miércoles, 30 de julio de 2008

DOMINGO DIECIOCHO DEL T. O. -A-

Lectura del profeta Isaías 55,1‑3
Venid y comed

Así dice el Señor: "Oíd, sedientos todos, acudid por agua, también los que no tenéis dinero: venid, comprad trigo, comed sin pagar vino y leche de balde. ¿Por qué gastáis dinero en lo que no alimenta, y el salario en lo que no da hartura? Escuchadme atentos y comeréis bien, saborearéis platos sustanciosos. Inclinad el oído, venid a mí: escuchadme, y viviréis. Sellaré con vosotros alianza perpetua, la promesa que aseguré a David."
Palabra de Dios


REFLEXIÓN-

“¿Para qué buscar donde no se encuentra?”
El pueblo está en el destierro, ha caído en una profunda depresión y el horizonte lo ha perdido; en esta situación el profeta lanza una llamada a la esperanza: Dios está viendo el dolor y la desesperación de su pueblo y no puede permanecer indiferente, se conmueve y lanza la llamada a la esperanza, pues Él va a poner su mano de forma absolutamente gratuita, solo les va a pedir que ellos hagan el esfuerzo de acoger lo que Él les da: les ofrece trigo, que representa el PAN, el alimento principal que va a sostenes sus vidas físicas, pero va a ser también el pan que alimente la vida espiritual que es la que da la fuerza y el sentido a la lucha que van a hacer, ese “pan” será Cristo.
Les ofrece también AGUA que es el principio y fundamento de la vida, VINO que es el signo de la alegría y del entusiasmo que caracterizará el banquete mesiánico.
La LECHE, en la Sda. Escritura está asociada a la abundancia de bienes que Dios da y que son el consuelo y el signo de la seguridad de Dios que no abandona
El pueblo está necesitando no solo la comida material, sino la que alimenta el espíritu que será la que le haga levantarse y salir de la situación en la que ha entrado.
Un pueblo puede entrar en situaciones de desastre y hundimiento y de todas puede salir; sin lugar a duda la peor situación es cuando pierde la moral, se viene abajo y ya no tiene recursos espirituales para encontrarle sentido a nada de lo que hace: cuando el pueblo pierde el sentido de la gratuidad y de la alegría en hacer las cosas bien hechas y en que sean disfrutadas por los demás, se convierte en un signo de miseria y ruindad; cuando pierde el sentido de la honradez y la lealtad y no entiende que la palabra de un hombre es un contrato y tiene toda la fuerza de la persona, entonces es necesario poner la ley por medio porque el hombre ya no actúa como un ser libre, sino como un esclavo, a fuerza de ley.
Cuando el hombre pierde el sentido de la fidelidad y pierde todos los referentes de la vida se convierte en un ser peligroso del que no te puedes fiar para nada, pues lo que dice en un momento no tiene valor ninguno ya que puede cambiar todo al momento siguiente dependiendo de las circunstancias que lo rodean.
El hombre necesita siempre un horizonte al que dirigirse; referentes donde mirar y autoevaluarse, si quita a Dios de su vida, el horizonte rápidamente lo ocupa el dinero y como referente se pone el mismo hombre, con lo que se convierte en un egoísta exacerbado.

Salmo responsorial: 144

Abres tú la mano, Señor, y nos sacias de favores.
El Señor es clemente y misericordioso, /
lento a la cólera y rico en piedad; /
el Señor es bueno con todos, /
es cariñoso con todas sus criaturas. R.
Abres tú la mano, Señor, y nos sacias de favores.
Los ojos de todos te están aguardando, /
tú les das la comida a su tiempo; /
abres tú la mano, / y sacias de favores a todo viviente. R.
Abres tú la mano, Señor, y nos sacias de favores.
El Señor es justo en todos sus caminos, /
es bondadoso en todas sus acciones; /
cerca está el Señor de los que lo invocan, /
de los que lo invocan sinceramente. R.
Abres tú la mano, Señor, y nos sacias de favores.

Lectura de la carta del apóstol S. Pablo a los Romanos 8,35.37‑39
Ninguna criatura podrá apartaros del amor de Dios, manifestado en Cristo

Hermanos: ¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo?: ¿la aflicción?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada? Pero en todo esto vencemos fácilmente por aquel que nos ha amado. Pues estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Palabra de Dios


REFLEXIÓN

“Radicalidad de Dios frente a indecisión humana”
S. Pablo presenta un cuadro de todos los elementos externos que encontramos normalmente en el mundo, que nos atacan y nos hacen tremendamente dificultoso el camino ; son enemigos habituales que el hombre tiene en cualquier cosa que emprende o en cualquier camino que escoja; aparte de todos esos elementos externos ya tiene el hombre interiormente toda una serie de tendencias internas que le invitan, de la misma manera, a apartarse de Dios.
Pues todos esos elementos juntos no representan nada frente a la decisión eterna que Dios tiene para el hombre: nada de eso podrá apartar la decisión y la voluntad explícita que Dios tiene en favor del hombre; es una llamada a favor de la esperanza el saber que aunque todo se nos revuelva en contra y todo se confabule para hundirnos, Dios es fiel y no cambiará su decisión de amarnos.
No obstante, aunque la decisión de Dios sea tan radical, todo puede quedar en el aire el momento en que el hombre decida volverse y dar la espalda a Dios, pues lo mismo que Dios es radical en su decisión, también lo es en su actitud de respeto a la libertad de la persona: nadie va a hacer que Dios no nos ame, pero hay muchas cosas que pueden hacer que yo no acepte el amor que Dios me tiene y que lo ha demostrado en Jesucristo, no perdonándole ni la muerte.
Es una llamada fortísima a la esperanza por la que nos sentimos animados a seguir caminando, a no permanecer hundidos en el bache de la desesperación que nos puede llegar por cualquier circunstancia adversa que la vida nos presenta.



