martes, 30 de marzo de 2010

-I- DE PASCUA de RESURRECCIÓN -C-

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 10, 34a. 37‑43
Hemos comido y bebido con él después de su resurrección

En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo:
—«Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.
Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver, no a todo el pueblo, sino a los testigos que él había designado: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su resurrección.
Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que los que creen en él reciben, por su nombre, el perdón de los pecados.»
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“DIOS LE HA DADO LA RAZÓN”
Pedro comienza dando testimonio de su experiencia vital: él ha estado al lado de Jesús, lo ha visto cómo ha actuado, lo ha escuchado, ha sentido su cercanía, y ha visto cómo lo han matado injustamente; esto no se lo puede quitar nadie ni se lo pueden dibujar de otra manera, lo ha vivido él; ahora está viendo cómo Dios le ha dado la razón y se la ha quitado a todos los que lo traicionaron y lo mataron,: dios lo ha resucitado y lo ha levantado de la muerte.
Esto que él ha vivido y ha experimentado, no se lo puede arrebatar nadie y lo que dice no son historias que le han contado o que él ha aprendido, sino que lo que dice es lo que ha vivido y está viendo que es todo lo que anunciaron los profetas.
Pedro, junto con sus compañeros, ha visto cómo Jesús ha curado enfermos,, ha devuelto la vista a los ciegos, ha liberado del demonio a los poseídos, ha devuelto la paz y la dignidad a la gente… ha pasado haciendo el bien. Esta actitud en la vida ha sido aprobada por Dios aunque la hayan rechazado los hombres, pero Dios la ha aprobado y ha quedado al descubierto la maldad y la equivocación de los que lo mataron, pues Dios lo ha resucitado y ha firmado con su resurrección la sentencia del mal y el triunfo del bien y de la verdad.
Los apóstoles han recibido el encargo de proclamar esta verdad, de gritar a los cuatro vientos que el odio, el rencor, la mentira, la corrupción, la injusticia, el atropello… no tienen salida, su destino es la muerte y la destrucción.


Salmo responsorial Sal 117, 1‑2. 16ab‑17. 22‑23 (R.: 24)

R. Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Diga la casa de Israel:
eterna es su misericordia. R.
R. Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.
La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es excelsa.
No he de morir,
viviré para contar las hazañas del Señor. R.
R. Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente. R.
R. Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.



SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 3, 1-4
Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo

Hermanos:
Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra.
Porque habéis muerto, y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros apareceréis, juntamente con él, en gloria.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN


“PARTÍCIPES DE LA RESURRECCIÓN”

Pablo ha captado en su totalidad el mensaje: si Cristo ha dado muerte al pecado y su resurrección ha ratificado que no tiene salida ni futuro una vida enmarcada en el pecado, entiende que es una perdida inútil persistir viviendo en la oscuridad para terminar en la muerte.
Lo que Cristo ha hecho tiene dimensiones cósmicas, por tanto, oponerse al regalo que nos ha hecho es ponerse en contra del universo entero, es colocarse al otro lado, en la más absoluta soledad, en donde me siento despreciado hasta por mi mismo y todo eso eternamente.
Dios tomó la naturaleza humana en Cristo, esta naturaleza ha sido restaurada y resucitada, ahora solo nos queda asumir y aceptar esta nueva realidad, el no hacerlo, es condenarnos a nosotros mismos, hundirnos. Aceptarlo, en cambio, comporta vivir una forma de vida nueva: no podemos seguir como si nada hubiera pasado, ha muerto el hombre viejo y nos hemos establecido en una situación nueva, somos seres gloriosos como él, por tanto, se trata de enmarcarnos en un contexto que, aunque vivamos en la tierra, lo que hagamos, lo que vivamos tenga resonancia eterna, porque vivimos en aquel que ya vive para siempre.


0 bien.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 5, 6b‑8
Quitad la levadura vieja para ser una masa nueva

Hermanos:
¿No sabéis que un poco de levadura fermenta toda la masa? Quitad la levadura vieja para ser una masa nueva, ya que sois panes ázimos. Porque ha sido inmolada nuestra víctima pascual: Cristo. Así, pues, celebremos la Pascua, no con levadura vieja (levadura de corrupción y de maldad), sino con los panes ázimos de la sinceridad y la verdad.
Palabra de Dios.


SECUENCIA
(Es obligatorio decirla hoy; los días dentro de la Octava es potestativo)

Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.
Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.
Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.
«¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?»
«A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!
Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua.»
Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.
Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.

Aleluya 1 Co 5, 7b‑8a

Ha sido inmolada nuestra víctima pascual: Cristo.
Así, pues, celebremos la Pascua en el Señor.


EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 1‑9
Él había de resucitar de entre los muertos

El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo:
—«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.»
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró.
Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.
Palabra del Señor.


En las misas vespertinas, puede también leerse el siguiente evangelio:


EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 24, 13‑35
Quédate con nosotros, Señor, porque atardece

Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.
Él les dijo:
—«¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?»
Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó:
—«¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado allí estos días?»
Él les preguntó:
—«¿Qué?»
Ellos le contestaron:
—«Lo de Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves: hace dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron.»
Entonces Jesús les dijo:
—«¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?»
Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura.
Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron, diciendo:
—«Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída.»
Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció.
Ellos comentaron:
—«¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?»
Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:
—«Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón.»
Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Palabra del Señor.


REFLEXIÓN

“RESUCITARÉ Y ME QUEDARÉ CON VOSOTROS”

Jesús les había dicho muchas veces que iba a resucitar, pero nunca entendieron lo que quería decir. Ahora, ante la noticia de las mujeres, todo se pone más confuso: María Magdalena, al amanecer se va al sepulcro y se lo encuentra abierto, Jesús no está allí.
Los apóstoles van y constatan que ha desaparecido; en el sepulcro solo quedan restos de su presencia: unas vendas de linos que han estado envolviendo un cuerpo que ya no existe, se ha esfumado, un paño que le habían puesto en la cabeza enrollado, por allí en un rincón… pero Él no estaba.
¿Qué había ocurrido? Ahí salta inmediatamente la palabra que tantas veces les había dicho y que no habían entendido: “Al tercer día resucitaré” . Todo coincidía. Y empiezan a tener unas experiencias de encuentro espiritual jamás tenidas por nadie y compartidas por todos.
El relato de Juan está muy bien expresado indicando que lo que ha ocurrido es algo completamente nuevo:
“El domingo por la mañana” Cristo es el nuevo día de la nueva creación, en Él se inaugura un nuevo amanecer para la humanidad.
“Muy temprano, antes que salga el sol” Es el tiempo de la nueva vida que ha nacido con el nuevo sol que es Cristo resucitado para inaugurar y establecer el tiempo de la salvación.
Juan presenta a María Magdalena como la imagen de la nueva creatura que ha sido redimida del hundimiento en el que estaba metida, la mujer, que no merecía la más mínima atención, ahora se presenta como la imagen nueva de la fidelidad, que es encargada de dar la noticia al grupo, mientras antes a la mujer se la consideraba mentirosa por naturaleza, ahora es enviada a dar la noticia de la resurrección.
La figura de Pedro es realzada indicando la misión que va a tener de ahora en adelante siendo signo y sacramente de unidad para sus hermanos, a quienes ha de confirmar en la fe y en la unidad de todos los creyentes.
Es la nueva presencia de Dios en la tierra, que se prolonga en su iglesia vivificada por su Espíritu. Lo antiguo ha pasado, la ley ha dado paso al Espíritu que anima, fortalece y da vida.
La iglesia tiene que romper las barreras, quitarse el miedo y dar paso al Espíritu que la abra a una nueva dimensión, no puede estar anquilosada ni permanecer con las puertas cerradas por miedo a nadie.
Es interesante observar que todo está basado en un hecho constatable: Cristo no está en el sepulcro y, la respuesta a esta ausencia inexplicable, solo se encuentra en su palabra: “Resucitaré y me quedaré con vosotros hasta el final de los tiempos” y ante esto no hay más que una postura: o te lo crees y lo aceptas y experimentas su grandeza o te cierras y lo desprecias y te quedas en la oscuridad sin entender nada.

