martes, 23 de febrero de 2010

DOMINGO -II- DE CUARESMA -C-


PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del Génesis 15, 5‑12. 17‑18
Dios hace alianza con Abrahán, el creyente

En aquellos días, Dios sacó afuera a Abrán y le dijo:
“Mira al cielo; cuenta las estrellas, si puedes.”
Y añadió:
-“Así será tu descendencia.”
Abrán creyó al Señor, y se le contó en su haber.
El Señor le dijo:
-“Yo soy el Señor, que te sacó de Ur de los Caldeos, para darte en posesión esta tierra.”
Él replicó:
-“Señor Dios,¿cómo sabré yo que voy a poseerla?”
Respondió el Señor:
-“Tráeme una ternera de tres años, una cabra de tres años, un carnero de tres años, una tórtola y un pichón.”
Abrán los trajo y los cortó por el medio, colocando cada mitad frente a la otra, pero no descuartizó las aves. Los buitres bajaban a los cadáveres, y Abrán los espantaba.
Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán, y un terror intenso y oscuro cayó sobre él.
El sol se puso, y vino la oscuridad; una humareda de horno y una antorcha ardiendo pasaban entre los miembros descuartizados.
Aquel día el Señor hizo alianza con Abrán en estos términos:
-“A tus descendientes les daré esta tierra, desde el río de Egipto al Gran Río Éufrates.”
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“QUIEN SE COMPROMETE ES DIOS”

El pasaje del Génesis narra el momento en que Dios invita a Abraham a mirar al cielo y ver si puede contar las estrellas: -“Mira al cielo; cuenta las estrellas, si puedes. Así será tu descendencia”. Efectivamente, no le dice de qué tipo será su descendencia, pero Dios se le ofrece para hacer un trato y poder sellar esa palabra que le ha dado: le pide que traiga unos animales y los parta por la mitad, poniendo una frente a la otra, invitando a pasar por medio de ambas partes, como signo de aceptar correr la misma suerte que esos animales al que rompa el pacto.
Es curioso leer el texto y darnos cuenta del detalle: cuando hubo que hacer el gesto de pasar por medio de los animales partidos, Abraham cayó dormido lleno de un gran terror y es solo Dios quien pasa, como una antorcha humeante, asumiendo el compromiso de atraer sobre Él la desgracia, si es que fallara en el pacto. Con lo que Dios se convierte en el escudo de Abraham y en la única esperanza que tendrá en la vida.
A Abraham no le queda más que aceptar la propuesta que Dios le hace, confiar en Él y ponerse a su entera disposición.
La descendencia de Abraham llega hasta nuestros días, lo lamentable es que hemos heredado todo menos la actitud de fidelidad, de confianza, de entrega y disponibilidad que tuvo Abraham con respecto a Dios.


Salmo responsorial Sal 26, 1. 7‑8a. 8b‑9abc. 13‑14 (R.: la)

R. El Señor es mi luz y mi salvación.
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? R.
R. El Señor es mi luz y mi salvación.
Escúchame, Señor, que te llamo;
ten piedad, respóndeme.
Oigo en mi corazón: «Buscad mi rostro.» R.
R. El Señor es mi luz y mi salvación.
Tu rostro buscaré, Señor,
no me escondas tu rostro.
No rechaces con ira a tu siervo,
que tú eres mi auxilio. R.
R. El Señor es mi luz y mi salvación.
Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor. R.
R. El Señor es mi luz y mi salvación.


SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 3, 17—4, 1
Cristo nos transformará, según el modelo de su cuerpo glorioso

Seguid mi ejemplo, hermanos, y fijaos en los que andan según el modelo que tenéis en nosotros.
Porque, como os decía muchas veces, y ahora lo repito con lágrimas en los ojos, hay muchos que andan como enemigos de la cruz de Cristo: su paradero es la perdición; su Dios, el vientre; su gloria, sus vergüenzas. Sólo aspiran a cosas terrenas.
Nosotros, por el contrario, somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo.
Él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso, con esa energía que posee para sometérselo todo.
Así, pues, hermanos míos queridos y añorados, mi alegría y mi corona, manteneos así, en el Señor, queridos.
Palabra de Dios.


