miércoles, 22 de septiembre de 2010

DOMINGO XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO -C-

PRIMERA LECTURA

Lectura de la profecía de Amós 6, 1a. 4‑7
Los disolutos encabezarán la cuerda de cautivos

Así dice el Señor todopoderoso:
«¡Ay de los que se fían de Sión y confían en el monte de Samaria!
Os acostáis en lechos de marfil; arrellenados en divanes,
coméis carneros del rebaño y terneras del establo;
canturreáis al son del arpa, inventáis, como David, instrumentos musicales;
bebéis vino en copas, os ungís con perfumes exquisitos y no os doléis del desastre de José.
Pues encabezarán la cuerda de cautivos y se acabará la orgia de los disolutos.»
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“EL ESPEJISMO DE LA RIQUEZA”

La liturgia de hoy vuelve con la advertencia del gran peligro que tiene la riqueza al presentarse como la solución al problema de inseguridad que tenemos, haciendo caer al hombre en la trampa de creer que la posesión de riquezas es la solución a la vida, con lo que se convierte en el gran proyecto para el hombre, a costa de la justicia y la solidaridad.
La sociedad del “bienestar” que el domingo pasado denunciaba la Palabra de Dios, vuelve hoy a estar en escena, pues se convierte en un espejismo, ya que está fundamentada en la injusticia y en el atropello de los débiles.
El lujo desvergonzado y sin límites de unos, se convierte en una ofensa y en una provocación al odio y a la guerra para los pobres, a quienes se les roba descaradamente.
Cuando la corrupción llega a los extremos en que se pierde la vergüenza y, descaradamente se roba, es fácil pensar que estalle de un momento a otro la violencia, provocada por los corruptos que terminarán, como dice el profeta: “encabezarán la cuerda de cautivos y se acabará la orgia de los disolutos.»
La pregunta que siempre queda en el aire es siempre la misma: ¿Cuándo tendremos la suerte de que ocurra esto?

Salmo responsorial Sal 145, 7. 8‑9a. 9bc‑10 (R.: 1b)

R. Alaba, alma mía, al Señor.
Él mantiene su fidelidad perpetuamente,
él hace justicia a los oprimidos,
él da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos. R.
R. Alaba, alma mía, al Señor.
El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos,
el Señor guarda a los peregrinos. R.
R. Alaba, alma mía, al Señor.
Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad. R.
R. Alaba, alma mía, al Señor.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo 6, 11‑16
Guarda el mandamiento hasta la manifestación del Señor

Hombre de Dios, practica la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la delicadeza.
Combate el buen combate de la fe.
Conquista la vida eterna a la que fuiste llamado, y de la que hiciste noble profesión ante muchos testigos.
En presencia de Dios, que da la vida al universo, y de Cristo Jesús, que dio testimonio ante Poncio Pilato con tan noble profesión: te insisto en que guardes el mandamiento sin mancha ni reproche, hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo, que en tiempo oportuno mostrará el bienaventurado y único Soberano, Rey de los reyes y Señor de los señores, el único poseedor de la inmortalidad, que habita en una luz inaccesible, a quien ningún hombre ha visto ni puede ver.
A él honor e imperio eterno. Amén.
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN

“NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN”
S. Pablo invita a Timoteo encarecidamente a no entrar en esta dinámica del mundo, a mantenerse, por el contrario, fuerte en el combate de la fe: “te insisto en que guardes el mandamiento sin mancha ni reproche”: a ser honrado, limpio… al estilo de cómo lo hizo Jesús que no se dobló ante nada ni ante nadie.
Es que claudicar ante esto, es dejarnos arrebatar el triunfo de la vida eterna por algo secundario, que no tiene más valor que el de un momento pasajero, pero que al final, nos deja vacíos, nos enfrenta a los hermanos y nos hace odiosos a todos.
Entrar en esta dinámica de las riquezas es renegar de Dios, como horizonte supremo del hombre y darle la supremacía al dinero, considerándolo nuestro salvador supremo.


Aleluya 2 Co 8, 9
Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre, para enriqueceros con su pobreza.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 16, 19‑31
Recibiste bienes y Lázaro males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tu padeces

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos:
—«Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico.
Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas.
Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán.
Se murió también el rico, y lo enterraron. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritó:
"Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas."
Pero Abrahán le contestó:
"Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces.
Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros."
El rico insistió:
"Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento."
Abrahán le dice:
"Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen."
El rico contestó:
"No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán."
Abrahán le dijo:
"Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto."»
Palabra del Señor.


