miércoles, 24 de junio de 2009

DOMINGO XIII DEL T.ORDINARIO -B-





PRIMERA LECTURA


Lectura del libro de la Sabiduría 1, 13‑15; 2, 23‑24
La muerte entró en el mundo por la envidia del diablo

Dios no hizo la muerte ni goza destruyendo a los vivientes.
Todo lo creó para que subsistiera; las criaturas del mundo son saludables:
no hay en ellas veneno de muerte, ni el abismo impera en la tierra. Porque la justicia es inmortal.
Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser;
pero la muerte entró en el mundo por la envidia del diablo,
y los de su partido pasarán por ella.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“SEGUIDORES… ¿DE QUIÉN?”
Sigue latente el problema de la presencia del mal en el mundo y en medio de esa realidad dañada por esa presencia, viven juntos el justo y el injusto; el problema que se plantea es el siguiente: ¿Cuál será el final de ambos?
El injusto piensa para sus adentros, y no tiene dificultad en decirlo a voces, que aquí se acaba todo y que, por tanto, la vida son cuatro días y que hay que aprovecharse y vivirla, pues nadie ha venido a decirnos lo que hay en el otro lado, eso es un engaño.
El justo, en cambio, piensa que la muerte no puede ser el final del camino, pues se quedan demasiadas cosas por hacer y, no por mala voluntad, sino por imposibilidad de abarcarlo todo. La muerte, por tanto, no puede ser la frustración de la persona, no es posible que Dios haya creado para el hombre el desastre; la muerte es el final de una etapa que nos abre al principio de una nueva situación, hacia la que hemos venido caminando y la hemos venido preparando mientras vivimos.
La justicia, la verdad, el bien, son atributos de Dios y eso es eterno, por tanto, quien adapta su vida a esas realidades, vivirá eternamente.
El ponerse en esa actitud de apertura y coherencia con Dios es certeza de triunfo, pero es algo que depende del hombre; el mantenerse en esa actitud, será algo que necesitaremos de la ayuda de Dios, pues el hombre es débil y el diablo está a la carga y busca sus seguidores.
En medio de esta lucha, el autor del libro tiene segura otra verdad: Dios no abandona a quien lo busca con un corazón sincero y, entonces, deja que sea el criterio de Dios el que se imponga; en cambio, el que intenta manipular a Dios para imponer sus criterios particulares, es un seguidor del diablo y está condenado al fracaso que él mismo se ha buscado.
En definitiva no es sino plantear la eterna realidad del ser humano que se debate luchando entre la vida y la muerte, que es la batalla que se libra siempre en el corazón del hombre.

Salmo responsorial Sal 29, 2 y 4. 5‑6.11 y 12a y 13b

R/. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R/.
R/. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Tañed para el Señor, fieles suyos,
dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana, el júbilo. R/.
R/. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas.
Señor, Dios mío,
te daré gracias por siempre. R/.
R/. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.



SEGUNDA LECTURA



Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo los Corintios 8, 7. 9. 13‑15
Vuestra abundancia remedia la falta que tienen los hermanos pobres

Hermanos:
Ya que sobresalís en todo: en la fe, en la palabra, en el conocimiento, en el empeño y en el cariño que nos tenéis, distinguíos también ahora por vuestra generosidad.
Porque ya sabéis lo generoso que fue nuestro Señor Jesucristo: siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza.
Pues no se trata de aliviar a otros, pasando vosotros estrecheces; se trata de igualar. En el momento actual, vuestra abundancia remedia la falta que ellos tienen; y un día, la abundancia de ellos remediará vuestra falta; así habrá igualdad.
Es lo que dice la Escritura: “Al que recogía mucho no le sobraba; y al que recogía poco no le faltaba.”
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN

“JUSTICIA Y CARIDAD”
Pablo ha viso la situación por la que está atravesando la comunidad de Jerusalén y no puede quedarse tranquilo sabiendo cómo otros hermanos lo pasan mal y viven al filo de la miseria y la desesperación.
Organiza una colecta entre las comunidades de hermanos para que se solidaricen con la comunidad de Jerusalén.
Los cap. 8 y 9 de la carta, los dedica a desarrollar el motivo y la justificación de la colecta y, al mismo tiempo, aprovecha para presentar su pensamiento sobre el uso de los bienes y el sentido de la justicia.
El amor no se puede quedar en palabras ni en buenas intenciones, sino que ha de pasar a los hechos; es algo que vienen diciendo hace mucho tiempo, pero ya va siendo hora de ponerlo en práctica, renunciando a algo de ellos mismos, muriendo a algo que les pertenece, al estilo de Jesús, que fue capaz de entregar su vida por nosotros: “ya sabéis lo generoso que fue nuestro Señor Jesucristo: siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza”.
La Justicia no consiste en desvestir un santo para vestir a otro: “no se trata de aliviar a otros, pasando vosotros estrecheces; se trata de igualar.” Y aquí encuentra su verdadero sentido el poseer bienes: se trata de igualar, haciendo que los que tienen menos se pongan a nuestra altura y para ello, hemos de renunciar a lo que nos sobra, aunque pertenezca. La caridad estará un peldaño más arriba: compartir aquello que incluso estoy necesitando; Lo que ha hecho Cristo ha sido justamente eso y es ahí a donde estamos llamados.
Dios nos da los bienes no solo para disfrutarlos, sino para ayudar a otros a que no pasen dificultades, es decir, para hacer justicia; se trata, pues, de adquirir una nueva forma de valorar los hechos: una forma de disfrutar de los bienes, incluso dando un sentido al mismo disfrute: ayudando a que otros también disfruten y sintiéndose feliz con que eso ocurra.
Efectivamente, esto suena hasta mal decirlo hoy; defender esta actitud puede resultar una proclamación pública de locura y de estar fuera de todas las coordenadas que existen, pero más fuera estuvo Jesucristo, el mismo Juan Bautista, y todos los profetas y es ahí donde a los cristianos se nos debería reconocer, aunque nos tratasen de locos, pero para no subirnos demasiado, ya sería bastante con que se nos reconociera por practicar la JUSTICIA.