O bien más breve:

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 3, 20—4, 1
Hermanos:
Nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo.
Él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso, con esa energía que posee para sometérselo todo.
Así, pues, hermanos míos queridos y añorados, mi alegría y mi corona, manteneos así, en el Señor, queridos.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“HACER LECTURAS SESGADAS”

La iglesia ha nacido de la fe en Jesucristo resucitado, con una adhesión total a su propuesta al estilo de Abraham. No obstante, pronto empiezan algunos a cambiar las cosas, a proponer otras respuestas, a establecer otros caminos que no tienen que ver con lo que Cristo ha enseñado: algunos están queriendo volver al judaísmo, a centrarlo todo en la fuerza de la ley y no en el amor que Cristo ha dejado; están queriendo centrar la vida en una cosa y la relación con Dios en otra, de tal forma que el vientre (comida,, bebida, placer…) se están poniendo como horizonte de sus vidas y motivo por el que se mueven, cuando no debería ser sino motivo de su vergüenza
Cuando Pablo escribe a los filipenses, en el cap. II les compara la vida cristiana a una competición, en la que participamos cada uno, no como opositores o contrincantes, sino que es una carrera en el que el único competidor es uno mismo, cuyo único objetivo es alcanzar la meta, procurando vencer todos los obstáculos que se nos van presentando, con la vista puesta siempre en la meta. El gran triunfo estará en mantenerse firmes.
Al enfrentarnos al problema, vemos la actualidad tan grande que tiene al constatar cómo cada día se impone con más fuerza la dicotomía: una cosa es la vida y otra muy distinta la respuesta a Dios, de tal forma que, la vida y la fe, cada vez están más desconectadas la una de la otra, como dos campos de la persona que no tuvieran que ver el uno con el otro.

Versículo antes del evangelio
En el esplendor de la nube se oyó la voz del Padre: “Éste es mi Hijo, el amado; escuchadlo.”


EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 9, 28b‑36
Mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió

En aquel tiempo, Jesús cogió a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto de la montaña, para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos.
De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén.
Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y, espabilándose, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Mientras éstos se alejaban, dijo Pedro a Jesús:
-“Maestro, qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.”
No sabía lo que decía.
Todavía estaba hablando, cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía:
-“Éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle.”
Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto.

REFLEXIÓN

“PROHIBIDO DORMIRSE”

De nuevo nos encontramos a Jesús que se ha retirado al monte, lugar de la presencia de Dios, con sus tres mejores amigos para orar y, puesto en la presencia de Dios, Jesús entra en contacto con ÉL y hace posible que sus amigos puedan experimentar esa misma presencia que les abruma, es algo superior a todos sus cálculos y no saben cómo encajarlo; es algo que les sobrepasa y solo pueden expresarle a Jesús su admiración y su deseo de quedarse ahí de aquella forma: “Hagamos tres chozas…” y déjanos en esta contemplación.
En el momento hay como dos planos: el de Jesús en el que el Padre le anuncia el éxodo que tiene que realizar para llevar al hombre a la libertad, lo mismo que Moisés lo sacó de Egipto y, como A Elías le costará la vida.
El otro plano es el de los apóstoles que, estupefactos, no entienden de lo que va la historia, ni prevén las consecuencias que tiene lo que están haciendo, ellos siguen enmarcados en los esquemas antiguos y siguen pensando en Moisés y esperando que Elías vuelva y arregle las cosas. En su atolondramiento escuchan la voz que les dice: «Éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle.». ¡Basta ya de seguir anclados! Jesús es la única alternativa
Jesús tiene que despertarlos y decirles: venga, vamos, porque hay que realizar el “éxodo”.
Hoy nos ocurre como a los apóstoles: estamos desconcertados, no sabemos a qué atenernos: la religión está perdiendo la fuerza y ya nos da igual todo, no se sabe quién tiene la verdad; la moral se ha perdido y ya no hay referentes que indiquen dónde está el bien o el mal; educación ha perdido el norte y, tanto padres como educadores ya no saben a qué ni a quién atender; todo lo que nos enseñaron vemos que sirve de burla para los que tienen las riendas de la opinión pública; hay mucha gente que ya no sabe qué criterios seguir, pues todo está sometido a un cambio constante en donde todo se diluye… lo único que deseamos es que se hagan las chozas, y que, ¡ojala! al menos haya una para mi, que me dejen como estoy: instalado en mis intereses, en mi comodidad, en mi bienestar…aunque haya perdido ya los referentes de la vida.
Y estamos viendo cómo cada uno busca su “tienda” y se refugia en donde más a gusto se encuentra: unos en el sexo, otros en la droga, otros en la indiferencia, en la técnica…La voz que nos invita a escuchar a Jesús la apagamos con ruido estruendoso. Y seguimos buscando quién o qué puede ser lo que ponga luz a nuestras vidas y le dé sentido de esperanza a lo que hacemos y vivimos.
Estamos embobados contemplando al nuevo Elías y a los nuevos “Moisés”, los “mesías” del siglo XXI que vengan a salvarnos, pero ya los estamos viendo. La gente ha perdido la confianza en todo, no cree ya en nadie.
¿A dónde mirar, entonces?¿Dónde podremos escuchar la voz que nos orienta hacia la esperanza y hacia la VERDAD?¿Dónde podremos descubrir a Jesús que viene de nuevo a desinstalarnos diciéndonos: ¡“Vamos adelante chicos”!.
Indudablemente debería ser en la iglesia, pero también ella tiene el peligro de acomodarse en su tienda instalándose en los ritos y en las formas, mientras contemporiza con la injusticia y el atropello.
La iglesia está llamada a ser la “nube” de donde sale la voz que presenta a Cristo, como la única alternativa que llena de sentido al hombre, pero esto solo es posible con unos cristianos que sean capaces de romper con las propuestas del sistema y establezcan como norma de sus vidas la sencillez, la solidaridad, el servicio, al amor, la fraternidad… haciendo con sus vidas creíble el evangelio y el reino que predicó Jesús. Esta es la NUEVA EVANGELIZACIÓN de la que se viene hablando desde hace ya muchos años, que no es sino volver al origen.