martes, 23 de marzo de 2010

DOMIGO DE RAMOS -C-

PROCESIÓN DE LAS PALMAS


EVANGELIO


Lectura del santo evangelio según san Lucas 19, 28-40
Bendito el que viene en nombre del Señor

En aquel tiempo, Jesús echó a andar delante, subiendo hacia Jerusalén. Al acercarse a Betfagé y Betania, junto al monte llamado de los Olivos, mandó a dos discípulos, diciéndoles:
—«Id a la aldea de enfrente; al entrar, encontraréis un borrico atado, que nadie ha montado todavía. Desatadlo y traedlo. Y si alguien os pregunta: "¿Por qué lo desatáis?", contestadle: "El Señor lo necesita".»
Ellos fueron y lo encontraron como les había dicho. Mientras desataban el borrico, los dueños les preguntaron:
—«¿Por qué desatáis el borrico?»
Ellos contestaron:
— «El Señor lo necesita.»
Se lo llevaron a Jesús, lo aparejaron con sus mantos y le ayudaron a montar.
Según iba avanzando, la gente alfombraba el camino con los mantos.
Y, cuando se acercaba ya la bajada del monte de los Olivos, la masa de los discípulos entusiasmados, se pusieron a alabar a Dios a gritos, por todos los milagros que habían visto, diciendo:
—«¡Bendito el que viene como rey, en nombre del Señor! Paz en el cielo y gloria en lo alto.»
Algunos fariseos de entre la gente le dijeron:
—«Maestro, reprende a tus discípulos.»
Él replicó:
—«Os digo que, si éstos callan, gritarán las piedras.»
Palabra del Señor.

MISA

La misa de este domingo tiene tres lecturas, y es muy recomendable que se lean las tres, a no ser que algún motivo pastoral aconseje lo contrario.
Dada la importancia de la lectura de la historia de la pasión del Señor, el sacerdote, teniendo en cuenta la índole peculiar de cada asamblea en concreto, podrá leer, si es necesario, una sola de las dos lecturas que preceden al evangelio, o bien leer únicamente la historia de la pasión, incluso en su forma más breve.
Estas normas sólo tienen aplicación en las misas celebradas con la participación del pueblo.

PRIMERA LECTURA


Lectura del libro de Isaías 50, 4‑7
No me tapé el rostro ante los ultrajes, sabiendo que no quedaría defraudado

Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento.
Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los iniciados.
El Señor me abrió el oído. Y yo no resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos.
El Señor me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“LA FIDELIDAD DE DIOS”
Algo que escapa a nuestros cálculos: la fidelidad de Dios a los hombres, le hace entrar justamente por allí por donde los hombres no entrarían ni la fuerza: por el sufrimiento y por la muerte.
Pero es desde ahí donde logra conectar con el hombre: desde el abatimiento, donde al hombre ya no le quedan fuerzas y, por lo tanto, donde puede percibir que es Dios quien vive a su lado.
Es también ahí donde los hombres nos identificamos en lo que somos: no es en los momentos de gloria donde decimos y demostramos lo que somos, sino en los duros y difíciles. Es en el dolor y el fracaso donde se ven los verdaderos amigos.


Salmo responsorial Sal 21, 8‑9. 17‑18a. 19‑20. 23‑24 (R.: 2a)

R. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Al verme, se burlan de mí,
hacen visajes, menean la cabeza:
«Acudió al Señor, que lo ponga a salvo;
que lo libre, si tanto lo quiere.» R.
R. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Me acorrala una jauría de mastines,
me cerca una banda de malhechores;
me taladran las manos y los pies,
puedo contar mis huesos. R.
R. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Se reparten mi ropa,
echan a suertes mi túnica.
Pero tú, Señor, no te quedes lejos;
fuerza mía, ven corriendo a ayudarme. R.
R. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Contaré tu fama a mis hermanos,
en medio de la asamblea te alabaré.
Fieles del Señor, alabadlo;
linaje de Jacob, glorificadlo;
temedlo, linaje de Israel. R.
R. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?


SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 2, 6‑11
Se rebajó, por eso Dios lo levantó sobre todo

Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios;
al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre‑sobre‑todo‑nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo,
y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“CRISTO NO NOS DEJÓ EL EJEMPLO DE DIOS, SINO DE HOMBRE”

Al entrar Dios en el mundo del hombre, asume con todas sus consecuencias toda la dinámica en la que está inmerso el hombre: renuncia a su condición divina de la que no hace uso y se viste la condición humana, poniéndose en el último puesto para que nadie se sienta excluido y nadie pueda decir que no estuvo a su altura: “se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos” hasta las últimas consecuencias, con lo cual, ha podido constituirse el salvador de todos, pues no se salva sino aquello que se asume.

Versículo antes del evangelio Flp 2, 8‑9
Cristo, por nosotros, se sometió incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre‑sobre‑todo‑nombre».

EVANGELIO


Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 22, 14‑23, 56
He deseado enormemente comer esta comida pascual con vosotros, antes de padecer
C. Llegada la hora, se sentó Jesús con sus discípulos y les dijo:
+ —«He deseado enormemente comer esta comida pascual con vosotros, antes de padecer, porque os digo que ya no la volveré a comer, hasta que se cumpla en el reino de Dios.»
C. Y, tomando una copa, pronunció la acción de gracias y dijo:
+ —«Tomad esto, repartidlo entre vosotros; porque os digo que no beberé desde ahora del fruto de la vid, hasta que venga el reino de Dios.»

Haced esto en memoria mía

C. Y, tomando pan, pronunció la acción de gracias, lo partió y se lo dio, diciendo:
+ —«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía.»
C. Después de cenar, hizo lo mismo con la copa, diciendo:
+ —«Esta copa es la nueva alianza, sellada con mi sangre, que se derrama por vosotros.»

¡Ay de ése que entrega al Hijo del hombre!

+ —«Pero mirad: la mano del que me entrega está con la mía en la mesa. Porque el Hijo del hambre se va, según lo establecido; pero, ¡ay de ése que lo entrega!»
C. Ellos empezaron a preguntarse unos a otros quien de ellos podía ser el que iba a hacer eso.

Yo estoy en medio de vosotros como el que sirve

C. Los discípulos se pusieron a disputar sobre quién de ellos debía ser tenido como el primero. Jesús les dijo:
+ —«Los reyes de las naciones las dominan, y los que ejercen la autoridad se hacen llamar bienhechores. Vosotros no hagáis así, sino que el primero entre vosotros pórtese como el menor, y el que gobierne, como el que sirve.
Porque, ¿quién es más, el que está en la mesa o el que sirve? ¿Verdad que el que está en la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve.
Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas, y yo os transmito el reino como me lo transmitió mi Padre a mí: comeréis y beberéis a mi mesa en mi reino, y os sentaréis en tronos para regir a las doce tribus de Israel.»