REFLEXIÓN

“UNA CARICATURA DEL BIENESTAR”
La parábola que nos presenta hoy el evangelio, es aquella en la que Jesús escenifica la situación de aquellos que quitaron a Dios del horizonte de sus vidas y pusieron la riqueza; con esta actuación, cambiaron todo el orden de las cosas: las personas no importan para nada, no son, ni sirven para otra cosa, que para sostener mis intereses; el dinero ciega la mente y seca el corazón.
En la parábola escenifica esta situación y resalta un detalle que indica hasta qué punto una persona se degrada: lo único que pesa en ella es el dinero, el lujo, el pasárselo bien, ni siquiera la dignidad de su nombre lo sostiene, vemos que es un personaje que no tiene nombre, no es nadie, solo tiene dinero; en contraposición está el mendigo “Lázaro”; además, ha perdido por completo la sensibilidad: “hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas.” Indicando que los perros tienen un corazón más sensible que el rico: ellos lamín las llagas, con lo que se las curaban, mientras el rico ni siquiera lo toma en cuenta.
La escena es fortísima: el rico ha establecido ya en vida una distancia infranqueable que le imposibilita acercarse y comprender el dolor del pobre. Su corazón se ha secado y le imposibilita comprender y acercarse al dolor. Lógicamente, él mismo ha abierto el abismo y su vida está abocada al fracaso total, pues cuando quiera acordar, ya no habrá posibilidad de rectificar y tendrá que pagar en justicia todo lo que ha hecho y lo que ha dejado de hacer: “Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre…”, pero ya no hay vuelta atrás, ya no se puede borrar lo hecho, ni posibilidad de hacer lo que se dejó. El abismo que vamos creando en vida se hace cada vez más grande, hasta que se convierte en algo infranqueable. Es la escenificación del que opta por dar la espalda a Dios: automáticamente se pone en contra de sus hermanos y se convierte en un obstáculo para la vida.
Alguien puede estar pensando que hay mucha gente muy buena y humanitaria sin que tenga que confesar a Dios. Yo no conozco a nadie que se haya puesto de espaldas a la VERDAD a la JUSTICIA, al AMOR, y a la PAZ y sea buena persona, cariñoso y solidario con los seres humanos y con el planeta tierra.
Es interesante también observar que al rico no se le juzga por explotador, ni por ser un impío, un antirreligioso… se le juzga porque “ha pasado” del pobre, lo ha ignorado y solo ha pensado en si mismo.
Yo no puedo evitar el grave peligro en el que estamos cayendo en nuestra sociedad en donde parece que se nos quiere vacunar en contra del dolor y no se quiere estar cerca de él porque –hoy decimos- nos traumatiza. Recuerdo en este momento la llamada que me hizo algún padre porque “estaba hiriendo la sensibilidad de su hijo” cuando les puse un video en el que se indicaba la pobreza de otros niños. Una sociedad que promociona los “epulones” y nos aferramos a que tenemos derecho a sostenerla
Por otro lado, la intermediación que pide el rico a Abrahán se hace imposible, pues lo que pide lo tiene, pero están tan ciegos y obsesionados, que ni a un muerto que volviera le harían caso, y es que quien opta por un camino contrario al amor, se va incapacitando para encontrarse con el AMOR, incluso, en el momento en que se diera el encuentro, es muy posible que no se le reconozca

martes, 14 de septiembre de 2010

DOMINGO XXV DEL TIEMPO ORDINARIO -C-

PRIMERA LECTURA

Lectura de la profecía de Amós 8, 4‑7
Contra los que «compran por dinero al pobre»

Escuchad esto, los que exprimís al pobre, despojáis a los miserables, diciendo:
«¿Cuándo pasará la luna nueva, para vender el trigo, y el sábado, para ofrecer el grano?»
Disminuís la medida, aumentáis el precio, usáis balanzas con trampa,
compráis por dinero al pobre, al mísero por un par de sandalias, vendiendo hasta el salvado del trigo. Jura el Señor por la gloria de Jacob que no olvidará jamás vuestras acciones.
Palabra de Dios

REFLEXIÓN

“LA SOCIEDAD DEL BIENESTAR”

