lunes, 22 de noviembre de 2010

DOMINGO I ADVIENTO -A-

PRIMERA LECTURA


Lectura del libro de Isaías 2, 1‑5
El Señor reúne a todas las naciones en la paz eterna del Reino de Dios
Visión de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén:
Al final de los días estará firme el monte de la casa del Señor en la cima de los montes, encumbrado sobre las montañas.
Hacia él confluirán los gentiles, caminarán pueblos numerosos. Dirán: «Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob: Él nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas; Porque de Sión saldrá la ley, de Jerusalén la palabra del Señor.
Será el árbitro de las naciones, el juez de pueblos numerosos.
De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas.
No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra.
Casa de Jacob, ven; caminemos a la luz del Señor.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“LA ESPERANZA ES LO ÚLTIMO QUE SE PIERDE”
El profeta Isaías se enfrenta a la realidad del pueblo de Israel caído y deshecho, pero en lugar de quedarse dándole vueltas a todo lo negativo que existe, mira la realidad e intenta descubrir todo lo bueno que aún queda y que vive dentro de la sociedad, se da cuenta que aún queda dentro del hombre un deseo de un orden nuevo en el que reine la justicia; esto es motivo de esperanza y razón suficiente para lanzarse a la lucha y hasta soñar en una salida, pues no puede resignarse con la destrucción. Lo peor que puede ocurrir es cuando el hombre se conforma y llega a sentir que las cosas son así y que haya que aceptar lo que venga, sintiéndose bien con lo que sea
El profeta tiene muy claro que el mal que existe no es lo que va a hacer que salgan adelante, por tanto, no vale la pena detenerse en él; lo que va a hacer que se levanten es justamente el bien, todo lo bueno que hay en el corazón humano y lo que existe, por tanto, eso es lo que hay que afianzar y eso es lo que va a sobresalir como un monte por encima de todos los escombros de muerte que va a ir amontonando el mal.
A ese monte de vida es a donde van a mirar todos los pueblos y se va a convertir en referente, pues todos desearán hacer igual.
Efectivamente es un sueño, pero no es nada irrealizable, basta no perder la esperanza ni la decisión de poner cada uno lo que esté en sus manos. También es cierto, no es nada fácil, pero no es imposible: es un proyecto que hay que escalar: “«Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob” pero en esta escalada, Dios va a enseñar el camino correcto y va a dar su fuerza, porque Él se solidariza con su pueblo y con todos aquellos que quieren seguirlo y Él se compromete a hacer que cambie por completo la situación: de la guerra, el odio, la violencia se va a dar el cambio a la paz y a la vida.
Esta transformación se producirá a través de la escucha de la palabra de Dios que se convierte en luz y fuerza para el camino, esta Palabra hará que se transformen los instrumentos de muerte en instrumentos de vida: “De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas”.
Lógicamente, esto presupone una actitud de conversión y un deseo verdadero de la paz y la justicia que hace que nos pongamos en camino y en actitud de escucha y de trabajo construyendo la paz.

Salmo responsorial Sal 121, 1‑2. 4‑5. 6‑7. 8‑9 (R.: Cf.1)

R. Vamos alegres a la casa del Señor.
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor.»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén. R.
R. Vamos alegres a la casa del Señor
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor.
Según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. R.
R. Vamos alegres a la casa del Señor
Desead la paz a Jerusalén:
«vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.» R.
R. Vamos alegres a la casa del Señor
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «la paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien. R.
R. Vamos alegres a la casa del Señor

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 13, 11‑14a
Nuestra salvación está cerca

Hermanos:
Daos cuenta del momento en que vivís; ya es hora de despertaros del sueño, porque ahora nuestra salvación está más cerca que cuando empezamos a creer. La noche está avanzada, el día se echa encima: dejemos las actividades de las tinieblas y pertrechémonos con las armas de la luz.
Conduzcámonos como en pleno día, con dignidad. Nada de comilonas ni borracheras, nada de lujuria ni desenfreno, nada de riñas ni pendencias. Vestíos del Señor Jesucristo.
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN

“VIVIR EN COHERENCIA”