martes, 16 de febrero de 2010

DOMINGO -I- DE CUARESMA -C-

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del Deuteronomio 26, 4‑10
Profesión de fe del pueblo escogido

Dijo Moisés al pueblo:
-“ El sacerdote tomará de tu mano la cesta con las primicias y la pondrá ante el altar del Señor, tu Dios.
Entonces tú dirás ante el Señor, tu Dios:
"Mi padre fue un arameo errante, que bajó a Egipto, y se estableció allí, con unas pocas personas.
Pero luego creció, hasta convertirse en una raza grande, potente y numerosa.
Los egipcios nos maltrataron y nos oprimieron, y nos impusieron una dura esclavitud.
Entonces clamamos al Señor, Dios de nuestros padres, y el Señor escuchó nuestra voz, miró nuestra opresión, nuestro trabajo y nuestra angustia.
El Señor nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo extendido, en medio de gran terror, con signos y portentos.
Nos introdujo en este lugar, y nos dio esta tierra, una tierra que mana leche y miel.
Por eso, ahora traigo aquí las primicias de los frutos del suelo que tú, Señor, me has dado."
Lo pondrás ante el Señor, tu Dios, y te postrarás en presencia del Señor, tu Dios.”
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“EL CREDO DE ISRAEL”

Este pasaje del libro del Deuteronomio es como el credo israelita, el punto de referencia de la fe del pueblo. Lo rezaban al acercarse al pueblo en la celebración anual de la fiesta de la cosecha en la que se ofrecían las primicias de la tierra.
El pueblo de Israel, al contrario de lo que hacían todos los pueblos cuando hacían las ofrendas a sus dioses, que recitaban párrafos de su mitología, el pueblo israelita, en cambio, recordaba la actuación de Dios en su historia salvando a su pueblo y poniéndose a su favor, en contra de los enemigos de Israel.
El pueblo reconoce su gran debilidad y abandono y cómo Dios salió al paso liberándolo y haciéndolo una nación grande fuerte y próspera “que mana leche y miel”.
Con esta celebración, el pueblo actualiza y celebra cada año el regalo que Dios le ha hecho de la tierra en donde habita, significado en el santuario; cuando el hombre se acerca y entra en el santuario expresa el movimiento de acercarse y entrar en la tierra que Dios le da, por eso lo hace con un gesto de reconocimiento y agradecimiento y disposición de obediencia a la voluntad de Dios.
Esta actitud que se expresa en la liturgia, el momento que deja de ser real en la vida del pueblo, se corrompe la liturgia, porque queda vacía y el pueblo pierde el sentido de su vida y de su pertenencia a Yahvé, exactamente igual que en la iglesia, cuando la liturgia se desconecta de la vida, se convierte en un rito vacío, en un espectáculo y deja de ser oración y encuentro con Jesucristo.