Lectura del santo evangelio según S. Mateo 14,13‑21
Comieron todos hasta quedar satisfechos

En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan, el Bautista, se marchó de allí en barca, a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Al desembarcar, vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle: "Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer." Jesús les replicó: "No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer." Ellos le replicaron: "Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces." Les dijo: "Traédmelos." Mandó a la gente que se recostara en la hierba y, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.
Palabra del Señor


REFLEXIÓN

¡¡ Que cada uno resuelva su problema!!
El relato que nos presenta S. Mt. Nos presenta a una gran muchedumbre necesitada de comida y de una palabra de aliento que le ilumine: se han reunido para escuchar a Jesús; una gran multitud enferma… con necesidades de todo tipo, hasta el punto que Jesús siente lástima de ellos y cura a los enfermos, enseña y consuela al grupo y se preocupa de su situación alimenticia.
Los apóstoles intentan quitarse la preocupación de la manera más fácil: “despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer." Es lo más fácil: que cada uno se las arregle como pueda y resuelva su problema; es exactamente lo mismo que hoy se hace con millones de personas que viven en la pobreza más absoluta codo con codo con los que tienen para derrochar y se pueden permitir desperdiciar y hasta elegir y despreciar y cuando miran al que muere de hambre se dicen: “eso es su problema, que vea cómo se las arregla”.
A esta solución esquiva que dan los apóstoles responde Jesús: "No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer” y rápidamente pone en marcha toda una estrategia de solidaridad: les pregunta ¿qué es lo que tenéis? A lo que ellos responden: “aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces” (el número 7 es un número perfecto que indica la plenitud en cantidad y en calidad, es decir: todo lo que tenían y lo mejor que tenían) y la solución empieza a funcionar el momento en que todos entienden y empiezan a poner cada uno TODO y lo MEJOR que tiene, de esa manera “Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras”
El problema no es la escasez, sino el acaparamiento innecesario y egoísta, la codicia de no sentirse nunca satisfechos que embota el corazón y nos hace insensibles al dolor y a las necesidades de los otros.
Dios ha dado para que sobre y no le falte a nadie, es a nosotros a quienes nos toca repartir y organizar, pero para que esto pueda darse se ha de montar una cultura de solidaridad, de respeto y de vida que es lo único que puede salvar al hombre y hacer que se sienta tenido en cuenta; en una cultura de muerte, el ser humano es una pieza más del sistema que cuenta solo para producir y el momento que no lo hace, se le sustituye y deja de tener valor.
Hoy vuelve Jesús a decirle a la iglesia: “dadles vosotros de comer.", es decir: monta de nuevo la estrategia para que el mundo se convenza que es posible hacer las cosas de otra manera, que se puede mirar desde otro ángulo, hacer que las personas se sientan personas y no piezas de una máquina, hacer entender que no puede haber unos que su gran problema es cómo evitar seguir engordando mientras se hartan de comer y otros no saben qué hacer para sobrevivir; cómo unos tienen en sus manos todos los medios para producir, mientras a otros les falta lo elemental y viven en la extrema miseria.
En medio de este mundo en tinieblas, la iglesia está llamada a ser un signo de solidaridad, de comunión, de apertura a otros horizontes, de esperanza, de acogida y de vida. El momento en que se acomoda a las estructuras de muerte y procura no crear problema se convierte en colaboradora y deja de ser referente de vida para el mundo.

jueves, 24 de julio de 2008

DOMINGO DIECISIETE DEL T. O. -A-



Lectura del libro primero de los Reyes 3,5.7‑12
Pediste discernimiento

En aquellos días, el Señor se apareció en sueños a Salomón y le dijo: "Pídeme lo que quieras." Respondió Salomón: "Señor, Dios mío, tú has hecho que tu siervo suceda a David, mi padre, en el trono, aunque yo soy un muchacho y no sé desenvolverme. Tu siervo se encuentra en medio de tu pueblo, un pueblo inmenso, incontable, innumerable. Da a tu siervo un corazón dócil para gobernar a tu pueblo, para discernir el mal del bien, pues, ¿quién sería capaz de gobernar a este pueblo tan numeroso?" Al Señor le agradó que Salomón hubiera pedido aquello, y Dios le dijo: "Por haber pedido esto y no haber pedido para ti vida larga ni riquezas ni la vida de tus enemigos, sino que pediste discernimiento para escuchar y gobernar, te cumplo tu petición: te doy un corazón sabio e inteligente, como no lo ha habido antes ni lo habrá después de ti."
Palabra de Dios

REFLEXIÓN

SALOMÓN, O EL PODER DE LA HUMILDAD

Salomón se presenta como el hombre sabio y sensato que es capaz de valorar cada cosa en su sitio:
Lo primero que hace es reconocer que él no se merece la dignidad que le han dado: no es más que un joven que le coronan poniendo en sus manos toda la grandeza del reinado de su padre cargado de promesas divinas.
A Salomón no se le sube el poder y la grandeza a la cabeza y en todo momento es consciente que ha sido puesto como servidor de Dios, que ha elegido a su pueblo y a él lo pone a la cabeza para que lo guíe hacia donde Él desea. Salomón tiene bien claro en todo momento que lo que tiene en sus manos no es algo con lo que puede jugar, es propiedad de Dios y ha de realizar perfectamente su misión estando atento a lo que Dios quiere.
No se presenta como alguien que tiene en sus manos la solución de todos los problemas. Se considera más bien alguien que tiene mucho que aprender, que comienza a aprender. Obtener de Dios un «corazón dócil» no significa realmente acumular muchas ideas y muchos saberes, sino la capacidad de ponerse a escuchar.
Esta conciencia de “servidor” de Dios y del pueblo será la que le dé un equilibrio perfecto y por eso, lo más importante para Salomón es saber hacer una verdadera jerarquía de valores, de tal forma que, cuando tiene la posibilidad de pedir, no se deja llevar por la avaricia ni por el deseo de placeres o el ansia de tener gloria y poder, sino por lo que en realidad le va a hacer grande: la capacidad de servir y el espíritu de discernimiento para tomar siempre una decisión acertada Dios le concede «un corazón sabio e inteligente», no un «depósito» de verdades, de recetas y de respuestas prefabricadas, que basta con aplicar.
Esta actitud le hará entrar en la historia como el hombre sabio y prudente.
Sin lugar a duda, esta actitud desapareció en el resto de reyes de Israel que al sentirse dueños del pueblo, lo utilizaron para sus negocios y lo llevaron a la ruina, de la misma manera que sigue ocurriendo en la actualidad: Los aspirantes a la dirección de los pueblos no compiten en la arena de la política por servir al pueblo, sino por tener el poder y manipular al pueblo para sacar adelante los intereses de su partido y los suyos personales, saltándose todos los principios y el derecho de los pueblos y de las personas en beneficio propio, lógicamente, al final siempre salen perdiendo los mismos: los que se encuentran en el extremo de la cuerda.
¡Cuánto bien le haría a todos los dirigentes políticos del mundo entero mirar a Salomón y copiar su actitud ante el pueblo y ante la misión que se les ha encomendado.