S. Pablo zarandea a la comunidad de Roma que vive dormida: “Daos cuenta del momento en que vivís”: -Les dirá- pues no se pueden dormir en los laureles, el reino es como el tren que pasa y hemos de cogerlo, pues de lo contrario nos quedamos para siempre en la cuneta del reino de las tinieblas.
No pueden seguir viviendo en los esquemas de las tinieblas, es decir: comulgando con la mentira, con la corrupción, con la injusticia, con los resentimientos, con el odio… si la luz ha llegado, no es posible seguir en las tinieblas y viviendo como si no hubiera pasado nada: “Nada de comilonas ni borracheras, nada de lujuria ni desenfreno, nada de riñas ni pendencias”: es incomprensible que alguien que se llama cristiano viva en esa estructura.
Es imposible quedarse indiferente al leer esto que Pablo reprocha a los cristianos de Roma de hace 20 siglos, pues podría servir perfectamente para los del siglo XXI: el zarandeo que merecemos es mucho más fuerte, pues en aquel tiempo S. Pablo les advierte de la posibilidad de dormirse y adaptarse a la situación que se vive, pero nosotros no es una posibilidad, sino una realidad muy triste la que llevamos viviendo durante muchos siglos dormidos en los laureles y esforzándonos en contemporizar y hasta en bendecir cosas que deberían avergonzarnos y, en cambio, intentamos convencernos de que no vale la pena despertarse, que nos sentimos a gusto como estamos, esto es tanto como decir que no vale la pena tener esperanza.


Aleluya Sal 84, 8

Aleluya, aleluya.
Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.
Aleluya.


Lectura del santo Evangelio según San Mateo 24, 37‑44
Estad en vela para estar preparados

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
¾«Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé.
Antes del diluvio, la gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del Hombre:
Dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán.
Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa.
Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del Hombre.
Palabra del Señor.


REFLEXIÓN


“NO DEJARNOS INTIMIDAR”

El pasaje de S. Mateo está enmarcado dentro del discurso de Jesús que ha comenzado advirtiendo de algo que es muy peligroso: “Por la maldad creciente se enfriará el amor de la mayoría” (Mt. 24,12). Es la tentación que ronda a todos, pues cuando vemos que los otros caen, concluimos que no vale la pena luchar y, es curioso ver cómo la actitud negativa de uno, arrastra al resto: lo estamos viendo constantemente en un montón de ocasiones: suficiente que haya uno que no está de acuerdo, para que los otros 99 que querían una cosa se vengan abajo Ejemplos concretos los estamos sufriendo en todos los aspectos de la vida: por ejemplo, hay 99 padres que son cristianos y que quieren que sus hijos que se eduquen en cristiano y hay uno que dice que se tiene que retirar el crucifijo porque él no es creyente, y se retira el crucifijo en contra de los 99. y se sigue con la cabeza agachada, sin rechistar, lo que éste ordena, y si se aprieta un poco se justifican diciendo que es que hay que respetar.
La semilla del reino se nos ha dado, vive en nuestro corazón y es cuestión de que se la deje nacer, crecer y fortalecerse, pero también la podemos ahogar y hasta secar si es que no la defendemos.
El orden nuevo que esperamos y deseamos está en nuestras manos y es tan sencillo como empezar a vivir de acuerdo a lo que nos invita y dejar que se exprese, pero todos los opositores al reino son como ladrones que roban la semilla del corazón y en su lugar, siembran otra cosa, la defienden y no cesan de evitar que la semilla del reino pueda arraigarse.
Jesús alerta de este peligro, y pone el ejemplo de aquellos que viviendo juntos, unos se han descuidado y lo han perdido todo, mientras que los que estuvieron a la expectativa y no se dejaron seducir, permanecieron.
El gran peligro es desperdiciar el tiempo, pues paso que dejemos de dar hacia delante, es un retroceso, ya que la vida sigue y, si dejamos de llenarla de sentido, cosa que los contrarios no desperdician la más mínima oportunidad, poco a poco nos vamos quedando en la cuneta, desfasados, acomplejados y asustados.
Dejarnos iluminar por la Palabra de Dios es ya vivir en la luz, aunque caigamos, pero siempre tendremos la posibilidad de levantarnos y tendremos siempre la iglesia donde encontraremos la luz y el apoyo para el combate.

martes, 16 de noviembre de 2010

DOMINGO XXXIV -C- CRISTO REY

PRIMERA LECTURA

Lectura del segundo libro de Samuel 5, 1‑3
Ungieron a David como rey de Israel

En aquellos días, todas las tribus de Israel fueron a Hebrón a ver a David y le dijeron:
—«Hueso tuyo y carne tuya somos; ya hace tiempo, cuando todavía Saúl era nuestro rey, eras tú quien dirigías las entradas y salidas de Israel. Además el Señor te ha prometido: "Tú serás el pastor de mi pueblo Israel, tú serás el jefe de Israel."»
Todos los ancianos de Israel fueron a Hebrón a ver al rey, y el rey David hizo con ellos un pacto en Hebrón, en presencia del Señor, y ellos ungieron a David como rey de Israel.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“¿DÓNDE ESTÁN LOS PASTORES?