Salmo responsorial Sal 90, 1‑2. 10‑11. 12‑13. 14‑15 (R.: 15b)

R. Está conmigo, Señor, en la tribulación.
Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío,
Dios mío, confío en ti.» R.
R. Está conmigo, Señor, en la tribulación.
No se te acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos. R.
R. Está conmigo, Señor, en la tribulación.
Te llevarán en sus palmas,
para que tu pie no tropiece en la piedra;
caminarás sobre áspides y víboras,
pisotearás leones y dragones. R.
R. Está conmigo, Señor, en la tribulación.
«Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.
Con él estaré en la tribulación,
lo defenderé, lo glorificaré.» R.
R. Está conmigo, Señor, en la tribulación.


SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 10, 8‑13
Profesión de fe del que cree en Jesucristo

Hermanos:
La Escritura dice:
“La palabra está cerca de ti: la tienes en los labios y en el corazón.”
Se refiere a la palabra de la fe que os anunciamos.
Porque, si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás.
Por la fe del corazón llegamos a la justificación, y por la profesión de los labios, a la salvación.
Dice la Escritura:
“Nadie que cree en él quedará defraudado.”
Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan.
Pues “todo el que invoca el nombre del Señor se salvará.”
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN
“SENTIR QUE DIOS ME MIRÓ CON CARIÑO”
Esta conexión entre liturgia y vida, queda expresada en las palabras que Pablo recuerda a la comunidad de los romanos: la palabra ha de ser expresión de lo que se vive en el corazón. Cuando se cree con el corazón, es la fuerza de Dios la que actúa y la palabra es una proclamación de esa salvación que Dios regala.
Pero es importante el sentir que Dios me ha mirado con cariño, sin que yo lo mereciera, me ha tenido en cuenta y me ha regalado la salvación, haciéndome su hijo, por lo cual, esto ha producido en mi un cambio radical en mi vida y en el sentido de mi existencia.
El problema se da el momento en el que yo pienso y siento que soy bueno porque cumplo las leyes, porque no hago nada malo, porque no he defraudado, a nadie, porque rezo y cumplo lo establecido por las leyes religiosas… pienso que en justicia, Dios tiene que responderme favorablemente según mis planes y, entonces mido, de acuerdo a como se ajustan las cosas a mis perspectivas. Esto me puede llevar no a la confianza en Dios, sino al orgullo o a la desesperación y a la decepción.



Versículo antes del evangelio Mt 4, 4b
No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.


EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 4, 1‑13
El Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado

En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y, durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo.
Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre.
Entonces el diablo le dijo:
-“Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan.” Jesús le contestó:
-“Está escrito: "No sólo de pan vive el hombre".”
Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo:
-“Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo.”
Jesús le contestó:
-“Está escrito: "Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto".” Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo: -“Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: "Encargará a los ángeles que cuiden de ti", y también: "Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras".”
Jesús le contestó:
-“Está mandado: "No tentarás al Señor, tu Dios".”
Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión.
Palabra del Señor.


REFLEXIÓN

“LA TENTACION DE SER EFECTIVOS”