Aleluya - 2Tm 1, 10
Nuestro Salvador Jesucristo destruyó la muerte
y sacó a la luz la vida, por medio del Evangelio.

EVANGELIO



Lectura del santo evangelio según san Marcos 5, 21‑43
Contigo hablo, niña, levántate

En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago. Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia:
-“Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva.”
Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente que lo apretujaba.
Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Muchos médicos la habían sometido a toda clase de tratamientos, y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando que con sólo tocarle el vestido curaría.
Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias, y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió en seguida, en medio de la gente, preguntando:
-“¿Quién me ha tocado el manto?”
Los discípulos le contestaron:
-“Ves como te apretuja la gente y preguntas: “¿Quién me ha tocado?”
Él seguía mirando alrededor, para ver quién había sido. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado, se le echó a los pies y le confesó todo. Él le dijo:
-“Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud.”
Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle:
-“Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?”
Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga:
-“No temas; basta que tengas fe.”
No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encontró el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos. Entró y les dijo:
-“¿Qué estrépito y qué lloros son éstos? La niña no está muerta está dormida.”
Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo:
-“Talitha qumi” (que significa: Contigo hablo, niña, levántate).
La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y se quedaron viendo visiones.
Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.
Palabra del Señor.


O bien más breve:

Lectura del santo evangelio según san Marcos 5, 21‑24. 35b‑43

En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago. Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia:
-“Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva.”
Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente.
Llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle:
-“Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?”
Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga:
-“No temas; basta que tengas fe.”
No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encontró el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos. Entró y les dijo:
-“¿Qué estrépito y qué lloros son éstos? La niña no está muerta, está dormida.”
Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entro donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo:
Palabra del Señor.


REFLEXIÓN
JESÚS Y LA HEMORROISA


El texto de Marcos viene a ser como la respuesta o la alternativa al problema del mal y del sufrimiento que se viene planteando estas semanas pasadas donde deja claro que Dios no quiere el mal, sino la salvación y la liberación de cualquier cosa que pueda hacer daño a la persona.
La respuesta de Dios a la pregunta desesperada del hombre es la salvación, pero el hombre ha de aceptarla en la fe, ha de poner su confianza en Dios; el momento que hace esto, todo cambia de sentido.
El evangelio de hoy nos presenta dos casos: una niña que está agonizando y una mujer que lo ha perdido todo en busca de su salud; ambos casos han sido abandonados por la ciencia y la sabiduría de los hombres y son considerados como algo en lo que no vale la pena seguir perdiendo el tiempo, lo mejor será dejarlos que mueran o quitarlos directamente de en medio para que no molesten.
El último recurso es volver la vista a Jesús para el que tiene fe, para el que no la tiene, lo mejor y más efectivo y práctico será la muerte, quitar de en medio el trasto para que no moleste.
Jesús no mira a la gente ni la valora así y en esa sociedad en la que la mujer no pinta nada y el varón se siente orgulloso de haber nacido varón y da gracias al Señor todos los días por no haber nacido mujer, Jesús rompe todos los moldes de forma escandalosa, pues aprueba y permite que una mujer enferma, impura, marginada, despreciada… se le acerque, lo toque y lo exponga a la impureza legal.
El gesto estamos acostumbrados a leerlo y pasar por alto como algo insignificante, pero no fue así, tuvo una resonancia mucho más grande de lo que imaginamos: Una mujer que padece una enfermedad de este tipo es despreciada por la ley y por el pueblo, tiene negados todos los derechos: por su situación física en sus hemorragias va desperdiciando la vida, por tanto, va manchando de muerte todo lo que toca y por eso es excluida de la vida social ya que es impura y mancha todo lo que toca. Tiene prohibido acercarse al varón, por tanto le son negados sus derechos a expresarse como mujer a mostrar sus sentimientos, a sentir que su persona puede llenar la vida de un hombre a sentirse reconocida como mujer por el hombre; no podrá tener hijos. A nadie se le ocurriría prestarle atención y considerarla persona.
Jesús rompe el esquema cultural incluso con el consiguiente escándalo de sus discípulos y pregunta “Quién le ha tocado”; fuerza la situación hasta que obliga a que la mujer se le acerque, cosa completamente prohibida. Jesús se la queda mirando, probablemente era la primera vez que la mujer había experimentado que alguien la mirase con cariño, le tiende su mano y la levanta devolviéndole toda su dignidad.
Contemplando esta imagen no podemos desligarla de aquella otra en la que Cristo se pone al lado de la adúltera y no con la gente que la acusaba para levantarla y devolverle su dignidad.
Viendo el ambiente actual en el que se juega con la mujer y se la explota hasta niveles increíbles, pues se la está despojando de todo lo hermoso y grande que tiene una mujer y haciéndola que acepte ser una pieza de una máquina que solo produce dinero en beneficio de los bancos… Sigo planteándome la postura de la iglesia, que debería ser expresión de Jesús en el siglo que vivimos: ¿cuándo nos vamos a tomar en serio la dignidad de la mujer? ¿Cuándo vamos a escuchar todo lo que la mujer tiene que decir? ¿Cuándo vamos a dejar las estructuras machistas que nos matan a hombres y mujeres?
Pero también me planteo el engaño de esta sociedad en la que se gritan grandes “proclamas” a favor de los derechos de la mujer y se mantiene un discurso con grandes palabras vacías y engañosas en aparente defensa y apoyo a la mujer pero no hay sino demagogia: pues nada se dice y menos se hace, en contra de la imposición del uso del cuerpo y la belleza femenina en anuncios para vender cosas, o como gancho en determinados programas, presentándola como la tonta que hace reír por sus simpladas pero con un cuerpo bonito que es lo único que vende; también se silencia la falta de ayudas sociales, de trabajo, en los estudios a la mujer joven y soltera que decide seguir con su embarazo adelante; una ley del aborto que la deja sola ante su maternidad excluyendo al hombre… Nadie apuesta por la dignidad de la mujer, y estamos viendo que todos la utilizan para sus fines.
La mujer del evangelio rompió todas las reglas y se acercó a Jesús y Él le dio la mano, la miró, se acercó a ella y la hizo sentirse mujer: Este es el punto fuerte del pasaje que nos interpela a todos para que nos planteemos “COMO” miramos a la mujer y “POR QUÉ” se la mira. La respuesta también la da Jesús: su mirada transforma (el cómo) y mira porque ama en lo más profundo, sería el “por qué”. Desde ahí se entiende todo lo demás: el apoyo, la apuesta por la persona y el ponerla como fin y no como medio. ¡Cuánto camino nos falta por recorrer a todos hasta conseguir parecernos a Jesús y llevar a término la revolución que Él inició!