Tú, cuando te recobres, da firmeza a tus hermanos

C. Y añadió:
+ —«Simón, Simón, mira que Satanás os ha reclamado para cribaros como trigo. Pero yo he pedido por ti, para que tu fe no se apague. Y tú, cuando te recobres, da firmeza a tus hermanos.»
C. Él le contestó:
S. —«Señor, contigo estoy dispuesto a ir incluso a la cárcel y a la muerte.»
C. Jesús le replicó:
+ —«Te digo, Pedro, que no cantará hoy el gallo antes que tres veces hayas negado conocerme.»

Tiene que cumplirse en mí lo que está escrito

C. Y dijo a todos:
+ —«Cuando os envié sin bolsa, ni alforja, ni sandalias, ¿os faltó algo?»
C. Contestaron:
S. —«Nada.»
C. Él añadió:
+ —«Pero ahora, el que tenga bolsa que la coja, y lo mismo la alforja; y el que no tiene espada, que venda su manto y compre una. Porque os aseguro que tiene que cumplirse en mí lo que está escrito: "Fue contado con los malhechores." Lo que se refiere a mí toca a su fin.»
C. Ellos dijeron:
S. —«Señor, aquí hay dos espadas.»
C. Él les contestó:
—«Basta.»

En medio de su angustia, oraba con más insistencia

C. Y salió Jesús, como de costumbre, al monte de los Olivos, y lo siguieron los discípulos. Al llegar al sitio, les dijo:
+ —«Orad, para no caer en la tentación.»
C. El se arrancó de ellos, alejándose como a un tiro de piedra y, arrodillado, oraba, diciendo:
+ —«Padre, si quieres, aparta de mí ese cáliz; pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya.»
C. Y se le apareció un ángel del cielo, que lo animaba. En medio de su angustia, oraba con más insistencia. Y le bajaba hasta el suelo un sudor como de gotas de sangre. Y, levantándose de la oración, fue hacia sus discípulos, los encontró dormidos por la pena, y les dijo:
+ —«¿Por qué dormís? Levantaos y orad, para no caer en la tentación.»

Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre?

C. Todavía estaba hablando, cuando aparece gente; y los guiaba el llamado Judas, uno de los Doce. Y se acercó a besar a Jesús.
Jesús le dijo:
+ —«Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre?»
C. Al darse cuenta los que estaban con él de lo que iba a pasar, dijeron:
S. —«Señor, ¿herimos con la espada?»
C. Y uno de ellos hirió al criado del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha.
Jesús intervino, diciendo:
+ —«Dejadlo, basta.»
C. Y, tocándole la oreja, lo curó. Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los oficiales del templo, y a los ancianos que habían venido contra él:
+ —«¿Habéis salido con espadas y palos, como a caza de un bandido? A diario estaba en el templo con vosotros, y no me echasteis mano. Pero ésta es vuestra hora: la del poder de las tinieblas.»
Pedro, saliendo afuera, lloró amargamente
C. Ellos lo prendieron, se lo llevaron y lo hicieron entrar en casa del sumo sacerdote. Pedro lo seguía desde lejos. Ellos encendieron fuego en medio del patio, se sentaron alrededor, y Pedro se sentó entre ellos.
Al verlo una criada sentado junto a la lumbre, se lo quedó mirando y dijo:
S. —«También éste estaba con él.»
C. Pero él lo negó, diciendo:
S. —«No lo conozco, mujer.»
C. Poco después lo vio otro y le dijo:
S. —«Tú también eres uno de ellos.»
C. Pedro replicó:
S. —«Hombre, no lo soy.»
C. Pasada cosa de una hora, otro insistía:
S. —«Sin duda, también éste estaba con él, porque es galileo.»
C. Pedro contestó:
S. —«Hombre, no sé de qué me hablas.»
C. Y, estaba todavía hablando, cuando cantó un gallo. El Señor, volviéndose, le echó una mirada a Pedro, y Pedro se acordó de la palabra que el Señor le había dicho: «Antes de que cante hoy el gallo, me negaras tres veces.» Y, saliendo afuera, lloró amargamente.

Haz de profeta; ¿quién te ha pegado?

C. Y los hombres que sujetaban a Jesús se burlaban de él, dándole golpes. Y, tapándole la cara, le preguntaban:
S. —«Haz de profeta; ¿quién te ha pegado?»
C. Y proferían contra él otros muchos insultos.

Lo hicieron comparecer ante su Sanedrín

C. Cuando se hizo de día, se reunió el senado del pueblo, o sea, sumos sacerdotes y escribas, y, haciéndole comparecer ante su Sanedrín, le dijeron:
S. —«Si tú eres el Mesías, dínoslo.»
C. Él les contestó:
—«Si os lo digo, no lo vais a creer; y si os pregunto, no me vais a responder. Desde ahora, el Hijo del hombre estará sentado a la derecha de Dios todopoderoso.»
C. Dijeron todos:
S. —«Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?»
C. Él les contestó:
+ —«Vosotros lo decís, yo lo soy.»
C. Ellos dijeron:
S. —«¿Que necesidad tenemos ya de testimonios? Nosotros mismos lo hemos oído de su boca.»
C. Se levantó toda la asamblea, y llevaron a Jesús a presencia de Pilato.

No encuentro ninguna culpa en este hombre

C. Y se pusieron a acusarlo, diciendo:
S. —«Hemos comprobado que éste anda amotinando a nuestra nación, y oponiéndose a que se paguen tributos al César, y diciendo que él es el Mesías rey.»
C. Pilato preguntó a Jesús:
S. —«¿Eres tú el rey de los judíos?»
C. Él le contestó:
+ —«Tú lo dices.»
C. Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la gente:
S. —«No encuentro ninguna culpa en este hombre.»
C. Ellos insistían con más fuerza, diciendo:
S. —«Solivianta al pueblo enseñando por toda Judea, desde Galilea hasta aquí.»
C. Pilato, al oírlo, preguntó si era galileo; y, al enterarse que era de la jurisdicción de Herodes, se lo remitió. Herodes estaba precisamente en Jerusalén por aquellos días.

Herodes, con su escolta, lo trato con desprecio

C. Herodes, al ver a Jesús, se puso muy contento; pues hacía bastante tiempo que quería verlo, porque oía hablar de él y esperaba verle hacer algún milagro. Le hizo un interrogatorio bastante largo; pero él no le contestó ni palabra.
Estaban allí los sumos sacerdotes y los escribas acusándolo con ahínco. Herodes, con su escolta, lo trató con desprecio y se burló de él; y, poniéndole una vestidura blanca, se lo remitió a Pilato. Aquel mismo día se hicieron amigos Herodes y Pilato, porque antes se llevaban muy mal.

Pilato entregó a Jesús a su arbitrio

C. Pilato, convocando a los sumos sacerdotes, a las autoridades y al pueblo, les dijo:
S. —«Me habéis traído a este hombre, alegando que alborota al pueblo; y resulta que yo lo he interrogado delante de vosotros, y no he encontrado en este hombre ninguna de las culpas que le imputáis; ni Herodes tampoco, porque nos lo ha remitido: ya veis que nada digno de muerte se le ha probado. Así que le daré un escarmiento y lo soltaré.»
C. Por la fiesta tenía que soltarles a uno. Ellos vociferaron en masa, diciendo:
S. —«¡Fuera ése! Suéltanos a Barrabás.»
C. A éste lo habían metido en la cárcel por una revuelta acaecida en la ciudad y un homicidio.
Pilato volvió a dirigirles la palabra con intención de soltar a Jesús. Pero ellos seguían gritando:
S. —«¡Crucifícalo, crucifícalo!»
C. Él les dijo por tercera vez:
S. —«Pues, ¿qué mal ha hecho éste? No he encontrado en él ningún delito que merezca la muerte. Así es que le daré un escarmiento y lo soltaré.»
C. Ellos se le echaban encima, pidiendo a gritos que lo crucificara; e iba creciendo el griterío.
Pilato decidió que se cumpliera su petición: soltó al que le pedían (al que había metido en la cárcel por revuelta y homicidio), y a Jesús se lo entregó a su arbitrio.

Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí

C. Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la cruz, para que la llevase detrás de Jesús.
Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se daban golpes y lanzaban lamentos por él.
Jesús se volvió hacia ellas y les dijo:
+ —«Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos, porque mirad que llegará el día en que dirán: "Dichosas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado." Entonces empezarán a decirles a los montes: "Desplomaos sobre nosotros", y a las colinas: "Sepultadnos"; porque, si así tratan al leño verde, ¿qué pasará con el seco?»
C. Conducían también a otros dos malhechores para ajusticiarlos con él.

Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen

C. Y, cuando llegaron al lugar llamado «La Calavera», lo crucificaron allí, a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda.
Jesús decía:
+ —«Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.»
C. Y se repartieron sus ropas, echándolas a suerte.

Éste es el rey de los judíos

C. El pueblo estaba mirando.
Las autoridades le hacían muecas, diciendo:
S. —«A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido.»
C. Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo:
S. —«Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.»
C. Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: «Éste es el rey de los judíos.»

Hoy estarás conmigo en el paraíso

C. Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo:
S. —«¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros.»
C. Pero el otro le increpaba:

S. —«¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada.»
C. Y decía:
S. —«Jesús, acuérdate de mi cuando llegues a tu reino.»
C. Jesús le respondió:
+ —«Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso.»

Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu

C. Era ya eso de mediodía, y vinieron las tinieblas sobre toda la región, hasta la media tarde; porque se oscureció el sol. El velo del templo se rasgó por medio. Y Jesús, clamando con voz potente, dijo:
+ —«Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.»
C. Y, dicho esto, expiró.

Todos se arrodillan, y se hace una pausa

C. El centurión, al ver lo que pasaba, daba gloria a Dios, diciendo:
S. —«Realmente, este hombre era justo.»
C. Toda la muchedumbre que había acudido a este espectáculo, habiendo visto lo que ocurría, se volvía dándose golpes de pecho.
Todos sus conocidos se mantenían a distancia, y lo mismo las mujeres que lo habían seguido desde Galilea y que estaban mirando.

José colocó el cuerpo de Jesús en un sepulcro excavado

C. Un hombre llamado José, que era senador, hombre bueno y honrado (que no había votado a favor de la decisión y del crimen de ellos), que era natural de Arimatea, pueblo de Judea, y que aguardaba el reino de Dios, acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y, bajándolo, lo envolvió en una sábana y lo colocó en un sepulcro excavado en la roca, donde no habían puesto a nadie todavía.
Era el día de la Preparación y rayaba el sábado. Las mujeres que lo habían acompañado desde Galilea fueron detrás a examinar el sepulcro y cómo colocaban su cuerpo. A la vuelta, prepararon aromas y ungüentos. Y el sábado guardaron reposo, conforme al mandamiento.
Palabra del Señor.



O bien más breve:

Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 23, 1‑49

C. En aquel tiempo, se levantó toda la asamblea, o sea, sumos sacerdotes y escribas, y llevaron a Jesús a presencia de Pilato.

No encuentro ninguna culpa en este hombre

C. Y se pusieron a acusarlo, diciendo:
S. —«Hemos comprobado que éste anda amotinando a nuestra nación, y oponiéndose a que se paguen tributos al César, y diciendo que él es el Mesías rey.»
C. Pilato preguntó a Jesús:
S. —«¿Eres tú el rey de los judíos?»
C. Él le contestó:
+ —«Tú lo dices.»
C. Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la gente:
S. —«No encuentro ninguna culpa en este hombre.»
C. Ellos insistían con más fuerza, diciendo:
S. —«Solivianta al pueblo enseñando por toda Judea, desde Galilea hasta aquí.»
C. Pilato, al oírlo, preguntó si era galileo; y, al enterarse que era de la jurisdicción de Herodes, se lo remitió. Herodes estaba precisamente en Jerusalén por aquellos días.

Herodes, con su escolta, lo trató con desprecio

C. Herodes, al ver a Jesús, se puso muy contento; pues hacía bastante tiempo que quería verlo, porque oía hablar de él y esperaba verle hacer algún milagro.
Le hizo un interrogatorio bastante largo; pero él no le contestó ni palabra.
Estaban allí los sumos sacerdotes y los escribas acusándolo con ahínco.
Herodes, con su escolta, lo trató con desprecio y se burló de él; y, poniéndole una vestidura blanca, se lo remitió a Pilato. Aquel mismo día se hicieron amigos Herodes y Pilato, porque antes se llevaban muy mal.

Pilato entregó a Jesús a su arbitrio

C. Pilato, convocando a los sumos sacerdotes, a las autoridades y al pueblo, les dijo:
S. —«Me habéis traído a este hombre, alegando que alborota al pueblo; y resulta que yo lo he interrogado delante de vosotros, y no he encontrado en este hombre ninguna de las culpas que le imputáis; ni Herodes tampoco, porque nos lo ha remitido: ya veis que nada digno de muerte se le ha probado. Así que le daré un escarmiento y lo soltaré.»
C. Por la fiesta tenía que soltarles a uno. Ellos vociferaron en masa, diciendo:
S. —«¡Fuera ése! Suéltanos a Barrabás.»
C. A éste lo habían metido en la cárcel por una revuelta acaecida en la ciudad y un homicidio.
Pilato volvió a dirigirles la palabra con intención de soltar a Jesús. Pero ellos seguían gritando:
S. —«¡Crucifícalo, crucifícalo!»
C. El les dijo por tercera vez:
S. —«Pues, ¿qué mal ha hecho éste? No he encontrado en él ningún delito que merezca la muerte. Así es que le daré un escarmiento y lo soltaré.»
C. Ellos se le echaban encima, pidiendo a gritos que lo crucificara; e iba creciendo el griterío.
Pilato decidió que se cumpliera su petición: soltó al que le pedían (al que había metido en la cárcel por revuelta y homicidio), y a Jesús se lo entregó a su arbitrio.

Hijas de Jerusalén, no lloréis por mi

C. Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la cruz, para que la llevase detrás de Jesús.
Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se daban golpes y lanzaban lamentos por él.
Jesús se volvió hacia ellas y les dijo:
+ —«Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos, porque mirad que llegará el día en que dirán: "Dichosas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado." Entonces empezaran a decirles a los montes: "Desplomaos sobre nosotros", y a las colinas: "Sepultadnos"; porque, si así tratan al leño verde, ¿qué pasará con el seco?»
C. Conducían también a otros dos malhechores para ajusticiarlos con él.

Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen

C. Y, cuando llegaron al lugar llamado «La Calavera», lo crucificaron allí, a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda.
Jesús decía:
+ —«Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.»
C. Y se repartieron sus ropas, echándolas a suerte.

Este es el rey de los judíos

C. El pueblo estaba mirando.
Las autoridades le hacían muecas, diciendo:
S. —«A otros ha salvado; que se salve a si mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido.»
C. Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo:
S. —«Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.»
C. Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: «Éste es el rey de los judíos.»

Hoy estarás conmigo en el paraíso

C. Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo:
S. —«¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros.»
C. Pero el otro le increpaba:
S. —«¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada.»
C. Y decía:
S. —«Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino.»
C. Jesús le respondió:
+ —«Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso.»

Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu

C. Era ya eso de mediodía, y vinieron las tinieblas sobre toda la región, hasta la media tarde; porque se oscureció el sol. El velo del templo se rasgó por medio. Y Jesús, clamando con voz potente, dijo:
+ —«Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.»
C. Y, dicho esto, expiró.

Todos se arrodillan, y se hace una pausa.
C. El centurión, al ver lo que pasaba, daba gloria a Dios, diciendo:
S. —«Realmente, este hombre era justo.»
C. Toda la muchedumbre que había acudido a este espectáculo, habiendo visto lo que ocurría, se volvía dándose golpes de pecho.
Todos sus conocidos se mantenían a distancia, y lo mismo las mujeres que lo habían seguido desde Galilea y que estaban mirando.
Palabra del Señor.


REFLEXIÓN

“FIDELIDAD HASTA LAS ÚLTIMAS CONSECUENCIAS”

Cuando al principio de la cuaresma, en el primer domingo, el momento en que Jesús fue tentado, termina el pasaje (Lc. 4,13) diciendo: Cuando el diablo terminó de poner a prueba a Jesús, se alejó de Él hasta el momento oportuno”.
Toda la vida de Jesús no fue otra cosa que una guerra abierta contra el enemigo, el poder de las tinieblas, de la mentira. Jesús se mantendrá como el testigo fiel e inquebrantable, ante el mal y sus secuaces que lo intentarán arrodillar ante ellos, someterlo… y lo romperán, lo destrozarán, pero no lograrán que el odio tocase su corazón y, hasta el final, triunfará el perdón y la misericordia por encima del odio y la venganza.
Esta lucha que Jesús ha venido sosteniendo, se desplazará a sus apóstoles y a todos sus seguidores, pero deja bien claro que quien persevere en ella, encontrará el perdón por encima de todos sus fallos, así , lo encontrará Pedro y todos los discípulos y en el último momento , el mismo ladrón que hay crucificado a su lado.
“Hasta el momento oportuno” y este es el momento, cuando todo parece haber acabado en el fracaso total, cuando todos lo han abandonado… ahí aparece de nuevo satanás atizando el sentido del fracaso y la soledad, pero ni ahí le hace claudicar, Jesús se ha mantenido integro hasta el final y cuando todo está concluido no se deja en manos del “fracaso”, sino de Dios: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”.
Jesús se deja en las manos del Padre, cuando ya se han agotado todos los recursos humanos, cuando ya no quedan más fuerzas humanas y es ahí donde se despliega toda la potencia de Dios.
El momento es tremendo y cuando lo contemplamos, se remueve la rebeldía por dentro y entran ganas de gritar a Dios ¿Por qué todo eso? ¿Por qué no les demuestras que eres un Dios Poderoso y grande? Pero después que se bajó el gas te das cuenta que es ahí donde Cristo se convierte en la fuerza y el sentido de todos los que están “crucificados” en el dolor, en la angustia, en la persecución, en los problemas de la vida… Un Dios que se asemeja a los poderosos que andan crucificando y que es más poderoso que ellos, no entiende de nuestros sufrimientos, no nos sirve de consuelo; ahí clavado en la cruz lo sentimos a nuestro lado, viviendo con nosotros, incluso tenemos la seguridad de saber que está con el que sufre y no con el que atormenta.
Señor, quédate en la cruz, a nuestro lado, pero no dejes de ejercer tu poder para hacerles que se den cuenta que machacando al pobre no llegan a ningún sitio.

miércoles, 17 de marzo de 2010

DOMINGO -V- DE CUARESMA -C-



PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de Isaías 43, 16‑21
Mirad que realizo algo nuevo y apagaré la sed de mi pueblo

Así dice el Señor, que abrió camino en el mar y senda en las aguas impetuosas; que sacó a batalla carros y caballos, tropa con sus valientes; caían para no levantarse, se apagaron como mecha que se extingue.
«No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo; mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis?
Abriré un camino por el desierto, ríos en el yermo.
Me glorificarán las bestias del campo, chacales y avestruces, porque ofreceré agua en el desierto, ríos en el yermo, para apagar la sed de mi pueblo, de mi escogido, el pueblo que yo formé, para que proclamara mi alabanza.»
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“BROTES VERDES”

El pueblo se encuentra desterrado en Babilonia y en una situación de total desesperanza, donde no se ven atisbos de salida alguna para el pueblo que ha perdido por completo su dignidad y ya está sordo a cualquier llamada a la esperanza, ya no es capaz de ver y analizar la realidad que está viviendo; en esta situación aparece el profeta Isaías recordándoles el momento del éxodo en el que vivían una situación parecida y cómo Dios les salió al encuentro y les “abrió un camino en el mar, una senda en las aguas impetuosos”, es decir: hizo cosas imposibles para ellos.
Pues Dios sigue siendo el mismo, su voluntad de salvación no ha cambiado, Él está dispuesto a superar, incluso, lo que hizo en aquella ocasión, por eso invita al pueblo a mirar hacia delante, a superar el pesimismo y la apatía en la que están cayendo. Dios está dispuesto a trazar un camino en el desierto, senderos en la estepa, en donde hará brotar ríos de agua y de vida..
Hoy también, los “profetas de la esperanza” nos invitan a que abramos los ojos y veamos “brotes verdes”, pero donde ellos indican, no encontramos más que destrucción, ahí no se ve más que el campo arrasado y quemado.
¿O no será que somos daltónicos? ¿O tal vez estúpidos que estamos obsesionados, pues seguimos empecinados en decir que sin Dios no vamos a ningún sitio? El problema es que no sabemos quién es el que tiene el daltonismo.
De todas formas es cierto que hay un motivo para la esperanza, pero no por donde ellos dicen, sino porque en el camino se van despejando los obstáculos y la verdad resplandece cada vez con más fuerza; eso es ya un verdadero signo de esperanza, pues aparece una luz que nos va indicando cuál es el camino, a dónde está la mentira y el engaño.



Salmo responsorial Sal 125, 1‑2ab. 2cd‑3. 4‑5. 6 (R.: 3)

R. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares. R.
R. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres. R.
R. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares. R.
R. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.
Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas. R.
R. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.


SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 3, 8‑14
Por Cristo lo perdí todo, muriendo su misma muerte

Hermanos:
Todo lo estimo pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor.
Por él lo perdí todo, y todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo y existir en él, no con una justicia mía, la de la Ley, sino con la que viene de la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios y se apoya en la fe.
Para conocerlo a él, y la fuerza de su resurrección, y la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte, para llegar un día a la resurrección de entre los muertos.
No es que ya haya conseguido el premio, o que ya esté en la meta: yo sigo corriendo a ver si lo obtengo, pues Cristo Jesús lo obtuvo para mí.
Hermanos, yo no pienso haber conseguido el premio. Sólo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia la meta, para ganar el premio, al que Dios desde arriba llama en Cristo Jesús.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“LA SEGURIDAD DE DIOS”