S. Lucas nos presenta a Jesús conectado con Adán, es decir: en la “humanidad” original y. por tanto, sometido a las mismas leyes de todo hombre y, como tal, siente las mismas pulsiones. El momento es clave: va a iniciar su vida pública y se está planteando el presentar el proyecto del reino; la tentación se presenta siempre con rasgos de bondad, de lógica, de evidencia y hasta de religiosidad: lo importante es el reino, no debe ser postergado por nada, todos los medios se han de emplear en potenciarlo e imponerlo, no se pueden despreciar posibilidades, hay que ser efectivos… y mil argumentos más que se presentan en los que es facilísimo entrar y ubicarse teniendo todas las justificaciones que se deseen:
1º) ¿Para qué te vas a complicar la vida y vas a destrozarte el hígado cuando lo tienes todo en la mano? Basta que te alíes con los que tienen el poder y que están dispuestos a echarte una mano en tu proyecto, es cuestión de pactar y el pueblo será enteramente tuyo; desde ahí podrás hacer lo que desees: todos los cambios que quieras… “convierte esas piedras en pan y podrás dar de comer a todos, como es la voluntad de Dios…”
2º) Otra forma muy sencilla y eficaz, si es que no quieres el escándalo de aparecer aliado con el poder, es apoderarte del pueblo por la conciencia y por el sentido religioso, ese camino les llevará a tener una fe ciega y una sumisión total sin necesidad de armas, lograrás que todos vivan de acuerdo a la verdad sin posibilidad de duda alguna… “Tírate desde el alero del templo y los ángeles te protegerán…”, es decir: sé contundente, de forma que no queden resquicios para la dura y demuéstrales que Dios está contigo y con ellos.
3º) Todos lo sabemos: con dinero se puede lograr todo, hasta convencer a los más incrédulos y hacerlos tus servidores incluso a tus mismos enemigos, además, lo que vas a hacer es el bien que tu pueblo está necesitando… “Todo esto que ves te lo daré si te postras ante mi y me adoras…”
En el momento crítico en el que te sientes débil y cuando más necesitado estás te llegan todas estas propuestas con una lógica aplastante para que te sientas fuerte y no te vengas abajo y de esa forma te levantes; la oferta se le presenta también a Jesús, pero Él no entra al juego, sino que desenmascara cada una de las tentaciones, todas ellas le van a añadir una nueva sujeción que le van a quitar la libertad y le van a imposibilitar demostrar que es Dios quien salva y nadie más. El diablo lo deja hasta el momento cumbre de la pasión cuando siente la soledad, como queriéndole hacer ver que no valió la pena nada de lo que hizo.

martes, 9 de febrero de 2010

DOMINGO -VI- DEL T. ORDINARIO -C-

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de Jeremías 17, 5‑8
Maldito quien confía en el hombre; bendito quien confía en el Señor

Así dice el Señor:
“Maldito quien confía en el hombre, y en la carne busca su fuerza, apartando su corazón del Señor. Será como un cardo en la estepa, no verá llegar el bien; habitará la aridez del desierto, tierra salobre e inhóspita.
Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza.
Será un árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raíces; cuando llegue el estío no lo sentirá, su hoja estará verde; en año de sequía no se inquieta, no deja de dar fruto.
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN

“DISCERNIR EN LA VIDA”

El profeta Jeremías, utilizando el típico esquema antiguo para identificar dónde está la maldición y dónde se encuentra la bendición, primero plantea el tema en sentido negativo indicando dónde está la maldición del hombre, que termina con la desdicha y la muerte: poner la confianza y la esperanza en los hombres, que funcionan bajo la fuerza de sus instintos: la soberbia, la avaricia, la violencia, la envidia…y a su vez se apoyan en ellos mismos, como único referente de verdad, es el mayor de los fracasos, pues éstos personas que funcionan así son como cardos borriqueros que queman y esterilizan todo lo que hay a su alrededor y establecen la muerte: todo el que se acerca a ellos sale herido; esta es la peor de las suertes que le puede caer a cualquiera: en el momento menos pensado te traicionan y te matan.
En cambio, el hombre bueno se apoya en Dios y se clava en Él como el árbol que está plantado junto a la acequia de la que bebe el agua de la vida: el amor, la paz, la alegría, el bien… ese hombre se convierte en cobijo, en apoyo para todo el que se le acerca y en todo momento pueden contar con él, en tiempos de dificultad se le puede encontrar y, sus frutos siempre serán de paz y de amor,; en tiempos de paz será siempre fuente de alegría y de esperanza para todos.


Salmo responsorial Sal 1, 1‑2. 3. 4 y 6 (R.: Sal 39, 5a)

R. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. R.
R. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
Será como un árbol plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R.
R. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R.
R. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.


SEGUNDA LECTURA


Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15, 12. 16‑20
Si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido

Hermanos:
Si anunciamos que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿cómo es que dice alguno de vosotros que los muertos no resucitan?
Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y, si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido, seguís con vuestros pecados; y los que murieron con Cristo se han perdido. Si nuestra esperanza en Cristo acaba con esta vida, somos los hombres más desgraciados.
¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos.
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN

LA PIEDRA ANGULAR DE LA FE Y LA ESPERANZA”