miércoles, 17 de junio de 2009

DOMINGO XII DEL T. ORDINARIO -B-

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de Job 38, 1. 8‑11
Aquí se romperá la arrogancia de tus olas

El Señor habló a Job desde la tormenta: -“¿Quién cerró el mar con una puerta, cuando salía impetuoso del seno materno, cuando le puse nubes por mantillas y nieblas por pañales, cuando le impuse un límite con puertas y cerrojos, y le dije: "Hasta aquí llegarás y no pasarás; aquí se romperá la arrogancia de tus olas?"
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“¿QUÉ PASARÍA SI LO HICIERA?

Lo mismo que la “viña” en la cultura israelí representa al pueblo de Israel, el “MAR” es el símbolo del poder, de la fuerza, de toda la energía del universo creadora, incontrolable, inabarcable… es la imagen que ayuda a imaginar todo el poder de Dios Todopoderoso.
El mar cuando se enfurece es algo terrorífico, capaz de destruir todo lo que se le presente; lo mismo que el mar en calma es una imagen grandiosa de paz de vida, de sosiego...
Dios es dueño y hacedor del mar, de la lluvia, de los terremotos… es el único capaz de controlarlo todo y de dirigir toda esa fuerza, pues Él mismo se la dio.
Si Dios ha sido el creador de todo esto y tiene poder para controlar y dirigir toda esa potencia y energía, necesariamente puede liberar al hombre de cualquier mal y, por tanto, es motivo suficiente para apoyar toda la confianza y la esperanza en Él y perder todo tipo de miedo e inseguridad que nos pueda llevar a dirigir la atención hacia los ídolos que se presentan como poseedores de fuerzas liberadoras.
El creyente no tiene por qué vivir pendiente de fuerzas extrañas que tema que le ataquen. Sabe que el Señor, dueño absoluto de todo el poder está con él y si se dirige a Él lo escucha. Entonces, ¿Cómo se explica la presencia del mal en el mundo, si Dios tiene poder para borrarlo? ¿Es que Dios está alejado del mundo y le importamos poco?
La respuesta que Dios da a Jacob no es explicándole el problema, sino orientándole en otra dirección: Job es una criatura humana, limitada; su razón no alcanza a ver más allá de lo que puede constatar, que es bien poco.
La presencia del mal en el mundo es un misterio que el hombre no alcanza ni a explicar ni a entender; su ciencia, sus esquemas, sus teorías, sus posibilidades… no dan para más; la única posibilidad que tiene es mirar esa realidad desde la fe: aceptando que por encima de todo el más Dios tiene un proyecto distinto al mío y al del mundo y confiar plenamente en Él.
De todas formas, el problema sigue estando en pie a través de toda la historia: “Si Dios puede, ¿Por qué no lo hace, por qué lo deja?”
Pero si lo hiciera, probablemente también tendríamos la misma dificultad: “Si nos ha hecho libres, semejantes a Él ¿Por qué no nos deja que actuemos nosotros?
Está en juego el misterio mismo del ser humano con su libertad, con su capacidad limitada, con su anhelos de transcendencia y hasta su instinto que le lleva a proclamarse el centro del mundo, el dueño y señor de toda la creación, mientras ve que hay un montón de cosas que se escapan a su capacidad, por más que avanza técnicamente, pero ve que siempre le falta mucho para poder ser feliz.


Salmo responsorial Sal 106, 23‑24. 25‑26. 28‑29. 30‑31

R/. Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.
Entraron en naves por el mar,
comerciando por las aguas inmensas.
Contemplaron las obras de Dios,
sus maravillas en el océano. R/.
R/. Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.
Él habló y levantó un viento tormentoso,
que alzaba las olas a lo alto;
subían al cielo, bajaban al abismo,
el estómago revuelto por el mareo. R/.
R/. Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.
Pero gritaron al Señor en su angustia,
y los arrancó de la tribulación.
Apaciguó la tormenta en suave brisa,
y enmudecieron las olas del mar. R/.
R/. Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.
Se alegraron de aquella bonanza,
y él los condujo al ansiado puerto.
Den gracias al Señor por su misericordia,
por las maravillas que hace con los hombres. R/.
R/. Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia.