Salmo responsorial: 118

¡Cuánto amo tu voluntad, Señor!
Mi porción es el Señor; /
he resuelto guardar tus palabras. /
Más estimo yo los preceptos de tu boca /
que miles de monedas de oro y plata. R.
¡Cuánto amo tu voluntad, Señor!
Que tu bondad me consuele, /
según la promesa hecha a tu siervo; /
cuando me alcance tu compasión, viviré, /
y mis delicias serán tu voluntad. R.
¡Cuánto amo tu voluntad, Señor!
Yo amo tus mandatos /
más que el oro purísimo; /
por eso aprecio tus decretos /
y detesto el camino de la mentira. R.
¡Cuánto amo tu voluntad, Señor!
Tus preceptos son admirables, /
por eso los guarda mi alma; /
la explicación de tus palabras ilumina, /
da inteligencia a los ignorantes. R.
¡Cuánto amo tu voluntad, Señor!

Lectura de la carta de S. Pablo a los Romanos 8,28‑30
Nos predestinó a ser imagen de su Hijo

Hermanos: Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien: a los que ha llamado conforme a su designio. A los que había escogido, Dios los predestinó a ser imagen de su Hijo, para que él fuera el primogénito de muchos hermanos. A los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó.
Palabra de Dios

REFLEXIÓN

LA SUMA DE “CEROS” DA POSITIVO
Dice S. Pablo a los cristianos de Roma: «Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien»; efectivamente: siempre, después que han pasado las cosas, cuando echamos la vista atrás, entonces observamos que Dios nos quiere y que ha sido un enorme bien el que nos ha hecho de una forma que nosotros en el momento no supimos valorar; para poder hacerlo tuvimos que mirar el conjunto y ahí vimos que fue para nuestro bien
No obstante, la forma de hacer las cosas Dios, sigue siendo un secreto, algo que no alcanzamos a ver ni a comprender en un primer momento. Esto da pie a toda una serie de paradojas que humanamente resultan incomprensibles:
Vemos cómo Dios va realizando una transformación de forma callada en cada uno de nosotros. Esta forma de hacer de Dios y el fiarnos nosotros y confiar en Él, que no nos deja ni nos hace daño, es algo que desconcierta.
Seguimos sin ver, nos encontramos con contradicciones y a veces hasta con el mismo escándalo, pues vemos que Dios se calla y aparentemente condesciende y no nos da explicaciones. Y aún así, seguimos dando nuestra confianza, lo mismo que Dios hace con nosotros
No vemos a dónde vamos a llegar, incluso estamos viendo que humanamente es un disparate lo que se está haciendo y a pesar de ello estamos seguros que ha de llegar la solución justa y un resultado positivo dados por Dios.
Desde la fe llegamos a ver como ganancia aquello que son perdidas que nos fastidian desde el punto de vista humano
Llegamos a encajar el que Dios nos diga “sí” a base de “Noes”
Llegamos a creer que el amor es capaz de dar un resultado positivo a una cadena de acciones negativas.


Lectura de santo evangelio según S. Mateo 13,44‑52
Vende todo lo que tiene y compra el campo

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: "El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo.
El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.
[El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto?" Ellos le contestaron: "Sí." Él les dijo: "Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo."]
Palabra del Señor

REFLEXIÓN

“LA GRAN SORPRESA”