La resurrección de Jesús es el fundamento de nuestra fe y la base de nuestra esperanza; Pablo tiene esto como el principio fundamental de todo y para él, es algo tan evidente como su propia existencia, por esta verdad, él está dispuesto a dar su vida como testimonio; es algo de lo que no puede dudar: Pablo ha encontrado a Jesús vivo, que ha vencido a la muerte: dos cosas reales e inapelables y esto se convierte en su gran experiencia, en la realidad y en la prueba más fuerte que da seguridad a todo creyente.
Esta realidad está por encima de cualquier otra cosa o expectativa humana y afianza la esperanza del cristiano. El cristiano que sabe esto, asegura su fe y pierde el miedo a todo: la muerte, que es lo último que le puede ocurrir a la persona, ha perdido toda su fuerza, pues la resurrección está por encima de ella y por encima mismo de la vida física o material, por lo tanto, lo último y lo peor que le podría ocurrir a una persona que es la muerte, habría perdido toda su fuerza, porque para el cristiano, es justamente el momento del triunfo.
Sin embargo, esto que es la base y el fundamento de nuestra fe, nos deja perplejos cuando vemos cómo no hemos sido capaces de superar el sentido trágico y derrotista y lo vivimos exactamente como los que no creen en nada y han perdido toda esperanza de resurrección.
Esta situación que describo es cuestión de constatarla en cualquiera de los entierros que se celebran en la gran mayoría de las iglesias: cualquiera que no sea creyente y vea el espectáculo, sacaría una imagen tremendamente triste: se reúnen para cumplir un expediente social, mucha gente, incluso, se queda fuera del templo, esperando que termine la Eucaristía para pasar después a dar el pésame a la familia, pero no es ni mucho menos el momento en que acompañamos a un amigo o a un ser querido a la subida al “podium” del triunfo, al final de la carrera, reconociendo y agradeciéndole todo lo bueno que ha hecho, y presentándolo a Dios Padre para que le premie por todo el esfuerzo que hizo y el amor que le echó a la vida.


Aleluya Lc 6, 23ab
Alegraos y saltad de gozo -dice el Señor-, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.


EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Lucas 6, 17. 20‑26
Dichosos los pobres; ¡ay de vosotros, los ricos!

En aquel tiempo, bajó Jesús del monte con los Doce y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón.
Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo:
“Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.
Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados.
Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis.
Dichosos vosotros, cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas.
Pero, ¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo.
¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre.
¡Ay de los que ahora reís!, porque haréis duelo y lloraréis.
¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían vuestros padres con los falsos profetas.”
Palabra del Señor.



REFLEXIÓN

“LAS CLAUSULAS DE LA NUEVA ALIANZA”

S. Lucas, al estilo de Jeremías, presenta la bendición y la maldición contraponiéndolas: pone las cuatro bendiciones o bienaventuranzas en contraposición a las cuatro maldiciones o malaventuranzas;
A diferencia de S. Mateo, reduce las ocho bienaventuranzas de Mateo a cuatro, pero colocándole a cada una su maldición; según parece, este esquema es el más parecido a lo que pudo ser en su origen, pues ésta era la forma más común de presentar las cosas.
De todas formas, al leer uno y otro evangelista es curioso ver cómo cada uno hace una relectura del discurso de Jesús, adaptándolo a su comunidad, pero guardando una fidelidad total al mensaje que expresa Jesús. Cada evangelista ha cogido el núcleo del mensaje de Jesús y lo ha transmitido sin traicionar la verdad, y más bien acentuando aquello que la comunidad está necesitando.
Si nos damos cuenta, lo mismo que ocurre con los mandamientos de la ley que se dan en el Sinaí, que pueden reducirse a uno: el AMOR a Dios y a los semejantes, en este nuevo código de la nueva Alianza, las ocho o las cuatro bienaventuranzas que da Jesús, quedan perfectamente expresadas en una: “Bienaventurado el pobre” que se pone en las manos de Dios y confía en Él, pues será el hombre libre, misericordioso, constructor de la paz y la justicia, con un corazón limpio y abierto para acoger el reino y ponerse a disposición de él.
Pero yo, al leer esto no puedo aguantarme el hacer hoy mi lectura y aplicar tanto la bendición como la maldición a muchos momentos, actitudes, situaciones… que constantemente vamos creando y que estamos siendo causa de tanto dolor para tanta gente, pues estoy absolutamente seguro que hoy, Cristo hubiera expresado sus bienaventuranzas, ampliándolas a tanta gente que, escondida, ha sido capaz de entregar su vida y gastársela sirviendo a los demás, sin que nadie haya sido capaz de reconocerle ni agradecerle nada; tantas mujeres que no saben el gusto que tienen unos días de vacaciones, porque su vida entera estuvo al servicio de sus padres y de sus suegros y, cuando éstos murieron, se quedaron al servicio de sus hijos criando los nietos y, de su rostro, jamás se les borró la sonrisa… y dejo ahí la lista. Pero no quiero olvidar que al lado de estas “bienaventuranzas” también habría algún “¡Ay!” que nos caería de lleno a muchos de nosotros por haber dado lugar a tanto dolor reprimido y a tantas lágrimas derramadas en silencio.