SEGUNDA LECTURA

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 5, 14‑17
Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado

Hermanos:
Nos apremia el amor de Cristo, al considerar que, si uno murió por todos, todos murieron.
Cristo murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos.
Por tanto, no valoramos a nadie según la carne.
Si alguna vez juzgamos a Cristo según la carne, ahora ya no.
El que es de Cristo es una criatura nueva.
Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado.
Palabra de Dios

REFLEXIÓN

“LA RESPUESTA MÁS REVOLUCIONARIA Y DESCONCERTANTE”

El problema de la presencia del mal, del dolor y del sufrimiento en el mundo también está presente en tiempos de Pablo y él intenta dar su respuesta aunque es algo que nosotros no logramos entender ni abarcar; para Pablo, la única respuesta la encuentra en Cristo: “Él ha muerto por todos nosotros para que los que viven no vivan para si mismos”, es decir: esta realidad misteriosa que tanto nos asusta y nos oprime, no puede ser causa de nuestro hundimiento, pues esa realidad está superada, la muerte ha sido vencida, nosotros saltamos por encima de ella, no es el horizonte de nuestra vida, estamos más allá de la misma muerte, nuestra mirada está puesta en la eternidad, nuestra esperanza no está reducida a cosas materiales, inmediatas.
Por eso, un verdadero cristiano resulta siempre para el mundo una especie de incógnita sin posible solución para los parámetros del mundo, era la expresión de un periodista ante la presencia y la labor de la madre Teresa de Calcuta: “Hermana, yo no haría eso que usted hace por todo el dinero del mundo” y la respuesta inmediata y tajante de ella: “¡Ni yo tampoco!”
La donación gratuita a los otros sin esperar recompensa es la respuesta más eficaz y y desconcertante al misterio del mal: “Donde hay odio ponga yo amor, donde hay guerra ponga yo la paz, donde hay mentira ponga yo la verdad, donde haya venganza ponga yo el perdón…” Porque sabemos que el mal no puede producir otra cosa que sufrimiento, pero nosotros no nos quedamos anclados en eso.
El criterio humano nos lleva a responder con el “ojo por ojo y diente por diente”, porque el criterio humano, la ciencia humana considera al otro como una cosa, como un instrumento para conseguir fines humanos, en cambio el criterio de Dios es otro: al hombre lo considera el único fin y todo lo demás que nos ocurre o que tenemos nos ha de servir como instrumento para que el ser humano se realice, incluso el mal.
Esta forma de mirar y de enfrentarse al mundo únicamente es posible desde la fe en Jesús muerto y resucitado que nos lleva a emplear a fondo nuestras vidas, sabiendo que la muerte no es el final del camino, sino el principio de lo que es definitivo para nosotros.



Aleluya Lc 7, 16
Un gran Profeta ha surgido entre nosotros.
Dios ha visitado a su pueblo.



EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Marcos 4, 35‑40
¿Quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!

Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos:
-“Vamos a la otra orilla.”
Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó un fuerte huracán, y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba a popa, dormido sobre un almohadón. Lo despertaron, diciéndole:
-“Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?”
Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago:
-“¡Silencio, cállate!”
El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo:
-“¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aun no tenéis fe?”
Se quedaron espantados y se decían unos a otros:
-“¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen¡”
Palabra del Señor.


REFLEXIÓN

“¿ADÓNDE PENSÁIS LLEGAR ASÍ?
El pasaje de S. Marcos está enmarcado en el mismo ambiente del libro de Job: el “mar” es el símbolo de la potencia de Dios sobre todas las fuerzas naturales, y en esa mentalidad aparece Cristo dando ordenes y apaciguando el mar que se somete a su mandato dejando estupefactos a los apóstoles: “¿Pero quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen¡”
El pasaje evoca el momento en que Moisés actúa sobre las aguas del mar rojo y libera al pueblo; este momento también es parecido al que vive el pueblo: se encuentran al borde del caos, la vida está en peligro: invocan al Señor y él los libra de la muerte segura.
El tema sigue siendo actual, pero habría que plantearlo desde otro ángulo, no desde el ángulo de la experiencia vital de encuentro con Jesús y con su reino, pues esta experiencia la tiene relativamente poca gente, por tanto, no se puede generalizar, aunque aquellos que la viven se convierten en un referente de paz, de amor de fraternidad, de solidaridad… de felicidad.
El planteamiento habría que hacerlo desde nuestra increencia, desde la postura que hemos cogido:
Nos hemos acomodado en lo fácil, no queremos exponer nada, no aceptamos el más mínimo sacrificio, no queremos oír algo que nos pueda mover la conciencia, preferimos no ver nada por aquello de que “ojos que no ven, corazón que no siente”.
Nos hemos instalado en una situación de “ir tirando como sea” procurando las menos complicaciones posibles. La única realidad que constatamos es que todo lo que existe es considerado mi enemigo y hay que defenderse de todo y nos vamos dejando invadir por una sensación de acoso, de huida de dejadez… queremos pasar desapercibidos sin que nadie nos tenga en cuenta para nada, siempre que no nos falte lo que necesitamos para “seguir tirando” y nos vamos acomodando a un modo de vivir en el vacío, en soledad y sin sentido. Yo diría que aquí no se trata de un mar embravecido, sino que se ha secado y nos hemos sentado a la sombra de un arbusto mientras contemplamos, cómo el mundo agoniza en el hambre, en la miseria, en el odio, en la explotación, en el vacío, en la muerte…
Es en esta situación en la que sale Jesús a gritarnos para que salgamos del letargo en el que hemos caído: ¿Todavía seguís creyendo que eso es la salvación para el mundo? ¿Esa es la fe y la esperanza que tenéis? ¿Es posible que sigáis confiando en los políticos después de la corrupción en la que estáis contemplando andan metidos? ¿Es posible que sigáis diciendo que el dinero es la solución o las grandes multinacionales, o las armas… pensando que os vayan a traer la paz, la libertad y la felicidad?
En medio de este “mar embravecido” este sería el reproche que Cristo nos viene a hacer pero no para contestarnos a la invocación que le hacemos pidiendo la salvación porque somos tan estúpidos que seguimos creyendo que tenemos la solución, simplemente nos invita a que nos demos cuenta.
Sin embargo, frente a todo esto, como he dicho antes, tenemos el referente de toda esa gente que confió en el Señor a través de toda la historia y ese gente vuelve a constituirse en la eterna pregunta, parecida a la que levantó Jesús: ¿quién es esta gente y cómo es capaz de vivir de esa manera, siendo libre de esa forma y encontrando la felicidad en la situación en la que se encuentra esa persona?
Mientras la iglesia no genere esa misma pregunta, no estará siendo el sacramento de salvación para el que nació en el mundo