Cuando Jesús empieza a hablar del reino de los cielos dice que el encuentro con él es el gran descubrimiento de la vida que lo pone todo en juego y la orienta definitivamente:
Cuenta que se parece al campesino que trabaja en campo ajeno y mientras trabaja se encuentra con un tesoro; se da cuenta que aquello es el gran momento de su vida y no lo deja perder: vende todo lo que tiene y lo invierte en la compra del campo.
La misma cosa ocurre con el comerciante de perlas: esa perla que ha encontrado supero todo lo que tiene y lo que ha imaginado: vende todo lo que tiene y se hace con la perla.
Es decir: el que se encontró con el reino se encontró con todo lo que soñaba y podía imaginar para su vida.
Es interesante que nos demos cuenta de esta dimensión que Jesús pone en el encuentro con el reino que Él viene presentando: no se trata de aceptar una doctrina, unas normas, el asumir unos deberes y unas obligaciones…¡NO! Se trata de algo maravilloso, fascinante, que hace recuperar la ilusión, la alegría, el sentido de la vida… Andrés le dice entusiasmado a su hermano Pedro: “Hemos encontrado al Mesías”. Después del encuentro ya nada va seguir siendo igual.
Otra nota interesante que se desprende de la escucha de lo que nos cuenta Jesús: después que el campesino o el joyero encuentran el tesoro o la perla, no son dos cosas más que ambos unen a lo que tenían, no. Ambos vendieron todo lo que tenían y se apoderaron del tesoro que sería el que cambiara sus vidas, pues el resto de cosas que antes poseían las consideraron una porquería al lado de lo que habían conseguido.
Esto da como consecuencia que el reino no es “una cosa” que se posee junto a otras y que se puede ir acumulando, dando así la posibilidad de tener el reino y seguir luchando en otros proyectos, incluso contrarios al reino, o lo que es peor, utilizando el reino para conseguir otras cosas.
También se desprende de la lectura que el haber optado por el reino no significa renunciar a otros bienes a los que se puede estar añorando, o sintiendo dolor de haberlos dejado.
Por último es momento de que nos planteemos algo que es fundamental: el habernos encontrado con Cristo no es haber encontrado la posibilidad de obtener beneficios de ningún tipo, ni la posibilidad de conquistar prestigio, puestos de poder, honores ni ganancias de ningún tipo. El gran tesoro y la ganancia sin referente es el mismo JESUCRISTO.
Cuando en nombre de Jesucristo nos dedicamos a adquirir otras cosas: puestos, honores, prestigio, títulos, dinero, poder…el reino no solo no es un sorpresa, sino que se considera una estupidez el fomentarlo.
Y puede ocurrir que sepamos describir muy bien en que consiste el tesoro, explicarlo, incluso organizar debates sobre el tema, pero no somos capaces de hacerlo algo que implique nuestra vida. Pero Dios ama a los que exponen y se juegan la vida, y no a aquellos que se limitan a adquirir muchos conocimientos y a establecer reglas de juego, a hablar y a decir cómo hay que comportarse

jueves, 17 de julio de 2008

DOMINGO DIECISEIS DEL T. O. -A-

Lectura del libro de la Sabiduría 12,13.16‑19
En el pecado, das lugar al arrepentimiento

Fuera de ti, no hay otro dios al cuidado de todo, ante quien tengas que justificar tu sentencia. Tu poder es el principio de la justicia, y tu soberanía universal te hace perdonar a todos. Tú demuestras tu fuerza a los que dudan de tu poder total, y reprimes la audacia de los que no lo conocen. Tú, poderoso soberano, juzgas con moderación y nos gobiernas con gran indulgencia, porque puedes hacer cuanto quieres. Obrando así, enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser humano, y diste a tus hijos la dulce esperanza de que, en el pecado, das lugar al arrepentimiento.
Palabra de Dios

REFLEXIÓN

¿POR QUÉ NO CASTIGA DIOS A LOS MALVADOS?
En el trasfondo del pasaje subyace una pregunta que el autor se hace y que también se hace todo el mundo: ¿cómo es que Dios no castiga y extermina a todos los malhechores y a todos los que hacen daño a su pueblo?
Es también la pregunta que todos nos hacemos y el deseo que todos tenemos de que Dios responda a nuestros juicios y a nuestros esquemas, pero el autor del libro de la sabiduría reconoce que Dios no funciona según nuestros intereses y nuestros esquemas.
Dios no tiene por qué funcionar de acuerdo a nuestros esquemas ni sus intereses son los nuestros; Él actúa de acuerdo a lo que Él es: LA JUSTICIA y juzga con criterios de justicia y no de venganza ni de partidismo: si actuara como a mi me gusta, estoy seguro que lo estaría haciendo contrariamente a como piensa el que tengo en frente.
Por otro lado, a Dios lo único que le interesa y quiere es la salvación del hombre, por eso actúa con una pedagogía especial esperando con paciencia a que el hombre se dé cuenta de su error y cambie, no le importa los años que tenga que esperar, Él es el dueño del tiempo.
El hombre, está metido dentro de una dinámica natural de la naturaleza que Dios respeta; tiene sus días contados en esta tierra, y tiene que morir como todo ser que habita en ella; eso no lo va a impedir Dios, lo acepta porque ese es el ritmo que le ha impuesto a la naturaleza, pero mientras vivimos es tiempo de gracia, posibilidad que el Señor nos va dando de cambiar, de convertirnos a Él, de darnos cuenta de nuestra equivocación…
Y Dios, que es justo, respeta al máximo las decisiones del hombre, por eso, si éste decide perderse y no volver la cara a quien desea su salvación, Dios se queda esperando y –si es que podemos utilizar este lenguaje para Dios- llorando al ver la obstinación del hombre que se empecina en su ignorancia.

Salmo responsorial: 85

Tú, Señor, eres bueno y clemente.
Tú, Señor, eres bueno y clemente, /
rico en misericordia con los que te invocan. /
Señor, escucha mi oración, /
atiende a la voz de mi súplica. R.
Tú, Señor, eres bueno y clemente.
Todos los pueblos vendrán /
a postrarse en tu presencia, Señor; /
bendecirán tu nombre: /
"Grande eres tú, y haces maravillas; /
tú eres el único Dios." R.
Tú, Señor, eres bueno y clemente.
Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso, /
lento a la cólera, rico en piedad y leal, /
mírame, ten compasión de mí. R
Tú, Señor, eres bueno y clemente..