martes, 2 de febrero de 2010

DOMINGO -V- DEL T. ORDINARIO -C-

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del profeta Isaías 6, 1-2a. 3-8
“aquí estoy, mándame”

El año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor sentado sobre un trono alto y excelso: la orla de su manto llenaba el templo.
Y vi serafines en pie junto a é1. Y se gritaban uno a otro, diciendo: -“¡Santo, santo, santo, el Señor de los ejércitos, la tierra está llena de su gloria!”
Y temblaban los umbrales de las puertas al clamor de su voz, y el templo estaba lleno de humo.
Yo dije: -“¡Ay de mí, estoy perdido! Yo, hombre de labios impuros, que habito en medio de un pueblo de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey y Señor de los ejércitos.”
Y voló hacia mí uno de los serafines, con un ascua en la mano, que había cogido del altar con unas tenazas; la aplicó a mi boca y me dijo: -“Mira; esto ha tocado tus labios, ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado.”
Entonces, escuché la voz del Señor, que decía: -“¿A quién mandaré? ¿Quién irá por mí?”
Contesté: -“Aquí estoy, mándame.”
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN

“DISPONIBILIDAD TOTAL PARA DIOS”

El momento podemos ubicarlo en torno al año 742 a. C. después de morir el rey Ozías. Es un momento de auge de Israel en donde existe prosperidad y las cosas funcionan con autonomía y tranquilidad. Es pues, un momento en donde no existen necesidades y la gente se siente segura de si misma.
En este momento recibe Isaías la llamada de Dios que se presenta en medio del esplendor del templo manifestando su gloria, que trasciende todo lo que existe.
Es importante que en un momento de prosperidad y de paz el hombre no se olvide de la presencia de Dios en medio del pueblo y de su realidad limitada que necesita de la fuerza de Dios para mantenerse.
Dios llama a Isaías quien, ante la grandeza que descubre, se da cuenta de lo poca cosa que es y de lo pecador e indigno que es frente a Dios. Dios lo purifica, le da una nueva vida y lo capacita para que, investido de la autoridad y de la gloria de Dios sea quien recuerde al pueblo cuál es la voluntad de Dios. Isaías responde ante la propuesta de Dios: “Aquí estoy yo, envíame” Es la actitud de plena disponibilidad de aquel que se deja invadir por Dios.


Salmo responsorial 137, 1-2a. 2bc-3. 4-5. 7c-8 (R.: 1c)

R. Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor.
Te doy gracias, Señor, de todo corazón;
delante de los ángeles tañeré para ti,
me postraré hacia tu santuario. R.
R. Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor.
Daré gracias a tu nombre: por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera a tu fama;
cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma. R.
R. Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor.
Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra,
al escuchar el oráculo de tu boca;
canten los caminos del Señor,
porque la gloria del Señor es grande. R.
R. Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor.
Tu derecha me salva. El Señor completará sus favores conmigo:
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos. R.
R. Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor.


SEGUNDA LECTURA

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15, 1‑11
Esto es lo que predicamos; esto es lo que habéis creído

Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os proclamé y que vosotros aceptasteis, y en el que estáis fundados, y que os está salvando, si es que conserváis el Evangelio que os proclamé; de lo contrario, se ha malogrado vuestra adhesión a la fe.
Porque lo primero que yo os transmití, tal como lo había recibido, fue esto: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se le apareció a Cefas y más tarde a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales viven todavía, otros han muerto; después se le apareció a Santiago, después a todos los apóstoles; por último, se me apareció también a mi.
Porque yo soy el menor de los apóstoles y no soy digno de llamarme apóstol, porque he perseguido a la Iglesia de Dios.
Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no se ha frustrado en mí. Antes bien. he trabajado más que todos ellos. Aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios conmigo. Pues bien; tanto ellos como yo esto es lo que predicamos; esto es lo que habéis creído.
Palabra de Dios.