S. Pablo ha dejado la situación de seguridad de la ley y la estabilidad que le daba en su vida, pero reconoce que el haberse encontrado con Cristo, es lo que le ha hecho encontrarse consigo mismo y disfrutar de la verdad y la libertad, que es lo que va a hacer que él recupere el sentido de su vida.
Pablo entiende que vivir, es como correr en un estadio y se da cuenta que hasta ahora ha estado perdiendo el tiempo, entretenido en tonterías que no valían la pena y le han hecho perder un tiempo precioso, aunque para el sistema judío, fuera un tiempo de gloria; el orgullo que sentía antes, ahora se le ha vuelto vergüenza y lo siente como un ridículo y una pérdida de sentido y de tiempo, pues eso no llevaba a ningún sitio.
Confiesa que Cristo lo ha alcanzado en el camino, lo ha derribado y le ha hecho despertar del sueño en el que estaba instalado; le ha hecho salir de la oscuridad en la que se encontraba, ahora goza con lo que hace y con lo que vive.
Tampoco hoy ha cambiado Cristo y sigue saliendo al encuentro del hombre, de miles de formas; intenta “alcanzarnos” y hasta nos derriba, pero en lugar de reconocerlo, más bien lo maldecimos y pasamos a su lado presumiendo de nuestros esquemas, de nuestros tiempos, de nuestros avances y hasta echándole el pulso y queriendo demostrarle que podemos vivir sin él…
Mientras tanto nos sentimos grandes compitiendo con el vecino comparando el automóvil que nos hemos comprado, o la casa que nos hemos hecho, o los olivos que tenemos, o el sueldo que ganamos, o la posición social en la que estamos… y en eso ponemos nuestra grandeza, algo parecido a lo que hizo Pablo, solo que él se dio cuenta de la inconsistencia que esto tenía y dio un giro total a su vida. Al final, vemos que estamos solos y en esa carrera de la vida, hemos llegado solos, pues en el camino hemos ido atropellando a todo el que hemos encontrado y hemos dejado a gente herida en la cuneta, sin darnos cuenta que a la vuelta de la esquina, seremos nosotros los que caen en ella y recibiremos justamente lo que hemos ido sembrando.


Versículo antes del evangelio Jl 2, 12‑13

Ahora -oráculo del Señor- convertíos a mí de todo corazón, porque soy compasivo y misericordioso.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Juan 8, 1‑11
El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra

En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer
se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.
Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron:
-“Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio.
La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?”
Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo.
Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.
Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo:
. “El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.”
E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos.
Y quedó solo Jesús, con la mujer, en medio, que seguía allí delante.
Jesús se incorporó y le preguntó: -“Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?”
Ella contestó:
-“Ninguno, Señor.”
Jesús dijo:
-“Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más.”
Palabra del Señor.


REFLEXIÓN

LOS PLANOS DE LA VIDA”

Es interesante detenernos en algunos detalles del pasaje del evangelio de hoy: Jesús ha pasado toda la noche orando en el huerto de Getsemaní; por la mañana temprano se pasa por el templo y allí se encuentra con la gente, a quien empieza a hablar enseñándoles.
Al mismo tiempo que ocurre esto, se ha estado desarrollando una escena en otro lugar: los maestros de la ley y los fariseos no han pasado la noche en oración, sino espiando a una mujer (es muy probable que alguna vez ya habían estado con ella –eso lo digo yo-) por eso saben que la pueden coger con las manos en la masa y puede ser un motivo fenomenal para poner en aprietos a Jesús, pues si la condena, ¿dónde está la bondad que viene predicando y con la que está embaucando al pueblo?, y si no la condena, abiertamente lo pueden acusar de ser un farsante que está poniendo en duda la ley de Moisés.
Efectivamente, sorprenden a la mujer y la utilizan para atacar a Jesús en la enseñanza que está impartiendo en el templo, sobre la bondad de Dios Padre y que él que propone frente a la ley dura que ellos sostienen.
La escena es impresionante: le empujan a la mujer hasta donde él está y le hacen el corro, dejando a Jesús en medio con ella y todos alrededor, acusándolos a los dos.
Jesús se podría haber salido del corro y empezar a discutir con ellos dejando a la mujer sola, pero se mantuvo a su lado, se puso de su parte frente a la ley y a la sociedad que la condenaba.
Ellos ya tienen su juicio hecho de ambos y hasta la sentencia, pero Jesús les revuelve el argumento: “El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.”. Y dice el evangelio que agacharon sus cabezas, se dieron la media vuelta “y se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos”.
Hubiera sido lindo que hubieran reconocido que todos estaban sucios, que todos eran pecadores y en ese momento se hubiera establecido la fraternidad, hubiera sido un momento de reconciliación maravilloso, porque todos necesitaban perdonarse, pero el orgullo se lo impidió. Prefirieron agachar la cabeza y quitarse de en medio, antes que reconocerse pecadores, manteniendo de esa manera la situación de encaramados en su pedestal.
Hoy seguimos montados en nuestros pedestales y desde ellos lanzamos juicios a todo el mundo, pero mientras no nos bajemos y nos miremos desde la misma arena, será imposible hacer la fraternidad, es la gran lección que debe aprender la iglesia para que nunca sea juez y pueda repetir las palabras de Jesús: “Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más.”



jueves, 11 de marzo de 2010

DOMINGO -IV- DE CUARESMA -C-

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de Josué 5, 9a. 10‑12
El pueblo de Dios celebra la Pascua, después de entrar en la tierra prometida

En aquellos días, el Señor dijo a Josué:
—«Hoy os he despojado del oprobio de Egipto.»
Los israelitas acamparon en Guilgal y celebraron la Pascua al atardecer del día catorce del mes, en la estepa de Jericó.
El día siguiente a la Pascua, ese mismo día, comieron del fruto de la tierra: panes ázimos y espigas fritas.
Cuando comenzaron a comer del fruto de la tierra, cesó el maná. Los israelitas ya no tuvieron maná, sino que aquel año comieron de la cosecha de la tierra de Canaán.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“DE VUELTA A EGIPTO”

El pueblo de Israel ha pasado una época amarga de esclavitud, la víspera del día de su liberación, al atardecer, celebran la pascua de su liberación; es el momento cumbre al que el pueblo hará siempre referencia.
Entran en el desierto donde pasan 40 años (una cuaresma) aprendiendo a vivir juntos, a organizarse como pueblo libre, a ser solidarios los unos con los otros. En este tiempo, tan duro y difícil como la esclavitud, tienen que ser alimentados por Dios hasta que ellos puedan hacerlo por si mismos.
El texto narra el momento en que entran en la tierra prometida; han llegado a su madurez como pueblo, ya no necesitan ser alimentados, ahora podrán ellos producir y comer por su cuenta, incluso ayudar si alguien no tiene fuerzas. Entonces celebran un rito de la circuncisión, como rito de su pertenencia a Dios, de purificación y de liberación total: “Os he quitado de encima el oprobio de Egipto” Es el pueblo que, liberado completamente, siente la alegría de haber llegado de vuelta a casa.
Es curioso constatar hoy la sensación contraria a la que indica el texto y que todos estamos sufriendo: no es la alegría del encuentro y de la vuelta a casa, de poder abastecernos por nosotros mismos, de comer lo que nos hemos ganado… sino todo lo contrario: nos sentimos seres extraños, como nacidos en otro planeta, cada vez más distantes los unos de los otros y sin poder hacer lo más mínimo, si es que no hay una ley que te lo autorice. Cada vez da la sensación, con más fuerza de que el camino lo hemos hecho hacia atrás.