El cuadro que dibuja el profeta Amos de la sociedad de su tiempo en Samaria en los días de Jeroboan es perfectamente asimilable al momento que vivimos de una sociedad de consumo que ha llegado a una esquizofrenia colectiva en donde el “tener”, el “consumir”, el “usar y el tirar”, se ha convertido en norma de vida que se aplica a todos los niveles.
Amos es un hombre que llega del campo, donde se las ven y se las desean para poder sobrevivir y se encuentra con una sociedad en la que los pobres no tienen cabida, pues no pueden responder a las demandas; una sociedad en las que las reglas de un juego justo han desaparecido: lo único que interesa es ganar dinero vaciando los bolsillos de los pobres y para ello se utilizan todos los atropellos posibles: trucar las balanzas, bajar los salarios, subir los impuestos, aumentar el precio de las cosas, cambiar la calidad… y este ritmo es tan frenético que ya se ha impuesto sobre las celebraciones de la vida y de la fraternidad del pueblo: están deseando que pase el sábado para vender…
Como podemos ver, es un cuadro perfecto de la sociedad de consumo o del “bienestar” de unos pocos que se monta en la ignorancia y en la ceguera de la masa.
Lógicamente, en un sistema así, los que pagan todos los platos rotos y los que no pueden vivir, son siempre los mismos: los que no tienen capacidad física o económica y para poder sobrevivir se tienen que vender como esclavos y vivir toda la vida juntando dinero para los negociantes.
Como he dicho antes, podríamos hacer una versión del cuadro casi al pie de la letra de los tiempos que vivimos.
Al final queda la sentencia del profeta que sigue teniendo para nosotros un eco especial: “El Señor lo ha jurado, por el honor de Jacob,: nunca olvidaré lo que han hecho”. ¿Es que el sistema que hemos montado está abocado a la ruina y a la muerte? ¡Pues yo creo que sí! Y lo que aparece seguro es que no tiene la aprobación de Dios por más que contemporicemos e intentemos buscarle todas sus bondades.

Salmo responsorial Sal 112, 1‑2. 4‑6. 7‑8 (R.: cf. la y 7b)

R. Alabad al Señor, que alza al pobre.
Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre. R.
R. Alabad al Señor, que alza al pobre.
El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor, Dios nuestro,
que se eleva en su trono y se abaja
para mirar al cielo y a la tierra? R.
R. Alabad al Señor, que alza al pobre.
Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo. R.
R. Alabad al Señor, que alza al pobre.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo 2, 1‑8
Que se hagan oraciones por todos los hombres a Dios, que quiere que todos se salven

Querido hermano:
Te ruego, lo primero de todo, que hagáis oraciones, plegarias, súplicas, acciones de gracias por todos los hombres, por los reyes y por todos los que ocupan cargos, para que podamos llevar una vida tranquila y apacible, con toda piedad y decoro.
Eso es bueno y grato ante los ojos de nuestro Salvador, Dios, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.
Pues Dios es uno, y uno solo es el mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, que se entregó en rescate por todos: éste es el testimonio en el tiempo apropiado: para él estoy puesto como anunciador y apóstol —digo la verdad, no miento—, maestro de los gentiles en fe y verdad.
Quiero que sean los hombres los que recen en cualquier lugar, alzando las manos limpias de ira y divisiones.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“LA AMISTAD Y LA FIDELIDAD A DIOS”
En momentos anteriores, la liturgia nos presentaba el pasaje del Éxodo 32,7-11 en el que Moisés aparecía intercediendo ante Dios por su pueblo, al que Dios se había escogido y, Dios, por la amistad que le unía a Moisés, depone el castigo que el pueblo merece y está pidiendo con su conducta, pero ante la petición de Moisés, se impone la misericordia por encima de la justicia.
Ahora es Pablo quien le recuerda a Timoteo que la iglesia debe ocupar el puesto de Moisés y hacer de intercesora frente al desvarío de los reyes, de los gobernantes, de los políticos, que están llevando a la deriva al pueblo y, la iglesia, antes de interceder por ella misma, para poder mantenerse en medio del vendaval, debe rogar por los que llevan las riendas, para que se conviertan y ejerzan el ministerio del servicio que el pueblo les ha encomendado y establezcan la justicia entre los hombres.
Para que esto pueda darse, se supone que la iglesia vive la misma condición de amistad y fidelidad que tenía Moisés en el cumplimiento de la norma del Señor. El problema se presenta justamente cuando es la misma iglesia la que necesita de la oración y de la súplica, para mantenerse en la fidelidad; cuando esto se da, entonces se ha perdido, incluso, el sentido de su existencia.