El pasaje de hoy nos muestra algunos rasgos muy interesantes que es bueno tener en cuenta: el pueblo reconoce en David una autoridad moral que no se la ha dado la ley, sino su vida, su persona; es un don que Dios le ha dado y que todos reconocen: “Ya antes que Saúl reinara, eras tú quien guiaba a Israel”.
El otro aspecto que le capacita para estar a la cabeza del pueblo es su cercanía, su unión con el pueblo, que lo siente suyo y se identifica con él: “Somos de tu misma carne y sangre”.
Con estas características es posible convertirse en catalizador de unidad y llevar adelante la tarea de pastor que cuida de su pueblo, lo protege y lo conduce.
Pero es importante que veamos otra cosa: estos dones o cualidades que David tiene, no se los ha dado el pueblo, sino Dios y, son los que lo capacitan para llevar adelante su misión, el pueblo, lo único que hace, es reconocer esto que Dios le ha dado.
En la cumbre de los tiempos Jesús es el modelo anunciado por David, el elegido y el ungido por Dios para ser el pastor que da la vida por sus ovejas, que reconocen en Él la presencia de Dios: “ la gente se quedaba admirada porque enseñaba con autoridad y no como los maestros de la ley” (Mt. 7. 28-29).
Traspasado todo esto al terreno de la vida ordinaria en la que nos movemos, podemos observar lo lejos que andamos del ideal: los “pastores” hoy no son reconocidos por su autoridad moral, ni por sus dotes de pastor, que da la vida por sus ovejas, ni por su cercanía y unión con el pueblo, sino que es el dinero quien los monta en la poltrona del poder y los convierte en servidores sumisos del que los eleva, a costa de ir saqueando al pueblo.

Salmo responsorial Sal 121, 1‑2. 4‑5 (R.: cf. 1)

R. Vamos alegres a la casa del Señor.
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén. R.
R. Vamos alegres a la casa del Señor.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. R.
R. Vamos alegres a la casa del Señor.


SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 1, 12‑20
Nos ha trasladado al reino de su Hijo querido

Hermanos:
Damos gracias a Dios Padre, que nos ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz.
É1 nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados.
É1 es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque por medio de él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades; todo fue creado por él y para él.
É1 es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
É1 es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia.
É1 es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo.
Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres: los del cielo y los de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz.
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN

“EL REINO REFERENTE ABSOLUTO”

S. Pablo escribe a los Colosenses y hace un canto a la persona de Cristo como el modelo supremo del que han de copiar y a quien hay que mirar como único referente en la vida, pues en Cristo se ha mostrado toda la grandeza de Dios y toda la gloria a la que puede aspirar el hombre.
Acercarse a Jesús y comprenderlo, es poseer toda la sabiduría, pues quien acepta a Jesús está participando ya del éxito seguro, del triunfo en la vida; Cristo no tiene igual en el mundo, por tanto, ante Él se ha de inclinar toda criatura; oponerse a Él es despreciar el destino supremo de todo hombre, resignarse a aceptar el ser rechazado y anulado por toda la creación.
Cristo se convierte en el referente máximo para el ser humano, en la garantía de futuro, en la certeza única y absoluta; por encima de Él no hay nada, por tanto, nadie tiene capacidad para cambiar sus planes, de ahí que, la iglesia no podrá jamás agachar la cabeza ni inclinarse ante nada ni ante nadie.
El problema serio y triste se da cuando la iglesia reconoce otros intereses, ante los que se inclina y sirve; en ese momento deja de ser instrumento del reino, o sacramento de Cristo, para convertirse en el peor de los obstáculos que puede encontrar el reino.

Aleluya Mc 11, 9b‑10a
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Bendito el reino que llega, el de nuestro padre David.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 23, 35-43
Señor, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino

En aquel tiempo, las autoridades hacían muecas a Jesús, diciendo:
—«A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido.»
Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo:
—«Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.»
Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: «Éste es el rey de los judíos.»
Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo:
—«¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros.»
Pero el otro lo increpaba:
—«¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada.»
Y decía:
—«Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino.»
Jesús le respondió:
—«Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso.»
Palabra del Señor.