REFLEXIÓN

“LA RESURRECCIÓN DE JESÚS BASE Y FUNDAMENTO DE LA FE”

Lo mismo que Isaías o Jeremías, S. Pablo confiesa su indignidad ante la misión que le ha sido encomendada, pero siente que a pesar de su indignidad, el Señor lo ha llamado y le ha encomendado un encargo, es decir: ha confiado en él.
Pablo responde a la dificultad que le plantean los corintios en donde se duda de la resurrección de Jesús, cosa que ataca la unidad de la iglesia y los fundamentos de la fe.
Responde con el credo que les ha enseñado pero, además, responde con su vivencia personal, que a pesar de haber sido un perseguidor de la iglesia, Cristo se le apareció también a él y de esto da testimonio, ha confiado en él y no le ha vuelto la espalda, él no puede ser inconsciente a esto; su experiencia personal viene a ratificar la de otros apóstoles y es este testimonio es la base de toda su predicación y el fundamento de su fe. Todo sería inútil si es que Cristo no hubiera resucitado y él no estaría haciendo lo que hace, de esto está plenamente seguro.

Aleluya Mt 4, 19
Venid y seguidme —dice el Señor—, y os haré pescadores de hombres.


EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Lucas 5, 1‑11
Dejándolo todo, lo siguieron

En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret. Vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes.
Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: - “Rema mar adentro, y echad las redes para pescar.”
Simón contestó: -“Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.”
Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo: -“Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.”
Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con el, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Jesús dijo a Simón: -“No temas; desde ahora serás pescador de hombres.”
Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.
Palabra del Señor.


REFLEXIÓN

“LA FE ES ASUNTO DE DIOS”
S. Lucas presenta el momento en que Jesús pide a los apóstoles que se adentren en el mar y echen las redes, después que ellos han pasado toda la noche bregando y no han cogido nada. Ellos son los expertos pescadores, lo que Jesús está pidiendo no entra en los esquemas de los expertos, no obstante, le hacen caso por darle gusto y no desobedecerlo, pero no creen que vaya a tener efecto alguno y ahí se llevan la sorpresa: “hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red”. La fuerza de Dios es más grande que la suya y funciona en otros esquemas distintos a los de los hombres.
Ante la admiración de los apóstoles Jesús les dice: “Desde ahora seréis pescadores de hombres”, pero queda claro, no va a ser con sus esquemas, sino con los de Jesús.
S. Lucas hace notar varios aspectos que son muy importantes:
1- Los apóstoles quedan sorprendidos al ver lo que ocurre: los resultados no son fruto de su pericia de pescadores, sino de la fuerza de la acción de Jesús.
Ellos son gente entendida del oficio, lo que les está pidiendo suena a inexpertos; se pesca de noche, hacerlo a aquella hora no tiene sentido, «nos hemos pasado la noche bregando, y no hemos cogido nada»sin embargo… Tú lo dices, no hay más qué decir, mi experiencia, mi sabiduría ha terminado frente a lo que Tú dices: «Pero, por tu palabra, echaré las redes».
Queda claro que no es ni la experiencia ni la pericia ni las técnicas de los pescadores lo que hace que la red se llene a rebosar, es que en este terreno quien llama, quien invita, quien mueve es Él y nosotros no somos más que meros instrumentos. El tema de la fe no es cuestión de hombres, sino de Dios.
2- Los apóstoles, aunque no entendían, hacen caso a lo que Jesús les pide y cuando les invita a seguirlo “lo dejan todo y lo siguen!: la disponibilidad ha de ser total, absoluta y sin reservas, sin condiciones y la respuesta de dios sobrepasa todas las expectativas.
Esto nos deja clara una cosa: la acción del hombre en solitario, sin Jesús no llega a ningún sitio, se queda vacía, no es fecunda. Es la acción de Dios la que llena las redes y hace eficaz el esfuerzo de los discípulos.
Tendríamos que preguntarnos en tiempos como los que vivimos en los que parece que se nos ha terminado la imaginación… llevamos mucho tiempo bregando con nuestros esquemas, con nuestras técnicas, con nuestra sabiduría y no solo no pescamos, sino que la iglesia se nos está vaciando a ritmos aceleradísimos, pero no nos convencemos de lanzarnos mar adentro y echar las redes en su nombre, y no en el nuestro. Sabemos demasiado, lo tenemos todo demasiado estructurado, no se le deja espacio a la vida.