martes, 9 de junio de 2009

CORPUS CHRISTI -B- -O9-


PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del Éxodo 24, 3‑8
Esta es la sangre de la alianza que hace el Señor con vosotros

En aquellos días, Moisés bajó y contó al pueblo todo lo que había dicho el Señor y todos sus mandatos; y el pueblo contestó a una:
-“Haremos todo lo que dice el Señor.”
Moisés puso por escrito todas las palabras del Señor. Se levantó temprano y edificó un altar en la falda del monte, y doce estelas, por las doce tribus de Israel. Y mandó a algunos jóvenes israelitas ofrecer al Señor holocaustos, y vacas como sacrificio de comunión. Tomó la mitad de la sangre, y la puso en vasijas, y la otra mitad la derramó sobre el altar. Después, tomó el documento de la alianza y se lo leyó en alta voz al pueblo, el cual respondió:
-“Haremos todo lo que manda el Señor y lo obedeceremos.”
Tomó Moisés la sangre y roció al pueblo, diciendo:
-“Ésta es la sangre de la alianza que hace el Señor con vosotros, sobre todos estos mandatos.”
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“LA ANTIGUA ALIANZA”

El pueblo de Israel ha vivido en la esclavitud como resultado de su infidelidad; Dios le sale al encuentro y, después de haberle hecho ver cómo se compromete en su liberación, le propone una alianza: Dios se compromete a estar a su lado, a darle todo lo que necesite para salir adelante, no sustituye al pueblo en aquellas cosas que éste debe hacer, sino que se pone a su lado dándole fuerza, ánimo y el coraje que necesita para salir adelante, pero no lo va a anular en el esfuerzo que debe poner ni va a hacer aquellas cosas que el pueblo tiene que hacer.
Dios le plantea las condiciones y el pueblo respondió: “Haremos todo lo que manda el Señor y lo obedeceremos.”
Como signo visible del pacto que Dios ha hecho, Moisés levanta un altar a los pies del monte y sobre ese altar se ofrece un sacrificio de acción de gracias como reconocimiento al bien que Dios ha hecho.
En la medida que el pueblo es fiel a este pacto, gozará del éxito en la tierra, pero también, en la misma medida que es infiel, tendrá que cargar con las consecuencias de la ruptura.
La sangre de los animales sacrificados se asperja sobre el altar y sobre el pueblo, indicando que ambas partes se hacen responsables de aquella sangre por la ruptura del pacto.
Esa misma sangre se convertirá también en fuerza que aliente el compromiso y la fidelidad de ambas partes.
Cuando las circunstancias se vuelven adversas y aprieta la dificultad, será el recuerdo del pacto el que sigue dando ánimos para seguir luchando.
Dios se vincula al pueblo con su promesa y ese vínculo seguirá vivo mientras el pueblo se mantenga fiel y cumpla las cláusulas establecidas.
Hay una cuestión que queda en el aire: en nuestros días, cuando expresamente se han despreciado los diez mandamientos como referentes de nuestra cultura y se ha aceptado el relativismo, que es la anarquía total… ¿Qué ocurrirá?
Es cierto que esa Alianza del Sinaí quedó ya superada con la Nueva Alianza que hizo Cristo, pero en ningún momento la nueva alianza borró lo establecido en la Antigua, pues la Nueva Alianza presupone las bases que pone la Antigua, que no hace sino establecer los mínimos para ser persona y, sobre esos mínimos, Cristo establece el AMOR y las BIENAVENTURANZAS como cláusulas de la nueva Alianza. Pero ¿qué poder hacer cuando se quitan las bases de la antigua alianza y se desprecia y desconoce la nueva ?

Salmo responsorial Sal 115,12‑13.15 y 16bc. 17‑18 (R/.:13)

R/. Alzaré la copa de la salvación, invocando el nombre del Señor.

¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación, invocando su nombre. R/.
R/. Alzaré la copa de la salvación, invocando el nombre del Señor.
Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo, hijo de tu esclava;
rompiste mis cadenas. R/.
R/. Alzaré la copa de la salvación, invocando el nombre del Señor.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo. R/.
R/. Alzaré la copa de la salvación, invocando el nombre del Señor.


SEGUNDA LECTURA

Lectura de la carta a los Hebreos 9, 11‑15
La sangre de Cristo podrá purificar nuestra conciencia

Hermanos:
Cristo ha venido como sumo sacerdote de los bienes definitivos. Su tabernáculo es más grande y más perfecto: no hecho por manos de hombre, es decir, no de este mundo creado.
No usa sangre de machos cabríos ni de becerros, sino la suya propia; y así ha entrado en el santuario una vez para siempre, consiguiendo la liberación eterna.
Si la sangre de machos cabríos y de toros y el rociar con las cenizas de una becerra tienen el poder de consagrar a los profanos, devolviéndoles la pureza externa, cuánto más la sangre de Cristo, que, en virtud del Espíritu eterno, se ha ofrecido a Dios como sacrificio sin mancha, podrá purificar nuestra conciencia de las obras muertas, llevándonos al culto del Dios
vivo.
Por esa razón, es mediador de una alianza nueva: en ella ha habido una muerte que ha redimido de los pecados cometidos durante la primera alianza; y así los llamados pueden recibir la promesa de la herencia eterna.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

“LAS DOS ALIANZAS”

En la Antigua Alianza Dios le propone al pueblo un pacto: “Yo seré vuestro Dios y estaré a vuestro lado, os defenderé y os haré libres en medio de las naciones si es que vosotros cumplís lo que yo os mando hoy…” Y Moisés hace de intermediario entre Dios y el pueblo; ofrece un animal como sacrificio y la sangre del animal la derrama sobre el altar y sobre el pueblo indicando que quien rompa el pacto es el culpable de aquella sangre y tendrá que responder de las consecuencias. Ambas partes quedan comprometidas en el pacto.
Cada año el sumo sacerdote vuelve a recordar aquel pacto y el culto será lo que renueve su vigencia y hará que se recuperen las fuerzas. Una alianza recupera su fuerza y su valor en el culto, que es donde se actualiza, se personaliza, y se celebra.
En la Nueva alianza queda superado todo: Dios mismo se ha bajado, ha asumido la naturaleza humana que estaba rota, la ha elevado a la dignidad de Dios haciendo a la naturaleza humana partícipe de la naturaleza divina. Dios mismo es el juez y la víctima. Ha quedado saldada para siempre la antigua deuda.
El hombre ya no tendrá que renovar cada año el pacto ni tendrá que hacer más ritos expiatorios, simplemente tendrá que vivir en consonancia con esta nueva naturaleza que Dios le ha regalado. Este será el culto que tendrá que rendir: su misma vida, que será la manifestación de Dios.
En la Nueva Alianza es Cristo el protagonista; su sangre y su sacrificio es la clave y el fundamento de todo; aquí no se trata de “Renovar” la antigua alianza, sino de una alianza completamente nueva, pues hay un nuevo sacrificio, unas nuevas cláusulas, un nuevo mediador.
La muerte de Cristo ha roto los antiguos esquemas rituales; el mismo mediador se ha ofrecido como víctima expiatoria, con lo cual ha sido la misma humanidad que se ofrece a Dios; la sangre del sacrificio ya no es asperjada, sino ofrecida al pueblo como bebida, como fuerza y éste, al aceptarla, se hace parte de la víctima, es la forma de decir o responder como en la antigua alianza: “Haremos todo lo que manda el Señor y lo obedeceremos.”


Aleluya Jn 6, 51
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo
-dice el Señor-; el que coma de este pan vivirá para siempre.


EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Marcos 14, 12‑16. 22‑26
Esto es mi cuerpo. Ésta es mi sangre

El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos:
-“¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?”
Él envió a dos discípulos, diciéndoles:
-“Id a la ciudad, encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo y, en la casa en que entre, decidle al dueño: “El Maestro pregunta: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?”
Os enseñará una sala grande en el piso de arriba, arreglada con divanes. Preparadnos allí la cena.”
Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la cena de Pascua.
Mientras comían, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio, diciendo:
-“Tomad, esto es mi cuerpo.”
Cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias, se la dio, y todos bebieron.
Y les dijo:
-“Esta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos. Os aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios.”
Después de cantar el salmo, salieron para el monte de los Olivos.
Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

“LA EUCARISTÍA ES LA NUEVA ALIANZA”