REFLEXIÓN

“LA CAUSA DE JESÚS REY”

S. Lucas hace una descripción extraordinaria del momento presentando varios planos en los que se desenvuelven unos personajes: por un lado está el pueblo “allí mirando”, indiferente, como alguien que no tiene que ver en el tema y permanece al margen, cuando es el principal destinatario de todo lo que se está ventilando. En otro plano aparecen las autoridades, el poder establecido, que se burlan y se sienten muy felices y satisfechos porque se han quitado de en medio un grave estorbo, con lo que están seguros de que por encima de ellos no puede existir nadie. En otro plano aparecen los soldados, los servidores del poder que han perdido su dignidad, y se venden al mejor postor. Por ultimo están los ajusticiados al lado de Jesús, que sufren las consecuencias de todo el montaje.
Este es el cuadro en el que los personajes van desarrollando la escena y van respondiendo ante el hecho de la muerte y la personalidad de Jesús; pero es curioso ver cómo S. Lucas se va haciendo eco de aquellas mismas propuestas que le van planteando a Jesús, que son las mismas que se le han ido planteando toda su vida, podemos recordar el momento del desierto: en el momento de las tentaciones.
Hemos de tener bien presente una cosa: Jesús viene y toda su vida gira en torno a algo que para Él es absoluto y por encima de eso no puede haber nada: EL REINO DE DIOS; esto es lo que le da sentido y consistencia a todo. Jesús no viene a montar una religión, ni a defender un sistema de leyes, ni un orden concreto… sino a hacer que este mundo responda al esquema que Dios tiene: que vivamos felices, amándonos, respetándonos, siendo sinceros y justos y viviendo en paz, pero esto no lo entiende nadie y lo llevan al suplicio.
Hay algo contra lo que atacan todos, pues no pueden soportar: Jesús se ha mantenido todo el tiempo con una confianza plena sintiéndose Hijo de Dios a quien ha llamado “Abba”, algo que suena a blasfemia, pero este sentimiento es el que lo ha mantenido firme en su lucha, sabiendo que su Padre no lo abandona, pues está haciendo lo que su Padre quiere.
Por eso, las autoridades se le burlan de la actitud que ha venido manteniendo: «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido.»; esta burla recuerda la tentación que le ataca diciendo que demuestre lo que dice: “Si eres Hijo de Dios, tírate desde lo alto del alero del templo y los ángeles cuidarán que tu pie no tropiece”, aquí le piden otra prueba distinta, pero es por lo mismo: pidiéndole que demuestre quién es, que Dios está a su lado y haciéndole ver que no hay más poder que aquel que Él mismo ha rechazado: “Te daré el poder sobre todos los reinos de la tierra si postrándote me adoras” a lo que Cristo le contesta: “Solo a Dios adorarás” y a nadie más.
El mismo malhechor que está colgado a su lado le insulta lanzándole la duda: “¿Dónde está el que dices que tanto te ama? ¿Por qué te deja morir y no sale en tu ayuda?
La certeza frente a todos los ataques la declara Jesús al dirigirse al otro ajusticiado que le pide lo tenga en cuenta cuando llegue a su reino: «Te lo aseguro, hoy estarás conmigo en el paraíso.» Jesús tiene la certeza de que Dios ha de actuar y dar la última palabra sobre todo lo que están haciendo y sobre todo lo que tenemos montado.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

DOMINGO XXXIII DEL TIEMPO ORDINARIO -C-

PRIMERA LECTURA

Lectura de la profecía de Malaquías 3, 19‑20a
Os iluminará un sol de justicia

Mirad que llega el día, ardiente como un horno:
malvados y perversos serán la paja, y los quemaré el día que ha de venir
—dice el Señor de los ejércitos—, y no quedará de ellos ni rama ni raíz.
Pero a los que honran mi nombre los iluminará un sol de justicia que lleva la salud en las alas.
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN

“PONER LAS COSAS EN SU SITIO”
Hay algo que jamás llegamos a convencernos, que nos ha de llegar y que no podemos evadirlo: la muerte. Es el hecho y el momento supremo y definitivo de todo ser humano, donde cada cosa se pone en su sitio, todo encuentra su sentido pleno, donde cada uno recoge aquello que ha ido sembrando durante toda su vida y gozará de lo que ha construido.
Es el momento en que se guardará aquello que realmente vale y, lo demás, será como paja que se lleva el viento, o que destruye el fuego. Ahí no valdrán poderes, riquezas, prestigios, intereses… Cada cosa tendrá que aguantar el juicio de la verdad y quedará aquello que es digno de la eternidad.
Ese día será como entrar en una patria nueva, donde la justicia, la verdad, la paz y la libertad serán como la luz del sol que lo ilumina todo, y en ella caminarán como en su propia casa, aquellos que en la vida apostaron por vivir en consonancia con la verdad, con la justicia y con la paz.
Todo lo demás, será destruido como en el horno, donde es reducido a ceniza todo lo demás, que es considerado restos de basura.
Esta realidad es algo que no debe olvidar jamás el pueblo, e individualmente, cada una de las personas, pues es la base y el sentido de la esperanza y el acicate que nos invita a seguir caminando, huyendo de la mediocridad.


Salmo responsorial Sal 97, 5‑6. 7‑9a. 9bc (R.: cf. 9)

R. El Señor llega para regir los pueblos con rectitud.
Tañed la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor. R.
R. El Señor llega para regir los pueblos con rectitud.
Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos, aclamen los montes al Señor,
que llega para regir la tierra. R.
R. El Señor llega para regir los pueblos con rectitud.
Regirá el orbe con justicia
y los pueblos con rectitud. R.
R. El Señor llega para regir los pueblos con rectitud.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 3, 7‑12
El que no trabaja, que no coma

Hermanos:
Ya sabéis como tenéis que imitar nuestro ejemplo: no vivimos entre vosotros sin trabajar, nadie nos dio de balde el pan que comimos, sino que trabajamos y nos cansamos día y noche, a fin de no ser carga para nadie.
No es que no tuviésemos derecho para hacerlo, pero quisimos daros un ejemplo que imitar.
Cuando vivimos con vosotros os lo mandamos: El que no trabaja, que no coma.
Porque nos hemos enterado de que algunos viven sin trabajar, muy ocupados en no hacer nada.
Pues a esos les mandamos y recomendamos, por el Señor Jesucristo, que trabajen con tranquilidad para ganarse el pan.
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN

“EL ESCÁNDALO DE LA INCOHERENCIA”
S. Pablo ha venido hablando a los tesalonicenses de todo aquello que deben mantener como principios supremos e inamovibles, de aquella doctrina segura que han de tener como referentes eternos, sin permitir que nada ni nadie los cambie, porque el día que eso ocurriera, entrará la confusión en la comunidad y se perderán.
De la misma manera, hemos de guardar la pureza en la práctica: no se pueden poner parches y cambiar unas cosas por otras, por ejemplo: con la excusa de la predicación, vivir del cuento engañando a la gente y haciendo que comulguen con ruedas de molino: “El que no trabaja, que no coma”; él lo está demostrando: ha renunciado a sus derechos y se gana su pan con el sudor de su frente y es con su sudor con lo que él comparte su vida con sus hermanos.
Pablo está viendo cómo algunos, con el pretexto del “servicio a la comunidad”, se han montado una forma de vivir a base del cuento; hacer esto, desorienta a la comunidad, crea confusión, es un mal ejemplo y anda creando molestias y siendo un peso para la comunidad.
Esta actitud de Pablo, le trajo muchísimos problemas provenientes de los mismos dirigentes de las comunidades, porque era romper con la tradición asumida de la época, según la cual, los “maestros” tenían el derecho de ser alimentados y sostenidos por el pueblo. Los dirigentes de las comunidades eran tenidos por “maestros”. La postura de Pablo se convierte en una denuncia y, peor aún, cuando invita a que lo imiten a él, para no ser identificados con el resto de “maestros” que pululan por el pueblo. Esta actitud de Pablo es como un eco de las palabras de Jesús: “Yo estoy entre vosotros como el que sirve”

Aleluya Lc. 21, 28
Levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 21, 5‑19
Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas

En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo:
—«Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.»
Ellos le preguntaron:
—«Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?»
Él contestó:
—«Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien: "El momento está cerca"; no vayáis tras ellos.
Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico.
Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida.»
Luego les dijo:
—«Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre.
Habrá también espantos y grandes signos en el cielo.
Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio.
Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.
Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mia.
Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.»
Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