Lectura de la carta de S. Pablo a los Romanos 8,26‑27
El Espíritu intercede con gemidos inefables

Hermanos: El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables. Y el que escudriña los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu, y que su intercesión por los santos es según Dios
Palabra de Dios


REFLEXIÓN

LA PACIENCIA DE DIOS
Dios comprende nuestra situación, sabe que somos débiles y que el mundo donde vivimos nos pone muchas veces las cosas difíciles, hasta el punto que muchas veces no sabemos distinguir entre el bien y el mal y menos aún entre lo que nos conviene y lo que nos hace daño, de hecho no es la primera vez que apostamos por aquello que nos destruye antes que por lo que nos puede dar la vida.
De ahí que, la peor equivocación que podemos cometer en la vida es cerrarnos al Espíritu Santo y no dejar que Dios nos quiera, no ponernos en disposición de encuentro con Dios, abiertos a todo lo que nos puede sugerir el Espíritu, pues Él es el que nos mueve, nos da fuerza y nos alienta a seguir caminando por la vida

Lectura del santo evangelio según S. Mateo 13,24‑43
Dejadlos crecer juntos hasta la siega

En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente: "El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, su enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo: "Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?" Él les dijo: "Un enemigo lo ha hecho." Los criados le preguntaron: "¿Quieres que vayamos a arrancarla?" Pero él les respondió: "No, que, al arrancar la cizaña, podríais arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y, cuando llegue la siega, diré a los segadores: 'Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero.'""
[Les propuso esta otra parábola: "El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas, y vienen los pájaros a anidar en sus ramas."
Les dijo otra parábola: "El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, y basta para que todo fermente."
Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del profeta: "Abriré mi boca diciendo parábolas, anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo." Luego dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle: "Acláranos la parábola de la cizaña en el campo." Él les contestó: "El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles. Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será al fin del tiempo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga."]
Palabra del Señor

REFLEXIÓN

“CONDENADOS A VIVIR JUNTOS”
Jesús continúa en la misma onda del domingo anterior: nos planteaba la invitación a que cada uno examinara la clase de terreno que era para ver la respuesta que estaba dando a la semilla de la Palabra que caía en él.
Hoy plantea una segunda parte de la parábola: la Palabra de Dios es como el agua que genera vida y es cuestión de dejarla que ella misma la engendre, pero dentro del terreno, (el corazón del hombre), existe también otra semilla que va como componente del terreno, que no hace falta que la siembre nadie: el odio y la violencia, la avaricia y la codicia, la envidia, la pereza, la soberbia, la lujuria… y, además, el ambiente del sistema que favorece y acelera la germinación de todas estas malas hierbas: es cuestión de que las dejes una noche y crecen solas con una fuerza enorme, no hace falta que nadie las anime, basta con que se las deje crecer y solitas ahogan cualquier cosa que se haya sembrado a su lado, hay que estar atentos para no dejarlas crecer. Los agricultores o las personas que trabajan un poco en el campo conocen perfectamente estas hierbas que por más que les haces no logras exterminarlas.
Jesús cuenta en la parábola que se sembró una excelente semilla, pero cuando empezó a nacer se dieron cuenta que junto a ella había nacido otra que no se había sembrado, esa otra semilla era la fuerza del mal que está en el mundo y crece junto a la del reino. ¿Qué hacer con ella? La tentación inmediata es arrancarla, pero el problema es el siguiente: ¿Quién es el que decide lo que es buena semilla y lo que es mala? Pues podemos encontrar las mismas razones para calificar de buena o mala tanto una como otra, todo dependerá de quién hace la valoración y en qué se basa para calificar de "buena" o "mala" una planta, por tanto, existe el peligro de arrancarlo todo.
No queda más remedio que dejarlo que crezca todo junto, al final quedará el buen grano a la luz de todos y la semilla falsa también quedará como algo negativo. Constantemente estamos viendo cómo la historia nos lo va diciendo: con el tiempo vemos perfectamente aquello que hundió a la persona o a la sociedad y vemos también lo que la elevó y la salvó. Por ejemplo: hoy se está llamando “Progreso” a la ruptura de todos los valores tradicionales: la honradez, la paz, la justicia, el respeto, la vida, el orden, la libertad, el amor, la solidaridad… Y se está poniendo el dinero como único y supremo valor; para sostenerlo se está utilizando una estrategia de vaciar el contenido de las palabras y se sigue utilizando los mismos términos, pero cambiándolos de contenido y a los contenidos se les llama de otra forma, con lo que la gente queda desconcertada, por ejemplo: al aborto se le llama el derecho a interrumpir el embarazo, a la eutanasia, se le llama el derecho a una muerte digna, a la esclavitud se le llama flexibilidad en el horario laboral y así vemos cómo se juega con las palabras y cómo todo se le adorna con la expresión “lucha por el respeto de los derechos humanos”…
Al final, todo quedará patente y se verá lo que era progreso y lo que era retroceso: el resultado es la destrucción de los pueblos y la muerte de la cultura y de las personas, o será el nacimiento de un nuevo orden de paz y de felicidad: A Jesús lo mataron por decir que todos somos hijos de Dios y, por lo tanto, iguales en dignidad; por decir que Dios es un “Abba” y que es el único que salva... y lo arrancaron de la sociedad porque fue considerado mala semilla.
De todas formas, ninguno de nosotros podemos decir que no nos interesa el tema, que es algo que no nos compete todo esto que pasa a nuestro alrededor. Todos somos cómplices o adversarios, dependerá de la postura que tomemos. Por eso el Señor termina diciendo: “El que tenga oídos que oiga”, es decir: que cada uno vea qué postura es la que tiene frente a lo que está viviendo.

miércoles, 9 de julio de 2008

DOMINGO QUINCE DE T. O. -A-


Lectura del profeta Isaías 55,10‑11
La lluvia hace germinar la tierra

Así dice el Señor: "Como bajan la lluvia y la nieve del cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo."
Palabra de Dios