Aleluya 2 Co 8, 9
Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre, para enriqueceros con su pobreza.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 16, 1‑13
No podéis servir a Dios y al dinero

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«Un hombre rico tenía un administrador, y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes.
Entonces lo llamó y le dijo:
"¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido."
El administrador se puso a echar sus cálculos:
"¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa."
Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero: "¿Cuánto debes a mi amo?"
Éste respondió:
"Cien barriles de aceite."
É1 le dijo:
"Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta."
Luego dijo a otro:
"Y tú, ¿cuánto debes?"
É1 contestó:
"Cien fanegas de trigo."
Le dijo:
"Aquí está tu recibo, escribe ochenta."
Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz.
Y yo os digo: Ganaos amigos con el dinero injusto, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas.
El que es de fiar en lo menudo también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo tampoco en lo importante es honrado.
Si no fuisteis de fiar en el injusto dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará?
Ningún siervo puede servir a dos amos, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.»
Palabra del Señor.

O bien más breve:

Lectura del santo evangelio según san Lucas 16, 10‑13
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
— «El que es de fiar en lo menudo también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo tampoco en lo importante es honrado.
Si no fuisteis de fiar en el injusto dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará?
Ningún siervo puede servir a dos amos, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.»
Palabra del Señor.


REFLEXIÓN

“NO PODÉIS SERVIR A DIOS Y AL DINERO”

S. Lucas afronta, justamente, el problema que suele darse: los hijos de la luz no son lo suficientemente sagaces, para aprovecharse de los medios que se ofrecen en el mundo, para emplearlos en potenciar, cuidar y cultivar el bien, ser testigos de Dios que es Amor, Justicia, Verdad, Paz y Fraternidad; esto es lo que los distingue de los hijos de las tinieblas y todo lo que encuentran en el mundo, entre otras cosas el dinero, ha de ser instrumento que les ayude a esta tarea, esto lo deja claro Jesús y es de una contundencia total: “No podéis servir a Dios y al dinero”.
Pero la experiencia nos da otra cosa muy distinta, incluso nos afanamos en reinterpretar la expresión de Jesús y buscar otras aplicaciones, de forma que podamos justificar otras vivencias: seamos sinceros, ¿Quién no tiene experiencias referentes a este tema y que, precisamente, contradicen a Jesús?: líos de familia por temas de dinero, de herencias, inquietudes y rencores por temas de dinero que nos han hecho perder las amistades, enfrentamientos sociales que han llegado a convertirse en problemas graves, que han roto la unidad entre los pueblos y entre los vecinos por el dinero; sentimientos de una tristeza enorme, por habernos encontrado decepcionados porque el dinero estaba por encima de la amistad, el cariño que creíamos…
Y constatamos con tristeza que no suele ser, como Jesús dice, en la gran mayoría de los casos, sino que más bien se pierde de vista lo fundamental y nos dejamos atrapar por la codicia, la avaricia y la soberbia y esto va matando nuestro corazón que, al dejarse atrapar por el dinero, va perdiendo la sensibilidad, se vuelve calculador, desconfiado y se endurece ante el dolor de los demás.
El corazón que se deja invadir por la avaricia, la única fuerza que le motiva a vivir es la codicia y establece la dinámica del “TENER”, con lo que nunca se sentirá satisfecho, sin importarle la necesidad de los demás. Esta es la peor de las miserias; en el corazón del miserable no hay espacio para lo gratuito, para la solidaridad: todo se hace por interés, por eso no entenderá jamás el amor de Dios, que es la expresión máxima de gratuidad
Es curioso constatar que no se hable de este tema dentro de la iglesia y estemos tan preocupados de otras muchas cosas, cuando ésta es la clave de un montón de problemas: la gente se separa de Dios, no tanto por convencimientos ideológicos, sino porque se adhiere al dinero y lo pone como principio de la existencia, no cree en la fraternidad.
Cuando la persona pone como objetivo máximo y único el ganar y su vida gira en torno a la consecución del dinero, que se coloca como última y única meta, porque tiene que vivir mejor, porque tiene que conseguir lo necesario para pagar todo lo que se ha puesto como necesidades… el dinero termina quitando la libertad y ocupando todos los rincones de la persona: el amor, la amistad, la alegría, el disfrutar de la vida, el formarse, el celebrar la vida… todo queda supeditado a la consecución de dinero que exige la obediencia absoluta, que solo se le debe a Dios.
Y aunque nos duela y seamos reacios, y no queramos reconocerlo, no nos queda más remedio que aceptar que hemos montado una sociedad y hemos aceptado un sistema en el que Dios no cabe, hemos puesto otro dios supremo al que no queda más remedio que rendirle culto y someternos a él en obediencia suprema. En este sistema no hay posibilidad ni espacio para el Dios Padre que nos trajo Jesús y, lógicamente, tampoco es posible sentir a los demás como hermanos, sino como enemigos o contrincantes.
La llamada que nos hace hoy la Palabra de Dios es fuerte y comprometedora: ¿En qué dios creo? ¿A qué dios sirvo? ¿En qué dios tengo puesta mi confianza? ¿Qué hago por recuperar la libertad, la fraternidad, la alegría, la solidaridad, la paz que me regaló Dios Padre, que me ama por encima de cualquier otra cosa?