“EL REINO DE DIOS COMO ALTERNATIVA AL REINADO DEL TENER”
Los apóstoles se quedan ensimismados viendo la riqueza y el esplendor del templo, pero Jesús les hace caer en la cuenta que nada de so tiene valor, si es que eso no sirve más que para ser admirado y producir estupor; eso es como paja que el fuego ha de quemar, y de lo que no quedará piedra sobre piedra, porque no sirve para nada: Jesús, contrariamente a los apóstoles, siente pena y tristeza, porque allí no existen huellas del reino de Dios, ni tampoco se quiere poner al servicio, se adoran las riquezas, el esplendor, los honores, el poder, el lujo…y todo eso no sirva más que para admirarlo y hacer que nos sintamos distantes y diferentes a los demás, eso no tiene conexión alguna con el amor, con la justicia, con la verdad, con la fraternidad y, menos aún con la paz.
Ese templo es un signo equívoco que confunde el camino, pues allí no se acoge la justicia, ni allí se celebra la vida, ni en él encuentran apoyo los pobres, ni se presta a ser voz de los que no la tienen… aquello, más bien ofende a Dios y, por eso, no ha de dejar de él piedra sobre piedra. Esto le llena de dolor, hasta el punto de producirle lágrimas.
Como nuestras vidas están orientadas a estos valores eternos del reino, cuando llegue el momento supremo, lo único que quedará será aquello que estaba en conexión con estos valores eternos, lo demás será como escoria que hay que purificar. Por tanto, no vale escuchar a aquellos que vienen anunciando grandeza, triunfo, llegada del reino en estas dimensiones… todo eso es un engaño, una ilusión que solo va a durar el rato que la tenemos, pero se irá enseguida y lo único que nos quedará será el vacío.
En tiempos como los que vivimos, en donde constantemente nos asalta la tentación de huir hacia delante y llenar la vida de “cosas” que embellezcan y dejen tranquila la conciencia, quizás sea bueno escuchar a Jesús frente a la suntuosidad del templo: no la justifica, ni la aprueba, ni la acepta, la única alternativa que plantea es dar por terminado todo aquello que no tiene sentido, que resulta el peor obstáculo y que está alimentando una religión engañosa, que evade la responsabilidad que tenemos de instaurar el reino.
Romper esto que se ha venido sosteniendo durante siglos, no es nada fácil, ni se trata de quitarse de en medio a aquellos que lo sostienen; es duro hasta el punto que hace llorar, por el hundimiento en el que se somete al pueblo y por el sufrimiento que genera a tanta gente buena que lucha por cambiarlo, como le ocurrió siempre a los profetas.
Es por lo mismo que Jesús anuncia con toda claridad: ponernos a anunciar el reino del amor, de la solidaridad, de la justicia, de la paz, de la verdad en medio del reinado del “tener”, veremos que el enfrentamiento estará servido, y vendrá envuelto en guerras, en hambres, en corrupción de todo orden, en amenazas… y frente a la propuesta del reino, se nos presentará también la del reinado del “TENER” que se presentará como lo único que nos da la seguridad y la paz y, muchos, incluso de los elegidos, caerán en las redes e intentarán imponerlo como norma, sostenida y respaldada por Dios.
El éxito está en mantenerse firmes, inamovibles, como el que sabe seguro que el triunfo lo tiene ya ganado y, por muy fuerte que sea la batalla, está todo perdido para los adversarios. El reino de Dios está por encima del templo, de la iglesia, de las estructuras, de la ley, de la religión… y todo eso, si es que no se alinea con el reino, no es más que ilusiones, espejismos, paja que será destruida por el fuego de la verdad.

jueves, 4 de noviembre de 2010

DOMINGO XXXII DEL TIEMPO ORDINARIO -C-

PRIMERA LECTURA


Lectura del segundo libro de los Macabeos 7, 1‑2. 9‑14
El rey del universo nos resucitará para una vida eterna