REFLEXIÓN:
Mientras nosotros vivimos marcados por el pragmatismo y no aceptamos más que aquello que se puede pesar, medir y contar, el profeta viene a expresar que hay algo que escapa a nuestras posibilidades y a nuestros cálculos, algo que está más allá de lo material: la Palabra de Dios que es fuerza viva, que por sí misma tiene una fuerza y un dinamismo que no depende de nuestros cálculos y de nuestros planes.
Esta realidad es algo que sobrepasa todas nuestras expectativas. El profeta utiliza un ejemplo sencillísimos que entiende todo el mundo: el agua cae y moja y en su humedad va insertada la vida que fecundará allí donde entre. El que la vida que lleva se desarrolle más o menos, eso será otra historia que dependerá de muchas circunstancias del terreno y de la misma vida.
Lo nuestro será dejar que esa palabra se oiga, entre en el oído de la gente, el resto ya se encarga la misma palabra de hacerlo: ella se encarga de entrar en el corazón y “mojar”
Es muy importante tener esto siempre presente; nosotros no tenemos autoridad para decir si vale la pena o no, si va a ser eficaz o no. Si ponemos el ejemplo de un micrófono, podremos ver cómo éste únicamente se limita a reproducir el mensaje de aquel que lo utiliza, haciendo que llegue a los oídos de los que escuchan. Lo único que deberíamos hacer es procurar la limpieza y nitidez de la palabra, para que llegue sin distorsiones; ya tendrá bastantes distorsiones cuando entre en el corazón del hombre y éste la interprete, la acepte, la desprecie, la acoja o la ignore… pero todo esto ya dependerá de cada uno, que tendrá que responder de lo que ha hecho con esa semilla de vida que germinó en su corazón.


Salmo responsorial: 64

La semilla cayó en tierra buena y dio fruto.

Tú cuidas de la tierra, la riegas /
y la enriqueces sin medida; /
la acequia de Dios va llena de agua, /
preparas los trigales. R.
La semilla cayó en tierra buena y dio fruto.
Riegas los surcos, igualas los terrones, /
tu llovizna los deja mullidos, /
bendices sus brotes. R.
La semilla cayó en tierra buena y dio fruto.
Coronas el año con tus bienes, /
tus carriles rezuman abundancia; /
rezuman los pastos del páramo, /
y las colinas se orlan de alegría. R.
La semilla cayó en tierra buena y dio fruto.
Las praderas se cubren de rebaños, /
y los valles se visten de mieses, /
que aclaman y cantan. R.
La semilla cayó en tierra buena y dio fruto.


Lectura de la carta de S. Pablo a los Romanos 8,18‑23
La creación, expectante, está aguardando la plena manifestación de los hijos de Dios

Hermanos: Sostengo que los sufrimientos de ahora no pesan lo que la gloria que un día se nos descubrirá. Porque la creación, expectante, está aguardando la plena manifestación de los hijos de Dios; ella fue sometida a la frustración, no por su voluntad, sino por uno que la sometió; pero fue con la esperanza de que la creación misma se vería liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que hasta hoy la creación entera está gimiendo toda ella con dolores de parto. Y no sólo eso; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior, aguardando la hora de ser hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo
Palabra de Dios

REFLEXIÓN
Siguiendo el tema del germen de vida que lleva la palabra de Dios cuando entra en el corazón del hombre, y de las posibilidades que tiene de desarrollarse, S. Pablo le escribe a los romanos y les dice que ha entrado en el mundo una fuerza renovadora que, como la levadura, está llamada a fermentar toda la masa, y toda la creación ha empezado a removerse: la semilla de la libertad, del amor, de la justicia, de la verdad, de la paz se ha introducido en el mundo con la encarnación que Dios ha hecho en la naturaleza hunaza y con su nacimiento: CRISTO.
Desde ahora, todo ha cogido un ritmo de transformación, se ha establecido un proceso nuevo, esto ya no se puede parar. Se ha fecundado la tierra con la semilla del reino y esperamos que se dé un verdadero parto, con el que se irán dando muchas transformaciones, con el dolor y el desajuste que todo eso va a llevar consigo
Siguiendo la imagen que pone S. Pablo a los cristianos de Roma, esto nos obliga a mirar las cosas desde la esperanza y no desde el miedo al dolor y a la perdida de lo que hemos adquirido.




Lectura del santo evangelio según S Mateo 13,1‑23
Salió el sembrador a sembrar

Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó junto al lago. Y acudió a él tanta gente que tuvo que subirse a una barca; se sentó, y la gente se quedó de pie en la orilla. Les habló mucho rato en parábolas: "Salió el sembrador a sembrar. Al sembrar, un poco cayó al borde del camino; vinieron los pájaros y se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, donde apenas tenía tierra, y, como la tierra no era profunda, brotó en seguida; pero, en cuanto salió el sol, se abrasó y por falta de raíz se secó. Otro poco cayó entre zarzas, que crecieron y lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y dio grano: unos, ciento; otros, sesenta; otros, treinta. El que tenga oídos que oiga."
[Se le acercaron los discípulos y le preguntaron: "¿Por qué les hablas en parábolas?" Él les contestó: "A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del reino de los cielos y a ellos no. Porque al que tiene se le dará y tendrá de sobra, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene. Por eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender. Así se cumplirá en ellos la profecía de Isaías: "Oiréis con los oídos sin entender; miraréis con los ojos sin ver; porque está embotado el corazón de este pueblo, son duros de oído, han cerrado los ojos; para no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni entender con el corazón, ni convertirse para que yo los cure." ¡Dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen! Os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis vosotros y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron.
Vosotros oíd lo que significa la parábola del sembrador: Si uno escucha la palabra del reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde del camino. Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que la escucha y la acepta en seguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y, en cuanto viene una dificultad o persecución por la palabra, sucumbe. Lo sembrado entre zarzas significa el que escucha la palabra; pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas la ahogan y se queda estéril. Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la palabra y la entiende; ése dará fruto y producirá ciento o sesenta o treinta por uno."]
Palabra del Señor