La fiesta del CORPUS es un desdoble del Jueves Santo: en aquella celebración se concentran muchas cosas importantes y es bueno tomar conciencia con más tranquilidad de cada una de ellas.
En esta celebración nos acercamos a lo que es “Columna vertebral” de la vida cristiana: LA EUCARISTÍA o la “Nueva Alianza” que es la que conforma el “Nuevo Pueblo” (la iglesia)
La celebración está enmarcada en un ambiente pascual de la antigua alianza, es decir: es el mismo clima de liberación, de compromiso el que la envuelve, son las mismas bases las que están presentes: la gratuidad por parte de Dios, el compromiso de fidelidad a lo pactado, pero aquí hay algo que cambia radicalmente: la sangre que e ha derramado como víctima es la del mismo Dios a quien está dirigido el sacrificio de expiación y acción de gracias. El que hace de intermediario de la Alianza es el mismo Dios que se sacrifica. Ahora queda todo en manos del pueblo que se hará responsable de todo, pues Dios ha puesto ya todo de su parte.
Necesariamente, un momento de estos nos tiene que llevar a una reflexión profunda y a una revisión constante de nuestra postura, puesto que la de Dios ha quedado clarísima: Él ha recuperado nuestra naturaleza caída, la elevado a la dignidad de “Hijos de Dios”, ha comprometido su presencia haciéndose alimento, bebida, fuerza, alegría, coraje para el camino; en Él y con Él nos lo ha dado todo para que construyamos la unidad en el amor, la verdad y la justicia y vivamos felices, que es su máximo deseo y el mejor de los cultos que le podemos rendir, el culto de la vida y de la felicidad.
El nuevo pueblo, la iglesia se convierte en sacramento para el mundo de esta nueva realidad.
Pero volvemos al mismo punto de siempre: la verdad está ahí como un referente luminoso, pero la realidad está tan lejos de ese referente en tantos momentos…
No puedo dejar de analizar ante el mensaje que nos trae la celebración de hoy, el acontecimiento que acabamos de vivir en este mes que ha pasado en el que cada semana ha participado por vez primera en la Eucaristía un grupo de niños, no solo de esta parroquia, sino de todas. ¿En qué se ha parecido lo que hemos celebrado a la Alianza que Cristo ha establecido con su iglesia?
Para que podamos hacernos una idea, basta como botón de muestra un dato: la primera comunión la han hecho este año en nuestra parroquia 60 niños y al domingo siguiente han vuelto 10 y sus padres dicen que no pueden obligar a sus hijos a hacer algo que no les gusta o que tienen otras cosas más importantes qué hacer. ¿Y hace una semana sí se le podía obligar, sí le gustaba y era importante lo que iba a hacer?
Puede la iglesia seguir manteniendo y justificando estas cosas y decir que está siendo fiel a la Alianza que Cristo hizo? No se puede permanecer con los ojos cerrados viendo luz en donde no hay más que oscuridad.

miércoles, 3 de junio de 2009

SANTÍSIMA TRINIDAD -B-

PRIMERA LECTURA

Lectura del libro del Deuteronomio 4, 32‑34. 39‑40
El Señor es el único Dios, allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro

Moisés habló al pueblo, diciendo:
-“Pregunta, pregunta a los tiempos antiguos, que te han precedido, desde el día en que Dios creó al hombre sobre la tierra: ¿hubo jamás, desde un extremo al otro del cielo, palabra tan grande como ésta?; )se oyó cosa semejante?; ¿hay algún pueblo que haya oído, como tú has oído, la voz del Dios vivo, hablando desde el fuego, y haya sobrevivido?; ¿algún Dios intentó jamás venir a buscarse una nación entre las otras por medio de pruebas, signos, prodigios y guerra, con mano fuerte y brazo poderoso, por grandes terrores, como todo lo que el Señor, vuestro Dios, hizo con vosotros en Egipto, ante vuestros ojos?
Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón, que el Señor es el único Dios, allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro. Guarda los preceptos y mandamientos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz, tú y tus hijos después de ti, y prolongues tus días en el suelo que el Señor, tu Dios, te da para siempre.”
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN

“LA EXPERIENCIA DE CERCANÍA DE DIOS”

Moisés, para poder mantener el ánimo y la tranquilidad en el pueblo, tiene que estar echando mano constantemente a la historia y a la experiencia que ellos mismos han vivido; esa experiencia y esa historia del pueblo se convierte en lugar de encuentro y de revelación de Dios: han sentido a Dios cercano, a su lado, la lo han podido constatar: Dios lo han sentido de una forma muy clara presente, les ha ayudado a salir de Egipto, lo han constatado presente en muchos momentos claves de sus vidas… Esta es la realidad base en la que se fundan y en la que se apoya el caminar del pueblo. ¿Por qué desconfiar de Dios y pensar que en el futuro no vaya a seguir estando a su lado si tienen la experiencia del pasado?
Basado en esta experiencia, invita al pueblo a compararse con otros pueblos de la tierra que conocen y que viven de espaldas a Dios, para que puedan ver la diferencia ¿quién de ellos puede contar hechos y posee la experiencia que tienen ellos?
Es justamente esta experiencia de encuentro y cercanía con Dios la que hace que las personas de fe y los guías de Israel no pierdan la fe y la confianza en Dios y se mantengan en pie, incluso en momentos dificilísimos en los que todo parece llagar a su fin, como ocurrió en la época en la que el pueblo es deportado a Babilonia o en el tiempo de los Macabeos. De no haber tenido esta experiencia de encuentro directo con Dios, todo se hubiera venido abajo.
Pero en el pueblo de Israel, como en el nuestro actual, sigue estando latente la misma dificultad de siempre: la gran facilidad que tiene el ser humano para olvidar la historia y no aceptar la experiencia vivida por otros, pues cada uno se cree tan fuerte e interesante que está convencido que él hará las cosas mejor que los demás y, a él no le ocurrirán las cosas que a los otros., de ahí el dicho de que nadie quiere experimentar en cabeza ajena.
El problema fuerte se presenta para las generaciones que no tienen nada que olvidar porque no han vivido nada y a las que se les ha negado la historia y la experiencia de Dios; esta generación llega a encontrarse a la deriva sin un punto de apoyo en qué sostenerse ni un referente a dónde mirar.

Salmo responsorial 32, 4‑5. 6 y 9. 18‑19. 20 y 22 (R/.: 12b)

R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.
La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R/.
R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.
La palabra del Señor hizo el cielo;
el aliento de su boca, sus ejércitos,
porque él lo dijo, y existió,
él lo mandó, y surgió. R/.
R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.
Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R/.
R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.
Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R/.
R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.