En aquellos días, arrestaron a siete hermanos con su madre. El rey los hizo azotar con látigos y nervios para forzarlos a comer carne de cerdo, prohibida por la Ley.
Uno de ellos habló en nombre de los demás:
—«¿Qué pretendes sacar de nosotros? Estamos dispuestos a morir antes que quebrantar la ley de nuestros padres.»
El segundo, estando para morir, dijo:
—«Tú, malvado, nos arrancas la vida presente; pero, cuando hayamos muerto por su ley, el rey del universo nos resucitará para una vida eterna.»
Después se divertían con el tercero. Invitado a sacar la lengua, lo hizo en seguida, y alargó las manos con gran valor. Y habló dignamente:
—«De Dios las recibí, y por sus leyes las desprecio; espero recobrarlas del mismo Dios.»
El rey y su corte se asombraron del valor con que el joven despreciaba los tormentos.
Cuando murió éste, torturaron de modo semejante al cuarto. Y, cuando estaba para morir, dijo:
—«Vale la pena morir a manos de los hombres, cuando se espera que Dios mismo nos resucitará. Tú, en cambio, no resucitarás para la vida.»
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN

“LA FIDELIDAD A DIOS MANTIENE AL PUEBLO”

Es impresionante la lectura del texto de Macabeos, sobre todo en un tiempo en el que no se está dispuesto a hacer lo más mínimo si es que no está pagado con dinero. En él aparece una idea muy clara: la ley (la voluntad de Dios) está por encima de todo y a ella, se es fiel hasta la misma muerte; el único motor que hace aguantar es la esperanza de la eternidad que aguarda a los que son fieles a ella.
Nos encontramos en el s. II a. C. cuando Antioco IV pretendió introducir el culto a los dioses griegos entre los judíos, hasta el punto que en el interior del templo de Jerusalén, llegó a levantar una imagen de Zeus el año 167, cosa que supuso una provocación y un fuerte escándalo en la población judía, esto causó un gran dolor para todos los creyentes que le hicieron una fuerte resistencia.
A esta época pertenece el relato de esta familia, que hoy nos presenta la liturgia y que se convierte en el prototipo de lo que hicieron muchas familias y personas creyentes, ante la barrida que se quiso hacer de la fe en Yahvé, que aunque rompieran y dividiesen al pueblo, sin embargo, estos relatos de resistencia sirvieron de modelo y acicate para fidelidad de otros.
El relato es fácil traspasarlo a nuestros tiempos, en donde encuentra su parecido en ambos extremos: en el de la fidelidad, y ahí nos encontramos con todos nuestros mártires, que han presentado resistencia en estos últimos tiempos y siguen haciéndolo; y de la misma manera nos encontramos el modelo de la infidelidad de todos aquellos que han ido traicionando su fe y su pueblo convirtiéndose en instrumentos de desolación, de opresión y de corrupción a todos los niveles.
Es curioso ver cómo la historia se repite y se puede observar como en todas partes, y en todas las culturas existen los parásitos que siempre viven chupando de la situación que se les presenta y en un momento son fieles adictos a un régimen y en el siguiente se convierten en sus peores enemigos. Esta fue también la lacra que tuvo que aguantar el pueblo de Israel.

Salmo responsorial Sal 16, 1. 5‑6. 8 y 15 (R.: l5b)

R. Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor.
Señor, escucha mi apelación,
atiende a mis clamores,
presta oído a mi súplica,
que en mis labios no hay engaño. R
R. Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor.
Mis pies estuvieron firmes en tus caminos,
y no vacilaron mis pasos.
Yo te invoco porque tú me respondes,
Dios mío; inclina el oído
y escucha mis palabras. R.
R. Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor.
Guárdame como a las niñas de tus ojos,
a la sombra de tus alas escóndeme.
Yo con mi apelación vengo a tu presencia,
y al despertar me saciaré de tu semblante. R.
R. Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 2, 16 -3,5
El Señor os dé fuerza para toda clase de palabras y de obras buenas

Hermanos:
Que Jesucristo, nuestro Señor, y Dios, nuestro Padre, que nos ha amado tanto y nos ha regalado un consuelo permanente y una gran esperanza, os consuele internamente y os dé fuerza para toda clase de palabras y de obras buenas.
Por lo demás, hermanos, rezad por nosotros, para que la palabra de Dios siga el avance glorioso que comenzó entre vosotros, y para que nos libre de los hombres perversos y malvados, porque la fe no es de todos.
El Señor, que es fiel, os dará fuerzas y os librará del Maligno.
Por el Señor, estamos seguros de que ya cumplís y seguiréis cumpliendo todo lo que os hemos enseñado.
Que el Señor dirija vuestro corazón, para que améis a Dios y tengáis la constancia de Cristo.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“MANTENER LA COHERENCIA EN COMUNIÓN”