REFLEXIÓN
Jesús ve todo lo que se está dando a su alrededor y tiene conciencia de que el ambiente no es nada fácil ni propicio al desarrollo del reino, hay un montón de dificultades y obstáculos; sin embargo, también tiene plena conciencia de que lo que él trae no es una doctrina, ni una filosofía ni una moral ni un sistema político que necesita adeptos para hacer frente a otras fuerzas que compiten.
Lo que Jesús presenta es la misma fuerza de Dios que entra en el mundo y tiene una fuerza transformadora, eso no lo va a detener nadie, por más que los medios de comunicación y la misma violencia se pongan en contra e intenten barrer con todo.
El trae una misión: sembrar esa semilla de salvación y transformación y deja el mismo encargo a los suyos: se trata de sembrar, no de cosechar. Deja la promesa que alienta la esperanza: la cosecha ha de ser abundante independientemente de lo que aparentemente veamos que, por supuesto, nunca ha de estar a nuestro gusto, pero ha de sobrepasar nuestras expectativas.
Frente a esta propuesta y esta esperanza, nos encontramos con un ambiente hostil, lo mismo que se lo encontró Él: había distintas formas de acoger la semilla y de tratarla:
-Para unos es algo que no sirve para nada y se hacen impermeables a todo y hasta le hacen oposición a la palabra, porque sus intereses van por otro lado y la palabra siempre les cuestiona.
-Otros utilizan el mensaje para sus intereses y aparentemente les queda algo, pero al final vemos que se pierde todo.
-Otros tienen una vida tan complicada en tantos líos, que resulta imposible hasta el que tengan ni siquiera tiempo para dedicarle un momento a la Palabra.
Y todo se confabula para convencernos que no vale la pena sembrar, está todo perdido, es algo inútil y anacrónico, son cosas pasadas de moda, eso no vende, no ofrece el más mínimo interés a nadie… y para demostrar que eso es así, tenemos a todos los medios de comunicación que solo reflejan el mal que existe en el mundo, otra forma de ver las cosas es una fantasía, una utopía y presentan el ambiente que sostiene que se ha borrado todo.
Pero volvemos a soplar sobre las cenizas de lo que se ha ido arrasando, y nos encontramos que existen muchísimos focos de verdadero fuego, ascuas ardiendo que no hay más que quitarle la ceniza y darle un poco de aire, y todo vuelve a tener la misma fuerza.
Un cristiano no puede permitir que a su lado se vaya apagando el fuego y él, con su silencio y su indiferencia va dejando que se apague todo; estamos llamados a ser ventiladores que metan aire en las ascuas y a no dejar que la ceniza cubra el fuego de ese reino.
Por poner un ejemplo muy concreto: en un programa de TV, al medio día (antena-3) en uno de esos concursos, una chica perdió voluntariamente 1000 € para que se los pudiera llevar un compañero que estaba concursando y no había conseguido ni un solo euro. El gesto desconcertó al presentador, pues eso no se ve todos los días, pero está ahí y eso no lo puede apagar nadie.
Tenemos un mundo en el que están queriendo ponerlo todo patas arriba, en el que se está queriendo dar carta de ciudadanía a poder matar, al egoísmo extremo, al hedonismo, al atropello de los derechos humanos, a cambiar el nombre de las cosas y confundir a la gente… pero todos llevamos dentro una semilla de bondad, de paz, de fraternidad y hasta de sensatez… que nadie nos la puede quitar a nos ser que nosotros mismos traicionemos nuestra propia conciencia y convirtamos nuestro corazón en un terreno estéril, a base de matar todos estos sentimientos con el egoísmo, con la avaricia, la codicia, la soberbia…

jueves, 3 de julio de 2008

"DOMINGO CATORCE" DEL T. O. -A-

Lectura del profeta Zacarías 9,9‑10
Mira a tu rey que viene a ti modesto

Así dice el Señor: "Alégrate, hija de Sión; canta, hija de Jerusalén; mira a tu rey que viene a ti justo y victorioso; modesto y cabalgando en un asno, en un pollino de borrica. Destruirá los carros de Efraín, los caballos de Jerusalén, romperá los arcos guerreros, dictará la paz a las naciones; dominará de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra."
Palabra de Dios

REFLEXIÓN

“BUSCAMOS LA VERDAD”
El pueblo ha caído en una profunda decepción: ya no sueña con restaurar el templo ni con el esplendor de Israel ni la vuelta a otros tiempos… han sido momentos y situaciones que el pueblo ha desperdiciado y ha llegado a creerse autónomo hasta el punto de despreciar a Dios; está pagando cara su estupidez y en él empieza a surgir una nueva esperanza que no se basará en el poder ni en la fuerza de los carros de guerra, sino en el poder de Yavé que vendrá desde otro ángulo distinto del que el pueblo siempre ha soñado: “a ti justo y victorioso; modesto y cabalgando en un asno”, es desde la sencillez donde romperá de nuevo Dios a renovar todos los esquemas en los que ha caído el pueblo y con los que se ha hundido.
Aunque parezca una locura, hoy sigue siendo la misma esperanza la que subyace en el fondo de todos, aunque estemos atrapados por la hipocresía y la apariencia, pero en el fondo, nadie cree en eso, aunque sean los moldes que se nos han impuesto para vivir y aparentar en el tiempo en que vivimos. Todo el mundo anda huyendo y busca encontrarse con lo auténtico, con la naturaleza, con el silencio…


Salmo responsorial: 144

Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
Te ensalzaré, Dios mío, mi rey; /
bendeciré tu nombre por siempre jamás. /
Día tras día, te bendeciré /
y alabaré tu nombre por siempre jamás. R.
Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
El Señor es clemente y misericordioso, /
lento a la cólera y rico en piedad; /
el Señor es bueno con todos, /
es cariñoso con todas sus criaturas. R.
Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, /
que te bendigan tus fieles; /
que proclamen la gloria de tu reinado, /
que hablen de tus hazañas. R.
Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
El Señor es fiel a sus palabras, /
bondadoso en todas sus acciones. /
El Señor sostiene a los que van a caer, /
endereza a los que ya se doblan. R.
Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.