SEGUNDA LECTURA


Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 14‑17
Habéis recibido un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: *(Abba!+ (Padre)

Hermanos:
Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios.
Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: “¡Abba!” (Padre).
Ese Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos de Dios; y, si somos hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, ya que sufrimos con él para ser también con él glorificados.
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN

“SER COHERENTES CON EL AMOR DE DIOS”

Este pasaje que nos presenta hoy la liturgia es como el broche de oro que S. Pablo pone a todo el capítulo 8 de la carta a los romanos; es un canto de acción de gracias por todo lo que Dios ha hecho con el hombre: lo ha hecho “Hijo suyo” y le ha dado a Jesucristo que es el camino para que todo bautizado se identifique con él y participe en su resurrección y se relacione con Él con la misma facilidad que lo hace con su padre.
Ese Espíritu de Cristo ha sido regalado a los creyentes y vive en cada uno y el fruto primero de esta realidad es la filiación, por eso podemos llamar Padre a Dios con toda tranquilidad, como lo hacen los hijos.
Esta realidad, completamente nueva, es obra del Espíritu Santo, pues nadie podría arrogarse esta capacidad.
Ser Hijo de Dios es ya tener como herencia la vida eterna y gozar de los bienes de la divinidad. Pero esta realidad exige vivir como hijos de Dios, de acuerdo al modelo que nos dejó Jesús y ahí es donde todo este discurso tan bonito que venimos desarrollando empieza a complicarse.
Pablo no entiende que una persona que está llena del Espíritu de Dios, pueda vivir de forma contraria a Dios; que una persona que se siente hija de Dios sea movida por un espíritu diferente y actúe contrariamente a su padre. Jesús también lo decía: “Un árbol bueno no puede dar frutos malos, de la misma manera un árbol malo no puede dar frutos buenos”
La consecuencia inmediata de la presencia del Espíritu es la filiación divina y el poder dirigirse a Dios sin miedo, como verdaderos hijos, y la respuesta lógica e inmediata será el vivir como hijos y la toma de conciencia de esta realidad.
Pero como ocurre a todo hijo, el vivir esa realidad lleva consigo tratar a su padre como tal y dejarse amar por él, pero desgraciadamente, con Dios solemos hacer lo mismo que hacemos con nuestros padres: el hecho de ser hijos no asegura que sintamos, tratemos y vivamos como tales con respecto a nuestros padres.

Aleluya Ap 1, 8
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,
al Dios que es, que era y que viene.



EVANGELIO


Lectura del santo evangelio según san Mateo 28, 16‑20
Bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo: -“Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.”
Palabra del Señor.


REFLEXIÓN

“DIOS ES UNA REALIDAD VITAL”

El capítulo 28 es el final del evangelio de S. Mateo. Aquí enmarca toda la obra de Jesús y lo que pone el broche de oro a todos los milagros, a todas las palabras y a todo lo que ha hecho y vivido Jesús en su vida: Él es Dios y actúa en nombre del Padre con la fuerza del Espíritu de Dios: tres personas distintas y un solo Dios que vive y actúa en absoluta unidad de amor, de igualdad, y de verdad, por eso, su presencia es siempre la PAZ.
Hablar de Dios “TRINO” (comunidad de tres personas que viven en absoluta igualdad, que las mueve un único amor, que la verdad es la luz que las ilumina a las tres) es hablar de todo esto que conforma su realidad y es la única manera de que podamos hacernos una idea de su realidad y de su presencia: no podemos entender el misterio, pero sí tenemos idea y entendemos de lo que es su realidad: lo que es el amor; sí sabemos lo que es la justicia, lo que es vivir de cara a la verdad… De todo esto tenemos experiencia y cuando esto lo constatamos, es a Dios a quien percibimos.
Entonces, ¿qué ha ocurrido para que haya tanta gente que se avergüence de hablar de Dios, incluso llamándose cristiano? Es muy probable que la imagen que tienen de Dios es la de un fantasma que se presenta prepotente, poderoso, tirano, que no deja que el hombre viva feliz y libre. Su rebeldía contra Dios es contra este fantasma avasallador.
Si Dios fuera así ya habría exterminado el mundo. Dios no es ese ogro tirano, satisfecho con su poder que se complace fastidiando a los hombres, no goza montando espectáculos que nos dejen con la boca abierta… Dios no es nada de eso, es tan sencillo que ni siquiera se enfada de que no lo reconozcamos, porque realmente le importa es que vivamos.
Con toda seguridad, muchos cambiarían su actitud frente a Dios si descubrieran que la idea que tienen de Él es totalmente falsa y degradada, pues ¿quién no cree en el amor y desea amar y ser amado?, ¿quién no ama la verdad y la justicia? ¿Cómo poder admitir la guerra, el odio, la violencia, la corrupción… como forma de existencia? Sin embargo, hemos degradado tanto la imagen de Dios que todo esto lo percibimos como algo que no tiene que ver nada con Él.
Si queremos ver reflejada la imagen de Dios, es cuestión de aterrizar en una de las realidades humanas que se apoya justamente en estos mismos valores: la familia: el matrimonio se fundamentan en el amor entre la pareja, que después ese amor se expresa en los hijos.
Para que pueda mantenerse este amor, se establece la igualdad entre todos los miembros de la familia y la verdad tiene que ser la norma de la convivencia, esto nos dará como resultado una familia que vive en alegría y en paz. Como la TRINIDAD de Dios. Por eso S. Pablo dirá que este sacramento lo remite a Dios.