En el capítulo 1º de la carta a los Tesalonicenses S. Pablo planteaba la derrota final del mal y, le pedía a la comunidad que se mantuvieran fieles, con la seguridad de que Dios no falla; ahora da gracias a Dios porque constata que en Tesalónicas hay una comunidad fuerte, que es signo de esa fidelidad y de la grandeza de Dios y se alegra aún más al pensar que él ha sido el instrumento que Dios ha escogido para que se dé este hecho y, por eso les pide que rueguen por él, para que no se canse en la lucha por la extensión del reino y el Señor lo libre de todos los peligros que le acosan.
Por otro lado, sigue insistiéndoles en la fidelidad a todo lo que han recibido, que es lo que los mantendrá unidos. Por esto, él pide para que el mismo espíritu y la misma esperanza que lo sostienen a él, sean lo que sostiene también a la comunidad..
En este ambiente de confianza, comunión y fraternidad, les pide que oren por él para que no se venga abajo frente a los que le acosan y atentan contra su vida.
Pablo es consciente que el camino es duro: se trata de dar testimonio con la palabra y de confirmarlo con las obras, por tanto, hemos de cuidar las formas de decirlo, y afianzarlo con el comportamiento; que este estilo de vida es dificilísimo sostenerlo manteniendo la coherencia y el enemigo está al acecho para asaltar por todas partes.

Aleluya Ap 1, 5a y 6b
Jesucristo es el primogénito de entre los muertos; a él la gloria y el poder por los siglos de los siglos.

EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 20, 27‑38
No es Dios de muertos, sino de vivos

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron:
—«Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con e11a.»
Jesús les contestó:
—«En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección.
Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob". No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos.»
Palabra del Señor.

O bien más breve:

Lectura del santo evangelio según san Lucas 20, 27. 34‑38

En aquel tiempo, dijo Jesús a los saduceos, que niegan la resurrección:
—«En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección.
Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob". No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos.»
Palabra del Señor


REFLEXIÓN

“¿EN QUÉ CONFIAMOS Y DE QUIÉN NOS FIAMOS?”

Se acercan a Jesús un grupo de saduceos, (los dueños del capital, que no creen en la resurrección, pues dicen que Dios bendice durante la vida con la riqueza a aquellos que le son fieles, por tanto, si ellos son ricos es porque Dios está contento con ellos).
Ellos, por ley, y por tanto, por la voluntad de Dios, son los auténticos descendientes de Sadoc y tienen derecho a su puesto de poder y a ser casta privilegiada y pudiente, es así como lo ha dispuesto Dios y, si lo ha hecho, ha de ser por algo, si tienen dinero y poder, es porque Dios se lo da, porque está contento y satisfecho con ellos; los demás son unos desgraciados despreciables, entre ellos Jesús, que va a morir sin ni siquiera tener descendencia.
Para los saduceos, lo único que los eterniza son los hijos, que heredarán sus bienes y su poder, éste es la única transcendencia que tiene la vida.
Frente a esta mentalidad materialista de los saduceos, Jesús apela al Dios que aparece en la zarza del Sinaí: es el Dios de los patriarcas, el Dios de la vida, que es el único y gran don que Él da a quien ama, y Jesús se proclama Hijo de ese Dios, que no desciende de la capacidad engendradora que tiene un hombre y, por tanto, no es por ahí por donde Dios bendice, sino por el don de la vida que da a los hombres y la respuesta filial que debemos tener es de agradecimiento, porque no solo nos da la vida, sino que nos ha regalado la resurrección que lleva consigo la vida eterna.
Vivir en Dios, es vivir en el Amor y, “vivir amando” es ser como ángeles, que viven ya en comunión con Dios y, lógicamente, ya en la tierra son expresión viva del futuro glorioso que les espera.
Este lenguaje les resulta extraño e irrisorio a los saduceos, pues para ellos solo tiene valor aquello que se puede pesar, medir y contar en beneficio propio, lo demás, es de ilusos y de locos.
Esta actitud saducea no está lejos de lo que hoy vivimos, a todos los niveles sociales; pero lo triste es que eso mismo se vive a nivel de creyentes cristianos y se quiere tapar la gran mayoría de las veces con ritos y gestos religiosos, dando por resultado una división absurda entre religiosidad y confesión de la fe en Jesucristo, cuando en lo que menos se cree y menos se confía es en Jesucristo y en su proyecto del Reino.