Salmo responsorial Sal 33, 2‑3. 4‑5. 6‑7 (R.: 9a)

R. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R.
R. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R.
R. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor,
él lo escucha y lo salva de sus angustias. R.
R. Gustad y ved qué bueno es el Señor.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 5, 17‑21
Dios, por medio de Cristo, nos reconcilió consigo

Hermanos:
El que es de Cristo es una criatura nueva. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado.
Todo esto viene de Dios, que por medio de Cristo nos reconcilió consigo y nos encargó el ministerio de la reconciliación.
Es decir, Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirle cuentas de sus pecados, y a nosotros nos ha confiado la palabra de la reconciliación.
Por eso, nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo os exhortara por nuestro medio.
En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios.
Al que no había pecado Dios lo hizo expiación por nuestro pecado, para que nosotros, unidos a el, recibamos la justificación de Dios.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“INCONGRUENCIAS”

S. Pablo parte del principio base: la humanidad ha sido asumida por Cristo y ha muerto y resucitado con Él; por tanto, el hombre viejo ya no existe, lo que existe es la humanidad nueva; por tanto, no tiene sentido estar viviendo como si Cristo no hubiera venido.
La transformación que se ha dado ha sido un regalo, porque Dios ha querido, aquel paso por el desierto de los israelitas, el Señor nos lo ha ahorrado: ha sido Cristo quien lo ha hecho todo por nosotros; por Él y en Él nos hemos convertido en hijos, herederos y colaboradores en la misión salvadora de Dios para con el universo.
Cada uno de nosotros somos testigos, proclamadotes de esta realidad que se ha dado y que nos ha transformado, solo se trata de aceptar lo que se nos regala, de dejarnos reconciliar…
Sin embargo, parece increíble ver cómo el ser humano repite constantemente su ceguera: prefiere la esclavitud de Egipto a la libertad, prefiere ser enemigo antes que hermano, la guerra a la paz, el odio al amor.



Versículo antes del evangelio Lc 15, 18
Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré:
«Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.»

EVANGELIO


Lectura del santo evangelio según san Lucas 15, 1‑3. 11‑32
«Este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido»

En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos:
-“Ése acoge a los pecadores y come con ellos.”
Jesús les dijo esta parábola:
-“Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre:
"Padre, dame la parte que me toca de la fortuna."
El padre les repartió los bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente.
Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.
Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer.
Recapacitando entonces, se dijo:
"Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros."
Se puso en camino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo.
Su hijo le dijo:
"Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo."
Pero el padre dijo a sus criados:
"Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado."
Y empezaron el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo.
Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba.
Éste le contestó:
"Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud."
Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo.
Y él replicó a su padre:
"Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado."
El padre le dijo:
"Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado."»
Palabra del Señor.

REFLEXIÓN


“EL PADRE BUENO”

Siempre hemos llamado a este pasaje, que sin duda es de lo más hermoso de todo el evangelio, la parábola del “Hijo Pródigo”, pero en verdad, lo que Jesús hace es mostrarnos el rostro de Dios frente a la pobreza de mente y de actitudes de los seres humanos que nos vemos perfectamente reflejados en ambos hermanos de la parábola.
De alguna manera todos nos sentimos identificados con este “botarate” que aparece en el hijo menor del cuento: la imagen de Europa es bien elocuente: los europeos, los españoles seguimos creyendo que Dios existe, que el Padre sigue en su casa, pero nos creemos que hemos llegado a valernos por nosotros mismos y nos permitimos el lujo de prescindir de Él, no necesitamos a dios para nada, es un estorbo, hasta que nos damos cuenta que sin Él no somos nada ni vamos a ningún sitio. Y es mucha la gente que cuando se detiene a pensar en el sentido de su vida, se da cuenta que la está perdiendo en tonterías, que no se siente satisfecho, que está vacío y que ha perdido el tren de la felicidad y decide volver a “donde el Padre” y se da cuenta que allí encuentra a su familia; solo necesita reconocer su equivocación y tiene la seguridad de que el Padre le espera y le restituye todo lo que había perdido en su decisión equivocada, desde la dignidad hasta las sandalias.
Es una tontería perder la vida en discusiones sobre la iglesia, los curas, la Biblia, las sectas, las riquezas… todo eso son excusas: tan solo cuenta una palabra, una decisión: “Padre, perdóname” y tienes como un eco flotando en el ambiente que jamás se calla que te dice: Bienvenido, hijo, estás perdonado.
Lo más complicado es la otra cara del cuento: es el hijo mayor que jamás ha roto un plato, que ha cumplido todo lo que estaba establecido, pero que nunca ha amado, ahora explota exigiendo sus derechos y se indigna ante la vuelta del hermano: «se indignó y se negaba a entrar». Ahora, con la vuelta del hermano se siente extraño en la casa, es decir. Nunca se había marchado de la casa pero en realidad, nunca se había sentido parte de ella, él no se siente unido a su hermano, no es capaz de perdonarlo, lo juzga, lo ubica según la ley, lo desprecia, lo excluye…
Al pensar en este tipo, no podemos evitar el vernos reflejados en esta sociedad en la que vivimos Nos hemos acostumbrado a catalogarnos en creyentes e incrementes, en practicantes de ritos y en no practicantes, en alejados y en cercanos, en casados por la iglesia en “arrejuntados” en los que viven irregularmente… y nos seguimos clasificando y aplicándonos cánones para cada situación, pero Dios va por su camino y solo Él se entiende con cada uno. Yo tengo la sensación que al ver cómo no queremos escucharlo y aceptar abrir nuestro corazón, ha decidido dejarnos que cada uno vea qué hace, para Él es más interesante el cariño y el movimiento que ha tenido el extraviado en su corazón que ha decidido volver y busca de nuevo el amor de su Padre.
Quizás estamos necesitando todos de una gran dosis de humildad y darnos cuenta que Dios no es propiedad de nadie, que es Padre de todos y que lo único que está esperando con los brazos abiertos que nos demos cuenta que sin Él no podemos ser felices, por eso tenemos que revisar qué es lo que estamos haciendo: ¿Tal vez catalogando a la gente entre buenos y malos o construimos cada día comunidades de amor en donde cada uno pueda encontrar al Padre que lo entiende y unos hermanos que lo acojan y le ofrecen la oportunidad de cambiar su vida y encontrar de nuevo el camino de la felicidad? ¿No será que con nuestras actitudes legalistas levantamos barreras para que el que se equivocó no pueda rectificar y se quede hundido en la cuneta de la vida?

martes, 2 de marzo de 2010

DOMINGO -III- DE CUARESMA -C-

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del Éxodo 3, 1‑8a 13‑15
«Yo soy» me envía a vosotros

En aquellos días, Moisés pastoreaba el rebaño de su suegro Jetró, sacerdote de Madián; llevó el rebaño trashumando por el desierto hasta llegar a Horeb, el monte de Dios.
El ángel del Señor se le apareció en una llamarada entre las zarzas. Moisés se fijó: la zarza ardía sin consumirse.
Moisés se dijo:
-“Voy a acercarme a mirar este espectáculo admirable, a ver cómo es que no se quema la zarza.” Viendo el Señor que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó desde la zarza: -“Moisés, Moisés.”
Respondió él:
-“Aquí estoy.”
Dijo Dios:
-“No te acerques; quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que pisas es terreno sagrado.”
Y añadió:
-“Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob.”
Moisés se tapó la cara, temeroso de ver a Dios.
El Señor le dijo:
-“«He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores, me he fijado en sus sufrimientos. Voy a bajar a librarlos de los egipcios, a sacarlos de esta tierra, para llevarlos a una tierra fértil y espaciosa, tierra que mana leche y miel.”
Moisés replicó a Dios:
-“Mira, yo iré a los israelitas y les diré:
"El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros."
Si ellos me preguntan cómo se llama, ¿qué les respondo?”
Dios dijo a Moisés:
-“´Soy el que soy´; esto dirás a los israelitas: "'Yo‑soy' me envía a vosotros".”
Dios añadió:
-“Esto dirás a los israelitas: "Yahvé (El‑es), Dios de vuestros padres, Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob, me envía a vosotros. Éste es mi nombre para siempre: así me llamaréis de generación en generación".”
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN

“DIOS PIDE NUESTRA COLABORACIÓN”