miércoles, 1 de septiembre de 2010

DOMINGO XXIII DEL TIEMPO ORDINARIO -C-


PRIMERA LECTURA


Lectura del libro de la Sabiduría 9, 13‑18
¿Quien comprende lo que Dios quiere?

¿Qué hombre conoce el designio de Dios? ¿Quién comprende lo que Dios quiere?
Los pensamientos de los mortales son mezquinos, y nuestros razonamientos son falibles;
porque el cuerpo mortal es lastre del alma, y la tienda terrestre abruma la mente que medita.
Apenas conocemos las cosas terrenas y con trabajo encontramos lo que está a mano:
pues, ¿quién rastreará las cosas del cielo?
¿Quien conocerá tu designio,
si tú no le das sabiduría, enviando tu santo espíritu desde el cielo?
Sólo así fueron rectos los caminos de los terrestres, los hombres aprendieron lo que te agrada, y la sabiduría los salvó.
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN

“LA VERDADERA GRANDEZA DEL HOMBRE”

El pasaje que nos presenta la liturgia de hoy es la última parte de la oración que hace Salomón, en la que pide a Dios sabiduría y sensatez para poder gobernar a su pueblo.
A parte de ser una composición verdaderamente artística y literaria y de una estilística maravillosa, tiene una profundidad enorme, pues al fin y al cabo está centrada en todo el meollo del mensaje del libro de la Sabiduría: la verdadera sabiduría está en la conexión y armonía que tengamos con Dios; la vida auténtica del hombre está en mantener una relación limpia, clara, transparente e íntima con Dios, de forma que en ella pueda verse sin obstáculos la presencia de Dios
Esta relación con Dios es la oración y esa forma de vivir, es la verdadera sabiduría que llena de sentido toda la vida.
No obstante, hay algo en esa relación: el hombre constata su debilidad y su incapacidad para mantenerse: “Si a duras penas conocemos las cosas terrenas y con trabajo encontramos lo que está a mano…” expresión que podríamos traducir nosotros: “si no somos capaces de orientar nuestra vida y ser felices, ¿cómo podemos tener el cinismo de querer indicarle a Dios y decirle lo que tiene que hacer?”
Es necesario aceptar que solo de la mano de Dios seremos capaces de llegar a algún sitio medio interesante, porque la misión a la que Dios nos invita, trasciende todas nuestras posibilidades y por muchos y grandes que sean nuestros valores no son suficientes para responderle a Dios: “¿Quien conocerá tu designio, si tú no le das sabiduría?” Sin embargo, frente a la incapacidad del hombre está la grandeza de Dios, que al dejarnos abrazar por Él, su grandeza nos hace grandes.


Salmo responsorial Sal 89, 3-4. 5‑6. 12‑13. 14 y 17 (R.: 1)

R. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.
Tú reduces el hombre a polvo, diciendo:
«Retornad, hijos de Adán.»
Mil años en tu presencia
son un ayer, que pasó;
una vela nocturna. R.
R. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.
Los siembras año por año,
como hierba que se renueva:
que florece y se renueva por la mañana,
y por la tarde la siegan y se seca. R.
R. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.
Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos. R.
R. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.
Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y haga prósperas las obras de nuestras manos. R.
R. Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.


SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a Filemón 9b‑10. 12‑17
Recíbelo, no como esclavo, sino como hermano querido

Querido hermano:
Yo, Pablo, anciano y prisionero por Cristo Jesús, te recomiendo a Onésimo, mi hijo, a quien he engendrado en la prisión; te lo envío como algo de mis entrañas.
Me hubiera gustado retenerlo junto a mí, para que me sirviera en tu lugar, en esta prisión que sufro por el Evangelio; pero no he querido retenerlo sin contar contigo; así me harás este favor, no a la fuerza, sino con libertad.
Quizá se apartó de ti para que lo recobres ahora para siempre; y no como esclavo, sino mucho mejor: como hermano querido.
Si yo lo quiero tanto, cuánto más lo has de querer tú, como hombre y como cristiano.
Si me consideras compañero tuyo, recíbelo a él como a mí mismo.
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN

“EL AMOR HACE MILAGROS”

El pasaje es realmente entrañable y de una profundidad que solo el amor puede dar y es capaz de hacer una transformación de este tipo: Onésimo es esclavo de Filemón y se escapa de su amo robándole, con lo que se exponía a la muerte; se acerca a Pablo, que sabe que es amigo de Filemón y puede ayudarle salvándole la vida.
El amor y el buen criterio de Pablo, expresión de la presencia de la sabiduría de Dios en él, van a hacer que el problema se transforme en un acontecimiento vital y en un éxito: Onésimo recupera su libertad y su dignidad de ciudadano libre, aunque sigue haciendo lo mismo y Filemón va a aprender a mirar las cosas y la gente de forma completamente distinta: “Ahí te envío a Onésimo, es como si enviara mi propio corazón… para que lo recuperes, no ya como esclavo…, sino como un hermano muy querido…”
Desde ese momento, Onésimo se siente como un hombre libre, que actúa, no por sometimiento, sino por amor y Filemón ve a su lado, no a un esclavo a quien puede oprimir, sino a un hombre libre, a un hermano, a una persona como él, con toda su dignidad. El amor ha producido el gran milagro
El mirar las cosas así y cambiar la actitud frente a la vida, fue el gran aporte que Jesús dio a la humanidad y el motor que generó todo un cambio en ella.


Aleluya Sal 118, 135
Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, enséñame tus leyes.


EVANGELIO


Lectura del santo evangelio según san Lucas 14, 25‑33
El que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío

En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo:
—«Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre,
y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso
a sí mismo, no puede ser discípulo mío.
Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío.
Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla?
No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo:
"Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar."
¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil?
Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.
Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío.»
Palabra del Señor.


REFLEXIÓN

“JESÚS ES EL HORIZONTE DEL HOMBRE”

La verdadera sabiduría, signo de la presencia de Dios en el hombre, conduce siempre a la libertad y a la felicidad; dejarnos en manos de Dios para alcanzar lo que por nosotros mismos no podríamos –según la primera lectura- y aprender a mirar y a valorar la vida de otra forma, como hace S. Pablo en la segunda lectura, conducen a la libertad del hombre y en concreto a Onésimo y a Filemón.
Jesús es la máxima expresión de esa liberación: que ni el padre, ni la madre, ni el esposo, ni la esposa, ni los hijos, ni los propios intereses particulares… ni nadie nos la pueden dar ni tampoco podemos permitir que nos la quiten amarrándonos, de tal forma que nos impidan responder a la misión que Dios ha establecido para nosotros y en la que nos vamos a realizar y ser felices.
Decir esto hoy, en un mundo como el que vivimos, en donde por todas partes se nos ofrecen ídolos que presumen tener la clave de la libertad que andamos buscando e intentan captar el centro de interés de nuestras vidas para hacerse nuestros guías; en definitiva vamos buscando cada uno nuestro “dios” para encontrarle sentido a lo que hacemos y por lo que luchamos: dinero, seguridad, títulos, fama, prestigio, poder, tranquilidad… afirmar que Jesús es el objetivo supremo de todo hombre y en donde podemos encontrar la libertad que buscamos y el sentido de lo que hacemos, suena a fanatismo.
Pero independientemente de lo que suene o parezca, la realidad se impone y ahí está. Jesús nos provoca y no acepta otros caminos para el hombre. Esto solo se entiende el momento en que nos atrevemos a seguir incondicionalmente a Jesús.
Sigo pensando que es cuestión de que alguien demuestre lo contrario, pues la realidad nos dice que Él es la manifestación de Dios y el proyecto supremo de toda persona, a esto no se puede renunciar.
Por eso, cuando alguien tiene que hacer un proyecto de vida, tiene que calcular y ver hasta qué punto su proyecto particular, está en consonancia o interfiere lo que Dios le pide o tiene pensado para él pues puede convirtiéndose en obstáculo, y nada puede oponerse al proyecto de Dios, que es en definitiva lo más importante para nosotros, pues no hacerlo nos llevaría a la esclavitud: “quien no renuncia a todo lo que tiene, no puede ser discípulo mío”