justicia y santidad verdaderas.
Palabra de Dios.



REFLEXIÓN


“VIVIR VACIOS”

El domingo pasado, Pablo recordaba una llamada primera y fundamental que tenemos proveniente de nuestro ser de cristianos: la UNIDAD, es el primer fruto que se deriva de nuestra identidad, de ser miembros de un mismo cuerpo cuya cabeza es Cristo.
Insertados en esta nueva realidad, no es compatible ni lícitamente posible vivir como anteriormente: “como los paganos, vacíos de pensamiento”, sin sentido, sin esperanza, sin perspectivas, guiados por los bajos instintos.
Vivir la vida vacía y sin sentido es dejarse llevar por el orgullo que nos hace creernos superiores y despreciar a los demás, sin querer reconocer la verdad en nuestra vida, viviendo en el vacío, en la superficialidad, en el libertinaje, despreciando el bien, la honradez, la dignidad humana y entrando en un circulo de insatisfacción, de corrupción y de avaricia.
Lo que los efesios han aprendido es completamente lo contrario a todo esto, pues vivir en Cristo es optar por una nueva forma de ser, en conexión con el proyecto de Cristo; es una nueva forma de vida, de acuerdo a la nueva realidad de hijos de Dios que hemos recibido en Cristo.
Esto que Pablo ve con una claridad meridiana y se lo “recomienda encarecidamente en nombre del Señor” a los cristianos de Éfeso, no son consejos ni palabras vacías que se dijeron a otros, pero que no tienen que ver naca con nosotros. Imagino que, si Pablo llama la atención, fue porque vio que se estaba cerniendo sobre la comunidad el peligro, o porque empezaban a darse brotes en ella.¿Qué diría a nuestra iglesia de hoy, cuando esto que se vislumbraba como un peligro, hoy es una realidad generalizada y lamentable?
El hecho triste es que hay que hacer un esfuerzo enorme para encontrar rasgos del evangelio en muchísimas cosas de las que hacemos y en la mentalidad que tenemos y al mismo tiempo, se da una devaluación impresionante de otro montón de cosas que son un reflejo del evangelio, pero resulta que el canon de valoración que se ha escogido no es Cristo, sino el dinero, el poder, el prestigio...


Aleluya Mt 4, 4b
No sólo de pan vive el hombre,
sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.


EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 24‑35
EL que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí no pasará sed

En aquel tiempo, cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. AL encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron:
-“Maestro, ¿cuándo has venido aquí?”
Jesús les contestó:
-“Os lo aseguro, me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros.
Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a éste lo ha sellado el Padre, Dios.”
Ellos le preguntaron:
-“Y, ¿qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?”
Respondió Jesús:
-“La obra que Dios quiere es ésta: que creáis en el que él ha enviado.”
Le replicaron:
-“¿Y qué signo vemos que haces tú, para que creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito:´Les dio a comer pan del cielo.´”
Jesús les replicó:
-“Os aseguro que no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo.”
Entonces le dijeron:
-“Señor, danos siempre de este pan.”
Jesús les contestó:
-“Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed.”
Palabra del Señor

REFLEXIÓN

“¿QUÉ PAN ESTAMOS DANDO?”

Juan intenta presentar a Jesús como la única y verdadera respuesta a los anhelos y a las necesidades del hombre.
En el pasaje anterior presenta a Jesús saciando el hambre del pueblo y queriendo hacer ver que el hambre material, es posible saciarla el momento en que se ponen funcionando los mecanismos del reino, que no es algo puramente espiritual, sino total: envuelve a la persona en su totalidad.
Sin embargo, la gente no entiende esto, no van mas allá de lo que se puede tocar, pesar, medir o contar. Han ido siguiendo a Jesús porque les llenó el estómago y automáticamente pensaron: “Este es el tipo que nos interesa, el que nos da las cosas hechas” y no fueron capaces de ver más allá. Jesús se lo recrimina y cuando le preguntan cuándo ha llegado, les da otra respuesta a otra pregunta que no han hecho, pero que es lo que en realidad buscan: “Os lo aseguro, me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros.” Entonces les vuelve a forzar para que se abran y no se queden solo en el estómago, hasta que les hace sentir deseos de otro tipo de “pan” que sacia los deseos nobles del hombre. Ese PAN es él.
La escena es fortísima y la lástima es que la hemos reducido a un momento en el que Jesús hizo poco más o menos que una sesión de magia y dejó embobada a la gente, pero el texto está extraordinariamente elaborado y lo que quiere es mostrar toda la problemática que existe, donde la gente lo ha perdido todo y es incapaz de ver más allá de lo que puede palpar, exige signos portentosos para poder creer, en cambio, la solidaridad y el compartir fraterno, que se han dado y que es el signo más hermoso de la presencia del reino, para ellos no significa nada; es algo muy parecido a lo que hoy nos ocurre: la EUCARISTÍA es un rollo, no significa absolutamente nada y el resto de sacramentos no son más que actos sociales, pero no signos de la presencia del reino.
¿Es posible que la liturgia se haya separado de la vida y del pueblo que, sigue buscando a Jesús, hasta el punto que en ella no descubre otra cosa más que la respuesta a sus necesidades materiales: hacer una fiesta, un cumplido, o el miedo a algo incierto…?
El evangelio sigue planteándonos preguntas para un serio examen de conciencia. Es posible que estemos dando pan que sacia el hambre del estómago, pero no el hambre de Dios, y n o somos capaces de orientar para que el pueblo llegue a sentir el hambre de Jesús que es el pan vivo que sacia a la persona.