Lectura de la carta de S. Pablo a los Romanos 8,9.11‑13
Si con el Espíritu dais muerte a las obras del cuerpo, viviréis

Hermanos: Vosotros no estáis sujetos a la carne, sino al espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo.
Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros. Así, pues, hermanos, estamos en deuda, pero no con la carne para vivir carnalmente. Pues si vivís según la carne, vais a la muerte; pero si con el Espíritu dais muerte a las obras del cuerpo, viviréis
Palabra de Dios



REFLEXIÓN

“NI SÍ, NI NO, SINO TODO LO CONTRARIO”

S. Pablo sigue con la reflexión que hace a los cristianos de Roma: si se han bautizado, han muerto a la carne y ya no es la carne la que dicta la conducta de un cristiano, sino el espíritu, que es el que habita en ellos y les da vida.
Pablo no entiende que siendo el espíritu que resucitó a Jesús quien vivifica, sin embargo se siga actuando como si no se tuviera el Espíritu, pues quien actúa así es porque no ha muerto, no tiene el Espíritu de Jesús y si no lo tiene, lógicamente no es de Jesús, aunque esté bautizado, pues no se trata de estar apuntado, ni de haber realizado el rito, sino de haber muerto en realidad y haber dejado que el Espíritu del Señor lo posea.
La reflexión de S. Pablo, llena de lógica, tiene una actualidad enorme y es incomprensible que se la tenga tan marginada, pues hay algo que él no entiende de ninguna manera, porque no se puede entender, el que hayamos maquillado, le hayamos buscado otros sentidos y le hayamos dado otras explicaciones a la realidad, cuando no tiene más que una sola explicación: no puedes encontrar algo en un lugar donde no está.
La reflexión la podemos llevar más allá: Pablo está hablando del bautismo que es la puerta de entrada en la vida cristiana, pero si esa puerta no se ha abierto, en consecuencia no se ha entrado y si no se ha entrado ¿Cómo es que podemos dar, recibir, celebrar y hasta compartir… lo que nunca hemos tenido ni vivido? A no ser que hayamos montado un chiringuito paralelo en el que se “vendan” imitaciones, ya que esto está hoy de moda.


Lectura del santo evangelio según S. Mateo 11,25‑30
Soy manso y humilde de corazón

En aquel tiempo, exclamó Jesús: "Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera."
Palabra del Señor


REFLEXION

“ESO NO VA CON NOSOTROS”

Las palabras de Jesús “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados” parece que están dichas justo en el momento más adecuado y ante la situación que todos vivimos: estamos justamente al comienzo de unas vacaciones, en el momento en que todo el mundo sueña con levantar el pie del acelerador de la vida y salir huyendo a donde nadie nos moleste, a donde nos podamos desconectar del ritmo trepidante en el que estamos inmersos. La oferta de Jesús es exactamente lo que buscamos “encontraréis vuestro descanso”
Pero como siempre ocurre: cuando oímos la palabra de Dios creemos que se refiere a otra cosa, a algo que está fuera de la realidad, que no tiene que ver con nuestra vida y seguimos buscando y nos morimos de sed al lado de la fuente.
Hemos montado un sistema de vida en el que somos piezas que lo mantienen y que solo tienen sentido en función de él, cuando debería ser al contrario: vivimos acelerados, nos falta tiempo para todo, hemos montado un sistema que obliga a hacer el doble de cosas para poder mantenerse, no importa la persona ni el ritmo de la vida. Vivimos en función del TENER y nunca llegamos a poseer todo lo necesario para responder al modelo que se nos impone.
Vivimos sometidos a un ritmo de actividades que está por encima de nuestras posibilidades: ya desde niños no se nos deja vivir la infancia, ni la adolescencia ni la juventud… algo así como cuando la fruta la hacemos crecer a base de hormonas y se la madura en las cámaras frigoríficas, todo va atropellado y miramos a nuestra agenda y todo está saturado de reuniones, de citas, de encuentros, de comidas, de eventos y funcionamos a golpe de reloj y de teléfono y como no nos da tiempo a responder a todo tenemos que poner un contestador y nos obligan a estar siempre localizables y conectados al sistema.
Y si no tenemos bastante con todo lo que nos rodea, nos encontramos con nosotros mismos que somos para nosotros una eterna fuente de insatisfacción, pues no nos salen las cosas como nos gustaría, no llegamos a dar la talla que quisiéramos, andamos mintiendo y solo nosotros nos damos cuenta lo falsos y limitados que somos y por eso vamos manteniendo una imagen que a nosotros mismos nos repugna…
Y vivimos el año entero esperando que lleguen 15 días o un mes mágico de vacaciones en donde vamos a salir huyendo de todo y esperamos reponernos de todo lo que nos tiene agobiados, pero cada año nos ocurre lo mismo y en ciertos momentos estamos deseando que pasen las “vacaciones” para poder descansar pues las vacaciones no dan el descanso ni la paz interior ni la tranquilidad de espíritu que necesitamos y que deseamos como algo vital pues lo único que hicimos fue meter todos los problemas en la maleta, cargarlos en el coche y llevárnoslos a la playa para que les de el sol unos días y después empezar con más fuerza.
No es una tontería lo que el Señor nos está diciendo ni es algo que esté fuera de nuestro ambiente: necesitamos reconciliarnos con la vida, con nosotros mismos, sentirnos bien con nosotros, satisfechos de lo que hemos hecho, disfrutar de lo que hemos hecho y adquirido, vivir con sentido el regalo de la vida, de la gente que está a mi lado; dedicarle el tiempo y la atención que se merece la persona que me quiere y que me está necesitando. Necesito hacer la paz en mi interior, sentirme bien conmigo mismo y con la gente que me rodea, dedicar un espacio a limpiarme de tantos sinsabores, de rencillas, de resentimientos… Necesito gozar de todo aquello bueno que tengo y que Dios me regaló para que lo comparta con los que quiero… necesito sentirme amado y amar como yo sé sin miedos ni reglas que me atormenten. Necesito saber y experimentar que yo soy más importante que todo el dinero que pueda ganar, que todas las cosas que pueda almacenar o los puestos que pueda ocupar… Y esto, solo Dios me lo puede dar en plenitud. Por eso, no se equivoca Jesús cuando nos dice: “yo os aliviaré”