El texto nos presenta la llamada de Dios a Moisés, un momento de los más importantes de la Biblia, parecido a la llamada de Abraham.
Moisés había huido de Egipto y se instaló en Madián, casándose con la hija del sacerdote Jetró y organizó su vida en casa de su suegro. Cuando se encontraba tranquilo, olvidado de todo lo que había vivido en Egipto, Dios le sale al encuentro y le llama desde la zarza dos veces por su nombre, a lo que contestó: “Aquí estoy”, es decir: tenía una total disponibilidad para escuchar.
Dios se da a conocer y le indica que Él es el Dios de sus antepasados, el Dios que está presente en la historia de su pueblo y le interesa todo lo que le está ocurriendo allá en Egipto: el pueblo está sufriendo, ha clamado a Él y sus quejas han llegado a su corazón; Él está dispuesto a intervenir y quiere que sea Moisés quien realice el proyecto que Él tiene de liberarlo de la esclavitud que está sufriendo.
Moisés conoce perfectamente las condiciones en las que se encuentra el pueblo, nadie mejor que él podría hacerlo, pero también sabe que él tiene una situación comprometida: en cuanto vuelva a Egipto lo pueden matar y el pueblo lo rechaza… ¿Cómo va a presentarse en Egipto y en nombre de un Dios que ni conocen su nombre?
Dios le da su nombre Y H W H: es una forma causativa del verbo SER que puede tener varios significados: uno de ellos es el que siempre hemos escuchado: “Yo soy el que soy”, pero también podría ser: “Yo Soy el que hace existir”, “El que Es y Está presente”… “El que Existe y da la existencia”…
La llamada de Dios a Moisés y la respuesta de éste, tienen hoy un eco impresionante: Dios sigue hoy llamando a mucha gente y de una forma especial a la iglesia, que está invitada a presentar la alternativa al “Faraón”, lo duro es que no puede ir con las armas del Faraón, sino con las “armas de Dios”, y esto es duro aceptarlo; claro está, en ese terreno, el Faraón siempre lleva las de ganar, pues es el dueño del poder y de la fuerza, por tanto, no hay forma de competir con él.


Salmo responsorial Sal 102, 1‑2. 3‑4. 6‑7. 8 y 11 (R.: 8a)

R. El Señor es compasivo y misericordioso.
Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mia, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R
R. El Señor es compasivo y misericordioso..
Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura. R.
R. El Señor es compasivo y misericordioso.
El Señor hace justicia
y defiende a todos los oprimidos;
enseñó sus caminos a Moisés
y sus hazañas a los hijos de Israel. R.
R. El Señor es compasivo y misericordioso.
El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia;
como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre sus fieles. R.
R. El Señor es compasivo y misericordioso.


SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 10, 1‑6. 10‑12
La vida del pueblo con Moisés en el desierto fue escrita para escarmiento nuestro

No quiero que ignoréis, hermanos, que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube y todos atravesaron el mar y todos fueron bautizados en Moisés por la nube y el mar; y todos comieron el mismo alimento espiritual; y todos bebieron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que los seguía; y la roca era Cristo. Pero la mayoría de ellos no agradaron a Dios, pues sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto.
Estas cosas sucedieron en figura para nosotros, para que no codiciemos el mal como lo hicieron aquellos.
No protestéis, como protestaron algunos de ellos, y perecieron a manos del Exterminador.
Todo esto les sucedía como un ejemplo y fue escrito para escarmiento nuestro, a quienes nos ha tocado vivir en la última de las edades. Por lo tanto, el que se cree seguro, ¡cuidado!, no caiga.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“¡TENED MUCHO CUIDADO!”
S. Pablo está entusiasmado con la comunidad de Corinto que la encuentra viva y entusiasta, pero al mismo tiempo la ve floja y teme el gran peligro que la acecha: el ambiente pagano se mete por todas partes y es facilísimo que se dejen invadir por él; entonces les recuerda lo que ocurrió en el éxodo: todos eran buena gente, pero se dejaron embaucar por los cuatro que metían el desánimo y no hacían más que criticar. Les recuerda que para mantener firme el bautismo que han recibido, no tienen otra fuerza que la Eucaristía.
Pablo deja bien sentado que hay que tener cuidado con la actitud de “confianza” en que Dios no va a condenar a nadie, por tanto entran en la relajación; también hay que tener cuidado con los que siembran la discordia y rompen la unidad, tal como ocurrió en el desierto.
Resulta que ambas actitudes son hoy el peor daño y peligro que se presentan a la iglesia, pues viven dentro de ella,: la 1ª que lleva a una relajación moral y se condesciende con los enemigos diciendo que todo es igual, todo vale, Dios es muy bueno…y la 2ª son las críticas destructivas que constantemente no dudan en sacar los trapos sucios, incluso en los medios de comunicación.

Versículo antes del evangelio Mt 4, 17
Convertíos
—dice el Señor—,
porque está cerca el reino de los cielos.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 13, 1‑9
Si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera

En una ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús les contestó:
-“¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.”
Y les dijo esta parábola:
-“Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró.
Dijo entonces al viñador:
"Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córta1a. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?"
Pero el viñador contestó:
"Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas".”
Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

“BASTA YA DE FLOREROS”

Jesús ha estado diciéndole a la gente que han de ser cautos, que deben saber interpretar los signos que la misma vida les va presentando y que no sean tan simplistas achacando a Dios todo lo que ocurre. Entonces le piden que Él haga la interpretación de lo que acaba de ocurrir con la represión de Pilatos, que había hecho matar a unos galileos y su sangre la mezcló con la de los sacrificios o, lo que ocurrió a los dieciocho que murieron al desplomarse la torre de Siloé.
Esperaban que Jesús culpase a Dios o dijera que fue un castigo, pero los dejó esperando: como respuesta a la pregunta que le hicieron les contó la parábola de la higuera, para decirles que la vida es la única oportunidad que tenían para dar frutos, que no podían vivir mirando al cielo esperando que Dios castigue a quien no hace las cosas bien, o que haga milagros para sacarles las castañas del fuego, que son ellos quienes han de ver e interpretar lo que está pasando y lo que se les puede venir encima si es que no despabilan.
La llamada para nosotros tiene hoy una actualidad enorme, pues la gran mayoría pecamos de ser “higueras” llenas de hojas, con una apariencia extraordinaria y una “palabrería” maravillosa; todos tenemos la solución y sabemos lo que se debería hacer; cualquiera que nos oye puede, incluso, equivocarse y creernos al escucharnos hablar de la iglesia: tenemos muy claro como debe ser el cristiano, en qué debe distinguirse, cómo debería hacer la iglesia en tal o cual situación, qué debe tener y que no debe tener la iglesia… pero somos como el que tiene un montón de piedras al lado para ir tirándoselas cada vez que alguien en la iglesia comete un fallo, pero él se sitúa en una zona fuera con derecho a la crítica y a gozar de los privilegios, pero que otros sean los que le saquen las castañas del fuego y den el ejemplo.
Es exactamente la misma actitud que se tiene frente a la política y frente a todas las cuestiones sociales: nos ubicamos fuera con el bolsillo lleno de piedras para tirar y condenar a todo el que se poner por delante pero dispuestos siempre a participar en todo lo que haya que chupar. Una “higuera” así, ¿para qué quiere estar ocupando terreno? mejor es arrancarla, al menos no estorba, porque en ella se cumple el refrán “Ni hace ni deja”
Ventajosamente para todos nosotros, el Señor no funciona con nuestros esquemas y nos sigue cuidando, esperando siempre que alguna vez nos convenzamos y nos demos cuenta que no podemos estar en la vida como “floreros”.